IX.

 Entreabrió los ojos y se quedó quieto por completo, con la respiración tranquila, mientras las imágenes del día anterior regresaban en una lenta agonía gratificante, si aquello fuera un sueño, estaba dispuesto a no volver a despertar por seguir enfrascado en aquella fantasía.

Temía que si se movía al menos un centímetro, aquella ilusión desapareciera, que eso marcará el que fuera realidad o no. Sonrió sin poder evitarlo con torpeza, entregándose a las sensaciones que aún estaban a flor de piel, de lo que había sucedido la noche anterior.

Aquello que parecía ir realmente mal, terminó mucho mejor de lo que podría soñar.



Las cosas con Nejire habían estado realmente mal desde hace más de una semana, cuando, después de aquel día de películas juntos, donde la distancia fue algo que quedó de lado y se habían dejado llevar por sus emociones, algo que Tamaki pensó que sería un gran avance y que quizá después de todo Mirio tenía razón, ella le correspondía de forma positiva.

Su error había sido confiar en que ella, una mujer casada, se dejaría llevar con facilidad... porque se había golpeado con la indiferencia y distancia de Nejire después de aquel día, marcando un claro límite, que aquello no debería suceder. Algo que él respetó, dándose cuenta que había estado tan equivocado y que era momento de alejarse, antes de que la herida se hiciera más grande.

No podía culparla, era una mujer casada y él estaba interfiriendo.

Se arrepintió tanto de sus movimientos y acciones después de ese distanciamiento, pensando en los hubiera, si hubiera mantenido aquello como una simple amistad agradable. Aunque su nula experiencia con las mujeres, aún en el sector de amistad, complicaba las cosas de manera exponencial.

Además, era completamente imposible que no se enamorada de una mujer tan encantadora como Nejire, todo en ella lo atraía a quererla.

Y eso era lo que había sido más doloroso del hecho de que lo había dejado de lado, por intentar recuperar su relación. Tamaki quería que ella fuera feliz, aunque muy en el fondo sabía que Neito tenía la incapacidad de lograrlo, por lo que él había presenciado, sus desplantes, indiferencia y falta de tacto con su esposa, además de dejarla plantada en más de una ocasión.

No podía esperar que un hombre capaz de hacerla llorar, la hiciera feliz.

Aún así lo aceptó, viendo como de alguna manera quizá se había equivocado porque ella se veía feliz y Neito, aunque odiaba admitirlo, se estaba comportando de forma decente y más cuando el tema del aniversario salió a colación. Tamaki realmente esperaba que no le pidieran cocinar ese día, era la primera vez desde que tuvo el deseo de ser chef que deseó realmente no cocinar.

Para su buena suerte, el estilo de vida del matrimonio consideró que una salida en su aniversario, una noche solos era mucho mejor que quedarse en casa para cenar. De esa forma dejaron a Tamaki en su soledad y ansiedad. Pensando como había estado cerca y... realmente él no había estado cerca, se había hecho ideas incorrectas, al grado de crear esperanzas en sí mismo, de que quizá... o eso es lo que él había pensado.

Se recostó en su cama durante un par de horas, dando vueltas, incapaz de dormir o mantenerse quieto, por lo que implicaba esa soledad. Abrazando a su ansiedad como siempre había hecho en el pasado, con su corazón latiendo dolorosamente, cubriendo sus ojos con su antebrazo, su mente con pensamiento negativos, aquellos que parecían una tortura interna. Hasta que fue lo suficiente asfixiante que tuvo que salir de ahí, sin rumbo aparente, solo salió y caminó durante un largo rato.

Se centró en sus pies caminando por la acera, avanzando, sin fijarse en su alrededor, solo caminando con la mirada hacia abajo. Considerando que es lo que debería hacer.

Era claro que Nejire prefería su matrimonio, por algo se había casado con Neito, él era el chef personal, por lo que la idea de que algo de eso le afectara o tuviera relevancia era inaceptable. Solo era un empleado y se había tomado libertades, se había permitido sentir cosas que sabía que no debería, con una ligera esperanza.

Algo irónico, porque él había dejado de tener esperanzas desde hace mucho tiempo, su ansiedad y personalidad insegura le impedía pensar en que algo bueno le sucedería. ¿Por qué había sido diferente en esa ocasión? No lo sabía con claridad... pero quizá la sonrisa resplandeciente de Nejire lo había iluminado lo suficiente para permitirse el desear algo.

Dejó salir un suspiro, sintiendo un nudo en su garganta, sabía que no podía quedarse en esa casa con tranquilidad, viendo a Nejire en un feliz matrimonio. Para su desgracia, no tenía otro lugar a donde irse. Había tomado ese trabajo una vez que su timidez arruinó un futuro prometedor, no tenía un lugar al cual irse, había dejado de rentar departamento. En ese lugar ganaba el dinero suficiente, pero, si lo abandonaba ¿podría conseguir un trabajo mejor, con un salario similar? Estaba seguro de que no.

Porque ese trabajo se lo había conseguido Mirio y sabía que no fue nada sencillo.

No tenía muchas opciones y la realidad de la vida de adulto lo golpeó, tendría que resistir, tendría que vivir con la indiferencia de Nejire y su feliz matrimonio.

Una vibración lo despertó de sus ensoñaciones, miró su pantalón y extrajo el teléfono que estaba en su bolsillo. Observó el destinatario de la llamada y su respiración se atoró en su garganta, mientras sus ojos intentaban convencerlo de que lo que veía era cierto.

Era Nejire, lo estaba llamando.

Pensó que quizá se estaba imaginando alguna cosa, por lo que se talló los ojos y volvió a mirar la pantalla, "Nejire Hado" realmente era ella. La idea de que fuera una equivocación no aturdió su mente, lo que lo llevó a no responder y que la llamada finalizará. La pantalla se puso negra y dejó salir una exclamación, sabía que no era real. El teléfono vibró de nuevo en sus manos y el telefono casi caía de sus manos.

Respondió con el corazón agitado, nervioso, como era común en él.

"¿Diga?"

"Tamaki..." Escuchó su voz dulce, impregnada de melancolía"

Escuchar su nombre al otro lado le hizo entender que no era un error, que ella realmente lo había llamado. Por otro lado, por su tono de voz entendió que algo sucedía.

"¿Qué sucede?"

"Puedes.... ¿venir por mi?" Su voz sonaba contenida, temblorosa "Por favor" En ese momento se quebró y pudo escuchar un sollozo.

Su interior se agitó violentamente y toda ansiedad e indecisión desapareció, en cambio la determinación lo envolvió, presionó los labios con frustración, porque podía darse una idea de que podría suceder, aunque esperaba estar equivocado. No porque sintiera empatia con Neito, sino porque la idea de que Nejire estuviera sufriendo era algo inconcebible.

"Dime donde estas"

Esperó a que Nejire le diera la dirección y sin esperar nada, regresó por su auto y fue a buscarla, sin preguntar ni decir nada más. Hasta que al llegar al departamento, ella comenzó a hablar, buscando un poco de consuelo, dejando salir todos sus pensamientos negativos e inseguridades.

Tamaki se vio tan reflejado en ello, pero la idea de que Nejire pensara que había algo malo, era tan absurdo ¿Cómo podría tener algo malo, alguien tan perfecta como ella? la idea lo sobrecogió, porque no sabía que hacer, la forma en que ella se estaba contemplando a sí misma, como parecía realmente creer que no valía nada, que todo estaba mal en ella y ese sentimiento visible de que quería desaparecer, quería ser lo suficiente para ser querida.

Y la idea de que ella pensara eso, fue totalmente abrumadora.

Tamaki simplemente quería que ella se sintiera amada, que fuera feliz y sonriera con normalidad. La idea de que estuviera sufriendo y su deseo de consolarla fue incontrolable, el querer enrollarla entre sus brazos y evitar de que ella sufriera o pensara ese tipo de cosas, quería protegerla y amarla.

Lo hizo sin pensar, la besó con los sentimientos en los labios, dejando en claro todo lo que sentía, queriendo transmitir hasta lo último de todas esas emociones que ella despertaba en él y que no podía estar mal con eso. Para su sorpresa ella le correspondió.

Lo único en que pudo pensar Tamaki es en la suavidad envolvente de los labios femeninos.

En ese momento, donde sus labios se habían encontrado, aún hacían cosquillas en los suyos, la forma en que la electricidad corrió en aquel primer contacto y la calidez sofocante lo consumió, entregándose a ese deseo que había estado conteniendo. Y permitiendo, al menos en ese instante, disfrutar del sabor embriagador de Nejire.

Cuando no pudieron respirar, Tamaki se alejó, pero Nejire volvió a acercarse y besarlo, una y otra vez, ellos permanecieron besándose durante un largo tiempo, lo suficiente para que los labios de Nejire se hincharon, pero provocándole una sonrisa tímida, reflejo de la sonrisa torpe y cautivada de Tamaki, entregándose.

Se separaron con prudencia, con la promesa implícita de encontrarse al día siguiente.



Tamaki recordó sus labios contra los suyos, se llevó la mano a los suyos y sonrió de nuevo con torpeza, eso debería ser un sueño, porque era demasiado bueno para ser verdad. El por fin, cumplir su deseo de probar a Nejire Hado y que fuera correspondido. Dejando ir todas las inhibiciones y por fin entregarse a ese sentimiento que era claro que ambos sentían.

Quería verla, quería encontrarse con ella, era lo que más deseaba en ese momento.

Al verla sabría que eso no era un sueño y que estaban yendo por el camino correcto. Se levantó de su cama, colocándose su ropa con precisión, preparándose para su jornada. Con prisa salió de su habitación y con nervios agradables caminó el pasillo hacia la cocina, esperando encontrarla ahí o en la sala, pero no estaba en ese sitio.

Dio media vuelta, recorriendo el departamento, sin verla, hasta que decidió acercarse al cuarto. Tocó la puerta, sin escuchar respuesta, por lo que abrió, encontrara vacia. Levantó una ceja confundido y regresó sobre sus pasos, hacia la cocina.

Se encontró en el camino con Ryuko, que tenía un par de sabanas en las manos.

—¿Sucede algo?

—Nejire... —Tamaki no terminó su idea.

—Oh, la señora, ha salido con su esposo, temprano por la mañana. —Observó a Tamaki enfrente suyo. —No estará por unos días, por lo que no te preocupes por cocinar.

Tamaki sintió como todos los sentimientos agradables estallaron como una burbuja y en cambio la ansiedad y confusión lo aturdió.

¿A dónde se había ido Nejire?



Nejire observó fijamente su reflejo con gran atención, la quietud del agua dimensionando su profundidad y los pliegues delicados que se hacían ante el golpe del viento. Hipnotizada por aquella tranquilidad envidiable, aquella calma que deseaba, observó un ave posarse en medio de la fuente y cantar al son de resto de las aves presentes.

Aquel reflejo de plumaje azul con morado, lo observó emprender el vuelo y las ganas de tener una libreta la inundaron, de poder captar aquella belleza. Hasta que un durazno cayó de uno de los árboles encima de la fuente y la quietud desapareció, agitando el agua.

Un reflejo de su interior, de aquel pánico y ansiedad que estaban consumiéndola. Se mordió el labio inferior y pasó su dedo por el agua, una vez que el trance se había ido. Sin poder evitarlo, recordó la razón por la que estaba en ese sitio.


Había besado a Tamaki en la sala de su departamento.

Cuando se levantó del sofá, sentía como las piernas le temblaban de manera dramática, haciendo eco a su corazón enloquecido, de haber sentido tanto de un beso algo torpe por parte de Tamaki, pero que había encendido su interior como nunca antes había sucedido. Caminó hacia su habitación, la puerta se cerró y ella se apoyó en ella.

Se llevó los dedos a los labios y es cuando vio la fotografía de su boda que estaba colgada en la pared. Esa solo fotografía le hizo caer de golpe a la realidad y pensar realmente qué es lo que había hecho ¡Lo había besado, a Tamaki, un hombre que no era su esposo!

El arrepentimiento y la ansiedad la golpearon directo en el rostro, quitándole el aliento.

Lo había arruinado, lo había hecho, se acercó a la cama apoyandose, en un intento de que la traición no la derrumbara. La simple idea era... demoledora, por lo que no lo pensó demasiado, hizo su maleta, sin dejar de dar vueltas en la noche, hasta que Neito llegó.

—¿Qué sucede? —Él la encontró despierta en la madrugada, un comportamiento extraño.

—Iré a ver a mis padres —Dijo sin poder verlo a la cara.

Temía que si la veía, se diera cuenta de lo que había hecho, de lo que había pasado horas atrás con el chef, que notara su traición y la culpa escrita en su rostro. Necesitaba alejarse de Tamaki y de Neito, el calmarse a sí misma, el calmar el caos interior.

—Suena bien, iré contigo.

Nejire presionó la blusa que tenía en las manos, sin saber cómo negarse.



No había forma de que se negara ante Neito, por lo que tuvieron que salir temprano en la mañana, antes que el mismo Tamaki. No sabría qué decir o hacer si se lo encontraba, necesitaba un poco de aire.

Y por eso estaba en la casa de campo de sus padres, quienes los recibieron encantados.

Ella se había alejado mientras ellos hablaban con Neito y ella se fue al jardín, cerca de la fuente, en un intento de dejar de pensar, de centrarse en cualquier cosa que tuviera sentido hay, algo más... entero. Porque ahora mismo, ella no tenía ni la menor idea de que estaba sucediendo con ella misma.

Ella había amado a Neito desde que tenía uso de razón, al ser mayor que ella lo había admirado y al crecer el amor simplemente resultó por los buenos tratos y porque era lo más natural que estuvieran juntos debido a la cercanía de sus familiares. Lo amaba, se suponía que lo hacía.

Entonces ¿por qué se había besado con Tamaki?

Era una mujer casada, con el amor de su vida, en un matrimonio feliz, una vida próspera, y una que muchos quisieran tener, saliendo en algunas notas de periódicos y dirigiendo la empresa familiar. Si era tan perfecto ¿qué la orilló a aquel momento?

Lo sabía, era algo con lo que había estado luchando durante todo ese tiempo, la ansiedad de todo derrumbándose ante ella y no poder hacer nada para evitarlo. Su matrimonio era todo menos feliz, la indiferencia de Neito había sido un golpe duro para ella, como parecía huir cada mañana de ella y en ocasiones no aparecía hasta muy noche o no llegaba a dormir, por el trabajo. Además que ya no la procuraba y pasaban muchos días que la besaba o la miraba de frente, como si realmente no quisiera estar ahí.

La burbuja de fantasía que pensó que sería su matrimonio se reventó.

Un problema que había estado enfrentando en el último tiempo y que desató esos sentimientos que Tamaki despertaba por la atención y calidez que le brindaba. La forma en que la miraba, una mirada que jamás le habían dedicado, el sonido de su risa ante sus ocurrencias, sus largas platicas, como podía escucharla hablar durante horas y demostraba gran interés en cualquier cosa que diría, sus halagos ante su arte, su mano encajando con la suya, su respiración en su garganta y su piel quemando ante el contacto.

El solo recordar todo eso agitó su estómago.

Todas esas cosas que Ryuko dijo que aceptaba por sus problemas maritales y falta de afecto. que era una especie de compensación, a toda mujer le gustaba que le dijeran o que las trataran bien. Algo que Nejire tomó como realidad y por eso había tomado su distancia, sin embargo, si eso era así ¿porque no había resultado antes?

Cuando apenas era una adolescente y antes de casarse con Neito tuvo pretendientes que la frecuentaban, hombres de familias importantes que acudían a su universidad. Su personalidad amable y extrovertida atraía a los hombres, algo de lo que no hubo dudas, pero ella siempre eligió a Neito, jamás pensó en mirar o fijarse en nadie más.

¿Por qué Tamaki era diferente?

Al grado de romper cualquier voto, determinación y amor por su esposo, para dejarse llevar ante los suaves y dulces labios del chef. Sacudió la cabeza cuando se dio cuenta hacia donde iban sus pensamientos¿qué estaba sucediendo?

Las cosas con Neito habían estado perfectas desde hace unos días, pero en su interior, en algún momento cuando estaba con su esposo, había pensando en el chef y su indiferencia una vez que ella tomó distancia, la tenían afligida, aún así decidió conservar la distancia. Al final lo había buscado, de nuevo, cuando todo resultó mal con Neito, pudo quedarse en el hotel como le dijeron y regresar al día siguiente.

¿Por qué tuvo que llamarlo?

Se arrepentía tanto de haberlo hecho, porque si no hubiera sucumbido a la necesidad de verlo, de sentir sus brazos alrededor calmandola, nada de eso estuviera pasando. Hubiera aceptado lo que sea que Neito quería darle y seguir con ese matrimonio, esperando que su esposo fuera atento como desde hace unos días, que aquel anhelado por un perfecto matrimonio se reconstruyera.

Un momento de debilidad, eso bastó para arrojar todo lo que había elegido, había traicionado a su esposo que aún ahora no podía ver a la cara. ¿Por qué razón lo hizo?

No había ninguna posibilidad de que fuera más que una amistad. Apreciaba a Tamaki como un gran amigo que la hacía reír y la deleitaba con su comida, algo que sabía que era su trabajo. Pero él hacía cosas que no debería, como incluirla en sus planes con sus amigos, pasar su tarde con ella viendo películas o acompañarla a su estudio en sus noches libres. Él siempre estaba para ella.

Como un amigo, un gran amigo.

Porque algo más que eso, era impensable, totalmente incorrecto. En la soledad de su vida había encontrado a un gran amigo... se mordió el labio sin dejar de mover el agua de la fuente.

Ella lo sabía, por la forma en que él la miraba y como se había atrevido a besarla, a pesar de su timidez, de que él no solo sentía amistad entre ellos, que él quizá podría... haber interpretado algo más. Y era parte de su culpa por aceptar todo lo que él le daba y por esperar algo de él.

Ryuko tenía razón, ella estaba esperando más del cocinero, algo que debía cortar de raíz y que lo había hecho días atrás, hasta que una noche lo arruinó. Y la idea de enfrentarse a ese error la llevó a huir lo más lejos que pudo. Pero tenía que regresar, lo sabía, solo que no sabía cómo debería comportarse una vez que dejara de huir.

Lo mejor sería fingir que aquello nunca pasó, aferrándose a que él entendería sus razones, esperando que las cosas fueran como antes, cuando ellos comían juntos... aunque sabía que eso era demasiado egoísta de su parte, el querer mantenerlo a su lado, como siempre, después de rechazar cualquier gesto de su parte.

La idea de alejarlo la aturdió, lo había hecho una vez, ya lo había hecho, entonces ¿porque temía dejarlo ir?

—Nejire

Se sobresaltó y casi caía a la fuente si no fuera porque sujetaron su mano y evitaron su descenso al agua. Observó con asombro al hombre enfrente suyo.

—Neito

Su esposo se sentó a su lado e intentó mirarla, pero ella parecía más enfocada a la vegetación de alrededor.

—Discúlpame por asustarte, he repetido tu nombre tres veces y no me escuchabas.

—Lo siento, estaba pensando en... algunas cosas.

—Tus padres quieren que comamos todos juntos. —Se levantó y estiró la mano hacia ella.

Nejire solo la observó sin mirarlo a la cara, recordando cómo las cosas habían terminado mal entre ellos la noche anterior. Él había decidido ir ahí, pero no quería verlo ni hablar.

—¿Aún sigues así por lo de anoche?

Ella no habló, se quedó en silencio, tomando una hoja de la fuente y jugando con ella, en un intento de ignorarlo.

—Te lo he explicado, ha surgido algo en la oficina, algo que no podía dejar pasar. —Se acercó, acariciando su rostro. — He venido para arreglar las cosas, para estar juntos.

Nejire lo observó con esa sonrisa encantadora que lo representaba, sus ojos azules que la habían enamorado en el pasado y que ahora... solo despertaron nuevamente su culpa.

—Nos están esperando, vamos. —Estiró de nuevo su mano y ella la tomó.

Llegaron a la casa donde fueron recibidos con un banquete que pasó sin ningún percance, degustando de la cantidad de platillos y hablando de lo que sucedía en la empresa, algo que no era de interés de Nejire, por lo que se concentró en juguetear la comida y comer de manera mecánica.

—Nejire. —Su madre llamó su atención.

—¿Si? —Dejó de mover su tenedor en el plato.

—Tú padre te está hablando ¿Qué te tiene tan distraída?

Nejire levantó su mirada viendo a su padre, Norman, estaba levantando una ceja ante la falta de atención de su primogénita.

—¿Qué sucede, padre?

—Te he preguntado cómo ves al chef que he contratado. —Observó a su yerno a un lado. —Neito no está en la casa todo el día por lo que no ha podido darme una respuesta concreta.

—Yo... —Sintió las miradas de todos encima y su corazón se agitó, sintiéndose descubierta. —Está bien... digo, es realmente bueno, su comida es exquisita, mejor que muchos restaurantes en los que he estado, es amable y servicial, además de una gran compañía. —Abrió los ojos por completo cuando se dio cuenta de sus palabras — ¡Me refiero a que me acompaña cuando estoy sola en casa!

Norma vio a su hija algo nerviosa e inquieta en su lugar.

—Por los privilegios que tiene, un servicio excelente es lo mínimo que podría hacer. —Picó un poco de carne y se la llevó a la boca. —Solo recuerda no relacionarte tanto con la servidumbre —Tomó su copa de vino. —Además un chef me ha contactado, sus referencias son inmejorables y ha hablado de servirme, pero he pensado que podría ir contigo, a fin de cuentas aún sigo dudando del historial de su cocinero actual.

—¡No! —Nejire habló más fuerte de lo que pretendía.

Algo que sorprendió a todos en la mesa y hasta a la servidumbre que estaba a un lado, esperando cualquier orden.

—¿Qué?

—Me refiero a que... Tama-digo Amajiki ya hace un trabajo inmejorable, estoy segura que no habrá un mejor chef mejor que él a mi servicio, por lo que, permite que se quede conmigo.

Norman observó cómo su hija se movió inquieta, observó a su alrededor, a su plato y volvió a mirarla. No sabía qué es lo que la tenía tan dispersa, pero no es que fuera de su interés, debían ser cosas suyas o maritales. Fijó su atención en Neito, que no apartó su atención de su comida, solo un par de veces para ver a su esposa que estaba enfrente suyo.

—¿Qué piensas, Neito? ¿Vale la pena?

Nejire vio con un gesto suplicante a Neito, como si quisiera transmitir sus deseos con eso y dejar en claro que la ayudara en esa decisión. A veces su esposa solía tener intereses tan particulares, como aquella almohada rosada que no encajaba con su cama pero que parecía ser su favorita.

Además que no podía ponerse en su contra, aún le debía el haberse ido y dejarla sola la noche anterior. Con eso podría ser saldado su culpa.

—Su comida es excelente, debo admitir.

—Bien, puede quedarse mientras sea de utilidad.

Todo se quedó en silencio de nuevo, Nejire sentía su pulso enloquecido ante la idea de perder a Tamaki, que lo apartaran de su lado y no volver a verlo. Había hablado antes de darse cuenta y aún no podía calmarse.

—Es agradable tenerlos juntos, porque queríamos hablar de un tema. —Su madre se animó, rompiendo el silencio.

El matrimonio joven fijó su atención en los señores Hado, que sonreían con intención. Nejire tomó la copa de vino y se la llevó a los labios en un intento de calmar su exaltación anterior.

—Necesitamos un heredero.

Se atragantó con el vino y una sirvienta se acercó para ayudarla, el anuncio había sido tan súbito e inesperada.

—Nejire, tu comportamiento es tan reprochable, compórtate. —Su madre habló por lo bajo.

—Han disfrutado su vida de casados, pero siendo Nejire mi única hija, es necesario un heredero pronto.

Neito se limpió la boca una vez que terminó su comida y le sonrió a su suegro.

—Justo hemos pensado en eso y hemos estado trabajando, pero apenas sea un hecho serán los primeros en enterarse.

Norman se rió con fuerza ante la idea y asintió el rostro con una señal de aprobación por Neito, que era el mejor hombre que pudo elegir para su hija.

Nejire por su parte recuperó la compostura y casi deja salir una risa irónica. Pero se contuvo y fijó su mirada, con frustración en la mesa y cierta burla.

Para que exista un heredero Neito debía desearla y tocarla al menos una vez...eso podría hacer mucho más fácil las cosas.

Pero ante la ausencia total de eso, un heredero era una irrealidad, algo que no sucedería en los próximos años si su matrimonio seguía rompiéndose. Un heredero, un hijo, algo que había soñado, pero que ahora se preguntó si sería buena idea tener, cuando su matrimonio estaba tan mal. Prefería que se arreglara todo antes de una decisión tan importante. Su propio cuerpo extrañaba aquel contacto físico que solo había sucedido una vez en su noche de bodas.

Pero ni la había besado...

Dejó salir un suspiro y su atención se perdió en la ventana que estaba detrás de Neito, queriendo alejarse de todo eso y... ser atrapada por aquellos brazos que le daban consuelo y quietud.

Se odió a sí misma por extrañarlos y saber que debía y no podría volver a tenerlos.


¡He demorado en subir la continuación! Pero volvemos a arrancar con ello, estaré actualizando los martes y el domingo. 

De igual forma quería comunicar que si les gusta lo que hago y quieren ver las continuaciones unos días antes, puedes suscribirse a mi patreon, ahí  subiré antes los capítulos, además que podrán ver historias ineditas, además de una vez terminada Sweetly, ahi comenzaré a subir mi nuevo proyecto Tamajire tiempo antes. 

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Igual tengo contenido de otras parejas o pueden pedirme alguna comisión pequeña cada determinado tiempo.

¡Gracias por leerme!


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