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Anne todavía no había separado sus párpados cuando pudo escuchar  a Rosalie completamente alterada, golpeando el suelo con sus tacones de un lado a otro al despertar mientras Alice la perseguía tratando de convencerla de que su visión era una magnífica noticia. Se quedó parada al final de las escaleras intentando comprender todo lo que sucedía aun con el cansancio nublando su juicio.

¿Qué podía hacer tan feliz a Alice y al mismo tiempo alterar tanto a Rosalie?

Isabella Marie Swan.

—Que raro —pensó Ashley mientras rodaba los ojos y pudo sentir como la dorada mirada del telépata se clavaba en ella.

—Lo lamento ¿Te molesta? —preguntó con sarcasmo mientras sonreía falsamente; no estaba molesta y mucho menos odiaba a Bella en realidad de cierta forma la situación llegaba a darle gracia ya que debido a la torpe castaña había abierto los ojos.

Su familia definitivamente no era tan correcta como siempre había creído y al contrario de lo que en algún momento imaginó podían ser unos grandes mentirosos cuando lo deseaban y siendo sincera le llamaba la atención la forma de que esa chica parecía atraer problema, de cualquier clase.

¿Es que acaso tenía un imán? Se rió de su estúpido pensamiento antes de girar sobre sus talones para dirigirse a la cocina y poder desayunar mientras sus hermanas seguian discutiendo por toda la casa.

Esme la recibió con una dulce sonrisa en la cocina antes de acercarse a ella con una taza de café y una porción de pastel, cuando dejó el plato frente a ella también dejó un delicado beso en su sien, alegrando un poco la mañana de la menor.

Las grandes manos de Emmett la sujetaron de las costillas para ayudarla a bajar del jeep una vez se ubicaron en su lugar en el estacionamiento del instituto.
Anne le sonrió a su hermano como agradecimiento antes de acomodar el enorme suéter que le había robado al rubio esa misma mañana.

—Espero y me lo devuelvas —bromeó él.

—Pero claro que lo haré… algún día —le siguió el juego y para sorpresa de los estudiantes que los miraban el de cabellera dorada se rió mostrando sus blancos y perfectos dientes.

Los oscuros ojos de la menor fueron a Edward quien se alejaba de ellos con dirección al bosque siendo seguido por Bella.

—¿Ya lo sabe? —cuestionó con sorpresa.

—Desgraciadamente sí —contestó Rosalie entre dientes.

Ahora entendía mucho mejor toda la locura que habían sido sus hermanos esa mañana antes de salir.

Mientras sus hermanos seguían discutiendo si la noticia del momento era algo bueno o malo ella volaba lejos de la conversación haciendo girar sin descanso los engranajes de su cabeza para poder recordar la totalidad de su último sueño. Sin duda recordaba que era de gran importancia y que además había sido algo verdaderamente espantoso y, peor aún, que se trataba de su niñez. La suma de todos esos factores la tenían mortificandose desde primera hora.

Se sentía terriblemente frustrada, estaba segura de que acababa de recordar algo más mientras dormía y su mente parecía haberlo bloqueado nuevamente.

Eso le daba ganas de golpear su cabeza contra una pared.

Miro hacía cada banco a su alrededor intentando encontrar al maldito idiota que no sabía susurrar en medio de clase.

Pero no encontró nada. Nadie susurraba, el único que hablaba era el profesor.

—¿Te sientes bien Jeanette? —preguntó la rubia junto a ella posando una de sus manos entre sus hombros.

Ella simplemente asintió aunque no era cierto, sentía que su cabeza quemaba y aquel molesto susurro no se detenía.

—Jeanette...

—Ya te dije que estoy bien, Rosalie —la interrumpió con brusquedad sorprendiendo a la rubia quien por el susto retiró su helada mano del cuerpo de la castaña.

Sin pensarlo mucho se levantó de un salto, tomó sus cosas y salió a paso apresurado del salón con dirección al baño.

Al llegar se inclinó sobre el lavabo para poder mojarse la cara con agua fría y así tratar de que el calor que empezaba a quemar su cuerpo se pasará pero este solo parecía aumentar. Frotó sus manos por sus ojos para sacar el exceso de agua y así poder abrirlos sin ningún problema y pego un salto en el lugar cuando logro ver a alguien saliendo del baño.

No había visto a nadie cuando ella entró.

Su pulso fue en aumento rápidamente y los susurros volvieron a aparecer haciendo que lleve las manos a sus oídos para taparlos pero cada vez sonaban más fuerte.

Y entonces el gran espejo se partió en miles de pedazos cuando ella gritó.

Aún y desde el piso con la mente pérdida pudo escuchar como entraban al baño a buscarla y se alteraban al encontrarla allí tirada entre los vidrios.

Sintió como con delicadeza la levantaban del suelo levemente para colocarla con cuidado sobre una camilla y mientras luchaba por abrir los ojos algo se posó sobre su cara.

La máscara de oxígeno.

Los fuertes golpes de las puertas de lo que ella creyó una ambulancia la asustaron un poco.

La delicada y cálida mano de alguien tomó una de las suyas y le dio un pequeño apretón.

Tal vez Rosalie o Alice. Hasta podría ser Angela.

Quería comprobar quién era pero se sentía demasiado cansada de repente.

—Vampiros Ashley, vampiros —alguien volvió a susurrar y ella frunció el ceño deseando que cerrará la boca de una buena vez.

Sus sentidos se terminaron de apagar cuando se durmió sobre la incómoda camilla.

> 🥀 <


—Cuídenla, por favor solo ustedes pueden esconderla y darle la ayuda necesaria —su mente estaba borrosa y no entendía bien donde estaba pero sin duda era un lugar conocido para ella, al igual que la persona que suplicaba.

—Pero nosotros ...

—Sabemos lo que son —le interrumpió un hombre—. Por eso necesitamos que nos ayuden.

—No estamos seguros de lo que le hicieron allí —explicó la mujer de voz suave como el terciopelo.

¿De quien hablaban?

—Nadie la buscará aquí, por favor Carlisle —la mujer que hablaba rompió en llanto mientras le pedía al rubio que la aceptara.

Era ella, sus padres la estaban entregando en brazos de Esme quien con dulzura acaricio sus castaños cabellos mientras la cubría bien con la manta que envolvía su cuerpo.

Ahora entendía porque reconocía aquel lugar, era la casa de Alaska.

Aquella que había sido su hogar cuando era una niña.

Necesitaba hablar con Carlisle.

> 🥀 <

En aquel pasillo de hospital se encontraban todos los Cullen sentados a excepción del telépata el cual se iba acercando a paso apresurado al resto de su familia.

La primera en notar su presencia fue Rosalie quien se paró de un salto ignorando los llamados de su pareja, estaba decidida a enfrentar a su hermano.

Sus ojos ámbar estaban llenos de lágrimas que no podían salir de sus cuencas y sus manos temblaban levemente a causa de lo preocupada que estaba por su tan querida castaña.

Cuando estuvo lo suficiente cerca de Edward lo empujó tratando de medir su fuerza descomunal.

—¿Dónde estabas? —él la quiso esquivar y llegar a sus padres pero el cuerpo de la rubia se puso frente a él y volvió a preguntar—. ¿Dónde demonios estabas, Edward?

Su tono de voz se elevaba llamando la atención de las pocas personas en el hospital.

—Todo esto es tu culpa —soltó al ver qué su hermano no tenía intención alguna de responder su pregunta.

—¿Mí culpa? —cuestionó sin poder entender lo que Rosalie le decía—. Yo no le hice nada.

—Sabes a lo que me refiero, Edward, tu don evitaba que estas cosas pasaran. No te hagas el idiota conmigo —dijo mientras lo señalaba de forma amenazante—. En vez de cuidar de la persona que alguna vez dijiste amar te fuiste detrás de ella y pusiste en peligro la vida de Jeanette

—Tiene que adaptarse a sus poderes y lo sabes —trató de defenderse de tal acusación.

—¡Es solo una niña! —explotó la bella rubia—. ¡No está lista para eso!

—Y nunca lo estará si la sigues tratando como si fuera un bebe  —soltó con molestia.

—Ya es suficiente —interrumpió el rubio mayor ubicándose en medio de sus hijos antes de que se sigan culpando el uno al otro—. Esto no es culpa de nadie.

Rosalie soltó una pequeña risa falsa por el comentario de su creador.

—Todos sabíamos que esto pasaría algún día, Rose.

—No se suponía que llegaría tan pronto —dijo Jasper con notable preocupación por la menor de la familia mientras trataba de infligir sobre las emociones de sus hermanos antes de que decidieran asesinarse allí mismo.

—Ya no podemos seguir conteniendo sus dones.

—¿Y que se supone que haremos? —intervino Emmett—. No podemos sentarnos y confesarle la verdad, no toda.

El mayor se quedó en silencio y es que por más de que habían tenido años para prepararse para ese momento ninguno de ellos lo estaba, mucho menos Jean.

—Lo sé hijo —admitió bajando la mirada al sentirse presionado.

—Tendremos que retrasarlo un poco más —habló Esme—. Es lo mejor que podemos hacer por ahora.

Todos asintieron sin querer decir una palabra más del asunto.

Horas más tarde la adolescente había despertado sin recordar con exactitud lo qué había sucedido para que ella terminara en el hospital y con un gran dolor de cabeza para el cual rápidamente le dieron analgésicos luego de hacerle unas cuantas pruebas, en especial una tomografía pues se había golpeado la cabeza cuando se desmayó.

—¿Qué pasó? —había preguntado ni bien abrió los ojos.

—Te desmayaste en el colegio, cielo —respondió Esme rápidamente ubicándose junto a la camilla mientras acariciaba su cabello con delicadeza.

—¿Por qué? —volvió a preguntar frunciendo el ceño. Su salud era buena, muy buena ¿Por qué se desmayaría?

—Tenías fiebre, muy alta —dijo Carlisle entrando a la habitación—. ¿Te sentiste mal hoy por la mañana?

—Si, antes de salir del salón empecé a sentirme mal —explicó aún sin creerse lo de la fiebre.

—... y por eso necesitamos que nos ayuden —escuchó.

—¿Qué dijiste? —preguntó desconcertada.

—No dijimos nada —habló Jasper sentado en uno de los pequeños sillones individuales de la sala.

Ya habían pasado casi dos semanas desde que Jean había tenido el accidente en el baño y aún recordaba como Angela se había aventado contra ella al verla bajar del automóvil rojo de Rosalie. La castaña la había abrazado tan fuerte que Anne sintió que las tripas se le saldrían por la emoción de su amiga.

—¿Tú fuiste conmigo entonces? —le había preguntado Jeanette en el almuerzo.

—¿De qué hablas? —preguntó.

—En la ambulancia, ¿Tú fuiste conmigo?

—Anne, no dejaron que nadie fuera contigo.

¿Quién había tomado su mano entonces?

—¿Y siquiera es italiana? —preguntó Rosalie molesta por todo el circo que estaban armando por la humana.

—Se llama Bella —respondió Emmett.

—Isabella —le corrigió Jeanette quien estaba parada a un lado de la rubia.

—Seguramente le va a encantar —dijo Carlisle mientras cocinaba algo de pollo.

—Huele diferente —se quejó Rose—  Ya llegó.

—Sonríe un poco, anda —la molestó la castaña ganándose una mirada de su hermana.

Edward y Bella aparecieron por el marco de la puerta y Esme se acercó rápidamente a ellos.

—Bella, preparamos comida italiana para ti —dijo feliz y cuando la humana pasó su mirada por las demás personas presentes en la cocina y Emmett la saludo con la mano aún sosteniendo el cuchillo.

—Santo dios, Emmett, pareces un asesino en serie —dijo Anne entre risas contagiando al vampiro con el tamaño de un oso y pudo sentir como la rubia junto a ella se aguantaba la risa tratando de ignorar la conversación de Bella y su madre.

—Nos diste una buena razón para preparar comida italiana por primera vez —dijo Carlisle.

—Espero que tengas hambre —volvió a hablar Esme.

—Si, mucha —respondió feliz.

—Ya comió —intervino Edward.

—Buena manera de mandar todo al carajo, Edward —pensó antes de pegar un salto en el sitió con el corazón exaltado al escuchar como el recipiente de vidrio estalló a su lado.

Rosalie camina sobre los vidrios con sus tacones aguja haciendo crujir las astillas.

—Perfecto —soltó con molestia y rápidamente Emmett dio la vuelta a la mesada para pararse a un lado de su mujer.

—Me halaga que hagan esto pero se que ustedes no comen —explicó Isabella y Anne abrió la boca pero se arrepintió cuando su padre le dio una mirada de advertencia.

—Claro, es muy considerado de tu parte —dijo Esme mandando una mala mirada a la bella rubia.

—Ignora a Rosalie —dijo Edward y los ojos de la menor se abrieron con sorpresa por tal comentario, sabía lo que se venía—. Eso hago yo.

—Si, sigamos fingiendo que esto no es un riesgo para todos nosotros —soltó Rose con molestia.

—Yo jamás le diría nada a nadie —se defendió rápidamente.

—Y ella lo sabe —la defendió Carlisle.

—Sí pero el problema es que los han visto en público así que… —habló Emmett por primera vez pero fue interrumpido por su madre.

—Emmett.

—No ella debe saberlo, toda la familia se verá implicada si esto acaba mal —dijo Rosalie dando un paso al frente haciendo que Bella se sienta algo intimidada y bajara la mirada.

—Mal sería si el menú fuera yo —soltó la castaña logrando aligerar el ambiente y hasta la rubia soltó una pequeña risa.

Antes de que alguien pueda decir algo más Alice y Jasper entraron por la ventana.

—Hola Bella —dijo la psíquica mientras caminaba hacía ella dando saltitos—. Soy Alice.

Al llegar frente a ella no dudó en abrazarla haciendo que la humana se sintiera algo cohibida.

—Oh, qué bien hueles —soltó como si nada.

—Alice ¿Qué estás haciendo? —preguntó Edward frunciendo el ceño.

—Está bien, Bella y yo seremos grandes amigas —respondió con simpleza.

—Perdona —habló Carlisle un tanto incómodo—. Jasper es nuestro nuevo neófito, es algo difícil para él.

—Es un placer conocerte —pudo pronunciar el rubio con su característico acento sureño, era notable cómo tensaba la mandíbula y retenía la respiración.

—Tranquilo Jasper, no le harás nada —dijo Alice y Jeanette se rió por lo incómodo que era todo y más al ver las muecas del telépata y su musa.

—Creó que mejor te llevare a conocer el resto de la casa —dijo Edward.

—Es un gusto —volvió a hablar Alice a lo que Bella respondió con un "okey" por lo bajo bastante incómoda.

La pareja desapareció dejando al resto de la familia en la cocina.

—Que lindos —dijo Esme.

—Si, lo sé —respondió Alice.

—Esto —habló Esme señalando los vidrios y pedazos de lechuga regados en el suelo—; lo limpias. Ahora.

Rosalie soltó un bufido mientras Emmett trataba de calmarla.

—¿Ahora yo soy el menú? —dijo en broma y pudo escuchar una pequeña risa de Jasper quien aún parecía algo tenso por la situación.

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