06.
Jungkook
- ¡Maldita sea! - Maldigo en un susurro mientras bajo los escalones del autobús.
Hoy se cumple el plazo de los dos días que Jung me dio para que le entregue su dinero pero no he podido reunirlo todo. Aparte, mi cuerpo continua mallugado y aún no puedo caminar como la gente decente.
Voy en camino a la Universidad... Uno de los lugares que nunca creí odiar tanto en mi vida. Estos pocos días en ella he sido la comidilla de todos, cuchicheando y hablando a mis espaldas cada que paso a un lado del resto de los estudiantes; sin embargo, no me importa mucho que digamos. Mi objetivo es solo terminar mis estudios. No tengo porque ser moneda de oro para caerle bien a todos esos hijos de papi y de mami.
En cuanto a esa chica, Lía, decidí firmemente mantener mi mente y mis sentidos al margen. No quiero una distracción en mi vida. Suficiente tengo con mis problemas como para agregar uno más.
Camino despacio y sin muchos ánimos. Traspaso la verja de la Universidad y un suspiro pesado sale de mis pulmones. "Aquí vamos de nuevo". Con ese pensamiento me adentro al pasillo, manteniendo mi mano en la costilla izquierda.
- No puedo creer que tenga la desfachatez de caminar como si nada - Escucho a dos chicas hablar bajo, paradas en la esquina del pasillo mientras tomo los libros del casillero.
- Que asco - Le responde la otra - ¿No pudo irse a otra escuela? ¿Precisamente tuvo que venir aquí? - "Respira Kook, no pasa nada".
Cierro el casillero y vuelvo a tomar camino hasta mi clase. Pienso en que esas chicas han de tener aire en lugar de cerebro cuando, corriendo, una persona me empuja directo a la pared. Suelto un quejido y me detengo a tiempo de caer de rodillas.
- Lo siento. Te encuent... - Para variar. Tenía que ser ella - Oh, hola guapo - Me ayuda a sostenerme - ¿Te encuentras bien? Tienes cara de que has bebido hasta las cuatro de la mañana. Mira esas ojeras - Su níveo dedo está a punto de tocar mi rostro pero me alejo enseguida.
- Estoy bien, gracias - Me yergo y, aún con el dolor latente en mi costilla, continúo caminando como si nada.
Maldita sea la hora en la que me topé con ella. Esos luceros que tiene como ojos me perturban demasiado. Mis pasos son torpes y lentos. Cuando creo que puedo llegar sin problemas al aula, un brazo me hala hasta un salón vacío a mi derecha.
Esta vez no logro quejarme en silencio y un aullido resuena entre mis dientes.
- ¡Carajo! - Ese jalón me ha dejado sin respiración y con la costilla más rota de lo que ya estaba antes.
Giro mi rostro para ver al sujeto que me trajo a este lugar, pero no es ningún él.
- ¡¿Ya me dirás que mierda te pasó o dejarás que la maldita escuela siga haciendo rumores estúpidos sobre ti?! ¡¿Acaso te gusta ser el puto centro de atención?! - El rostro de Lía está rojo y lleno de cólera.
Tengo que sentarme en un pupitre y hago que mis respiraciones sean cadenciosas otra vez. Quiero recriminarle su tonto acto pero el aire no me llega del todo.
- ¡Te estoy hablando maldito becado! - Vuelve a gritar y esta vez no me detengo por el hecho de que sea una chica.
- ¡¿Y a ti que mierda te importa?! ¡¿Qué importa lo que digan de mí?! ¡Todos allá afuera valen menos de lo que creen! ¡Qué piensen lo que quieran, no me interesa! - Estas palabras me han costado la vida entera. Así que lo más disimuladamente posible, intento mantener un ritmo estable.
Sé que soy duro y que ella no tiene la culpa de nada, pero estoy harto de que por el simple hecho de ser diferente a toda esa bola de niños ricos, me traten como una vil rata.
Nuevamente hago el intento por ponerme de pie pero es imposible. Creo que de verdad me he roto algo.
- Si por mi fuera te dejaría aquí, a tu maldita suerte - Escudriño a Lía quien mantiene los brazos cruzados y esa postura autoritaria - Pero soy la amabilidad personificada y no puedo hacer de la vista gorda ante un desamparado - Se acerca y me toma del brazo - Vamos chico malo, salgamos de aquí.
Mi orgullo me grita que tengo que poner resistencia pero el dolor no me lo permite. Cuando salimos al pasillo este se encuentra desolado.
- ¿A dónde vamos? ¿Qué pasará... Con las clases? - No puedo creer que a pesar de estar en estas condiciones sigo pensando en no faltar.
- Tranquilízate campeón. Primero lo primero - Salimos al estacionamiento y me acerca a su coche - Sube antes de que me arrepienta.
Con sumo cuidado entro en el delicado auto y me acomodo a modo de que no me lastime. Lía corre a la parte del conductor y, como la experta que era, salió corriendo del aparcamiento de la Universidad.
- ¿Ya me dirás quién mierda te hizo eso? - Ella mantiene sus ojos frente a la avenida pero inquiere mientras tanto - Estoy segura que no asaltaste a nadie y mucho menos que estás metido en una banda criminal...
- ¿Cómo sabes eso? - Mi tono de voz es burlesco - No sabes nada de mi.
- Puede que no sepa mucho de ti... Pero a simple vista se ve que no eres esa clase de chico - Aquella altanería que siempre desborda ha quedado a un lado para mostrar a una chica nueva y diferente.
- ¿Te refieres a alguien que no tiene poder ni dinero? Entonces sí, ese sin duda soy yo.
- No digas idioteces - La veo mover el volante sin apretarlo mucho. Ha de saber mucho de autos - Me refiero a que no tienes la actitud de un chico problemático a pesar de vivir en tus circunstancias.
Sí, me humilló de manera sutil y diplomática. Pero lo peor... Es que no me ofendí. En lo absoluto.
- Un usurero - Digo de pronto.
Con sutileza, Lía frunce el ceño y me mira de reojo.
- ¿De qué hablas? -
- Un usurero me hizo esto.
Antes de siquiera responder, detiene el auto y con rapidez se acerca a mi puerta. Fijo la vista en el enorme edificio y me doy cuenta de que es un Hospital. Con sus pequeños brazos me ayuda a bajar y caminamos muy pegados a la recepción.
- Antes de hablar de eso... Necesitas que te revisen.
Y así, aun no estando muy seguro... Acepté la ayuda de esa pequeña y singular chica.
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