X.

Nejire abrió la puerta de su habitación, aquella que había sido suya cuando aún era soltera. La casa de campo de sus padres era uno de sus lugares favoritos. A pesar de que la casa principal en la ciudad era mucho más elegante y céntrica, ella prefería aquella casa por la tranquilidad y el paisaje natural que podía apreciarse, las flores y árboles que delimitaban el lugar. Siempre era agradable poder respirar en ese lugar.

Pensó en ir a cambiarse de ropa y meterse en la cama, pero aún se sentía inquieta por la platica de sus padres, que sucedió hace unos días. Mañana regresaban a la ciudad, en una ausencia más prolongada de lo que se proponía pero que no pudieron negarse ante las insistencias de sus padres.

Algo que no le hubiera molestado, si Neito no se hubiera quedado con ella ahí. A pesar de que él salió un par de veces en la semana para ir a la oficina, pero pasó una gran cantidad de tiempo ahí, conviviendo con sus padres. Lo cual la tenía tan confundida, al ver a Neito riendose con tanta familiaridad, como si todo estuviera bien y perfecto.

Algo que por supuesto sus padres no sabían, de lo que sucedía en su hogar. Cosa que Nejire no iba a contarles, que su matrimonio no era tan perfecto como todo el mundo quería creer y les hicieron creer al celebrar la más grande boda que había sucedido en años en la ciudad.

Esa era una de las razones más fuertes que la afligía sobre su matrimonio. Fuera de sus esperanzas o deseos, estaba el peso de que todos esperaban que su matrimonio fuera exitoso y perfecto. Desde la prensa hasta sus propias amigas que le habían dicho que nadie podría superar el amor que se tenían.

En esos momentos se sentía como un completo fraude.

Se acercó hacía el balcón de su ventana, al salir el aire frío golpeó su rostro y aunque consideró entrar por un abrigo, se movió hasta afuera, hasta alcanzar el barandal que delimitaba el balcón. Se apoyó y dejó salir un suspiro. Se sentía tan extraña y la idea de volver la aturdía.

Porque aquella burbuja donde Neito era el esposo perfecto explotaría, sabía que solo era una imagen con sus padres. Por que apenas y habían estado solos desde que llegaron y solo habían cruzado un par de palabras. Dormían en la misma cama, pero tan lejos como era posible. No quería que sus padres se enterarán de cómo estaba la relación con Neito y él parecía entender su preocupación o le interesaba lo que pudieran pensar. La realidad es que no podía entender qué era lo que cruzaba en la cabeza de Neito.

Observó la luna llena que era grande y resplandeciente, en medio de aquel filamento oscuro con estrellas por todos lados. Y aquella imagen trajo a su mente a cierta persona, la cual era la razón principal por la que estaba ahí, por la que decidió alejarse. Tamaki era la razón por la que terminó huyendo a la casa de campo de sus padres y... la razón por la que quería regresar.

Muy en el fondo lo extrañaba, aquella sonrisa tímida y amable, su voz suave y sus grandes manos en su rostro. Dejó salir un suspiro, él se había colado en sus pensamientos en los momentos menos oportunos de su estadía. Al comer extrañaba su compañía, sus pláticas con él, donde ella hablaba y él le prestaba toda la atención o le contaba alguna anécdota.

En casa de sus padres las pláticas giraban en torno a la empresa, a alguna propiedad que sus padres quisieran comprar o lo bien que se veían juntos. Nejire hablaba poco o nada.

Y a pesar de que sabía que lo extrañaba, en cada ocasión reprimió esas emociones, porque no se suponía que lo extrañara. Nejire había cruzado una línea que no debió cruzar al besarlo, al corresponder aquel beso, siendo una mujer casada. Una línea en la que había retrocedido y que estaba intentando enmendar. Sin embargo, mientras más lo pensaba, más se sentía confundida ¿qué es lo que debería hacer?

¿Fingir que nada sucedió e intentar regresar a la amistad que tenía con Tamaki? Era la opción más viable pero... ¿qué es lo que debería hacer con Neito? ¿Ver como su matrimonio iba en picada? ¿seguir intentándolo? ¿o fingir que todo estaba bien? O quizá ¿aferrarse a la esperanza de que aquella indiferencia era una etapa y en algún momento todo mejoraría? La última era la opción a la que se había aferrado en todo ese año que tenían de casados.

La paciencia no era una virtud que acompañara a Nejire.

Volvió a suspirar y el recuerdo de unos labios, diferentes a los de esposo, besándola con ternura, unos labios que despertaron emociones que no había conocido. Se recordó que aquello había sido un error, que no volvería a repetirse y la desilusión fue tan fuerte que la aturdió ¿de verdad ella no podría volver a disfrutar aquella suavidad? Se mordió el labio inferior al sentirse ansiosa por saber la respuesta sensata.

La idea de volver a verlo la emocionó un segundo, sin embargo, consideró el quedarse unos días más ahí, con el miedo de que sucedería al regresar. Algo en lo que había intentando no pensar demasiado.

—Nejire.

Ella escuchó la voz pero no giró, solo se enderezó en su lugar, sin dejar de ver el cielo, aunque su mirada bajó a la fuente que había debajo.

—¿Tienes un momento?

Sabía que debería comportarse correctamente y es por ello que giró el rostro un poco, solo para verlo. Eso pareció darle entrada a acercarse y pararse a su lado, a observar el paisaje que se extendía desde el balcón de su habitación.

—He estado pensando... —Neito tenía una expresión sería y por primera vez se veía algo perdido sobre como iniciar una conversación. — Sé que no he puesto de mi parte tanto como debería en el tiempo de nuestro matrimonio, el trabajo me ha consumido demasiado tiempo, lo cual me ha hecho estar indiferente, pero eso no justifica nada. —Se quedó callado unos segundos. —Pero no por eso quisiera que pensaras que nada de esto me importa, que tú me importas. —La observó a su lado, con gran atención.

Nejire se quedó callada, escuchando lo que sea que tuviera que decir.

—Yo elegí pasar mi vida contigo y es algo que no ha cambiado, deseo muchas cosas a tu lado, pero sobre todo quiero una familia contigo.

—¿Qué? —Nejire sintió que se estaba perdiendo algo.

—Tú eres mi familia —Se acercó y sujetó su mano. — pero... no he dejado de pensar en lo que tú padre dijo y... quiero que nos esforcemos por tener un hijo, el futuro heredero de todo esto. —Hizo un ademan a la casa, aunque sabía que no se refería a solo eso. —¿Y por qué no? tener más de un heredero.

Nejire pestañeó un par de veces ante las palabras de Neito, su corazón latía inquieto en su lugar ante lo que su esposo le estaba proponiendo y lo que eso podría significar. Pero no quería que las falsas esperanzas la dominaran, no de nuevo.

—Para que eso suceda ¿sabes que deberíamos intimar, cierto? — Su voz sonó más filosa de lo que pretendía.

Lo cual fue un golpe para Monoma, que sonrió con vergüenza, pero sujetó más fuerte su mano.

—Sé que te he descuidado, pero estoy dispuesto a esforzarse para traer a nuestro heredero.

Por un momento pensó que él podría estar jugando o hablando de un futuro incierto, sin embargo, observó la determinación en los ojos de Monoma, aquel azul resplandeciendo en decisión. ¿Lo estaba diciendo en serio? ¿De verdad quería seguir con ese matrimonio y hacer más grande la familia?

La incertidumbre junto con el anhelo la aturdieron, porque Nejire había crecido en un ambiente tradicionalista, por lo que tener una gran familia era uno de sus mayores sueños. ¿Y él de verdad lo quería? Considerando su distanciamiento pensó que lo que menos quería era algo que pudiera atarlo a un matrimonio sin sentido.

¿Acaso eso podría significar que... su matrimonio sería lo que siempre quiso?

—¿Estás seguro de eso? —Nejire habló por primera vez. — Mi madre ha dicho eso, pero hacer algo tan importante como tener un hijo no debería hacerse solo por la presión de mis padres o de lo que puedan decir. —Algo que ella sabía que muchas parejas hacian.—No quiero un hijo no deseado o que sufra en un matrimonio infeliz, por lo que si no estás seguro de esto...

Monoma la tomó de las manos y giró hacia ella, para que pudiera verlo de frente.

—Estoy completamente seguro de que quiero esto contigo.

Nejire temía volver a confiar, en entregarse o esperar algo que no sucedería. Pero estaba casada con un hombre con el que esperó estar toda su vida, por lo que esperanzarse era algo natural ¿no? Monoma se inclinó y la besó, gesto que Nejire aceptó.

No sabía si era correcto o no, pero ella decidió creerle, aferrarse a aquel matrimonio una vez más.


Salió del ascensor arrastrando una maleta en mano y agradeció cuando la puerta de su departamento se abrió, revelando a Ryuko que la recibió con una sonrisa. Ryuko se adelantó y tomó su maleta.

—Bienvenida a casa, Señora.

Nejire sonrió ante el recibimiento.

—Es un gusto verte Ryuko, te extrañé.

Nejire entró a su departamento, observando todo alrededor. Por alguna razón el hecho de estar tanto tiempo lejos la hacía sentirse como fuera de lugar. Pero el aroma del lugar la ayudó a reconfortarse.

Caminó por la sala y vio a Ryuko llevar su maleta hacia su habitación, ella decidió seguirla para preguntarle lo que no dejaba su mente, pero en medio camino del pasillo, saliendo del pasillo de la derecha se encontró con Tamaki. Casi chocaba con él, pero se detuvo de pronto y se tambaleó ante el movimiento tan brusco, pero él logró sujetarla de la muñeca.

Nejire lo observó al rostro, sin saber que decir, no podía decirle que se fue de viaje para huir de él, de lo que sucedió entre ellos, pero al mismo tiempo lo había extrañado y en varias ocasiones pensó en él y en cuanto quería verlo y claro, en el beso que se dieron.

Sus ojos observaron sus labios y su mandíbula.

—Tamaki...

—Nejire yo... necesito que hablemos. —Su mirada era determinada, con toques de pánico.

Ella bajó la mirada de pronto, incapaz de poder seguir mirando la intensidad de su mirada. Había temido, en toda su ausencia, en ese momento, cuando volviera a encontrarse con Tamaki, ¿qué es lo que le diría? ¿cómo debería tratarlo? Había aceptado la idea de tener un hijo con Neito, y ella misma sabía que solo debía tener una amistad con el cocinero pero ¿porque no podía controlar los latidos de su corazón? el miedo de ver la decepción de Tamaki en sus ojos, la abrumaba.

Él la había besado, algo sorpresivo considerando su personalidad tímida, pero ¿él de verdad estaba esperando algo más de ella? ¿de verdad la quería o fue el calor del momento? Intentó aferrarse al hecho de que fue el calor del momento, que él no podría quererla y menos a una mujer casada, por lo que apostar por una buena amistad podría ser lo mejor. Sin embargo, ¿qué tal que aquellos sentimientos eran más fuertes que una simple atracción? Y ella los había encendido al corresponder el beso.

Sabía que debía actuar con naturalidad, que debía dejar las cosas en claro, pero el simple miedo atoró las palabras en su garganta, no podía decírselo, no en ese momento. Necesitaba pensar las cosas, escoger las palabras correctas para recuperar la amistad inicial que habían tenido.

—Yo.. —Aún así no encontraba las palabras para hablar.

—Nejire ¿qué sucede?

Inmediatamente Nejire se soltó del agarre de Tamaki y giró para ver a Monoma caminando detrás de ella, arrastrando con su propia maleta. Ellos estaban en medio del pasillo principal, por lo que estaban bloqueando el paso a la habitación central.

—Nada, solo... decía que no cenariamos hoy en casa.

—Bien, pero tenemos que darnos prisa porque tenemos la reservación.

Nejire caminó a su habitación, sin mirar atrás y siendo seguida por Neito, quien observó a Tamaki al pasar, quien solo bajó la mirada y regresó a su habitación.

El resto de la tarde se fue en desempacar su ropa, en ordenar lo que se había llevado y en darse un largo viaje para deshacerse de la tensión e intentar despejar su mente de aquellos pensamientos que la tenían afligida. Una vez que terminó se tomó su tiempo para elegir su ropa y arreglarse lo mejor posible.

Neito hace tiempo que había terminado y estaba en su estudio, terminando algunos pendientes del trabajo, por lo que Nejire no se sentía presionada, además que aún iban a un buen tiempo para la reservación. Una vez lista fue a aquella cena que no fue para nada mala.

Monoma se comportó amoroso y amable, asegurándose de cumplir todos su deseos a la hora de comer y pidiendo un platillo especial en el restaurante, solo para ella. Hablaron mucho y se rieron de una forma que Nejire no recordaba cuándo había sido la última vez.

Cuando él la pretendía era algo de todos los días, su interés y como todo parecía ser perfecto a su lado. De eso habían pasado algunos años, por lo que se sentía extraña. como si volviera a ese momento exacto, cuando soñaba con una vida a su lado.

En algún momento en la cena se preguntó que si pudiera volver al pasado, haría lo mismo y lo elegiría. En el pasado se había convencido de que hubiera sido así sin dudar, sin embargo, después de todo lo que había vivido a su lado, su indiferencia y desplantes, no podía estar segura. Aunque... ¿si no se hubiera casado, hubiera conocido a Tamaki?

Eran de mundos diferentes por lo que estaba casi segura de que no hubiera sido así.

Se preguntó como hubiera sido su vida sin conocerlo, quizá estaría en casa aún, esperando el regreso de Neito, aceptando aquella realidad que ella había elegido. Observó a su esposo, que había levantado su copa para que le sirvieran un poco más de vino.

Pronto regresaron al departamento, después de disfrutar una agradable cena, Nejire se fue directo a la habitación, se quitó los zapatos poniéndolo en su lugar. Fue hacia el tocador que tenía, donde comenzó a quitarse los aretes observando su reflejo en el espejo, en el vestido azul oscuro con brillos cernido a su cuerpo, realmente se había esforzado en verse bien esa noche.

Vio a Monoma entrar a la habitación y acercarse a ella, con una sonrisa. Nejire abrió la boca para decirle sobre sus planes el día de mañana, pero se quedó callada al sentir los labios de Neito besando su cuello. Se estremeció, dejó el arete que se había quitado en la cómoda del tocador.

—Neito ¿qué haces? —Su voz era débil, insegura, al sentir los besos de su esposo en su cuello.

Ella sentía un cosquilleo que se expandía por su cuerpo ante esas caricias que hace tanto que no sentía.

—Estoy disfrutando de tu cuello —La besó un poco más. —Hueles tan bien. — Rodeó su cintura con sus brazos —Hoy estás tan deliciosa.

Las manos de Neito viajaban por su cintura y descendieron por sus piernas, ella giró para encararlo y él aprovechó ese momento para besarla. Sus labios se entrelazaron en una danza fuerte e intensa, mientras retrocedieron hasta alcanzar la cama. Nejire cayó en ella, con su corazón latiendo fuertemente, observó a Neito quitarse el saco y desabrocharse la camisa, se inclinó y comenzó a besar sus piernas, haciendo un camino que iba subiendo.

Nejire sentía la adrenalina y los nervios dispararse en sus venas, sin creerse lo que estaba pasando. Algo que veía venir pero el que fuera tan pronto la tomó por sorpresa. Él habló sobre tener un hijo unos días atrás y el primer día que estaban ahí, parecía dispuesto a intentarlo.

La idea de que él de verdad quisiera eso, una familia y una vida feliz a su lado hizo que su corazón latiera dolorosamente.

Se entregó al beso cuando él llegó y atrapó sus labios contra los suyos de nuevo, colocándose encima de ella, aplastándola un poco y haciendo que fuera un poco difícil respirar. Él se alejó de sus labios y besó su barbilla, bajando por su cuello. Nejire abrió los ojos viendo el techo, sintiendo que le faltaba algo de aire y en los besos algo bruscos de Neito.

Él era algo tosco y sus besos eran demandantes, intensos, desesperados... lo cual la llevó a pensar que si él estaba tan deseoso de estar con ella ¿porque no la había tocado en todo ese tiempo? ¿Por qué no la buscó ni en las noches? ¿Qué es lo que había cambiado?

¿Acaso antes había algo malo con ella y ahora ella cambió?

Una voz resonó en su cabeza sin poder evitarlo y sin pretenderlo.

"—No hay nada malo contigo. —Fue lo único que él logró mencionar en medio de las palabras al aire que ella decía. —Tú eres perfecta.

—No lo soy, si lo fuera nada de esto pasaría.

—Lo eres para mí —Él sonrió sin muchas ganas. —Eres realmente perfecta, como un sueño..."

Unos labios atraparon su boca y ella se entregó a ello, cerrando los labios, pero de pronto sintió aquel beso brusco y sin aquella calidez que necesitaba. Abrió los ojos y vio una cabellera y ojos oscuros observándola. Cerró los ojos y al volver a abrirlos vio aquella cabellera rubia y los ojos cerrados.

No, él no era él, no estaba ahí, porque el beso no era para nada similar. Tamaki la había besado con ternura, con esa calidez envolvente que lo representaba, y cómo su mano sujetaba su mejilla, como si ella fuera la cosa más delicada y preciada que tenía. Sus labios se habían sentido tan suaves y habían desatado una chispa en todo su cuerpo.

Había sido completamente diferente a lo que en ese momento Neito le estaba dando. Él era más brusco, más intenso, más determinado, como si aquello fuera algo que hiciera cada día, en automático y con la única intención de sentir placer. Se suponía que ese acto era para ello, pero faltaba algo más, algo...

Cerró los ojos, negándose a seguir comparándolos, porque era algo incorrecto, algo que no debería hacer siendo una mujer casada. Acercó a Neito para volver a besarlo, hundirse en los labios de su esposo, del hombre que amaba, en un intento desesperado por olvidar al Amajiki, sus labios, su aliento chocando con su boca, la forma en que la miraba y como su cuerpo parecía reaccionar a él.

Los recuerdos venían con intensidad en su mente, que intentaba frenar intensificando los besos con Neito, que subía sus manos por debajo de su vestido.

La sensación de estarse ahogando comenzó a aturdirla, se ahogaba, no podía respirar, él la estaba aplastando, sus labios eran tan fríos, tan agobiantes. Se repetía una y otra vez que eso es lo que ella quería, que lo quería, que él era su esposo, que esa era su vida, mientras su corazón se oprimía con mayor dolor.

Necesitaba respirar, necesitaba alejarse, iba a desmayarse.

De un empujón terminó alejando a Neito, quien no esperaba esa reacción y terminó a punto de caer de la cama por la acción de su esposa. Él ya no tenía camisa y su expresión era de total confusión.

—¿Que...? —Neito no podía cuadrar sus palabras con lo que sucedía. —¿Qué pasó?

Intentó volver a acercarse hacia ella, pero Nejire se alejó un poco, llevándose la mano a sus labios, nerviosa e inquieta.

—Yo, lo siento, yo... —La verdad es que no sabía qué es lo que debería decir.

Nejire misma no sabía que es lo que había sucedido, pero aquella ansiedad la había dominado, dejándola sin respirar y lo único en lo que pudo pensar era en alejar a Neito, tenerlo tan lejos de ella, y que sus manos no siguieran tocándola.

No quería hacerlo, porque no podía sacarse de la cabeza a Amajiki y el sentimiento de culpa la abrumó, haciendo que la idea de estar con su esposo fuera indeseable.

—¿Acaso no quieres estar conmigo? —Neito se acercó, con una expresión extraña y colérica. —¿No hablamos sobre tener un hijo hace unos días? —Dejó salir un suspiro en un intento de evitar decir o hacer algo en lo cual pudiera arrepentirse. —Realmente no te entiendo, has estado siguiéndome durante todo este tiempo para esto y ahora... ¿no lo quieres?

Nejire sintió la severidad en su voz, miró hacia sus manos con timidez, algo extraño y fuera de lugar para ella, pero no sabía qué más hacer y no quería seguir viéndolo de frente.

—Es solo que... es demasiado pronto. —Habló casi susurrando, insegura de lo que estuviera diciendo. —No estábamos bien hace unos días y ahora de pronto yo.... no estoy preparada.

Monoma la observó encogida en la cama durante unos segundos antes de dejar salir un suspiro, sentarse en la cama. Durante unos largos minutos nadie dijo nada y el cuarto se sumió en un incómodo silencio. Al cabo de un tiempo Neito se levantó, recogiendo su camisa del suelo.

—Bien, pero esto no es cosa mía.

Neito desapareció en el baño y cuando transcurrieron unos largos minutos, salió con su ropa para dormir y salió de la habitación, dispuesto a darle su espacio a Nejire y a dormir en el estudio.

Nejire por su parte dejó salir una exclamación y se recostó en la cama, con su mano en su frente, intentando ordenar el mar de ideas que llenaban su cabeza. ¿Qué es lo que había sucedido? Ella había arruinado las cosas, aquello que tanto había querido desde hace tiempo, una cena buena con su esposo y poder intimar con él, el poder sentir sus caricias y su amor... ella desechó toda esa idea.

Ella tuvo lo que quiso y lo dejó ir... ¿porque lo hizo?

Se mordió su labio inferior con fuerza, intentando encontrar una respuesta, pero lo único que venía a su mente era Amajiki, sonriendo con timidez, con sus orejas sonrojadas, escuchando su corazón latiendo fuertemente por ella y la forma en que él pronunciaba su nombre. Cerró los ojos y golpeó su frente, en un intento de sacarlo de su cabeza.

Lo intentó durante un largo tiempo hasta que se quedó dormida, sumida en aquel cielo estrellado y unos ojos igual de oscuros.

Al día siguiente se levantó más tarde de lo normal, sin ver rastros de Neito a su lado, por supuesto, ella lo había rechazado la noche anterior. Aunque en el fondo esperaba que él fuera a media noche a dormir con ella, pero sabía que él podía ser un poco orgulloso. Aún así, se levantó con la esperanza de que las cosas pudieran mejorar en la noche.

Se dio un baño y se sentó en el tocador, donde secó su cabello y tomó un cepillo para peinarlo. En ese momento entró Ryuko con algunas sábanas en sus manos, fue hasta el armario y las colocó en su lugar.

—Ryuko, es bueno verte. —Nejire sentía que quería hablar con alguien.

—Buen día Nejire ¿qué tal fue su noche?

Nejire le había contado sus planes sobre salir con Neito con emoción y Ryuko le dijo que todo saldría bien y que solo debía disfrutar la noche. Nejire peinó su cabello con aire ausente, cuando Ryuko vio una corbata debajo de la cama, se acercó y la tomó, para lavarla más tarde, pero ver aquello podía darle una idea de lo que sucedió.

—Todo ha ido mejor de lo esperado, Neito fue tan amable y cariñoso. —Habló con honestidad, pero incapaz de decir que sucedió después. —En el viaje nosotros... decidimos tener un hijo y.... nosotros lo estamos intentando.

No es como que la noche anterior fue algo cercano a ello, pero ese fue el acuerdo al que llegaron, faltaba que lo intentaran en realidad, aunque Nejire no quería pensar sobre eso.

Ryuko sonrió y juntó sus manos al ver el aire ausente de Nejire y como pareció ver sus mejillas sonrojadas. Porque eso solo podía indicar buenas noticias, de que las cosas estaban mejorando para ella.

—Esas son excelentes noticias, entonces ¿debería llamar al decorador para que trabaje en la habitación del bebé?

Un sonido las hizo girar a ambas hacia la puerta, como si hubieran tocado, pero al no escuchar nada, volvieron a centrarse en su plática.

Al otro lado de la puerta, en el pasillo del departamento, Tamaki sujetaba el jarrón que estaba ahí y que estuvo a punto de tirar de manera inconsciente, al escuchar aquellas palabras de Ryuko, con el corazón agitado dio media vuelta y salió de ahí, con la excusa de ir por ingredientes para poder cocinar algo especial.

Pero Tamaki salió tan rápido de ahí, huyendo, escapando de aquella cruel realidad y de las palabras de Ryuko repitiendo en su cabeza, como una dulce tortura. 

¡Hola!

Sé que he demorado mucho tiempo en traer la continuación de esta historia, pero se me atravesó una week y una nueva historia, además que me enfermé por lo que ha sido complicado. 

Estaré subiendo un capitulo a la semana, esperando poder traerlo a tiempo, más especificamente los fines de semana, por lo que espero que me tengan un poco de paciencia. Amo mucho a esta pareja y a pesar de las pocas lecturas, disfruto mucho escribir de ellos y espero que los que estamos aqui igual lo disfruten.

Por ultimo si quieren apoyarme, disfrutan lo que hago pueden apoyarme en mi patreon (: patreon.com/Pirebh) , donde estaré subiendo los capítulos unos días/horas antes. 

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