— Ese lobo es raro — señalé la ventana, donde estaba un lobo gris oscuro sentado sobre sus patas traseras, con la cabeza ladeada y la lengua colgando en una especie de sonrisa.

— No ha parado de mirarme desde que llegó — digo incómoda.

— ¿Quieres que lo eche?— pregunta Jasper ansioso.

— Yo te ayudo — dice Rosalie entusiasmada.

— Nah, se aburrirá y se marchará — digo confiada.

  🐺🌜🐺

1 hora después:

— Ya...échenlo o háganlo entrar, esto ya es demasiado. — digo agotada y divertida, y es que le tiraron agua, intentaron razonar con él, hablarle, empujarle, casi llegan a golpearle (...ese fue Jasper) de no ser porque me miró con ojos de cachorro y no pude permitirlo. Pero se pasó de la raya, una hora mirando fijamente sin mover un músculo ya es demasiado.

El lobo alza las orejas, las sacude y entra a la casa con una mirada arrogante, golpea "sin querer" a Rosalie con su peluda cola y se instala orgullosamente a un lado del sofá.

Jasper le echa una mirada asesina y hay tanta tensión en el aire que podría cortarla con una tijera.

— Tengo hambre — suelto de golpe intentando romper el silencio. Jasper le susurra algo a Alice mientras mira de mala manera al lobo.

El lobo se para de inmediato y acerca su peluda cabeza a la mía, mira mis ojos detenidamente como si estuviera fascinado. Se aleja de golpe y corre hacia los árboles.

Decepcionada me giro hacia el plato que Esme trajo hace segundos e intento olvidarme de él.

Al rato Rosalie ahoga un gruñido y en vez de eso suelta un sonoro bufido mientras mira hacia el bosque.

Un apuesto chico vestido solo con jeans cortados se acerca a la casa con el ceño fruncido.