tres
—No tiene arreglo —aseguró el mecánico.
—¡Qué! ¡Por favor insista! Se lo pido. Necesito esa computadora —suplicó.
—Ya le dije —tomó su maletín y salió de la habitación—. Su computadora está muy vieja, ya era hora de que falleciera.
—En paz descanses —fingió llanto mirando su vieja computadora— ¿De verdad no puede hacerle nada?
—¡No! Si me disculpa tengo otras cosas que hacer.
Ahora que iba a ser Miyeon sin esa computadora. Esa era su vida entera. Se dedicaba a jugar en ella las veinticuatro horas del día.
Se sentó en el sofá de la sala y encendió el televisor. Fue pasando los canales, no le interesaba lo que estaban dando hasta que se detuvo en uno que daba una película animada: Frozen.
Casualmente estaba la escena en la que Elsa cantaba su famosísima canción Let it go. A esta chica le encantaba y por lo tanto no se quedó mirando, sino que comenzó a cantar y bailar por toda la casa esa canción.
Un silbido proveniente de Mark , quien llegaba de su trabajo se ocultó con la voz de su amiga. Se quedó mirándola y no pudo evitar reír al verla actuar con tanta diversión.
Al finalizar la canción comenzó aplaudir y ella solamente se fijó en la bolsa que él llevaba en su mano.
—¡Haz traído Kimchi otra vez! —corrió hacia él y le quitó la bolsa para confirmar su sospecha y si estaba en lo cierto—. ¿He dicho que eres el mejor amigo del mundo?
—Cuando te conviene —ladeó la cabeza—. Muy buena tu presentación.
—¿Qué presentación?
—La que acabas de hacer. Por un momento pensé que tú eras Elsa en versión humana.
—No digas eso —bufó—. Ni siquiera soy tan buena.
—Si lo eres, lo que los demás no saben ver tú talento.
Dejó la bolsa sobre la meseta y dejó descansar las palmas de sus manos sobre esta.
—¿Qué pasa? —preguntó al verla detenerse.
—Marki —se volteó hacia él y puso cara de perrito triste—. Necesito dinero.
Mark chasqueó su lengua. Se lo debió haber imaginado. Únicamente Miyeon le mostraba esa cara cuando quería algo.
—¿Para qué? ¿Qué necesitas esta vez?
—Una computadora nueva. El mecánico dice que la mía no sirve ¡Por favor! —insistió.
—No tengo dinero. Pídeselo a tus padres.
—Sabes que no puedo.
Obviamente no podía y no era porque les mentía con que era una actriz, sino que supuestamente para ellos ella vivía en Madrid, España, pero en realidad vive en Icheon, Corea del Sur en un edificio que posee en su techo un cartel con el nombre de España.
—Ya deberías decirles la verdad —reveló—. Si quieren verte actuar, ya va siendo hora que desmientas un poco las cosas.
—Hablas como si les dijera muchas mentiras.
Abrió la boca sorprendido. Miyeon le mentía demasiado a sus padres. Al principio comenzó con una mentira pequeña y luego se convirtió en montones de mentiras.
—Mark sabes que si les digo la verdad se decepcionarán de mí y no quiero eso.
—Más se van a decepcionar si no les hablas con la verdad a tiempo.
—No será necesario porque buscaré una obra de teatro y en cuanto a lo de España les dire que ahora la haremos aquí.
—Tienes todo solucionado —sonrió con pocas ganas—, pero no te pienso dar un peso para una computadora. ¡Trabaja!
Enfadado cogió la bolsa con el kimchi y se la llevó hasta su habitación.
—¡Eh! —se quejó—. No te comas tú solo el kimchi.
—Es mío, lo compré con mi dinero y hago con él lo que quiera. Si quieres uno trabaja para conseguirlo.
...
Iba por la calle y sus ojos se posaron en un letrero color verde que ponía:
Se busca personal para esta cafetería.
Paga: Nueve mil por hora
Horario: 10 am - 6:00 pm de Lunes a Sábado.
Inmediatamente después de ver eso entró en dicha cafetería llamada Dulce Tentación. Dicho nombre tenía mucho que ver con lo que se consumía, ósea dulces. ¿Quién no ha sentido la tentación de comprase un dulce? Pues por eso el nombre es así.
Apenas entra, una chica con sombrero con forma de cono de helado le da la bienvenida.
—Si desea una mesa puede sentarse donde usted prefiera —habló.
No había mucha gente y no tenía dinero para pagar uno de esos dulces, que por cierto sus precios eran muy elevados. Se tocó el puente de su nariz al verlos y negó con la cabeza.
—No, solo vengo por el cartel de: se busca personal.
—Espera un momento —contestó de mala gana.
¿A qué venía ese carácter?
A Miyeon le pareció muy grosera la actitud de la chica y más cuando regresó sacándole la lengua.
Al poco tiempo una chica muy guapa le extendió su mano.
—Buenas. Soy Seo Soojin, la dueña de Dulce Tentación.
Le asombraba la belleza de la pelinegra. Incluso le podía notar brillo alrededor de su cuerpo.
—¿Estas bien? —agitó su mano frente a la cara de ella—¿Hola?
—¡Si! ¡Soy Cho Miyeon!
Se cruzó de brazos.
—El trabajo es tuyo si aceptas una condición.
—¿Cuál? —tartamudeó.
Una condición bastante incómoda. ¿Alguna vez se han disfrazado de una dona gigante?
Para su primer día de trabajo Miyeon tuvo que disfrazarse de una dona, la cual era de verdad.
—Dulce, fresca y divina. Te tienta tenerme en tu boca. Deséame mucho y consúmeme. Mastícame lentamente. El sabor te va a enamorar de mí. Dulce Tentación.
Cada vez que pasaba alguien por la calle tenía que decirle eso. Era bastante humillante, las personas la veían demasiado raro y también se reían.
—¡Ahhhhh! —gritó en cuanto una paloma se posó sobre ella.
¿Continuará en ese trabajo?
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