XII.
Nejire observó fijamente su reflejo en el espejo, un reflejo de encontrarse ahí sentada en su tocador, colocándose unos aretes de oro que utilizaría ese día, un día más en aquel departamento sin planes aparentes.
Contempló sus ojos entrecerrados, lo cual dejaba en claro su humor de aquel día, toda la energía que siempre había representado a Nejire, había desaparecido. Algo que empezó desde que descubrió que su matrimonio no era lo que siempre esperó, pero que después de un tiempo recuperó toda esa vitalidad cuando su padre le contrató aquel chef personal.
Y...él se había ido.
Aún tenía fresco el recuerdo de lo que sucedió unas dos noches atrás, cuando lo encontró en aquel bar después de no verlo durante más de una semana, ya que él pidió un descanso por temas personales. Nejire se había entusiasmado tanto al verlo... hasta que él le dejó en claro que no quería ningún tipo de relación con ella y que no regresaría a trabajar a su casa.
Él había sido tan tajante duro y frío... una cara que ella no conocía de Amajiki. Pero Nejire concluyó que lo había lastimado demasiado. Todo eso era cosa suya, lo sabía con claridad. Se había aferrado a un matrimonio que inició muerto y lo lastimó una y otra vez, cuando Tamaki le ofreció sus sentimientos. Tomando su distancia, después correspondiendo el beso y luego huyendo a la casa de sus padres.
Pero Nejire tenía miedo de aceptar que su matrimonio había acabado y... de aceptar sus sentimientos por Tamaki. Aquellos que eran tan incorrectos al ser una mujer casada y aquello la llevó a perderlo justo en el momento en que ella decidió ser honesta consigo misma sobre lo que sentía y de reconocer que se había enamorado de Amajiki.
Fue demasiado tarde porque él le había dejado en claro que no quería nada más con ello. Algo que ella aceptó, porque ella había arruinado las cosas y debía soportar las consecuencias de sus actos e inseguridades alimentadas por fantasías.
Pasó el cepillo por su cabello con aire ausente, no había nada más que hacer. Solo aceptar aquella vida que ella eligió en vez de la persona que quería.
Percibió algo moviéndose detrás de ella, saliendo de sus ensoñaciones y cuando puso atención, vio en el reflejo a Neito apoyado en su hombro y besando su cuello. Él volvió a levantar la mirada y le sonrió a través del espejo.
—Pensé que no despertarías hasta tarde.
Nejire se quedó quieta viéndolo, él lo decía porque los últimos días ella se había sentido realmente mal al ver como terminaron las cosas. Se había sentido decaída y no se había esforzado en ocultarlo, aunque Neito no parecía notarlo, seguía comportándose tan... atento que Nejire se sentía un poco enferma.
No quería sus atenciones o caricias en ese momento... se estremeció cuando sintió sus labios en su cuello y cómo sus manos rodeaban su cuerpo y adentrándose por su blusa, tocando su estomago y con intenciones de subir.
Neito había llegado de su viaje tal como lo prometió, al día siguiente de su partida, en aquel día donde Nejire se metió en la cama y se negó a salir en todo el día, indispuesta y con las palabras de Tamaki resonando en su cabeza. Neito la había abrazado y se había recostado a su lado con toda la atención que pudo ofrecerle, diciéndole lo tanto que la había extrañado y que deberían viajar pronto juntos, solo ellos dos.
Sugirió que salieran a algún lado, al cine, a cenar, quizá ir de compras que es una actividad que Nejire disfrutaba abiertamente o a donde quiera que ella quisiera. Él parecía tan animado y positivo, como cuando él la cortejaba antes de casarse.
Sin embargo Nejire se negó porque lo que menos quería hacer era salir a algún sitio y fingir que todo eso estaba bien. ¿Qué es lo que Nejire debería hacer? Aún no lo sabía.
Ella se había mantenido callada sobre todo lo que había pasado, jamás podría contarle a nadie y mucho menos decirle a Neito que la partida de su chef personal la tenía... decaída. Porque eso detonaría las preguntas que ella no quería responder. Pero tampoco ella era buena fingiendo, por lo que simplemente le dijo que no tenía ganas.
De eso habían pasado dos días y Neito seguía en esa actitud de querer que todo estuviera bien. Posiblemente había olvidado el desplante que ella le había dado tiempo atrás y de verdad quería hacer las cosas de la mejor forma. Por primera vez en su vida Nejire quería que él regresara a su actitud indiferente de antes, cuando ella no le importaba.
La mano de Monoma alcanzó el borde de su sostén y sus dedos intentando irse por debajo de la prenda la sacaron de sus pensamientos y se movió incómoda en su lugar, apartando de esa forma la mano de su esposo de su cuerpo. Él la observó a través del espejo, con una sonrisa juguetona aún en su rostro.
—Podría llegar tarde al trabajo hoy... —Él sugirió.
Nejire terminó de peinarse el cabello con cierto hastío y giró para ver a Neito deshaciéndose la corbata de su traje. Ella se levantó, sin ninguna expresión evidente en su rostro.
—Realmente hoy no es un buen día. —Pasó a su lado hacia su armario donde escogió una ropa sencilla. —Me duele la cabeza.
La sonrisa en el rostro de Monoma desapareció y la frustración fue evidente, subió el nudo de su corbata y la observó buscando su ropa. Se acercó hacia ella, tirando de su brazo, para obligarla a mirarlo.
—¿Qué demonios te sucede? —Él presionó su brazo con fuerza. —Desde hace unos días estás en ese tipo de actitud y yo... yo estoy esforzarme para que esto funcione.
Nejire tiró de su brazo, soltándose, sintiéndose agitada de pronto por la forma en que él la había tomado, algo que jamás había hecho.
—Te lo he dicho, me duele la cabeza. —ella tomó su distancia.
Eso solo hizo enojar más a Monoma que torció la boca.
—¡Un hijo no saldrá de la nada! —Él alzó la voz realmente fastidiado.—Dijiste que querías intentarlo, que querías esto conmigo y que querías un hijo ¿y ahora te comportas de esta forma? —Él se llevó la mano a la frente.
Nejire se había quedado completamente quieto en su sitio, con su corazón alterado por la forma en que Neito había reaccionado. Él alzó la mirada y la observó.
—No sé qué es lo que esperas de mí.
—Realmente no estoy esperando nada.
Nejire había dejado de hacerlo hace un tiempo, el querer o esperar algo de su esposo, después de todos los desplantes y su indiferencia. Se había acostumbrado tanto a ello, que en algún momento dejó de esperar que la tocara o que se acercara mientras dormían o hasta que la besara.
Él solo la miró antes de dejar salir una risa irónica, tomó su saco que había dejado en la cama con violencia.
—Mi paciencia tiene un límite.
Sin esperar más tiempo salió de ahí, azotando la puerta con fuerza. Nejire cerró los ojos ante el sonido y se quedó quieta un momento, antes de dejarse caer en el suelo, sin sentir la fuerza de sus piernas.
Se sentía tan cansada y enferma... que lo único que quería hacer era echarse en la cama, a pesar de que prometió que no se quedaría acostada todo el día. Sin embargo... la idea de quedarse ahí en casa, sola y con todos los recuerdos torturándola y cada una de sus malas decisiones, era aún peor.
Por lo que se levantó, tomó un vestido azul, se arregló lo mejor posible y salió de su habitación.
—Nejire... ¿Está bien?
Vio a Ryuko en la sala, por supuesto que había escuchado la discusión y más con Neito azotando la puerta. No podía decir nada para mentir, por lo que evitar el tema sería lo mejor. Se forzó a sonreír.
—Si, estoy bien, hoy estaré fuera todo el día, por lo que puedes retirarte.
La rubia la observó un momento, hasta que finalmente asintió, Nejire salió de ahí y descendió por el ascensor, hacia el estacionamiento. Encontró su auto con rapidez y se subió, avanzando tan rápido como era permitido.
Frenó al ver un semáforo en rojo y fue ahí, que se hizo la pregunta más complicada ¿a donde iría? Dudaba que alguna de sus amigas estuviera disponible, además que ir con ellas significaba explicar el porqué estaba de esa forma... necesitaba algún lugar donde no tuviera que ver a nadie, ni dar explicaciones y pudiera sentirse cómoda.
Un lugar vino a su cabeza, giró a la derecha cuando el semáforo cambió y avanzó durante un par de minutos, hasta que entró en un estacionamiento e ingresó a aquel edificio, con total familiaridad, llegó ante una puerta e ingresó la llave a la cerradura, abriendo.
El olor de viejo y pintura llegó a su nariz, ingresó cerrando la puerta y observó los cuadros colgados, en el suelo o en caballetes, todos dispersados en la sala, algunas hojas en el suelo, su mesa de trabajo y el sillón en medio del lugar. Fue hasta ahí y se sentó dejándose caer y de alguna forma todo lo que había estado reprimiendo, explotó.
La lágrimas brotaron de sus ojos y comenzó a llorar, sollozando, subió sus piernas al sillón y las abrazó, haciendo su cuerpo más pequeño, en un intento de mantenerse huida. Su vida era un completo desastre, una agonía y en ese punto se sentía tan perdida, a la deriva que no sabía qué es lo que debería hacer.
La simple idea de seguir con ese matrimonio era una tortura, ella no quería estar ahi, no quería que Neito la tocara o la besara, solo lo quería lo más lejos posible, todo se había acabado ¿porque había aceptado el volver a intentarlo? Antes deseaba que él la tocara y volver a intimar con él, pero la última vez que lo intentó lo supo, que no podría hacerlo, porque no lo deseaba.
Ella quería estar con alguien más aunque eso no ya no era posible.
Ella había aceptado eso y debía lidiar con eso... se preguntó si quizá ir con sus padres era una mejor opción, pero hace poco estuvo ahí y no quería explicarle a sus padres nada, sabía lo que le dirían. No le permiten la opción de separarse, a sus ojos él era el hombre ideal en su matrimonio y el que dirigía gran parte de la empresa.
Se recostó en el sillón cuando las lágrimas se agotaron y se quedó ahí quieta, viendo a la pared, detallando alguno de sus cuadros sin pensar en nada. Estar ahí, en ese lugar de calma y quietud de alguna forma era reconfortante. Se levantó después de un gran lapso de tiempo y caminó por la sala, observando las pinturas con detenimiento, viendo todo lo que había creado.
Hasta que llegó a su escritorio y vio una imagen ahí, un boceto, uno que desató aquel pequeño pensamiento que estaba intentando silenciar. Presionó los labios cuando su corazón se agitó dolorosamente al ver el rostro que tanto quería olvidar.
Tamaki estaba ahí y en toda la sala, su esencia flotaba ahí, recordando la vez que él fue ahí, sus palabras y halagos a sus cuadros y como se había ofrecido para posar para ella. Giró para ver el sillón y los recuerdos vividos de cuando ella quedó en su regazo y ella decidió mandar al diablo todo, con tal de poder besar a Amajiki.
Se arrepentía de haberlo traído allí, a su lugar, el único sitio que le permitía, porque ahora era imposible sacarlo de su cabeza. Tomó ese boceto y otros más que había hecho, los colocó en una carpeta y los enterró en lo más profundo del cajón de la mesa, no podía seguir aferrándose a él.
Debía distraerse para poder sacarlo de su cabeza.
Tomó papel y hoja, se sentó ahí y comenzó a hacer trazos sin sentido en la hoja, sin ninguna base o idea mental, solo utilizándolo como un medio de escape, una forma de drenar todo lo que sentía, de esa forma utilizaba el arte.
Necesitaba sacar todo eso que quería consumirla.
Siguió de esa forma durante mucho tiempo, dejándose llevar, hasta que su teléfono vibró y se iluminó. Leyó el mensaje que le llegó, de Itsuka, que le decía que deberían salir ese fin de semana. Le respondió enseguida de forma afirmativa y fue cuando vio que era tarde. Dejó lo que estaba haciendo, y regresó a casa con lentitud.
No tenía prisa con llegar, no quería ver a Neito más tiempo del que debería. En su camino consideró el encontrar algún otro lado para vivir. No tendría porque decirle a sus padres y dudaba que Neito dijera algo, porque tendría que exponerse de que las cosas iban mal y que ella lo había abandonado.
No tenía más razones por las cuales quedarse, su matrimonio se había terminado.
Llegó al edificio y estacionó el auto, subiendo por el ascensor, una vez ante su puerta, la abrió lentamente y se asomó, pero estaba a oscuras, algo que la tranquilizó. Eso significaba que Neito no estaba ahí y seguramente por la pelea terminaría llegando lo suficiente tarde.
Entró más tranquila yendo directo a su habitación, se deshizo de su ropa y se dio un largo baño... ir a su estudio había sido más tranquilizador de lo que pensó, pudo dejar de pensar en todo mientras pintaba, algo que aprovecharía cada día de ahora en adelante.
Se hundió en la bañera, sintiendo el agua caliente y relajándose por completo. Una vez que terminó y se colocó su pijama, fue cuando sintió su estómago reclamar comida. Se quedó quieta, porque la idea de ir a la cocina... era algo que había evitado todo ese tiempo. Se quedó observando el pasillo que llevaba hacia la sala y de ahí a la cocina... hasta que retrocedió y regresó a su habitación.
Decidió pedir algo de comida a domicilio, lo cual fue una especie de deja vú de su antigua vida. Por suerte llegó rápido y comió mientras veía la televisión de su habitación. Una vez que terminó y se aseó, se recostó en la cama, con el celular, perdiéndose en la redes sociales, viendo videos, imágenes o leyendo algunos artículos. Observó el reloj, eran casi las diez de la noche, era aún temprano para que Neito llegará, sabía que él evitaría llegar temprano.
Aunque era temprano, ella ya tenía sueño, quizá por los cambios que tenía su vida. Sus ojos comenzaron a cerrarse, con el celular en las manos. Sus ojos se cerraron...fue cuando lo escuchó. Una puerta abriéndose, Neito había llegado. Apagó el teléfono, ocultándolo en su almohada y se hizo la dormida, esperando que él no se apareciera ahí. En alguna de las peleas que habían tenido anteriormente, él solía dormirse en la biblioteca, esperaba que él hiciera lo mismo.
Esperó unos segundos, para escuchar si la puerta de su habitación se abría, pero no fue así. Por lo que más tranquila se relajó con la intención de volver a dormir, hasta que escuchó algo caer y romperse. Abrió los ojos por completo, porque no había forma de que ese fuera Neito. Al menos un Monoma consciente.
¿Acaso estaba lo suficiente borracho? Debía cerrar su habitación, se levantó con la idea, de forma sigilosa y cuando estaba por poner el seguro, abrió la puerta un poco, solo para asegurarse de que era Monoma y un ladrón no se hubiera metido. No vio a nadie, ¿qué es lo que se había caído?
Caminó lentamente, pasando por la biblioteca pero todo estaba oscuro, no parecía que estuviera ahí Neito. Siguió caminando por el pasillo hasta que llegó al final, a su lado izquierdo estaba la puerta principal y a la derecha había otro largo pasillo que llevaba al área de lavado y dónde estaban las habitaciones del servicio.
Y ahí, vio el florero de la sala en el suelo y una de las habitaciones con la luz prendida. ¿Acaso Ryuko había regresado? Caminó con sigilo, acercándose y se asomó, reconociéndolo al instante.
—¿Tamaki...?
El hombre en la habitación soltó la maleta en sus manos por el susto, se quedó un momento quieto, hasta que giró en su lugar.
Nejire sintió su cuerpo estremecerse cuando vio a su antiguo chef personal ante ella, con aquel rostro en que había fantaseado, su corazón reaccionó de forma dolorosa. Sintió que el aire se atoró en su garganta y... percibió aquel rostro que antes había sido tan amable, serio e indiferente.
—¿Qué haces aquí? —Se animó a hablar.
Él torció la boca, con cierta reprimenda a sí mismo.
—Lo siento... pensé que no estaría.
Tamaki se había comunicado con Ryuko durante toda la semana, con la intención de recuperar sus cosas, aquellas que había dejado en esa habitación, cuando él decidió no regresar a trabajar. Ryuko siempre le comunicó que la señora estaba en casa y que podría pasar cuando quisiera, Tamaki siguió alargando aquello... hasta que esa tarde Ryuko le comunicó que la señora había salido y que seguramente no volvería temprano.
Amajiki tomó aquello como una oportunidad, para ir por sus cosas ese día.
—Solo... he venido a recoger mis cosas.
Él se inclinó para tomar la maleta y terminar de empacar toda su ropa y algunas cosas más.
Nejire sintió aquello como un golpe fuerte en su rostro. Ella sabía que él había renunciado y que no volvería a verlo, pero de pronto tenerlo ante ella y que estuviera diciéndole de nuevo que se iría, trajo a su mente esos pensamientos dolorosos.
—Oh, si, ya veo... —Fue lo único que pudo decir.
Nejire pudo darse cuenta, que él no quería ser visto al venir, y aquello hizo las cosas más dolorosas.
Tamaki siguió en lo suyo, Nejire se debatió en su lugar una y otra vez, pensando si debería quedarse ahí, contemplándolo por última vez... o quizá debería irse. Si, eso era lo más indicado, aún así su cuerpo no le obedeció cuando lo pensó.
Amajiki giró para tomar unos zapatos y echarlos en la maleta, pero se detuvo un momento.
—Yo... siento lo del jarrón, estaba demasiado oscuro, lo pagaré o pueden quedarse con mi último sueldo.
Nejire negó con la cabeza y sonrió sin muchas ganas.
—No te preocupes, no me gustaba ese jarrón...—Desvió la mirada hacía el pasillo. —No me gustan muchas cosas de este lugar...
Nejire se mordió la lengua porque estaba a punto de decir que lo único que le gustaba era él, pero no era nada apropiado. La madre de Neito había decorado ese lugar y no era para nada su gusto... ella hubiera querido una decoración más artística.
Se sentía tan incómoda e inquieta, con ganas de regresar a su habitación y hundirse en la cama, pero la idea de que esa podría ser la última vez que lo viera... no podría perdonarse si se iba de ahí, sin aprovechar ese último instante.
Finalmente él cerró su maleta y giró para verla, eso hizo que el corazón de Nejire doliera aún más, de poder apreciar su rostro, de poder detallar esa mandíbula, esos labios y esos ojos oscuros. Aunque él no estaba mirándola, evitaba ver sus ojos. Contuvo las ganas llorar y de acercarse a él, cruzó los brazos en su pecho y se forzó a sonreír.
Se hizo a un lado para que él pasara, pero él se quedó quieto, miró al suelo un momento y después al pequeño armario.
—Gracias por la oportunidad de trabajar aquí.
—No, eso... eso fue idea de mi padre. —Él asintió aún viendo el armario. —Pero fue un placer tenerte aquí.
El silencio reinó de nuevo y un nudo cada vez más grande se formaba en la garganta de Nejire.
—Si...
—Y... ¿conseguiste trabajo? —Ella presionó su brazo contra su pecho. —Si no es así, yo podría darte alguna recomendación para que...
—No se preocupe, si he conseguido un empleo.
La tensión era tan aplastante, que Nejire apartó la mirada antes de asentir y ver la puerta de la habitación. Las palabras de Tamaki en el restaurante vinieron a su mente, como un tortuoso recordatorio.
Tamaki finalmente caminó y salió de la habitación, Nejire lo siguió dos pasos detrás, viendo la espalda masculina alejarse y sintiendo su corazón estrujarse dolorosamente. Él abrió la puerta de la entrada y salió del departamento, se detuvo cuando dio un paso afuera. Nejire se quedó en la entrada, viéndolo y esperando que él se fuera por ese elevador, cuando él giró en su lugar.
Al hacerlo la miró a los ojos y Nejire sintió las piernas débiles, por la dureza de esa mirada y de que... no quedaba rastros de ningún sentimiento, ella los había matado. Tamaki estiró la mano.
—Ha sido un placer cocinar para usted, Hadou.
Nejire observó un momento su mano, antes de estirar la suya, con cierta vacilación y aceptar aquel gesto, sujetando la contraria.
Un estremecimiento recorrió su cuerpo y aquel nudo en su garganta se acrecentó, sus labios temblaron y se forzó a sonreír.
—Yo... si, gracias... por todo, tú... —Nejire jamás en toda su vida había tartamudeado, pero en ese momento fue inevitable, quería decir tantas cosas, quería gritar y pedirle que se quedara, pero se contuvo, el resistir que todo lo que sentía saliera por su boca fue tan sofocante que aguantó la respiración y después exhaló. — ha sido un placer poder probar tu comida.
Él asintió, soltó el agarre, dio media vuelta y entró al ascensor que se abrió en ese momento, como si supiera que estaba saliendo en ese momento.
Nejire lo contempló y cuando él giró en el ascensor, le sonrió con modestia, él desvió la mirada hacia los botones del ascensor, con aquella mirada fría y finalmente las puertas se cerraron.
El nudo en su garganta era tan sofocante y sofocante que un sollozo escapó de su boca, entró a su departamento, cerrando la puerta y se apoyó en ella, en un intento de no romperse y resistiendo todas las ganas de seguirlo.
Lo sabía, Tamaki había salido de su vida.
Me ha tomado un tiempo, pero por fin he escrito este capitulo tan complicado... Esta historia debe terminar este año, asi que esperen actualizaciones más frecuentes.
Bạn đang đọc truyện trên: AzTruyen.Top