VIII.

Sacudió la sartén que tenía en las manos logrando que la mezcla de espinacas que tenía con ajo se resolviera, integró los condimentos y lo retiró, para después verter el huevo, una vez que la base estuvo lista la rellenó con las espinacas.

Mientras esperaba a que terminará de cocinarse, se dedicó a cortar un poco de fruta, todo esto sonriendo, estando del mejor humor posible.

—Hoy llegó el señor en la madrugada, por lo que te encargo su desayuno en la mesa.

Eso fue suficiente para que el cuchillo casi resbalara de sus manos, realizando un corte en su dedo. Todo su buen humor se esfumó y sintió un malestar en su estómago ante ese hecho. Por lo que eso implicaba y el comportamiento de Nejire.

Aún así obedeció, preparando un desayuno tradicional de huevos con tocino y cuando estuvo todo listo se dirigió a la mesa con los platos. Ryuko le ayudó a llevar el jugo, el café y la fruta, pero él llegó los platos fuertes. Nejire le sonrió ligeramente, era la única en la mesa.

Sin embargo, pronto vieron a Neito salir del pasillo, acercarse y abrazar a Nejire desde atrás, apoyando su barbilla en los hombros de la mujer que permaneció quieta en su lugar.

—Extrañé el verte y poder compartir esos momentos.

Neito se acercó y besó su mejilla. Nejire se quedó completamente quieta y desvió la mirada avergonzada e incómoda por el acto tan súbito. Por su parte Tamaki lo observó y fue como un golpe directo en su estómago, dejó los platos en su lugar y desvió la mirada hacia el suelo. Dio media vuelta para salir de ahí, él no podría con una escena así, de verla a ella con él, no después de los desplantes que le había hecho y de sus propios sentimientos.

—Espera. —Neito lo llamó.

Tamaki giró para ver al rubio sentarse en la cabeza de la mesa y él lo observaba fijamente, como si quisiera evaluarlo de alguna manera. Él no podía negarse, no cuando era una petición directa.

—¿Necesita algo más?

—No, es solo que siento curiosidad por el hombre que cocina en mi casa para mi esposa.

Eso fue un golpe bastante bajo y que fueron tres golpes en uno, como si quiera resaltar el hecho de que Nejire era su esposa y que vivían juntos. Pero le sorprendía que saliera con eso, considerando que con el tiempo que llevaba ahí, no se había referido a él ni habían hablado.

Neito estiró la mano y sujetó la mano de Nejire, la levantó y besó el dorso de su mano. Acto que paralizó a Nejire ¿porque de pronto estaba teniendo ese comportamiento? Era tan irreal, tan fuera de sí mismo.

—Nejire me ha contado que tu cocina es excelente.

Él tomó un bocado de sus huevos, masticando, sin demostrar ni una expresión en su rostro.

—Espero poder probar algo hoy en la comida.

—¿Comerás hoy aquí? —Nejire se adelantó a preguntar sin creer lo que estaba pensando.

—Si, me tomaré el día de hoy, para poder estar juntos como querías.

Nejire sonrió ligeramente, sin saber cómo sentirse al respecto, por un lado le emocionaba el hecho de que aquello que tanto había deseado durante todos esos meses de pronto se volviera realidad. Sin embargo, por otro lado se sentía inquieta, incomoda ante la situación, como si las expectativas fueron altas y la realidad fuera diferente... eso era lo que quería entonces ¿porque desde que Neito llegó en la noche, quería que se fuera en la mañana?

La simple idea de tenerlo cerca la inquietaba.

Cuando llegó en la madrugada y se metió en la cama con ella, Nejire se quedó a su lado y él del suyo, como era antes de su viaje. Pero esos comportamientos en el comedor la tenían tan confundida. Empezando por el hecho de que ellos no habían comido así antes, y esos actos cariñosos estaban tan fuera de lugar que cada vez se sentía más incómoda. ¿Era un sueño? ¿La vida que siempre quiso, era una broma de mal gusto en su cabeza?

Levantó la mirada y vio que ambos estaban solos, en algún momento Tamaki se había ido de ahí. Sintió de pronto el estómago revuelto, porque la idea de que él viera esa actitud por parte de Neito no le gustó para nada, no cuando habían sucedido tantas cosas en la ausencia de su esposo.

¡Casi se besaban en su estudio!

Se sentía tan confundida al respecto, pero dejó de pensar y le sonrió a su esposo, a fin de cuentas estaba casada y ella había elegido estar con Neito toda su vida ¿no? Se obligó a sí misma a comer el desayuno y escuchó a su esposo hablar del viaje de negocios y de cosas que no eran de importantes para ella, pero decidió prestar atención, porque lo quería y le interesaba todo lo que hacía. La diferencia entre sus desayunos normales y este era evidente.

Recordó las palabras de Ryuko, sobre que ella podría estar deslumbrada porque Tamaki la trataba bien ¿acaso era así? ¿ella solo buscaba atención? intentó centrarse en lo que su esposo decía, sin éxito.



Emplató la comida con detenimiento, esforzándose en que se viera perfecto, colocó un poco de perejil en lo alto para adornarlo y darle algo de color, una vez que limpió el plato, los sirvió en la mesa enfrente de la pareja. Neito lo observó con una sonrisa arrogante en su rostro, esperando que dijera algo.

—Para la entrada es un concasse de jitomate con atún sellado.

—Se ve realmente bueno —Nejire habló con la sinceridad que la representaba.

Tamaki simplemente se retiró de ahí, antes de regresar para terminar el plato fuerte. Se concentró en la reducción y vigiló el cordero en el horno. Cuando descendió y encendió la luz del horno y se levantó, se dio cuenta que aquella presión en su pecho no había desaparecido desde la mañana.

El hecho de ver a Neito con Nejire, fue un golpe fuerte a la realidad.

Las náuseas lo atacaron cuando regresó a la cocina ¿qué diablos había estado haciendo? Ella era una mujer casada, algo que recordó hasta que la realidad estuvo frente a él y él había sido contratado como el chef de ese matrimonio ¿como había pensado cosas tan equivocadas? Él había cometido el peor error, involucrarse con un cliente y aún más, desearlo, había deseado la mujer de alguien más.

Se sentía tan estúpido por su ingenuidad, de pensar que quizá algo podría pasar. Nejire lo quería a él, lo había elegido en matrimonio ¿y él creía que podría tener una oportunidad real? ¿Qué él podría competir contra Neito Monoma? Sonrió con la acidez abriéndose paso en su estómago, era tan patético. Había tenido esperanza de una ilusión, aferrándose a algo que no existía.

Sacó el cordero del horno y lo envolvió en aluminio, dejándolo descansar al menos el tiempo que tomara servir el siguiente plato. Apagó el fuego y buscó un plato correcto para emplatar.

Él había sido el único culpable al imaginar al aferrándose a vaciar esperanzas.

Había visto a Nejire tan feliz con Neito y aún ahora, la forma en que lo miraba. Sonrió amargamente, tenía que matar aquellos sentimientos que él solo había cultivado, él debía tomar su distancia y enfocarse en la única razón por la que estaba ahí, para trabajar. Con un poco de suerte la experiencia podría servirle para conseguir un trabajo medio en otro lado antes de salir de ahí. Escuchó las risas del comedor y se sintió tan enfermo cuando colocó el cordero en el plato.

Ryuko apareció en la cocina con los platos vacíos.

—Realmente te has esmerado, todo parece excelente. —La rubia lo halagó.

Palabras que Tamaki pasó desapercibidas, sentía náuseas, él había decidido aquellos platos sofisticados ante la petición de Neito, de impresionarlo y estaba dispuesto a no dejar en duda su trabajo. Tomó los platos una vez listo, fue a la mesa y los colocó enfrente, con el rostro indiferente.

—Cordero en reducción de oporto y menta.

Dio media vuelta sin esperar ningún comentario, solo restaba el postre y podría irse de ahí. Se dedicó a limpiar, porque el postre era algo sencillo, un volcán de chocolate que metería al microondas unos minutos antes. Lavó todos los utensilios que utilizó, limpió la encimera, la estufa, dejó todo perfecto. Ryuko apareció con los platos después de un rato y él tomó eso como una señal para meter al horno los recipientes de cerámica y cronometró el tiempo.

Mientras se cocinaba preparó el plato con un frutos rojos, cuando estuvieron listos los sirvió y espolvoreó de azúcar glas. Una vez que los sirvió, estaba por irse hasta que lo detuvieron.

—Todo ha sido delicioso, veo que Nejire no exageraba con tus servicios.

—Me alegra que todo fuera de su agrado. —Tamaki veía a Neito sonreír—¿Algo en especial para la cena?

—No te preocupes, hoy iremos con mis padres, por lo que puedes tener la noche libre.

Tamaki asintió y fue hasta su habitación, él no miró a Nejire en ningún momento. Considerando las cosas incorrectas que había hecho ante la ausencia de su esposo, pensó que era lo mejor, aquella distancia, pero al ver la espalda de Tamaki alejándose sin mirar atrás su pecho se comprimió dolorosamente.



Los días siguientes transcurrieron similares, Neito había regresado cambiado de aquel viaje, casi irreconocible, él estaba siendo el hombre del que Nejire se había enamorado; atento, cariñoso y risueño.

Aquel hecho tenía a Nejire encantada, porque el matrimonio que tanto había imaginado era una realidad, solo habían necesitado un tiempo y todo era perfecto.

O casi perfecto, Nejire se sentía inquieta siempre alrededor de Tamaki, recordando lo que había pasado entre ellos y sintiéndose culpable de cómo las cosas habían avanzado al nivel de casi besarse. Ella se había dejado llevar y había terminado estropeando las cosas. Estaba segura que ellos podrían haber sido grandes amigos y es algo que Nejire siempre tenía en mente, aún podían serlo.

Sin embargo, cuando ella se acercaba, él levantaba un muro entre ellos, manteniendo el profesionalismo y sonriendo por compromiso. Ella iba a halagar su trabajo y él siempre respondía lo mismo

"Me alegro que le gustara, si quiere un plato en específico, con gusto lo prepararé"

Había dejado de tutearla y apenas la miraba mientras se movía por la cocina, era evidente la incomodidad y como él esperaba a que ella se fuera de ahí. Eso despertaba una constante presión en su pecho, porque Nejire se aferraba a aquellos desayunos que compartían donde se reían, donde salían a bailar o viendo películas juntos, sabía que algunas cosas eran incorrectas pero ¿donde había quedado esas pláticas entre ellos y el compartir tiempo juntos?

Cada mañana comía solo con Neito en el comedor donde hablaban de alguna cosa de la empresa, Tamaki y Ryukyo comían en la cocina, a fin de cuentas eran empleados, eso a palabras de Neito. Por lo que solo hablaban entre ellos y una vez que él se iba al trabajo, Ryuko limpiaba la casa y Tamaki permanecía en la cocina.

Nejire pasaba la tarde sola sin hablar mucho hasta que Neito iba a la casa a comer y volvía al trabajo hasta que finalmente regresaba en la noche. En ocasiones él no iba a comer, la primera tarde que no fue pensó que aquellas comidas en la cocina regresarían. Sin embargo, Tamaki servía su comida en la mesa, solo el suyo.

"—Come conmigo—Esas habían sido sus palabras la primera vez. —Igual Ryukyo podría..."

—No es correcto"

Sin decir nada más se había dado la vuelta y se había ido, dejándola sola. Y eso se repitió dos veces más antes de que ella dejara de pedírselo. Nejire había invitado a sus amigas en alguna ocasión para llenar el silencio de aquel departamento y servía hasta que se iban y estaba sola con sus pensamientos. Los cuales bloqueaba con la televisión o alguna película.

Esa noche Neito llegó con un ramo de flores y cenaron juntos antes de irse a dormir. Ella estaba con la cabeza en otro lado, pensando en que lo mejor era refugiarse en su estudio, eso podría alejarla de esos pensamientos intrusivos, ella estaba feliz, lo estaba, realmente ¿porque lo repetía tanto?

—¿Me escuchaste?

Ella giró para ver a Neito sentado al otro lado de la cama, listo para dormir.

—Lo siento, estaba pensando en algo más ¿qué me decías?

—He hecho reservaciones para cenar mañana, por lo que te vería ahí.

—¿Mañana? —Nejire se sentía tan perdida.

—Si ¿o acaso has olvidado que es nuestro primer aniversario?

Eso fue suficiente para centrar a Nejire en la plática, el tiempo había pasado tan rápido, un año atrás no había podido dormir esperando a que la hora de su boda llegara, se había parado temprano por la mañana para que le arreglaran el cabello y la maquillaran. Había sido una boda de princesa, su vestido había sido de ensueño, realizada por un diseñador francés, un modelo exclusivo y único.

—No, por supuesto que no.

Nejire se levantó con cierto pesar en su pecho, se sentía tan extraña, tan sola y fría ¿Qué estaba sucediendo con ella? ¿acaso estaba sensible por su primer aniversario? Posiblemente, se detuvo enfrente de Neito y se cerró en sus piernas.

—¿Qué sucede?

—Bésame

Neito sonrió y presionó sus labios contra los suyos en un gesto delicado y dulce, pero Nejire no quería eso. Se abalanzó contra su esposo en un intento de profundizar el beso, abriendo los labios e intentando alcanzar la lengua del hombre. Él siguió su juego, hasta que se río.

—Pareces demasiado animada.

—Quiero que me toques...—Desde que él regresó de su viaje, se habían besado al despertar o cuando él regresaba del trabajo, pero no habían intimado desde su noche de bodas. —Yo quiero... —Nejire quería esa calidez envolviéndola.

—Mañana he reservado una suite para que estemos tú y yo solos —Su voz era melosa y seductora. —y me encargaré de hacerlo toda la noche.

Los ojos azules contemplaron a la mujer deseosa encima y la envolvieron en el deseo presente en los ojos de su esposo. Se sintió querida y abochornada, sonrió ante la idea y regresó a su lugar. Esperanzada por el día siguiente.

El cual inició como de costumbre pero con la promesa de verse en la noche en el restaurante donde él le pidió matrimonio. Por lo que Nejire emocionada había acudido al spa y después al salón de belleza para arreglarse las uñas, el cabello y hacerse un facial. Se consintió al ser un día especial, al terminar fue a comprar un vestido que pudiera impresionar a Neito y al terminar regresó a casa para arreglarse como era debido. Demoró un par de horas para maquillarse, cuidando cada mínimo detalle, había elegido un vestido azul para esa noche. Se colocó perfume y se observó al espejo de cuerpo completo de su habitación.

—Ese vestido te queda muy bien. —Ryuko ingresó a la habitación a colocar la ropa que había terminado de lavar en su sitio. —El señor estará encantado.

Nejire sonrió abiertamente, se retocó el labial rojo y mientras se dirigía a la puerta vio a Tamaki saliendo de la cocina. Él la vio un segundo antes de inclinar la cabeza en forma de saludo y pasar enfrente suyo, directo a su habitación, sin decir ni una sola palabra.

Un recuerdo vino a su mente, cuando habían ido a bailar y él la miró de tal manera, como si la envolviera y la dejará sin respiración, como si ella fuera lo más hermoso que hubiera visto en su vida, se lo había dicho directamente. Sacudió la cabeza, deshaciéndose de ese pensamiento y salió de ahí con una sonrisa, animada por la noche.

Al llegar al restaurante, Neito estaba esperando en la mesa y le sonrió al verla, ella se acercó caminando rápidamente hacia él, con el corazón agitado. Él le ayudó a sentarse y la observó detenidamente.

—¿Es un vestido nuevo? —Ella asintió —ese color te favorece.

Nejire sonrió abiertamente...¿porque se sentía decepcionada por esa respuesta? la mirada de Neito era amable, como de costumbre y eso de alguna manera la inquietó. El mesero llegó en ese momento y ordenaron su comida. La cena transcurrió amena, entre risas de ambos al recordar los viejos momentos, cuando se habían conocido y su primer beso, esos recuerdos que eran preciados.

Una vez que terminaron se dirigieron al hotel de lujo donde pasarían la noche y Nejire contaba que el resto del fin de semana. Fue recibida por una amplia habitación con un camino de pétalos rojos que llegaba hasta la cama, a su lado había una botella de vino y varias frutas con chocolate en un carrito. Eso animó exponencialmente a Nejire ante ese gesto tan romántico, él realmente se había esforzado. Tomaron una copa de vino para entrar en el ambiente.

Pero era momento de que las cosas avanzaran y siguieran lo que habían dejado pendiente el día anterior.

Una vez ahí, ella se encerró en el baño, deshaciéndose de su ropa, colocándose una lencería atractiva que había comprado para ese motivo meses atrás. Se pintó los labios y sonrió a su reflejo en el espejo, con las mejillas sonrojadas.

Salió encontrando a Neito sin el saco oscuro y sin su corbata, solo tenía la camisa blanca que usaba debajo. Él sonrió al verla y sin poder esperar más tiempo ella se acercó hasta él, rodeó su cuello con sus brazos y lo besó. Monoma que estaba sentado en la cama se sorprendió de la iniciativa de su esposa pero aceptó el beso gustoso, rodeándola con sus brazos y tocando su trasero con aquella lencería de encaje.

El beso subió de nivel cuando sus lenguas se encontraron y ella avanzó hasta quedar encima, disfrutando de aquel contacto, entregándose a la pasión. Él acariciaba su cuerpo, siguiendo las líneas de su cuerpo y cuando alcanzó la apertura de su sostén y lo tomó para quitarlo, un sonido llamó la atención de ambos.

Neito detuvo los besos y sus ojos recayeron en el celular que estaba en la mesa de noche. Nejire siguió con lo suyo cuando el teléfono se quedó en silencio, hasta que volvió a sonar una y otra vez. Pero eso no la hizo detenerse.

—Nejire, espera.

Ella lo ignoró, siguió con lo suyo, pero él dejó de besarla e intentó levantarse.

—Podría ser algo urgente.

Monoma no dejó de intentar cortar el contacto que hizo que Nejire se frustrara, porque era su aniversario, quería disfrutarlo sin interrupciones pero sabía que él era un hombre ocupado. Al final él se levantó y adoptó una expresión infantil. Él se levantó divertido por su expresión, besó su frente.

—Solo será un momento. —Neito respondió el teléfono y caminó por el cuarto, escuchando la voz al otro lado.

Su expresión relajada se volvió seria y pronto sus cejas se curvaron dejando ver su molestia y frustración.

—¿Cómo pudo salir mal? ¡Era un trato hecho, solo deben entregar la mercancía!—Se cayó escuchando al otro lado del teléfono. —El barco está listo, no pueden quedarnos mal, hay clientes esperando por la embarcación. —Torció la boca y colgó.

—¿Todo bien?

Neito observó a su esposa, se acercó y acarició su mejilla.

—No, realmente no, hay un problema en la costa por los envíos de la mercancía que debería llegar en cinco días, si no llega, perderemos miles de dólares. —Él se acercó tomando su saco del sillón donde lo había dejado. —Necesito arreglarlo.

Nejire vio las acciones de su esposo estupefacta y cuando él comenzó a ponerse el saco, pareció entender lo que estaba sucediendo.

—Espera ¿irás ahora?

—Debo hacerlo, sería un gran golpe para la empresa si no me ocupo personalmente.

Nejire sintió la ansiedad subiendo por su cuerpo al verlo poniéndose la corbata, se levantó como pudo y lo detuvo sujetándolo del brazo.

—Puede esperar a mañana, hoy estás aquí conmigo, no puedes irte así.

Él se detuvo mirándola con condescendencia.

—Lo siento yo debo hacerlo.

La desesperación acudió al cuerpo de Nejire que lo sostuvo más fuerte, no estaba dispuesta a dejarlo ir, no ese día, no cuando las cosas parecían ir bien entre ellos, todo estaba realmente bien. Sin embargo, ese era su día, debían estar juntos, tenían reservaciones.

—No puedes hacerme esto, es nuestro aniversario. —Su voz era de súplica.

Monoma la besó fugazmente antes de soltarse del agarre de Nejire de una forma delicada, sabía lo difícil que era para ella, pero era la empresa de su familia, la que le fue confiada, no podía defraudar al padre de Nejire.

—¿Me dejarías sola aquí?

—La habitación está pagada, puedes dormir aquí e ir a casa mañana, te veo ahí.

Nejire vio como Neito salió de ahí sin mirar atrás, vio su espalda alejarse. La incredulidad la aturdió ¿Qué es lo que había sucedido? ¿de verdad él la había dejado sola en su aniversario? ¿El trabajo era más relevante que su relación? los pensamientos negativos vinieron a su mente y le fue imposible respirar cuando entendió que realmente él la había dejado sola ahí.

¿Acaso todos esos días juntos habían sido una ilusión? Él la había dejado sola, completamente sola en ese departamento que la estaba asfixiándola, ahogándola en la más grande desesperación. Las lágrimas brotaron de sus ojos y quería desaparecer, irse a algún lado donde eso no doliera tanto, estaba sola, siendo consumida con esa soledad y quería aferrarse a algo.

Ella estaba hundiéndose sin forma de regreso de aquel agónico matrimonio.



Cerró la puerta de su habitación, se quitó los zapatos y se recostó en la cama, el sueño producto del alcohol en su sangre lo aturdía, sabía que debía levantarse para cambiarse, pero la idea de dormirse era más atrayente.

Tenía una gran resistencia al alcohol y la mayoría del tiempo causaba una somnolencia, fuera de eso podía mantenerse cuerdo. Sus párpados se cerraron, solo quería descansar un momento antes de... una vibración lo hizo abrir sus ojos y ver a su alrededor, aunque no había nada. Hasta que volvió a sentirlo, rebuscó en la cama hasta que tomó el celular que estaba a su lado y que no dejaba de vibrar. Con los ojos adormecidos vio que era una llamada y respondió sin pensarlo, quizá había olvidado algo con Mirio al ir a tomar.

—¿Si?

—Tamaki...

La voz detrás de la llamada lo llevó a abrir los ojos de repente y sentirse sobrio ¿porque estaba llamándolo? la idea de colgar lo aturdió.

—¿Puedes venir por mí? —Tamaki en alguna otra situación se hubiera negado y colgado el teléfono, ignorándola como había intentando todo ese tiempo, pero la nota de desesperación, agonía y miedo era presente.

—Yo...

—... te necesito.

Él se mordió su labio inferior, se levantó tomando su chaqueta y salió hacia donde ella le indicó. Llegó más rápido de lo que había pensado y cuando ingresó a la habitación pudo ver a Nejire en la cama, sentada, con los hombros caídos. Al verlo ella se levantó, corrió y lo abrazó, apoyando el rostro en su pecho.

Tamaki simplemente se quedó quieto, no dijo nada y al final se dirigieron hacia la casa en completo silencio. Ella observaba a través de la ventana del vehículo, pronto llegaron al departamento y mientras subían el elevador, fue cuando Tamaki se atrevió a mirarla.

¿Por qué había asistido a su llamado? Se había prometido a sí mismo el mantenerse lejos de ella y de todo lo que implicaba, con el fin de deshacerse de esos sentimientos innecesarios. Se reprendió mentalmente, porque el ir a buscarla rompía todo lo que él mismo había decidido, trabajar sin relacionarse ni crear vínculos. Pero él no había podido resistirse, no cuando la escuchó con la voz rota.

El elevador se abrió en el último piso y entraron al departamento. Había acudido a ayudarla, pero aún podía mantener la distancia, sin preguntar nada, solo yéndose. La vio sentarse en el sillón de la sala con aire desanimado e incapaz de mirarlo a los ojos.

—¿Sucedió algo? —Su raciocinio quedó de lado y la preocupación se alzó más fuerte.

—Él tuvo que salir por un asunto del trabajo...era algo importante, lo entiendo por lo que tuvo que ir y él... —Su voz desapareció en el aire.

Tamaki se sentó a su lado ante la agonía en su voz, ella no se atrevía a mirarlo.

— Pensé que había cambiado, que él no volvería a dejarme sola, rogando por su atención, realmente lo creí, que esto estaría bien, que él me quería, que había cambiado para que esto funcionara..—Su voz se rompió.

Los sollozos salieron de su boca y apoyó su frente en el hombro de Tamaki, en un gesto de reconforte, él levantó la mano y la bajó inseguro de cualquier cosa que pudiera hacer. Se mordió el labio inferior, no le gustaba verla así, levantó la mano de nuevo y palmeó su espalda con ese miedo constante de ser malinterpretado.

—¿Qué hay de malo en mi? —Esa era la única respuesta que podía pensar.

Que había algo realmente mal con ella para que Neito prefiriera cualquier otra cosa y parecía huir de estar a su lado. Que ella era la culpable de que su matrimonio fuera un desastre.

—No hay nada malo contigo. —Fue lo único que él logró mencionar en medio de las palabras al aire que ella decía. —Tú eres perfecta.

Nejire se levantó viendo a Tamaki con aquella expresión neutra, aunque sus labios estaban nerviosos, ese gesto que lo representaba.

—No lo soy, si lo fuera nada de esto pasaría.

—Lo eres para mí —Él sonrió sin muchas ganas. —Eres realmente perfecta, como un sueño...

Él la observó con las lágrimas corriendo por sus mejillas y aún así le pareció la mujer más hermosa que había visto en su vida. Su corazón se estremeció ante esa vista y pensó que si él hubiera llegado antes, si pudiera tener a una mujer como ella, jamás la haría llorar, jamás la trataría de esa forma.

La idea de querer tenerla y tener que retroceder lo abrumó, porque estar con ella era lo que más quería. Sus ojos oscuros vieron los labios rosados, él realmente lo había intentando pero no podría hacerlo, no podría olvidarla. Había sido ingenuo en pensar que podría olvidar a alguien como Nejire, borrar los sentimientos que había despertado en él. La quería, la deseaba y si ella lo buscaba, él siempre estaría ahí.

Sin pensarlo y guiado por el impulso, se inclinó y atrapó los labios femeninos contra los suyos. Una chispa sacudió su cuerpo al maravillarse de aquella fruta suave y cálida, al menos una vez quería probarla. Para su sorpresa ella le correspondió el beso, moviéndose contra los suyos de manera lenta, dulce y cálida, como una caricia que la envolvía.

La besó con el corazón en la garganta, embriagándose del sabor que solo Nejire Hado podía brindarle y que sabía que estaba prohibido.

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