03.

Jungkook

- Pero que agradable y maravillosa sorpresa - La voz de Lía suena aniñada y hace que mi corazón de un salto con solo escucharla. Me paro en seco y admiro desde mi vista su pequeña figura rodearme con paso vacilante - El primer día de clases y ya vas tarde - Un escalofrío recorre mi cuerpo cuando posa su dedo en mi pecho.

- Yo... - Presiono a mi cerebro a hablar coherentemente - Esta escuela es enorme - Rasco mi cabeza y la vergüenza me inunda.

- ¿Y qué esperabas? No es un instituto cualquiera - La escucho reír suavemente y dejo que esa linda melodía me llene los oídos - Si fuera tu movería esas largas piernas - Tras esto caigo en cuenta de que es cierto, la clase ya comenzó.

- ¡Demonios! - Giro mi cabeza en todas las direcciones pero no sé donde demonios estoy.

- Sígueme si quieres llegar vivo - Acto seguido echa a correr en dirección contraria y la sigo sin saber muy bien mi destino.

Ella saca sus tacos y empezamos a correr sin parar hasta llegar a un largo pasillo. Se detiene abruptamente vuelve a poner sus tacos y comienza a caminar con aires de superioridad. La imitó y por fin nos topamos con una puerta a la derecha. Lía toca dos veces y la abre, haciéndonos pasar a ambos.

- ¡Hace cinco minutos que inició la clase señorita! - La voz potente del profesor resuena por todo lo alto. Los estudiantes solo elevan la vista hasta venos... o bueno, verme a mí.

- Lamento el retraso profesor Lee, pero el director me pidió que acompañara al nuevo alumno a nuestra clase - Tras esto reacciono y me inclino hacía el profesor.

- Ah, sí, el nuevo - El señor Leer frunce el ceño - Tome asiento donde pueda joven Jeong -

Lía corre de inmediato hasta una butaca y yo tomo asiento en el único asiento disponible, hasta enfrente. Suspiro aún agitado y me concentro en la clase. Si la materia de Macroeconomía era aburrida, con el señor Lee lo era diez veces más. Atendía a la clase a ratos, ya que no dejaba de pensar en el hecho de que aquella extraña y linda chica una vez más me hubiese ayudado. A mí, a un desafortunado chico nuevo.

Las clases continuaron hasta que por fin el terrible primer día llegó a su fin.

Con paso veloz salgo del instituto con el firme objetivo de no enfrentarla de nuevo. Suficiente humillación tuve para un solo día. La única parada de autobús está a casi medio kilómetro de la escuela y no tengo más opción que apresurarme si quiero llegar a tiempo al trabajo.

(...)

- ¿Ya está lista mi orden? - Para ser Lunes por la noche, McDonald's está mas lleno que nunca - ¿Falta mucho? - Y que mi gerente en turno me grite cada cinco segundo no ayuda en mucho.

- No puedo acelerar el proceso de la freidora, espera un poco - Estoy harto de este trabajo.

La cadena de comida rápida más famosa de todo el mundo no tuvo objeción alguna en contratarme como empleado, aunque para ser sincero no era el trabajo que tenía en mente. Todos los lugares a donde me postulaba dijeron que necesitaba tener la universidad terminada si deseaba tener un puesto de ejecutivo.

No tuve mas opción que aceptar trabajar muchas horas con poca paga a mis veintidos años. Más humillante mi vida no podía verse. Soy patético.

Mi jornada termina por fin y me despido de mis compañeros.

El camino de regreso a casa es más cansado que cualquier otro día. Sabía que regresar a la Universidad suponía un mayor esfuerzo, tanto físico como mental, pero esto supera ampliamente mis expectativas.

Camino sin mirar mucho a mi alrededor cuando una voz atronadora me hiela el cuerpo.

- ¿Ya tienes mi dinero Jeong? - No hoy, no ahora por favor - Te dije cinco días ¿Y que crees? ¡Hoy es el quinto! -

Del obscuro callejón vislumbro la silueta de Hoseok acercándose con una sonrisa aterradora en su boca. Me quedo parado como idiota sin poder moverme en lo absoluto.

- Lo... Lo siento - Mi voz es apenas un susurro - Aú... Aún no me pagan - Alcanzo a responder.

Sin miramientos, aquel chico un par de centímetros mas bajo que yo, me toma del cuello y me tira al suelo.

- ¡¿Acaso crees que estoy jugando imbécil?! -

Mi instinto de supervivencia se activa y logro hacerme bolita en cuanto comienzo a sentir las patadas propinadas en el estómago.

- ¡Tu estúpido padre no me pago! - Un golpe a mi estómago - ¡Y ahora tengo que lidiar con su estúpido hijo! - De lleno una patada me alcanza el rostro.

Continúo escuchando la sarta de locuras de Hoseok hasta que se cansa de golpearme. Ya no puedo moverme. Me tiembla todo el cuerpo.

Sin saber que pasa, el tipo vuelve a tomarme del cuello y me levanta, haciendo que nuestros ojos se conecten, aunque yo solo logro verlo muy poco.

- ¡¡Última vez que te lo digo Jeong, o no querrás que la próxima vaya directamente a tu casa y le haga una visita a tu adorable madre!! - Me remata con una bofetada - ¡¡Dos días más o me las volverás a pagar!! - Se aleja por un callejón a mi derecha.

Maldita vida de porquería que tengo. Me remuevo un poco en el suelo y quedo con la vista fija en el cielo nocturno pero me arrepiento, éste esta negro, sin vislumbrarse siquiera una sola estrella o la luna y me siento más triste que antes.

Respiro entrecortado y me froto el estómago. Duele tanto como si me hubiese atropellado un camión, pero es preferible mil veces que me golpee a mí en lugar de mi madre. Ella es lo único valioso que me queda.

Me reincorporo poco a poco y al dar el primer paso me tambaleo, todo me da vueltas y siento que vomitaré. Me doy ánimos a mi mismo y comienzo mi andar con la cabeza gacha. Cada pisada me cuenta la vida entera, sintiendo que algún órgano está desgarrado por dentro. No sé en qué momento siento que de mi boca sale algo caliente. Con mi mano temblorosa me limpio y noto que es sangre. Genial, lo único que me faltaba.

Por fin, y con mucho esfuerzo, llego frente a mi casa. Mi estado es deplorable a simple vista pero no debo dejar que mi madre me vea así. Me quito la campera y limpio todo rastro de suciedad de mi cuerpo. Me yergo lo mas que puedo y pongo cara normal antes de cruzar el umbral de la puerta.

- ¿Eres tu mi cielo? - Escucho a mamá gritar desde la cocina.

- ¡Sí! - Con ese grito mis pulmones quedan vacíos. Respiro profundo y con rapidez me adentro a la casa.

- ¿Vas a cenar? - Rayos. Mi madre se encuentra parada a escasos centímetros de mi espalda, pero no me giro.

- Lo siento mami, estoy cansado, fue un día pesado - Espero que no se dé cuenta que mi andar es lento y pesado

- ¿Te sucede algo? ¿Te fue bien en la escuela? –

- Si, todo bien en la escuela - Lo siento madre, pero no quiero que me veas así - Me iré a dormir. Descansa – Llego hasta mi habitación, cierro mi puerta y me dejo caer en la cama.

Mis ojos se sienten tan cansados que los cierro por instinto.

Por algo que no alcanzo a comprender el último pensamiento que tengo antes de caer en los brazos de Morfeo es aquella linda sonrisa que obtuve de esa chica en mi primer día de clases.

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