𝟭𝟯. NO VOY A DECIR (ESTOY ENAMORADA).

CAPÍTULO TRECE.
'¿A quién crees que estás engañando?
él es tierra y paraíso para ti'

James Potter tenía una lista muy larga de sus cosas favoritas, le gustaban muchas cosas, casi todas, de hecho. El chico no podía elegir su comida favorita, ni su banda favorita, ni siquiera su canción favorita. Pero había una cosas que sobresalía de todo lo demás en su lista: el Quidditch.

La parecía increíble, la sensación de viento en la cara, las mariposas en el estómago durante la subida, la sensación de paz y desenfreno al observar todo desde arriba, cuando el mundo se redujo de tamaño, también sus problemas y tristezas, todo. Parecía tan fácil, todos los problemas tan rápidos de resolver, toda la felicidad tan fácil de lograr. James estaba seguro de que estaba hecho para esto, para volar siempre.

Todos sabían de la obsesión de Potter por el Quidditch, aunque no la entendían del todo, sabían que era importante para el Gryffindor y por eso les resultó sumamente singular que en los últimos quince días de noviembre, Potter hablar menos sobre el deporte y salía minutos antes de todas las sesiones de entrenamiento que solía prolongar tanto como podía, hasta cuando Sirius amenazaba con tirarse de la escoba debido al cansancio.

Potter estaba ahora mismo, corriendo por el jardín hasta que encontró un parche de hierba cerca del lago, la hierba amarillenta estaba arrugada por una pila de libros, un tintero, dos plumas y un rollo de pergamino, todo abandonado momentáneamente mientras la chica yacía en la cama de pasto hojeando otro libro, que James supuso que era de romance ya que ella reveló que nunca leería por diversión si no hubiera uno, incluso uno pequeño y no tan desarrollado, de romance.

―¿De qué trata?―preguntó James, sentándose en el espacio junto a ella. Ahora que estaba acostumbrándose a sus entradas repentinas, Thalia ya no se asustaba tan fácilmente, aún así habían excepciones, como cuando estaba tan concentrada en su libro que el discurso repentino la sobresaltó y el libro cayó sobre su rostro.―Por Merlín, lo siento.―James rápidamente le quitó el libro de la cara mientras ella arrugaba la nariz, James se rio y le tocó la mejilla.―No era mi intención.

―Oh, apuesto a que no.―la chica entrecerró los ojos verdes hacia él mientras él intentaba contener la risa.―No es gracioso.

―Por supuesto que no.―asintió James, mordiéndose el labio tratando de contener la risa.

―¡Entonces deja de reírte!―Thalia implicó tratando de mantener una imagen rígida, pero cuando James se rio, ella no pudo evitar hacerlo también.

El chico se acostó a su lado en el pasto aún riendo, sosteniendo el libro que anteriormente le cayó en la cara y luego leyó el título "Sentido de sensibilidad" nuevamente Jane Austen está golpeando a uno de ellos, vaya arma que creó.

―¿Remus te lo prestó?―preguntó James, la idea de que ella pudiera ser amiga de sus amigos de agradaba más de lo esperado.

―No, peor me dio una lista de los que me podrían gustar.―Thalia abrió el libro, casi había terminado de leerlo y parecía satisfecha con su propia actuación.―Este lo encontré en una tienda de segunda mano.

―¿De qué trata?―James preguntó con genuino interés.―¿Te gustó?

―Es diferente a los que ya he leído de ella, está centrando en dos hermanas y no solo una protagonista. Tienen que vivir con su hermano tras la muerte de su padre y su esposa es terrible y lo convence de que un techo sobre sus cabezas es más que necesario para ambas.―Thalia parecía genuinamente ofendida por los protagonistas mientras explicaba, como si los conociera.―Pero el binomio romántico es muy parecido al de Orgullo y Prejuicio, lo cual no es realmente una queja, pero se me hizo imposible de no comparar, me gustaron pero sigo prefiriendo a Emma, creo que siempre lo haré. Prefiero a Emma entre todos los libros.

―¿Por qué?―Potter la miró, sus ojos marrones interesados en todo lo que ella tenía que decir.

Thalia pensó por un momento, como si buscara las palabras adecuadas para describir sus pensamientos, finalmente suspiró y se encogió de hombros.

―Es más pesado, duele más cuando golpeo con el caras molestas.―dijo, mirándolo divertida.

―Ah, eso no se puede negar.―James se rio, sin dejar de mirar sus ojos muy verdes, quería saber más de ella, así que repitió:―¿Por qué?

―Me gusta. Me gusta que ella sea solo una chica.―explicó Thalia estirando la mano como si pudiera alcanzar las nubes en el cielo.―Es inteligente, talentosa y testaruda...

―Como tú.―James soltó.

Las mejillas de Thalia se volvieron rojas más allá del tono adquirido por el frío, volvió a mirar a James, la sudadera de Slytherin cubriendo la mitad de su cuerpo y la falda y medias cubriendo el resto, el mismo collar de plata con un colgante de estrella, los mismos aros pequeños rodeando las orejas de la chica, las pecas volvieron a cubrirse para gran tristeza del chico.

―¿Ya terminaste de escribir el ensayo de Pociones?―Thalia intentó ocultarlo sentándose nuevamente en el pasto.―Mis pergaminos se acabaron debido a tu trabajo extra en Adivinaciones. ¿Por qué elegiste esa materia? ¡No sirve de nada!

James parpadeó un par de veces tratando de seguir el repentino cambio de tema, Thalia alejó el libro y comenzó a sacar los rollos de pergamino preparados por ella para ayudarlo con el tema. Potter observó la letra curva y suave en el papel amarillento, ella se acercó explicándole que separó el resumen en temas y que dada estrellita dibujada en el papel significaba algo importante que no podía olvidar bajo ningún concepto.

―He oído que el EXTASIS de esta materia es el más fácil, pero nunca se sabe, ¿verdad?―Thalia lo miró por un segundo antes de volver a explicarle algo que James escuchó pero mantuvo en el fondo de su mente, ahora estaba demasiado ocupado mirándola.

Desde lo sucedió en el campo de Quidditch, el chico había estado tratando de prestarle menos atención, pero era imposible, ella estaba en sus pensamientos, invadía su mente durante las clases, obligándolo a darse vuelta y buscarla. Temprano en la mañana, James llegaba al gran salón acompañado de sus tres amigos, esperando ansiosamente durante seis minutos hasta que Thalia entraba con los Rosier, la distancia de las mazmorras le robó a James 360 segundos que podría haber pasado mirándola. Por lo general, ella le sonríe cuando cruza la puerta, cuando no lo hace, James comenzaba a hablar más alto sobre alguna tontería hasta que finalmente miraba en su dirección, generalmente ponía los ojos en blanco ante el ruido pero no le molestaba, de hecho, una sensación extraña de comprensión lo invadía.

―James, ¿por qué elegiste diez materias?―preguntó Thalia de repente, pero se notaba que la pregunta rondaba desde que el chico le reveló su horario de asignaturas.―Sabes que yo sé que tú también eres quien entrena al equipo, ¿por qué?

La suave sonrisa en el rostro de James se desvaneció y el miró hacia otro lado, sus dedos arrancaban unas cuentas briznas de hierbas seca mientras dudaba en decírselo. Thalia esperó pacientemente, su cabello oscuro flotando hacia atrás cuando la brisa la golpeó, los anillos plateados envueltos alrededor de sus dedos mientras tocaba su sudadera como si tratara de hacerla más clara de alguna manera.

―Aunque yo hago los resúmenes y ensayos por ti, todavía tienes que estudiarlos y tienes muchos trabajos que hacer con el equipo.―continuó Thalia, de hecho ahora no parecía importarle tanto hacer resúmenes para Potter, a veces incluso olvidaba por qué lo hacía.―Cuéntame.

Los ojos marrones la miraron nuevamente, sus labios se apretaron, estar cerca de ella confundió a James lo suficiente como para no recordar el dolor, el vacío, pero también le trajo una nueva sensación, similar a las mariposas en el estómago al volar, pero mucho más fuerte y causó miedo incluso al león más valiente de Gryffindor.

―¿Por qué trabajas en ese bar sucio?―James preguntó como si estuviera negociando, un secreto por otro.

Los ojos verdes finalmente abandonaron su rostro, bajando al broche rojo de prefecto que brillaba en la sudadera de Potter, ella apartó sus manos, enrollando el pergamino nuevamente y entregándoselo viendo que esa era la única razón para reunirse, James entendió que la conversación terminó ahí. Ni él ni Thalia estaban listos para decirlo todo, todo quedó claro cuando ella guardó el resto de los materiales.

―Buena suerte en el juego.―Thalia mencionó el partido del próximo viernes mientras se levantaba llevándose su bolso y sus libros.

―Gracias.―James suspiró abatido, recostándose nuevamente en el pasto para luego morder el trozo de pasto seco que metió en sus labios.

Pasando sus manos por su cabello imposible de arreglar, James se sintió frustrado al final de la conversación, las ganas de ir con Thalia casi lo vencieron pero, nuevamente, intentó no pensar y ocupó su cerebro en leer resúmenes y memorizar lo que estaba escrito en las estrellas dibujadas por Black en el pergamino.

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・ ゚ : ₊ ˚ ˑ ༄

Al ser descendiente de una de las veintiocho familias más importantes del mundo mágico, Thalia Black estaba acostumbrada a ser observada en los pasillos, en ocasiones las personas giraban cuando ella pasaba, con el cuello estirado mientras susurraban, tapándose las manos con la boca sin unas ganas reales de ser disimulados cuando hablaban de ella.

No era la primera vez que pasaba, pero ese viernes por la mañana fue el más extraño de todos, normalmente las otras casas le hacían caras y algunos Slytherins solían halagar alguna prenda de su ropa o uno de sus accesorios. Ahora, lo que estaba pasando era todo lo contrario, los de su casa de Slytherin la miraban con cierto recelo, los demás pasaban con sonrisas amistosas, expresiones de sorpresa, y un grupo de Gryffindors de sexto año incluso se detuvieron para intercambiar un saludo emocionado, un apretón de manos con ella dejándola más confundida.

Thalia se detuvo en la esquina de uno de los pasillos después de este evento y luego miró a su alrededor mientras intentaba entender qué estaba pasando. Fue cuando su brazo fue bruscamente jalado llevándola a una habitación vacía, Black sacó su varita con su mano libre y miró a su alrededor buscando al mago o bruja que hizo eso y se sorprendió de a quién encontró allí.

―¿Regulus?―pronunció Thalia, el nombre casi sonaba extraño en sus labios después de tantos días. Ella no había hablado con él desde la fiesta de cumpleaños maldita del chico y él la había evitado incluso durante el desayuno.

Los ojos verdes de Black lo analizaron, su ropa era más holgada revelando su pérdida de peso, los círculos oscuros bajo sus ojos se habían vuelto de un gris más oscuro que los de sus ojos, había un corte casi invisible en el lado izquierdo de su rostro y su cabello estaba más desordenado, como si no hubiera tenido tiempo de peinar cada rizo.

―¿Qué diablos es esto?―preguntó Regulus, luciendo irritado mientras levantaba un trozo de papel, casi frotándolo en la cara de la chica.

Thalia parpadeó y dio un paso atrás esperando entender las palabras, pronto se arrepintió de esa acción cuando leyó "romance" justo antes de los nombres "James" y "Thalia" seguido de una foto de los dos en el pasto el martes pasado, ese momento cuando Potter le tocó la cara después de que el libro la golpeara. Desde ese ángulo realmente parecía que algo estaba sucediendo, realmente parecía que James estaba a punto de inclinarse y cerrar el espacio. Thalia habría pensado que la foto era muy bonita si no hubiera entrado en pánico.

―Cómo...―Thalia sostuvo el papel con amabas manos, sus ojos muy abiertos miraron a Regulus.―¿Quién fue?

Thalia conocía el periódico de chismes de Hogwarts, de hecho le encantaba, los gemelos Rosier solían guardarle una copia cuando llegaban primero al gran salón donde solían estar los periódicos, era divertido cuando no se trataba de ella. Además, Black pensó que el incidente de Betsy habría acabado con los chismes ya que ella era la mayor fuente de noticias y también se especulaba que era la propietaria.

―Esa Zabini.―Regulus dijo disgustado, le desagradaba la chica desde tercer año, desde que ella lo amenazó con darle una poción de amor y que lo haría tirarse de la torre de astronomía.

―Hablaré con ella.―dijo Thalia pero sus piernas temblorosas no la dejaban moverse.

―No es necesario, ya me ocupé de eso.―aseguró Regulus, los ojos de Thalia se abrieron aún más y el chico puso los ojos en blanco.―Le pagué para que bajara los periódicos, todos los ejemplares, pero como diez personas ya los habían visto y bueno... como eres tú y Potter, se corrió la noticia.

―¿Entonces casi nadie vio la foto?―preguntó Thalia tomando nuevamente la varita y susurrando un hechizo de fuego en un tono muy bajo mientras los dos primos veían cómo el papel se convertía en cenizas.

―Sí.―contestó Regulus y luego la miró con recelo.―¿Cómo sucedió?

Thalia dudó, ¿cómo podría explicar esto sin involucrar todos los secretos entre ella y James, e incluso Remus y Sirius? Su silencio parecía irritar más a Black.

―Dime que no estabas con ese traidor de la sangre.―Regulus prácticamente escupió las palabras.

―No.―Thalia escupió las palabras.

―¿No qué?―Black frunció las cejas.

No le llames así.―respondió Thalia mirando los ojos grises que la juzgaban.

Regulus sacudió la cabeza y cerró los ojos, sus dedos masajeando su sien mientras el chico respiraba profundamente como si tratara de controlar algo, pero no parecía enojo, más bien cansancio, parecía harto de enfrentar situaciones como esta. Thalia se preguntó si la imagen de ella en su mente ahora ya no era un reflejo de él mismo, sino del hermano que lo dejó por el mismo Potter.

―No estoy con él, lo juro.―Thalia dijo la verdad, con los ojos grises abiertos mirándola con duda, pero la expresión de Black coincidió con sus palabras.

Regulus la analizó por unos momentos, la idea de revivir su propia historia lo perturbó más que cualquier relación que pudiera establecer entre Thalia y Sirius. Black exhaló y luego dio un paso adelante, Regulus no era de tipo afectuoso ni al que le gustaba el contacto físico, ni siquiera le gustaba que la gente invadiera su espacio. Thalia lo sabía, por lo que se quedó congelada por unos momentos cuando unos brazos delgados y fríos como los de él rodearon su cuerpo y su mano aterrizó en la parte posterior de su cabeza.

―Él te destruirá, Thalia.―susurró, la preocupación rondaba sobre ellos.

―¿Cómo tú destruiste a Betsy?―Thalia dice, sus brazos se ponen rígidos y se alejan al darse cuenta de que no habrá respuesta al movimiento. El chico miró a la chica que lo mira como un extraño, como alguien a quien ella se obligó a no conocer.―¿Cómo pudiste?

Sus ojos grises no podían mirarla, dio un paso atrás y se giró como si estuviera listo para salir de la habitación, pero ella no se lo permitió, caminando detrás de él y tirando de su brazo con fuerza, sus afiladas uñas arañando su pálida muñeca, justo debajo de la marca.

―¡No! ¡Dime ahora!―insistió, mirándolo, no con ira o miedo, sino con una esperanza que parecía más bien un fénix, volviendo a la vida casa vez que Regulus se mostraba mínimamente humano.―¿Por qué? ¿Qué quería demostrar? ¿Era porque no te agradaba? ¡Eras maldad pura, la destruiste por nada!

Regulus no sabe, no puede explicar. Pero Thalia solo lo ve alejándose, es agotador incluso para ella, ni siquiera sus esperanzas son lo suficientemente fuertes para tantos intentos, es la última oportunidad de Regulus para explicarse y sabe que Thalia intentaría ayudarlo hasta el final, que no se rendiría.

Pero eso no cuenta. Liberándose de su agarre, el chico le da la espalda otra vez, y esta vez ella no va tras él.

―Los Rosier lo saben.―dice sujetando el pomo de la puerta, todavía sin voltear a mirarla.―A tu madre le escriben semanalmente, deberías preocuparte por eso y... ¡oh! Casi lo olvido, tu novio tampoco está contento.

Y así se fue, cruzando la puerta y dejándola sola en esa habitación vacía, dejando morir una enfermiza esperanza. Él no quiere ayuda, Thalia lo entiende, no fue la primera en intentarlo, pero ciertamente sería la última.

Thalia pasó toda la tarde encerrada en las mazmorras pensando en lo que haría ahora, en general sabía controlar la situación, también sabía que debía ir tras Evan y pedirle que no hablara del tema o hablar con Pandora, o más bien... Barty. A las seis de la tarde, Black saltó de la cama usando su sudadera de Slytherin y pasando sus dedos por los mechones oscuros tratando de mantenerlos en su lugar, corrió escaleras arriba y se dirigió al juego de esa tarde que convenientemente sería Slytherin contra Gryffindor.

En las gradas se encontraba Pandora quien saludó frenéticamente tratando de llamar su atención, junto a ella estaba un Evan enojado por no poder jugar en este partido gracias a un experimento fallido de su hermana que le costó una fractura en el brazo. Thalia avanzó lo más rápido posible, ignorando las miradas frías que caían sobre ella cuando pasó junto a los Slytherin.

―¿Estás bien?―preguntó Pandora, pasándole un brazo por los hombros, intentando consolarla.

―Sí, por supuesto.―Thalia yacía con una sonrisa débil y poco convincente.

Pandora negó con la cabeza, conociendo a la chica desde que era muy pequeña, la rubia sabía bien cuando la chica mentía, todos podían saber si prestaban suficiente atención, pero no lo hacían, en realidad no.

El partido se reanudó repentinamente, Gryffindor estaba adelante y Thalia había perdido la primera mitad del partido, el fuerte sonido del silbato asustó a Thalia quien miró el campo en busca del golpeador, pero terminó encontró con mayor facilidad a los cazadores de Gryffindor, Frank Longbotton y James Potter volando juntos, Jasmine poseía la Quaffle y trataba de esquivar a los cazadores de Slytherin, Cosmo Avery, Naomi Zabini y Florence Wren, quienes estaban dispuestos a acabar con cualquiera de ellos.

―¿A cuál de tus novios vas a apoyar hoy, Thalia?―Evan, de mal humor por no volar, comenta.

―¡Evan, shh!―Pandora rápidamente le da una palmada en el hombro.

Al mismo tiempo, Avery se acerca a Potter, empujando al chico en un intento de derribarlo, James devolvió el empujón pero lo esquivó cuando el chico lo intentó nuevamente y el Slytherin perdió el equilibrio al resbalar de la escoba, quedando así fuera del partido incluso aunque ha conseguido recuperar el objeto instantes antes de llegar al suelo. Thalia aplaudió sin darse cuenta, y es la única en ese círculo que lo hace y atrae la atención de los magos a su alrededor, sin hacer nada para convencerlos de que no hay nada entre ella y Potter.

James volvió a mirar a su alrededor, de la misma manera que lo había hecho desde el inicio del partido, podía ver fácilmente a la chica en el borde de una de las gradas, parada encima de uno de los bancos tratando de ver mejor, ella estaba sonriéndole y Potter quería volar hasta allí y preguntarle cómo estás, cuando regresó a la realidad y aceptó que no podía hacer eso, el chico se contentó con devolverle la sonrisa y centrar su atención en el juego.

Había una tercera persona mirando, alguien que no veía nada más que su propio odio, los fríos ojos azules recorrían entre Thalia y James, había una furia causada en el por la mentira que no ve. Bartemius sostenía el bate tan fuerte como podía y luego golpeó todas las bludgers en la misma dirección, ya no está tratando de desviar la atención de Regulus protegiéndolo siendo el Buscador, ahora él mismo estaba en el juego, mientras se deslizaba en el aire con un equilibrio impresionante y disparó tras Potter, quien una vez más golpeó la Quaffle a través del aro más alto y los fanáticos de Gryffindor aplauden.

―Necesito que no digas nada sobre esto en la próxima carta.―dijo Thalia volviéndose hacia Evan Rosier sin darse cuenta de la batalla que libró Bartemius.―No es cierto, no tengo nada que ver con Potter.

Evan la miró con su típico aburrimiento y luego masticó el chicle en su boca, haciendo una burbuja y dejando a Thalia esperando mientras él pensaba. Thalia sabía que Pandora no sería un problema, que guardaría el secreto si Evan lo hacía, por eso la chica esperaba, por más tiempo del esperado y con cada segundo que pasaba, Thalia tenía más fanas de abofetear a Evan como lo hacía Pandora todo el tiempo.

―¿Qué gano con esto?―preguntó Evan sonriendo levemente.―¿Qué puedes ofrecerme, Black?

Thalia puso los ojos en blanco, claro que no sería tan fácil lidiar con Evan, él era tan malo como Barty, pero aún más perspicaz que Regulus, eran un cruel trío de serpientes que Thalia mantenía cerca, fingiendo que estaban indefensas y no criaturas que podrían envenenar sus días y asfixiarla hasta la muerte.

―¿Qué quieres?―Thalia preguntó sin opción.

Evan sonrió y luego miró a su alrededor, sus ojos revoloteando por el campo sobre la figura de la chica Zabini, Thalia no entendía.

―Pases libres.―dijo finalmente.―Me vas a dejar pasear por el castillo fuera de horario.

Los ojos verdes de Thalia se abrieron levemente, de hecho la sorpresa fue el hecho de que la petición era la más sencilla que le habían hecho hasta el momento, era muy fácil y eso la hacía sospechar.

―Bien.―dijo Thalia sin pensar, luego miró fijamente al chico.―Es una promesa, Evan, no se nota.

―Claro, claro.―el chico agitó su mano libre, restando importancia a la situación.―Promesa. Palabra de Rosier.

Thalia asintió, el peso sobre su espalda se alivió un poco más, podía soportar cualquier cosa dentro de los muros de Hogwarts, era lo que le esperaba afuera lo que la asustaba.

―¿Qué está haciendo Barty?―preguntó Pandora colocando su mano frente a su frente, tratando de hacer sombra en sus ojos para poder ver a pesar del fuerte brillo del sol que poco a poco iba desapareciendo.

Thalia se giró nuevamente, entrecerró los ojos verdes, buscando entre los jugadores al chico que mencionó Pandora, lo encontró con el mismo palo, otra bludger que intentaba golpear a Potter, el que ni siquiera parecía notar sus ataques porque estaba demasiado concentrado en el juego. Esto parecía irritar aún más a Bartemius, el bate pasó de su mano izquierda a la derecha y él ignoró las llamadas del equipo mientras seguía su propio camino.

―Está loco.―observó Evan, incluso él podía ver lo absurdo de las acciones de Crouch en ese momento.―¡Va a golpear a Potter!

Se veía exactamente como lo que el chico planeaba hacer, James estaba ocupado gritándole al Guardián de Slytherin para que se de cuenta cuando Bartemius Crouch Jr. se abrió pasó detrás de él, el bate firmemente en su mano, apuntando directamente a la cabeza de Potter, él sabía exactamente que hacía. Lo que hay que hacer y lo que hará, la escoba de Barty es lo más rápida que puede, pero no lo suficiente.

Un hechizo sin color ni forma repeló la escoba, el movimiento del chico es instantáneo al caer sobre una de las gradas, los profesores a su alrededor intentaban comprender la serie de hechos, y James se dio vuelta, sus compañeros se acercaron para explicar lo sucedido y en este momento de distracción, Regulus Black capturó la snitch dorada, y la victoria pertenecía a Slytherin, aunque nadie sabía si debía celebrarse.

Los jugadores encontraron el suelo y James miró a su alrededor aún un poco aturdido es cuando notó que el chico salía de debajo de las gradas, Bartemius cojeaba por la caída, pero el enfado parecía persistir más allá del dolor, no paraba, pasando entre los jugadores como un rayo y alcanzó a James.

Potter esquivó el primer golpe, pero Bartemius lo empujó casi derribándolo, el chico se defendió y los dos comenzaron un intercambio de golpes que hace que el equipo se separe, abriendo espacio cuando James lanzó a Crouch contra el suelo.

―¡Basta!―la voz estricta de Minerva Mcgonagall interrumpió.

Sirius, Remus y Peter alcanzaron a James, sacaron al chico de Bartemius y lo mantuvieron en su lugar mientras Regulus y Avery ayudaban a Crouch a ponerse de pie. Los dos se miraron, James sabía que la cosa terminaba ahí y tampoco quería, no era una persona violenta, pero podría hacer un excepción con Bartemius.

―¡Me derribó de la escoba con un hechizo!―Bartemius lo acusó, del corte de su labio rezuma sangre, pero no parecía importarle.

―¡Mentiroso!―algunos jugadores del equipo de Gryffindor gritaron, provocando un alboroto entre los dos equipos.

―No fue el señor Potter quien lo derribó, señor Crouch.―Madam Rolanda Hooch, apareció acompañada de alguien más.―A esta la encontré con su varita en las manos en la esquina de las gradas.

Al darse vuelta para mostrar quien se cernía detrás de ella, Madam Rolanda Hooch reveló a Thalia atónita, la chica miró a James y notó los efectos de la pelea en él, el efecto de ella. Ahora era demasiado tarde para negar algo, incluso Sirius parecía notar lo preocupados que están sus ojos sobre él, es fácil para cualquiera notarlo excepto para ellos dos.

―Los tres a mi oficina.―demandó la profesora McGonagall.

―Pero...―Thalia intentó.

―¡Los tres!

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