𝟬𝟵. SIRIUS Y ANDRÓMEDA.
CAPÍTULO NUEVE.
'en una marea de
misterio, todavía estarás
parado a mi lado'
En su primer año de escuela, Thalia no tuvo a sus hermanas con ella para ayudarla a adaptarse, considerando que dos de sus hermana eran casi nueve años mayores que ella, o incluso Narcissa que aún estaba en Hogwarts no tenía tiempo para su hermana menor.
Pero Thalia tenía como guía a Sirius, su primo un poco mayor y mucho más capaz, aunque entraron por las puertas del castillo al mismo tiempo, al segundo día el niño ya conocía todos los pasillos, todos los pasajes, los horarios precisos, todo lo que Thalia aún no había tenido tiempo de aprender.
Sirius también tuvo a Thalia, cuando a la edad de once años se sentó en el taburete de madera y tuvo su verdadero rostro expuesto al colocar el sombrero seleccionador sobre su cabello cortó en ese momento, obviamente, siempre supo que era diferente, sin embargo, tenía miedo de que sería seleccionado para la misma casa que su familia.
Cuando el Sombrero Seleccionador anunció que su casa sería Gryffindor, el gran salón se sumió en un profundo silencio, sin risas, murmullos ni sollozos, los estudiantes miraron con los ojos muy abiertos y los labios entreabiertos, el primer Black en no ser seleccionado en el noble plateado de Slytherin en décadas.
Pero Sirius captó los curiosos ojos verdes, tragó saliva, pensando que la chica apartaría la mirada, que lo despreciaría. Sin embargo, Thalia Black era una chica que difería de las expectativas y educación de sus hermanas, tenía sus propias ideas, siempre alentada por Andrómeda, Sirius Black debería haberlo sabido mejor.
La chica de cabello castaño oscuro sacó las manos de los costados de su capa y se convirtió en la que aplaudió a Sirius, siendo rápidamente seguida por James, Remus y Peter, y luego el resto de la habitación.
El rostro de Sirius se iluminó y Thalia sonrió animándolo a correr hacia la mesa de Gryffindor, a su casa.
Actos como este le hicieron creer a Sirius que podría haber tenido una amistad con su prima, en algún universo paralelo donde no estuvieran en lados opuestos. Donde ella no eligió quedarse en esa casa embrujada en lugar de aceptar sus pensamientos, que consideraba intrusivos y aterradores cuando ocurren repetidamente.
Sirius y Thalia, de hecho, ya estaban cerca de lo que podría considerarse una amistad. Cuando eran niños, entendieron el significado de la prohibición, cuando ella se escapó a jugar al jardín, cuando pusieron a Regulus en el columpio y lo empujaron tal alto que el niño comenzó a gritar y luego ambos tuvieron que esconderse de sus enojadas madres.
Sirius siempre asumió la culpa y Thalia nunca entendió por qué regresaba a la casa con los puños cerrados y negándose a llorar como lo habría hecho cualquier niño en su lugar.
Entonces, en uno de los días nublados de Londres, Thalía finalmente entendió. Andrómeda se había ido hacía unos meses y Thalía se volvió indiferente, apática ante todas las cosas. Sirius solía decir que la niña se había convertido en un perro adiestrado. Bellatrix le dijo que dejara de cortarse el pelo, y así lo hizo. Narcissa eligió con quién debía hablar y Thalia se distanció de otras personas, incluido Sirius. Druella eligió cómo debía comportarse y Thalia se mostró la más sumisa de la familia. ganándose incluso a Regulus.
Sirius ahora tenía doce años, le gustaba la forma en que su cabello le rozaba los hombros, pasó un año entero sin acercarse a las tijeras, y cuando llegó a casa esperaba que le dieran mucha importancia-
Como todo lo que traía felicidad a los jóvenes de la familia Black, también se la quitarían a él.
Thalia estaba escondida entre los árboles del jardín cuando vio a Sirius entrar en la casa con su largo cabello castaño, escuchó una discusión sobre su cabello, sobre cómo podía elegir dejárselo crecer cuando fuera mayor y luego lo vio salir de la casa con rapidez, su cabello corto y Walburga pisándole los talones gritando terribles insultos.
Fue la primera vez que Thalia vio llorar a Sirius.
Por eso no se sorprendió cuando Walburga irrumpió en la casa de su hermano en una noche de tormenta como la que la dejó Andrómeda. La mujer estaba llorando, como lo había hecho Sirius ese día, y después de una hora de que Druella y Cygnus Black la calmaran, la mujer finalmente explicó que Sirius Black había escapado de casa.
Esa noche, Thalia caminó hacia la habitación donde estaba situado el tapiz familiar, vio otro rostro desaparecer en una mancha oscura de ceniza y carbón, sintió que su cuerpo se estremecía, su situación de apatía volvió por otras tres semanas, el sentido de la pérdida revivido lo hizo. No, él eligió seguir adelante. Nuevamente ella habló cuando le hablaron, se sentó cuando le dijeron que lo hiciera, comió cuando se le pidió que lo hiciera.
Sirius y Andrómeda eran como dos estrellas demasiado altas para que incluso Thalia pudiera alcanzarlas. Sirius se convirtió para Thalia en una imagen viva de su hermana perdida, y ella lo odiaba.
Lo odiaba tanto que empezó a ignorar la existencia de Sirius, el chico pensó que estaba siendo ignorado gracias a su fuga, creyendo que había cometido un error cuando pensaba que podía ser diferente.
Frustrado por la ilusión fallida, Black declaró una guerra silenciosa contra la chica, expresando lo poco confiable que era cada vez que alguien mencionaba el nombre de Thalia.
Nadie más escuchó insultos provenientes de Sirius hacia Thalia que James Potter.
El mismo James Potter que ahora caminaba con Thalia Black de regreso a Hogwarts a las tres de la mañana.
Sirius quería arrancarse el pelo, o arrancar el pelo de Thalia, o el de James.
Lo más probable es que los tres al mismo tiempo.
―¡La chaqueta es genial!―la chica lo felicitó por la chaqueta, que era demasiado grande para ella y descansaba sobre sus hombros.
―¡Lo sé!―James se rio como si estuviera divertido con esa conversación.―La tela fue hecha por duendes, se adapta a cualquier clima.
―Entonces, ¿puedes usarlo también en los días calurosos?―preguntó mirándolo con esas curiosos ojos verdes
Thalia se rio, una risa de verdad, no una sonrisa ni una risa de vergüenza, se acercaba más a una risa genuina.
Sirius nunca ha estado tan confundido, es imposible para ella que encontrara a James tan divertido, no es posible para ella tener sentido del humor. Ella era una copia de Narcissa con cabello oscuro, aunque tenía más de dos expresiones fáciles, a diferencia de la rubia.
Pero Thalia no se ríe. No así, no en público, ninguno lo hace, ni siquiera Regulus lo hace, ni siquiera Regulus tenía permitido hacerlo. Bellatrix es una excepción, pensó Sirius, porque la chica ya estaba completamente loca y ya no les importaba su risa tenebrosa.
Es sólo entonces que Sirius se da cuenta de que estaban hablando de él, de su chaqueta. Atrás quedaron las ganas de arrancarse el pelo o el pelo de Thalia, ahora solo quiere estrangular a James Potter con sus propias manos.
Sirius estaba listo para salir de detrás del armario de las escobas y saltar frente a los dos como un fantasma, asustándolos y haciendo que James grite como una niña pequeña, poniéndolo en ridículo frente a la Black para siempre.
Pero algo sucedió. algo que cambió el ambiente, que les provocó escalofríos a cada uno de ellos.
Se escuchó un grito insoportable, que representó el dolor de una maldición llegando a la piel. James Potter y Thalia Black se vieron, el sonido provenía del mismo pasillo donde se encontraba el baño de chicas abandonado, ninguno de los dos dudó en correr hacia allí, sin darse cuenta de que los seguía Sirius.
El cabello oscuro de Thalia estaba recogido detrás de su oreja cuando la chica se acercó al baño y vio la puerta destrozada, agua por todo el pasillo y rastros de sangre. James y Sirius sacaron sus varitas, Potter no tuvo tiempo de preguntar de dónde había venido Black, los dos tomaron sus lugares al lado de la chica, buscando cuidadosamente cualquier señal de peligro.
―¡Betsy!―señaló Thalia cuando sus ojos verdes encontraron a la chica en el suelo entre el agua y la sangre, que le pertenecía. Black se arrodilló junto a la chica, levantando su cabeza para que el agua no la alcanzara, su cabello rojo estaba oscuro, su rostro pálido y se sentía fría, pero aún tenía pulso, la chica miró a los chicos que buscaban a su alrededor.―¡Necesitamos llevarla a la enfermería!
Sirius se inclino, aunque parecía más delgado que James, parecía igualmente fuerte. El chico levantó a Betsy Graves del suelo sin dificultad, dejando caer la varita en el proceso, Thalia rápidamente la atrapó, James ayudó a la chica a levantarse y los tres corrieron a la enfermería, Sirius iba muy rápido debido al pánico.
Pomfrey parecía asustada con su pijama color crema, la enfermería no solía ser invadida durante la noche muy seguido, la mujer señaló una de las camas del hospital y Sirius acostó a la chica lo más suavemente que pudo.
La medibruja tenía una ayudante, una chica bajita de Gryffindor, Mary Macdonald. tenía un cabello voluminoso tan oscuro como el de Thalia, en ese momento también tenía los ojos muy abiertos y las mejillas sonrojadas como alguien que acababa de pasar mucho miedo.
Pomfrey colocó dos almohadas debajo del húmedo cabello rojo de Graves, cerró la cortina alrededor de las chica y le dijo a James y Sirius que se alejaran. Thalia y Mary ayudaron a la señora a cambiar la ropa mojada de Betsy por ropa blanca de hospital, descubriendo algunos morenotes en el camino, cuando ya estaba vestida, la cortina se abrió y James notó a Thalia mirando sus manos ensangrentadas.
―Macdonald, ve a buscar al profesor Dumbledore.―ordenó Poppy Pomfrey, tratando de ocultar el temblor en sus manos.
―Voy contigo.―dijo Sirius preocupado por su amiga que también fue atacada hace unas semanas.
Los dos se fueron, Pomfrey le pidió a James que se acercara y sostuviera la cabeza de la chica Graves, él lo hizo mientras Thalia levantaba ligeramente la blusa blanca de la chica para dejar al descubierto un corte grande, pero la medimaga lo solucionó rápidamente, confundiendo a Thalia mientras caminaba de un lado a otro con docenas de pociones y cientos de bolas de algodón.
Una aguja con un hilo oscuro atravesó la piel de la chica desmayada, Thalia desvió la mirada mientras corría a lavarse las manos tratando de deshacerse de los rastros de sangre, pero seguían ahí, debajo de sus uñas impregnando su carne.
―Por Dios...―la voz de Pomfrey la sacó de su ensoñación.
Thalia se dio al vuelta, la medimaga habría hecho un hechizo para secar su cabello rojo, la sangre se habría secado y con la ropa seca, Betsy se veía casi bien, si no fuera por el color en su rostro y labios. James Potter acercó su cabeza hacia la palangana lo más suavemente que pudo, la chica vomitó y sus labios se llenaron de una especie de espuma blanca que recorrió la piel de su barbilla, horrorizando a todos los presentes.
―Veneno.―Thalia susurró, pero solo en el silencio de la noche, su voz fue audible para los otros dos magos conscientes en la habitación.
James recostó a la pelirroja sobre la montaña de almohadas, Pomfrey limpió los labios y la piel de Betsy, mirándola con lástima, Thalia se acercó a la cama, deteniéndose junto a Potter.
―Me temo que es aún peor, señorita Black.―la voz profunda del director llamó la atención de todos mientras caminaba acompañado de los dos estudiantes encargados de traerlo.―Septardo.
Septardo Morschrum, era un veneno raro, muy complejo, había una larga lista para su preparación, entre ellos el veneno de Belladona y Dieffenbachia, se mezclaban con media docena de sangre de unicornio. Se consideraba repulsivo, dos plantas que si se consumían podían causar graves daños, al ser mezclados con un licor tan purificado como la sangre de unicornio.
Era pecado, mataba muy lentamente, tardando hasta diez años en morir la persona o criatura que lo consumía, el antídoto era tan difícil de conseguir como el veneno mismo.
Todos en esa sala ya habían oído hablar del veneno, pues en su quinto año, Narcissa Malfoy ―en ese entonces Black― daba clases temporales de pociones cuando el profesor Horace Slughorn enfermó, estuvo más de veinte minutos hablando, apreciando, este veneno en específico.
Para los otros estudiantes en esa sala, parecía, en el mejor de los casos, extraños, peor para los primos Thalia y Sirius Black, era mucho más.
Cuando el director anunció el nombre, lo rescató de sus recuerdos. Los ojos de Sirius y Thalia se encontraron, el pánico estaba arraigado en ambos.
―El corte la derribó.―continuó Pomfrey, mostrando el corte cubierto por una larga banda, sin parecer acostumbrarse nunca a los estudiantes heridos.―Pero estos...―señaló varios puntos en la piel de la chica donde el rojo se volvía verde, amenazando con volverse violeta en un futuro.―Fueron hechos cuando ella ya estaba inconsciente.
James Potter se puso rojo, la injusticia frente a sus ojos, apretó el puño, no solo porque tenía que ver a una amiga en esa situación. Thalia no dudaba que si fuera cualquier otra persona reaccionaría de esa misma manera.
―¡Cobardes!―exclamó enojado. Parecía que estaba a punto de golpear algo, pero se detuvo.
Thalia se acercó, colocando su rostro en la parte posterior del hombro derecho de James. El chico dejó escapar un suspiro que no se dio cuenta que estaba sosteniendo; tomó su muñeca suavemente y ella cerró los ojos.
Mary frunció el ceño, mirando a Sirius quien todavía parecía distante y ni siquiera notó la escena frente a sus ojos grises, sus dedos temblaban, como lo habían hecho los de Thalia si la mano de James no se hubiera deslizado para cubrirlos.
―Sólo tengo que preguntar.―comenzó Dumbledore, volviéndose hacia los cuatro.―¿Qué hacían ustedes cuatro fuera de sus camas?
―Estaba ayudando a la señora Pomfrey con los huesos del niño Carter.―Mary Macdonald se defendió rápidamente señalando la cama más alejada donde un niño pequeño de cabello rubio descansaba en un sueño profundo, sus grandes mejillas marcadas con algunos rasguños, su pecho subía y bajaba tranquilamente, ajeno al terrible suceso.
El director se giró para mirar a la medimaga, quien asintió rápidamente.
―Ella insistió, dijo que la experiencia valdría la pena.―la mujer se encogió de hombros, sin parecer realmente importarle los pensamientos del director de dejar que un estudiante pasara la noche reconstruyendo huesos.
Thalia y James sonrieron suavemente, la chica todavía mantenía su mejilla izquierda contra su hombro, el chico todavía rodeando los anillos de sus dedos, ambos actuaban como si lo hicieran todo el tiempo, lo cual no era cierto, pero ese era el sentimiento.
―¿Y ustedes?―el director se volvió hacia los dos, frunciendo suavemente los labios al notar su proximidad. Su afecto por los cuatro chicos no era ningún secretos, y los ojos detrás de las gafas de media luna eran lo suficientemente agudos como para revelar el rostro de Thalia, más allá de toda su simulación.―¿Qué hacían fuera de la cama a esa hora?
El corazón de Thalia se aceleró, pero cuando James solo apretó su mano ligeramente, sus ojos verdes lo vieron tomar control de la situación, Black ni siquiera se dio cuenta de que ella habría permitido tal acción.
―Haciendo rondas.―James mintió, ya era demasiado tarde para monitorear algo, los prefectos esa noche ya debían estar soñando con corderos.―Es que últimamente hemos tenido más problemas con los estudiantes fuera de la cama, queríamos asegurarnos de que no hubiera nadie en los pasillos.
El profesor lo analizó por un segundo, sus ojos se dirigieron a Thalia, pero ella no estaba prestando atención al director ni a lo que el consideraba cierto, los ojos verdes no abandonaron el rostro del chico Potter, Dumbledore consideró las palabras y luego se volvió hacia Sirius.
―¿Y tú?―preguntó mirando la copia más alta y menos blanda de Thalia.
―No me sentía bien.―dijo Sirius simplemente y luego colocó su mano sobre su estómago como si realmente sintiera dolor.―Creo que comí demasiado en la cena, así que tuve que buscar otro baño, ya sabe... van a tener que trabajar para limpiar el baño del dormitorio.
Mary y Thalia arrugaron la nariz en completo disgusto, Pomfrey puso los ojos en blanco y James presionó los labios con la cabeza gacha y los ojos en el rostro del chico Black, tratando de no reír.
―Cierto, me alegra que me lo advirtieras.―Dumbledore no ocultó su diversión. Pero la atmósfera divertida duró tan poco como la sonrisa en los labios de Potter, cuando toda la atención se volvió hacia Betsy, nadie más estaba feliz.―Enviaré una lechuza a su familia lo antes posible.
―¿Y qué haremos?―preguntó Thalia, alejándose ligeramente de James, quien no parecía darse cuenta de que sus dedos todavía estaban alrededor de su mano.―¿Qué pasará con ella?
―¿Y cómo van a saber quién le hizo esto?―preguntó James, poniéndose de nuevo de su lado.
La pregunta de James perturbó a Thalia, la mano de la chica se deslizó de los dedos de Potter, quien fingió no darse cuenta, aunque sus nervios estaban tensos por la ausencia de ella, quien se cruzó de brazos tratando de mantenerse a un espacio seguro de distancia, Sirius observaba en silencio.
―Ya han hecho suficiente.―dijo el director con una sonrisa que aparentaba ser amable, cubrió a Betsy Graves con la tela de la manta y luego volvió a hablar.―Madam Pomfrey cuidará de ella hasta que llegue su familia y buscaremos a los responsables.―se volvió hacia los cuatro que ahora formaban una fila a los pies de la cama.―Deberían volver a la cama, intentar dormir antes de que llegue la mañana.
―¿Y cómo haremos eso?―preguntó Sirius, un poco más indignado de la habitual.
―Si lo prefieres, puedes quedarte en la enfermería y te daré una poción.―dijo Pomfrey luciendo muy intimidante.
Los cuatro magos dieron un paso atrás, la idea de quedarse dormidos lejos parecía ahora más atractiva.
―No, gracias.―dijo Sirius, agitando su mano como si estuviera alejando algo.
―¿Puedo volver mañana?―preguntó Thalia seriamente, con los ojos pegados en la niña dormida, su expresión preocupada demostrando a constante agonía en la que se encontraba.―Para visitarla.
―Pueden organizar turnos de dos personas.―respondió Pomfrey ahora más suavemente, mientras analizaba el rostro preocupado de la chica.
Thalia asintió y luego se giró sin decir una palabra más, dando pasos rápidos fuera del lugar; sentía como si la estuvieran siguiendo, pero no quería hablar ahora ni siquiera con Potter, quería volver a su dormitorio, esconderse entre las almohadas y no dejarse tragar por los pensamientos aterradores que rodeaban su mente.
Pero sus rápidos pasos no eran nada comparados con la prisa de quienes la seguían en el oscuro y frío pasillo, los sonidos de una fuerte respiración y las suelas de goma debajo de sus zapatos eran todo lo que se podía escuchar.
―¡Para!―Thalia fue sujetada por los hombros y obligada a girarse para mirar a los ojos grises.―¡Sirius, idiota!
―¡Lo sabes!―dijo Sirius, soltando a la chica y apuntándola con su dedo índice.―¡Sabes quién lo hizo!
―¡No!―exclamó Thalia, golpeando varias veces el pecho de Sirius, su corazón se aceleraba, su cerebro parecía latir contra sus ojos oculares.
―¡Thalia!―Sirius volvió a agarrarla por los hombros.―Sabes que tengo razón.
―¡Deja de hablar!―Thalia se tapó los oídos con las manos, exactamente como lo hacía cuando era niña y quería evitar los dolorosos gritos de Bellatrix.―¡No fue él! Él no...
Su voz se apagó y su mente la llevó de nuevo al veneno. Septardus Morschrum, fue creado hace un siglo, por el mago más cruel que dio vida a un niño cruel que extendió el linaje a un siglo de magos tan crueles como su apellido.
La mas antigua y noble casa de los Black.
Narcissa hablaba con tanta admiración del veneno porque ya lo había visto antes, pues cada Black recibió como regalo a los trece años una botella de uno de los venenos más peligrosos del mundo mágico. Cada uno de ellos sabía enumerar los ingredientes y el método de preparación, como los niños saben citar una canción infantil.
Si Thalia y Sirius todavía llevaban el anillo de plata donde el escudo de la familia Black escondía la dosis de líquido gris y mortal, entonces solo quedaba un heredero de la muerte.
Regulus Black.
+5 COMENTARIOS PARA PRÓXIMO CAPÍTULO :)
━━━━━━━━━━━
Bạn đang đọc truyện trên: AzTruyen.Top