VII.

Entreabrió sus ojos contemplando una mandíbula en su cercanía, sentía su cuerpo flotando, la calidez la cobijaba, levantó su mirada viendo el rostro masculino tan cerca, con los ojos cerrados y dejando destacar esas pestañas largas, su piel blanca que sobresalía por el tono oscuro de su cabello. Su atención se desvió a su mano sobre su pecho y pronto regresó a aquel rostro tan pacifico que ella misma se sentía en una total tranquilidad, con su pecho impregnándose de esa calidez.

¿Era un sueño cierto? Tamaki estaba tan cerca... que la idea de tocarlo invadió su cabeza, no era una persona que pensara demasiado las cosas antes de hacerlo por lo estiró su mano y tocó sus labios, rememorando la manera en que él lo había hecho cuando habían estado viendo películas, entiendo que era inevitable, la curiosidad de cómo se sentiría probarlo.

¿Sus labios eran tan cálidos como su sola presencia? Ese era un sueño, por lo que podría permitirse saborearlo.

Una mano cerrándose en su cintura la hizo sobresaltar y ese susto fue suficiente para darse cuenta que el que Tamaki estuviera tan cerca no era un sueño, él realmente estaba allí, abrazándola y atrayéndola más hacia su cuerpo. Un ruido salió de sus labios haciendo eco a su corazón alterado y aquellos movimientos lograron que él abriera los ojos.

—¿Esto...es un sueño?

Tamaki estiró su mano y tocó la mejilla femenina, sonriendo como si fuera lo más fascinante que hubiera visto en toda su vida, acto que aceleró el corazón de Nejire estridentemente. Aquella fuerza con la que había estado peleando últimamente, de tomar su distancia y tomar esa relación como una simple amistad, desaparecía y la idea de que queria que él la estrechara entre sus brazos y nunca la soltara la aturdió.

—Tamaki, por favor....

El sonido de la puerta abriéndose fue suficiente claro en aquel silencio absoluto, por lo que ambos saltaron y se pusieron de pie de pronto, con la adrenalina corriendo por sus venas. Habían dormido juntos ahí, abrazados, sea lo que sea que dijeran, eso no se vería nada bien y menos si Neito los veía ahí juntos.

Tamaki se asomó en el pasillo, no había nadie, por lo que dejó que Nejire saliera y casi corriera hacia su habitación y finalmente él hizo lo mismo, corriendo hacia su habitación. La cerró detrás suyo, con su corazón latiendo con fuerza ¿acaso los había visto? De ser así hubieran escuchado su voz, estaban a salvo, aun así los nervios no desaparecían.

Él mismo había aceptado sus sentimientos la noche anterior y el hecho de no seguir conteniendo esos sentimientos que fuera de ser incorrectos, eran reales, genuinos y no debía avergonzarse, además que sabía que él podría ofrecerle algo mejor. Sin embargo, no quería que Neito lo supiera de esa forma y más porque... no sabía qué era lo que la propia Nejire pensaba de... todo eso. Sabía que ella aún pensaba en su matrimonio, no era algo que desecharía con facilidad pero ¿ella había pensando en él de alguna forma diferente a un amigo o a su empleado? Un lado suyo le decía que si, no veías películas con tu empleado y mucho menos romperías la distancia personal con un simple amigo ¿no?

A su mente vino aquel día en aquel bar y como ella se había acercado demasiado y su mirada parecía suplicar su cercanía.

¿Podría estar haciéndose ideas? Él no tenía experiencia en nada de eso, jamás se había acercado a nadie ni había intentado coquetear a alguien como su experimentado amigo rubio lo hacía... quizá él podría iluminarlo.

Aún así, ¿qué era lo que Nejire iba a pedirle momentos antes? ¿Ella quería que siguiera avanzando o quizá le pediría que tomaran su distancia? No sabía si sería capaz de hacerlo, pero si ella se lo pedía lo haría, él sólo quería que fuera feliz.

Se dejó caer en su cama y apoyó su mano en su frente, aún así no dejaba de pensar en la sensación que había experimentado al despertar y verla durmiendo a su lado, como deseaba que ese fuera su día con día. Si él hubiera nacido en una familia prestigiosa, si hubiera conocido a Nejire en ese entorno ¿podría él estar en el lugar de aquel hombre que no parecía quererla? Sintió tanta envidia por eso, cubrió su rostro con sus manos, debía controlarse y pensar adecuadamente, pero el lidiar con esos sentimientos que jamás había experimentado era tan complicado.

Nejire por su parte se metió tan rápido como pudo a su cama, con el corazón latiendo fuertemente y cerró los ojos, esperando a que quien sea que hubiera llegado, entrara en su habitación. Como si lo hubiera invocado, la puerta se abrió.

Había deseado hace unos días de que Neito llegara antes de tiempo, pero ahora mismo deseaba que su viaje se hubiera retrasado, de verdad que no quería verlo, no sabia si podía controlar sus gestos.

—Nejire

Sintió como pudo soltar el aire que había estado conteniendo en ese momento cuando escuchó la voz femenina. Se levantó más animada de lo que pretendía.

—Ryuko, que alegría verte.

La mujer rubia la observó detenidamente y después le sonrió de la manera en que siempre lo hacía.

—He venido un poco más temprano, cuando el desayuno esté listo le avisaré, mientras tanto prepárese.

Salió de ahí y Nejire se dejó caer en la cama sintiendo el cuerpo débil por la adrenalina bajando de pronto, eso había sido demasiado arriesgado. Pero... no había hecho algo malo, solo se habían quedado dormidos y ella estaba a punto de pedirle algo totalmente imposible, pero la situación, la calidez de la mirada masculina y los propios sentimientos en su interior la habían impulsado.

Sin querer pensar más al respecto obedeció a Ryuko, se alistó deshaciéndose de la ropa con la que se había quedado la noche anterior, se dio un baño y salió a la cocina. Fue hasta que estuvo de camino a la cocina que se preguntó cómo debería comportarse ¿Qué debería decir? ella nunca pensaba demasiado y ahora estaba considerando.

—Tamaki —La voz de Ryuko en la cocina la hizo detenerse y esperar a que terminaran de hablar.

El cocinero apagó el fuego y se centró en servir, colocando los platos y observando a la rubia sentándose en su lugar de la mesa de la cocina.

—¿Necesita algo?

—Solo quería recordarte que el señor regresa hoy... tómalo en cuenta y compórtate como es debido.

Tamaki entreabrió los ojos ante las palabras y la mirada dura de la mujer enfrente, tragó saliva, por supuesto que los había visto salir de la sala de entretenimiento. Hubiera sido demasiada suerte que no, algo que Tamaki carecía, no solían pasarle muchas cosas buenas. Por suerte había sido Ryuko quien la había visto, que le había dado un comentario disfrazado de advertencia y que hacía eco a sus temores de estar pasando una línea que sólo él cruzaría.

Simplemente asintió y luego de unos segundos en silencio Nejire apareció un poco más silenciosa que de costumbre pero comieron juntos y cuando terminaron cada uno tomó salió de la cocina. Por su parte Tamaki se centró en lavar los platos, con muchas ideas revoloteando en su cabeza.

No quería arruinar eso que era lo único bueno en su vida.



Tamaki bebió de la copa que tenía entre sus manos, acabándose todo el contenido y dejándola en la barra, con la mirada le pidió una más al cantinero y cuando la trajeron su copa rellena, volvió a vaciarla de un solo trago.

Ese día en particular había sido tan extraño, Nejire había terminado por salir con sus amigas a comer cuando Neito no llegó a casa ese día y Ryuko se quedó terminando todos sus pendientes. Él al no verse obligado a cocinar, decidió salir esa noche, con la idea de tranquilizar su mente ansiosa y ruidosa.

—Hey, antes de que te termines todo el licor del lugar ¿podrías decirme qué sucede?

Mirio solo había observado a su amigo llegar e ingerir tres copas sin decir una sola palabra. La llamada de Tamaki un lunes en la noche y la forma en que bebía dejaba en claro que algo malo estaba sucediendo, lo suficiente para perturbarlo.

—Yo me he enamorado de Nejire. —Soltó como una bomba nuclear.

El rubio que había estado preocupado hasta ese momento, sonrió abiertamente y dejó salir una carcajada mientras bebía su propia copa, acto que dejó conmocionado a Tamaki.

—¿Qué?

—Eso ya lo sabía, desde la vez que los vi juntos, la forma en que la mirabas... no fue muy difícil adivinar que estaba sucediendo. —Aunque la realidad es que Mirio estaba bastante seguro de que Tamaki ya estaba enamorado de ella cuando la llevó ese día, pero decidió omitirlo.

Tamaki apoyó la cabeza en la tabla con un gesto de derrota.

—Está realmente mal.

—¿Por qué eso está mal? —Mirio se mostró confundido. —Por lo que me has dicho, Neito Monoma no es el mejor partido.

—Ese no es el problema sino que, no sé realmente qué es lo que ella podría querer, su comportamiento es confuso.

—Cuentale a Mirio, tengo algo de experiencia con las mujeres. —Le guiñó el ojo.

Tamaki lo hizo, le contó aquellos momentos que había pasado entre ellos, desde el baile, lo que había sucedido en su casa y la noche anterior y lo que había sucedido en la mañana. Mirio se veía realmente animado al escuchar eso y sorprendido de que su tímido amigo hubiera llegado tan lejos, hubiera reído si no lo hubiera visto tan afligido.

—Bueno... puedo decirte que algo realmente está sucediendo, no son imaginaciones tuyas. —Mirio lo vio con esa mirada de esperanza. —Al menos con sus comportamientos deja en claro que tiene cierto interés, aunque quizá aún siga confundida por el pequeño tema de su matrimonio roto, pero es cuestión de tiempo... —Se encontró divagando por lo que se calló y le sonrió. —Realmente le gustas.

—¿Tú lo crees? No lo sé...

—¿Por qué sería tan increíble de pensar?

—Porque soy yo... no tengo nada que ofrecerle, ella merece a alguien mejor, yo soy una maldita broma.

—Y aún así tú le gustas ¿crees que ella no ha estado toda su vida rodeada de otros hombres? Quizá se vio enfrascada en un matrimonio por compromiso y esa irrealidad la hizo adoptar una ilusión inalcanzable, no lo sé, de lo que puedo estar seguro es que ella siente algo por ti. —Dio un nuevo trago a su bebida. —Que tanto sea, eso es algo que tú deberías descubrir, quizá si la seduces y termina cayendo, dejará en claro que su matrimonio no es tan relevante.

Mirio rió ante la expresión estupefacta de su amigo, de verdad que no podía bromear con él. Había estado jugando, la idea de Tamaki seduciendo a Nejire era una de las mejores bromas que había hecho, era totalmente absurdo. En primera porque bajo ninguna circunstancia podía imaginarse a su amigo lanzándose hacia una mujer, nunca había presenciado algo así. Y en segundo lugar, porque sabía que una vez que Nejire se decidiera, sería ella quien terminaría abalanzándose contra su tímido amigo.

Aunque quiso dejarle el beneficio de la duda.

—Aunque realmente el meterme en esa relación, no sé si es correcto. —Tamaki pensó en las palabras de Ryuko.

Sabía que a los ojos de cualquier persona si él intentaba algo, sería totalmente reprobable, ella era una mujer casada, uno de los matrimonios más sonados del año pasado, había salido en todos los periódicos, él mismo la vio en el área de sociales con un vestido sumamente elegante, fue todo un evento.

—Tamaki, debes tomar tus propias decisiones, si sientes que debes hacer algo, hazlo, es mejor hacerlo a arrepentirse... no tengas miedo de ser feliz.



Tamaki terminó pagando la cuenta de Mirio en agradecimiento de escucharlo divagar durante un par de horas y después se habían separado. Mirio había cruzado la ciudad por llegar ahí en un día laboral, lo cual agradecía eternamente.

No era tarde, había salido temprano por lo que regresaría a tiempo por si se ofrecía algo para la cena. Había tomado suficiente pero tenía una buena resistencia al alcohol. Caminó en búsqueda de un taxi que lo llevara al edificio de departamentos donde vivía. Observó a la calle en búsqueda de un auto amarillo, pero parecía no haber nada, cuando por fin divisó alguno, intentó bajarse para llamarlo pero casi terminó colisionando con alguien, por suerte se detuvo a tiempo.

—Lo siento, disculpe...

—¿Tamaki?

Él dirigió su atención a la persona que intentó esquivar y se encontró con aquella cabellera azul, un vestido a juego delicado y su rostro con un gesto de evidente sorpresa de encontrarlo ahí.

—¿Nejire?

—¿Qué haces aquí? —Nejire preguntó confundida.

—Yo... salí con Mirio en un bar cercano, él me llamó en la tarde. —Decidió que debía mentir para evitar más preguntas, no quería dejar entrever sus inseguridades o lo que lo había estado atormentando todo este tiempo.

—Una tarde de hombres, que agradable.

Tamaki asintió y observó a su lado derecho, donde estaba seguro que Nejire había salido, lo había visto de reojo, pero no prestó suficiente atención a la persona hasta que escuchó su nombre.

— Y tú... ¿no habías salido a comer con tus amigas? —Observó de nuevo el lugar, parecía un lugar antiguo, no tenía ningún letrero pero estaba seguro de que no era un restaurante, no uno que alguien como ella frecuentaba —¿De donde vienes?

Nejire se quedó quieta con una expresión incómoda en el rostro, giró a su alrededor como si temiera que alguien conocido estuviera cerca, conteniendo lo que fuera que no quería decir, estaba insegura de ser encontrada ahí.

—Si no quieres decirme está bien, no quiero incomodarte.

—No, no me estas incomodando, es solo que... es algo que no le he dicho a nadie, porque nunca ha sido algo aceptable debido a mi posición. —Mordió su labio inferior, con miedo de cómo podía reaccionar. —Yo... pinto, bueno o al menos lo he intentado, siempre me interesó la pintura pero no era algo que alguien como yo podría hacer, no era algo que mis padres esperaban de mí, así que eventualmente lo dejé, al menos lo intenté pero desde que salí de la casa de mis padres volví a retomarlo, en secreto, para no llamar la atención de la prensa y avergonzar a mi familia.

Aún recordaba cuando su padre la había reprendido cuando le preguntó qué quería hacer de grande, porque un oficio tan sucio y que englobaba a gente desempleada, sin dinero, era totalmente inconcebible que ella lo hiciera.

—Deja de perder el tiempo en aquellas ideas inútiles, deberías centrarte en aprender todo lo que puedas del negocio, como Neito que es el orgullo de su familia, tú debes ser el orgullo de la familia Hadou.

Nejire simplemente había asentido ante las palabras denigrantes de su padre y decidió dejarlo de lado, aunque su afición siguió ahí, dibujando en sus cuadernos y cuando tuvo la suficiente independencia, retomó algunas clases, solo un poco para sofocar aquel deseo de pintar.

Cuando se casó pensó que sería complicado guardar el secreto de su esposo y pensó en decírselo, pero debido al poco tiempo que compartían no lo hizo, no sintió que debería decirlo. Por lo que decidió guardarlo para sí misma, aquel secreto que era una vergüenza para sí misma. Sabía que era absurdo que se aferrara a algo que no le traería nada bueno y aunque se juró que no lo diría, por fin lo hizo, dejó salir ese gran secreto que había guardado.

Bajó la mirada imaginando la forma en que su padre la miraría si se hubiera enterado.

—¿Puedo ver lo que haces?

Nejire se sorprendió de las palabras y observó al hombre enfrente suyo, conmocionada de esa petición ¿de verdad él quería ver el desastre que ella creaba? tragó saliva sin poder creérselo, que alguien se interesaba, aunque quizá al verlo se daría cuenta que su familia había tenido razón todo ese tiempo, que todo eso del arte era una pérdida de tiempo.

—No, es que... soy realmente mala.

Tamaki se acercó y levantó su rostro para que se encontrara con su mirada.

—Déjame ver lo que haces.

Nejire sintió su rostro caliente ante la acción y el interés en algo que ella hiciera y reprimió una sonrisa, jamás había experimentado esa sensación de que a alguien le interesara que pensaba o que hacía era tan extraño ¿se burlaría? ¿diría algo positivo? no podía pensar que algo bueno sucedería. Pero él se acercó y presionó su mano, en señal de apoyo y ella terminó aceptando.

Dio media vuelta y entró a aquel edificio que parecía rústico, sin ningún letrero, por el interior parecía dividido por habitaciones, cada una cerrada con llave. Tamaki esperó paciente hasta que ella llegó a una en específico, extrajo una llave y abrió la pequeña puerta de metal, todo era oscuridad hasta que ella encendió la luz.

Tamaki dio un paso dentro cuando Nejire se hizo a un lado para permitirlo, vio una mesa al fondo, un sillón en el centro, varias lámparas colgando, una gran mesa con muchos pinceles y pinturas y por supuesto vio cuadros, muchos cuadros, colgados en la pared, apoyados en el piso, varios cuadros en caballetes. Se acercó para observarlos, había algunas obras abstractas pero en mayoría había varios cuadros realistas, de paisajes, de flores, de gente caminando, pudo ver como ella había recreado la imagen de su boda que todos los periódicos habían enseñado y muchos bocetos de manos, rostros, cabellos, de cada parte del cuerpo, como si estuviera practicando. Se maravilló de los diferentes paisajes que vio, por supuesto que ella había conocido varios sitios y lograba captar la esencia del lugar.

—Yo sé que esto...

—Eres realmente buena. —Tamaki no podía saber menos de pintura, pero al menos lo que veía le gustaba.

La forma de la combinación de colores en los paisajes, como dibujaba la noche estrellada una y otra vez, lo cual le hizo saber que tenía esa preferencia. Y la mejoría en la fisonomía de la gente que dibujaba era notable. Pudo ver autorretratos de Nejire en el suelo rodeada de muchas flores y a ella misma en una especie de jaula o cerca de un precipicio ¿se sentía de esa forma? pudo ver niños jugando en un parque, todo era tan bueno.

—¿Lo dices de verdad?

Él giró al escuchar la voz de Nejire que permanecía cerca de la puerta con la duda clara en su rostro.

—Siempre he sido totalmente honesto contigo, no tengo necesidad de mentirte. —Él le sonrió mientras miraba de nuevo su trabajo. —No sé mucho de pintura pero lo veo realmente bien, quizá algunas podrías venderlas.

—¿Tú crees que son lo suficiente buenas para venderlas? —Nejire no podía creer lo que escuchaba.

—Por supuesto, tienes mucho talento.

Unas inexplicables ganas de llorar la invadieron, porque jamás pensó escuchar que alguien le dijera esas palabras. Observó al hombre contemplar con detenimiento cada uno de los cuadros y una presión dolorosa se incrementaba en su pecho.

Había escuchado lo que Ryuko le había dicho esa mañana a Tamaki, sobre qué debería comportarse adecuadamente al ser ella una mujer casada, los había visto salir del salón de entretenimiento. Ella era lo suficiente amable para no decirle nada a ella, a fin de cuentas era su empleadora y claro que veía a Tamaki como el malo de aquí, al no controlar sus acciones ante una mujer casada.

En ese momento Nejire había pensado que todo eso había sido su culpa, que ella le había pedido que vieran películas y ella siempre le pedía cosas, como que la dejara ir con él cuando salía o aún peor, ella había tocado las manos del hombre mientras veían películas, ella siempre se dejaba llevar por la calidez que él desprendía y que la hacía sentir. Siempre se comportaba de manera incorrecta con él, exigiendo. Y eso la llevó a pensar ¿qué es lo que él provocaba en ella? ¿Qué era esa sensación cálida?

Poco después de desayunar, cuando ella estaba cambiándose, Ryuko había entrado a su habitación para cambiar las sábanas y entre platicas le había dicho algo que aún resonaba en su cabeza.

—Se ve realmente linda... Es normal que ante actos y palabras bonitas una se deje llevar.

Nejire estuvo pensando mucho en eso, era una indirecta por supuesto, de que lo que sea que estuviera sintiendo por Tamaki tendría que ser por la simple razón de que le gusta como la trata, ante la ausencia de su esposo. Eso tenía sentido, pero la dejaría como alguien que lo utilizaba para sentirse bien consigo misma. Y la idea de que estuviera haciendo algo despreciable, la motivó a salir de ahí, necesitaba tomar su distancia de Tamaki.

Él merecía una buena mujer que lo valorara, que viera lo bueno que era.

Pero cuando él le pidió ver sus pinturas y mientras caminaban hacia ahí ella no pudo dejar de pensar en que... la opinión que más le importaba era la de él. Nunca tuvo necesidad de contarle nada a Neito y su opinión no representaba un gran peso en esa parte importante de su vida. Pero por alguna razón le importaba demasiado lo que Tamaki pudiera pensar.

Y en todo el tiempo en que había estado ahí pintando, no pudo dejar de pensar en cuánto lo extrañaba, que desearía estar en casa, haciendo cosas mundanas con él y que extrañaba tanto verlo sonreír y sonrojarse para ella. Ese sonrojo adorable que secretamente le encantaba... la forma en que su barbilla varonil se veía al despertar y la calidez de su cuerpo, sus labios y su voz profunda que podía hacerla temblar ¿eso era simple gusto por cómo la trataba? No parecía que eso englobara todo, porque a ella no le gustaba solo como la trataba, le gustaba la simple presencia de Tamaki, aunque no la miraba, ella misma se había visto envuelta en observarlo mientras cocinaba.

¿Acaso eso podría ser...amor?

La simple idea la hizo negarlo, no podía ser así, porque ella estaba casada y sería totalmente inapropiado, imposible y desgastante. No tenía nada que ofrecerle a él y aún así... deseaba que Neito no regresará de su viaje.

Tamaki llegó a la mesa donde Nejire se sentaba a realizar sus bocetos antes de pintar algo, removió las hojas con borradores de manos y brazos.

—Esto...

De pronto Nejire recordó algo y se aproximó rápidamente hacia él y le arrebató la hoja que él quería tomar, con su corazón latiendo con desesperación.

—Eso, no puede verlo, eso no...—Su rostro por primera vez estaba rojo.

Lo cual le llevó a Tamaki a preguntarse qué era lo que estaba ocultado, por lo que se acercó, intentando tomarlo, pero ella se resistió, llevándolo a su espalda. Él la rodeó con sus brazos en un intento de obtener lo que fuera que había puesto tan nerviosa a Nejire.

—Déjame ver, no creo que sea malo.

—No es que no puedes verlo.

Ella levantó su brazo en un intento de mantener lejos de él aquella hoja, pero él se estiró, era más alto que ella, no era un reto. Nejire apartó su brazo tanto como pudo, llevándolo hacia atrás, inclinándose para salir de su rango de alcance, pero intentando mantener el equilibrio. Pero él no se dio por vencido, se estiró, hasta que sus dedos alcanzaran el papel y sonrió con victoria. Nejire intentó jalar el papel, pero de pronto perdió el equilibrio.

Tamaki rodeó su cintura pero tiró de ella con suficiente fuerza y él terminó yéndose hacia atrás, cayendo sentado en el sillón que estaba detrás suyo. Ella se quedó quieta, sentada en sus piernas, con su respiración acariciando el cuello masculino y sintiéndose tan avergonzada por esa distancia. Al levantar los ojos se encontró con él observándola detenidamente. Pudo sentir sus dedos presionando su cadera y la calidez del cuerpo masculino envolviéndola.

Tamaki utilizó toda la fuerza de su autocontrol para ignorar esos labios rosados y observó la hoja por la cual había empezado toda esa pelea. Escuchó su propio corazón latir fuertemente cuando se vio a sí mismo en el papel. Ella bocetó su rostro sonriendo, sus labios y mandíbula marcada. En varios lados del papel estaban sus ojos, como si no se decidiera a que estuvieran correctos y sus manos. estaban sus manos por varios lados.

Nejire apoyó su cabeza en su pecho, totalmente avergonzada de que fuera descubierta. Cuando salió de casa y ante los comentarios de Ryuko no pudo dejar de pensar en él y pronto se vio a sí misma dibujándolo una y otra vez. Por lo que decidió salir de ahí y es cuando, por obra de una mala broma de la vida, se lo encontró al salir.

Y ahora él había descubierto su secreto, era sumamente vergonzoso.

—Es bastante fiel al real —Tamaki apoyó su mano en su frente sin saber qué decir.

Por qué verse ahí significaba que ella lo había estado observando mucho más de lo que pensaba y que había sido su fijación esa tarde. Su corazón iba a salirse en ese momento.

—No, la mandíbula no es como recordaba. —Lo había visto desde su posición y era ligeramente diferente.

Tamaki observó el dibujo de nuevo y notó algo un poco diferente en su imagen, si quizá era un poco menos pronunciada.

—Si lo necesitas puedo quedarme quieto y puedes mirar... para que puedas recrearlo como quieras.

Nejire por fin levantó su rostro y observó a Tamaki con su rostro completamente rojo, un reflejo del suyo. Era tan encantador y podía sentir su aliento golpeando su rostro, que su propio cuerpo se estremeció. Levantó sus manos y tocó su mandíbula, siguiéndola con el dedo, pudo sentir como él mismo se estremeció y rodeó más fuerte su mandíbula, provocando que ella dejara salir una exhalación.

—Eres una gran tentación...—Se acercó aún más hacia él, con la idea de querer sentir sus labios.

Todos podían irse al demonio, ella tenía que hacerlo y más si él estaba dispuesto a permitirlo. Entreabrió los labios mientras se acercaba, sus labios rozaron ligeramente los masculinos, él entreabrió los suyos propios en una invitación a que podía hacer lo que quisiera, cuando sintió una vibración en su pantalón. Se sobresaltó, dejando que aquella niebla nebulosa se apartara de su cabeza, sacando a relucir su racionalidad, sacó el teléfono viendo un mensaje.

"Llegaré mañana, me muero por verte"


Eso fue suficiente para dejar en claro la situación donde estaba, ella, una mujer casada estaba a solas, encima de otro hombre y a punto de hacer ¿Qué cosa? intentó bajarse y casi tropieza, pero Tamaki logró sujetarla.

—¿Estás bien?

—Si, yo creo que... deberíamos irnos.

Ella dejó el papel en la mesa, ocultándolo y ambos salieron, con ambos corazones latiendo por culpa y anhelo de dejar aquello inconcluso, cuando todo en ellos pedía que continuaran lo que dejaron pendiente. 

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