one . the show is over

En la planta alta de la casa de cristal ubicada en el bosque a pocos metros del arroyo que marcaba el inicio del territorio Quileute, se encontraba la única humana que residía en tan bella estructura.

La adolescente de cabello castaño se encontraba luchando contra sus sueños, bueno... sus incontrolables pesadillas y las endemoniadas voces que resonaban en su cabeza.

Sueño, voces, sueño, voces; era como un bucle. Salvo por ese día.

Sueño, voces... grito.

Jeanette grita, ¡grita!

El cuerpo de la castaña se enderezó sobre la cama en un segundo y un desgarrador grito salio de sus labios, literalmente desgarrador.

El despertador en la mesa de noche comenzó a tocar su melodía como todos los días a las diez de la mañana, generando que Jeannette se quejara mientras estiraba su brazo, de forma realmente perezosa, para poder apagar el aparato antes de voltearse y dejarse llevar por el sueño aún presente en ella.

—Jean, es hora de que desayunes —escuchó la dulce voz de Rosalie mientras su gélida mano acariciaba su brazo con suma delicadeza. Enviándole un escalofrío que le erizó la piel de una extraña manera que nunca le había sucedido.

Ella rápidamente abrió los ojos y se sentó en la cama sorprendiendo un poco a la rubia por el precipitado movimiento, ella entendió lo que sucedía cuando noto la mirada perdida y la respiración agitada de la castaña, está dió un salto cuando volvió a sentir la mano de su hermana acariciar su espalda.

Su respiración volvió a la normalidad cuando noto que era la rubia quien se encontraba junto a ella.

—Estuviste teniendo pesadillas de nuevo; —habló Rosalie mientras abrazaba a la castaña y acariciaba su cabello con suavidad—. ¿De nuevo el mismo sueño cariño?

Ashley solo asintió mientras intentaba disfrutar de las caricias de su hermana mayor—. No, está vez no puedo recordar lo que sucedió pero se sintió demasiado real… como un deja vu —le explicó con una notable frustración.

Ambas pudieron escuchar el carraspeo de alguien en la entrada de la habitación por lo que ambas posaron su mirada en esa persona.

—Lamento interrumpirlas, pero Jeanette debe desayunar —dijo el sureño de hebras rubias sonriendo a la vez que se recargaba en el marco de la puerta.

Rosalie dejó un tierno beso en la frente de la castaña antes de liberarla de sus gelidos brazos y dejarla a solas para que pudiera vestirse antes de bajar a desayunar para luego poder asistir a clases.

Una vez se aseo y cambió su pijama bajo las escaleras encontrándose con una taza de café que aún desprendía vapor y un plato con unas cuantas tostadas junto a un tarro de su dulce favorito de ciruela. Caminó rápidamente hacia la mesa para tomar asiento y poder ingerir su desayuno antes de que se le hiciera más tarde.

Mientras ella estaba concentrada en eso el resto de sus hermanos comenzaban a volver luego de buscar su propio desayuno, el primero en acercarse a ella fue Emmett quien no perdió la oportunidad de raspar la yema de sus dedos por su cuero cabelludo.

—Oye —se quejó tratando de acomodar su cabello con sus dedos mientras el vampiro reía—; ya me había peinado.

—Si, no lo creo —remató, logrando que la chica le arrojase un pedazo de su última tostada en la cara.

Cuando terminó el desayunó subió a buscar su mochila junto a un abrigo que Alice le había escogido para que combinará con su atuendo —el cual también había escogido ella, como hacía todos los días—.

No se sorprendió cuando al salir se encontró nuevamente con un día gris, frío y húmedo igual al día de ayer; ya se había acostumbrado a lo común que era ese clima en Forks hacía unos años atrás.

Al salir fue recibida por una sonrisa de Edward quien fue junto a ella y le sacó la mochila del hombro para llevarla él mismo hasta el auto y luego abrirle la puerta de copiloto para poder ir a clase.

Cuando llegaron al estacionamiento las miradas de todos los estudiantes se posaron en la familia Cullen y obviamente los murmullos no se hicieron esperar.

—Te veré en biología —dijo Anne despidiéndose del telépata en antes de entrar a su clase de física acompañada de Emmett.

Ella no era ninguna idiota, sabía que algo estaba sucediendo con sus hermanos. Desde hacía días Edward y Alice se portaban extraños a su alrededor y aunque trataba de ignorarlo le era difícil.

A veces deseaba poder leer las mentes también.

Se pasó toda la clase recargada sobre el brazo de Emmett tratando de no dormirse por la aburrida voz del viejo profesor que se encontraba frente a ellos mientras intentaba encontrar una explicación lógica a la extraña actitud de los vampiros.

—¿Cómo hacen para hacer esto todo el tiempo? —le susurró al chico con tamaño de oso sabiendo que la escuchaba perfectamente.

Él solo soltó una corta y baja risa por el comentario de su pequeña hermana.

—¿Tú realmente crees que realmente prestó algo de atención a todo esto?— le respondió con otra pregunta con el mismo tono que ella había usado, mientras alzaba una ceja.

El sonido del timbre dió el aviso de que la hora del almuerzo había llegado y como si fuera una alarma de alguna clase de apocalipsis todos los adolescentes salieron despavoridos de sus aulas dejando a sus maestros atrás con las palabras en la boca.

El bullicio se escuchaba por todos los pasillos de la escuela, Jeanette al contrario de sus compañeros se tomó su tiempo para salir de su clase y dirigirse a las afueras de la escuela para encontrarse con su familia allí.

Ella no era humana, no sabía de dónde había sacado la certeza de aquel hecho o cuando empezó a decirse tal cosa y mucho menos sabía lo que era; sus sentidos, a veces, eran casi más desarrollados que los de un humano común y corriente y por quién sabe qué extraña razón la cosa no terminaba ahí. Pero claro eso era algo que los vampiros escondían bajo llave de la joven adolescente.
Ella no era humana, no sabía de dónde había sacado la certeza de aquel hecho o cuando fue que algo en su cabeza empezó a decirse tal cosa. No, literalmente había algo en su cabeza que se lo decía cada día; las únicas veces que tal cosa se detenía era cuando Edward estaba a su alrededor.

Bueno, si no era una humana no sabía lo que era; pero sus sentidos, a veces, eran casi más desarrollados que los de un humano común y corriente y por quién sabe qué extraña razón la cosa no terminaba ahí. Pero claro eso era algo que los vampiros escondían bajo llave de la joven adolescente.

Se encontró con sus hermanos en el patio trasero de la escuela quienes hablaban solo moviendo los labios, pero inmediatamente dejaron eso atrás cuando sintieron a la más joven acercarse hacia ellos.

Los primeros en salir huyendo de sus interrogaciones fueron Rosalie y Emmett, quienes instantáneamente fueron seguidos por Alice y Jasper casi corriendo detrás de sus hermanos.

La castaña se quedó observando al único Cullen que aún permanecía de pie frente a ella, arqueó una ceja intentando que el oji ámbar dijese algo al respecto de las extrañas actitudes del resto de sus hermanos.

—Vamos —dijo el telépata.

Ambos empezaron a caminar hombro a hombro con dirección a la entrada al comedor.

Edward le abrió la puerta con una sonrisa grabada mientras el cuestionario que la castaña mantenía en su mente resonaba en la de él.

Jean lo observó de reojo mientras pasaba a su lado, su sonrisa lucía tan falsa y tensa.

—¿Quienes son ellos? —preguntó Bella al grupo con el que se encontraba sentada almorzando.

—Son los Cullen, se mudaron de Alaska hace algunos años; ellos... no socializan con otros —le explicó Angela.

—Es que andan juntos —agregó Jessica—. No en serio, andan juntos —recalcó la última parte—. La rubia es Rosalie, ella anda con Emmett, el gigante.

> —Ni siquiera sé si eso es legal —comenzó a "presentarlos" al ver la intriga en los rasgos de la nueva.

—Jess ellos no son parientes —trató de recordarle Angela a su amiga.

—No importa, ellos viven juntos y eso es extraño —sentenció ella mientras la pareja se abría paso entre las mesas del comedor—. La de cabello corto es Alice, ella sí que es muy rara. Ella anda con Jasper, el rubio que parece estar sufriendo. El doctor Cullen es una mezcla de cupido y padre adoptivo.

Bromeó Jessica.

—Tal vez me adopte —canturreó Angela con diversión.

Bella permanecía atenta a la explicación de la chica de tez blanca.

—¿Y él? —preguntó centrando la atención en el chico de cabello cobrizo que abría la puerta a una chica más baja de cabellera castaña.

—Él es Edward Cullen, está guapísimo. Pero ... nadie es suficiente para él, se rumorea que él y Jeanette están en algo así como una relación. Una lástima sin duda —dijo revolviendo su plato con el tenedor de plástico.

Anne, quien había escuchado aquello, tuvo que retener una carcajada por la forma a la que se refería a ellos.

—En serio, no pierdas tu tiempo —agregó Jessica al ver a la chica nueva perdida viendo hacia la mesa donde se encontraban los Cullen.

—No planeaba hacerlo —dijo ella volviendo la vista hacia su plato vegetariano.

Bella veía de forma no muy discreta en dirección a Jeanette y pensó que sin duda Jessica no sabía lo que estaba diciendo o era un chica demasiado envidiosa ya que ella era una chica muy hermosa para sus ojos.

Cuando volvió a mirar en dirección a Edward este ya se encontraba concentrado en conversar con sus hermanos. Sin poder evitarlo volvió a mirar hacía la chica castaña para descubrir que está la mirada de mala manera y con un desagrado palpable que la hizo sentir incómoda y bajar la vista hacia su plato nuevamente.

—¿Cuál es su problema? —preguntó antes de soltar la risa que estaba reteniendo, Emmett y Alice se unieron. Claramente el "adolescente" fue el más ruidoso de los tres. Pero las risas pararon lentamente al ver como Edward parecía estar hipnotizado con la chica nueva.

Eso sin duda la molestaba e irremediablemente lograba causarle algo de celos. Sin poder evitarlo le lanzó una mala mirada a la chica al encontrarla viéndola.

Al pasar los minutos el ruidoso timbre volvió a hacer su trabajo penetrando los oídos de todos los adolescentes en el establecimiento.

Jean se recargó en el respaldo de su silla mientras soltaba un quejido, el tiempo había pasado demasiado rápido para su gusto.

—Arriba floja —escuchó la voz de Alice pronunciar con un poco de gracia y dulzura mezclados en su voz.

Cómo si se tratara de una madre.

Cuando llego al salón del señor Molina Anne se ubico en su lugar frente a Edward —como Alice le habia dicho que hiciera—, a los segundos entró el profesor con su portafolios negro saludando a la clase.

Mike Newton entró al salón a los pocos minutos con la chica nueva detrás de él.

—Tiene que ser una broma —pensó inmediatamente.

Pudo sentir como el telépata ubicado detrás de ella se tensaba cuando la humana pasó frente al pequeño ventilador de pie que había en el aula.

Mientras la chica Swan hablaba con el profesor ella giró la cabeza para ver a Edward con los ojos tan abiertos que parecían que se le caerían de la cara.

Creía saber lo que acababa de pasar, a él nunca le había costado tanto estar frente a un humano a excepción de ella cuando empezó a vivir con los Cullen y Anne sabía que eso solo podía significar una cosa.

—Edward —soltó al aire esperando que él le de respuestas mientras el vampiro evitaba verla a la cara clavando sus ojos en la negra superficie de la mesa.

A ella no le quedó otra opción que volver a voltearse cuando el señor Molina empezó a explicar la clase pero estaba segura que tarde o temprano hablaría con él y no le quedaría otra opción que responder todas sus malditas preguntas.

—¡Ni siquiera te atrevas a salir huyendo de nuevo, Anthony! —gritó al ver qué la intención del telépata era escaparse de todas sus preguntas.

Todos sabían lo que estaba pasando, lo sabían desde antes que sucediera y sabían cómo se pondría Jeanette si se enteraba que le ocultaban las cosas.

—¿Qué sucedió? —dijo Esme llegando junto a ellos luego de escuchar los gritos.

—Eso es lo que estoy intentando saber —respondió con obvio enojo en su tono.

—Edward… ya dile.

—¿Tú también lo sabes? —se giró para ver a la rubia y luego al resto de los presentes—. Todos lo saben.

Soltó una risa amarga mientras negaba con la cabeza.

—No soy yo ¿Verdad? En realidad es ella —dedujo devolviendo sus ojos al vampiro quien solo clavaba sus ojos color oro en el suelo—. Mírame Edward, no seas cobarde.

Él lentamente subió su mirada hasta encontrarse con los ojos de la castaña.

—Lo lamento tanto, Anne.

Y luego de eso se fue.





i know, dice ash porque es de la vieja versión del fic

Bạn đang đọc truyện trên: AzTruyen.Top