Epílogo

El día de mi graduación llegó, y con ella toda mi familia, que habían viajado solo para poder verme con mi toga, birrete y título en mano.

Y tomarnos muchas fotos, por supuesto.

Mientras esperaba que fuera mi turno de subir a la tarima, miré a mi mejor amiga y sonreí. Naomi me sonrió de vuelta.

—No puedo creer que no estamos graduando...

—Ni yo. Este año fue una completa locura. Casi muero del estrés —le respondí recordando todos los momentos difíciles.

—Y yo. La empresa en donde quedé me estaba volviendo loca. Pero al menos me darán el puesto fijo, así que no tendré que buscar en otro lado. La paga es buena también —terminó de decir con un suspiro. Como si el inminente futuro laboral le diera escalofríos.

—Lotería

Ella sonrió y asintió.

— ¿Qué tal tú? ¿Qué harás al final?

—Tengo varias ofertas, pero no me decido

— ¿Te quedarás en la ciudad?

—Aún no lo sé

Naomi asintió pensativa, entonces la fila de adelante se levantó, y ella se removió nerviosa. Ya casi nos tocaba.

Miré la fila de asientos del otro lado y localicé a mi familia junto a los chicos de "Sweetness" y entre ellos, a mi dulce pastelero.

Conversaban animados sin prestar mucha atención a los alumnos que estaban actualmente en la tarima, hasta que Ramsés me miró y le hizo señas a Edgar para que volteara.

Sus ojitos se encontraron con los míos y una sonrisa se extendió en su rostro. Le lancé un beso, y disfrute ver cómo su expresión se tornaba tímida, entonces me sorprendí cuando imitó mi gesto y me lanzó otro beso.

Un día de estos me iba a matar... De ternura.

—Míralo, ¿No es lindo? —le susurré a Naomi, pinchando su brazo para llamar su atención. La chica veía todo el espectáculo mientras se aguantaba la risa.

—Ustedes son tan asquerosamente tiernos. Que no sé cómo sobreviven

—Sobrevivo a base de mimos

—Seguro que sí —entonces nuestra fila se levantó —Nos toca

Formamos una fila y nos acomodamos frente a la tarima.

Mentiría si dijera que no estaba un poco nervioso.

Después de varios años, muchos trabajos, exámenes, planos y maquetas, llanto, rabietas y demás, por fin tendría mi título. Junto a los nervios también estaba el sentimiento de orgullo por haber llegado hasta aquí.

—Me voy a desmayar Chris —me susurró Naomi — ¿Y si tropiezo y me caigo? No debí colocarme tacones —se quejó observando los zapatos ridículamente altos que se había puesto, alegando que debía lucir fabulosa en su graduación.

—Si caes... Asegúrate de no llevarme contigo

Me dio una mala mirada, y su mano golpeo mi brazo.

—Mal amigo

Finalmente la fila se fue moviendo y no dijimos nada más, mientras esperábamos nuestro turno para subir y recibir nuestro diploma.

Cuando fue el turno de Naomi, aguanté una carcajada al ver cómo efectivamente tropezó en uno de los escalones, afortunadamente se enderezó rápidamente y con una sonrisa nerviosa caminó hasta nuestro profesor que le entregaría el dichoso papel.

Cuando ella bajó fue mi turno.

Respiré profundo y empecé a caminar. Evité mirar al público y solo tomé mi diploma, le agradecí a mi profesor, sonreí para la foto y bajé rápidamente de la tarima, sintiendo como un enorme peso se retiraba de mis hombros. Ya está.

Fui recibido por mi hermano mayor, quien me abrazo fuerte para después felicitarme. Siguieron mis padres y mi cuñada, quien acerco a mi sobrino, ya bastante grande y gordo, para que pudiera besar mi cara y llenarla de baba.

Luego fue el turno de Grecia, quien me estrujo entre sus brazos mientras me susurraba al oído lo orgullosa que se sentía de mí. Sentí ganas de llorar en ese instante.

Entonces se acercó su pareja, aquel compañero de trabajo con el que llevaba saliendo ya tres años. El hombre me felicito con una palmadita amistosa y una sonrisa.

Los gemelos, Abraham, Carla, Estefan y Tobías también me dieron la enhorabuena con palmaditas y abrazos de oso. Este último dejo un sonoro beso en mi mejilla, para después sonreír de forma traviesa y dar paso a la última persona en la fila de "felicitaciones para Chris".

Mi precioso novio.

—Felicidades —dijo con una enorme sonrisa, entonces sus brazos me rodearon y sin que nadie lo viera dejo muchos besitos en mi cuello, causándome cosquillas en todas partes.

Sus labios se encontraron con los míos en un dulce beso, antes de finalmente separarse.

Casi me derrito ahí mismo.

—Gracias mi amor —respondí atontado.

Admiré sus mejillas sonrojadas y las acaricié con cuidado.

Amo sus sonrojos.

—Bueno, bueno. Es hora de irnos. Ya hice la reservación para la cena —exclamo Víctor, apurándonos hacia la salida.

Antes de que pudiera arrastrarme al auto, me acerque a donde estaba Naomi rodeada de su familia.

La chica se percató de mi presencia y corrió a abrazarme.

—Lo logramos Chris —asentí contra su cuello y la apreté más fuerte.

Nos separamos y le mostré la palma de mi mano. Ella me observo confusa.

—Choca esos cinco, arquitecta

Naomi soltó una carcajada antes de chocar mi mano con fuerza.

—Nos vemos más tarde para emborracharnos

—Hecho

Corrí a la salida donde me esperaban todos, me subí a la camioneta de Grecia junto a su pareja y Edgar.

Mi familia iría en el auto de Víctor, y el resto de los chicos en la camioneta de Abraham.

Mientras íbamos en camino, aproveche para abrazar y besar mucho al castaño a mi lado, quien se dejaba hacer con una sonrisita en la cara.

— ¿Cómo te sientes?

—Muy feliz. Ya voy a poder hacer los planos de nuestra casa —le susurre con una sonrisa.

— ¡Ey! No te llevaras a mi sobrino hasta que me pidas su mano correctamente y traigas las dotes correspondientes. Además quiero un anillo precioso en su mano —replicó Grecia desde el asiento de conductor.

No pude evitar reír ante sus palabras, sobre todo cuando Edgar la observó boqueando como pez fuera del agua, sumamente avergonzado.

—No te preocupes Grecia, haré todo eso antes de llevármelo

— ¿Ya le preguntaste si se quiere ir contigo? —preguntó de vuelta con un puchero.

—Claro que sí, le he propuesto matrimonio tres veces, y la última vez dijo que sí

—Pero no le has preguntado si quiere vivir contigo —contraatacó la mujer, conteniendo una sonrisa.

—Cierto... lo haré ahora mismo —miré entonces a Edgar y tomé sus manos entre las mías —. Ed, ya estoy graduado y dentro de poco obtendré un trabajo con el que pueda ayudar a solventar nuestros gastos. Te daré todo lo necesario, además de mi amor incondicional y muchos mimos las veinticuatro horas. ¿Te gustaría vivir conmigo una vez que este lo suficientemente estable? —concluí con una expresión seria en mi rostro.

Edgar me contempló sorprendido por unos segundos, entonces sonrió, sus ojitos brillando preciosos y asintió.

Besé sus mejillas y le sonreí triunfante a Grecia.

— ¡Dijo que si!

—No puede ser —respondió ella —Edgar va a abandonarme, Héctor

—No te preocupes cariño, yo estaré contigo —contestó el hombre con una sonrisa dulce en el rostro.

Grecia le sonrió de vuelta y se tomaron de las manos.

— ¿Quiere decir que tenemos su permiso, no? —le pregunté en el oído a Edgar.

Él se encogió de hombros y asintió.

Su teléfono sonó, lo sacó de su bolsillo y al mirar la pantalla, la esquina de su boca se elevó un poco, entonces me entrego el teléfono.

Lo tome confundido y mire la pantalla, en ella había un mensaje de Rachel que decía "Hola Ed, cómo están? Felicita a Chris de mi parte, espero que la pasen bien y dile que lo contratare cuando necesite construir mi casa. Besos"

Sonreí y me apresure a contestar.

"Hola Rachel, soy Chris, muchas gracias. Está bien, te hare un descuento ;)"

Rachel y Edgar habían mantenido contacto todo este tiempo, se escribían casi todos los días y a veces hablaban por video llamada. El castaño estaba realmente feliz de que mantuvieran su amistad.

Incluso hace un año, la chica vino de visita y la habíamos pasado realmente bien llevándola de paseo por la ciudad.

La relación con Lucy seguía siendo tensa, pero cordial. Rachel siempre nos decía que nos enviaba saludos. Pienso que es más iniciativa de Rachel que de su hermana.

El pastelero volvió a ir a terapia y a día de hoy, su trauma estaba casi superado. Seguía siendo tímido con los desconocidos, pero ya no se ponía tan nervioso cuando tenía que interactuar con alguna mujer. Estaba muy orgulloso de él por eso.

Lo que también le ayudo mucho, fue que hace un año y medio aproximadamente, y por insistencia de Dylan, la madre de este lo llamo y le pidió perdón por haberlo tratado como lo hizo cuando era un niño, sin tener la culpa de nada.

Edgar acepto sus disculpas, y ambos mantenían una buena relación, después de todo era la madre de su hermano menor.

Ricardo también había hecho su parte, la llamo de igual forma y le pidió perdón de nuevo por haber sido un idiota. Palabras textuales del hombre.

Así que por ese lado ya no había rencores y todo se mantenía en sana paz.

En cuanto a la familia de Edgar... finalmente este había aceptado la herencia y con el dinero abrió otra sucursal de la pastelería, tomó el apellido Blanchet y eso calmó a su abuela, quien ahora solo pedía que su nieto la visitara más seguido. Lo cual era bastante complicado teniendo en cuenta que vivía en otro país.

Edgar viajó junto a Grecia cuando tuvo que hacer el papeleo de la herencia. Hicieron turismo acompañados de la excelente guía de Estella y un malhumorado Luciano. Conocieron al otro primo de Ed, y el castaño lo calificó como un hombre intimidante y muy elegante.

También conoció a sus tíos, Giovanni y Zacarías. Grecia solo dijo una palabra de ambos "calientes".

Y según las de Edgar, ambos hombres parecieron competir durante todo el viaje por su atención, los arrastraron a ambos a sus empresas para enseñarles lo que hacían en un intento por demostrar quién era el mejor. Finalmente Zacarías "los secuestró" y los llevó a la ciudad donde vivía, les mostró el enorme edificio donde operaba su empresa de moda y les presentó a su pareja. Todo esto antes de regalarle una enorme batidora último modelo al castaño y dos carteras de su propio diseño a Grecia. Edgar dijo que el viaje había sido toda una travesía.

—Llegamos —anunció Grecia estacionando el coche.

Nos bajamos y entramos en el restaurante donde ya nos esperaban todos los demás en la enorme mesa que habíamos reservado para nosotros.

Quince minutos después llego Ricardo, quien acababa de salir de la oficina. Después de recibir sus felicitaciones, pedimos tres botellas de vino y una enorme cantidad de comida.

— ¡Por Chris! —exclamó la tía de Ed con una enorme sonrisa.

Todos elevaron sus copas y brindaron para después beber hasta el fondo.

Cuando salimos del restaurante, sentí que mi barriga iba a explotar y a reventar el traje que llevaba puesto.

Grecia, su pareja y Ricardo se despidieron de nosotros, al igual que mi familia, quienes se estaban quedando en un hotel. Finalmente quedamos solo los "jóvenes".

Llamé a Naomi, y cuando la chica contestó tuve que alejar el teléfono de mi oreja por la escandalosa música que se oía del otro lado.

— ¿Ya estás en el club?

— ¡Si, esto esta genial! Apúrense —respondió gritando.

—Ya vamos

Tomamos dos taxis hasta el club donde Naomi nos esperaba.

Llegamos al sitio y la potente música se escuchaba desde afuera. Mi amiga estaba loca.

Tomé la mano de Edgar y le susurré: —No me sueltes, probablemente haya mucha gente dentro

Edgar asintió y apretó el agarre.

—Bueno Chris, esto es por ti. Voy a bailar y a beber en tu nombre —exclamó Carla con una expresión seria en el rostro que me hizo reír.

—Seguro. Por favor no se pierdan y no se desmayen por ahí —les pedí

—No lo haremos —respondieron Ramsés y Moisés al mismo tiempo.

—Abraham cuidará de mí —anunció Toby como si nada, agarrado del brazo de su novio. El mencionado miró al pequeño chico con resignación para después asentir.

—Mientras no te alejes

—Seré tu sombra

—Yo cuidaré de Estefan, no dejaré que nadie lo corrompa —dijo entonces Carla tomando la mano del chico quien asintió, mirándola avergonzado —. Ya que mi amor no está aquí, tú bailaras conmigo

—De acuerdo, discúlpame si te piso

—Discúlpame tú a mí, llevo tacones

Todos miramos el club como si nos estuviéramos preparando para una batalla campal en el lugar. Finalmente empezamos a caminar y entramos.

Una vez dentro nos encontramos a Naomi ya ebria, quien bailaba en el piso de arriba en un espacio "vip" que habíamos reservado para nosotros.

La chica nos vio llegar y enseguida se acercó con una sonrisa.

—Llegan tarde chicos, déjenme pedir las bebidas —dicho esto, desapareció escaleras abajo.

Me senté en uno de los sofás y Edgar lo hizo a mi lado, mirando todo a su alrededor con curiosidad.

Mi amiga regreso a los minutos con un chico detrás de ella, el cual sostenía una bandeja con una botella y varios vasos.

—Pensé en cervezas, pero primero brindemos con algo fino y ya después nos emborrachamos

—Buena idea amiga —Carla se levantó, tomó la botella y sirvió una generosa cantidad en cada vaso. Agarró el suyo y se paró junto a Naomi —Brindemos

Tomamos un vaso cada uno y después de un discurso ridículamente cursi y motivador por parte de Moisés, acerca de lo importante que es estudiar, sea lo que sea que queramos hacer en nuestras vidas y de la felicidad que nos brindarán esos triunfos, levantamos los vasos y los chocamos entre si exclamando un "salud"

Y empinamos la bebida hasta el fondo.

A partir de allí, la noche se convirtió en un borrón de luces de neón, música, bailes extraños y "sensuales", tragos cuyo nombre no recordaría, y finalmente una superficie cómoda en la que pude "desmayarme" hasta el día siguiente.

*

Desperté con un terrible dolor de cabeza, abrí los ojos un tanto desorientado, pero me relajé al reconocer unos brazos y piernas envolviéndome cual pulpo.

Edgar.

El castaño dormía profundamente, con los labios entreabiertos y un ligero ronquido escapando de su boca. Adorable.

Sus cabellos estaban revueltos y su piel expuesta se sentía cálida.

Entonces noté que Ed estaba sin camisa, y una mirada a sus piernas me confirmó que tampoco tenía pantalones. Nervioso, levanté la sábana y suspiré cuando vi su ropa interior en su sitio.

Probablemente se la había quitado ebrio.

Me incorporé despacio, apartando con cuidado sus brazos que buscaron aferrarse a mi pecho, finalmente me senté y me percate que yo si tenía camisa, pero no pantalones.

Pasé una mano por mi cara, tratando de espabilarme y recordar como habíamos llegado a mi habitación.

Porque si, estábamos en mi residencia, la cual tenía que desocupar en un par de días. Por suerte había conseguido un pequeño pero cómodo departamento en alquiler temporal, en una buena zona, donde viviría por un tiempo hasta que estuviera seguro de que hacer respecto a mis ofertas de trabajo.

Entré en el baño y después de lavarme la cara y los dientes, volví a la habitación donde Edgar seguía durmiendo profundamente.

Busqué mi celular, encontrándolo en mis pantalones, tirados en la mesa. Desbloquee el aparato y revisé los mensajes. Había algunos en el grupo de los chicos de "Sweetness" principalmente preguntando si alguno estaba con vida.

Enseguida pregunté como fue que llegamos a mi residencia anoche, en respuesta Tobías envió un audio.

En medio de risas el chico explicó lo sucedido: "Tu Chris, estabas realmente borracho, que hasta le hiciste un baile sensual al pobre de Edgar, creí que en cualquier momento se desmayaría de lo rojo que estaba. Después empezaste a hablar todo meloso y cariñoso con todos, agradeciéndonos por ir a tu graduación. Estábamos muy borrachos, pero Carla, Estefan, Edgar y tú, estaban peor. Tu novio quería quitarse la ropa porque tenía calor y tú no lo dejaste. Y cuando llegó la hora de irnos, te aferraste al chico sin querer dejarlo ir. No podíamos ir donde su tía, así que Naomi tuvo la idea de llevarlos a tu habitación. Ella los ayudó a llegar y salió corriendo cuando empezaste a quitarte los pantalones"

Finalizó el audio y finalmente todo tuvo sentido. Empecé a reír, y me cubrí la boca para no despertar al castaño.

"Gracias por la información" contesté en el grupo.

Me di una rápida ducha, me vestí, tomé mis llaves y la cartera y salí a comprar el desayuno. Cuando volví, Edgar no estaba en la cama, pero el sonido del agua correr me indicó que estaba en el baño.

Serví la comida y esperé a que saliera.

A los minutos, la puerta se abrió y mi lindo novio apareció. Lo miré con una sonrisa, y recibí una mirada confundida de su parte, luego su rostro se tornó rojo y las comisuras de su boca se estiraron levemente. Se sentó en la otra silla disponible y miró la comida con interés.

—Buenos días, cariño

—Buenos días —murmuró en respuesta.

Desayunamos en un silencio acogedor, y después de eso, Edgar se ducho y vistió. No hablamos de la noche anterior, probablemente el chico no recordaba mucho.

— ¿Quieres que te acompañe a casa? Yo debo empezar a empacar

Edgar negó y en cambio tomó una de las cajas: —Quiero ayudarte

Lo miré agradecido y me acerqué para dejar un besito en ambas mejillas.

—Gracias. Por cierto... tú... ¿te quitaste la ropa anoche? ¿O fui yo? porque si fui yo quiero decirte que lo siento

—No fuiste tú, yo me la quité y también... disculpa por lo de tu cuello —me respondió casi en un susurro, mientras señalaba la zona con un fuerte sonrojo.

— ¿Mi cuello? —rápidamente entré al baño, esta mañana estaba demasiado dormido para fijarme en algo.

Me miré en el espejo y solté un jadeo de sorpresa al ver como en la zona de mi cuello hasta mi hombro, habían tres pequeñas manchas rojas que empezaban a tornarse violetas. Eran chupones.

Edgar me había hecho chupones, ebrio.

Solté una carcajada y palpé la zona, notando que no dolía. Salí del baño y me encontré al castaño recogiendo cosas y metiéndolas en cajas, muy concentrado.

— ¿Estás molesto por los...? —lo escuché preguntar.

Sonreí y me acerque hasta él.

—Nop' —deje un beso en su cuello y otro en sus labios —. No me molesta y me alegra no haber hecho nada raro anoche

El chico negó rápidamente: —Después de quitarte la ropa, me diste un beso y te quedaste dormido, caíste como una piedra —recordó con una sonrisa.

—Está bien —miré entonces las cajas y coloqué mis manos en mis caderas —. Bueno, manos a la obra, quiero entregar las llaves lo antes posible

*

Tres días después, me mudé al nuevo departamento y al día siguiente finalmente terminé de acomodar todas mis cosas. Recibí regalos de los chicos para decorar mi nuevo hogar y Edgar me regaló unos tallos de sus rosas, aquellas que seguía cuidando después de todo este tiempo.

Ahora quedaba lo más importante. Mi trabajo.

Tenía tres buenas ofertas.

Una ya la había descartado porque era en otro país, y no me sentía calificado para un cambio tan grande, además de que el contrato era bastante largo y no quería amarrarme por tanto tiempo. Había bastantes cosas que quería experimentar antes.

El segundo se ubicaba a unas catorce horas de distancia, por lo cual tendría que mudarme sí o sí. La paga era buena, la empresa tenía buena reputación y me daban cierta libertad en los proyectos que tomaría.

Y el tercero se ubicaba a dos horas, también tenía buena paga, horarios flexibles y es donde había hecho mis pasantías. Me sentí cómodo mientras trabajé allí, sin embargo la segunda empresa tenía más peso en el mercado.

Lo había consultado con mi hermano, con mis padres, con mis amigos y con Edgar. Todos habían coincidido en que aceptara la oferta que sentía que podría hacerme crecer más.

Tuve una larga conversación con Ed, y me recalcó varias veces que no me limitara por él, que no importaba si teníamos que separarnos y vernos unas pocas veces al mes, no le molestaría porque yo estaría cumpliendo mis sueños y él los suyos. Podíamos posponer nuestros planes de vivir juntos por un tiempo.

Además de que nos queríamos lo suficiente para aguantar una relación a "semi distancia"

Finalmente y después de mucho pensarlo, me decidí por la segunda opción, principalmente porque quería agarrar experiencia en una buena empresa, ya que eso me abriría puertas en todos lados y después de un par de años podría trabajar donde quisiera.

Entregué el departamento, apenas dos semanas después de mudarme, y alquilé otro cerca de mi lugar de trabajo.

El día antes de irme, Edgar y yo tuvimos una cita y reservé una habitación en un hotel precioso, cenamos y después nos encerramos en nuestra habitación el resto de la noche.

Nos besamos y acariciamos hasta saciarnos, nuestros gemidos y jadeos fueron constantes en la habitación hasta el amanecer. Y ya en la mañana, Edgar me acompañó al terminal.

—Cuídate mucho ¿sí? y avísame cuando llegues. Puedes escribirme o llamarme a la hora que quieras y puedas. Concéntrate en tu trabajo y sorpréndelos —me dijo suavemente, mientras acomodaba el cuello de mi camisa.

—Te hablaré en cada momento libre, te lo prometo —tomé sus manos entre las mías y entrelacé nuestros dedos, posé mis labios sobre estos y los llené de besos —. Tu también cuídate mucho, mi amor —susurré mirándolo a los ojos —. Te quiero mucho

—Yo también te quiero mucho

Lo abracé fuerte e inhale con suavidad su olor, el cual extrañaría, antes de separarme lo suficiente para besarlo.

Recorrí sus labios y su boca con lentitud, tratando de grabarme a fuego cada rincón.

Me separé con reticencia y tomé mi maleta.

—Nos vemos, bebé

—Nos vemos... Cariño —parpadee sorprendido por el mote, porque Edgar nunca había usado uno —. Ya tienes que subir —explicó mientras me empujaba suavemente hacia el autobús, tratando de desviar mi atención.

Lo observé maravillado, porque Edgar nunca dejaría de sorprenderme.

Subí al autobús y formé un puchero al ver a mi pastelero mirándome desde afuera, mientras agitaba la mano en forma de despedida. Después de unos minutos, el autobús arrancó, y aquella imagen se fue alejando poco a poco, hasta desaparecer de mi vista.

*

En los años que siguieron, Edgar y yo hicimos nuestro mejor esfuerzo.

Me dediqué en cuerpo y alma a la empresa, y gracias a eso, proyectos nunca me faltaron. Aprendí muchísimo, hice contactos y diseñé planos por montón. Soporté toda la carga y cuando algo salía mal, descargaba mi frustración y mis nervios contra mi almohada en un llanto silencioso que a veces duraba toda la noche.

Siempre que podía hablaba con mi familia, amigos y con Edgar. Me escapaba al menos un fin de semana al mes para ver a este último y llenarlo de besos por todo el cuerpo. Y cuando se me hacía imposible viajar, era el castaño quien venía a mí, para mimarme y darme cariñitos hasta que se me quitara el estrés.

Sus pastelerías continuaban siendo un éxito, y el nombre de "Sweetness" ya era conocido por todos en la ciudad y un poco más allá.

Después de casi cuatro años, me dije que era suficiente.

Recibí una llamada de Edgar unos meses atrás, dándome la grandiosa noticia de que Grecia y su novio se casarían. Así que aprovechando la ocasión planifiqué todo, desde mi renuncia, recomendaciones y mi nuevo trabajo, hasta un nuevo departamento... propio. Con lo que había logrado ahorrar, pagué la inicial y mi padre me ayudó con un préstamo para lo demás.

Cuando todo estuvo listo, tomé un vuelo y regresé justo para el día de la boda.

Dejé mis maletas en mi nuevo departamento, me coloqué el traje y llegué en taxi a la iglesia donde sería la ceremonia. En esta ya todo estaba preparado para recibir a la novia, la cual había visto minutos antes, por video llamada, luciendo un vestido precioso. Apenas si me dio tiempo de sentarme en mi sitio, y de estamparle un beso a Edgar, a modo de saludo, antes de que comenzara la boda.

Cuando Grecia entró caminando del brazo de Ricardo, con una enorme sonrisa, supe que había encontrado al amor de su vida, sobre todo al ver cómo Héctor parecía estar a punto de llorar al mirarla.

Ricardo la llevó al altar y luego miró amenazadoramente al novio, mientras le entregaba a su hermana.

Edgar lloraba silenciosamente mientras presenciaba todo. Y su mano apretaba la mía con fuerza.

Aún no le había dicho absolutamente nada, ni del trabajo, ni del departamento. No había tenido tiempo. Y estaba esperando el momento apropiado para darle la sorpresa.

Cuando Grecia y Héctor dieron el sí, los invitados aplaudieron y los chicos de Sweetness lanzaron silbidos a la feliz pareja.

Dylan no pudo asistir pero se había hecho presente con unos enormes ramos de flores que le pidió a Edgar que encargara en su nombre.

Ya en la recepción, ambos se pasearon por todo el salón saludando y agradeciendo la presencia de sus invitados.

Me senté junto a los chicos mientras nos poníamos al día y me contaban todo lo ocurrido, después de mi última visita.

Tobías y Abraham empezaron a vivir juntos hacia un par de meses. Ramsés seguía saliendo con el mismo chico de hace años y su gemelo conoció a una chica que le gustaba mucho y ambos estaban comenzando algo.

Carla se mudó con su novia también y Estefan comenzó a salir con una mujer cinco años mayor que él, que lo adoraba con locura.

Naomi se fue de la ciudad por trabajo y según sus mensajes y llamadas, la estaba pasando de maravilla, mientras disfrutaba su soltería con ganas.

Mientras tanto, del otro lado del país, Elián y Lucas estaban a punto de casarse, finalmente. Dylan y Kevin seguían disfrutando de su amor y ahora tenían un gato que era como su hijo. Cinthya y Luis comenzaron a vivir juntos y tenían planes de casarse y ¿Por qué no? tener hijos. Los cuales serían nuestros sobrinos mimados sin excepción.

La vida de todos iba cómo viento en popa.

Y a la mía solo le faltaba un pequeño detalle.

La boda finalizó y los recién casados se fueron a su luna de miel. Dejando el departamento vacío para nosotros.

Fue entonces cuando le solté la bomba a Edgar.

—Quiero que te mudes conmigo

El castaño me miró confundido.

— ¿Quieres que me mude a la ciudad donde estás?

—No no. Renuncié, me mudé aquí y quiero que vengas conmigo. Conseguí un trabajo acá, y es todo lo que deseo —inhale fuertemente antes de continuar, sin dejar de mirarlo a los ojos —. Lo único que me falta es poder despertar contigo cada mañana y mimarte hasta que tus mejillas no puedan sonrojarse más

— ¿Qué...? —Edgar me observó estupefacto, sin entender nada — ¿Cuando...?

—Comencé a organizar todo cuando me dijiste lo de la boda. Tenía muchas ganas de volver y creí que era el momento apropiado

—Pero Chris... ¿Estás seguro?

—Muy seguro

Sus ojitos se llenaron de lágrimas y se abalanzó sobre mí, rodeándome con sus brazos. Besó mis mejillas una y otra vez, mientras no dejaba de sonreír.

—Si quiero

— ¿Quieres...?

—Voy a mudarme contigo, Chris

Me levanté y lo abracé, elevándolo del suelo para luego dar vueltas por toda la sala, mientras reía de felicidad.

—Gracias, no tienes idea de lo feliz que me haces. Puedes mudarte cuando quieras, te ayudaré a empacar. Si tienes muchas cosas puedo contratar un camión de mudanza, si no, podemos llevar las cosas en la camioneta de Grecia. Lo que tú quieras —le dije casi sin respirar, mientras seguía dándole vueltas.

Hasta que mis brazos dolieron y tuve que bajarlo.

Acuné su rostro y pegue mis labios de los suyos, besándolo con algo de rudeza. Su boca me recibió gustosa, dejando que mi lengua recorriera cada rincón.

Mis manos fueron a su cintura, apretando y acariciando, desesperado por sacar su camisa y sentir su piel directamente.

Al parecer Edgar estaba tan deseoso como yo. Sus manos se apoyaron en mi pecho mientras me empujaba hacia la habitación.

Después de todo, pasaron dos semanas desde que habíamos tenido algo de intimidad.

Antes de llegar a la cama, mis manos ya lo habían despojado de su camisa y en este momento luchaban por desabrochar sus pantalones.

Edgar ya había retirado mi prenda superior y cuando mis piernas chocaron con la cama, me empujó hasta que estuve recostado sobre ella. Y colocándose a horcajadas sobre mí, bajó el cierre de mi pantalón, lo jaló y me lo quitó, para después arrojarlo a algún lado de la habitación.

—Que salvaje —comenté, complacido de ver esta faceta suya, que muy rara vez salía a la luz.

—Perdón —respondió entre jadeos.

—No, tú sigue... Me gusta

El chico bajó la mirada apenado, pero después de unos segundos sus labios volvieron a los míos como si no quisieran separase nunca.

Nos besamos de forma desesperada, chocando dientes y lenguas.

Posé mis manos en su cadera, y lo pegué a mí, ansioso de sentirlo por completo. Y cuando nuestros miembros se rozaron dejé escapar un jadeo satisfecho.

Edgar se dejó guiar en un suave vaivén, mientras pequeños gemidos escapaban de su boca.

Cuando sentí que estaba a punto de alcanzar el orgasmo, me separé y nos di vuelta para estar arriba esta vez.

—No quiero terminar así —le susurré a Ed. Mientras su rostro mostraba una expresión anhelante y ansiosa, que me estaba volviendo loco.

El chico asintió y sus manos se aferraron a mis hombros, mientras abría más sus piernas. Ofreciéndome una imagen maravillosa.

Y el permiso tácito de que podía hacer lo que quisiera. Edgar me había entregado su corazón y su cuerpo hace mucho tiempo, pero seguía siendo tan increíble como la primera vez.

Sintiéndome realmente afortunado de tenerlo, bese la palma de su mano delicadamente.

—Todo lo mío es tuyo. ¿Lo sabes?

Edgar asintió. Y respondió en casi un susurro: —Lo mío también

—Cásate conmigo —le pedí una vez más —. Sé que es la cuarta vez que te lo digo, y que la última vez me dijiste que sí, pero me refiero a que quiero casarme... lo más pronto posible. Si tú también quieres, si te sientes listo... si no, puedo esperar, sabes que voy a esperarte todo el tiempo que haga falt-...

—Casémonos

Casi dejo de respirar al escucharlo, para después mirarlo totalmente sorprendido.

— ¿De verdad? —pregunté sin poder creerlo.

—Sí, quiero casarme contigo Chris. Hagámoslo —declaró, esta vez un poco más alto.

Sonreí, emocionado como un niño. Y llené su rostro de besos, mientras dejaba escapar una que otra risa de felicidad.

—Te amo Edgar, te amo... Te amo... —dije sin parar, sintiendo que la palabra era insuficiente para describir mis sentimientos por él.

Las lágrimas de Edgar me detuvieron, y miré con ternura como intentaba limpiarlas.

—Yo t-también te amo, mucho —susurró con la voz un poco rota por el llanto.

Besé sus lágrimas y luego sus labios una y otra vez, hasta que su hermosa risa inundó la habitación.

—Grecia se llevará una gran sorpresa cuando regrese de su luna de miel

—Lo hará

—Dylan y tu padre van a matarme

—No los dejaré

—Te adoro

—Yo también —devolvió, antes de besarme con ternura, apresando mis labios entre los suyos.

Sus manos acariciaron mi rostro, profesando un cariño que me produjo temblores por todo el cuerpo. Y me dejé llevar, seducido y fascinado con la infinita dulzura que rodeaba cada parte de su ser.

.

.

.

Y finalmente, el epílogo está aquí. 

Comencé esta historia porque me rehusé a dejar ir a Chris. Así que decidí darle su propia novela, junto a mi precioso Edgar, del que necesitaba que supieran más.

Sweetness significa mucho para mí, siento que al escribirla crecí un poquito más como escritora. Me llena de felicidad, y un poquito de tristeza, el poder darle su punto final.

Bueno, no es el final por completo, ustedes saben que amo los extras, y Sweetness tendrá un par de estos.

Infinitas gracias, como siempre, por todo su apoyo, cariño, comentarios y votos. Son lo más lindo del mundo. Los adoro <3

Ahora... se vienen mas historias, muy pronto. Aun les debo la de Daniel, la segunda parte de ¿Piedra, Papel o Tijera? y... otras dos mas de las que no daré detalles, por ahora. Aun no decido por cual empezar, pero cuando la tenga bien desarrollada y con unos cuantos capítulos listos, la publicaré. So... pronto regresaré, bien recargada.

Finalmente, los invito a seguirme en Instagram y Twitter como @dcattleyaw. Muy pronto les daré noticias sobre la segunda edición, mejorada, de "Rutina de Besos"

Cuídense mucho, los amu <3

  





















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