Mi capitán y su vieja gorra militar


(Parte 4) 


Hacía frío y lo primero que hizo al llegar, fue encender la chimenea. Salimos a cenar, fue una cena romántica, las caricias fueron el plato principal, nuestras manos no dejaron de tocarse, nuestros labios no dejaron de buscarse y robarse besos y nuestras miradas no dejaron de derretirnos el corazón. Caminamos abrazados por el sendero hacia la cabaña que ha sido testigo de nuestros múltiples encuentros. Al nada más entrar nos despojamos de las prendas que cubrían nuestros cuerpos y mientras él encendía el fuego, yo tomaba mi lugar en el sofá, esperándolo. Se sienta en la alfombra frente a la chimenea, apoyando su cuerpo contra el sillón frente al mío, y me observa fijamente... yo lo miraba embobado. Dios, realmente estaba enamorado de él.

Mi corazón parecía salirse de mi pecho y notaba como rápidamente la humedad cubría mi polla. En el silencio de la noche, perdidos en la mirada del otro, con el chasquido de la leña quemándose y el viento soplando con fuerza, azotándose contra las ventanas, el deseo crecía. Como siempre ocurría, mi cuerpo actuaba por sí solo buscando el suyo, mis labios anhelaban los suyos y poco a poco se iban acercando, hasta sentir su aliento. Un beso tras otro, nuestras leguas bailando juntas y sus manos guiándome para tomar mi lugar sobre la suave alfombra —en la que tantas noches hemos sucumbido ante el placer, la lujuria y la pasión— un nuevo encuentro daba inicio para los dos. Mi cuerpo se presionaba contra el suyo, no importaban las veces que habíamos estado juntos, cada encuentro era especial, la sensación era diferente, la lujuria se transformaba en pasión y el deseo era puro amor. Yo temblaba como si, siempre, fuera la primera vez, cuando sus manos recorrían mi piel. Ansiaba sus besos, disfrutaba sus caricias y perdía el sentido estando cerca del él...

—Soldado Kanawut. —Dice con voz demandante, mientras se coloca su gorra verde militar— ¡De rodillas y separe las piernas! —Con solo escuchar su voz, mi erección crece enorme. Me excita cuando me da órdenes, y él lo sabe, por eso no pierdo tiempo y le obedezco—. Ahora, apoye su cabeza sobre el cojín y eleve su culo. Muéstreme su bonito agujero.

Me remuevo sobre la alfombra, sintiendo como su mirada me quema más que el fuego a la leña. Unos minutos después. Ya está justo detrás de mí, agarrando mi cintura e inclinándome un poco más, para exponer completamente mi trasero. Sus dedos se frotan contra mi culo y se deslizan hasta mis testículos, para luego volver a subir. De pronto la humedad invade la zona, sus dedos son reemplazados rápidamente por su lengua y los jadeos no pueden quedarse dentro de mi boca—. Oh, soldado, siempre tan apretado —me dice. Y un lengüetazo asalta directamente mi entrada, tratando de abrirse paso por el canal.

—Ahhh... —musito sin moverme, sintiéndome excitado y completamente duro, queriendo que me toque más, que me muerda, que me invada y me haga suplicar, por más, mucho más.

—Eres perfecto soldado —gruñe sin hacer más movimientos— Voy a follarte hasta que pierdas el sentido y no me quede fuerza para continuar. Iba a contestar, pero su lengua volvió a acariciarme y gemí, nuevamente. Su lengua empapando mi entrada y sus manos separando mis nalgas, me tenían hecho un manojo de gemidos que no tenía intención de ocultar. En medio de aquel bosque, no había nadie que pudiera escucharnos—. Pídeme que te folle, soldado. Pídeme que destroce tu culo. —Deseaba tanto que continuara, pero para que me comiera bien el culo, debía hacerlo esperar...— ¡Joder soldado! ¿Quieres que te castigue? —Una sonora palmada aterrizó en mi cachete y me hizo saltar.

—Fólleme el culo, capitán —murmuré enderezándome un poco. Dios iba a morir de un infarto. Mew no necesita prepararme, tenemos sexo a diario, desde que pidió su cambio y solo instruye a los nuevos soldados, vuelve a casa cada noche y tenemos sexo en cada rincón. Los fines de semana preferimos atrincherarnos en esta cabaña.

Un chillido de dolor se escapó de mis labios, al parecer nunca me acostumbraré a su enorme tamaño y a la rigidez de su polla, mi agujero siempre se sentirá estrecho cuando me invada de esta manera sorpresiva.

—No se tense, soldado. —Ordena— Ya hemos pasado por esto antes, ¡relaje el culo!

Obedezco porque sé que es verdad, y porque sus manos acarician mis nalgas con delicadeza... a pesar de todo. Él nunca me lastimará. Tomando aire y sintiéndome menos incómodo, me relajo, como pide.

Él comienza a moverse con lentitud, estirando la piel de a poco, y acomodándose en mi culo. Siento su saliva caer directamente en donde estamos unidos. Y pronto su polla resbala con más facilidad. Mi polla se sacude en anticipación al sentir como la punta de la suya toca mis paredes internas, acariciando la parte que más me gusta, empezando a causar que los jadeos se hagan más intensos y hasta desesperados.

—Ahí... sí... es ahí —ronroneo.

Cuando más gimo yo, él más rápido se mueve, expandiendo mi ano por completo. Haciéndome gimotear una y otra vez, moviendo mis caderas al ritmo de sus feroces embestidas, balbuceando algunas incoherencias, perdiéndome completamente en el tiempo.

—¿Te gusta, así, soldado? ¿Te gusta que toque tu próstata? —jadeo más fuerte y asiento.

Él no deja de empujarse en las profundidades de mi culo y yo solo quiero correrme. Pero otra vez, no puedo hacerlo porque él lo ha prohibido.

—¡Capiii! —protesto. Y una palmada en mi culo me hace callar de inmediato. Volteo y me encuentro con su mirada, inyectada de lujuria. Me gusta verlo así, siempre usando su vieja gorra militar. Sonríe de medio lado mientras me mira. Su mano aprisiona mi polla erecta y la aprieta. Trato de mantener mi voz en mi garganta, pero mi miembro palpita por la excitación. Realmente me calienta cuando me folla usando esa vieja gorra. Me atrae para un beso húmedo y necesitado y chupa tan profundamente que me roba el aliento, haciéndome boquear por aire, más aun, cuando su mano comienza a masturbarme con desenfreno. Y su polla me folla duro y profundo. Desesperadamente necesito liberar mi carga, así que sostengo sus testículos con mi mano, casi temblorosa y él ronronea para mí—. Quiero correrme —gimoteo con necesidad—. Por favor...

—No te correrás —declara él— Aun no.

—Por Dios Mew... Mmhhh... Mew... no puedo... —Su boca calla la mía con un beso profundo, brusco y apasionado, ambos competimos por tomar el control. Él sin dejar de moverse y follándome como un desquiciado, mientras que yo me desespero por dejar salir toda la carga acumulada en mis pelotas—. Por... por favor! —lloriqueo, descontrolado—. ¡Necesito... ahhhh... por favor! ¡Capitán!

Él sostiene más fuerte mis caderas.

—¡Di que quieres que te rompa el culo! ¡Di que lo necesitas!

—¡Ne-necesito que... me... rompas el culo! ¡Oh, por Dios!

—¿Aunque no puedas sentarte?

Mi agujero se contrajo.

—Deberás darme cariño.

—Lo haré, mi amor... claro que lo haré.

Sollozo como un niño pequeño y él penetra más fuerte mi culo, moviéndose un poco, haciendo que el ángulo de penetración mejorara. Jadeo placenteramente y demasiado caliente como para quejarme más y pronto siento su orgasmo llegar. Su polla se hincha dentro de mi orificio y me quedó quieto, gruñendo con fuerza, porque también estoy a punto de estallar.

—Mew... —mi cabeza se gira hacia atrás— ya... Mew... —tras una dura y profunda embestida contra mi próstata, y mirándonos directamente a los ojos, ambos nos corrimos.

Sentí mis ojos llenarse de lágrimas, debido a las intensas sensaciones que me invadieron cuando Mew se inclinó sobre mi cuerpo, acercándose a mi oído, y recitó casi sin aliento:

—Feliz aniversario mi amor. —Poco después, caí rendido, dormido en sus brazos.

» Mew observa con una mirada cargada de amor, el cuerpo desnudo de su esposo junto al suyo. Le gusta mucho observarlo mientras duerme y hace ruiditos suaves, como si fuera un bebé. Levantando su trasero respingón y tentándolo con sus nalgas redonditas y suaves que parecen melocotón. Lo desea cada día, le gusta convertirse y convertirlo en un desastre cada vez que hacen el amor. Y sobre todo le gusta saber que siempre será para él, su chico de la gorra militar, el que hace sus noches especiales y convierte sus mañanas, en una nueva oportunidad para demostrarle que vale la pena seguir disfrutando sus caricias, sus besos, sus orgasmos y sobre todo sus fantasías sexuales, cargadas de mucho morbo, placer, dosis grandes de lujuria y amor.

𝕰𝖛𝖎𝖎 𝕭𝖑𝖚𝖊 ʚĭɞ

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Pedido cumplido... pero aun quedan un par de relatos de regalo. 

Recuerdo mucho este relato, fue un éxito total, la primera vez que lo publiqué (antes de la versión extendida) espero que les gustara con esta parejita.

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