XI.
Nejire movió la copa de cristal que tenía enfrente con aire ausente, la tomó entre sus dedos y se la llevó a la boca, tomando el agua, una acción que había repetido en un par de ocasiones en el ultimo minuto.
—Nejire, ¿me escuchaste?
Ella reaccionó dejando la copa que tenía en las manos, vio a Ryuko sirviendo café en la taza de Neito y al rubio observándola con un gesto de reprimenda en su rostro. Lo cual era evidente, no le gustaba para nada que ella no lo escuchara.
—Lo siento... ¿qué sucede?
Neito tensó su mandíbula, pero se esforzó en relajar su rostro, lo suficiente para evitar actuar como un patán con su esposa, al ser ignorado sin ningún tipo de sutileza.
—Me iré de viajes de negocios, pero no será un viaje largo, regresaré mañana.
—¿Te vas? —Nejire se inclinó en la mesa, completamente atenta a lo que estaba escuchando. —Pero... ¿con quien me quedaré?
Neito levantó una ceja ante la pregunta de su esposa. No sabía que le sucedía desde hace un tiempo, desde antes de aquel viaje a la casa de campo de sus padres, pero había algo extraño. Antes solo lo seguía sin cesar, esperando por él y todo su mundo parecía girar en torno a él, algo que por supuesto le gustaba.
Pero actualmente estaba más distraída, como si algo más estuviera ocupando sus pensamientos. Y más ahora ¿era por la cuestión del bebe? Si así fuera no lo hubiera rechazado en la cama. Desde ese momento él no había vuelto a intentarlo y Nejire no estaba buscándolo.
Posiblemente estaba resignándose a seguir y actuar a como él lo decidiera, algo que él buscaba desde el inicio. Pero aún así, había algo...
—Con Ryuko, por supuesto, además ¿porque necesitarías a alguien más? Solo me iré una noche.
Nejire asintió con una sonrisa ligera en el rostro mientras veía a Ryuko regresando por los platos vacíos del desayuno. Ella apenas y había probado bocado, lo cual generó desaprobación en su ama de llaves.
Neito se levantó, abrochándose el botón de su abrigo, tomó una maleta pequeña que había hecho y salió de la casa, no sin antes darle un beso pequeño a Nejire en la frente. Ah, estaba evitando el contacto como besarla en los labios, eso desde que ella lo rechazó de forma tajante. Algo que en realidad Nejire agradecía, porque su cabeza no estaba para pensar en tener un niño, no como estaban las cosas.
Tamaki Amajiki, su cocinero, se había ido.
Había pedido unos días de descanso por una urgencia y se fue sin despedirse de Nejire. De eso había pasado una semana. Algo sumamente extraño, cuando ella regresó de casa de sus padres, él parecía empeñado a hablar con ella. Algo que no había sido posible por la presencia de Neito y por Ryuko.
Nejire se enteró hasta el día siguiente, cuando en el desayuno, vio a Ryuko preparar algo sencillo para ellos. Desde ese momento ella no lo había visto ni había sabido de él, algo que la tenía ansiosa y pensativa.
¿Por qué se iría de pronto? Había comunicado que fue por una emergencia ¿acaso algún familiar tuvo algún tipo de accidente? O quizá ¿Había sucedido algo con Mirio? Las ideas no dejaban de venir a su mente, lo cual la había mantenido inquieta durante días, con la cabeza pensando en las posibilidades y deseando que todo estuviera bien.
Aunque Ryuko se lo había dicho, cuando le preguntó sobre la ausencia de Tamaki y cuantos días se tomaría.
—No lo sé, realmente no me comunicó cuantos días, salió de aquí demasiado rápido. —Era evidente que Tamaki le había comunicado su ausencia al padre de Nejire, pero a ella no le dio tantos detalles, no tendría porque hacerlo.
—¿Acaso algo malo le sucedió o a su familia? —Nejire tenía ganas de salir de ahí e ir a buscarlo.
—No lo creo, al menos él mencionó que era un asunto privado, aunque no era nada con respecto a la salud de su familia.
Eso fue suficiente para que Nejire se sentara y se relajara, al menos un poco.
Sin embargo, en esos días se había sentido tan extraña sin la presencia de Tamaki. Ella se había ido de viaje incapaz de saber como podría mirarlo a la cara después de aquel beso. Cuando ella decidió regresar, enfrentar las cosas y olvidarse de todo eso, él se fue, demasiado rápido para que pudieran hablar.
Algo que de alguna forma era un alivio para Nejire, la idea de hablar de lo que hicieron y las implicaciones, que no existían, era algo que temía por ver la razón en la que Tamaki reaccionaria. Ya había sucedido una vez cuando ambos se distanciaron, temía que algo así se repitiera.
Pero sin Tamaki ahí, todo era incierto ¿debería tomarlo como algo bueno y seguir con su vida? Quizá, pero la idea de que algo grave le estuviera pasando o que era lo suficiente importante para sacarlo de su trabajo durante días, no la dejaba tranquila.
Además que... extrañaba verlo, algo que sabía que no debería, pero antes de... que sucediera lo que sucedió, se habían llevado tan bien, él era la persona en la cual Nejire más confiaba y con la que podía hablar y hablar y sabía que sería escuchada. Aún más, ella le había contado de aquel pasatiempo con la pintura que tenía prohibido, que pensó que jamás se lo diría a nadie, pero con Tamaki había sido diferente, sabía que él entendería.
Y extrañaba su comida, no es que Ryuko cocinara mal, era lo suficiente buena, pero era más trabajo para ella. Además que nadie jamás podría igualar el sazón de Tamaki en la cocina.
—Nejire ¿Qué planes tiene para hoy?
Nejire giró para ver a Ryuko, sonrió sin muchas ganas y se levantó de su asiento.
—Solo estaré en mi habitación, viendo la televisión.
Esa era la vida a la que se resumía ante la ausencia de Tamaki, como si no tuviera sentido ni dirección, algo que, muy en el fondo sabía pero se negaba a aceptarlo.
El día transcurrió sin contratiempos, hundida en aquel sillón mientras veía películas, cambiando entre los canales y eligiendo algo en alguna plataforma, para pasar el tiempo. Y aquella perdida de tiempo le hizo pensar más de la cuenta, sobre lo que era su vida y si eso era lo que quería.
Después del incidente donde ella terminó rechazando a Neito, él no había vuelto a tocarla, algo que lejos de molestarla, la tranquilizó. Y al mismo tiempo la perturbó, porque la razón era aquella a la que buscaba con desesperación alejarse o negarse a admitir que había pasado un limite. Tamaki había llegado a su cabeza en ese momento y desde que se fue, en muchos más.
Quería verlo, quería volver a verlo reír o sonrojarse con torpeza, a su mente vino la sensación de sus labios contra los suyos y sintió un cosquilleo en la boca de su estomago. ¿Qué sucedería cuando ambos hablaran? ¿Él aceptaría su decisión? Pero había algo mucho más importante ¿eso es lo que ella quería?
Cuando fue a casa de sus padres lo que quería era paz y tranquilidad, pero Neito terminó interviniendo. Y en todo ese viaje lo que más deseó es que él no estuviera ahí, y la idea de tener un hijo, un hijo de Monoma la hizo retroceder. No sentía que en ese momento quisiera un hijo, algo en ella la hacía evitar a estar a solas con él.
Por eso ella se alejaba lo más que podía cuando dormían y agradecía que él no intentara nada.
Su celular, a su lado sonó, la cual la apartó de sus pensamientos y lo tomó con aire ausente. ¿Sería su madre? es la que solía hablarle más por mensajes.
Pero abrió el mensaje, lo leyó y sonrió, antes de levantarse e ir a bañarse para arreglarse.
Las puertas se abrieron y contempló el lugar, el amplio espacio y decorado de forma , las mesas distribuidas en la periferia, una pequeña zona de baile y las luces moradas, azules y rojas desplazándose por todos lados, dando una sensación de secretismo.
—¿Qué tal?
—Me encanta.
Nejire observó a Itsuka y le sonrió, mientras avanzaban hacia una de las mesas principales, aquellas que eran reservadas para la gente importante.
—Me alegra que te guste, tenía mucha fe al lugar y quedó mejor de lo que esperaba. —Itsuka junto ambas manos, emocionada.
Nejire asintió, Itsuka la había invitado al nuevo restaurante bar que había abierto, una inversión pequeña y de gusto propio, porque su familia era una empresa de inversionistas. Ella de vez en cuando apostaba a pequeños establecimientos, como bares, tiendas o restaurantes, lo que a ella se le antojara en ese momento.
Tenía un buen sentido de inversión, debido a su familia, por lo que sus negocios siempre resultaban exitosos. Ese lo había inaugurado un par de semanas atrás y la afluencia de gente era buena. Sabía que estaba trabajando en una cafetería temática.
Y en cada uno de sus negocios nuevos, Itsuka siempre la invitaba para ir juntas, algo que Nejire siempre disfrutaba. Era su amiga más cercana, pero sus negocios le quitaban gran parte de su tiempo, pero cuando salían, siempre era agradable.
Por eso recibir su mensaje horas atrás fue un reconforte.
Se sentaron en la mesa asignada y los meseros vinieron pronto, sirviendo lo mejor de la mesa, un trato que era tan acostumbrado para ellas, por pertenecer a las altas clases, pero aún más por ser Itsuka Kendo, la dueña del lugar. Degustaron de los platillos, riendo y poniéndose al corriente de las cosas. Por supuesto Itsuka tenía mucho más que contar, por sus múltiples viajes de negocios e inversiones, por lo que Nejire escuchó encantada, haciendo comentarios de vez en cuando. Las copas fueron vaciadas y pronto un mesero venía a rellenarlas.
—¿Y tú que tal? —Mencionó Itsuka después de una pausa su conversación, llevándose una copa de vino a los labios. —¿Qué novedades me tienes?
—Nada realmente destacable. —Nejire hizo una pequeña sonrisa, mientras tomaba de su propia copa de vino.
—¿Nada destacable? — Itsuka se inclinó a ella con una sonrisa en los labios. — De seguro que la vida de casada es realmente interesante. —Observó alrededor pero no había nadie cerca. —¿Qué tal va todo con Neito? ¿Es mucho mejor de lo que pensaste?
Nejire se obligó a si misma a sonreír, para aparentar todo lo que ocultaba detrás de ella. No le había contado a nadie sobre los problemas en el matrimonio ¿Cómo podría hacerlo? Considerando todo lo que había dicho sobre ello, de presumir que se casaba con el mejor hombre del mundo, que viviría una vida soñada, que nadie podría ser tan feliz como ella.
Había sido tan ingenua en el pasado, de hacerse tantas ideas y de gritarlo por todos lados.
¿Cómo podría decir que su matrimonio estaba en decadencia? Se sentía tan avergonzada y estúpida, además que apenas habían cumplido un año, lo cual era aun peor. Conocía matrimonios que no habían funcionado y que habían terminado divorciándose con varios años de diferencia, pero ¿qué diría la gente si se enteraba que su matrimonio se terminaba en un año?
Si le decía a Itsuka que estaban teniendo momentos difíciles ¿Qué le diría? Sabía que Itsuka la motivaría a seguir intentando, que no podía dejar ir un matrimonio con el hombre que amaba, ella siempre era de esa forma, demasiado positiva.
No podía decir nada, ni a sus amigas para mantener aquella mentira y por temor a que la prensa se enterara. Lo cual haría las cosas mucho peor.
—Si, todo ha estado bien, aunque él ha estado ocupado con la empresa, pero la vida de casada no es tan fascinante como se plantea, es bastante monótona. —Sonrió mientras tomaba una papa con una especie muy rica y se la llevaba a la boca.
—Pero ustedes....
Nejire no escuchó el resto, observaba el resto de las mesas con aire ausente, intentando pensar como cambiar el tema de conversación. No era buena mintiendo, por lo que quería terminar con eso y hablar de alguna otra cosa. Hasta que algo captó su atención, a varias mesas más adelante.
—¿Amajiki? —Susurró.
—¿Qué pasa? —Itsuka habló, mirando hacia atrás un momento.
Nejire negó con la cabeza, viendo la copa vacía.
—¿Pueden traernos más?
Itsuka giró para ver a lo meseros y con un gesto indicar que necesitaban más bebidas. Por u parte Nejire siguió la misma ruta que antes veía y vio a un hombre, con el cabello oscuro, lo suficiente lejos, pero eso no importaba, ella podría identificarlo en cualquier lado.
Era Tamaki, sentado enfrente de alguien más, era Mirio, su amigo incondicional. Hablaban y se reían de algo, como si... todo estuviera bien. Los vio tomar de sus copas y ella jugueteó con sus manos. Jamás pensó encontrarlo en ese sitio, no pensaba en verlo durante un tiempo más pero ¿qué debería hacer?
Sus manos sudaban y sentía su corazón un poco adolorido. Nejire podría haber pensado muchas cosas, sobre que hacia ahí, las razones por las cuales había pedido un tiempo en el trabajo o suponer muchas más, pero en lo único que podía pensar era en que quería hablar con él. Quería escuchar su voz, ver su rostro de cerca y...
Sus fantasías se detuvieron cuando lo vio levantarse, siguió su camino con su ojos y vio que e alejaba por la pista de baile. Nejire se levantó de pronto y apoyó las manos en la mesa.
—¿Qué? —Itsuka se sorprendió por tal acción repentina. —¿Qué sucede?
—Yo... ahora vengo, necesito ir al baño.
Itsuka observó como Nejire se alejó rápidamente, hacía el baño, como si le urgiera. Ella se preguntó si algo le había caído mal de la comida, por lo que ella se levantó para ir a la cocina, para dar un vistazo de que todo estuviera en orden.
Nejire pasó de largo por los baños y siguió a Tamaki, hasta que lo vio salir al pequeño balcón que Itsuka le había enseñado. Que era de sala común o para fumadores. Ella se detuvo, se quedó ahí, quieta, con los nervios corriendo por su cuerpo. ¿Qué era lo primero que debería decir? No tenía ni idea, nada venia a su cabeza. Se levantó tan pronto como lo vio alejarse de sus amigos y pensó en una sola cosa: necesitaba hablar con él.
Ahora que se había atrevido, esperando que él saliera para poder hablar, esa era su intención, pero por alguna razón su cuerpo quería dar la vuelta y alejarse, para pensar mejor las cosas, prepararse mentalmente, porque no estaba en sus planes verlo ahí. Pero eso debía ser una especie de señal, debía ser en ese momento, al menos para asegurarse de que estuviera bien, que es lo que lo había hecho tomar un descanso y por supuesto, cuando iba a volver.
Cuando se abrió la puerta y él la vio, se paralizó, con el teléfono aún en la mano.
—Tamaki, me pareció verte y realmente estas aquí. —Ella le sonrió con la alegría contenida. —No esperaba verte aquí. —Se acercó hacia él.
—Si... —Él no dijo nada más, solo la veía, aún sorprendido de verla ahí.
Se quedaron en silencio, observándose, con un poco de tensión flotando entre ellos. De pronto él guardó el teléfono en su bolsillo, la rodeó y tomó la manija de la puerta, listo para salir de ahí. Sin embargo, Nejire lo tomó del brazo, frenando su camino.
—Espera ¿tienes prisa?— Ella hablaba rápido, ansiosa. — Yo pensé que podríamos hablar al menos un momento, hace tiempo que no te veo y...
—Nosotros no tenemos nada de que hablar.
Aquellas palabras fuertes, duras y bruscas hicieron a Nejire retroceder y soltar el brazo de Tamaki. Fue la primera vez que Nejire se dio cuenta que él no estaba sonriendo, al contrario, tensaba la mandíbula, se veía ansioso, inquieto como... si él no quisiera estar ahí. Fue una dura sorpresa, porque ella estaba lo suficiente feliz de verlo ahí, que no se había dado cuenta de que esa felicidad no era conjunta.
—¿De que hablas? Tenemos mucho que hablar, las razones de tu repentino descanso, si te encuentras bien y sobre lo que ocurrió con nosotros...—Nejire se cayó de pronto, porque se dio cuenta que lo había arruinado, hablar de eso es lo que más estaba evitando, pero se sentía tan inquieta por el comportamiento de Tamaki, que solo lo dijo.
—¿Lo del beso? No te preocupes, sé que fue un error. — Él fue tajante.
Nejire se encogió en su lugar ¿acaso él sabía lo que iba a decirle? La verdad es que la misma Nejire se sentía tan insegura sobre ese tema, sobre que decir o como sentirse. Pero el tema había salido en la conversación, por lo que no había nada más que hacer que ser sincera.
—Yo... no sé que me pasó, realmente aún ahora no entiendo muchas cosas, yo... solo espero que las cosas vuelvan a ser lo de antes.
—No hay un punto de retorno, no ahora.
—¿Qué quieres decir? —En ese momento Nejire sintió el sudor frio detrás del cuello.
En el pasado, él había tomado toda su distancia, evitando relacionarse, solo hablando en los casos muy estrictos. Algo que fue tenso y desagradable el fingir que ellos no tenían ni una amistad, resumiendo todo al trabajo. Sin embargo, por alguna razón, Nejire sentía que esto, ese momento, era mucho peor.
Su peor pesadilla, que ese punto de retorno no existiera.
—No estoy dispuesto a seguir este juego. —Tamaki tensó su mandíbula. — Lo mejor es que cada quien tome su camino y olvidarnos de todo esto.
Nejire retrocedió de nuevo, con un sentimiento desagradable en la boca de su estomago.
—Esto no es un juego, jamás ha sido así para mi, yo realmente te aprecio, pero estoy dispuesta a hacer las cosas de mejor forma, me comportaré. —Nejire dio un paso hacia él. — Las cosas podrán ser como un inicio y...
—Nejire, las cosas no van a volver a ser como antes.
Eso fue como un golpe directo en su estomago, Nejire no podía sentirse más confundida ¿qué es de lo que se estaba perdiendo? O quizá ella se negaba a aceptar lo que sea que él le estaba diciendo, o la expectativa de que no sería nada agradable. Ella necesitaba aclarar las cosas.
— ¿A qué te refieres? Nosotros...
— No hay ni un nosotros, tú eres una mujer casada, en espera de un bebé. — Decirlo fue más duro de lo que pensó. — Y yo, solo era tu chef personal.
Tamaki sintió como las palabras quemaron su boca, esas palabras que había guardado durante todo ese tiempo y que aun en ese momento dolían. Tamaki había pensado que ese viaje a casa de los padres de Nejire era algo inevitable, algo que ella debía hacer y muy en el fondo pensó que ella necesitaba tiempo para pensar en lo que sucedió entre ellos.
Algo que el mismo Tamaki necesitaba pensar ¿qué sucedería en ese punto? ¿Cómo podrían funcionar eso? Lo indicado sería salir de ahí, renunciar y una vez que Nejire terminara con los papeles del divorcio, las cosas podrían funcionar. Él podía hacerla tan feliz. Quería ser clara con ella, decirle sus intenciones, que eran sinceras y serías, que todo sería mejor...
Y se aferró a ello, listo para hablar cuando ella llegó. Él aún recordaba la voz de Nejire y de Ryuko hablado sobre un cuatro del bebé.
¿Bebé? Entonces ¿Nejire estaba embarazada? Pero... ¿Cuándo sucedió eso? Ella apenas se había ido una semana a la casa de sus padres, en caso de una reconciliación. Su pecho se había estrujado tan dolorosamente, que retrocedió y estuvo a punto de tirar un jarrón, pero logró detenerlo.
Su cabeza había vibrado, con esa frase repitiéndose en su cabeza, se sintió mareado, con nauseas y ganas de vomitar, la acidez quemaba su estomago. Corrió hacia el baño y a pesar de que esperó el vomito, este jamás llegó, lo cual hacía todo aun peor. Porque ese sentimiento, esa agonía en su estómago, no desapareció, sino que esa noche, fue consumido por ello y esa oscuridad, haciendo estragos en toda su cabeza.
Al día siguiente Mirio se lo había confirmado, que eso debió suceder antes, mucho antes. ¿Acaso fue en aquella primer distanciamiento entre ellos? ¿O Nejire no estaba siendo del todo honesta con lo que sucedía en su matrimonio?
En cualquier de los casos, era un hecho, ella estaba embarazada.
Y aquel hecho rompió algo en su interior. De que todo lo que había sucedido entre ellos, aquel acercamiento, aquellas noches hablando, y ese beso... todo era mentira. Él era el único que creyó en eso, que sentía y que la quería a su lado. Pero él lo sabía.
Nejire jamás iba a elegirlo, siempre elegiría a Neito.
Algo que no era sorpresa, era su esposo después de todo. Y él, era un premio de consolación, alguien quien servía para apoyarse cuando todo estaba mal y que podría desechar cuando no fuera de utilidad. Aún recordaba a Mirio hablando sobre eso.
—Quizá es una confusión, quizá ella...
—Vamos Tamaki, si ella esta embarazada, la relación con su esposo no esta tan mal y tú debes apartarte ahora.
—¿Apartarme?
—Quizá ella pueda sentir algo por ti, lo que sea que sea, pero si ella no esta dispuesta a ser clara y elegirte sobre su matrimonio ¿de verdad quieres seguir esperando algo que no va a suceder? Ella parece tan insegura que parecía que esta jugando contigo. —Mirio dejó salir un suspiro porque había pensado un mejor desenlace de esa situación. —Lo mejor para tu salud mental es alejarte, yo te ayudaré a conseguir otro trabajo.
Tamaki había pensando en hablar con Nejire, aclarar las cosas y saber que es lo que ella quería de todo esto. Pero... sabía que Mirio tenía razón en algo, que él siempre era el que limpiaba y lidiaba con Nejire en sus momentos de crisis, cuando ella se encontraba mal.
Sabía que no podría decirle las cosas de frente, él no era tan fuerte, lo mejor seria tomar su distancia. No estaba seguro de soportar aquel dolor aplastante de verla en brazos de Neito y con el vientre crecido, él no era fuerte, él... no era nada.
Tamaki se sentía traicionado y tan inseguro de si mismo, que esas emociones le habían permitido hacerle frente en ese punto, pero él no quería eso, quería irse, escapar de todo eso y hundirse en algún lugar oscuro y en silencio.
Nejire lo supo, que él se había enterado de lo del bebé ¿cómo lo había escuchado? Ella se lo había contado solo a Ryuko, además que era algo tan incierto y de lo que no estaba tan segura, que mejor dejó el tema. Pero había ocurrido lo peor que pudo suceder, él lo escuchó.
Pero algo en sus palabras llamó su atención, algo que no dejó pasar y que agitó aquella amargura en la boca de su estomago.
—¿Eras? No estoy entendiendo, ¿a que te refieres? —Nejire se sentía desesperada, temerosa, solo quería volver el tiempo, ella quería estar a su lado, verlo reír, verlo cocinar y estar a su lado. — Sé que ha sido un error, sé que no he actuado lo mejor posible, pero estoy dispuesta a hacerlo. Y sobre el bebé, no existe uno, creo que hay un malentendido, no estoy embarazada ni nada de eso.
Tamaki dejó salir un suspiro, la observó a los ojos con determinación, por alguna razón el escuchar eso era un alivio, al menos mínimo, pero eso no arreglaba las cosas.
—Aún así, Nejire, no lo estas entendiendo..— Él habló lentamente. — Yo no voy a regresar.
Un latido fuerte y doloroso se escuchó en el pecho de Nejire y de pronto el aire le faltó.
—¿Acaso tú...
—Los días de descanso fue una excusa para darme un poco de tiempo y conseguir más. —Él sonrió sin muchas ganas. —Este juego se acabó.
Él estaba dispuesto a dar la vuelta para irse, pero fue sujetado de la camisa, Nejire tiró de él, acercándolo hacia ella, aferrándose a él, temiendo que en cualquier momento él terminaría desapareciendo.
—No, tú no puedes hacerme esto yo... yo te necesito Tamaki, te necesito en mi vida. —Su voz era estridente, fuerte y desesperada.
—Tú estas casada, y yo...
Nejire negó con efusividad, sin soltarlo, sin retroceder. No iba a soltarlo, no podía hacerlo. Ella no iba a dejarlo ir.
Todo este tiempo ella intentó aferrarse a ese matrimonio sin sentido, aferrarse a las promesas falsas, a las esperanzas antiguas, repitiéndose una y otra vez que ese era un mal momento, que pronto todo cambiaria, que Neito sería el que fue en el inicio.
Y con la intención de Neito de tener un bebé, de intentarlo de nuevo, de hacer las cosas bien, ella se dijo que quizá esa vez si podría funcionar. Pero cuando todo estuvo ahí, ella retrocedió, se alejó. Pensó que fue su miedo de que todo eso desapareciera de nuevo, de que todo era demasiado rápido, que debía terminar de creerse que las cosas por fin estaba sucediendo.
Se había dicho que no sentía que era el momento de tener un hijo, pero el problema no era ese, nunca fue ese. Sino que no quería que fuera con Monoma, ella no lo quería, ella había dejado de quererlo hace mucho, solo se aferraba por simple costumbre.
El sentir a Tamaki alejarse, deslizándose entre sus dedos lo había entendido. Que lo quería a él, lo necesitaba a él en su vida, que no podía dejarlo ir. No podía imaginarse una vida sin el cocinero, sin sus sonrisas, su voz, su olor, su figura mientras cocinaba, con sus dedos cálidos acariciando su rostro o estrechándola entre sus brazos, sin esa mirada que la absorbía y la consumía.
Por lo que cuando la puerta se abrió y Tamaki giró para salir, Nejire tomó su brazo, con fuerza, evitando que se fuera, una suplica explicita de lo que quería, que no podía permitir que se fuera. Aún así abrió la boca, con el corazón doliendo en su pecho, ante la agonía de perder aquello que no se había dado cuenta que necesitaba,
—Por favor, no te vayas.
Tamaki la observó durante un momento, un solo momento antes de tirar de su brazo para recuperarlo, dar medía vuelta y salir de ahí, dejando a Nejire confusa, ansiosa y perdida.
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