Capítulo 2

Mi cuerpo se relajó una vez esa chica se fue y se volvió a tensar cuando el rubio extraño habló conmigo.

¿Quién le propone matrimonio de esa forma a un desconocido?

Si no hubiera estado tan nervioso de que algún cliente me reconociera, tal vez me hubiera reído.

El chico se veía simpático y había elogiado mis postres, eso siempre era bueno.

Me coloqué el gorro sobre mis rizos de nuevo y seguí trabajando.

“La pastelería del chef misterioso”, es como habían empezado a llamarnos. Por la sencilla razón de que nadie conocía el rostro del pastelero encargado de los dulces que ya eran famosos.

Al menos no hasta hoy, estaba casi seguro que esa chica, que además estudiaba periodismo, esparciría el rumor de que había conocido al pastelero y daría mis características. Pero ya era la quinta vez que venía e insistía en conocerme. No había tenido opción.

La razón para no mostrarme ante mis clientes era simple, la gran mayoría eran mujeres y estar en presencia de ellas me ponía incómodo, muy incómodo, sobre todo cuando empezaban a alagar mi apariencia y a querer invadir mi espacio personal.

Una vez en una fiesta una chica se me había acercado y se había sentado sobre mi, intentó besarme… la aparté de inmediato y salí corriendo de allí, había llegado temblando a casa.

Grecia me llevó a un psicólogo para averiguar el origen de mi extraño comportamiento.

El hombre luego de interrogarme dedujo que tenía un pequeño trauma con el género femenino, lo atribuía a que mi madre biológica había muerto en el parto, a que la que creía que lo era me había dejado muy en claro que no, a la edad de seis años y de una forma no muy sutil, y que mi primer amor me había dejado por no poder aportarle nada y no ser lo suficientemente “hombre” para ella, siéndome infiel además.

Los chicos habían entendido mis razones y se encargaban de proteger mi identidad, los apreciaba enormemente por no burlarse o juzgarme de algún modo, suficiente con que yo mismo pensara que mi trauma era algo patético.

Pero no podía evitarlo, todo mi cuerpo gritaba peligro cuando se me acercaba una mujer, a excepción de Grecia. Con Carla aún me ponía un poco tenso.

—¡Ed! Se acabó la tres leches —la cabellera de Moisés o Moi, como le decíamos de cariño, se asomó a la cocina trayendo una bandeja vacía consigo.

La tomé agradecido y asentí a sus palabras.

—Enseguida

Moisés y Ramsés, si, extraños nombres para gemelos, pero su madre era muy católica y su padre no tanto, he ahí la razón. Ambos eran chicos agradables, inteligentes y me ayudaban en todo lo que podían. Moi estudiaba Veterinaria y Ramsés había preferido la Literatura. Vivían solos en un pequeño departamento y morían por adoptar un perrito.

Carla estudiaba en un conservatorio de música, tocaba el chelo y el piano, era muy buena. Le encantaba cocinar casi cualquier cosa, y tenía buena mano para los postres. Tenía una novia llamada Andrea que aún no conocía, pero de la que siempre nos hablaba con entusiasmo.

Las parejas homosexuales me resultaban algo extrañas, algunas me causaban ternura cuando las veía por la calle, pero de ningún modo me imaginaba a mí mismo saliendo con un hombre… o con cualquier persona. Las relaciones estaban descartadas para mi, al menos durante un muy largo tiempo.

Y Abraham, bueno, él estudiaba Contaduría, lo cual me caía como anillo al dedo para el negocio. Era bastante callado, aún así podías hablar con él de cualquier cosa y escucharía con atención cada una de tus palabras.

Es un buen grupo y trabajamos muy bien en equipo.

Cerramos la tienda, el día había sido excelente, tenía que llamar a los proveedores para que nos abastecieran de nuevo. Le dejaba la administración a Abraham, confiaba en él y casi nunca se equivocaba en las cuentas.

Llegué al departamento y Grecia estaba sentada en la sala con un montón de papeles a su alrededor, me miró a través de sus gafas de lectura.

—Bienvenido

—Hola. ¿Mucho trabajo?

—El caso se está complicando un poco, pero tengo un as bajo la manga —respondió con una sonrisa de superioridad. Grecia era una excelente abogada, muy solicitada además.

—Siempre tienes uno

—Ricardo llamó —fruncí el ceño de inmediato, mi padre sólo llamaba una vez por semana, y hace dos días había hablado con él.

—¿Pasó algo? ¿Qué te dijo?

—Me habló de algunos negocios que estaba iniciando, me pidió consejos y también… dijo que Dylan estaba saliendo con un chico

—¿Cómo se enteró?

Conocía la historia con detalle, cómo se habían conocido, los avances que habían tenido, cuando habían hecho oficial su relación, era como si ya conociera a Kevin en persona. Pero por supuesto nuestro padre no sabía porque… bueno, ambos sabíamos que la noticia no le iba a caer muy bien, era algo homofóbico.

—Sabía que estabas enterado —me encogí de hombros —. Se oía molesto, parece que además van a comenzar a vivir juntos

Dylan lo había mencionado hace una semana, no pensé que lo fueran a hacer tan rápido.

—Bueno, Dylan es un adulto y tiene todo el derecho de hacer lo que quiera con su vida. Me ha hablado del chico y parece buena persona y lo más importante, lo hace feliz. Papá no puede impedirle eso

—Yo le dije exactamente lo mismo. Pero él dijo que debía conocer al chico antes de estar de acuerdo, y bueno, me dejo muy en claro que prefería mil veces una chica para Dylan. Ambos sabemos que Dylan lo va a ignorar por completo

Mordí mi labio inferior ligeramente. Sabía que Dylan no se dejaría dominar de ninguna forma, aún así temía que pudiera hacerles pasar un mal rato.

—Estarán bien. Dylan sabe que tiene todo mi apoyo, además Estefany seguro también lo aprueba

Ella asintió levemente.

Al día siguiente en la tarde mientras preparaba un tarta de manzana Ramsés se asomó en la cocina con una sonrisita extraña.

—¿Qué pasa?

—Un chico llamado Chris te manda saludos, dijo que sabrías quien es y que además tu tres leches está para chuparse los dedos. También me dijo que la propuesta de matrimonio está en vigencia

Lo miré sorprendido por unos segundos.

Sentí mis mejillas calentarse y sin poder evitarlo empecé a reír.

Ramsés me observó extrañado por unos segundos para después unirse a mi risa.

—Parece que tienes un pretendiente —dijo Carla divertida.

Negué.

—Le gusta bromear, es todo

—¿Qué quieres que le diga? —preguntó Ramsés.

—Dile que me alegra que haya disfrutado el postre, que me siento halagado por su propuesta pero que tendré que rechazarla. Y que espero que vuelva pronto…

Ramsés subió las cejas repetidas veces de forma graciosa al escuchar lo último.

—Es un cliente

—Claro que sí. Ya le llevo tu mensaje

Salió rápido de la cocina. Solté un prolongado suspiro.

Y cuando el pelinegro volvió al rato diciendo que Chris se sentía triste por mi rechazo pero que no iba a rendirse tan rápido, no pude evitar que una pequeña sonrisa se dibujara en mi rostro ante las ocurrencias del chico.

P.O.V Chris

Cuando el chico llamado Ramsés, si, nos habíamos presentado formalmente, era necesario conocer a los amigos de mi futuro marido, volvió con el mensaje de Edgar, sonreí divertido. El chico me agradaba mucho, y era extrañamente adorable, más especial aún.

Le dije lo triste que me sentía con su rechazo y le pedí otra rebanada de tres leches.

Pronto me convertí en un cliente habitual de “Sweetness”. Y todos los días probaba un dulce diferente, probablemente mi mesada desaparecería rápido, pero valía la pena.

Edgar y yo teníamos una extraña relación, utilizabamos a los gemelos como mensajeros, ellos no se quejaban en lo absoluto, al contrario parecían disfrutar nuestros intercambios.

No había vuelto a ver su rostro desde la primera vez que hablamos. Y moría por hablar con él directamente. Pero sabía que el chico no quería exponerse, sus razones tenía y debía respetarlas.

Aún así no dejaba de ir e intercambiar pequeños mensajes con él. Hasta que un día me atreví a colocar mi número de teléfono en un papel y mandárselo. Cuando Moisés me dijo que lo había aceptado con una sonrisa y un sonrojo, me sentí satisfecho.

Esa misma noche recibí un mensaje suyo, sólo decía “Buenas noches, espero estés bien, te escribo para que puedas guardar mi número, chao” junto a un emoji bastante lindo.

Le respondí de inmediato y comenzamos una conversación en la que hablamos de nuestros gustos, intereses y ese tipo de cosas. Yo era quien más escribía, el castaño se limitaba a leer y a responder mis preguntas, no escribió mucho sobre él, y cuando le pregunté por sus padres me dijo que tenía sueño y que debía levantarse temprano al día siguiente.

No insistí y le desee dulces sueños.

Lo mejor era ir poco a poco si quería ganarme su confianza.

Naomi empezó a sospechar de mis apresuradas salidas de la universidad así que me exigió que la llevara al sitio al que tanto iba.

Por eso ahora me encontraba con una Naomi con crema en sus mejillas.

—No me hagas pasar pena, intento entablar una buena relación con el chef —tomé una servilleta y limpie sus mejillas sin delicadeza, ella me dió un manotazo y siguió comiendo.

—Estoy disfrutando mi dulce… Además, ¿el chef? ¿Es lindo?

—Lo es. Pero no voy a permitir que pongas tus manos sobre él, es un buen chico, no quiero que lo asustes

—Hablas por experiencia, después de todo ya puse mis manos sobre ti

—Cállate, no estamos hablando de mí y mis errores

—¡Oye! —ella me golpeó el brazo y yo sólo pude reír.

Hace mucho que Naomi y yo nos habíamos acostado y ambos sabíamos que era algo que no íbamos a repetir.

La campanita sonó y una hermosa mujer entró al local, saludó a los gemelos y entró directamente a la cocina.

Sentí curiosidad. ¿Quién podría ser? ¿Alguna socia o familiar?

De pronto mi teléfono sonó y recibí una foto del grupo de whatsapp que había creado Elián. Sonreí al ver a Dylan y Kevin tomados de la mano, ambos estaban sentados en un sofá en lo que parecía ser su nuevo departamento. Los felicité con un montón de corazones. Eran los segundos en tomar el paso de vivir juntos, Eli y Lucas habían sido los primeros.

Hago hizo clic en mi cabeza… Dylan me había mencionado antes de irme que tenía un hermano aquí. Nunca lo había contactado porque no fue necesario.

¿Cómo se llamaba?

“Oye Dylan, acabo de recordar algo. ¿Cómo se llama tu hermano?, el que vive aquí”

“Lo vas a recordar 2 años después, ¿enserio?”

“Sólo dime”

“¿Por qué la curiosidad ahora?”

“Porque si, dimeeeeee”

“Edgar, se llama Edgar”

Oh.

Será…

“¿Puedes enviarme una foto?”

“¿Para qué? Mi hermano no está disponible para ti Chris”

“No seas tonto, sólo quiero ver como es”

Cuando pensé que no lo haría, la foto llegó.

El mundo era pequeño, realmente pequeño.

Los rulos tapaban parte de sus ojos y su sonrisa era enorme, sentí que quería imprimir la foto, enmarcarla y colgarla en mi pared. Algo psicópata sí, pero la foto era hermosa.

El lindo chef que estaba a metros de mi era el hermano mayor de Dylan.

Miré en dirección a la cocina justo en el momento en la que mujer salía de nuevo seguida de Edgar. Intercambiaron unas palabras, se abrazaron, el castaño entró de nuevo y la mujer salió del local después de despedirse de los chicos.

Dudé.

¿Debería decirle? Que soy amigo de su hermano.

Miré mi teléfono, tal vez debería decirle primero a Dylan a ver como reacciona. Sonreí burlón.

—No sonrías así, me das escalofríos —Naomi me miraba curiosa mientras terminaba su café.

—Perdona, es sólo que descubrí algo realmente divertido

—¿Ah sí?

—Si, te cuento después

Ella se encogió de hombros y se levantó para ir al baño.

“¿Satisfecha tu curiosidad?” preguntó mi amigo.

“Sip, ¿sabes?. El mundo es muy pequeño”

“¿Por qué?”

Me tomé una selfie con el local de fondo.

“Mira. Esta es la pastelería Sweetness, la pastelería de tu hermano, a la que llevo viniendo desde hace un par de semanas. También conocí a Edgar, es adorable por cierto e intercambiamos mensajes de texto. No me mates”

Esperé una respuesta.

“Chris…”

“¿Qué?”

“No voy a matarte. Cuando tengas la suficiente confianza, dale un abrazo de mi parte”

“Oh, creí que sería peor”

“Confío en ti. Trátalo bien, es un buen chico”

“Lo haré, tranquilo”

—Oye…

Levanté la mirada, Naomi miraba con curiosidad hacia la barra.

—¿Qué?

—¿Ese es el chef? Lleva mirándote desde hace rato

Miré en la misma dirección que ella y me encontré con los ojos castaños de Edgar.

Le sonreí, él me miró sorprendido por unos instantes para luego corresponder mi sonrisa tímidamente y desaparecer en la cocina.

Buenas ❤. Espero estén bien y que hayan disfrutado el capítulo.

Disculpen los errores que puedan encontrar.

¿Qué les ha parecido hasta ahora?

Según la encuesta, y mi comodidad xD, los capítulos serán narrados mitad y mitad.

Gracias por leer! Los adoro mucho mucho ❤.

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