𝟬𝟭. FIN DE LA LÍNEA.
CAPÍTULO UNO
'Cuando me haya ido, espero
hacerte saber que te amaba mucho.'
verano de 1977.
EL SOL brillaba más que nunca ese día, sin embargo, la brisa fría llenó el cementerio ghris durante toda la ceremonia. Las nubes en el cielo eran aviso de que en algún momento la lluvia de verano caería sobre ellos, pero eso no era una preocupación mayor para ellos en ese momento.
Thalia tenía ahora diecisiete años y había escuchado los consejos de su hermana mayor durante esos años, su cabello castaño era lo suficientemente largo como para llegar hasta su cintura ahora. En ese momento, la niña estaba de pie junto a Barty Crouch Junior, quien parecía aburrido, pero mantenía una mano afectuosa en el hombro de la niña mientras miraba la hierba pisoteada.
Detrás de ellos estaban los recién casados, Lucius y Narcissa Malfoy, del lado izquierdo estaban Cygnus y Druella Black, del lado derecho estaba los Rosier, Evan también parecía aburrido, pero lo ocultaba mejor que su mejor amigo. Walburga no estaba presente, ya que había tenido una gran discusión con la familia a la que supuestamente apoyaban.
A pesar de esto, nada en el mundo podría impedir que Sirius Black estuviera allí, menos cuando ya no estaba controlado por sus padres y ahora vivía con su mejor amigo, James Potter.
James Potter acababa de perder a su madre. James Potter no se había movido desde que terminó de cargar el ataúd, el James Potter que dejó fluir las lágrimas mientras el ataúd descendía lentamente y la gente se acercaba a arrojar sus rosas blancas sobre la madera y saludar a Fleamont Potter.
―Hagamos esto de una vez.―Barty susurró mientras veía a su propio padre saludar a los Potter.
Thalia se volvió hacia sus padres quienes se alejaban lentamente, sin parecer dispuestos a hacer más que asistir al funeral, un segundo después y ya se habían ido por completo. La chica caminó de la mano de su novio, ambos en silencio hasta llegar a los Potter. Detrás de Fleamont y James, Thalia podía ver a los tres amigos del chico que no parecían dispuestos a dejar el lado de su amigo en corto plazo.
Barty soltó su mano, sosteniendo con firmeza mientras le daba al hombre mayor unas ligeras palmaditas, pareciendo creer fielmente que esto lo ayudaría, al ver lo orgulloso que se veía el padre del chico, Black se dio cuenta de que esto era lo que los hombres creían era consolar.
Thalia miró a James, quien parecía demasiado triste para hacer una mueca cuando Barty tomó la mano de su padre, ni siquiera frunció el ceño ni nada parecido. Black se acercó, parándose junto a él, que una vez más estaba mirando el ataúd cerrado de Euphemia Potter.
―Lo siento.―susurró Thalia, su voz sonaba un poco ronca por los largos minutos en silencio.―Realmente lo siento.
James parpadeó, pareciendo despertar de un largo sueño, se volvió hacia ella y pareció algo sorprendido de verla allí parada, sus ojos muy verdes mirándolo con genuina preocupación.
―Gracias.―respondió después de unos segundos mientras observaba a la chica, quien a diferencia de los demás, no arrojó la rosa sobre el ataúd desde lejos, Thalia se arrodilló en el pasto para depositar con cuidado la flor antes de levantarse y centrar su atención en el chico.―Significa mucho.
Thalia sonrió levemente y James se dio cuenta de que nunca le había prestado suficiente atención a la chica como para notar que no parecía tan venenosa como sus hermanas o amigos. Thalia, por otro lado, se sentía demasiado triste para pensar en otra cosa que no fuera el vacío que James debía estar sintiendo. Probablemente estaba demasiado emocionada para pensar con claridad, pues luego de unos largos minutos de mirarlo fijamente, lo abrazó, fue una sorpresa para todos los que lo vieron y tan rápido como se acercó, se alejó.
―¿Qué fue eso?―Barty preguntó confundido mientras se alejaban.
―Oh, estaba tan triste.―respondió Thalia abrazando a su novio mientras caminaba.―No lo sé, creo que me dio pena.
Barty asintió, rodeando la cintura de la chica con sus brazos, los dos se dirigieron a su casa donde los esperaba la cena. La pareja estaba sentada en el sofá cuando llegaron los gemelos Rosier, Thalia aún llevaba el vestido negro pero se había deshecho del abrigo oscuro y su largo cabello ahora estaba suelto, vio a sus amigos entrar a la habitación mientras Barty le besaba la piel del cuello.
―¡Hombre, qué día tan horrible!―se quejó Evan, lanzándose al espacio junto a Barty en el sofá.―Podríamos haber distrutado mucho mejor este fin de semana.
―¡Cállate!―Thalia estaba en el regazo de Barty, lo que le dio la mejor oportunidad de patear al chico.―Alguien murió, idiota.
―¿Y qué?―Evan se encogió de hombros.―No era alguien que me importara.
―¡Evan!―lo regañó Pandora, acomodándose en el sillón.―¡James perdió a su madre!
Evan Rosier se encogió de hombros.―Bueno, todavía tengo madre.―respondió sonriendo.
La sonrisa desapareció cuando se enfrentó a Barty, quien lo miraba con severidad, ese no era el tipo de broma que al chico le gustaba hacer. En realidad, era un tema muy frágil para él, y Evan se dio cuenta de repente.
Barty tomó con cuidado a Thalia de su regazo y salió de la habitación rápidamente, pareciendo no querer quedarse para evitar el rostro pálido de Evan Rosier en ese momento.
―¡Idiota!―Thalia golpeó varias veces el brazo del chico.
―¡Ah! ¡Para con eso!―el rubio intentó defenderse pero se vio obligado a ponerse de pie.―Está bien, iré a hablar con él.
Thalia se cruzó de brazos y le dio una mirada que decía: eso es lo mínimo que puedes hacer. Evan salió de la habitación resoplando y murmurando maldiciones que Black ni siquiera intentó entender. Pandora tomó el lugar de Evan y apoyó la cabeza en el hombro de Thalia.
―Qué cosa tan horrible, ¿no?―la rubia hizo girar un mechón de pelo muy claro entre sus dedos.―Pobre de tu primo.
―¿Regulus? ¿Qué tiene que ver con esto?
―No, tonta.―Pandora negó con la cabeza, conteniendo una pequeña sonrisa.―Sirius. Ella lo cuidó desde que tenía dieciséis años, ¿recuerdas? Incluso una vez peleó con su mamá.
―Ah.―Thalia volvió a apretarse en el sofá.―Sirius ya no es mi primo. Fue desheredado.
Pandora parecía querer decir algo, pero no lo hizo, sabía que era inútil discutir esto porque ya había tenido decenas de discuciones con Regulus, sabía que para lso Black, ser borrado del tapiz era un destino peor que la muerte. La rubia se encogió de hombros al ver a Thalia tirarse las puntas de su cabello, luciendo irritada.
―Pobre James.―Pandora volvió a hablar.―Debe estar muy triste. ¿Sabes que hablé con Remus y dijo que pasaría esta última semana de vacaciones allí con los Potter? Creo que Pettigrew también irá.
―Eso es bueno.―Thalia sonrió suavemente a la rubia, quien asintió.
Thalia se sentía muy incómoda, de repente ya no le gustaba todo ese cabello, no le gustaba estar en presencia de todos esos magos que llegaban de repente, y no le gustaba fingir que todo estaba bien, que ella era perfecta.
―Escuché que fueron al velorio.―dijo Regulus, distribuyendo las cartas por la mesa.―Mamá abrió una botella de vino en casa, no parecía nada triste.
Evan fue el único que rio, los demás fingieron estar demasiado distraidos con sus propias cartas para reírse o agregar algo al discurso de Regulus, eso no pareció agradar al chico.
―Escuché que no estarás en el equipo de Quidditch este año, prima.―comentó Regulis extendiendo su fría mano para agarrar una carta.
―Tengo intereses más urgentes para mi útlimo año, primo.―respondió Thalia, echando hacia atrás los mechones oscuros antes de volver a mirar al chico.
Regulus parecía satisfecho con su respuesta, el chico vestía una camisa oscura de cuello alto que contrastaba con su rostro pálido y su cabello negro, que en ese momento era lo suficientemente largo como para cubrir sus orejas. Desafortunadamente para Thalia, el cabello del chico no cubrió su cínica sonrisa que estaba dirigida a ella.
―Me lo imagino.―habló con calma, con algo de esfuerzo la chica pudo jurar que de los labios del chico goteaba veneno.―Debe haber mucho que planificar, una boda debe llevar mucho tiempo.
Barty se ahogó con el vino que le había robado a su padre, Evan se echó a reír mientras Pandora intentaba ayudar al chico. Thalia no se movió, siguió ahí mirando a Regulus con esos ojos muy verdes esperando a que él siguiera hablando.
―Ay, no me digas que arruiné la sorpresa.―Regulus parecía tan inocente como un niño que accidentalmente rompió algo.―Bueno, no era mi intención.
―Habla pronto.―dijo Thalia entre dientes, demasiado nerviosa para apartar la mirada de su primo.―¿Qué sabes?
Regulus se rio, recostándose en la silla y analizando a la chica mientras balanceaba el vaso de cristal entre sus dedos.
―Si no te importa.―se encogió de hombros, ingiriendo parte del contenido del vaso antes de continuar hablando.―Tu regalo de cumpleaños en octubre, tu eliges.
Evan, Pandora y Barty se acercaron con curiosidad, el círculo se cerró cada vez más, ninguno de ellos quería perderse las palabras de Regulus o la reacción de Thalia.
―¿Elegir qué?―preguntó Thalia manteniéndose lo más alejada que podía de su primo.
―Tu regalo de cumpleaños, tonta.―Regulus se rio como si eso fuera obvio y luego se arqueó un poco para susurrar la última parte.―Puedes casarte o ser como Bella.
Thalia dejó caer la copa sobre la mesa, saltando y mirando a Regulus con pánico, el chico todavía tenía los labios fruncidos en el fantasma de una sonrisa.
―¿Por qué estás tan sorpendida?―bromeó mirando las cartas abandonadas sobre la mesa.―Para eso naciste, ¿no?
En algún lugar de otro universo, Thalia Black era una niña común y corriente, con una familia normal y pocos o ningún deseo, pero en este universo era la menor de tres hermanas ―que alguna vez fueron cuatro―. La mayor, Bellatrix Lestrange, aunque había sido una niña ruda y una joven muy molesta, ahora era un motivo de orgullo para sus padres, a pesar de que su matrimonio no fue maravilloso, ella lo compensó siendo una bruja peligrosa, que rápidamente se convirtió en la favorita de Voldemort.
Narcissa, la tercera hermana, era la imagen perfecta de lo que debería ser una niña, alta pero no más alta que la mayoría, delgada pero saludable, amable pero completamente inaccesible. Nunca se había reído acarcajadas, nunca se le había derramado comida en la ropa, nunca había tenido la horrible experiencia de que le saliera un grano. Había decenas de otras razones por las cuales la rubia formaba una línea de pretendientes dondequiera que iba, no era de extrañar que lograra casarse con un honbre que la amaba y a quien ella también amaba, y aún así sus padres la apoyaban.
Era un hecho que las más antigua y noble casa de los Black alguna vez fue el hogar de cuatro niñas, todas consideradas joyas para la sociedad, todas de gran valor como buenas monedas de negociación. También era un hecho que en enero de 1971, Andromeda Black dejó su hogar, sus hermanas y su comodidad por un hijo de muggles con quien se casó en secreto.
Thalia Black no pensaba en su hermana, o a menos fingió no hacerlo. Lo evitaba tanto que se había olvidado de su voz, ya no sabía nsi la voz de su hermana era alta o media, recordaba las historias que contaba todas las noches durante once años, pero ya no podía escuchar el timbre animado de Andromeda.
Las palabras de Regulus siempre fueron crueles y malévolas, esta vez sin embargo, no fue eso en la joven Black lo que causó malestar. Thalia Black pasó las útlimas dos semans de vacaciones de verano completamente enferma, vomitando repetidamente cada vez que se mencionaba la palabara matrimonio o el nombre de Voldemort.
La mañana del jueves 1 de septiembre de 1977, Druella Black llamó a su hija para decirle lo importante que era mantener el honor de la familia sin importar donde estuviera, era un recordatorio de que eese año Thalia era su única preocupación, ahora que había logrado casar a sus otras dos hijas y su único defecto necesitaba ser olvidado, reemplazado por la perfección de la menor.
―Y no juegues Quidditch.―Druella seguía diciéndole mientras se dirigían al andén nueve y tres cuartos.―Es cosa de chicos, que desafortunado que Walburga pase por esa cosa tan horrible.
Thalia dejó de responder hace un rato, pero eso no impidió que su madre siguiera hablando. La mayor miró a los muggles con visible disgusto e hizo todo lo que pudo para evitar que la tocaran a ella o a Cygnus, la menor sin embargo continuó caminando, mirando el punto por donde tenían que cruzar los ladrillos.
Cuando los muggles parecieron demasiado distraidos para notar que tres magos desaparecían mágicamente, la familia Black se apresuró a seguir su camino y un segundo después se encontraron frente a una gran locomotora escarlata que humebaa, revelando a varias familias a su alrededor, la mayoría de ellos llorando, abrazando y besando a sus hijos, haciéndoles promeyer que escribirían, que se irían como magos bien educados, prometiéndoles que los extrañarían todos los días, colmándolos de todo el cariño que no sentirían mientras estuvieran fuera.
Otras familias sin embargo no eran tan cariñosas ni expresivas, los Black eran parte de esas familia que ponían su mnano sobre el hombro de sus hijos y les instruía ser lo mejor que pudieran, sin importar lo que les costara.
―Thalia.―Druella sujetó con fuerza la barbilla de la niña mientras apartaba el corto flequillo del rostro pálido de su hija.
―¿Sí, mamá?―los ojos muy verdes parpadearon con curiosidad y miedo.
―Sé la mejor.―sonrió suavemente a la chica que por un minuto pensó que podría recibir algo de cariño por parte de Druella, se dio cuenta de que estaba equivocada cuando la expresión fría volvió al rostro de la bruja.
Soltando el rostro de Thalia, pareciendo haber completado su trabajo de erizar los pelos de su nuca, la mujer miró a su alrededor encontrando fácilmente a Walburga y Orion, quienes se despedíande su hijo menor Regulus.
Tan pronto como Druella se alejó, Thalia sintió la mano de su padre en su hombro, se giró, levantando un poco la cabeza para enfrentar al hombre alto frente a ella. Sus ojos, igualmentte grises como todos los Black ―excepto Thalia―, se centraron en el rostro pecoso de la niña y le sonrió afectuosamente.
―Vueleve para navidad.―Cygnus Black dijo con calma mientras pasaba sus dedos por el largo cabello de Thalia.―Te extrañaremos.
―Volveré.―prometió Thalia, sintiéndose momentáneamente más feliz.
La chica enterró su rostro en la túnica oscura de su padre, abrazándolo con fuerza mientras pensaba que nunca querría volver, ni a una boda, ni a Voldemort. Cygnus la rodeó con sus brazos manteniéndola en su lugar por un momento antes de alejarla suavemente.
―Creo que es hora de que te cortes el cabello, ¿no estás de acuerdo?―señaló los mechones atados que caían sobre la cintura de la chica.―Te gustaba cuando tenías el pelo corto.
―Pero Bella dijo que...
―¿Bella?―él se rio, luciendo malvado.―¿Qué sabe ella sobre el cabello?
No era ningún secreto que Cygnus Black sentía desprecio por su primogéntica, algo que nunca intentó ocultar, a diferencia de su esposa quien, auqnue sentía una visible desafección por Thalia, aún así la ocultaba con palabras sutiles y toques frío.
―Espero que tengas un excelente último año, Thalia.―deseó Cygnus, sonando sincero, el mal ya se había ido.
―Gracias.―susurró la chica mientras caminaban hacia los otros Black.
Walburga le hizo una serie de críticas poco constructivas a Thalia, tal como Druella le había estado haciendo a Regulus desde que se acercó a ellos, el chico, aunque no parecía afectado, se mostró claramente feliz cuando el tren silbó avisando que pronto se irían.
Los Black no eran de los que esperaban hasta que el motor se perdiera de vista, ni sus hijos se quedaban en la ventana saludando como locos. Por lo tanto, con un último movimiento de cabeza, los dos jóvenes Black entraron al tren y se dirigieron hacia el vagón de los prefectos. Thalia era prefecta ese año y Regulus para felicidad de la chica, no lo fue.
―¿Entonces vas a ser la prefecta este año?―preguntó Regulus, arquendo una de sus pobladas cejas oscuras.
―Sí, recibí una lechuza de director durante las vacaciones.―alardeó Thalia, asumiendo una pose orgullosa mientras caminaban.―Ya sabes, si lo intentas como yo, podrás ser así el año que viene.
A Thalia le gustaba frotarle en la cara a Regulus cada vez que era mejor que él, simplemente no le gustaba cuando él sonreía con picardía luciendo listo para decir solo una frase que la molestaría durante días, exactamente como lo estaba haciendo en ese momento.
―Definitivamente sí.―lo destiló haciendo girar un anillo de plata entre sus dedos.―Sólo espero no tener tu mala suerte.
Se abrió la puerta del compartimiento donde estaban los demás prefectos, sobre una mesa redonda había una lista de nombres y Thalia saludó a algunos de los demás presentes antes de volverse hacia su primo.
―¿Qué quieres decir con eso?―fue el turno de Thalia de alzar una de sus cejas oscuras.―¿Qué mala suerte tengo?
Regulus se rio de buena gana, sacando la lista de la mesa y colocándola en las manos de Thalia, quién recorrió con la mirada los nombres de los prefectos hasta que se detuvo en "jefe prefecto" su nombre estaba ahí, pero eso no fue lo que causó loa cómica actitud de Regulus. Los ojos de Thalia se abrieron, lo que provocó ambas cosas fue el nombre al lado del de ella.
―James Potter.
+5 COMENTARIOS PARA PRÓXIMO CAPÍTULO :)
━━━━━━━━━━━
Bạn đang đọc truyện trên: AzTruyen.Top