o25. to be brave
o25. ❝ and you understand now why they lost their minds and fought the wars, and why i've spent my whole life tryin' to put it into words ❞
❝ PARA SER VALIENTE ❞
you can hear it in the silence
you can feel it on the way home
you can see it with the lights out
capítulo importante, especial y de larga duración. les invito a votar y comentar todo lo que quieran! es un día importante para sweet nothing y trabajé con mucha emoción para traerles esto. les estaré leyendo con mucho gusto!
💔 ━━━━━━ SOFÍA Y GAVI SE SEPARARON.
Solamente sus bocas dejaron de acariciar a la otra, pero sus alientos seguían chocando entre sí, sus narices aún se rozaban y sus ojos ya no cortaban la conexión que tenían. Sus pupilas dilatadas, sus respiraciones agitadas como si hubieran corrido una maratón y el latido de sus corazones que era tan fuerte como para que el otro lo sintiera los estaban delatando a muerte.
Cadaval no sabía como explicar lo que sentía. Había soñado con ese momento por mucho tiempo y no quería que se acabara, no le importaría estar en un bucle temporal que repitiera una y otra vez esa situación y dejar remarcado en su mente la divina sensación y la dulzura de los labios del chico, como si algún día se le fuera a olvidar.
No aguantó más y dejó caer su frente sobre la del sevillano. Ambos cerraron los ojos ante tan sencillo acto y se quedaron ahí en silencio.
Las manos de la chica aún descansaban sobre las mejillas del contrario y sus dedos meñiques se habían encargado de acariciar su cuello mientras sus pulgares hacían lo mismo con sus mejillas. Los brazos del futbolista seguían rodéandola de la cintura con firmeza, como si estuviera asustado de que el soltarla significara perderla para siempre.
¿Qué harían ahora? ¿Volver a besarse? ¿Decir algo? ¿Salir corriendo?
Bueno, Pablo fue el que tomó la iniciativa.
—No —dijo de repente.
Los ojos de la cantante se abrieron como platos y un frío la invadió cuando notó que el chico se había separado de ella. Sus brazos ya no aprisionaban su cintura, sus manos ya no acariciaban sus mejillas, sus frentes no estaban juntas y sus narices ya no se rozaban.
Se sintió frío.
Fue imposible para la chica disimular su expresión. La confusión y la sorpresa se pintaron en su rostro mientras veía como el chico se había alejado medio metro de ella. Él estaba nervioso, jugando con sus sus puños a cada lado de sus caderas y ahora se le estaba haciendo muy difícil mantener la mirada con su amiga, cosa que minutos antes era lo más fácil y deleitoso del mundo.
—¿Q-Qué? —después de casi un minuto Sofía fue capaz de hablar.
—Yo... —realmente se le estaba haciendo muy difícil hablar—. Yo...Este...Esto no...
—¿No te ha gustado? ¿Tan mal estuvo? —murmuró llena de inseguridad.
—No, no, no —negó casi al instante volviéndose a acercarse a ella.
Casi por instinto sus manos buscaron alcanzar sus mejillas, pero se detuvieron a unos centímetros de poder tocarlas. Pensando que el contacto llegaría, Cadaval cerró los ojos como si anhelara que el muchacho acariciara su rostro. Sin embargo, aquello nunca llegó.
—Sofi... —su nombre en sus labios la hizo abrir los ojos y nuevamente sus rostros estaban a una corta distancia. El futbolista se veía asustado, como si hubiera cometido el peor de los crímenes.
—¿Qué? —le susurró ella sobre sus labios tomando sus manos de una buena vez para que quedaran sobre sus mejillas. El dedo pulgar del chico la acarició y la atesoró como a la figura de mármol más fina y delicada del museo más famoso del mundo.
—Ese beso ha sido de las mejores cosas que me han pasado en la vida.
Por mucho que quiso reprimirse, una sonrisa se dibujó en los labios de la cantante. El corazón le latía a mil por hora y no era capaz de explicar lo que estaba sintiendo. Cuántas noches ella había soñado con ese momento.
—Creo que puedo decir lo mismo —contestó segundos después ahogándose las ganas de volver a estampar sus labios con los de él—, y creo que lo haría otra vez.
¿De dónde estaba sacando tanta valentía para decir las cosas? Se desconocía.
—Sí, yo también.
Y sin esperar que el otro dijera algo sus labios se volvieron a unir en un cálido beso. Aquel fue un poco más lento que el anterior, como si con él buscaran memorizar cada uno de los movimientos y la dulce sensación de tenerse el uno al otro de esa manera. Ahora eran las manos del sevillano las que sostenían el rostro de la castaña con fuerza mientras ella descansaba sus manos sobre el pecho del contrario.
Todo era tan perfecto.
Entonces la mente de Gavi lo volvió a atacar.
—No —la escena se volvió a repetir cuando el chico se separó de ella, y el mismo sentimiento que la chica había tenido segundos atrás se multiplicó—. No puedo hacerlo.
—¿Por qué? —Cadaval trató de disimular su desesperación pero fue imposible.
—Pedri.
Sofía apretó la mandíbula al oír su respuesta. El estómago se le revolvió y sus puños se apretaron disimuladamente a cada costado de su cadera. Aquel nudo de su garganta la estaba volviendo loca, debía soltarlo, debía liberarlo.
Debía decirlo.
Debía ser valiente
—Gavi, escucha.
—No, escúchame a mí, por favor —ella se detuvo cuando notó que estaba en su misma situación—. Lo siento mucho, en serio que sí, no debí haber hecho eso —Sofía ya se estaba mareando—, pero soy un buen amigo y no puedo hacerle esto a Pedri.
—Gavi —buscó interrumpirlo con los ojos cerrados.
—Hemos sido leales al otro desde que nos conocimos, no puedo clavarle el puñal en la espalda...No puedo...Tengo que decirle lo que pasó.
Cuando Pablo comenzó a emprender curso hacia la puerta que daba a las escaleras, Cadaval empezó a perder la cordura.
—Gavi...Gavi...¡Pablo, espera! —comenzó a seguirlo—. ¡Tengo que decirte algo!
No funcionó, el chico no le estaba haciendo caso.
—¡No vayas con Pedri! ¡Escúchame a mí primero!
Tarde.
Gavi ya había llegado a las escaleras y había cerrado la puerta.
Pero cuando Sofía quiso abrirla para seguirlo...No pudo.
—Gavi... —tiró de la manilla—. ¿Gavi? —y otra vez—. ¿¡Dejaste la puerta con seguro!? —obviamente no obtuvo respuesta pero sin esperanzas siguió tirando.
Efectivamente, el sevillano se había encargado de cerrar la puerta con seguro para que Sofía no lo detuviera de hablar con Pedri. Sí, medida descabellada, pero cuando acabara iría por ella y hablaría del tema para cerrarlo y enterrarlo de una vez.
—¡Gavi! Por favor —apoyó su rostro en la puerta con la voz ya agotada y como si él pudiera oírla—. Tengo que decirte algo...
Su espalda descansó sobre la madera y lentamente se dejó caer esta estar sentada en el piso abrazando sus rodillas con desesperación.
—Me gustas tanto, idiota.
Su suspiro sólo fue escuchado por la luna y las estrellas de aquella noche, ya que el sevillano ya estaba demasiado lejos y a punto de hacer una locura.
Pablo no se dio cuenta en qué momento sus pasos se habían convertido en un trote y había iniciado una carrera para llegar a la habitación del canario con el propósito de contarle que se había besado con la chica que supuestamente le gustaba a él. Se sentía como un gran traidor y no toleraría guardarse esa mentira dentro de sí; debía ser honesto.
—¡Pedri! —entró con brusquedad a la habitación asustando a su compañero dentro—. ¡Pedri! ¡Pedri! ¡Pedri!
—¿Y a ti que hostia te ha pasado? —dejó lo que estaba haciendo y con preocupación se acercó a él—. ¿Viste un fantasma? ¿O por qué tienes esa horrible cara?
Finalmente el menor se detuvo frente a él con su pecho subiendo y bajando frenéticamente por su agitada respiración. Debido a eso mismo le fue muy difícil comenzar a hablar ya que no tenía ni aire ni agallas para decirle lo que tenía que decir.
—¡Venga, habla ya! Me estás desesperando —insistió el mayor ya asustado.
—Pedri...Yo —cerró los ojos con fuerza—. Lo siento mucho, hermano.
El rostro de González poco a poco se comenzó a desfigurar—¿Por qué? ¿Qué pasó?
Un nudo se comenzó a formar en la garganta del chico y tuvo que tragárselo para poder hablar. Toda la situación lo tenía más que angustiado; no sería sorpresa que se pusiera a llorar.
—Yo...Quiero ser un buen amigo para ti pero cometí un error. Por eso mismo quiero ser honesto contigo y venir a decírtelo a la cara pidiendo perdón.
—¡Pero habla ya! ¡No sé que está pasando!
—Perdón, hermano.
—¿¡Qué pasó!?
Gavi volvió a cerrar los ojos, tomó aire, apretó sus puños a sus costados como si eso lo ayudara a dejar de temblar y soltó:
—Besé a Sofía.
La reacción del canario tardó en llegar ya que en su inocente mente pensó: ¿Por qué eso sería malo? Luego recordó que Pablo pensaba que a él le gustaba la chica y comenzó a entender la razón de su desesperación. En sus adentros apreció la tremenda calidad de amigo que él era a pesar de una mentira, pero también había una parte de él que se estaba aguantando las ganas de sonreír orgulloso...Y complacido.
¿Qué le decía? ¿Cómo lidiar con esa situación? También lo hacía sentir mal que él se estuviera lapidando por una mentira, pero tampoco sabía qué pasaba con Sofía, dónde había quedado ella y quizás qué cosa le había dicho —o qué no—
—Pedri por favor dime algo, ya no tolero esta ansiedad —contestó casi con la voz quebrada.
Suspiró y sonrió de lado—Hermano...
—Perdóname, perdóname, ódiame todo lo que quieras, lo entiendo —irrumpió—. Jamás hubiera pensado traicionarte de esta manera, pero sólo...Sucedió.
¿¡Qué rayos le respondía!?
—Primero que nada...Eres un gran amigo, tío —lo examinó orgulloso—. Cualquier otra persona se lo hubiera guardado...Pero tú viniste y me lo contaste...Con la verdad por delante.
—Es que eso significa nuestra amistad para mí —suspiró agotado—, pero eso no borra lo que te hice...No me hace un buen amigo al final del día.
—Sí...Sí te hace un buen amigo.
—¿Qué? No —negó.
—Sí...Créeme.
No estaba en su derecho decir lo que iba a decir, pero si alguien iba a dar un inicio a lo que sería soltar la bomba, podía ser perfectamente él.
—Pedri, no te estoy entendiendo.
Oh, si alguien iba a odiar a alguien...Sería Gavi.
Pero sabía que Sofía también quería terminar con la mentira, así que no se enojaría con él.
—No tienes porqué pedirme disculpas, hermano...Porque no hay nada por lo que disculparse.
Pablo pareció sufrir un cortocircuito.
Frunció el ceño y trató de analizar a su amigo y lo que buscaba decirle. Sin embargo, no encontraba manera de armar el rompecabezas. No supo qué decir por los primeros segundos, sólo era capaz de tartamudear cosas sin sentido.
—¿Qué? ¿Por qué?
Era hora.
El canario tomó aire para finalmente decir la verdad pero lamentablemente quedó con el aire tomado para nada.
Ya que alguien habló primero:
—Porque todo fue mentira.
Ambos futbolistas se giraron hacia la puerta que había quedado abierta y se sorprendieron al ver una figura femenina que reconocerían en cualquier lado.
—Sofía —soltaron al unísono.
Cadaval había logrado ingresar al edificio con la respiración agitada y una casi invisible capa de sudor. Corrió lo más rápido que pudo para impedir que Gavi hablara con Pedri. Sin embargo notó que había llegado tarde...Bueno...Lo suficientemente tarde.
Aún quedaba algo por decir.
—Pero ¿Cómo...?
—Sí, después de que me dejaras encerrada en la azotea pensé que me quedaría ahí toda la noche, pero unos minutos después llegó un conserje a hacer aseo y me dejó ingresar otra vez —interrumpió con su explicación.
—¿Tú hiciste eso? —le murmuró el canario al oído.
—Entré en pánico ¿Sí?
—No quisiste escucharme —su voz sonó casi como un reproche mientras ingresaba a la habitación—, tenía que decirte algo muy importante...No tenías necesidad de decirle a Pedri lo que pasó...Ya que realmente no importa.
Cerró los ojos confundido—Sigo sin entender nada...¿Por qué están hablando así? ¿Qué cosa fue una mentira?
Cadaval le echó una rápida mirada al canario detrás de Gavi y este asintió con la cabeza, dándole una reconfortante mirada y el ánimo paga continuar.
—Primero que nada...Si vas a enojarte con alguien, enójate conmigo, no con Pedri; él no tiene la culpa de esto.
—Sofi... —quiso intervenir el mayor.
—No, Pedri —lo apuntó.
—...Está bien —dijo asegurándole que, si ella caía, él lo haría con ella.
—¿Qué es todo este juego? No les estoy entendiendo un carajo...¿De qué mentira están hablando? —apareció la voz del más joven otra vez.
La cantante tomó aire y trató de concentrarse lo más posible para no desmayarse, ya que el mundo comenzaba a darle vueltas, pero segundos más tarde abrió la boca y soltó:
—Lo que supuestamente pasaba entre Pedri y yo...Fue todo mentira.
Gavi abrió los ojos como platos.
—No nos gustamos...Jamás lo hicimos. Fue todo una farsa.
El palaciego sintió que el aire se le estaba acabando. No entendía nada de lo que estaba pasando y hasta el momento en su cabeza no tenía sentido. Miró a ambos involucrados una y otra vez pero aún no lo podía creer.
—¿Qué...? Pero...Cómo...Es que...Yo —no podía ni hablar—. No comprendo ¿Por qué harían algo así?
Aquella última frase torturó a la chica. Sintió que había cometido un pecado horrible.
Pero aquella pregunta tenía una respuesta.
Una sola.
Una que por meses había estado evitando.
Y era momento de ser valiente y confesar la verdad.
Después de tanto tiempo...
Su mirada volvió a conectarse con la de Pedri y éste repitió el gesto anterior: Moviendo su cabeza de manera afirmativa para darle a su amigaa seguridad de que tenía que hacerlo y eso estaba bien.
Era el momento.
No había marcha atrás.
Los claros ojos del palaciego pegados a los suyos con una ardiente intriga de saber la verdad en contraste con los asustados de ella que querían huir por temor al rechazo.
Pero era ahora o nunca.
Entonces ella cogió aire y por fin soltó:
—Fue por mí...Y por lo que siento por ti.
Cadaval estaba en el punto máximo de su ansiedad. Su corazón estaba latiendo tan rápido que a penas era capaz de escuchar su propia voz.
—Yo... —sus ojos recorrieron el rostro del chico y una vez más se le quedó viéndolo anonadada. Hasta que dijo—: Me gustas tanto.
Gavi parpadeó repetidas veces pensando que lo que había oído era mentira. En silencio, comenzó a unir todas las piezas en su mente y poco a poco las cosas cobraban sentido.
—He pasado tantos meses guardándomelo pero ya no puedo más, mucho menos después de esto —siguió hablando ella y limpió rápidamente una lágrima que había resbalado por su mejilla.
—Sofía...
Su nombre.
Sólo era capaz de decir su maldito nombre.
—Estoy enamorada de ti —se encogió de hombros—, no pude evitarlo.
La respiración del 30 del Barça comenzó a agitarse y en un acto desesperado le echó una mirada a González como si no creyera que eso era real. El mayor sólo asintió dándole la credibilidad que estaba buscando. Luego su mirada volvió a la chica, la cuál estaba a punto de desmoronarse en el suelo.
Lo había confesado.
Lo había logrado.
El caos que vendría después...Era otra cosa.
—Aquel día que encontraste una carta en la cama de Pedri...Fue un accidente, ya que ese día se suponía que había cogido valor para decirte lo que sentía —empezó a explicar—. Dejé la carta en una de las camas pero me confundí...La dejé en la de Pedri en lugar de la tuya.
—¿Por qué no me lo dijiste? —la voz del chico salió profunda y casi sin expresión; eso le asustó.
—Porque...En el estadio, a último minuto me arrepentí —sorbió su nariz—. Me arrepentí y dije que no estaba lista para decirte lo que sentía. Así que volvimos al hotel para llevarme la carta y que no la vieras, pero...Había sido muy tarde, la habías encontrado en la cama de Pedri y pensaste que el que me gustaba era él.
—Fue en parte mi culpa, no le dije cuál era la cama y ella tuvo que adivinar.
—Pedri no digas eso, nada de esto es tu culpa —negó ella—. Luego...Me desmayé y estaba cien por ciento segura de que aún no quería decirte que me gustabas ya que me daba terror el rechazo. Así que...Le pedí a Pedri que siguiéramos fingiendo hasta que yo pudiera decirte la verdad. Sí, finalmente lo hice, pero no fue de la mejor manera.
—¿Entonces todo este tiempo me hicieron creer que se gustaban? —los otros dos se quedaron congelados al oír su gélido tono de voz—. ¿Cómo un idiota? ¿Me trataron como un idiota?
—No, no, no, jamás haríamos eso —negó la castaña.
—¿Y entonces qué fue todo esto? ¿Eh? —alzó los brazos—. ¿Un circo? Me pasé meses alentando lo que podía ser su relación como un verdadero tonto —se cubrió el rostro—. ¡Qué vergüenza!
—Lo siento tanto —susurró ella tratando de tragarse el nudo de su garganta.
Gruñó desesperado; aún no podía creer lo que le estaba pasando—¿Cómo fui tan tonto? En serio actuaron bien —aplaudió por unos segundos—. ¿Cómo pudieron hacer esto?
—Hermano, no es algo de suma gravedad, fue algo que...
—Estoy hablando con Sofía, Pedri —interrumpió el más joven con frialdad y sin siquiera mirarlo, sólo miraba a Cadaval.
—Perdón —fue lo único que podía decir—. Enójate conmigo, no con él.
—Es que no entiendo, Sofi —por un instante su tono de voz comenzó a calmarse—. Hemos sido...Tan cercanos por años. Yo jamás te he mentido y jamás esperé que tú lo hicieras de esta manera.
—Entiéndeme a mí también —rogó—. Por todos esos años que dices sabes que tengo muchos miedos y ansiedades y de sólo pensar que me podías rechazar y que yo iba a quedar con la vergüenza de decirte lo que sentía me mataba por dentro. Si te decía que la carta no era para Pedri lo hubieras deducido de inmediato...No podía...Tenía mucho miedo.
—¿Desde cuándo yo te he dado motivos para tenerme miedo? —aquella frase le cayó como una cachetada—. ¿Te he tratado mal alguna vez como para que estés asustada de contarme algo tan importante como tus sentimientos?
—No es eso, no es de esa manera de la que hablo.
—¿Entonces? No te entiendo Sofi...Por un segundo te veo...Y no te reconozco —la analizó.
Aquello la quebró por dentro y tuvo que morderse el interior de la mejilla para no romper a llorar.
—No digas eso, por favor.
—¿Y tú? —se giró al canario—. Yo vine aquí para ser un amigo honesto contigo y me doy cuenta que...El que no ha sido honesto conmigo has sido tú. Me mentiste, igual que ella; me hicieron jugar el papel de idiota.
—Lo siento mucho Gavi, en serio, ojalá pudieras entender porqué hicimos lo que hicimos. Jamás fue con el propósito de hacerte sentir mal.
Pablo no respondió, sólo meditó las palabras del chico en su mente mientras acortaba la distancia que lo separaba de Cadaval. A ella le tembló el cuerpo.
—Si me hubieras dicho las cosas serían diferentes.
—¿Te refieres a que me hubieras rechazado y hubiéramos arruinado nuestra amistad? —contestó ella con toda su fuerza de voluntad por sostenerle la mirada.
—¿No la arruinamos ya?
El recuerdo de los besos que habían compartido minutos antes los atacaron como una ola. Él tenía razón, con aquello arruinaron cierta parte de su amistad, pero había una diferencia: Sólo uno de ellos estaban enamorado.
Cuando Sofía iba a abrir su boca para responderle oyeron unos golpes en la puerta.
—Gavi, muchacho, ¿Tienes un segundo?
Se trataba de Luis Enrique, su entrenador, el cual había llegado y con cuidado examinó la habitación, dándose cuenta del tenso ambiente que se sentía.
—Joder...¿Interrumpo algo?
—Podría decirse —contestó Pablo.
—Pues lo lamento, pero necesito hablar contigo un momento —apuntó al más joven—. Es importante.
—Estoy un poco ocupado...
—No te robaré más de cinco minutos. Además...Es una orden, chaval —hizo un movimiento con la cabeza.
El palaciego suspiró frustrado sabiendo que no tenía otra opción y se dispuso a ir con su entrenador. No obstante, no se retiró sin antes decirle a la castaña:
—Quédate aquí, por favor no te muevas...No hemos terminado de hablar.
Posteriormente le pasó por el lado para salir del cuarto con el mayor junto a él.
Cadaval se mantuvo unos segundos estática y en silencio hasta que no dio más y rompió a llorar.
Pedri rápidamente llegó hacia ella y la abrazó tratando de contenerla a ella y todo lo que en ese momento estaba sintiendo.
—Tranquila...Todo estará bien.
—No —se separó como brusquedad—. Me odia Pedri ¿Le viste la cara? —cerró los ojos—. Sabía que esto iba a salir mal y aún así decidí meterme en esta situación. ¡Soy una estúpida! Todo es mi culpa.
—Sofi, Gavi jamás podría odiarte —suavizó su voz—. Y no eres una estúpida...Sólo tenías miedo y no querías sufrir.
—Todo había sido tan perfecto arriba —se lamentó—. Pepi, no tienes idea de cuantas veces había soñado con ese momento. Pero ahora...Todo se fue a la mismísima mierda.
—Se puede resolver, estoy seguro que sí.
Soltó una risa nasal—Yo no lo creo...Jamás lo había visto así, y jamás me había tratado así —limpió sus lágrimas—. Me voy de aquí, de inmediato.
—No, no, espera —la tomó del brazo—. No puedes irte, él va a volver y querrá seguir hablando.
—Pues yo ya no tengo la fuerza para hacerlo —contestó con un hilo de voz—. No puedo Pepi...No lo voy a tolerar.
González ya no sabía qué decirle. No podía exigirle que se quedara, debía apoyar la elección que la haría sentir mejor, ya que eso era lo que más necesitaba.
—De acuerdo —suspiró y la volvió a abrazar—. Te prometo que todo se pondrá bien. Lo conocemos...La ira no le dura tanto.
—Eso espero —contestó sobre su hombro.
Luego ella se separó para dejar un beso en la mejilla de su amigo. Toda aquella escena estaba marcando el final de una etapa, el final de su actuación, el final de su mentira y el final de su sacrificio.
—Gracias por todo esto...Y perdón por haberte involucrado, jamás debí hacerlo.
Negó—Si Gavi me hubiera pedido lo mismo de igual forma lo hubiera hecho. Son mis mejores amigos...Les debo de todo.
Le regaló una media sonrisa que, por su llanto, pareció una mueca pero el canario la apreció. Posteriormente la chica pegó media vuelta y salió corriendo de ahí antes de que el sevillano regresara.
Se sentía tan mal, tan tonta, tan inútil, tan mentirosa que podía encontrarle sentido a las palabras de Gavi cuando le dijo que casi no la reconocía. Se había portado como una idiota por nunca haber sido valiente y confesarle todo.
Bueno, ahora lo había hecho.
Pero un poco tarde.
Y hablando de tarde...
Efectivamente Luis Enrique no le robó más de 5 minutos a su jugador, sólo era que tenía que decirle algo importante. Sin embargo, cuando él regresó a la habitación se llevó la mala sorpresa de no ver a Cadaval allí.
—¿Y Sofía? —preguntó a Pedri analizando la habitación.
—Se fue —contestó normal pero el contrario lo miró con los ojos abiertos—. No ha resistido más y se ha tenido que ir.
—Pero...No...Yo... —arrastró las palabras—. Tengo que terminar de hablar con ella.
Acto seguido el muchacho —aún lleno de adrenalina— quiso salir disparado del lugar para ir en busca de la cantante. No obstante, el canario le sostuvo con firmeza impidiéndole la acción.
—No...No lo hagas.
—Pedri, suéltame, ya he tenido suficiente.
—Déjala, no pueden seguir hablando en estas condiciones. Ambos están muy exaltados, mejor terminen su conversación mañana, con la cabeza fría y en paz.
Al oír aquello Gavi comenzó a recapacitar y tuvo que reconocer que en eso González tenía razón. Si pensaba en lo que había sido su charla minutos antes, verdaderamente había sido un poco subida de tono.
—Bien —accedió finalmente sin mirar al contrario—, tienes razón.
Con todo el dolor del mundo tuvo que irse a dormir con el peso del remordimiento de lo que había sucedido. La verdad fue que no pudo pegar ni un ojo y los recuerdos de su beso con Sofía y la discusión de después lo estaban atacando fuertemente.
Fue igual para la cantante.
A la mañana siguiente emprendió camino hacia el hotel donde Sofía se estaba hospedando con su familia con el propósito de seguir su charla, pero ahora un poco más calmado. No podía seguir su vida sin poder hablar con ella.
Pero fue muy tarde.
No encontró a nadie en el hotel.
Sofía ya había regresado a España esa misma mañana
Se le había ido.
TO BE CONTINUED
you're in love
true love...
120 votos para actualización
( ni siquiera puedo decir algo hermanas. estoy en #tears. see you next week !! )
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