Capítulo 27
Abrazar a Rachel después de tanto tiempo era maravilloso.
Tenerla entre mis brazos, era algo que ni siquiera sabía que necesitaba. Ella había ocupado una gran parte de mi vida, como una hermana realmente dulce que cuidó de mi todo el tiempo.
Las lágrimas seguían deslizándose por mi cara lentamente, una a una, pero una enorme sonrisa ocupaba mi rostro, mientras sentía como susurraba palabras que ya sabía, y disculpas que no hacían falta.
Rachel era diferente, y me arrepentía muchísimo de haberme ido sin decirle la verdad.
—Lo siento, empapé tu camisa
Ambos soltamos una risa.
—No importa. Me alegra tanto verte
—Y a mi. Vine todo el camino rogando por llegar a tiempo —sus impresionantes ojos azules, los cuáles siempre había comparado con los arándanos, estaban húmedos y rebosaban felicidad.
Miré entonces a Lucy, quien se había mantenido apartada y con la mirada gacha.
—Gracias Lucy, por traerla
La chica levantó la mirada, levemente sorprendida, asintió y susurró con una mueca arrepentida: —Se lo debía
—Supongo... —desvió la mirada enseguida y la posó en su hermana.
—¿A qué hora sale su vuelo? —preguntó Rachel.
—En dos horas y algo, aún tenemos una hora
—Genial, ¿crees que podamos dar una vuelta? Hay algunas cosas de las que quisiera hablar —su tono contenía cierta súplica, sospechaba que lo que quería decirme era realmente importante para ella.
Miré a Chris con dudas. No tendría otra oportunidad.
—No me mires así —comentó Chris con una sonrisa, dejó un suave beso en mi mejilla y señaló la casa —. Vuelve a tiempo
Asentí.
—Muchas gracias. No tardaremos mucho —dicho esto, Rachel tomó mi mano y empezamos a caminar para alejarnos un poco de la casa y así poder hablar con tranquilidad.
—Quiero que sepas que en verdad lo siento Ed
Negué, mirándola con seriedad.
—No Rachel, nada de lo que sucedió es tu culpa. Tú no me lastimaste, al contrario.
—Pero Lucy...
—No eres responsable de sus actos, lo que hizo, hicimos... Es nuestra responsabilidad y de nadie más —aseguré, no quería que cargara con las culpas de su hermana.
—Pero yo la apoyé, es decir... Aprobé su relación aún cuando sabía que Lucy no estaba preparada para algo serio
—Lo sé, yo también me di cuenta, después claro. Estaba cegado por mi "amor" por ella. Me culpé de que lo nuestro acabara así, por mucho tiempo creí que yo había sido el culpable
—Eso no es...
—Ahora lo sé —voltee a verla con una sonrisa —. Pero no quiero que hablemos de Lucy, con el poco tiempo que tenemos, quiero oír sobre ti... ¿Qué ha pasado en estos últimos años?
—Bueno, empecé a estudiar Medicina
—¿En serio? ¡Eso es genial! —exclamé, contento con la idea.
—Y complicado, pero me gusta muchísimo, tuve mis dudas al inicio, pero ahora no me imagino estudiando otra cosa
—Serás una gran doctora —aseguré con una sonrisa. Rachel tenía el perfil ideal para eso.
—Gracias Ed. Lucy me dijo que abriste tu pastelería
Asentí.
—Se llama Sweetness, hemos tenido mucho éxito, es todo lo que había soñado
—Me hace realmente feliz que hayas cumplido tu sueño Ed, aún recuerdo que te la pasabas viendo programas de cocina y horneando postres los fines de semana —rei recordando que algunos se me quemaban, o no quedaban tan bien como en la imagen de la receta.
—En ese tiempo era terrible
—Es natural, no tenías conocimientos, pero ahora eres un gran pastelero y estoy muy orgullosa de ti
La miré un poco avergonzado, pero agradecido por sus palabras.
—Sobre Chris... Lo conocí en la secundaria, pero no conversamos mucho, por no decir nada. Dime... ¿Te hace feliz? ¿Te sientes bien con él?
Asentí de inmediato, sintiendo la característica calidez concentrarse en mis mejillas.
—Lo hace, lo quiero muchísimo. Él me ha ayudado mucho a superar tantas cosas, me hace sentir seguro, y me demuestra lo mucho que me quiere todos los días. Es maravilloso
—Estás enamorado —afirmó con una dulce sonrisa.
—Si, lo estoy
Me sorprendí cuando Rachel me abrazó de pronto.
—Eso me alivia. Me asustaba el hecho de que te cerraras a las personas. Desde que eras pequeño me di cuenta de lo sensible que eres Ed, me aterraba que hubieras cambiado. Me alegra ver que no es así. Lo único que me molesta es que estemos tan lejos
—Podemos visitarnos mutuamente, cuando tengas tiempo libre, no quiero que dejemos de vernos Rachi. No ahora que por fin volvimos a encontrarnos
—Yo tampoco quiero. Hagamos esto —sacó su celular y me lo extendió —Anota tu número y dirección
Anoté ambos rápidamente y se lo devolví.
—Así, apenas pueda, haré un viaje y te visitaré
Ambos sonreímos y seguimos caminando por un rato más, recordando nuestra infancia juntos y riendo por lo torpes que éramos a esa edad. Con un sentimiento cálido en el pecho, por haberla recuperado.
*
Regresamos a la casa, un poco tristes porque sabíamos que la despedida era inevitable.
Al entrar en la sala, nos recibió una curiosa escena.
Lucy estaba dándole el biberón a Nathan en el sillón mientras hablaba con Danna, quien estaba sentada en el reposabrazos.
Chris tenía su cabeza recostada en las piernas de su padre y sus piernas sobre el regazo de Víctor, en el sofá, parecía estar riéndose de algo que había dicho su madre, y esta le estaba pellizcando la frente con una mueca entre molesta y divertida. Eran el cuadro perfecto de una inusual, pero encantadora familia.
Chris se percató de mi presencia, y se incorporó rápidamente, golpeando a Víctor en el proceso, para sentarse correctamente con una sonrisa apenada.
Sonreí de regreso.
—¿Nos vamos? —preguntó entonces.
—Si, estamos listos
*
Luego de despedirnos nuevamente, de todos, incluso de Lucy, con una sonrisa algo incómoda, pero con un alivio enorme en el cuerpo.
Jorge nos llevó al aeropuerto, apretó a su hijo entre sus brazos, y sus ojos se humedecieron un poco al soltarlo, demostrando lo suavecito que parecía ser por dentro.
Para después hacer lo mismo conmigo, susurrando antes de soltarme: —Cuida de mi hijo Edgar, me alegra que seas tú quien esté a su lado, eres un buen chico
—Gracias por traernos papá. Les escribo cuando lleguemos
—Vuelvan pronto, y cuídense mucho —empezamos a caminar hacia la puerta de embarque.
Chris volteó una última vez para agitar la mano en dirección a Jorge. Éste le devolvió el saludo y finalmente atravesamos la puerta, perdiéndolo de vista.
Una vez en el avión, Chris procedió a recostar su cabeza en mi hombro, para dormir durante el vuelo.
Mientras lo veía dormir, rememore todo lo que había sucedido en los últimos días. Me di cuenta, de lo necesario que había sido este viaje, aunque al principio ninguno de los dos lo sabía.
También me percaté del enorme peso que se había levantado de mis hombros. Me siento más ligero, tranquilo y con confianza. Todo sería diferente de ahora en adelante.
*
Grecia vino a buscarnos al aeropuerto, y al verme corrió a mi encuentro para abrazarme con fuerza y llenarme la cara de besos.
—Te extrañé tanto mi niño, sentí como si te hubieras ido por un mes... No vuelvas a dejarme —la abracé de vuelta con una sonrisa.
—Solo fue un fin de semana —contesté riendo, su cabello me hacía cosquillas —. Ya estoy de vuelta Grecia
Me soltó con una sonrisa y miró a Chris para luego abrazarlo igual de fuerte.
—A ti también te extrañé Chris. El apartamento se sintió tan solitario sin ustedes dos rondando por ahí
—Me da gusto verte Grecia —mi tía se separó y revolvió sus cabellos con ternura.
—¿Papá no te visitó? —pregunté entonces, esperaba que viniera.
—Si, el viernes cenamos juntos, pero su trabajo se complicó y desde entonces no he sabido nada de él. Se supone que vendría conmigo a recibirlos, pero... —se encogió de hombros.
—Oh, está bien
—Bueno, vamos a casa. Deben estar cansados, también podemos pedir algo de comer si tienen hambre
—Claro —Chris asintió. Tomamos nuestras maletas y empezamos a caminar.
Una vez en el auto, Grecia nos miró a ambos con una sonrisita extraña.
—¿Qué sucede? —pregunté.
—Ustedes dos... Se sienten diferentes. No sé cómo explicarlo pero el ambiente es... Diferente, en el buen sentido
—Oh... —agaché la cabeza un poco avergonzado. Recordando todas las cosas que habían pasado entre Chris y yo.
Grecia tenía razón.
Volteé a mirar a Chris con disimulo, recibiendo una sonrisa cariñosa del rubio. El rubor se acentuó en mis mejillas y una calidez maravillosa se extendió por mi pecho.
—Ya me contarán en casa, que tanto pasó allá
*
—¿Qué quieren comer? —preguntó Grecia entrando en el departamento.
Al entrar en el lugar, respiré profundo y sonreí ligeramente. Estaba en casa.
No es que la estadía en casa de Víctor haya sido mala, pero no podía compararse con el hogar.
Me dejé caer en el sofá. Y de inmediato sentí el mismo hundirse a mi lado. Chris recostó su cabeza del mueble y cerró los ojos.
—Cualquier cosa que pidas está bien —le respondí a mi tía.
—De acuerdo
P.O.V Chris
Después de escribirle a mis padres para avisarles que habíamos llegado sanos y salvos. Grecia pidió pollo a la brasa, y nos sentamos a la mesa para comer.
Entonces empezamos a contarle todo lo que había acontecido en la casa de mi hermano. O bueno, casi todo.
Habían detalles que Grecia no tenía porqué saber. Al menos aún no.
Realmente se vio afectada cuando le contamos que Lucy había estado en el bautizo y que además era la madrina de mi sobrino. No podíamos ocultárselo por siempre, suficiente con que no le hayamos dicho antes de ir.
Edgar le contó, entre miradas esquivas y susurros, lo que había hablado con Lucy. Le dijo que la había perdonado, y que se sintió muchísimo mejor después de haberlo hecho. Que esa época de su vida por fin había quedado atrás.
Sus ojos enseguida se encontraron con los míos, pidiendo una explicación para mi silencio, lucía un poco molesta, decepcionada. Me sentí como un niño regañado bajo su acusadora mirada.
—Basta Grecia. No es su culpa, yo lo sabía. Y si no les dijimos nada fue porque yo así lo quise. Sabía que se opondrían a ese viaje si se los decía
Edgar tomó su mano por sobre la mesa en un gesto conciliador.
—Pero... Edgar
—Todo salió bien... Más que bien. No te preocupes, y lo sentimos por no decirte antes, ni a ti ni a papá. Pero no fue con mala intención
Grecia soltó un suspiro y bebió de su vaso antes de hablar.
—¿Dylan lo sabe? —No. Y probablemente querrá matarme cuando lo sepa.
—No. Aún no —respondió Edgar por mi.
—¿Se lo dirás?
—Por supuesto
—Grecia, en verdad lamento haberles ocultado esta información. Voy a hablar con Dylan también, es mi amigo después de todo —la miré seriamente pidiéndole disculpas con la mirada.
Sé lo mucho que significa Edgar para ella. Y probablemente lo que más le molesta es el no haber estado ahí para él, en un momento tan importante.
Probablemente está imaginando si Edgar sufrió, si lloró. Quiero decirle que si, que lo hizo, pero que no lo solté en ningún momento. Que estuve allí para él en su lugar, y que siempre lo estaría.
Después de que Grecia se calmara, Edgar continuó hablando.
Le contó de Rachel y del inesperado, pero cariñoso encuentro que habían tenido, lo maravillosa que le había parecido mi familia y que a final de cuentas, había disfrutado el viaje.
—Lo importante, es que todo salió bien. Me alegra tenerlos de vuelta. No los dejaré ir de nuevo
Con una sonrisa de parte de ambos, asentimos a su palabras y continuamos comiendo.
*
Al día siguiente fuimos a la pastelería después de mis clases, encontrandola totalmente llena y con los chicos corriendo de un lado a otro, parecían tener todo bajo control. Me di cuenta de lo aliviado que estaba Edgar de volver a su zona de confort, a su "lugar feliz".
Saludamos a los gemelos brevemente, pasamos por el mostrador y conversamos un poco con Abraham y Tobías, entre pedidos. Estos dos parecían mucho más cercanos que la última vez, y la forma en que se miraban de vez en cuando, me daba a entender que algo más había pasado entre ellos.
Entramos en la cocina y tuve que taparme los oídos al escuchar el repentino grito que soltó Carla al vernos.
—¿Por qué no me avisaron que ya habían llegado? —la chica limpió sus manos antes de acercarse a nosotros y estrecharnos en un abrazo.
A los pocos segundos, Estefan se unió con algo de timidez.
—Bienvenidos de vuelta. Se les extrañó mucho por aquí... Pero debo decir, con orgullo Edgar, que tenemos todo bajo control —justo en ese momento Tobías entró azotando la puerta.
—Carla, ¡Las tartaletas! —empezó a decir casi gritando, la chica dió un respingo y volvió a la mesa de trabajo —. Hay una abuelita que quiere una docena para sus nietos —terminó de decir para dar media vuelta y volver afuera.
Edgar enseguida recogió sus mangas, tomó un delantal y entró en la sala de descanso.
—¿Necesitan ayuda con algo? Estoy disponible —me ofrecí.
—Nosotros estaremos bien aquí con Edgar. Ve afuera con los chicos, probablemente Toby necesita ayuda
Asentí de inmediato y abandoné la cocina.
—¿En qué ayudo? —pregunté a Tobías tomando un delantal a su espalda.
El chico sonrió agradecido al verme.
—Toma los pedidos para llevar, yo tomaré los de Ramsés y Moisés
—Hecho
*
—¿Desde cuándo este lugar es tan popular? Dulces es en lo único en lo que puedo pensar ahora mismo —comenté dejándome caer en una de las sillas, totalmente agotado.
—Aumentamos el menú, agregamos bebidas dulces y empezamos a aceptar pedidos grandes, pasteles para cualquier ocasión y bueno, la calidad y el talento de Edgar también ayudó a captar la atención —explicó Carla —. Era obvio que en algún momento estaríamos al tope
—Si seguimos así, empezará a afectar sus estudios. Creo que debería contratar más personal para hacer dos turnos
—¿Podemos permitirnos eso? —pregunto Ramsés.
Todos miramos a Abraham.
El chico pareció intimidado por un momento. Colocó un gesto pensativo, caminó hacia el mostrador y sacó unos cuadernos, los cuáles ojeo por unos segundos en los que todos permanecieron en silencio, esperando a que hablara.
Finalmente asintió: —Podemos
—Bien, entonces pongámonos con eso, colocaremos un cartel afuera, yo me encargo de los pasteleros, ustedes escojan a los meseros —decidió Edgar rápidamente —. Abraham si conoces a alguien de confianza que pueda ayudarnos en la caja, sería genial
El chico asintió de inmediato: —Conseguiré a alguien
—Genial, mientras antes consigamos a todo el personal, antes podrán tener más tiempo para ustedes
—¿Que harás tú Edgar? ¿Trabajarás en ambos turnos? —preguntó Carla.
—Tal vez, aún no lo sé. Estaba pensando en volver a estudiar... Ya saben... Pulirme un poco más, probablemente trabaje un turno y en el otro solo venga a verificar que todo se encuentra bien
—Es lo justo, no queremos que te esfuerces demasiado
—Descuiden, este lugar es mi vida, así que... Nunca será demasiado
Al oír sus palabras no pude evitar sonreír, porque la pasión con la que hablaba era algo digno de admirar.
*
Hablamos con Dylan apenas unos días después de llegar del viaje, era la primera vez que hablábamos con él, juntos... Como una pareja.
Demás está decir que se enojó. Además de que renegó un poco el hecho de que Edgar haya perdonado a Lucy. Pero después de que el chico hablara largo y tendido con él sobre lo tranquilo que se sentía después de haberlo hecho y lo mucho que le había ayudado el encuentro, al final Dylan estuvo de acuerdo.
—No tengo que amenazarte con que voy a ir a golpearte si lastimas a Edgar ¿No? —había dicho medio en broma, pero su mirada seria a través de la pantalla, me dió a entender que no era una broma del todo.
Sabía que si lastimaba a Edgar, él vendría por mi cabeza, por muy amigos que fuéramos.
—No, lo tengo claro. Estamos bien
—Más te vale Chris. De todas formas estaré ahí para las vacaciones
Edgar soltó un grito a mi lado al escuchar sus palabras.
—¡¿Vendrás?! —sonrió emocionado.
—Así es hermanito. Iré, ya arreglé todo
—¿Solo?
Dylan sonrió y negó con la cabeza lentamente.
—Nop, pero no diré nada sobre eso. Es una sorpresa
—Ya quiero que lleguen las vacaciones. Te extraño mucho —contestó Edgar con ojos brillantes, realmente emocionado ante la idea de una visita de su hermano menor.
—Yo también Ed. Voy a abrazarte tanto que Chris sentirá celos
—Como podría —repliqué divertido.
Hablamos un poco más con Dylan, sobre sus clases, y como estaba siendo su vida con Kevin. También me puso al tanto sobre cómo estaban el resto de los chicos. Les mandé saludos a todos.
Y mientras yo los veía con ternura por el evidente cariño y la adoración que parecían sentir ambos hermanos uno por el otro. Finalmente, Dylan le confesó a Ed lo orgulloso que estaba de él, además de lo mucho que lo amaba.
—Te confío a mi hermanito Chris —fueron sus últimas palabras antes de colgar.
*
Pasadas un par de semanas, nos sorprendió la cantidad de personas que estaban interesadas en trabajar en el local. Así que al final, tuvieron que hacer entrevistas y previas selecciones.
Edgar estuvo muy ocupado, entre las entrevistas, la búsqueda de pasteleros y sus clases, apenas tuvimos tiempo de vernos. No pude quejarme, era su trabajo, su sueño se estaba haciendo realidad, no podía hacer otra cosa que enorgullecerme.
Y de aprovechar las escasas horas para besarlo con ganas, y tratar de no extrañarlo demasiado.
Además de que estaba a punto de terminar mi año. Yo tampoco tenía demasiado tiempo libre.
Mayo llegó demasiado pronto.
Y con el, la repentina ansiedad e inquietud de Edgar por una visita no tan esperada.
Hola bebés! Se siente extraño actualizar después de tanto tiempo.
Gracias por su apoyo y paciencia.
Espero les gusten estos dos capítulos, y que recompense, aunque sea un poco, el tiempo esperado
No les aseguro que empiece a actualizar muy seguido, pero trataré de hacer todo lo posible por no dejarlos esperar otros cinco meses.
¿Quién o quiénes creen que acompañarán a Dylan?
Pueden seguirme en mi Instagram @dcattleyaw para estar al tanto sobre la publicación en físico de "Rutina de Besos" (que está tardando más de lo esperado) y dónde empezaré a estar un poco más activa, así sea para mostrarles mi día a día en el encierro, mientras me vuelvo más loca.
Recuerden también que tenemos grupo de WhatsApp, donde hay gente muy linda. Si quieren unirse, escríbanme al privado.
En fin, los amo muchísimo, gracias por seguir ahí. Cuídense mucho, tomen mucha agua, y traten de mantenerse en casita.
Nos leemos pronto ❤️
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