o31. you're the wish
❝ and that's how it works,
that's how you get the girl . . .❞
❝ TÚ ERES EL DESEO ❞
último capítulo. el más largo de toda la historia. estoy con muchas emociones encontradas y espero que ustedes igual. comenten todas sus impresiones. ¡les estaré leyendo con gusto! :')
💖 ━━━━━━ GAVI JAMÁS HABÍA CORRIDO TAN RÁPIDO en su vida, probablemente ni siquiera en un partido.
Luego de haber cometido lo que podría catalogar como la mayor idiotez de su vida —me refiero a dejar a Joshua encerrado encerrado una habitación— Pablo y su cómplice salieron disparados del teatro para buscar algún tipo de locomoción que los llevara al otro centro de eventos donde Sofía estaría firmando autógrafos.
Bueno, y si se están preguntando...Efectivamente, dejaron al británico a su propia suerte donde quizás no sería capaz de salir de su encierro hasta la noche.
Como sea.
Eso no es lo importante.
Después de varios tardíos intentos lograron pedir un uber que los llevaría hasta su destino. Lamentablemente, el chófer los identificó y les pidió fotos, autógrafos y no les dejó de hablar en buen rato incluso antes de partir su trayecto. Los futbolistas no querían ser irrespetuosos con él así que sólo asentían y sonreían, pero en el fondo lo incitaban a que se diera prisa.
Finalmente, él entendió que los jugadores realmente estaban apurados y emprendió marcha. Considerablemente más rápido de lo normal luego de que uno de sus futbolistas favoritos —Gavi— le dijera que tenía que estar en aquel centro de eventos de inmediato. Era de vida o muerte.
A pesar de aquella rapidez, ya habían perdido bastantes minutos entre la espera de un uber y la conversación con el chófer. A eso ahora había que sumarle que hubo bastante tráfico en la autopista, a lo que no pudieron hacer nada además de aguantar desesperados que todo acabara.
Gracias al cielo, pudieron llegar al centro de eventos donde se suponía que Sofía estaría. Le agradecieron al chófer y él lo hizo de vuelta, ya que habían sido muy amables con él como fan. Posteriormente, bajaron del vehículo vehículo salieron disparados al interior del lugar.
Sin embargo, cuando entraron no había nadie.
Ambos futbolistas detuvieron su carrera y se quedaron estáticos en medio del hall del lugar.
Silencio.
—No hay nadie —murmuró el palaciego comenzando a perder la cordura.
Buscó preocupado la mirada de su amigo a su lado, pero este también se encontraba examinando el lugar casi desolado.
—Llegamos tarde —comenzó a lamentarse el menor al notar su silencio.
—Quizás no... —se volteó
—Venga tío, nos hemos mandado casi una hora de viaje entre esperas, charlas y tráfico —se golpeó la frente—. Esto tiene que ser una puta broma.
—Pero vamos, entremos e investiguemos...Quizás ella sigue aquí —animó impulsándolo con su mano en su espalda hacia adelante.
—Pedri, te juro que si ella no está aquí me voy a matar.
—Vamos a buscarla entonces —trató de calmarlo.
Ambos futbolistas ingresaron más adentro al recinto buscando algo que les diera alguna señal de Cadaval. Para su suerte, encontraron a un guardia de seguridad y le preguntaron si sabía sobre el encuentro de firmas que realizaría la cantante. Él les indicó en qué salón se había llevado eso a cabo pero les dio la mala noticia de que —como sospechaban— el evento había concluido hacía tan sólo 10 minutos.
Le preguntaron si Sofía seguía en el lugar pero él contestó que no sabía. La incertidumbre continuaba.
Hasta que llegaron al salón.
Las puertas estaban cerradas y no sabían si con darles un leve empujón estas se abrirían. Ninguno daba el paso a hacerlo.
—¿Y si ella no está ahí? —murmuró el menor mirando la madera color caoba.
—Quizás sí esté —González ya no sabía como calmarlo.
—Ya me bloqueé Pedri —se lamentó congelado en su lugar.
—No puedes hacer eso, no ahora —lo volteó tomándolo por los hombros—. ¿Qué pasó con el tú de hace una hora que se enfrentó a Bellingham, a Marco y a Joshua por ella?
—Colapsó —el mayor suspiró agotado—. Colapsó porque a quién aún no puede enfrentar es a Sofía.
Su amigo lo miró con una sonrisa ladina y palmeó sus hombros para brindarle apoyo.
—Hermano esto es ahora o nunca. El tiempo se acabó. Si esperas más esto se va a cortar y Jude será más rápido rápido tú —la posibilidad lo aterraba internamente—. Joder, eres tú a quién ella quiere...Esta es la oportunidad.
Gavi suspiró cansado y miró a su amigo en silencio unos segundos. Él tenía razón, pero estaba tan nervioso que podría deshacerse ahí mismo.
Pero tenía que hacerlo.
Sofía se había bancado ese temor y esos nerviosismos por años. Prácticamente lo había dado todo por él hasta que llegaron a ese punto. Correspondía ahora que Pablo hiciera algo...Que hiciera algo por ella.
Entonces llenó sus pulmones de aire.
Se giró.
Y entró.
El lugar estaba casi vacío. Se notaba que, efectivamente, el evento había concluido ya que no se veían fans, las sillas del salón estaban vacías y sólo habían dos personas al centro y al fondo del lugar.
Sofía y Jude.
Ambos conversaban animadamente. El hombre estaba dándole la espalda a la entrada y eso hacía que la vista de la chica se viera obstruida y que no fuera capaz de reconocer al futbolista recién llegado en ese instante.
Ambos se veían sonrientes y, por sus expresiones faciales y su lenguaje corporal, se notaba que el inglés la estaba felicitando por todo lo que en ese día había realizado. Sus manos estaban sobre sus hombros y la castaña asentía con la cabeza.
Al palaciego se le formó un nudo en el estómago.
De repente, el futbolista del club alemán la atrajo hacia sí para poder abrazarla y ella correspondió con suaves y nerviosas risas. Todo bajo la atenta mirada de Pablo que estaba desmoronándose por dentro.
Pero cuando Sofía apoyó su mentón sobre el hombro de Jude durante el abrazo lo vio.
Sofía vio a Gavi.
Su expresión alegre se transformó en una de terror y el momento en que sus ojos se conectaron fue sumamente doloroso. La cantante se separó rápidamente del futbolista con su mirada fija en la figura que recién había entrado y que se mantenía a bastantes metros de distancia de ellos. Al notar el cambio de humor, Bellingham la miró con confusión y se volteó para ver qué le había causado tal reacción.
Cuando el inglés detectó la presencia del español otra vez, los hilos comenzaron a unirse en su mente.
—Gavi —trató ella de hablar, pero sólo era capaz de pronunciar su nombre.
No podía creer que él la había seguido hasta allá.
Quiso adelantarse para ir hacia él pero cuál fue su sorpresa cuando se dio cuenta de que Jude puso delicadamente su brazo delante de ella para impedirle la acción. Esto permitió que él pudiera avanzar hacia el palaciego, el cual hizo lo mismo y ambos se encontraron al centro del pasillo entre las butacas.
Mirándose fijamente.
—Esto ya ocurre por segunda vez, ya me parece extraño —habló el inglés analizándolo meticulosamente.
Él suspiró nervioso y apretó sus puños a cada lado de sus caderas.
—Lo siento, no he querido interrumpir —susurró por lo bajo en inglés.
Alzó una ceja y se giró para echarle una corta mirada a la castaña. Soltó una risa nasal y dijo:
—¿En serio?
Al percatarse de que él estaba descubriendo sus verdaderas intenciones agachó la cabeza.
—Perdón —repitió—. Tampoco fui muy amable allá en el teatro.
—No hay cuidado —dijo serio pero con honestidad—. Me costó un par de intentos tuyos darme cuenta de lo que está aconteciendo.
Gavi asintió con nerviosismo y un silencio se formó entre ellos. Hablar de ese tema con el inglés una vez que se vio descubierto se sentía extraño. ¿Qué le decía? Lo único que quería era saltar encima de él para pasarlo y llegar hasta la cantante. Era ella lo único que en ese momento le importaba.
Y lo único que quería.
—Jude, en serio no he querido ser un cretino y que tú...
—Tranquilo —volvió a calmarlo—. Entiendo...
—¿En serio? —se vio sorprendido.
Se encogió de hombros. Se veía y sonaba un poco decepcionado—No soy tan idiota como para no darme cuenta...Creo que sólo...Aparecí en el momento equivocado.
—No te sientas mal por eso, no es tu culpa.
—Lo sé —dijo seguro de sí mismo y volvió a echarle una mirada a la cantante que los observava espectantes—. ¿Hace cuánto se conocen?
—Uh —suspiró y sonrió de lado ante la ola de recuerdos que se le vino encims—. Pues, desde que eramos unos niños en Sevilla y luego nuestros caminos se volvieron a encontrar en Barcelona, cuando yo ya había ingresado al primer equipo.
—Vaya —alzó sus cejas sorprendido—. Eso...Eso es mucho tiempo.
—Sí —sonrió nostálgico—. A veces lo pienso y no lo creo.
Los dos guardaron silencio otra vez y el nerviosismo compartido entre dos hombres introvertidos estaba siendo muy difícil de romper. Se habían dado cuenta en ese momento que ambos compartían una misma línea. Y esa línea era el interés por Cadaval. No obstante, sólo uno podía seguir la línea...El otro tendría que cortarla.
A Sofía le picaban los pies con las ganas de acercarse a ellos, oír de que hablaban e interrumpir aquel momento. Sin embargo, había una parte dentro de sí que sabía que tarde o temprano sería el palaciego el que estuviera frente a ella. Eso la hizo mantener sus pies anclados al piso.
Gavi terminó suspirando y tomó valor para seguir hablando:
—Disculpa, Jude. Lo digo en serio.
—Ya te dije que no es necesario —sonrió de lado pero lo que le resultó fue una especie de mueca.
—Lo siento, pero es que...Ella y yo tenemos mucha historia.
Trozos de aquella historia pasaron por su mente y agitaron su corazón con bravura. Sabía que eran sentimientos reales ya que al ser capaz de oír sus propios latidos más fuertes que un tambor sabía que aquello no era un juego. Era algo que realmente le pasaba.
Finalmente agregó:
—Y no estoy dispuesto a dejarla ir.
La seguridad de sus palabras y lo fuerte de su semblante asombraron al británico. Lo analizó, como si por un instante quisiera hallar algún indicio de duda, algo que lo hiciera flaquear, que le diera la impresión de que estaba mintiendo, de que iba a arrepentirse de sus palabras o cualquier otra señal que, en un acto ínfimo de esperanza, pudiera darle a él alguna oportunidad o el paso libre para regresar con la cantante.
Pero no había nada.
Nada.
Él tenía las cosas claras y no habría nada que él pudiera hacer pata moverlo de su posición.
Finalmente el contrario soltó un suspiro—Y es lo justo —miró de reojo a la chica—, es lo que tienes que hacer.
Posteriormente puso su mano en su hombro como en señal de apoyo y el palaciego agradeció el gesto con una sonrisa. También agradeció a él y al cielo de que aquella conversación hubiera terminado bien y que no resultara ser nada problemático. Bellingham era un gran chico, Pablo estaba seguro de que él se merecía a alguien genial.
Ladeó la cabeza con ese último pensamiento suyo.
Sí, lo merecía, pero no era Sofía.
Posteriormente, el jugador de Inglaterra comenzó su trayecto hacia la salida para al menos retirarse con un poco de dignidad, pero aquella acción comenzó a preocupar a la cantante.
—Jude —le llamó nerviosa.
Éste se giró para poder verla y le regaló una media sonrisa. Aún tenía un tinte de decepción en su mirada.
—Ha sido genial conocerte, Sofía —le dijo suavemente—. Te deseo lo mejor.
—Pero... —ella no estaba tratando de detenerlo por alguna razón sentimental, solamente estaba teniendo cargo de conciencia pensando que le había hecho daño.
Con un movimiento de cabeza apuntó al sevillano—Él tiene que hablar contigo. Por favor ponle atención.
Y sin otra cosa que agregar, Jude sonrió para despedirse y se retiró. Sí, se sentía como el perdedor del juego justo cuando estaba ganando confianza con la cantante. No obstante, no era una persona tóxica, sabía que eso era lo correcto y que tratar de impedirlo sólo iba a dañarla a ella. Estaba siendo sensato.
Y el paso se había abierto.
Cuando el sonido de la puerta cerrándose a sus espaldas indicó que por fin estaban solos, ambos se quedaron mirando a los ojos. Una mirada tan intensa que dolía, pero que a la vez comunicaba un sinfín de emociones que pedían a gritos ser expresadas. Seguían separados por unos metros de distancia y tardaron varios segundos en ver quién tomaba la iniciativa de acercarse.
Fue Gavi.
Gavi fue el que dio el primer paso hacia ella.
Pero cuando él dio el primer paso, ella dio otro, pero hacia atrás.
—Sofi —la llamó él suavemente dándose cuenta de lo que estaba pasando.
—¿Qué haces aquí? —murmuró nerviosa—. ¿Cómo supiste? ¿Donde está Pedri...? ¿Y Josh? ¿Y qué hay de...?
—Sofía te voy a ser súper honesto, todo eso ahora me importa una mierda.
La chica sintió que se le acababa el aire.
Su voz era decidida, sin dejar lugar alguno para la duda. Estar con él en esa atmósfera de tanta tensión hacía que las piernas le temblaran como gelatina. Una prueba más de lo que el chico provocaba en ella día a día. Pero ahora se sentía distinto. Parecía que ahora no era solamente ella la que estaba temblando nerviosa como una niña pequeña.
Él también lo estaba.
—Estamos solos —retomó él la palabra—, ya no hay quien me impida poder hablar contigo.
—Espera yo...
—Tengo que decirte algo.
—Es que ya no sé qué hacer —se encogió de hombros—. Me asusta que todo se arruine; soy especialista en arruinar todas las cosas y si voy a hacer algo mal...Prefiero alejarme.
—Sofi...
—Lo digo en serio, soy un desastre.
Entonces ella se volteó. Le dio la espalda y comenzó a guardar todas las cosas que había traído consigo con la intención de irse de allí. Otra vez, la opción de huir estaba siendo más tentativa que enfrentar las cosas y temerle al fracaso.
Ella estaba pensando en irse ¿Cómo hacía él para impedirlo? ¿Qué podía hacer para que ella no se fuera? La conocía. Sabía que estaba asustada y todo lo demás, pero quería darle la seguridad que ella estaba buscando. La seguridad de que nada iba a arruinarse, la seguridad de que él estaba ahí con ella por una razón que iba más allá de todo, que él quería quedarse...Y que él tenía algo que decirle.
Entonces recordó.
Como una ola, cierto recuerdo, ciertas frases, ciertas palabras y ciertos...Versos vinieron a su mente. Debió haber sido como un acto de magia o el destino, ya que no había pensando en usar aquello en su mente para hacer que se quedara y hacerla sentir segura.
Pero ¿Iba a hacerlo? No era menor. Era altamente significativo cuando se trataba de ellos dos y lo dejaría completamente en evidencia. La calidez del recuerdo llenó su corazón y fue aplacando poco a poco la sensación de desesperación que estaba sintiendo al verla con ganas de escapar.
No lo iba a permitir.
No podía dejar que ella se fuera.
Así que alzó la voz.
Y dijo:
—Cuento uno, dos y tres, pensando que mi mundo está al revés.
Sofía se congeló.
La cantante detuvo de inmediato toda acción que estaba realizando y su mente entró en una especie de cortocircuito. La voz de Gavi, expresada en aquellas palabras que ella conocía perfectamente parecieron sacudirla de pies a cabeza. Se mareó. Por un segundo vio negro, pero no con la alerta de desmayarse, sino porque no podía creer lo que estaba oyendo.
Cuando comenzó a reaccionar se reincorporó y se volteó para verlo con una expresión enorme de sorpresa y terror.
—¿Qué...? —soltó en un hilo de voz.
Pablo sólo le miraba con una cálida y tierna sonrisa. Eso hacía las cosas mucho peores.
—¿Qué dijiste? —dijo ella de nuevo pensando que estaba soñando.
—Cuento uno, dos y tres, pensando que mi mundo está al revés —repitió el andaluz.
Y dio unos pasos hacia adelante.
La repetición de aquellas palabras le causó a la cantante un escalofrío. No podía creer lo que estaba sucediendo.
—No... —negaba para sí misma—. ¿Cómo es que...?
Pero él la interrumpió con lo que seguía:
—¿Lo está? Así es, porque eres tú quien me emboba de la cabeza a los pies.
El corazón de Cadaval latía con tanta fuerza que lo podía sentir palpitando contra su piel, como si quisiera salírsele y escapar. Mucho más viendo que el futbolista coordinaba sus palabras con los pasos que estaba dando hacia ella.
—Tus ojos, tu sonrisa, amo todo hasta el suave final de tu risa —continuó.
Ella cerró los ojos.
Esas frases...
Sus frases.
Oírlas de su boca estaba siendo una especie de martirio. Pero un martirio que poco a poco se transformaba en un bálsamo que caía sobre sus hombros y la hacia sentir en el paraíso.
Todo parecía tan irreal.
Cada vez más, la distancia se acortaba entre los dos. Empezaba un camino sin retorno.
—No he podido de mí sacarlo, pero cuánto quiero decirte que lo único que quiero es estar a tu lado.
—Pablo... —tuvo que tragar saliva de lo seca que tenía la garganta por su agitada respiración.
Él detuvo sus pasos cuando estuvo lo suficientemente cerca de ella. Realmente cerca. Sus rostros estaban a nada de tocarse, sus alientos se mezclaban y podían oír la sinfonía de los latidos de sus corazones, mezclándose con el ritmo del otro.
—Esté lejos o esté cerca...
Sofía sabía que ya venía el final de esos versos y el andaluz decidió agregarle intensidad al momento rozando su nariz con la de ella. El acto le causó un escalofrío a la castaña e inconscientemente cerró los ojos.
Entonces él acabó:
—El amor que siento por ti...Jamás...Se aleja...
Al ver que todo había finalizado ella abrió los ojos sintiendo que le picaban. Los orbes marrones de ambos se mezclaron como en una pintura. Una mezcla avasalladora de aquellos colores. Fijos en el otro. Casi negados a parpadear porque eso significaría dejar de admirarse. Era un arte. Era una exposición divina. Eran ellos. No era nada más.
Eran ellos.
—Pero...Ese...Ese es —comenzó a hablar la cantante con tartamudez. Estaba muy nerviosa y el subir y bajar de su pecho le impedía hablar bien—. Ese es el que...Es el...Yo...Pero...Es el...
—Sí —la detuvo con su confirmación—, lo es.
Cadaval tragó saliva.
—Es el poema que tú escribiste.
Los ojos de ambos parecieron brillar. A Sofía por la sorpresa y a Gavi por ser el causante de dicho brillo de los marrones orbes de la chica.
Sí, era era poema.
Era el poema que Cadaval le había escrito a Gavi en aquella carta al inicio de su viaje de sentimientos y mentiras. Aquel poema que había dejado erróneamente en la cama de Pedri siendo que tenía que haber sido en la de Pablo. Aquel poema que había escrito con tanto amor y con tanta sinceridad y que él creyó que era para su mejor amigo, haciendo que tuvieran que pretender que él tenía razón.
Sí, ese poema.
El poema que lo había iniciado todo.
—Pero...¿Cómo? —lo analizó sin poder creer nada.
—Lo he memorizado —su declaración lo tomó por sorpresa—. Desde el día que accidentalmente lo leí en la cama de Pedri...
Ella no podía creer lo que estaba escuchando. No podía creer que eso estaba pasándole...A ella. A quién había estado enamorada de ese hombre por tanto tiempo y que siempre pensó que a él ella no le importaba.
—...Lo he tenido en mi cabeza, sin parar —completó su frase.
La mujer estaba sin habla. Había perdido toda capacidad de comunicación en ese momento.
—Jamás pensé que sería para mí —continuó sin querer desperdiciar un segundo siquiera—. Cuando lo vi y lo leí pensé que había sido para Pedri y estaba tan... —apretó los labios—. Celoso de eso.
—¿Qué...?
—Pero no me lo malinterpretes. No de una manera tóxica o algo —quiso aclarar—. Solamente pensaba qué debía sentirse ser quién inspiraba lo que tú escribías...El poema era hermoso y se me quedó en la cabeza de inmediato ese día porque me preguntaba qué se sentiría ser Pedri en ese momento.
Sonrió de lado y soltó una suave risa nasal, una que le causó cosquillas a la chica.
—Bueno...¿Quién lo diría? —sonrió—. Era para mí después de todo.
—Gavi, todo lo romántico que he escrito es sobre ti —se atrevió a decirle tratando de sostenerle la mirada—. Todo siempre ha sido sobre ti.
—No tienes idea como eso me pone ahora que lo sé —contestó casi de inmediato tomándola por las mejillas. El contacto la hizo cerrar los ojos por un segundo. Daría lo que fuera por estar así siempre—. Sofía, estoy hecho un desastre.
Ella abrió los ojos con sorpresa y nuevamente oyó el fuerte y agalopado latir de su corazón.
—Me has vuelto loco.
Un tembloroso suspiro se escapó de los labios de la mujer y este se mezcló entre las hebras de su cabello que caían hacia adelante y el propio aliento del andaluz. Una mezcla y una cercanía que —luego de esas palabras— podía terminar siendo letal y podría terminar atrayendo el caos al que ella tanto le temía.
—No, espera.
La voz con connotación negativa de Cadaval hizo que Pablo abriera los ojos como platos. Más aún cuando vio que la chica se separaba de él y se alejaba unos pocos pasos de su anatomía. Estaba temblando como una niña pequeña.
Él se vio preocupado y buscó volver a acercarse—¿Qué? ¿Ocurre algo malo?
No. Por supuesto no había ocurrido nada malo. Mucho menos algo malo había salido de su boca. Ninguna de sus palabras había sido motivo de disgusto para la cantante, todo lo contrario. Pero su ansiedad y su enorme capacidad para sobrepensar las cosas la habían llegado a atacar.
A ella le costó responder—Tengo miedo.
Frunció el ceño—¿De qué?
—De cómo puede terminar esta conversación —alzó los brazos y suspiró cansada. Tenerlo ahí en frente suyo no estaba ayudando en nada. De hecho, hacía que sus piernas temblaran y por un segundo pensó que se caería—. No quiero que...Que lo que queda de nuestra amistad se siga arruinando. Han sido semanas de mucho caos.
Al oír el verdadero motivo de su preocupación, Gavi sonrió de lado.
Tranquilo, en comparación al torbellino de nervios que ella era en ese instante, volvió a acercarse a ella para retomar la misma distancia que habían mantenido segundos atrás.
Y habló:
—Bueno...Lamentablemente tenemos un problema —se encogió de hombros hablando de forma normal—, porque nuestra amistad se va a seguir arruinando.
Ella realmente se asustó por sus palabras y quiso que la tierra la tragara en ese mismo momento.
—¿Qué?
Su confusión y temor le parecieron tiernos. Tomó uno de los mechones de su cabello para ponerlo detrás de su oreja y aprovechó aquella instancia para acunar su mejilla en su mano.
Sofía esperaba sus palabras expectante.
Pero no tuvo que esperar mucho más:
—Porque yo ya no quiero ser tu amigo.
Cadaval tembló.
Todo comenzó a temblarle.
Ese era el momento que tanto había esperado en su vida.
—Estoy enamorado de ti, Sofi.
La declaración finalmente llegó.
Pablo sintió un peso menos encima. Luego de habérselo guardado en contra de su voluntad por fin podía decírselo. Entendía ahora como ella se había sentido en Catar y por ende respetaría su reacción. Pero ya se lo había dicho. Ya le había confesado lo que sentía por ella y estaba seguro de que eso marcaría un antes y un después en su historia.
Sofía, por su parte, parecía estar congelada.
Examinó al chico frente a ella una y otra vez, haciéndose la pregunta interna de que si él era real o era un producto de su imaginación. Sus palabras habían llegado hasta lo más profundo de su corazón y allí comenzaron una especie de huracán descontrolado que le estaba imposibilitando incluso el hablar.
No podía creer lo que había oído.
Literalmente pensó en la posibilidad de darse una cachetada o un pellizco para asegurarse de que eso no era una alucinación.
Gavi estaba enamorado de ella.
Y ella estaba enamorado de él.
—Sí, llámame idiota, ciego, tonto y todo lo que quieras —continuó él—. Pero estaba...No sé, como en una nube aparte. Nunca me prepcupé por lo que realmente sentía porque, como habías dicho, siempre hemos sido amigos —ella torció los labios—. Después vino lo de Pedri y...Pues ya, yo simplemente dejé de prestarle atención a esas cosas.
Ahora sus dos manos alcanzaron sus mejillas y pudo notar como estaba temblando. Trató de darle calidez con sus pulgares dibujando invisibles círculos sobre su piel.
—Pero creo que...Todo lo que pasó con la mentira agitó todo dentro de mí —la analizó al detalle—. Te veía y...No te veía de la misma forma. Traté muchas veces de hundir eso hasta el fondo de mi corazón porque quería apoyarlos a ti y a Pedri —soltó una risa nasal—. Bueno, me di cuenta que eso fue peor, porque lo único que hizo fue acrecentar las cosas.
—No puedo creer que me estés diciendo esto —murmuró casi inaudible.
—¿Necesitas más clarificación? —sonrió de lado—. Maldita sea, te amo Sofía. Siento lo mismo que tú sientes.
Ella sonrió dejando salir el aire retenido en sus pulmones. El nudo en su garganta comenzó a soltarse poco a poco pero al mismo tiempo comenzaron a hacerlo las lágrimas. No era por tristeza, eran de emoción por estar cumpliendo el sueño más grande de su vida.
—¿Estás hablando en serio? —por un segundo dudó de la veracidad de todo aquello.
—Por supuesto que sí —la atrajo más a su cuerpo.
—¿Enamorado? ¿Tú? ¿De mí? —frunció el ceño, en el fondo, de manera graciosa.
—¿De quién más sino de ti? —se encogió de hombros—. Te estoy hablando muy en serio. Creo que jamás había hablado así de seguro en toda mi vida.
—Es que no lo puedo creer —negó con la cabeza.
—Créelo —se acercó a su rostro—, porque es la verdad y nada más que la verdad.
—No tienes idea de cuánto tiempo he esperado por oír esto —sorbió su nariz—. Literal siempre pensé que sólo viviría en mi imaginación.
—Lo sé, y perdóname —juntó su frente con la suya—. Debí darme cuenta de esto antes y no...Haberte tratado como te traté.
Negó con la cabeza—No digas eso. Eso no importa ya —sonrió—. Mas vale tarde que nunca.
Sonrió igualmente—Sofi, tu pones mi mundo de cabeza...Y ahora qué me doy cuenta siempre lo has hecho.
—¿Me estás diciendo que te saco de quicio? —alzó una ceja tratando de bromear.
—Sofía —rió, haciendo que la pronunciación de su nombre agitara a la chica.
Un corto silencio se formó entre ambos. Uno donde no querían separarse, sólo querían quedarse ahí con el otro para siempre.
Hasta que Pablo recordó algo.
Un objeto que yacía esperando en el bolsillo de su polerón canguro vino a su memoria, recordando la presencia de aquel y el motivo por el que lo había traído consigo.
—Oye.
—¿Sí?
—¿Te acuerdas de ese día en mi cumpleaños, cuando te dije cuál era mi deseo número 18? —ella asintió—. Te mentí...Lo entendí después pero te mentí...
Ella se paralizó. Por supuesto que recordaba cuál había sido aquel deseo.
—Pablo...
—Yo no quería que fueras feliz con Pedri —a la castaña se le aceleró el pulso—. Sí, lo dije pero fue más que nada por...Cortesía o qué se yo, porque eran mis amigos y sí quería que fueran felices. Pero después entendí que no...Yo no quería eso...No quería que estuvieras con él.
—¿Qué estás haciendo?
—Quería que estuvieras conmigo —ambos ahogaron un suspiro—, y aún lo deseo.
Justo en ese momento el menor se atrevió a soltar las mejillas de la chica por tan sólo unos segundos para sacar aquel objeto que había estado esperando horas en su bolsillo. Sofía lo miró con atención y con algo de temblor, pero cuando vio el objeto, su pulso cardíaco se fue a las nubes.
—La tengo guardada de ese día —sorbió su nariz—. ¿Cuenta...Cuenta repetir mi último deseo aunque ya hayan pasado meses?
Era la vela.
La vela con el número 18 que ella le había dado el día de su cumpleaños cuando llevaron a cabo su clásica tradición.
Los recuerdos se vinieron de golpe a ese preciso momento, al instante en que Gavi expresó que su último deseo era la felicidad de ella y su mejor amigo. No obstante, ahora las cosas se habían dado vuelta y la cantante aún no era capaz de asimilarlo.
—¿Qué estás haciendo? —repitió ella sin poder creer lo que sus ojos veían.
—Estoy haciendo las cosas bien.
Entonces él tomó otro objeto que estaba en su bolsillo. Era un encendedor. Con él pudo encender la vela tal y como aquella noche de agosto en la terraza de su casa. La escena se repetía, pero los sentimientos eran distintos.
Eran mutuos.
Eran honestos.
Y habían sido expresados.
Cuando estuvo satisfecho, Pablo volvió a guardar el encendedor y extendió la vela hacia ella, mirándola con una sonrisa.
—Señorita Cadaval, me gustaría hacer uso de mi último deseo aunque ya hayan pasado... —frunció el ceño— como 5 meses —rieron.
Él hizo una pequeña pausa para buscar la mano de la chica y entrelazarla con la suya. La acción le causó un escalofrío a ambos.
—Deseo...Deseo hacer las cosas bien. Dejar de ser un tarado y darme cuenta de las cosas que tengo frente a mí. Deseo ser feliz junto a la persona que quiero y que pone mi mundo de cabeza...Deseo eso, lo deseo ahora y lo deseo siempre.
—Yo... —ella tuvo que morderse el interior de la mejilla para no romper a llorar—. No sé qué decirte.
—No digas nada —negó con una sonrisa—, sopla la vela conmigo.
Ella sonrió y con rapidez limpió la lágrima que había resbalado por su mejilla. Luego tomaron aire al mismo tiempo para soplar la pequeña llama que la vela tenía.
Una vez hecho, sus ojos se conectaron.
Sus rostros...
Sos rostros habían quedado demasiado cerca el uno del otro y la tensión podía cortarse con una navaja. El humo que se desprendió de la vela apagada acarició con calidez sus narices y les revolvió el sistema con un tumulto de emociones que en ese momento no podían detener con nada.
Cualquier movimiento que hicieran terminaría en lo inevitable: Con sus labios rozándose aunque fuera por el más suave desliz.
Pero Sofía lo hizo.
Ella tomó la iniciativa.
Se arriesgó.
Salió de su comodidad.
De su seguridad.
Y lo besó.
Porque entendió que su seguridad estaba con él.
Con sus brazos lo rodeó por el cuello atrayéndolo más hacia sí, como si eso pudiera ser posible. Estaba en las nubes y no tenía intenciones de bajarse de ahí. Era el mejor momento de su vida. Ahí, besando a la persona que amaba y que también la amaba a ella con la misma locura.
En medio del beso Gavi sonrió. Verla tranquila, segura y confiada tomando las riendas del beso agitó todo dentro de sí. Dejó la vela sobre una mesa que había al lado y con sus brazos rodeó la delgada y delicada cintura de la chica. No quería soltarla. También quería quedarse así por el resto de su vida y decirle todas las veces que fueran posibles lo mucho que la amaba.
La espera...La maldita espera había valido la pena.
El futbolista tomó un impulso y alzó a la chica en el aire y le dio un par de vueltas. Eso causó que ambos rieran y que ella se aferrara mucho más a él que antes.
Una vez que tuvo sus pies en el suelo, la mujer dijo:
—Jamás pensé que estaría así contigo sabiendo que sientes lo mismo. Parece que estoy en un sueño. Pellizcame por favor.
—Puedo hacer algo mejor —batió sus cejas.
Frunció el ceño, genuinamente confundida—¿Qué? ¿A qué te re...?
Ella no pudo terminar su frase ya que Gavi la había vuelto a besar.
La cantante se sorprendió y no pudo evitar reír sobre sus labios. El ritmo que llevaban la y la dulzura que sus bocas juntas les producía agitaba todo dentro de ellos y poco a poco se había transformado en su más grande adicción.
—Ah, eso —habló ella durante el beso—. Gracias, ya me ha quedado claro que esto es real.
—Puedo seguir asegurándome que entiendas que esto realmente está pasando. No tengo ningún problema —comentó con gracia mirándola desde arriba.
Ella rió—Eres un tonto —le dio un leve golpe en el hombro—. Bien, creo que puedo acostumbrarme a esto.
—Yo ya me he acostumbrado —siguió besándola—. Es mi nueva costumbre favorita.
—Te amo, Gavi —susurró entre el beso.
—Y yo a ti —repitió de la misma forma.
—¡Un aplauso para esta pareja que está enamorada!
Al oír una tercera, nueva y fuerte voz, ambos se separaron súbitamente del otro y sus ojos se fueron a la entrada del salón con el inicio de lo que era un sentimiento de terror.
No obstante, se les fue al notar quien era.
Allí, en la puerta, estaba Pedri, el cual había alzado su voz y había comenzado a aplaudir en celebración de sus amigos. Era muy probable que había exclamado de manera burlona pero en realidad sí estaba más que feliz por ellos. Por fin se habían confesado todo.
Y sí, probablemente el canario había presenciado parte de su espectáculo romántico. No se lo había aguantado.
La pareja rió y Sofía oculto su rostro avergonzada en el pecho del futbolista. Probablemente roja como un tomate. Gavi la abrazó mientras reía y alzó su puño hacia su mejor amigo, viendo como él imitaba la acción en señal de apoyo.
Por fin.
Y ese era el comienzo.
Después de tanto ya no había nada que ocultar. Ambos estaban expresando todo lo que sentían de manera libre y entre los brazos del otro.
Así era como funcionaba.
Así era como Gavi se quedaba con la chica.
Y así era como Sofía se quedaba con el chico.
EPÍLOGO Y FINAL DE LA HISTORIA
23 DE NOVIEMBRE DE 2023
14:30 HRS, HORARIO CHILE
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gracias por tanto. he terminado de escribir esto en lágrimas. les amo 🥺
nat
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