XVIII.

Sus ojos azules contemplaron el pan exhibido en los estantes de aquella panadería, torció la boca y miró de izquierda a derecha, sin poder decidirse qué es lo que quería llevar. El ir a comprar a algún lado no era algo que fuera común para ella.

—¿No te decides? —Una voz a su lado llamó la atención.

—No realmente —Ella lo miró a su lado. —Aunque tú puedes agarrar lo que quieras, yo invito.

—¿De verdad? —Él sonrió animado, siempre la comida gratis era razón de emoción.

—Por supuesto, es lo mínimo que puedo hacer para agradecerles por recibirme en su departamento, Mirio.

El rubio sonrió animado por la idea y procedió a tomar una pequeña charola y comenzar a tomar un par de panes que eran sus favoritos. Había acompañado a Nejire, a su petición, a la panadería.

—¿Qué podría gustarle? —Nejire susurró intentando recordar el ver a Tamaki comiendo algún pan en específico.

—A Tamaki le gusta el pan de hojaldre, cosas como los volovanes o el croissant. —Mirio se detuvo de nuevo a su lado con algunos panes en las manos. —Y esta es su panadería favorita, por lo que cualquier cosa que le lleves estará bien.

Nejire sonrió al escuchar eso, tomó lo que Mirio le dijo y fueron a pagar, ella compró café y salió del lugar más animada, se sentía más animada pero al mismo tiempo estaba algo inquieta. Ese era el último día en el departamento de Mirio y Tamaki, esa tarde se encontraría con Itsuka para ver algunos departamentos.

—¿Esto es una especie de despedida? —Mirio llamó su atención.

—Sí y un gesto de agradecimiento. —Ella lo miró a su lado, caminando. —Aunque si aún sigue en pie el salir, correría por mi cuenta.

La panadería estaba a solo un par de calles del edificio donde vivían, por lo que pronto vieron la conocida fachada.

—¿Por qué no seguiría en pie? —Mirio dio un trago a su café, siempre disfrutaba el café de aquella panadería.

—Bueno, mi presencia en el departamento fue algo sorpresivo e incómodo. —Ella se llevó el cabello detrás de la oreja, con cierto nerviosismo. —Sé que son lo suficiente amables y por eso decidieron ayudarme, por lo que no estaban obligados a seguir relacionados conmigo después de que me vaya.

Mirio se detuvo para abrir la puerta del edificio con las palabras de Nejire retumbando en su cabeza, ¿de qué estaba hablando? pero se detuvo para escuchar con atención y dejar en claro su confusión ante sus palabras. Llegaron al edificio y él le abrió la puerta para que entrara y luego él ingresó detrás de ella, dirigiéndose hacia la escalera.

—¿De donde sacas que te ayudamos por obligación?

Nejire observó al rubio a su lado, con cierto interés. Ambos subieron lentamente los pocos escalones.

—Es algo evidente... considerando lo que he hecho.

Nejire bajó la mirada, sabía que el problema nunca fue con Mirio, sin embargo, su mejor amigo fue el que terminó implicado y lastimado, uno con el que compartía departamento, ella por simple lealtad, en una situación similar, tendría un gran resentimiento por la persona que lastimara a alguna de sus amigas. Además que había sentido un sentimiento hostil por parte de Mirio cuando llegó hace un par de días y le abrió la puerta.

Mirio levantó su dedo y lo apoyó en la frente de Nejire, empujándolo.

—Puede ser que al inicio todo fue algo incómodo... pero ha sido agradable tenerte por aquí, por lo que será divertido el salir el fin de semana.

Nejire se sintió de pronto animada por el cambio de perspectiva de Mirio ¿de verdad él no tenía ni una especie de resentimiento? Pero de pronto su sonrisa desapareció.

—Pero Tamaki no podría pensar igual, yo lo lastimé y no lo culpo por odiarme.

Mirio observó a Nejire con la mirada hacia el suelo y casi dejó una carcajada de sus labios, que reprimió con fuerza ¿Quién la odiaba, Tamaki? La simple idea lo hacía querer reírse por lo absurdo que eso sonaba.

¿De verdad Nejire pensaba que Tamaki la odiaba? ¿Aquel chico tímido, con ojos como cachorro, que se moría de amor por ella? Él le había mentido o mejor dicho le había ocultado por quién sabe cuánto tiempo había seguido en contacto con Nejire, tiempo después que le rompió el corazón. Mirio quería creer que se hizo el duro un poco, pero era totalmente evidente lo mucho que aún la quería, desde la forma en que la miraba o como quería impresionarla, además que le había cedido su cama.

Mirio en el pasado lo hubiera golpeado para que dejara a una mujer casada, pero después de escuchar a Nejire contar lo que sucedió en la partida de Tamaki y como había huido de ese matrimonio, dejando su opulenta vida y aún más, sin miedo a lo que familia diría al terminar su matrimonio, dejó en claro lo mucho que quería a su amigo.

Y la tensión entre ellos era tan fuerte que Mirio muchas veces se sentía algo inquieto en la casa, cuando comían juntos. Podía ver como ambos se buscaban con la mirada una y otra vez, él sentía que estaba en medio de aquello que pronto estallaría.

¿Y ahora Nejire le decía que Tamaki la odiaba?

—Antes de sacar conclusiones apresuradas, mejor pregúntale directamente.

—¿Preguntarle si me odia? —Nejire se sintió nerviosa de pronto, de pensar en escuchar de nuevo palabras duras de Tamaki.

—Tamaki es demasiado noble para odiar a alguien —Él le sonrió mientras abría la puerta. —Pero si no estás segura, mejor pregúntale y sal de dudas.

Mirio apoyó su mano en el hombro de Nejire, levantó la bolsa de papel con el pan que él había elegido y le sonrió.

—Gracias por el café.

Nejire asintió y vio a Mirio entrar y dirigirse a su habitación, sabía que debía terminar de arreglarse antes de ir al trabajo y aún así se ofreció a ir a la panadería.

¿Preguntarle sobre si la odiaba? Nejire jamás consideró hacer algo así, tomando en cuenta que era bastante evidente. Ella solo pudo recordar la expresión dura y letal de Tamaki en el bar y como se había soltado de su agarre, ese gesto que ella jamás había visto y que había dolido tanto... como si la odiara.

"—Esa noche había tomado mucho y estaba... enojado porque pensaba que estabas embarazada."

Ella recordó sus palabras de unos días atrás ...él admitió que había dicho eso porque estaba enojado y quizá él no la odiara, aunque podría guardarle cierto resentimiento. Cualquier persona lo haría, considerando que se habían besado y días después él escuchó una conversación que indicaba que estaba embarazada, lo cual dejaba en claro que había intimado con su esposo y que todo ese tiempo estuvo jugando con él.

¿Quién no odiaría a alguien al descubrir eso?

Aunque las últimas veces que ella estuvo yendo al restaurante y cuando ella se apareció ahí, pidiendo que le permitieran quedarse, él parecía tan... amable y le hacía recordar al Tamaki que conoció cuando trabajaba en su departamento. Nejire se lo atribuía a que sentía lástima por ella y sus malas decisiones pero ¿podría ser diferente? nunca consideró otra posibilidad.

Quizá debía seguir el consejo de Mirio y debía preguntarle de frente.

Ese día Tamaki regresaba al trabajo y quería hacer un buen gesto para que él no se fuera con el estómago vacío. Dejó la bolsa en la mesa, vio las sábanas hechas en el sillón, pero no escuchó ningún ruido ¿acaso se había ido?

¿Tanto tiempo se había demorado en la panadería? La idea que se fuera sin despedirse de él le creó un desazón en la boca del estómago. Fue al baño, pero la puerta estaba entreabierta y no había rastros de él. Torció la boca, realmente se había ido, por lo que derrotada fue hacia la habitación, iba a recostarse frustrada por la situación y después iría a la galería, además de hablarle a Itsuka.

Quería saber si el asunto con Monoma se había tranquilizado y ese día podrían ir a ver las opciones de departamento o podría perderlos.

Abrió la puerta de la habitación de golpe, con el ceño fruncido y entró enojada, hasta que chocó con algo con fuerza, empujándolo, sus pies se trabaron y terminó cayendo hacia adelante y cerró los ojos, esperando el impacto, algo que no llegó. La lámpara junto a la cama se cayó al suelo, rompiéndose

¿Con qué había chocado? Quizá había dejado su maleta cerca de la puerta y por suerte terminó cayendo en la cama, que estaba cerca de la puerta, lo cual amortiguó su dura caída. En la caída logró meter las manos, se apoyó para levantarse pero la textura era tan extraña, hasta que escuchó un quejido.

Sus ojos se abrieron por completo y vio a Tamaki enfrente de ella, o mejor dicho debajo de ella. Pero eso no fue lo que atrajo por completo la atención de Nejire, sino el descubrir que él estaba sin camisa, por lo que aquella textura extraña era su piel.

Sus ojos viajaron al pecho desnudo y algo fuerte y caliente sacudió su interior, secando su boca. No era ningún secreto el hecho de que Tamaki le atraía por completo físicamente, por lo que encontrarlo de esa forma, fue un completo deleite. Sus dedos se movieron, ligeramente, pero lo escuchó aguantar la respiración y estremecer.

Ella se sintió deliciosamente encantada por esa reacción y levantó la mirada.

Tamaki aguantó la respiración y contempló aquellos ojos azules observandolo, que lo envolvieron en aquella calidez sofocante que hizo que su corazón se detuviera un instante y latiera desquiciado al siguiente. El calor inundó su cuerpo y más cuando ella movió sus manos, tocando su pecho desnudo.

Intentó tragar saliva, porque no se supone que nada de eso sucediera. Él había aprovechado la salida de Nejire y Mirio a la tienda para poder darse un baño antes de irse al trabajo y entrar por un poco de ropa a su habitación. A él le gustaba tanto que Nejire estuviera ahí, durmiendo en su cama, pero algo algo inconveniente con respecto a su ropa y cosas que estaban en su closet.

Pero lo que menos esperaba es que ella llegara demasiado pronto y que entrara a la habitación súbitamente y chocará con él. Lo tomaron por sorpresa, por lo que todo fue una sorpresa. Se estremeció cuando la palma de Nejire rozó su pecho y cerró los ojos, conmocionado ¿era una especie de sueño? Pero podía sentir el calor de su cuerpo contra el suyo, sus delicadas manos en su cuerpo y ese aroma embriagador tan cerca y fuerte...

Y la vio observarlo, con fijación, con anhelo y su corazón se estremeció.

Él la miraba con profundidad y aquello acrecentó aquel calor incontrolable en su interior, sus mejillas sonrojadas y Nejire podía jurar el escuchar los latidos de su corazón, que eran tan rápidos y fuertes como el suyo. La tensión era tan densa y sofocante, que apenas era posible respirar y la distancia entre ellos era peligrosamente mínima.

Ambos se perdieron en aquel momento, y él rodeó su cintura, ella dejó salir una exclamación sorprendida por la iniciativa de Tamaki y sintiendo su interior ardiendo. Con el corazón en la garganta se inclinó hacia él, ansiosa por sentir esos labios contra los suyos, por sumergirse en todo lo que él le ofrecía y...

—Tamaki ¿todo en orden?

La voz de Mirio al otro lado de la puerta rompió el momento y Nejire se levantó de pronto, dejándose caer a un lado de Tamaki, con el corazón a punto de salirse y con la cara super roja. Tamaki se levantó de golpe, sentándose conmocionado.

—S-si-si —Su voz sonó tan nerviosa, se cubrió el rostro son sus manos.

Nejire giró su rostro en un intento de demostrar, o al menos fingir, cierto pudor por encontrarlo de esa forma. Pero su cuerpo estaba lo suficiente caliente, aún así la vergüenza fue tal que no podía respirar ni calmar a su estruendoso corazón.

—Me iré primero. —Mirio se quedó pensando ¿Nejire se había ido? Vio el café en la mesa y no pudo evitar sonreír antes de mirar la puerta de la habitación de Tamaki cerrada y salir de ahí, esperando no haber arruinado ningún momento.

Cuando la puerta de la salida sonó, Nejire bajó las manos de su rostro por vergüenza y vio a Tamaki sentado dándole la espalda. No pudo evitar mirar con detenimiento su espalda desnuda, y reprimió un ruido satisfactorio ¿era posible que le gustara más a casa segundo? Sabía que él no era la persona más atlética pero su físico era... muy bueno.

Una vez que Tamaki salió de su nerviosismo paralizante, giró en la cama hacia la orilla, tomó su ropa y salió de ahí, sin poder voltear a ver a Nejire.

Abrió su casillero, guardando su mochila, cuando unos ojos azules vinieron a su mente, su imagen encima de él, sus labios entreabiertos y aquel sonido que hizo cuando él sujetó su cintura. Tamaki cerró su casillero y apoyó la frente en el metal frío, en un intento de que eso calmara el calor en su cuerpo.

¿Qué es lo que había sucedido?

Aún no lo sabía, ni sabía cómo podría volver a verla a la cara, aunque... Todo eso había sido un desafortunado accidente, algo improbable, pero qué sucedió. Y por supuesto que no fue algo que él lamentara o le desagradara, su cuerpo se lamentaba de no sentir la calidez del cuerpo femenino o de haber hecho algo más.

Golpeó su frente de nuevo con el casillero ¿qué significaba algo más? Él jamás había tenido impulsos físicos o al menos no antes de conocer a Nejire. Todo en ella, desde su aroma, su figura, su voz, su sonrisa y la forma en que lo miraba, todo en ella le atraía tanto, que su nervioso corazón casi no podía soportarlo.

Él pensó que después de lo que había sucedido no tendría que volver a preocuparse por eso, él estaba dispuesto a tomar su distancia, pero parecía que el destino quería tentarlo sobre lo que quería y no se atrevía a tomar. Ella le había confesado abiertamente que aún lo quería y él por querer hacer las cosas bien, por respetar lo que Nejire estaba pasando, se había resignado, aunque él lo había hecho desde meses atrás, cuando salió de la residencia Hadou.

¿Ahora quería volverse avaricioso? No había nada que lo detuviera en ese momento y su corazón aún latía emocionado por aquel acercamiento... Se alejó de su casillero y se acercó a la cocina, donde vio a su equipo preparando las cosas. Debía concentrarse en su trabajo y así evitaría pensar en cosas inadecuadas.

—¿Tenemos reservaciones hoy? — indicó cuando habló.

Kaminari alzó la mirada del codorniz que estaba marinando para ver al chef entrar a la cocina.

—Si chef, a la hora de la comida y la cena.

Tamaki asintió y observó al hombre rubio sacando los ingredientes frescos de la nevera.

—Ojiro, te encargarás de la sopa del día,

—Sí Chef.

Tamaki salió para recibir el pedido de mariscos que había hecho y entró cargando la caja hasta dejarlo en la mesa y proceder a limpiarlos para dejarlo todo listo. Tarareó una canción mientras tanto, ya que la cocina estaba en silencio. Kaminari siempre solía poner la música de su novia, al menos de fondo y en el inicio, cuando entraban en servicio, todo necesitaba estar en silencio para escuchar a Tamaki.

—Tamaki —Él alzó la mirada para ver a su sous chef sonriendo, pero quien respondió no fue él, sino a la más reciente del equipo, Mei —¿Hoy estás de buen humor?

—¿Qué?

—Hoy pareces bastante animado.

Él se dio cuenta de la mirada de todo el equipo de cocina, bajó la mirada nervioso de ser el centro de atención y más ¿siendo tan evidente con su humor?

—Está demasiado silencioso... —Susurró mientras seguía en lo suyo.

—¡Oh, es cierto, lo olvidé! —Kaminari, su Sous Chef, salió corriendo para tomar su móvil y colocar su música.

El equipo de cocina de Touche de poivre se concentró en sus labores para poder sacar el tiempo de la comida. Tamaki se centró en cada una de sus tareas y eso ayudó a que dejara de pensar en lo que sucedió en la mañana, o al menos lo intentó.

De vez en cuando la imagen del cabello azul deslizándose por su rostro, sus ojos azules y sus labios entreabiertos venía a su mente y las ganas de verla lo atacaban, aunque aún no sabía cómo iba a volver a mirarla después de eso.

—Todo huele muy bien.

Tamaki salió de sus ensoñaciones para ver a Toshinori entrar a la cocina con una sonrisa, el dueño del restaurante. Tamaki dejó encargado lo que hacía a Ojiro para acercarse a él, ya que por su mirada sabía que quería hablar con él.

—Casi estamos listos para el almuerzo.

—Si, no dudo que todo salga perfecto, como cada día.

Yagi se sentía tan satisfecho con el desempeño de Tamaki desde que llegó a liderar su cocina. Sabía de su capacidad y talento, lo había presenciado y había elevado sus ventas desde que llegó. Lo cual fue en contra de todo pronóstico de Sasaki que dejó en claro su desapruebo ante Tamaki al verlo tan inseguro en la entrevista, pero ambos quedaron convencidos cuando lo vieron moverse en la cocina y más al probar su comida.

No tenía ninguna queja en su contra y le agradeció tanto a Mirio por habérselo presentado.

—¿Necesita algo? —Tamaki le preguntó con cortesía.

—No, no es algo realmente importante pero... solo quería comentarte que el restaurante está en planes de remodelación, con el aumento de las ventas quiero mejorar la apariencia del lugar, aun estoy en ello, pero te avisaré con tiempo cuando suceda.

—Suena realmente bien, igual si necesita cualquier cosa puede informarme.

—Si, muchas gracias por ello, Amajiki.

Toshinori salió de ahí, dejando a la cocina trabajar y pronto los almuerzos comenzaron a ser servidos. Tamaki revisaba los pedidos y los decía en voz alta para que su equipo los escuchara, después se centró en su trabajo, con Nejire como compañera de sus pensamientos, incapaz de dejar de pensar en ella.

Nejire se recostó en el sillón de la sala, observando el techo con gran fijación y observando con frecuencia el reloj de su celular, era de noche, pero Tamaki y Mirio no habían vuelto.

Había ido a la galería aquella tarde, pero no pudo concentrarse en nada, no después de lo que sucedió en la mañana. En su mente veía una y otra vez ese momento en la habitación y las ganas de ver a Tamaki eran incontrolables. Por eso, después de perder el tiempo allí, regresó al departamento temprano, se dio un baño, se puso ropa cómoda y ahí estaba, esperando.

Tampoco había dejado de pensar en las palabras de Mirio sobre preguntarle qué opinaba al respecto y más con lo que acababa de suceder. En aquel momento cuando estuvo encima de él, sentirlo estremecerse, escuchar su corazón acelerado y como la había sujetado al final... la hicieron sentir, al menos por ese instante, que él sentía algo más que lástima por ella.

Él no se alejó, no retrocedió y en aquella mirada oscura pudo ver calidez, esa calidez que ella había conocido en el pasado, que él le había ofrecido. Y esa esperanza se aferró a ella toda la tarde, no quería hacerse falsas esperanzas, por eso ella necesitaba preguntarle, necesitaba saber si debía matar cualquier fantasía y aferrarse únicamente a una amistad o quizá ¿había alguna posibilidad de que él sintiera algo, por mínimo que fuera, por ella?

Jugueteó con su teléfono y después de forma inquieta prendió la televisión, cambiando el canal sin prestar realmente atención. Su mirada iba una y otra vez a la puerta de la casa, ¿debía enviarle mensaje? No se le ocurrió cómo podría preguntarle... y como si lo hubiera invocado la puerta de la entrada se abrió. Nejire se incorporó de pronto, vio a Tamaki entrar y quedarse quieto de pronto.

—Llegaste. —Nejire afirmó con una sonrisa.

—Llegué. —Tartamudeó, porque la idea de que ella lo recibiera en casa, que lo estuviera esperando, lo abrumó. —¿Mirio no ha llegado?

—No.

Tamaki dejó sus llaves en la mesa de la entrada y revisó su teléfono, encontrando un mensaje corto de Mirio.

"No me esperes"

Él torció la boca, preguntándose con que se había entretenido Mirio, bloqueó su teléfono y observó a Nejire en el sillón, atenta a todo lo que hacía, desvió la mirada, nervioso.

—Mirio no llegará pronto... ¿quieres cenar algo?

—¿Tú no has cenado? —Nejire levantó una ceja —Pensé que lo hacías en el restaurante.

—Con normalidad lo hago pero... —Dejó la frase inconclusa, sin poder admitir que había esperado para poder cenar con ella. —Puedo preparar algo.

—No, tú has cocinado todo el día, yo me encargaré —Nejire levantó su teléfono.

Tamaki asintió incapaz de negarse, se sentía especialmente cansado, había tenido demasiado trabajo. Se baño para quitarse cualquier aroma o sudor del día y con ropa más cómoda salió encontrando a Nejire sentada en la alfombra, ante a la mesa que estaba en la sala, frente a varias cajas de comida, y rebuscando entre los canales de televisión.

Era tan extraño verla tan cómoda ahí, en el suelo, considerando que cada día mientras trabajaba con ella, cenaba en la cocina o en la mesa. Ella siempre era tan correcta, elegante y educada que verla ahí era como si algo no encajara.

—¿Estás bien ahí?

—Si, si, solo quiero relajarme.

Tamaki se sentó a su lado en el suelo, Nejire al fin eligió una película y desenvolvió las cosas en la mesa, dejando ver que había pedido sushi en varias presentaciones.

—Lo siento, no te pregunté que querías ¿está bien?

—Si, esta bien.

Sin decir más, ambos se centraron en la comida y en la película, o al menos lo intentaron, porque eran bastantes conscientes del otro. Ambos actuaron como si nada hubiera sucedido en la mañana, ignorando lo que sucedió. Nejire contempló sus labios abriéndose para meter un rollo en su boca y lo observó masticar, ¿podría verse mal de alguna manera? El poder comer de esa forma con él, solo los dos, es algo que pensó que no sucedería de nuevo.

Se concentró en su mandíbula, en sus manos grandes tomando los palillos y en sus labios, esos que alguna vez había probado. Desvió la mirada cuando se dio cuenta que fue descubierta en su escrutinio y se concentró en su comida.

Nejire lo observó de reojo mientras comía, y al mismo tiempo a su mente vinieron los recuerdos de cuando había visto películas en su antiguo departamento... una escena que se sentía tan lejana.

¿Cómo podían cambiar las cosas tan rápido? en ese tiempo ella sintió que todo era perfecto, hasta que todo se terminó. Y ahora estaba ahí, de nuevo, con Tamaki ¿realmente eso era cierto? Jamás pensó que podría estar de esa forma de nuevo con él, pero ahí estaba... y ella no estaba dispuesta a arruinarlo, fuera una amistad o lo que sea.

Comieron en silencio, hasta que los platos quedaron limpios, Nejire siempre se sorprendía del buen comer de Tamaki, a pesar de estar en buena forma corporal... recordó su abdomen desnudo y la suavidad de su piel, fantaseando con ese momento y se le hizo agua la boca.

—¿Quieres postre?

Ella simplemente asintió y él se levantó, llevándose los platos vacíos y regresó con unos vasos con helado. Se lo entregó y comenzó a comer del suyo.

—Pensé que habías preparado algo. —Nejire admitió.

—No tuve demasiado tiempo, lo siento.

—¡No! Está bien, me encanta el helado.

Ella se llevó una cuchara a los labios y comió animada, sintiéndose un poco tonta por decir eso, solo quería alguna excusa para hablar con él. Hasta que algo llamó su atención y se inclinó hacía él, Tamaki se sobresaltó y dejó caer la cuchara en el suelo.

—¿Qu-qué haces?

—Tienes algo, espera. —Ella se acercó un poco más y pasó su dedo por su mejilla, cerca de sus labios, justo en la comisura.

Lo quitó y se lo enseñó, mostrando el helado que había quedado ahí y sin pensar ella se lo llevó a la boca, con una sonrisa en los labios y sin pensar realmente en nada.

—Chocolate.

Nejire vio el rostro de Tamaki cerca, ella no se había dado cuenta cuando se había aproximado y vio sus mejillas, cuello y orejas coloreadas de carmesí, además de sus labios temblorosos. Fue cuando el peso de sus acciones la aturdió, retrocediendo de golpe, nerviosa por ser tan impulsiva. Siempre había sido de esa forma y antes no había importado con Tamaki, pero ya no tenían la relación de antes.

Iba a arruinar las cosas si no cuidaba cada acción que hacía con él, tragó saliva ante el miedo inminente de ello. Vino a su mente de nuevo las palabras de Mirio y no dejó de darle vueltas durante un largo rato, hasta que centró su atención en Tamaki, que parecía haber recuperado el color de su rostro, intentando encontrar el momento o las palabras en su mente para poder decir lo que quería.

—¿Necesitas algo? —Por supuesto que él había notado su mirada, pero se veía parcialmente nervioso.

¿Y cómo no podría estarlo? Considerando el abrupto acercamiento de Nejire, en su mente aún tenía su imagen de ella, tomando el helado y llevándolo a su boca, eso había despertado un vendaval de emociones que lo aturdieron y que casi hacía que su corazón se detuviera.

Nejire consideró que ese era el momento indicado o podría arrepentirse después, no podía seguir con aquella incertidumbre y el destino parecía guiarla a hacerlo, porque estaban solos esa noche, al menos hasta que llegara Mirio.

—Yo quiero disculparme por lo que sucedió en la mañana... yo pensé que te habías ido, por eso entré así a la habitación, mejor dicho a tu habitación, sé que es realmente inconveniente que esté aquí, porque no pueden tener la privacidad que quisieran...

Tamaki observó como jugueteaba con sus manos con cierto nerviosismo, él negó con la cabeza.

—No te preocupes, ha sido un accidente.

El silencio reinó de nuevo entre ellos, con cierta incomodidad al recordar el evento de la mañana. Nejire se movió inquieta en su lugar, recordando las palabras de Mirio, pero al mismo tiempo un nuevo temor se agregó a sus inseguridades. Ellos la habían dejado quedarse porque no tenía otro lugar, por simple lastima o porque eran lo suficientes amables para decirles que se fuera, por lo que ella había estado viviendo ahí, en esa extraña tregua a la relación fría que antes había tenido con Tamaki.

Era un punto neutro de la situación que habían tenido antes... ¿qué sucedería al día siguiente?

—¿Qué sucederá con nosotros una vez que salga de aquí? —Ella miró sus manos, nerviosa.

—¿A qué te refieres? —Tamaki mencionó confundido por el cambio de tema abrupto.

Nejire levantó la mirada y lo observó fijamente a los ojos, con un gesto afligido.

—Nosotros apenas y hablábamos, como simples conocidos... —Ella susurró bajó la mirada de nuevo.

Ella observó sus manos como si fueran lo más fascinante en el departamento, intentando aclarar sus ideas y sus palabras, para poder transmitir lo que quería.

—Yo... quisiera seguir hablando contigo, seguir yendo al restaurante sin sentir que no soy bienvenida, quisiera poder salir contigo y con Mirio, yo quiero estar en tu vida, pero sobre todo... en realidad quisiera que Tamaki no me odiara.

Lo había dicho, lo que tanto había temido y lo que la torturó todo ese tiempo, ella abrazó sus piernas, en un intento de mantenerse unida ante la idea de su negativa y verse obligada a cortar de nuevo toda comunicación con Amajiki, de alejarse de su vida.

—Yo no te odio. —Su voz sonó como un susurró bajo.

Nejire sintió su pecho estremecerse ante esas palabras, levantó la mirada incapaz de creerse esas palabras, pero vio la honestidad en los ojos de Amajiki. De pronto las ganas de llorar la invadieron, pero se resistió, las palabras de Mirio retumbaron en su cabeza "Tamaki es demasiado noble para odiar a alguien"

Impulsada por el momento y por los latidos fuertes de su corazón por la emoción, se acercó ligeramente hacía él, algo que lo hizo desviar la mirada, inquieto.

—¿Te desagrado? —Necesitaba descartar cualquier posibilidad.

—Por supuesto que no —Él levantó el rostro para verla y dejar en claro que no era nada de eso.

A pesar de que esas palabras habían descartado sus peores temores, una duda retumbó con fuerza en su cabeza.

—Entonces ¿por qué estás haciendo todo esto por mi? ¿Por qué estás ayudándome? —Ella había concluido que era por simple lastima, pero quería escucharlo de sus labios.

Tamaki miró hacia sus manos, pensando en la respuesta de ello. Para él era sencillo, la quería, la quería tanto que no quería que sufriera, él siempre vería por su bienestar, sin importar lo que hubiera sucedido.

—No podría perdonarme si algo malo te sucediera. —Él levantó la mirada y la observó mientras hablaba.

Nejire sintió como su propio corazón se emocionó ante esas palabras ¿él estaba preocupado por ella? ¿Realmente le importaba? ¿Él podría...?

Sus miradas chocaron con fuerza y con ambos corazones latiendo al mismo tiempo.

Ella se movió en su lugar, con su corazón sonando en sus orejas ante la esperanza que se alzaba en su interior. Su rodilla chocó con la de Tamaki, que se estremeció al darse cuenta de la cercanía abrupta. Pero ninguno desvió la mirada, no cuando la intensidad de la mirada contraría se los impedía y la tensión en el ambiente era asfixiante.

—Y tú.. ¿Qué es lo que quieres? —Nejire susurró, sin arruinar el momento, quería escucharlo de sus labios.

Tamaki tragó saliva en un intento de sentir la voz en su garganta, pero la cercanía de Nejire y la tensión del momento le impedían pensar con claridad.

—Yo solo quiero una cosa.

Nejire se humedeció los labios, sentía su corazón latir con fuerza ante la incertidumbre y la emoción del momento, donde ambos estaban siendo honestos.

—¿Qué cosa? —preguntó cuando él no dijo nada.

—Yo... solo quiero estar contigo.

El peso de esas palabras golpeó a Nejire tan fuerte que se quedó sin aliento y su corazón se estrujó dolorosa pero al mismo tiempo con satisfacción, aunque la sorpresa fue evidente en su rostro. Tamaki se dio cuenta de la fuerza de sus palabras y se arrepintió, avergonzado, sintiéndose tan pequeño.

—Y-yo solo quiero lo mismo que tú. —Apartó la mirada hacia el suelo, hacia sus manos temblorosas e intentando que su pecho no saliera de su lugar. —se-seguir en contacto y esas cosas. —Él ya no sabía lo que estaba diciendo.

Salió de su conmoción cuando escuchó la risa dulce y nerviosa de Nejire a su lado, algo que cortó toda la tensión del momento, y que lo hizo mirarla. Ella sonreía con amplitud y una lágrima salió de uno de sus ojos.

—No sabes lo feliz que me hace escuchar eso. —Se apartó el cabello del rostro, aún sin poder creerse lo que escuchó. —De verdad... ¿Estoy soñando? —Se pellizcó las mejillas.

Abrumada por su respuesta, por su felicidad eclipsante y por el futuro que se aproximaba, Nejire se lanzó sobre él con la imprudencia que la representaba, abrazándolo, pero ambos terminaron en el suelo, con ella encima, apoyando su rostro en el pecho de Tamaki.

—Es-espera... —Tamaki tartamudeó con el rostro sonrojado. —Ne-nejire...

Pero ella no lo escuchó, solo se refugió entre sus brazos, aferrándose a él tanto como pudiera y decidida a no dejarlo ir nunca más. 

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