3 | our song




📍Silverstone

🗓Julio 2022


―¿Y con quien dijiste que te quedarías?―preguntó mi madre cruzada de brazos mientras esperaba que Fernando termine de cambiarse después de la carrera en el motorhome.

―Logan, piloto de Williams... Y estará Oscar, mamá―intente convencerla. De repente me encontraba rogándole a mi madre que me deje quedarme en el paddock para jugar minigolf con los chicos que había conocido ese fin de semana. ―¿No era esto lo que buscabas cuando me dijiste que nos mudaríamos? ¿Nuevos amigos? ¿Nuevos rumbos?

―No uses mis palabras en mi contra, Inez―me señaló con el dedo utilizando mi primer nombre como regaño. Mi madre se veía muy seria pero me parecia increíble su manera de contradecirse.

―¿Sabes que? No importa, esta bien―me rendí sentándome en uno de los asientos afuera de la habitación de Nano mientras este salía. ―Le diré que no iré y me convertiré en una depresiva y antisocial adulta sin una razón de vida lejos de tener amigos por primera vez en su vida―suspire y Fernando frunció el ceño al escucharme.

―¡Inez!―exclamó mi madre exaltada porque sabía que me encontraba extorsionándola. Me había hecho llegar a este punto.

―¿Qué sucede?―preguntó Nano con confusión.

―Grace quiere quedarse hasta que cierre el circuito con un par de chicos.

―¡Son Logan y Oscar!―exclamé como si fuera obvio.

―¿Ah sí? ¿Hace cuánto conoces a esos chicos?―mi madre cuestionó poniendo sus manos en la cintura como si tuviera doce años. ―No sé quienes son, Grace. Volverás con nosotros. Fin de la conversación.

―¿Como se supone que cambie de aire y conozca gente nueva si no me dejas quedarme a jugar minigolf?―cuestione mientras mi madre agarraba su bolso y tanto Emmanuel como Fernando intercambiaban miradas entre mi madre y yo durante nuestra conversación.

―Termine con esta conversación―sentenció como siempre lo hace cuando se contradice y tengo razón. A esto respondí con un bufido que mi madre no aguanto y cuando estaba por decir algo, Nano se interpuso.

―Hey―intentó calmarla dándome la espalda para darle una mirada tranquilizadora. ―Déjame hacer algo. Vengan―dijo lo último mirandome a mi tambien y los tres junto a Emmanuel salimos del pasillo hasta el café del hospitality de Alpine. Fernando camino decidido con mi madre detrás de él y yo a varios pasos de distancia sin entender que hacía. Nano sonreía al caminar para saludar a la gente que se cruzaba y repartía choques de mano y guiños de ojos a cualquier trabajador del equipo con amabilidad mientras se dirigía a una de las mesas donde Mark y Oscar se encontraban hablando. Los viejos amigos se saludaron y al parecer Mark tambien conocia a mi madre.

De la incomodidad solo llegue a intercambiar una sonrisa nerviosa con Oscar dado que ahora solo los adultos hablaban frente a nosotros. Mark felicito a Fernando por la carrera y ambos hablaron de la mudanza a Londres sumando a mi madre en la conversación, quien aunque aún seguía tensa, ya no demasiado.

Mark dijo que ya se iría y Fernando le sugirió si iban junto con la esposa de Webber los cuatro a cenar esa noche preguntándole a mi madre que le parecia la idea colocando una mano en su cintura y ella suspiro porque no podía resistirse a eso. Me gustaba a donde iba esto, pero no demasiado.

 ―Escuche que tu y los chicos van a quedarse hasta que cierre el circuito―le dijo ahora dirigiéndose a Oscar quien había comenzado a jugar con Emmanuel subiendolo a su regazo y este palideció.

―Si...―balbuceo Oscar estático en su asiento.

―Bien, confiamos en ti para que Grace se quede ¿Esta bien?―Fernando lo miró seriamente y abrí mis ojos con sorpresa.

―¿Que haces?―pregunte pero fui increíblemente ignorada.

―Grace debe volver al hotel antes de las diez ¿Me oíste, Oscar? Confió en tí para que la cuides y que el resto de los chicos no se pasen con ella. Y... si llego a enterarme de que corrieron por la pista, estarás en graves problemas, jovencito―amenazó y Mark se ahorro una carcajada desviando la mirada.

―¿Podemos hacer eso?―consulto Oscar con sorpresa.

―Claro que sí... Digo, no. Ni siquiera lo pienses―se corrigió y mi madre puso los ojos en blanco.

―Cuida a Grace, Oscar. Solo eso. Es su primera vez lejos de casa y no conoce a nadie, es solo una niña―intervino mi madre.

―Tengo 19―agregue como si fuera importante pero claro que a nadie le intereso. 

―Ya escuchaste a papa oso, Piastri―se burló Mark sujetando sus cosas y los adultos se despidieron de nosotros dejándonos solos con Emmanuel. Si tenia un poquito de dignidad, la había perdido toda en ese momento. ¿Este era el precio de conocer gente y hacer amigos?

―Quiero pedirte disculpas por eso, fue ridículo―me senté frente a Oscar quien seguía acariciando a Emmanuel.

―Esta bien―le resto importancia. ―Pero debo admitir que ahora tengo un poco de miedo―bromeó al respecto y eso me alivio un poco, Oscar parecia aterrado de lo que acababa de suceder. ―Entonces... ¿Es tu primera vez lejos de casa?―pregunto para romper el silencio con cierta timidez que comenzaba a caracterizarlo.

―Si. Mi madre y Fernando planean mudarse a Londres y querían que me acople al ambiente británico y cambie de aire después de todo―le explique aunque parecia que le daba más atención a Emmanuel que a mi.

―¿Después de todo?―frunció el ceño demostrando que me había escuchado.

―Comencé a estudiar periodismo y descubrí que no era lo que creía y luego comencé a estudiar diseño de moda, pero tampoco fue lo mio.

―¿Comenzaste dos carreras universitarias?―soltó con asombro.

―Si, bueno, creo que la vida universitaria no es lo mio.

―¿Y qué es lo tuyo?

―¿Crees que estaría aquí sentada si lo supiera?―cuestione y Oscar soltó un bufido divertido. 

―Estoy seguro que tienes hobbies ¿Verdad?

―Claro, soy buena pintando, por ejemplo. Y escuchando Taylor Swift. Particularmente buena en esta última―sonreí.

―¡Aquí están!―exclamó Logan llegando detrás de nosotros. ―Vamos, los chicos ya armaron los equipos―nos apuro y Oscar y yo corrimos detrás de él. El atardecer teñía el cielo de naranja en Silverstone y no pude evitar levantar mi cabeza para observalo.

―Desde la pista se ve mucho mejor―comentó Oscar de camino al minigolf.

―Debe ser increíble―agregue sin dejar de mirar el cielo. Los atardeceres eran mi perdición, la manera en la que el cielo era el mismo pero sus colores podían variar en toda la paleta de colores. Siempre me había gustado pintar los atardeceres, de hecho, creo que lo que va a ser más difícil de mudar van a ser los cientos de cuadros que mi madre guarda en la casa que pinte sobre atardeceres. Si la casa en Londres es más grande, probablemente mi madre va a colgarlos todos sin excepción.

―Ven―se detuvo Oscar y luego se giró a gritarle a Logan para que nos siguiera.

―¿Que hacen? ¿A donde vamos?―insistió. ―Arthur y Liam nos están esperando.

―Relajate un poco, iremos a ver el amanecer―le contestó Oscar antes de girarme y dedicarme un gesto de hartazgo.

―Perderemos el tiempo...

―Logan, Grace quiere ver el atardecer en la pista―se detuvo y se giró Oscar serio para verlo y el rubio se quedo callado haciendo que apreté mis labios para no reírme al respecto.

―¿Y que estas esperando? Vamos―retomo el paso Logan delante de nosotros y me reí en silencio con Oscar detrás de él.

Los tres no escabullimos hasta las gradas y el atardecer se desplomaba sobre la pista pintando el borde del horizonte de naranja intenso, sobre este se encontraba el amarillo y luego pasaba a un rosado que se transformaba en violeta antes de derivar al azul del cielo.

―Demonios―suspire. ―Los atardeceres en Nueva York son una cosa, pero esto―señalé el cielo sobre la pista con ambas manos abiertas. ―Esto es otra cosa.

―Los atardeceres en la pista siempre son los mejores―se sentó Oscar sin dejar de jugar con Emmanuel quien parecia adorarlo.

―¿Volverás a Nueva York mañana?―pregunto Logan y me senté en el espacio que había quedado entre ambos.

―Si, pero seguro me mude durante el receso de verano de Fernando.

―Avísame cuando vuelvas a Nueva York así puedes darme un tour por toda la ciudad―sonrió.

―¡Claro que si! Pueden venir cuando quieran, soy una neoyorkina fan de Taylor Swift y el jazz ¿Quién mejor para un tour por la ciudad?―me entusiasme de tan solo pensarlo. ―¡Tienen que ir a Nueva York para las fiestas! Estaré ahí durante diciembre, tenganlo por seguro, y Nueva York es todo un espectáculo en Navidad y Año Nuevo.

―Bien, entonces es un hecho. Oscar y yo te veremos en Nueva York―me tendió la mano como si hiciéramos un trato y no pude evitar reírme. Durante varios minutos no pude dejar de hablar sobre lo emocionante que era Nueva York para mi.

Cuando uno nace, crece y vive en su ciudad natal, es difícil continuar amándola todo el tiempo. Llega a un punto en el que puede ser agotador estar ahí toda tu vida. Mi mundo se reducía a los cinco distritos de la ciudad, eso era todo lo que conocía y necesitaba conocer para mi corta edad. Donna y yo solíamos hacer viajes en el auto de mi madre hasta Long Island durante todo un día en verano y luego volvíamos para la cena. Todos los festejos de Año Nuevo desde que la conozco, hemos ido con ella, su hermano, mis hermanas y sus novios a Time Square para celebrar y luego caminábamos por la ciudad hasta ver el amanecer en el puente de Brooklyn. Era tradición. 

Había muchísimo en Nueva York que me hacía quedarme si lo pensaba en profundidad y fuera de la emoción de visitar Londres. Pero el hecho de que la ciudad ofrezca tanto, que dé tanto, que tenga tanto, me hacía sentir una inútil ¿Como era posible que con todo lo que Nueva York tenga para ofrecer, yo siga sin encontrar lo que era para mi? 

Al pensarlo solo pude bajar la intensidad en mi voz y observar el atardecer despedirse de nosotros.

―¿Todo bien?―frunció el ceño Oscar al notarlo.

―Si... Solo tengo un poco de miedo de irme de Nueva York―confesé. ―Es lo único que conozco y al mismo tiempo lo único que me recuerda cuan perdida estoy en el mundo.

―Todos estamos perdidos a veces―suspiro Oscar acariciando el lomo de Emmanuel quien había quedado completamente dormido sobre sus muslos.

―Lo sé, pero ustedes tienen una carrera en el deporte lo quieran o no. Tienen un buen lugar, han ganado cosas. Yo tengo cero destreza en los deportes, en el estudio y por lo que note en cualquier cosa que se me presente―explique y Logan bajo la mirada sin saber qué decir. ―Solía haber una frase para atraer turistas a Nueva York que decía algo como: Si no lo encuentras en el mundo, es porque está en Nueva York. Y era verdad. Si la gente no encontraba el amor en el mundo, era porque se encontraba en Nueva York, si no encontrabas un lugar en el mundo, era porque se encontraba en Nueva York. No hay nada que la ciudad no tenga y yo comencé buscando por ahí antes que recorrerme el mundo, pero de igual manera no hay nada para mi. No en Nueva York, y mucho menos en el mundo―suspire mirando el atardecer sentenciándome a pensar en cuan catastrófico es el momento en el que notas que pasas toda tu vida buscando algo por lo cual vivir.

―¿Y que si hay algo fuera de Nueva York que aún no has visto?―preguntó Oscar en el silencio. No respondí. ―Quizás tu lugar en el mundo no es Nueva York.

Su comentario me hizo girar a verlo conectando miradas. Oscar me sostuvo la vista fija en mis ojos y fui la primera en apartarlos por cuan intimidante podía ser quien hasta recién era de los chicos más tiernos que había visto. Tenía ojos bonitos, de hecho.

―¿Que hacen?―escuchamos a un chico subir las gradas hasta donde estábamos con un acento extraño en su inglés. ―¿Saben hace cuanto estamos esperandolos?―cuestionó acercándose y me miro detenidamente, lo cual yo tambien hice. ¿Acaso todos aquí iban a ser atractivos?

―Arthur ella es Grace, hijastra de Alonso―me presento Logan. ―Grace, él es Arthur Leclerc. Supongo que ya sabes de quien es hermano.

―Supones mal―sonreí apretando los labios y Arthur sonrió victorioso.

―En ese caso, soy Arthur y no es necesario saber quién es mi hermano―me tendió su mano desplazando a Logan un lugar en el asiento para acercarse y me reí al ver la cara del estadounidense ante el acto de su amigo. ―Ahora, si no les molesta... ¿Podrían decirme porqué carajos nos dejan plantados a mi y a Liam? Nos vimos como dos estúpidos por media hora parados con nuestros palos esperando a que llegaran.

―Qué quejoso―murmure viéndolo y Oscar rió por lo bajo. ―No te haremos esperar más. Vamos a jugar.

Los cuatro con Emmanuel en los brazos de Oscar bajamos de las gradas y nos instalamos en el juego de minigolf donde se encontraba otro chico rubio esperandonos para comenzar. Oscar dijo que no jugaría por lo cual Arthur hizo equipo con Liam y yo con Logan. Nunca me la había pasado tan bien, hasta ese momento. No era excepcionalmente buena en el minigolf, pero Logan compensaba la parte que le faltaba al equipo ante mi aporte, aunque si notaba alguna falta del equipo contrario daba lo que fuera necesario para hacérselos notar. Así le quitamos dos puntos a Liam y Arthur que cedieron solo para que deje de insistir en que habían hecho trampa. Cuando el amistoso juego se había puesto intenso, un par de personas más se acercaron a ver cómo jugábamos dejando todo de nosotros. Jugábamos como si hubiéramos apostado algo, y mi error fue bromear al respecto.

―Me gusta esa idea―agregó Liam sonriendo ante mi comentario.

―¿Y que vamos a apostar?―cuestiono Logan con las manos en la cintura frunciendo el ceño.

―Quienes ganan pilotan un auto por todo el circuito con los perdedores como copilotos―sonrió Arthur satisfecho por su aporte como si decir copiloto fuera algo similar a perdedor o fracasado y Oscar cambió su semblante notablemente.

―No...―intervino el australiano sentado a un lado del minigolf.

―¿Porque no? Ni siquiera estás jugando, Oscar―cuestiono Logan y él me dedicó una mirada como si me suplicara.

―Estaré bien, Oscar―murmuré acercándome dado que entendía porque se oponía al reto. ―Lo más probable es que ambos pierdan y Logan conduzca. Tranquilo―le guiñe el ojo para volver al juego y aceptar el reto. No iba a acobardarme ahora, aunque sí debía ser sincera, la idea de manejar un auto por el circuito era emocionante. A veces quería apretar el acelerador hasta el fondo mientras manejaba, saber que se sentía, entender porque no debía hacerlo.

―¿Y donde conseguiremos un auto para eso?―interrogó Logan no muy convencido al respecto.

―Dejamelo a mi. Charles hizo contenido para Ferrari hoy con uno de sus autos en la pista. Hay cascos por todos lados y si tanto miedo tienen los médicos no se van hasta que cierra el circuito ¿Felices, ahora?―Arthur parecia confiado en que no sería copiloto y le guiñe un ojo a Logan para que confiara. En el peor de los casos terminaríamos sentados en el asiento trasero de un auto por un par de vueltas en el circuito, ellos eran corredores profesionales. Parecían ser ellos los que tenian más miedo de lo que yo podría tener.

Aunque me ganaba la tentación, no pretendía ganar para correr en ese auto, para nada. De hecho lo hacía más motivada por el hecho de que Liam y Arthur terminen de copilotos para verlos perder y comerse toda su confianza. 

Durante los próximos cuarenta minutos intente hasta lo imposible para mejorar mi destreza en el minigolf y aunque lo que aportaba al equipo no era mucho, Logan lo hacía bastante bien. Cada vez que uno embocaba al hoyo en un solo intento, el otro saltaba de alegría festejando. Llegando al final, no podía ser yo quien lo intentara, así que deje que él lo haga por mi.

―Concentrate, sé que puedes, Logan. Sé que puedes―murmuraba cruzando los dedos con la mirada fija en la pequeña pelota frente al palo de golf. Si Logan metía la pelota en el hoyo en un solo intento, terminaríamos ganando porque Liam y Arthur lo habían logrado en dos. ―Vamos, Logan―murmure antes de que él le diera el golpe a la pelota y esta nos aportará los segundos más largos de mi vida. La pelota pasó por el par de obstáculos chocando con una de las paredes y luego fue directo al hoyo sin antes darle una vuelta al mismo haciéndonos pensar que no entraría, pero lo hizo.

Cuando la pelota ingresó, salté sobre Logan festejando desaforadamente.

―¡Lo lograste, Logan! ¡Lo lograste!―grite sujetándome de su cuello con emoción y Arthur dejó caer su palo de golf con frustración. ―Alguien ira de copiloto. Alguien ira de copiloto―cante burlandome de los chicos del equipo contrario festejando en sus rostros como si hubiera ganado el campeonato más grande de minigolf.

―Bien, en ese caso, será la una vuelta un tanto aburrida―suspiro Arthur.

―No, no lo creo―negué. ―Consigue lo necesario y nos vemos en el circuito―me crucé de brazos sonriendo victoriosa y Liam siguió a su compañero para ayudarlo.

―¿Que tienes en mente?―frunció el ceño Logan confuso.

―Déjame conducir ese auto, por favor―suplique y él alzó las cejas.

―¿Que? ¿Estas loca?―intervino Oscar acercándose a nosotros.

―Será divertido, no iré tan rápido, lo prometo.

―¿Sabes conducir siquiera?―cuestionó Logan y lo mire ofendida. ¿Como podía?

―Mi padrastro es bicampeón mundial ¿Con quien crees que estas hablando?

―Por eso mismo no te subirás a ese auto―sentenció Oscar como si fuera mi madre. ―Si llega a pasarte algo, Fernando va a matarme.

―Disculpen ¿Me perdí de algo?―se entrometió Logan.

―No voy a matarnos, Oscar. Será divertido, lo prometo―insistí pero el australiano no parecia tener mucha confianza en mis palabras. ―Sería muy aburrido que Logan conduzca... sin ofender.

―Claro, seguro.

―Si yo conduzco, sería mucho más divertido―intente convencerlo y parecia más fácil convencer a mi madre de quedarme aquí que lo que estaba haciendo con Oscar. Pero luego recordé que no era mi madre, no tenía que darle explicaciones o rogarle. ―Lo siento, Oscar. Pero no vas a impedirme que me suba a ese auto, no esta noche.

―Ya la escuchaste―se encogió de hombros Logan. 

―¿Te unes o no?―le pregunte y Oscar me miro pensándolo un rato. No estaba segura de lo que iba a hacer ¿Pero que podía salir mal ahora? ¿Chocar? ¿Morir? Ya de por si iba a mudarme sin tener idea de lo que sería mi vida lejos de mi ciudad natal, mi única amiga y mis hermanas. ¿Cuando tendría la oportunidad de conducir un auto en el circuito de carreras de Silverstone? Nunca.

―Si algo te sucede, estoy muerto―murmuró.

―Voy a tomar eso como un si. Vamonos―sonreí satisfecha y los tres corrimos al circuito. Logan dijo que de seguro Arthur y Liam estarian en el taller de Ferrari porque ahí es donde corre el hermano de Arthur y este se veía un tanto diferente al de Alpine al cual me había acostumbrado.

―Ese es el auto, un Ferrari GTC4Lusso. Cuesta más que todas nuestras vidas juntas, así que mejor que lo corras tu, Logan―le tendió las llaves Arthur al rubio junto a mi pero este estaba muy concentrado viendo el auto. Era ostentoso y deportivo, aunque tambien elegante, como los autos que solía usar Fernando. No me gustaba para nada. Siempre le dije a mi madre que si iba a regalarme un auto, debía ser uno pequeño y fácil de manejar, pero como ese Ferrari no iba a ser mi auto, tome las llaves en lugar de Logan.

―Gracias―sonreí y Arthur me miró confuso.

―No, no, no... ―negó de inmediato. ―Logan va a conducir.

―¿Así de simple?―cuestione. ―Vamos, subanse, será divertido―sonreí. No tenía intenciones de ir rápido, simplemente quería saber como se sentía. Entre bufidos y quejas, Liam y Arthur se sentaron en los asientos traseros y yo me acomode en el asiento de piloto acercandolo al volante para mejor comodidad. Logan me tendió un casco y él tambien se puso uno haciendome sonreir porque eso significaba que tambien se uniría a la diversión junto a Liam y Arthur en los asientos traseros. ―¿Vienes?―le pregunté a Oscar por la ventanilla del copiloto y él suspiró rendido cuando lo mire tiernamente para darle lastima.

―Al menos si tu mueres, yo tambien―se rindió colocándose el casco y subiendo junto a mi con Emmanuel en brazos y sonreí sumamente divertida al respecto.

El reto sería muy fácil si simplemente daban una vuelta con Logan quien ya sabía manejar a la perfección. Era una estupidez.

―Ok, no pueden arrojarse del auto en movimiento ni decirme cómo debo manejar ¿Entendido?―pronuncie con autoridad tomando mi teléfono y conectandolo a los parlantes del auto.

―¿Eso qué quiere decir?

―Eso quiere decir que daremos la mejor vuelta de sus vidas, Arthur―sonreí aún más viéndolo por el espejo retrovisor mientras comenzaba a sonar Our Song.

No tenía idea de lo que hoy en día los chicos de mi edad consideraban tortura, pero escuchar Taylor Swift en un auto con una chica que apenas sabía manejar siendo ellos pilotos profesionales, debía ser doloroso. Y ni siquiera iba a 100 km por hora.

Me la pase muy bien gritando todas las letras mientras intentaba animarlos a hacerlo tambien. Arthur y Logan tarareaban un par mientras que, para mi sorpresa, Liam se sabía bastantes, para no decir la mayoría, de las canciones que sonaron. Oscar solo pudo limitarse a reír cuando no pasaba los cambios o esforzaba el motor inútilmente del auto y los chicos atrás se molestaban como cuando cortas la pasta antes de hervirla frente a un italiano. Se sentían insultados y yo reía a carcajadas sin prestarles atención cantando, o mejor dicho, gritando la letra de las canciones. 

También fue la mejor vuelta de mi vida, nunca me la había pasado tan bien cantando en un auto y por un momento no quise volver al hotel. Quería quedarme en ese auto con las ventanillas bajas y el viento despeinándome, cantando y riendo por siempre mientras Oscar me miraba divertido en vez de preocupado.

Después de eso, Our Song me traería este recuerdo cada vez que sonara en la radio.
















Grace intentando convencer a su madre:




Nano viendo como discuten:




Grace en cuanto Fernando se acercó a hablar con Mark y Oscar:




Oscar cuando Nano le dijo que le confiaban a él el cuidado de Grace:




Grace:




Grace escuchando que le dicen que es solo una niña:




Oscar viendo que si le dice a Logan que es Grace quien quiere ver el amanecer, él lo permite:




Oscar al escuchar la apuesta después de lo que le dijo Nano:




Grace queriendo conducir el auto en la pista:




Los chicos al ver que Grace iba a conducir:




Grace escuchando Taylor Swift mientras va a 20km por hora:





Aprovechando que todos estamos viendo la pre-temporada, me puse a chambear.

Bạn đang đọc truyện trên: AzTruyen.Top