𝗽𝗿𝗼𝗹𝗼𝗴𝘂𝗲
PRÓLOGO: La muy antigua y
noble casa de los Black
SEIS DE ENERO DE 1971.
Cubierta por nubes oscuras cuyo color hacía juego con la tormenta que invadía la ciudad, llegando hasta y viejo hogar de la familia considerablemente preocupada, se encontraba una chica de cabello corto y castaño quien era debidamente preparada por una de sus tres hermanas.
Thalia Black nació durante una de esas grandes tormentas en Londres, sin embargo, a ella le gustaron tan poco como aquellos abrigos pesados que se colocaban sobre sus hombros en ese momento. La menor vio a su hermana igualmente morena llamar la punta de uno de sus dedos y pasarlo por su mejilla con expresión de satisfacción antes de darse vuelta y exhibir a la pequeña como un premio.
―¡Mírenla!―la niña sujetó a su hermana por los hombros, girándola en todos sentidos, casi arrastrándola sobre la nariz de sus otras hermanas.―¡Es tan bonita!
―Tiene que serlo, Dromeda.―dijo la mayor de las cuatro hermanas, terminando de hacerse una trenza en su cabello revuelto.―Pasaste la última hora pegada a ella.
―Ah, y valió la pena.―dijo Andromeda, sonriendo suavemente a la menor.―¿Qué te parece?
La mayor se giró para finalmente apartar la vista de su propio reflejo, y luego miró a a su hermana menor de pies a cabeza, Thalia sintió que se encogía más a casa segundo.
―Nunca más le cortes el cabello tan corto.―dijo la mayor saliendo de la habitación.
―¡Pues a mí me parece preciosa!―dijo la tercera hermana, la única que heredó el cabello claro como el de su madre.
Thalia se sentía orgullosa de sí misma luego de los elogios de Narcissa, su hermana que era unos años mayor, que era considerada la más bella y dulce de las hermanas, constantemente era cortejada por grandes magos, no solo los de Inglaterra, sino también los de algunos otros países... era una pérdida de tiempo para ellos, ya que la chica había sido prometida en matrimonio a la edad de once años con nada menos que Lucius Malfoy, quien sería el invitado especial de la cena esa noche.
―¿Crees que vendrán?―preguntó Andromeda a su hermana, mirando por la ventana y observando la fuerte lluvia que invadía el jardín.
―Estoy segura, escribió esta mañana.―Narcissa se sentó en la cama con una gran sonrisa mientras suspiraba al recordar las palabras de su novio.―Dijo que me extrañaba tanto que nada podía impedirle venir esta noche, ni siquiera una maldición.
La rubio vio la carta en la cabecera de su propia cama, extendió la mano y al alcanzarla la sostuvo contra su pecho con tal deseo que Thalia pensó que aún con la tinta seca, las palabras quedarían dibujadas en la piel de su hermana.
―No lo dudo.―se rio Andromeda, peinándose, ya vestida con su hermoso vestido verdoso que ponía celosa a su hermana mayor.
―¡No puedo esperar a dejar esa escuela!―Narcissa resopló, mirando el pergamino amarillento una vez más y esta vez, incluso oliendo el papel.―Quiero casarme, así no tendré que extrañarlo nunca más.
Thalia miró a Andromeda, esperando que la mujer mayor se burlara de las palabras de Narcissa, pero no lo hizo. En cambio, la chica levantó un colgante de corazón que tenía en su cadena y sonrió, luciendo tan esperanzada como la rubia.
―¡Bueno, nunca me casaré!―afirmó Thalia golpeando uno de sus pies contra el suelo con vehemencia.
Las dos hermanas intercambiaron miradas divertidas antes de dirigir su atención a la más baja que mantenía los brazos cruzados y la barbilla levantada como si intentara afirmar aún más sus palabras.
―Ah, ¿si?―preguntó Narcissa sonriendo divertida y arrodillándose frente a su hermana para tener el mismo tamaño que ella.―¿Y vivirás aquí para siempre?
La idea no le pareció desagradable a la niña, tenía una buena vida en esa casa, sus padres la trataban lo suficientemente bien como para quedarse allí, pero tenía planes más allá de eso.
―No me quedo.―finalmente respondió después de analizar cuidadosamente sus opciones.―Voy a viajar, voy a visitar todos los lugares, no tendré tiempo para ser esposa.
Nuevamente, Andromed y Narcissa se rieron de sus palabras, como si todo lo que decía fuera una gran broma, o una realidad tan lejana que parecía ridícula.
―¿Y lo vas a hacer sola?―Andromeda preguntó y vio a la más joven asentir antes de que terminara su frase.―Pero eso será muy solitario.
Thalia consideró las palabras, de hecho se sentía sola estando sola en todas partes. Pero tener un marido apresurándote e impidiéndote disfrutar de la vida parecía aún peor.
―No, no quiero un matrimonio como el de Bella.―dijo Thalia.
―Nadie quiere.―Andromeda se burló entre risas.
―¡Andromeda!―regañó Narcissa, pero también estaba conteniendo la risa.―No tiene por qué ser así, tú y tu marido pueden ser como Lucius y yo.
Esta vez Thalia no hizo un berrinche, de hecho miró a su otra hermana que tenía las mejillas rojas y luego ambas comenzaron a reír. Las dos hermanas se rieron tan fuerte que les empezó a doler el estómago, mientras tanto, Narcissa las golpeaba a ambas con ligeras bofetadas intentando de que dejaran de reír.
Narcissa se levantó irritada y salió de la habitación prometiendo que le diría todo a Druella y que serían castigadas por burlarse de ella. Pero eso no impidió que las chicas siguieran riéndose, solo pararon cuando el aire desapareció, provocando que Thalia sollozara y se tapara los labios con las manos mientras todo su cuerpo daba pequeños saltos cada quince segundos.
―Ven aquí, pequeña.―Andromeda colocó su frente contra la de su hermana menor.―Está bien si no quieres casarte.
―¿En serio?―preguntó Thalia con sus ojos color menta brillando.
―Por supuesto. No es necesario casarse sólo porque todas estamos comprometidas o casadas.―Andromeda apretó ligeramente la mejilla de la niña mientras le sonreía dulcemente.―No tienes que ser como nosotras. ¿No sería aburrido que todas fuéramos iguales?
Thalia estuvo de acuerdo sonriendo en el transcurso de la conversación, abrazó a su hermana sintiendo el aroma de las almendras que se exudaban normalmente de su piel, pero esta vez era diferente, había algo más fuerte mixto, un perfume leñoso que hizo que la más joven se confundiera.
―Pero, ya sabes, si alguna vez cambias de opinión.―Andromeda se enfrentó a su hermana menor con esos grandes ojos marrones.―No tienes que casarte con alguien que nuestra familia haya elegido, puedes dejar que tu corazón elija.
Las palabras de Andromeda eran simples y débiles, pero marcaron a Thalia como un tatuaje en su mente. Fue lo último que escuchó de su hermana, a la edad de once en esa noche tormentosa, algo además del truno asustando a la más joven de los Black.
―No. Ella no puede.―la voz de Druella sonaba grosera e impenetrable.―¡Y ni siquiera tú!
Andromeda se levantó de un salto, volviéndose hacia la puerta como si ya esperara lo que estaba por suceder. Thalia siguió su mirada con confusión, encontró parada en la puerta a una mujer alta con cabello ondulado y expresión aterradora, detrás de ella, estaba el padre de las niñas, Cygnus Black, tenía los brazos cruzados sobre su pecho y ojos opacos, junto a él estaba Bellatrix, la única que parecía divertirse, con una sonrisa en su rostro, mientras que Narcissa parecía estar al punto de estallar en lágrimas.
―Dime que no es cierto.―Druella dio un paso adelante, estaba furiosa.―Dime que no te casaste con ese sangre sucia.
Thalia abrió mucho los ojos, mirando a su hermana con sorpresa esperando que lo negara. Pero Andromeda no lo hizo, sino que levantó la barbilla aún más puntiaguda, arregló su postura y respiró profundamente antes de hablar nuevamente.
―Su nombre es Edward Tonks.―admitió, de una vez por todas.―Ted, mi Ted.
Cygnus empujó a Bellatrix y Narcissa fuera de la habitación y luego se volvió para llegar a Thalia, pero la niña no quería irse, no quería dejar a su hermana y tampoco salir de la habitación sin saber cómo terminaría esa conversación. Luego corrió, pasando por los brazos de su padre y esquivó a su madre fácilmente, escapó de Cygnus tres veces y habría escapado una cuarta vez si no la hubiera golpeado.
―¡No!―Andromeda empujó a su madre, pero no antes de que el hechizo dejara caer a su hermana, causando un corte feo en la frente.―¡Ella es una niña!
Druella caminó rápidamente y lo último que Thalia vio antes de ser expulsada de la habitación fue una bofetada muy fuerte que causó un enrojecimiento visible en la piel pálida de Andromeda. Cygnus cerró la puerta y Narcissa apareció rápidamente bajando a su hermana en las escaleras hasta la habitación donde Bellatrix estaba sentada, con curiosidad por lo que estaba sucediendo.
―¡Vylka!―Narcissa llamó al elfo doméstico y este apareció rápidamente, al ver la sangrienta frente de Thalia, desapareció nuevamente.―¡Hay que limpiar eso!
Cuando el elfo apareció nuevamente, traía consigo una caja muy pesada, y al ponerla en el suelo, la madera apretó uno de sus dedos, Bellatrix se rio al ver la criatura llorar.
Narcissa lo ignoró, como siempre lo hacía, la chica tomó pequeños trozos de tela suave de la caja y limpió la sangre, tan rápido como la herida se limpió, utilizó el contenido oscuro de una poción para hacer que la sangre se detuviera y apuntó la herida con su varita, unos minutos más tarde y todo lo que tenía allí era una cicatriz cubierta por el flequillo.
Las tres chicas se sentaron en el sillón gris, Narcissa puso a Thalia en su regazo y agarró el brazo de Bellatrix, las tres se estremecieron cada vez que algo se parecía romper allí. Ni Andromeda y mucho menos Narcissa habían sido castigadas tan severamente antes, pero Bellatrix si, y a veves las cosas se salían de control por sus recuerdos modificados, Andromeda solía decir que la volverían loca, que Druella y Cygnus transformarían a sus propias hijas en brujas lunáticas.
Thalia tembló de miedo por Andromeda, Bellatrix tembló de miedo de que la ira de sus padres se volviera contra la persona que les dio la noticia, ella misma. Y Narcissa probablemente estaba temblando de miedo de que los Malfoy llegaran en ese momento.
La enorme casa de repente se volvió tan silenciosa que las tres chicas pudieron escuchar el momento exacto en que una sola gota de lluvia cayó al frío piso de la cocina, donde una gotera recién creada comenzó a causar problemas al elfo doméstico. Thalia se pellizcó la carne alrededor de las uñas, Narcissa la abrazó con tanta fuerza que apenas podía respirar y Bellatrix ya no tenía rastro de su sonrisa en su rostro asustado.
Las chicas rápidamente saltaron cuando la puerta principal se abrió de golpe, las tres corrieron pero se detuvieron rápidamente, completamente congeladas cuando se dieron cuenta de quien estaba allí. Thalia, en verdad, simplemente estaba muy sorprendida por este extraño en su casa, pero las otras dos parecieron reconocerlo y se sorprendieron y disgustaron al mismo tiempo.
―¡Ted!―Andromeda apareció en las escaleras, con los ojos rojos y el cabello despeinado, parecía haber llorado mucho pero no había ningún hematoma visible.―¡Ya voy!
―¿Estás bien?―preguntó cuando la alcanzó en el último escalón.
Thalia no escuchó su respuesta, prestó más atención al gran baúl que llevaba detrás de ella, la menor notó cuando el hombre de ojos muy claros jaló el objeto mientras tomaba su mano y la guiaba a través de la puerta.
―¡Andy!―Thalia llamó cuando su hermana llegó a la puerta, el hombre se giró primero y la miró con lástima.―¿Adónde vas?
Andromeda no respondió, de hecho, pareció tomar mucho esfuerzo darse vuelta para mirar a Thalia, cuando lo hizo, no dijo nada, solo se acercó y la abrazó fuertemente, las lágrimas fluían incontrolablemente cuando colocó su frente contra la de Thalia por última vez.
Mientras se levantaba, se enfrentó a las otras dos por última vez, Bellatrix mirándola sin miedo, solo ira, puro odio envenenado.
―¡Mamá!―Narcissa llamó cuando vio a Druella parada en medio de las escaleras junto a su marido.―¡Haz algo!
―Déjala ir.―Cygnus habló fríamente sin mirar a Narcissa, con los fijos en quien Thalia imaginaba era Ted.
―¡Pero ella es nuestra hermana!―Narcissa también estaba llorando, pero no como Thalia, que tenía los ojos pesados y rojos.
―No, no lo es.―dijo Bellatrix con disgusto en sus ojos.―Ya no.
Andromeda y Bellatrix se miraron directamente, la ahora Tonks asintió antes de dejar que su mirada triste cayera sobre Thalia por última vez y darle espalda a esa casa. Tan pronto como Andromeda y Ted cruzaron el marco de la puerta, Bellatrix rápidamente sacó su varita en un intento de maldecir a uno de ellos.
―¡Te dije que la dejaras ir!―Cygnus apareció, tirando de la chica por su ropa oscura hacia la otra habitación.
Thalia corrió tratando de llegar a su hermana quien atravesaba la tormenta de la mano de un hombre que su corazón eligió. La joven Black no pudo llegar muy lejos, la puerta se cerró y observó a través del cristal cómo su hermana favorita la abandonaba para no volver jamás.
―No serás como ella, ¿entiendes?―Druella agarró con fuerza la muñeca de Thalia, alejándola de la puerta.―Harás lo que diga. Sé que es lo mejor para ti.
Y sin esperar respuesta, arrastró a la niña hasta la habitación donde siempre se admiraba el tapiz de la pared, la mayor sacó su varita de su bolsillo y apuntó al cuadro de Andromeda, ahora, en lugar de su hermoso rostro, allí se marcaba una mancha oscura, ya no era parte de la familia, eso era peor que estar muerta, ya no era nadie, ya no.
―Esto es lo que sucede cuando dejas que tu corazón elija.―Druella volvió a señalar el tapiz como si intentara asegurarse de que Thalia entendiera lo que decía.―Ella ya no existe, no tiene nada. ¿Entiendes, Thalia?
La niña de repente dejó de llorar, mirando la marca oscura donde debería haber estado el rostro de Andromeda, las cosas cambiaron ese día, Thalia nunca volvió a ser una niña, no podía ser más que perfecta.
―Lo entiendo, mamá.
+5 COMENTARIOS PARA PRÓXIMO CAPÍTULO :)
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espero les guste esta nueva traducción<3 pd: me gustaría que voten en los capítulos y dejen al menos un comentario si les gustó. digan NO a los lectores fantasmas.
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