Capítulo 04


—¿Por qué no me llamó?—pausó hasta que el omega se dio media vuelta para encararlo. —¿No tiene celular?

—Sí tengo...—respondió con timidez, el tono que había usado el alfa lo había descolocado.

—Entonces, supongo que no tenía antojo de nada para la cena—inquirió mientras se movía hacia la sala de la cocina. —Tampoco usó la cocina...—agregó al verla impoluta. —¿Qué comió en la tarde?

El omega titubea y no logra formular una sola oración. La verdad, no había vuelto a comer nada desde la mañana. Mientras, el alfa toma asiento en uno de los muebles de la sala, con un documento entre sus manos, algo relacionado a su trabajo.

—Mañana viene a trabajar la empleada doméstica. Le diré que prepare su comida—había llegado a esa conclusión, de que tal vez el omega no sabía cocinar o le daba pena hacerlo. —Pero, de ahora en adelante, asegúrese de comer aún en los días en que no viene.

¿Mañana? ¿De ahora en adelante?

—Este...—titubeó.

—¿Tiene alguna pregunta?—cuestionó al notarlo desorbitado.

—¿Mañana también puedo quedarme aquí?

El alfa volteó a verlo por un segundo al escuchar la pregunta, para luego volver su mirada a los papeles que estaba leyendo.

—¿Ya encontró en dónde quedarse?

¿Que si ya encontré? El único lugar al que puedo ir es a la calle.

Pensaba con angustia, con miedo. Las calles no eran un buen lugar para un omega.

Es obvio que no puedo ir a casa de Hyeongwoo. En donde trabajaba, me corrieron sin pagarme. No tengo dinero ni mucho menos a dónde ir...

—...No—respondió con derrota, esperando que le dijera que se fuera.

—Bueno, quédese aquí hasta que encuentre lugar—respondió con simpleza, yendo contra todo pronóstico que Dongmin había imaginado.

Por supuesto, Dongmin se sorprendió.

—¿Qué..?—musitó tan bajo que el alfa no le escuchó.

¿Por qué..? ¿Cuál es la razón por la que me trata tan bien?

—Debe estar hambriento, pero espere un poco...pronto acabaré esto—pronunció sin despegar la vista de los documentos, ignorante del lío que sucedía en la cabeza del omega.

Debe haber una razón. Uno siempre es desechado cuando no es útil.

Así que debo hacer algo.

(...)

Moon Bin estaba concentrado en su trabajo, era un tipo meticuloso que nunca dejaba pasar nada por alto. Era el mejor en su rubro y solo vivía para trabajar, por tanto, aquella concentración no era de extrañar. Sin embargo, fue distraído y asustado por el escurridizo omega, que se había colado entre sus piernas interrumpiendo su lectura.

Bin se exaltó al punto de dar un pequeño brinco en su asiento.

—¿Qué..?—susurró tratando de echarse más hacia atrás en su asiento ante la sorpresa. No entendía qué carajos estaba haciendo Dongmin.

Dongmin lo veía desde su lugar con una falsa mirada coqueta, arrodillado con su cara entre las piernas del alfa.

—Joven Dongmin...¿qué está hacien-...—quiso cuestionar las acciones repentinas del menor, pero un nuevo movimiento fuera de lugar lo interrumpió.

El omega empezaba a dejar besitos y lamidas por encima del pantalón, en dirección hacia la entrepierna cubierta del alfa.

—Levántese—dijo con firmeza, pero el omega parecía no escucharle, siguiendo con sus acciones subidas de tono. —¡Joven Dongmin!—levantó un poco más la voz, aún sin éxito.

Es enorme.

El omega podía deducir cuán grande era incluso por encima del pantalón, dejando lamidas directas sobre el pene del alfa, quien empezaba a sudar y a ponerse cada vez más nervioso al ver que el omega continuaba y no escuchaba sus palabras.

—Deténgase...—. Bin empezaba a sudar de los nervios, temiendo reaccionar a las provocaciones del omega. Porque no entendía por qué carajos estaba haciendo eso de la nada.

¿Entrará toda a mi boca?

Continuaba dejando lamidas allí abajo, y fue ante esa vista tan lasciva que Bin pudo reaccionar de manera más firme y contundente. Lo agarró por el pelo y detuvo sus movimientos empujando su cabeza hacia atrás, lejos de su bragueta.

—Deténgase—dijo con voz trémula por el calor que amenazaba.

Dongmin guardó silencio unos segundos, algo confundido al ser jalado por su pelo de esa manera. No le dolía, solo no se lo esperaba. No se esperaba que lo detuviera.

—¿Es que aún no tiene ganas de hacerlo?—preguntó.

—Eso no es lo importante—musitó regulando su respiración y tratando de mantener la compostura.

—¿Entonces qué es lo imp-...?—se detuvo al ver los ojos exaltados y la expresión aterrorizada del alfa. —¿Por qué me ve con esos ojos? Usted me trajo para hacer esto, ¿no?

—¿Qué le hizo pensar que fue así?—quiso saber sin entender de dónde había venido aquella suposición. A su entender, en ningún momento, había mandado esas señales erróneas.

El omega empezó a llorar, sentía un montón de cosas que no podía descifrar. Sentía confusión pero de repente también sentía lástima por sí mismo y una gran vergüenza.

—El dejarme una cama...y darme de comer—decía entre un bajo llanto, a la vez que el alfa lo escuchaba con atención y propinaba dulces caricias en su rostro, tratando de infundirle calma. —Yo soy un omega...Así que lo único que puedo dar a cambio es mi cuerpo.

El alfa siguió con las caricias, también barriendo de aquel bello rostro las lágrimas que aún se deslizaban con amargura. Iba entendiendo poco a poco la situación, e iba a arreglarlo de inmediato.

—Voy a ser claro con usted, porque creo que está malinterpretando las cosas desde ayer—dijo con una voz firme pero a la vez calma.—No soy de esos perdedores que invitan a chicos jóvenes a su casa...con la intención de acostarse con ellos. Así que no piense en pagarme de vuelta, porque...no lo voy a recibir.

El omega ya había dejado de llorar, para mirarle y escucharle con atención. Ante sus palabras, logró comprender que había juzgado mal a ese hombre.

—Pero, ¿qué puedo hacer yo por usted?—quiso saber, sentía que debía de retribuirle su amabilidad de alguna manera.

—Así estoy bien—le sonrió.—No necesita hacer nada.

Ante la dulzura en que le acariciaba para calmarlo, su voz que le infundía confianza, y sus palabras, Dongmin no pudo evitar soltar un par de lágrimas más.

—Con esto puedo saber cómo eran esos desgraciados con los que ha estado—dijo con molestia, no hacia al omega, sino a aquellos hombres que, asumió, se habían aprovechado de él.

Al ver con tanto detenimiento aquel bello rostro del omega, pudo notar también un pequeñísimo moretón en su mejilla. Eran los rastros de la cachetada que el hombre del callejón le había propinado. Su mirada oscureció con aquel sentimiento de enfado, una vez más.

—Primero que nada, levántese del suelo y tome asiento—le dijo con suavidad.

El omega se puso de pie y luego el alfa. Dongmin miró como Bin se retiraba del lugar, dejándolo confundido. Decidió hacerle caso y tomó asiento en un mueble más grande para esperarle ahí. En ese momento la cabeza de Dongmin era un torbellino, distrayéndolo lo suficiente como para asustarse cuando pocos minutos después el alfa tomó asiento a su lado.

—¿Qué va a hacer?—cuestionó cuando Bin empezó a acercarse a él.

El alfa no respondió, en cambio, el omega vio como levantaba una de sus manos, y eso inconscientemente lo asustó.

Ah...Tal vez está muy enojado por lo de hace un momento...

El omega cerró los ojos en un acto reflejo, encogiéndose en sí mismo, aterrorizado.

¡...Y me pegue..!

Pero nada de eso pasó.

—Puede abrir los ojos—le dijo suavemente segundos después, leyendo entre líneas la reacción del omega.

Tal cual le fue indicado, el menor empezó a abrir sus ojos, para encontrarse con la sorpresa de que el alfa sostenía un hisopo con ungüento cerca de la herida.

—¿Está tratando de untarme medicina?

El alfa asintió con una total cara de concentración.

—Este, pero...qué pena decirle esto...—decía titubeante, y es que había notado que el alfa había tratado de ponerle medicina y había fallado terriblemente—pero ni me ha rozado.

El alfa desvió la mirada, avergonzado repentinamente. A los ojos de Dongmin, se veía adorable así.

—Es que siento que le va a doler si lo hago con fuerza. Lo volveré a intentar—dijo bajito, aún desviando la mirada con pena.

El alfa se acercó aún más y, esta vez, sí pudo esparcir uniformemente el ungüento sobre el moretón.

—¡Ya lo puedo sentir!—exclamó el omega para hacerle quitar esa pena.

—Ah...¿sí?—quiso confirmar, nervioso aún.

—Es una pequeña herida, no hubiese importado si la dejaba así...Iba a sanar por sí sola—dijo para quitarle importancia, y realmente lo sentía así, que no era para tanto.

—Dongmin—musitó suave y firme. —No se acostumbre a las heridas—le dijo con seriedad, tomándoselo muy en serio.

En ese momento...Sentí cómo algo dio un vuelco dentro de mi corazón. La expresión que puso al verme llorar cuando dije esas palabras...El medicamento que ni pudo untar por miedo a lastimarme...y, por último, el cálido consuelo que me dio después de haberlo privado.

Es la primera vez que me pasa algo así, por lo que no sé cómo poner en palabras lo que siento, pero...sí hay algo que puedo decir con certeza.

Ojalá pueda quedarme aquí, aunque sea solo una semana más.

—————

Perdónenme la demora, hoy desperté con mucha flojera y me tomo más tiempo del debido escribir, aparte que este capítulo es importante y un poco más largo, para entender (solo en parte, porque hay capítulos que abordan más esto) por qué Dongmin actúa como lo hace y pues quería que eso se retratara super bien. Espero haberlo logrado.

También espero que les esté gustando. Les mando un besote y muchas gracias por leer 🫶🏽 hoy no les traigo paneles, disculpen

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