two . new friends
Una semana había pasado desde lo ocurrido.
Una semana en la que Ashley se había mantenido encerrada en su cuarto, una semana en la que Edward se había ido con el clan Denali, una semana en donde por más de que la chica se sentía dolida no había logrado derramar ni una sola lágrima.
Le dolía, sin duda que lo hacía.
Pero a diferencia de lo que todos pensaban, a la pequeña Anne no le dolía el hecho de no ser la persona destinada para estar toda la eternidad con Edward, claro que no. Le dolía el hecho de que toda su familia se lo había ocultado como si fuera una cosa de lo más simple.
Toda esa situación la llevaba a pensar que tal vez había muchas más cosas escondidas bajo la alfombra esperando a ser descubiertas por ella.
Ya cansada de no hacer ninguna otra cosa que estar tirada en su cama se decidió a abandonar la comodidad de su cuarto de una vez por todas.
Salió arrastrando la suela de sus pantuflas por el brilloso suelo de madera y con la vista pérdida, aún pensando en si era posible que su familia le ocultara alguna otra cosa.
A mitad de la escalera se encontró con su rubia hermana, que la esperaba al final mirándola con ¿Pena? Tal vez era lástima, no estaba del todo segura y extrañamente se sentía demasiado cansada como para ponerse a descifrar la mirada que la rubia le daba en esos momentos. Así que simplemente siguió bajando como si nada y por más que quiso evitarla, Rosalie la envolvió entre sus helados brazos cuando terminó de pisar el suelo.
Nunca antes le había molestado a tal punto el frío que desprendía el cuerpo de los vampiros, pero ahora ya no se sentía como antes. Ahora algo dentro de ella comenzaba a desear el sentir la calidez normal de las personas, quería sentir el característico calor humano cuando la abrazaban o estaban cerca de ella, deseaba sentir aquello por más simple que fuera; quería poder tener todo eso que de cierta forma no se le había permitido para poder proteger el secreto de la familia —algo que ahora le parecía una gigantesca estupidez—.
Ella quería todo lo contrario a lo que actualmente tenía, claro que estaba muy agradecida con todos ellos por todo el esfuerzo y sacrificio que había llevado criarla. Sin embargo el hecho de que le hayan mentido había sido una inesperada puñalada por la espalda y de cierta forma la hacía desconfiar de todos ellos.
—¿Estás bien, Anne? —preguntó la rubia separándose un poco de la chica al no recibir una respuesta a su demostración de cariño.
—Lo mejor que se puede estar cuando descubres que tu familia te mintió por años —respondió ella de mala forma; estaba molesta y se sentía mal por descargar su ira en Rosalie. Sin embargo ella había estado involucrada en todo el circo que le habían armado y eso lograba decepcionarla.
—Solo trata de entendernos.
—Llevo todo el maldito día intentando entenderlos, pero no encuentro una excusa mínimamente válida para justificar la manera en la que me mintieron por años.
—¡Intentábamos protegerte, Anne!
—¿Intentaban protegerme a mí?, ¿Estás segura de eso, Rosalie? ¿No estaban intentando protegerse a ustedes mismos?
Sus ojos se empezaron a picar por las lágrimas que se empezaban a acumular.
Al ver que la rubia se quedó sin respuesta a las cosas que ella le había dicho se terminó de separar de ella y se encamino a la cocina donde se encontró con que Esme le había dejado algo para comer preparado.
Esme, la mujer que había sido como una madre para ella también había estado involucrada. No sabía que le dolía más, el hecho de que Rose o Esme lo supieron y no le dijeron nada jamás.
Todo se estaba yendo por el caño tan rápido que ya no sabia que pensar.
Sintió como las lágrimas empezaban a bajar por sus mejillas, rápidamente —y con más brusquedad de la necesaria— limpió con el puño de su suéter el rastro de humedad en su piel antes de sentarse en las altas sillas de la barra y poder comer las delicias de Esme.
(...)
Se encontraba hecha un ovillo en el asiento trasero del auto de Alice mientras ella conducía e intercambiaba alguna que otra palabra, inaudible para los oídos de Ashley, con Jasper.
—Deja de hacer eso Jas, por favor —suplicó cuando pudo sentir como el empático trataba de mejorar su estado de ánimo.
—Lo lamento —se limitó a decir el rubio.
Edward había vuelto a Forks el día anterior sin embargo aún no se habían dirigido ni una palabra, él sabía lo molesta que estaba la adolescente y lo menos que quería era que ella le gritara a la vez que empezaba a lanzarle cosas por la cabeza mientras él trataba de explicarle la situación y disculparse.
Por lo que por el momento ambos —cada uno por su lado— decidieron que lo mejor sería ya no viajar en un mismo vehículo sin uno de sus hermanos de intermediario —el cual probablemente sería Jasper debido a su don—.
Jean no volvió a hablar luego de eso y prefirió ponerse rápidamente sus auriculares para evitar cualquier otro intercambio de palabras. Pronto la música comenzó a sonar en sus oídos logrando alejarla de los murmullos de la pareja que la espiaba por el espejo retrovisor, constantemente.
Cuando el plateado auto aparcó en el estacionamiento de la escuela se bajó rápidamente seguida de sus hermanos; les tenía algo de envidia ya a este punto era algo inútil negarlo. Ellos eran la mejor pareja para los ojos de la pequeña humana, se complementaban perfectamente.
Pudo sentir como si su corazón fuera estrujado por unos momentos.
En la semana que había pasado aislada de cualquier integrante de su familia se dio cuenta de que en realidad nunca deseó pasar la eternidad junto a Edward o no como su pareja al menos.
¿Lo quería? Obviamente, sin embargo el hecho de imaginarse transformada en vampiro para poder pasar la eternidad junto al telépata era una idea que no le generaba ni un mínimo de felicidad.
Eso la sorprendió de cierta forma, nunca se había puesto a examinar el hecho de que ella había permanecido en esa casa solo porque esperaba que algún día fuera transformada y así vivir eternamente junto a Edward o al menos no desde que se había vuelto una adolescente.
—Tierra llamando a Jeanette —dijo Alice mientras pasaba su mano frente a la cara de la chica—. ¿Sigues aquí? —preguntó con burla cuando vió que la adolescente finalmente había reaccionado.
Ella solo puso los ojos en blanco con diversión.
—¿Te sientes bien? —consultó Rosalie acercándose a ella y así pasar una de sus heladas manos por el castaño cabello de la Cullen menor.
—Si, Rose, no te preocupes —le respondió de la forma más amable posible a la vampiresa de cabellera dorada mientras intentaba regalarle una sonrisa, aunque lo único que le salió fue una mueca forzada.
Se estremeció levemente al sentir la gélida mano de la vampiresa descender de su cabellera a su mejilla donde con dulzura le acarició el pómulo con su pulgar.
El día de Ashley había pasado bastante bien, ignorando todos los murmullos que no se hacían esperar cuando ella pasaba, eso le molestaba y mucho.
Entendía que nada interesante solía pasar en aquella pequeña y constantemente nublada ciudad pero eso no les daba derecho a estar pendiente de su vida o de la de sus hermanos. En especial ese día en el que finalmente había decidido sentarse sola y lejos de sus hermanos, decidida a tener su propio espacio.
Se encontraba sentada sola en una mesa algo apartada del resto de los alumnos con sus audífonos colocados mientras leía "Orgullo y prejuicio". Aunque no podía concentrarse completamente en lo que leía ya que se encontraba molesta ¿Por qué? Había tenido que soportar escuchar a Edward y Bella charlar durante toda la clase de biología. Y si, tal vez antes no le había molestado pero de alguna forma ese día lo hizo y bastante.
Tal vez era por su reciente malhumor, el cual prácticamente se había vuelto algo rutinario desde que la mentira familiar había salido a la luz.
Pudo ver por el rabillo del ojo como una chica se sentó junto a ella y dejó su azulada bandeja de almuerzo sobre la mesa. La conocía era Angela Weber, iban a la misma clase de cálculo desde que había llegado a la ciudad.
Anne pausó su reproductor de música y se sacó los audífonos para guardarlos en su mochila.
—Hola, soy Angela —se presentó la chica de lentes y cabello recogido en una coleta y rápidamente pudo notar que a pesar de que se había animado a acercarse a ella era algo tímida.
—Lo sé, compartimos clases desde ... siempre en realidad —respondió.
—¿Por qué no te sientas con nosotros? —ofreció Angela jugando con sus dedos.
Jean pudo sentir como los ojos de sus hermanos caían rápidamente sobre ella esperando la respuesta a la invitación de la chica de anteojos.
—¿Y soportar a Jessica? —preguntó divertida y pudo jurar que escuchó a Emmett reírse de su comentario.
Angela rió.
—Ella no es tan mala en realidad; se que suele ser pasivo-agresiva pero también es dulce, a veces. Vamos Anne, ven con nosotros —suplicó haciendo los típicos ojos de cachorrito.
Ella miró disimuladamente a la mesa donde se sentaba el grupo de amigos de Angela y pudo ver como todos los integrantes sentados allí miraban sin disimulo alguno en su dirección esperando su respuesta. Ella suspiró dramáticamente antes de poner una de las correas de su mochila sobre su hombro.
—De acuerdo, tu ganas Angela —dijo mientras se ponía en pie con su bandeja en mano.
Angela sonrió abiertamente antes de ponerse de pie mientras tomaba su almuerzo y así poder caminar junto a ella en dirección a la mesa de sus amigos.
La cara de Jessica era un poema, Jean tuvo que hacer un gran esfuerzo para aguantar las ganas de reír al ver lo sorprendida que se encontraba al ver que había aceptado sentarse junto a ellos.
—Si lo logro, felicidades… y ¿Bienvenida? —habló Erik una vez la Cullen se sentó junto a Tyler. Siendo ese el único lugar disponible.
El almuerzo había pasado más rápido de lo que le hubiera gustado —como de costumbre—, a diferencia de su siguiente clase que parecía jamás acabar.
Actualmente se encontraba en el estacionamiento de la escuela con sus nuevos amigos y aún podía sentir la mirada de sus hermanos clavada en su nuca, pendiente de ella.
La camioneta negra de Tyler apareció de la nada patinando sobre el pavimento debido a la reciente lluvia y Ashley pudo ver la imagen del automóvil negro aplastando el cuerpo de Bella contra su camioneta naranja, el caos que eso generaria. Juraba que hasta pudo oler la sangre y escuchar todos los gritos de horror ante tal escena tan grotesca.
Pero no pasó. El ruido de las llantas patinando fue opacado por el del acero siendo golpeado y por un momento pensó que se estaba volviendo loca cuando cada uno de los gritos que había escuchado hasta hacía dos segundos se volvieron risas estruendosas que hacían eco en su cabeza.
Cuando la camioneta fue frenada aun entre todo el tumulto de gente y los gritos de todos los adolescentes Jeanette logró ver a Edward aún con su mano en la camioneta de Tyler mientras con su otro brazo sostenía el cuerpo de la joven Swan.
De repente Emmett se encontraba junto a ella tomándola del brazo para arrastrarla hacia el coche rojo de Rosalie.
(...)
—Si sigues apretando el volante de esa forma lo vas a destrozar —dijo divertida mirando de reojo a la rubia en el asiento de piloto.
Era verdad, Rosalie estaba tan molesta con lo que Edward había hecho que ya no controlaba su fuerza y en cualquier momento el volante de su amado convertible rojo se partiría en pedazos.
Aún sin necesitarlo la rubia inhaló profundamente tratando de relajarse para luego soltar el aire de forma dramática.
—Perdóname —habló la inmortal por primera vez en el trayecto al hospital.
—Es tu auto Rosalie, puedes hacer lo que quieras con el —respondió la castaña confundida por las palabras de su hermana.
—No es por eso —agregó la rubia removiéndose en el asiento de conductor.
Anne despegó sus ojos de los altos árboles junto al camino para dirigirlos a la vampiresa.
Frunció el ceño al no entender a qué se refería exactamente la rubia.
—¿Entonces por qué lo dices? —consultó la adolescente.
—Por engañarte; no debí seguirles la corriente a Edward y Alice. Tendríamos que haberlo dicho todo desde el principio. No merecías está mentira —la voz de la rubia temblaba un poco con cada palabra que pronunciaba haciendo que el corazón de Jeanette se encogiera en su sitio.
—Estás perdonada; no es como si pudiera estar más tiempo enojada contigo de todas formas.
Rosalie le regaló una sonrisa sincera a la humana. Una de esas que muy pocas personas lograban ver y eso hacía que Jeanette se sintiera especial.
A los pocos minutos la chica Hale estacionó junto al Mercedes negro de Carlisle. Ambas se desabrocharon el cinturón de seguridad y bajaron del automóvil para adentrarse en el establecimiento y encontrarse lo más pronto posible con su padre y su idiota hermano.
Se quedó en una esquina alejada observando la charla entre Rose, Carlisle y Edward hasta que el aburrimiento le ganó y sin más nada que hacer decidió irse a pasear por los blanquecinos y desiertos pasillos del hospital.
Se encontraba en la terraza cuando recibió un mensaje de Rosalie diciéndole que la esperaba en el coche para volver a la casa y así poder almorzar.
Cinco pisos por escaleras porque antes muerta que usar el maldito ascensor, les tenía fobia. Un par de años atrás cuando estaba paseando por uno de todos los hospitales donde Carlisle había trabajado el elevador se había atorado y se quedó encerrada ahí dentro por casi tres horas.
Iba demasiado pérdida pensando en todo lo que estaba sucediendo recientemente en su vida que no prestaba la atención suficiente a los escalones que estaba bajando hasta que se resbaló.
Antes de que terminara sentada en uno de los escalones o terminada rodando hasta el descanso de la escalera un jalón en su brazo la salvó ocasionando que un quejido salga de sus labios por el brusco freno de su resbalón.
—¿Estás bien? —la voz de un chico sonó junto a ella.
Aún allí, siendo sostenida para no tocar el suelo Ashley pudo observar que el chico de piel morena y larga cabellera azabache era más alto que ella. Claro que tampoco pasó por alto el hecho de que era bastante atractivo.
—Si, gracias —respondió tratando de ponerse en pie con la ayuda del chico.
Una vez sus pies la sostuvieron nuevamente dirigió una mano a su hombro para masajearlo un poco, como si eso pudiera calmar la molestia en sus músculos.
—Jeanette —llamaron dos personas a coro escalones más abajo. La nombrada miró en dirección a aquella conocidas voces encontrándose con Rosalie acompañada de Edward.
—Apresurate, ya nos vamos —habló está vez Edward en un tono algo molesto.
Ella frunció el ceño sin poder entender el molesto comportamiento del telépata.
—Adiós —dijo dando una pequeña sonrisa antes de empezar a bajar nuevamente.
Los tres desaparecieron por los pasillos bajo la atenta mirada del moreno que había terminado de bajar la escalera con gran prisa para poder ver a la chica irse.
—Era bonita eh —dijo dándole un leve empujón a su amigo.
—Callate Quil.
¿Qué les parecería si conecto sweet nothing con brutal love?
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