three . the push
El día de Jeanette había sido como cualquier otro día normal antes de la última noticia que había recibido se había levantado temprano para poder terminar de hacer las paces con Rosalie y Emmett, y luego de una larga charla durante el desayuno que ellos le habían preparado como una ofrenda de paz o como Anne lo llamó en broma "soborno", ya que no había otra cosa para comer en la casa y claro que Emmett bromeó acerca de que si no los perdonaba no podría comer nada de lo que le habían preparado.
Ahora ya en la preparatoria solo se concentraba en evitar a toda costa mirar en dirección a Bella sabiendo que empezaría a insistir nuevamente con querer saber qué era lo que tanto le escondía Edward.
Como horas atrás había sucedido cuando apenas puso un pie cerca de la puerta del edificio.
> 🥀 <
—Jeanette, necesito hablar contigo —dijo Bella siguiéndola por los pasillos hasta su casillero.
Ella siguió con su camino con normalidad puesto que ya había sido advertida de eso por Alice antes de salir de la casa.
—Te escucho —habló mientras abría la puerta de su locker sin siquiera tomarse la molestia de ver a la humana parada junto a ella. Jeanette se dedicaba a hacer oídos sordos a todo el parloteo de la chica Swan mientras revisaba sus libros para que no le faltara nada en sus siguientes clases.
La puerta de su casillero se cerró frente a ella rozando la punta de su nariz e internamente agradeció haber prestado atención a todo lo que la psíquica le había dicho esa mañana mientras desayunaba.
—Ten cuidado con tu casillero —había dicho para luego fruncir los labios e irse dando sus típicos saltitos hacía su pareja para salir a cazar..
—Voy a dejar pasar eso, solo por esta vez —dijo dirigiendo sus oscuros orbes a Bella.
—Dímelo —exigió nuevamente.
—No tengo porque decirte nada, Isabella —respondió dibujando una falsa sonrisa en su cara tratando de calmarse.
Había prometido no armar un escándalo pero extrañamente se encontraba de un pésimo humor en esos momentos.
> 🥀 <
—¿Y tú qué dices Anne? —preguntó Angela.
—¿De qué? —dijo despegando sus ojos del plato de papas fritas frente a ella.
—La Push.— respondió Erick y la castaña frunció el ceño sin comprender —. La playa en la reservación, Anne ¿Nunca has ido a La Push acaso?
Ella simplemente negó mientras tomaba un par de frituras y se las llevaba a la boca.
—¿Entonces vendrás, verdad? —volvió a preguntar Angela y en ese momento Jeanette pudo sentir las miradas de todos sus hermanos caer en ella.
—Claro —contestó feliz luego de pasar bocado.
—Jean no puedes ir allí, entiende —dijo Edward siguiéndola por los pasillos de la casa.
La castaña hizo oídos sordos mientras seguía su camino escaleras abajo para ir a la cocina y guardar algo que pueda comer en la playa.
—Jeanette, escúchame —volvió a llamarla al ver qué estaba siendo completamente ignorado por ella.
Pero nada cambió.
—Por favor —pidió casi en un tono de súplica.
—Está bien, no iré —dijo ya harta de las súplicas del telépata.
Él se sorprendió pero rápidamente prestó atención a los pensamientos de la fémina.
—Si me dices porque no quieres que vaya, me quedo.
—No es por nada en especial —trató de explicar rápidamente entre tartamudeos.
—Mientes —sentenció rápidamente y antes de que el vampiro pueda decir algo continúo—. Te conozco desde que soy muy pequeña y sé perfectamente cómo actúas y cómo gesticulas cuando mientes, Anthony —explicó llamándolo por su otro nombre dándole a entender que hablaba en serio y que no daría el brazo a torcer sin importar lo que él le dijera.
Aún sin necesitarlo soltó un suspiro antes de desaparecer de la cocina dejando sola a la adolescente.
(...)
Ahora se encontraba en el improvisado estacionamiento de la playa sentada junto a Bella en la parte trasera de la camioneta de Tyler mientras Jessica, Mike y Erik terminaban de colocarse los trajes de buzo y Angela estaba sentada en el asiento de copiloto envuelta en una gruesa manta por las fuertes ventiscas que habían.
—Sigo pensando que Erik me va invitar al baile pero… no lo hace —dijo Angela mirando al nombrado charlar con Mike.
—Pues hazlo tú —soltó Bella sorprendiendo a la de lentes—; eres una mujer fuerte e independiente.
—¿Tú crees? —preguntó insegura.
—Ella tiene razón, puedes hacerlo —intervino una vez trago los chocolates que Tyler le había regalado diciendo que al no le gustaban.
—¿Puedes cerrarlo? —pidió Jessica acercándose a Angela que la ayudara con el cierre de su traje. Anne desvió la vista de el par de chicas y miró a la chica junto a ella que le ofrecía de sus gomitas a las que sin pensarlo mucho aceptó gustosa.
Si había algo que no podía rechazar sin duda eran los dulces y en especial las gomitas. Junto al chocolate era su dulce favorito.
—¡Bella! —inevitablemente todos miraron al pequeño grupo que se acercaba a ellos y entre los tres morenos ella distinguió rápidamente al chico del hospital—. Hola.
—¡Jacob! Chicas, él es Jacob —el par en el frente de la camioneta saludo por lo bajo.
—Oh, yo te conozco. Estabas el otro día en el hospital —dijo Jacob al distinguir la figura de la castaña junto a su amiga de la infancia—. ¿Jeanette verdad? —preguntó fingiendo que no recordaba el nombre de la castaña.
—Solo Jean —respondió haciéndole un lugar para que se sentara junto a Swan.
—¿Estás siguiéndome acaso? —cuestionó Bella con diversión.
—Estas en mi reservación —respondió siguiéndole el juego—. ¿Vas a surfear?
—No, yo no surfeo —respondió compartiendole de sus dulces como anteriormente había hecho con Anne.
—Oigan acompañen a Bella, no vino su amigo —intervino Jessica entre risas.
—¿Quién? —preguntó Erik sin entender algo de lo que sucedía.
—Invitó a Edward —respondió riendo y Jeanette sintió demasiadas ganas de golpearla.
—Solo fue por cortesía —dijo rápidamente agachando la mirada.
—Fuiste muy amable, nadie lo invita —habló Angela esta vez tratando de calmar los nervios de la chica nueva.
—Es que es muy raro —soltó rápidamente Mike y Martin se rió por lo bajo.
—Eso es verdad —por primera vez uno de los acompañantes de Jacob hablaron.
—¿Lo conocen? —consultó Bella sin entender el porqué de aquel comentario al igual que Jeanette.
—Los Cullen no vienen aquí —respondió con simpleza dejando a la pequeña chica con más dudas rondando su cabeza.
Había decidido dar una vuelta por la playa antes de que sus piernas se duerman por estar tanto tiempo quieta.
Acomodo mejor la manta sobre sus hombros al sentir como se deslizaba por su espalda dejando que el frió viento se cuele entre sus abrigos.
—¿Me sigues acaso? —dijo con diversión antes de voltearse y ver al chico moreno a solo unos pasos de ella.
—No te vayas a perder… o a caerte de nuevo —bromeó mientras aceleraba el paso para alcanzarla.
Jean rió.
—¿Acaso me estás tratando de torpe? —cuestionó siguiéndole el juego a Jacob.
—No, solo te recuerdo que te salve de que te caigas por las escaleras del hospital —respondió con diversión y con cuidado agarró la parte de la manta que se empezaba a deslizar nuevamente a lo que Ashley le agradeció con una sonrisa.
Pasaron el tiempo charlando de cualquier cosa, conociéndose un poco y soltando bromas de vez en cuando.
Él le contó sobre la leyenda quileute a la que su amigo había hecho mención y Anne no pudo evitar tensarse ante eso.
—Entonces siempre te dicen Jean —él comenzó y la castaña asintió—; ¿Por qué te llamaron Jeanette entonces?
—Es algo que hacen cuando están de malas o quieren molestar simplemente — respondió simple encogiéndose de hombros—. Tengo una para ti.
—Te escucho.
—¿Por qué mentir? —soltó como si nada y el moreno la miró con confusión—. Se me da bastante bien leer las facciones de la gente la verdad y cuando me reconociste fingiste que no recordabas mi nombre, ¿Por qué?
Ella no pudo evitar reír al ver como al chico quileute se le subieron los colores al haber sido descubiertos.
Se pasó la mano por la nuca sin saber que responder abriendo y cerrando la boca como pez fuera del agua y antes de que pueda decir algo Jessica apareció llamando a la chica para avisarle que ya debían irse.
La tarde en la playa luego de todo el día de clases la había dejado exhausta, apenas su cuerpo tocó la cómoda superficie de su querido colchón quedó completamente dormida profundamente. Pero ahora el cuerpo de Anne se removía entre las mantas, las pesadillas la atacaron nuevamente solo que esta vez no se trataba de ella.
—Siempre la misma pregunta ¿Quién eres?
Por más que lo intentaba no reconocía aquella voz ni lograba ver bien su figura o el lugar donde se encontraba.
—¿Qué es lo que quieres? —esa definitivamente era la voz de una mujer.
—¿Por qué haces esto? —la primera voz se repitió y ella sabía que por más dulce que fuera aquella persona no era alguien a quien quisiera tener cerca.
—James —una tercera voz sonó con más seriedad—. Ya no juguemos con nuestra comida.
Esas últimas palabras retumbaron dentro de su cabeza.
Nuestra comida...
Y aunque su visión seguía siendo borrosa pudo distinguir como los tres cuerpos se abalanzaron contra ella logrando que se despierte de un salto en medio de gritos y lágrimas por el temor que la estaba abrumando. En menos de un segundo Emmet ya estaba junto a ella estrechándola entre sus enormes brazos cuidando de no lastimarla mientras una de sus manos se deslizaba desde su cabello hasta su espalda.
Su acelerado pulso fue descendiendo hasta ir a un ritmo normal llenándose de paz y cuando levantó sus oscuros ojos pudo ver a Jasper parado en el marco de la puerta tratando de calmar sus emociones.
Así pasó el resto de la noche entre los gigantes y helados brazos de Emmett dónde se quedó dormida mientras Jasper la ayudaba a calmar el pánico que recorría su ser por las pesadillas.
—Solo son pesadillas —le había dicho Emmett.
—No, no esta vez —le respondió ella luchando para mantener sus ojos abiertos—. Eso era real.
A la mañana siguiente cuando apagó la alarma colocó la almohada sobre su cabeza al escuchar los pasos de alguien acercarse a su habitación.
—Podrás seguir durmiendo todo lo que quieras —escuchó pronunciar a Carlisle y al sacarse la almohada de la cabeza para ver al hombre que consideraba su padre pudo ver cómo su piel desprendía pequeños destellos blanquecinos.
Ella debía quedarse en la casa para que la mentira siga siendo convincente.
El rubio vampiro se acercó a ella y enredó sus dedos en los oscuros cabellos de la menor de sus hijas y sintió una sensación de pesadez ubicarse en la boca de su estómago.
Debían dejar de ocultarle las cosas.
—¿Dónde fue Edward? —preguntó Jeanette cuando al salir de la tienda se encontró solo con Emmet el cual se encogió de hombros.
—Salió como alma que lleva el diablo hace unos minutos.— respondió mientras se acercaba a ella para ayudarla con las bolsas y así poder depositarlas en los asientos traseros de su jeep.
—¿Me contarás ahora? —dijo el vampiro mientras manejaba de regreso a la casa.
—No se de lo que estás hablándome —lo evadió Anne manteniendo su mirada al frente.
Había evitado responder toda clase de preguntas sobre su última pesadilla y pensar lo menos posible en ella para que Edward no pueda ver lo que ella había soñado.
—De acuerdo, yo no pienso insistir —dijo Emmet.
Eso era lo que más adoraba de Emmet. Él sabía darle su espacio y no insistía al contrarió de los demás, él entendía que a veces necesitaba su privacidad y su tiempo para poder contar las cosas.
Además a veces la trataba como si fuera su propia hija, al igual que Rose lo hacía.
—¿Ese es Edward? —preguntó cuando al pasar por la estación de policía vio el volcó negro del telepata.
—Definitivamente —respondió Emmet cuando vió bajar a su hermano adoptivo bajar del coche y para sorpresa de ambos del automóvil negro también bajó Isabella Swan.
Ambos bajaron del auto y caminaron directamente hacía el vampiro y la humana.
—¿Qué sucedió? —preguntó Anne cuando llegaron junto a su hermano y la humana.
—Aún no sabemos nada —le respondió el telépata y antes de que hagan otro comentario Carlisle salió de la comisaría—. ¿Carlisle qué está sucediendo?
—Waylon Forge estaba en un bote cerca de su casa, ya examine su cadáver.
—¿Qué dice?, ¿Cómo murió? —preguntó Bella.
—Un animal lo atacó —respondió el rubio rápidamente pero Ashley no le creyó nada.
Estaba mintiendo y fue más obvio cuando noto la mirada que le dió a Edward.
—¿Fue el mismo que atacó al guardia de seguridad en Mason? —volvió a preguntar Bella.
—Parece que sí —dijo rápidamente.
—Entonces se está acercando—soltó ella nuevamente y los bellos de la nuca de Jean se erizaron ante la vaga idea de lo que podía ser.
—Bella deberías entrar, Waylon era amigo de tu padre —explicó el vampiro rubio y la humana asintió para empezar a subir los escalones hasta la entrada de la comisaría.
—Te veo luego —dijo algo avergonzada para luego seguir su camino y adentrarse al establecimiento.
Mientras la Cullen menor seguía a sus hermanos y padre para poder volver a la casa donde seguro Esme la esperaba con la cena preparada.
En el camino a su hogar la cabeza de Jeanette no dejaba de pensar en lo sucedido.
Carlisle no era una persona mentirosa, pero la mirada que le dio a Edward daba entender que había algo que no estaba diciendo.
Algo que solo el telépata parecía saber.
Toda esa situación le generaba dolor de cabeza… y sueño.
Despertó al sentir el frío abrumador de alguien rodearla. Emmet la estaba cargando hacia su cuarto.
—Te quedaste dormida sobre la mesa —le explicó mientras la dejaba sobre el colchón.
Ella dió un vago asentimiento mientras trataba de taparse bien para soportar el frío clima de esa noche.
Gruesas agujas se enterraban en sus brazos causando que lágrimas se deslicen por sus blancas mejillas acompañadas de fuertes sollozos.
Sus manos y pies inmovilizados con resistentes correas de cuero que la lastimaban al forcejear.
¿Por qué le hacían eso? ¿Que habían hecho con sus padres?
Era solamente una niña, no merecía eso.
¿O es que eso le pasaba por ser caprichosa?
Por las sondas conectadas a las aguas empezó a correr un líquido negro, tan espeso que podría fácilmente parecer brea, que recorrió el transparente tubo para luego entrar en su sangre generandole más dolor del que ya tenía.
Gritó hasta que su garganta dolió y la voz ya no le salía.
Las lágrimas nunca dejaron de caer.
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