p a r t e ú n i c a
Dulce, dulce noche.
Dulce, dulce sonrisa.
Dulce, dulce amor.
Dulce, dulce dolor.
Dulce, dulce agonía.
Dulce, dulce pérdida.
Dulce, dulce vacío.
Eras dulce conmigo. Yo no era tan dulce contigo. Y aún así te quedaste a mi lado cada minuto que se te hizo posible.
Ojalá poder devolverte eso algún día, pero no puedo. Ya no.
Desearía haberte dado un último beso, uno de despedida. O un abrazo, al menos desearía haberte dicho adiós.
A millas de entrelazar nuestros dedos y en medio de un tumulto de gente tan grande y bochornoso que no pudieras oírme gritar tu nombre con desgarro.
Pero haberlo intentado es y será mi último deseo, mi último mandato.
Espero que oigan, oigan fuertemente lo que digo. Y sigan cautelosamente las indicaciones que doy en cada verso que lloro.
Espero que escuchen el sonido de estos cristales rotos bajo mis pies, de esas promesas partidas y éste corazón hecho trizas. Y hagan caso a lo que digo con dolor.
Espero que sean testigos de mi pesar, de la enorme cruz que cargo en mi espalda. Y que lo único que puedan hacer, sea mirarme con lástima.
Yo me lo busqué, saquen esas caras.
Espero que sientan mis lágrimas chocar con el papel bajo mi frágil cuerpo. Y piensen antes de mostrarse fieles y débiles.
Porque llegará el día en que necesitarán ser fuertes y tenerse entre otros. Y será imposible si pierden la guerra antes de que se de comienzo al primer ataque. El primer asalto.
Yo le he perdido, y perdí en conjunto mi gracia al bailar, mi sonrisa inspiradora de confianza, la compasión en la mirada.
Perdí todo de mí cuando dejé ir a mi otra mitad.
Y eso no se recupera.
Las puntas de mis dedos están frías y me piden a gritos ahogados que les devuelva el calor de tus manos.
Mi corazón solloza cada noche, pidiendo desesperadamente tu vuelta.
Y mi cabeza se mantiene presa de los momentos de agonía y dolor, haciéndome imposible siquiera pensar en seguir viviendo.
Otro día pasa y te sigo necesitando.
Quiero pensar que un dia dejaré de hacerlo, pero el agotamiento de levantarme y que seas lo primero en lo que pienso me consume.
Y aún así te sigo amando.
Pero no pude sostener tu mano cuando me lo pediste como tu más preciado deseo.
No pude decirte que todo iba a estar bien, ni pude rodearte con mis brazos cuando necesitabas un lugar seguro en el que respirar con tranquilidad.
No pude convertirte en mi prioridad cuando te tenía y es ahora que intento recuperarte en vano, porque no se vuelve de las andadas de la muerte.
La última imágen que tengo de ti es borrosa, ¿serán las lágrimas en mis ojos?
Lo último que dijiste es sólo lo que yo deseo que hayas dicho.
Y lo último que yo te dije, fue que esa noche era una en las que más dulce habías sido.
Sólo reíste con un deje de melancolía.
Y con parsimonia tus recuerdos recorrían cada rincón en mi memoria, al igual que las lágrimas adornan mis mejillas.
Poco a poco me iré marchitando sin tu riego diario de amor, poco a poco me iré deprimiendo y hundiendo.
Hasta que esté a tu altura.
Amarga, amarga mañana.
Amarga, amarga tarde.
Amarga, amarga noche.
Dulces, dulces sueños eternos.
Dulce, dulce reencuentro.
S I L K Y;
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