T r e s: ¿Coincidencia? No lo creo.
—¡Estoy tan feliz! —grito Hye, dando salticos de emoción, mostrando una edad psicológica muy menor a la de su cuerpo.
—No he dicho que sí—soltó, provocando una mueca en la bella mujer.
—¿Entonces?
Suspiro, encogiéndose de hombros. La mirada fija y amenazadora de la mujer logro intimidarla un poco, asintió con una pequeña sonrisa.
—Eso está mejor—sonrió, colocando su mano en el hombro femenino, y pequeño de la menor—, ahora vamos; tienes que aprender muchas cosas.
Paso mínimo tres horas escuchado el parloteo de Hye –al menos así le pareció–, explicándole mil cosas, comentándole otras, picándola en momentos y haciéndole pucheros cuando daba una mirada dura ante algunas cosas y malas bromas.
Finalmente, le tendió un delantal y la hizo ponerse un gorrillo para sujetar su cabello castaño y disparejo, parecía un chico femenino, como siempre.
Tras estar lista la mujer sonrió, complacida al tenerla allí.
—Aún no se si quiero tenerte en la cocina, o como camarera—inclino el cuerpo y la curva de su cadera resalto, cruzando un brazo, abrazando su cintura y el codo clavando en este, usándolo como soporte mientras sus dedos martilleaban suavemente su mejilla, pensativa—¿No te molestaría hacer de ambos? Como mejor te parezca; y dependiendo del día, también. Lo bueno de ti es que eres tan bella como mujer, hombre o la combinación de ambos; me traerás clientela.
Alzo una ceja y se encogió de hombros, evitando decir alguna cosa de lo que sucedía por su cabeza, la mirada perspicaz le hizo saber que ella esperaba eso, y que seguramente sabía lo que pensó.
—Ahora, te presentaremos a los demás—su emoción casi la hace caer.
—Ya los conozco, Hye—soltó, extrañada.
—No me importa; te conocerán como compañera de trabajo—hizo una mueca—, así que callate y sonríe.
Suspiro cuando la tomo por los hombros y la guio hasta la cocina donde todos se preparaban para abrir, ella había llegado temprano, demasiado y al ser cercana a la dueña y gerente se le permitió la entrada, como siempre.
Todos las miraron expectantes, algunos escondiendo sonrisas y otros negaban como si hubiesen esperado más normalidad.
Ella un poquito, pero lo espero también.
—Chicos hoy quiero presentarles a su nueva compañera de trabajo—sonrió la mujer, encantada.
—¿Qué tal, Kou?—soltó el ayudante de cocinero; Floyd, un extranjero simpático, y para su suerte le gusta el lado contrario. Recibió una severa mirada de Hye, y en disculpa sonrió apenado.
—Cariño, presentate.
La observo unos segundos, y sonrió con malicia, buscando picar a su nueva jefa.
—Aquí llego la dueña de sus corazones, mocosos—Hye enrojeció, apretando ligeramente los puños y frunciendo el ceño, se alejó y bufo.
—¡Me rindo! —Grito— Con ustedes no se puede; ya muevan sus traseros ¡la tienda no abrirá sola! —continuo quejándose, aun cuando había abandonado la cocina. El silencio se prolongó unos segundos mientras todos, atentos a sus palabras terminaron por reírse.
Sonrió complacida, y se unió al coro de risas.
—¡Bienvenida, Kou! —escucho a su espalda, al girar fue tomada por sorpresa cuando todos envolvieron sus brazos a su alrededor, abrazándola.
¿Cuándo... acabaría aquella calidez?
No lo sabía, no quiso saber, simplemente se dejó abrazar y guardo todo en su interior, sonriéndoles con cariño justo antes de comenzar a trabajar. Las primeras horas se las llevo en la cocina, disfrutando de cocinar junto a Hye y los demás, aunque recibían órdenes y alguna que otra mueca de la chef; le regalo cierto pedacito de paz.
Acomodo el glaseado de un pedazo de torta antes de acomodarlo en la bandeja, aquel seria el último de esa muestra; por ahora. Al terminar la tomo con sus manos y la llevo al mostrador de vidrio que adornaba el lado del cajero, donde una de las chicas le sonrió.
Habían pasado varias horas, no supo cuántas; pero el cambio de turno se hizo presente junto a una Hye con una pequeña mueca, dejando sus manos en las caderas.
—No puedo tenerte trabajando todo el día—mascullo, suspirando—, lo sabes.
—Por favor—rogo en calma—, no tengo nada más que hacer, dejame quedarme aquí.
Hizo un puchero, acomodando sus ojitos de perrito bajo la lluvia, y con la pronunciación de su labio inferior. Hye rodo los ojos, suspirando.
—Está bien—soltó después de varios minutos—, pero ve a comer algo, y después harás turno como camarera ¿Está bien?
Asintió como niña pequeña, repetidas veces y corrió dentro de la cocina, agitando los brazos solo para llamar la atención de Floyd, el ayudante de cocina quien le sonrió amablemente.
—¿Quieres comida? —volvió a repetir el movimiento de cabeza—Esta bien, espera un momento; te preparare algo delicioso.
Si bien ellos se especializaban en repostería, Floyd llevaba experiencia de otros restaurantes de comida. Aquel lugar se regía de dos formas; Lunes, Viernes y fines de semana mantenían un horario completo, donde allí les daban almuerzo, y cena, el resto de los días iban de dos turnos.
Había pasado una semana desde aquella vez; una entera sin celular, y a su mismo tiempo sin ver al chico que se lo llevo. Por esa razón había encontrado más paz, más problemas y a su mismo tiempo a un Hyun molesto esperando que ella le devolviera su celular.
Aunque sabía que solo lo hacía para molestarla.
—Aquí tienes, niña.
Floyd dejo un plato de curri frete a ella, en la pequeña isla dentro de la cocina, aunque no le sonrió con la mirada le dejo claro su agradecimiento, y por supuesto, al comer como si no lo hubiese hecho en muchos días; estaba totalmente hambrienta y eso, demasiado delicioso.
Antes de darse cuenta tenia allí un vaso con jugo, cual solo le recordó el gesto de Jimin, aquel día. Suspiro y tomo un trago, pasando la comida; ya estaba terminando y podría seguir trabajando con tranquilidad.
Termino, dejando el plato limpio, y encargándose de lavarlos y dejarlos donde corresponden, sonrió complacida.
Empezaría el siguiente turno.
Tomo un blog de notas, se cambió el uniforme y acomodo su rostro más cordial, sin sonreír abiertamente pero tampoco con una cara de amargura.
—Kou—llamo Eun Byul, su piel porcelana resaltaba el cabello de un castaño cobrizo— ¿Puedes cubrirme? Necesito almorzar, y Hye dijo que harías doble turno.
—Come con tranquilidad, y descansa unos minutos ¿Te parece? —soltó amable, aquella chica que parecía una muñeca se esforzaba hasta llevar su cuerpo al extremo, con tal de llevar suficiente dinero a su casa.
Hye le había contado su caso. La chica sonrió con timidez y asintió, llegándole a Floyd por un costado, sonriéndole apenada. Reprimió su sonrisa y salió de la cocina, encontrándose con Hye que le hizo porras en silencio, frunció el ceño.
No entendió hasta que la mujer le señalo discretamente una mesa, y allí el chico de cabello rosa se encontraba con otros dos.
—Ve—murmuro la mujer, empujándola. Pidió clemencia con la mirada—, si no vas no trabajaras el resto del día.
Abrió la boca, sorprendida por la amenaza pero suspiro, haciendo caso a la mujer se aproximó a la mesa, cuando uno de ellos alzo la mano.
—¿Qué les gustaría pedir? —soltó con calma, sintiendo la atenta mirada de su jefe y notando por el rabillo del ojo como el chico se concentró en mirar por la ventana. Presto su atención en quien alzo la mano.
Era ese que le llevo la bebida.
—¿Trabajas aquí? —pregunto, asombrado.
El chico a su lado alzo la mirada, curioso por la pregunta de su amigo.
—¿Lo conoces? —cuestiono, entretenido, ladeando el rostro.
—Desde hoy—respondió al chico de la bebida, y clavo la mirada en su amigo, sonriendo ladina—, creo que sería "la" —lo vio hacer una mueca, más el codazo de su amigo, le negó divertida—, no te preocupes; es mejor así.
—Oh—sonrió—, está bien. Quiero un pastel de tres leches, junto a un jugo de frambuesa—giro el rostro hacia el de su costado, él chico con lentes y un cabello mitad rosa, mitad rubio cual al unirse parecía como chicle, aquel que le llamo chico, indirectamente— ¿Tú que pedirás?
—Una malteada de fresa, eso estaría bien—sonrió ladino, como si tuviese en vista a su presa.— ¿Jimin?
Tras anotar los pedidos de ambos giro el rostro hacia el chico por primera vez, quien seguía sin girar la mirada hacia ella, ni la palabra, parecía perdido.
—Cliente, ¿Va a pedir algo? —soltó amablemente. No respondió, no se movió, quizás ni respiro. ¿Estaba enfadado con ella? Aquel comportamiento se le hizo infantil.
—¿Nos puede atender otro camarero? —pregunto, aún sin mirarla.
—No es posible; por favor, ordene y podre proseguir con mi trabajo—suspiro, al ver que el chico siguió ignorándola y no hablo, se encogió suavemente de hombros—. Bien, traeré enseguida sus peticiones.
Se giró, dispuesta a irse pero no pudo, el chico tomo su codo y la retuvo, girándose para mirarlo e inmediatamente la soltó.
—No he ordenado nada—soltó, poniendo a prueba su poco buen humor.
—No me mantendré allí, a su espera cuando hay más clientes, y sus acompañantes ya pidieron—gruño, repentinamente molesta por su comportamiento—. Si no le gusta; váyase a la mierda.
Se sorprendió, lo noto pero rápidamente le devolvió la mirada retadora, molesta.
—¡Shuri! —Regaño Hye, acercándose rápidamente y regalándole una mala mirada— Lo siento, ella no se ha encontrado bien; pido disculpas por su comportamiento grosero.
Se inclinó y la hizo inclinarse también, inspirando lentamente. El chico de cabello castaño se inclinó, con una sonrisa penosa.
—Está bien, no se preocupe-soltó, nervioso—. Ha sido culpa de nuestro amigo, fue impertinente.
Hye sonrió con pena, sabiendo la incómoda situación, y para ponerle la cereza al pastel, la puerta se abrió con estruendo, dejando ver a un chico con gorra, cubre bocas y un buzo grande.
—¡Tú... Maldita! —soltó, en un grito suave, apuntando a Kou— ¿Por qué no me respondes el celular? ¡Te preste el mío por una razón, mocosa malagradecida!
Hye golpeo su frente, como si algún pensamiento suyo hubiese empeorado la situación.
—Hyun...—soltó incomoda, al tener la miradas de todos encima—no puedes gritar en este espacio.
—¡Y una mier...!—se quedó tieso, con la boca abierta bajo el cubre bocas cuando repentinamente fue tomada por la cintura, con el mundo dándole vuelta en un segundo, y después terminar en el hombro de Jimin.
¿Qué demonios...?—pensó.
Antes de darse cuenta, abandonaron la cafetería, siendo secuestrada por el chico. Las miradas asombradas de sus amigos, la sorpresa y sonrisa de Hye y por último el rostro petrificado de Hyun.
No pataleo, no iba a gritar.
—Suéltame—soltó, al recuperar su voz—, tengo que trabajar.
No le respondió, importándole poco el hecho de la gente los miraba raro. Hyun, recuperándose de su sorpresa salió corriendo de la tienda, siguiéndolos.
—¡Oye! —Grito— ¡Suéltala de inmediato, enano!
Jimin no respondió, en su lugar apuro el paso y la subió a un coche, cerrando la puerta, segundos después ya estaba del lado del piloto, y había trancado las puertas.
—¡Maldito loco! —grito su amigo tratando de abrir la puerta, no funciono, Jimin arranco el auto y se alejó rápidamente, esquivando los demás coches de la calle, se giró, furiosa con él.
—¡Ya basta, mocoso malcriado! —gruño, evitando gritar.
El silencio la recibió, bufo molesta.
La ira la recorrió con asombrosa facilidad, y antes de darse cuenta ya estaba moviéndose, su cuerpo fue por el instinto, olvidando el punto racional y dejado de lado a su insistente conciencia.
—¡¿Qué crees que haces?! —medio grito/exclamo Jimin, asustado y en medio de una fuerte sorpresa.
Si él iba a jugar, ella también lo haría.
No le dio oportunidad, se escurrió en el asiento del conductor y dejo su culo entre las piernas del chico, corriendo con habilidad sus pies y tomando control del volante.
—Tomo las riendas de la situación—bufo, apretando el freno, girando el volante, doblando por una esquina con rudeza.
— ¡Estás loca!
—¡Callate! —Le grito—Tú fuiste quien me saco sobre su hombro de la cafetería ¿Y te atreves a llamarle loca? ¡Enano demente!
—¿Qué clase de chica se sienta así sobre un chico, mientras maneja? —le grito de regreso, provocando un gruñido bajo ante el dolor de su oído.
—¡Esta chica! —Evito maldecir— ¡¿No vez?! —esquivo un auto y se saltó un semáforo. Se tensó, frenando de golpe al sentirlo, sintiendo como su corazón casi se le escapa, y como por la brutalidad del movimiento, enrollo sus brazos alrededor de su cintura, apretándola contra él para evitar que su cara golpeara el vidrio—Jimin... ¿Quizás eso...? ¡Pervertido!
—No es mi culpa-Gruño— ¡Tu no paras de moverte y restregar tu culo de mi entrepierna! —hizo un ruido de molestia, y tomo el volante con una mano, manteniendo la otra en su cintura y movió su pie del acelerador, girando en una calle.
—¡Detén el auto! —forcejeo, molesta, sin pensar.
—¡Por dios, Kou! —Grito— Te lo juro, si te vuelves a mover; no te gustara lo que hare.
Por un momento se quedó quieta, sintiendo el pecho del chico contra su espalda, y la presión baja en sus pantalones, también como sus dedos, en su cintura se enterraban suavemente en la tela. Frunció el ceño ¿Por qué tenía que detenerse ella? ¡Él había empezado!
Se removió, mordiéndole el brazo y logrando sacarle un quejido.
—¿Me mordiste? —cuestiono, atónito. —¡Bien! —Mascullo— Te lo has buscado.
Jimin apretó el acelerador y giro; adentrándose en un barrio, llevándola por un camino cual se le hizo como el cuerpo de una serpiente, girando de un lado a otro, pasando autos, con agilidad, concentración y molestia. Antes de darse cuenta detuvo el auto en un callejón, confundiéndola.
— ¿Qu...?—En un movimiento ágil por parte del chico, termino con el cuerpo aprisionado contra el asiento, y Jimin encarcelándola con su cuerpo, tan cercano a su rostro pero sin llegar a tocarlo, dejándola sumamente quieta, tratando de procesar la situación.
—¿Vas a dejar de moverte, y gritar? —gruño, mirándola fijamente.
Quizás sería muy racional hacerle caso, quedarse quieta y seguir lo que decía pero eso no era ella, no iba a seguir sus órdenes solo porque sí, y el enojo aún se mantenía en su cuerpo, por eso mismo apretó la mandíbula y alzo su voz.
—No.
No se esperó cuando roso su mejilla con las yemas de sus dedos, acariciando y llevando la mano hasta el gorrillo que se mantuvo en su cabeza todo el rato, y lo jalo, tirándolo a la parte trasera. El asiento se inclinó, y el término mejor, más cómodo sobre ella aunque aún no la tocaba.
—Pocas veces te he visto—murmuro—, y hay algo extraño aquí...
Murmuro, pensativo, acariciando su cabello. La alarma se disparó, pero fue tarde, él enredo sus dedos en el cabello castaño y jalo suavemente, moviendo su rostro, rosando sus labios y distrayéndola.
Jalo con más fuerza, y solo se sintió incomoda; el nerviosismo ataco cuando sintió como se desprendía, y su corazón se disparó, ya no la movía la cercanía del chico, en su lugar un terror tan profundo en ella que no logro controlar.
Se detuvo, desenredando sus dedos y acariciando su cabeza.
— ¿No? —susurro dulcemente, sin cambiar la ferocidad de aquella mirada oscura— ¿Por qué? No temas.
Se inclinó, acariciando nuevamente aquellos labios carnosos con los suyos, cambiando sus emociones, dejando que los nervios y aquel sentimiento extraño superara el terror de hace minutos, mareándola.
Mordisqueo su labio inferior, provocando que su corazón por poco se le escapara del pecho.
—Jimin...—Se detuvo, alejándose un poco para mirarla directamente a los ojos—Estas loco.
—Tu igual, Kou.
Sonrió, lentamente, de manera ladina, maliciosa y seductora. Una sonrisa que reconocería en cualquier lado, una cual la asechaba lentamente, presa de los nervios, con un millar de emociones vio allí, ante sus ojos.
Se inclinó, besando la comisura de su labio, y volviendo a morder su labio.
No logro moverse, sintiendo su rostro enrojecer, finalmente.
El chico misterioso de sus sueños la había encontrado, y estaba jodida.
. . . . . . . .
Limpio la mesa, la última y suspiro; finalmente había acabado. Apretó los labios sintiendo sus mejillas arder por lo sucedido hace unas cuantas horas, sintiendo la fija mirada de Kris, quien había ido a buscarla después de calmar a Hyun y mandarlo a su trabajo.
—¿Entonces, que paso? —curioseo, bebiendo la malteada de piña.
—Lo golpee en la entre pierna y corrí; conseguí un taxi, llegue hasta acá y te llame para que me ayudaras con Hyun.
—¿Recuperaste tu celular? —pregunto, dejándola sumamente quieta.
—No—gruño provocando una risilla burlona en Kris.
—Por lo menos ahora tienes entendido que el chico no te busca por amistad—lanzándole una mirada de advertencia, detallo la sonrisa ladina—. No me mires así, él ha dejado muy claras sus intenciones.
Suspiro, irritada por aquel hecho, y a su vez un poco emocionada.
—¿Finalmente podre regresar a mi cama? —curioseo Kris provocando una sonrisa divertida en ella al cambiar el tema con su habitual naturalidad.
—No se...
Suspiro abatido, como si lo que le hubiese dicho lo esperara.
—Kou, deja de retenerte por tu hermana—hizo una mueca, mirándole fijamente a los ojos—. Llegaste hasta aquí con pasos de bebe, puedes tomar la oportunidad que tú misma creaste; no tienes que asfixiarte por ella.
Se mordió el labio inferior, sintiendo aquellas cadenas atarla a Shuri JiHee. Kris se puso de pie, tomándola por los hombros y la removió ligeramente, obligándole a mirarle.
—Está bien, no tienes que lanzarte, pero enserio me gustaría dormir en mi cama, y que tú disfrutes tu nuevo apartamento ¿Lo sabes, verdad? —Negó, provocándole una tierna sonrisa—Eres mi mejor amiga, mi familia y siempre estaré para ti; por eso mismo quiero verte salir de esa jaula nena.
Le sonrió, recibiendo la calidez que le tendió. No acostumbraba abrasar, pero no le importo envolver con sus brazos a su amigo, estrujándolo con ligereza.
—No seas marica—le escucho decir—, si me vas a abrazar; hazlo bien.
La estrujo en un abrazo brusco, cálido y agradable, aunque fingió que le lastimo un pecho solo para verle la cara de terror.
Después de cerrar la tienda debido a que Hye había salido temprano por un caso urgente, se había ofrecido a cerrar y se tardó un poco más limpiando, además de la presencia de Hyun, y luego la de Kris.
Con el chico a su lado avanzo tras asegurarse de que no faltara nada; se había quitado el molesto uniforme y lo había reemplazado por unas jeans rasgados, una camisa deportiva grande y ancha, junto a sus tenis.
Dejaron el lugar, dando por terminado su extraño día.
Es imposible tener un día completamente normal; no estoy capacitada para eso—pensó.
Se burló de sí misma en total silencio mientras tomaba asiento detrás de Kris, sujetándose de la barandilla de metal de su magnífica moto, una fiera total; y le encantaba subir a ese monstruo.
—¿Preparada? —soltó, divertido.
—Siempre bebé.
No hubieron palabras de mas, el motor rugió, mandando adrenalina a cada parte de su cuerpo, y antes de darse cuenta arranco con un ronroneo que la hizo sonreír. Ella no sabía manejar con tal destreza, podía, de manera decente pero nunca lograría superar la habilidad de su amigo.
Con movimientos de apariencia suaves, y más calculados de lo que creía; lo había escuchado hablar bastante cuando trato de enseñarle sus secretos. No funciono, por poco sufre su moto y tuvo que comprarle muchos helados a su amigo, junto a muchas cosas más.
Las noches en aquella ciudad podrían ser tan caóticas como mágicas, aburridas y emocionantes; aterradoras y brillantes. Recorrer las calles con la noche danzando, y las luces iluminando con fuerza, como si compitiera con las estrellas del cielo, y no supo quienes tendrían más fuerza, quienes quemarían con más fuerza. Solo pudo sonreír al sentir el viento helado golpear su poca piel expuesta, recordando lentamente como si su mente buscara torturarla.
Un rose de labios, una caricia tentadora junto a una sonrisa diabólica por la cual casi vende su alma.
—Realmente me he jodido...
Su susurro se perdió entre los ruidos de la ciudad, y ella se perdió con él, en su mente, en tantos sueños ya difusos con sus imágenes, pero marcados en su alma.
Sí—pensó—, aquel chico que me asecha en mis sueños ha marcado mi alma.
Sonrió al darse cuenta que pese a eso, a esa cruda verdad que podría desnudarla, nunca se rendiría; por más que su corazón siempre suplicara porque el fuera real, y ahora allí, adentrándose a su vida. Su sonrisa creció, la altanería y la sensación dulzona de aquel reto auto-impuesto.
No se dejaría dominar, batallaría hasta el final, porque sus sueños era una cosa, tenerlo en carne y hueso era otra; aún quedaba tiempo antes de caer totalmente.
—¿Quieres que te acompañe, haciéndote porras desde atrás? —la voz de Kris la arrastro al presente, ladeo el rostro perdida y giro, mirando el gran edificio que se alzaba sobre ellos; hermoso y con color, llamativo con una apariencia acogedora y elegante.
—Que vengan esas porras.
Se bajó de un movimiento rápido y ágil; pura suerte de su parte, si hubiese ido mal seguramente habría dado un profundo amor al suelo. Kris se quitó el casco y lo acomodo, sacando de su bolso de lado unos pompones de un rojo caramelo, sonriendo de manera lenta y casi con pereza, alzando las cejas con diversión.
Rodo los ojos ante la visión de su amigo, dándole otro repaso al edificio donde se hallaba su nuevo apartamento, sintiendo los pasos de su amigo a su espalda y avanzo por el vestíbulo, presentándose ante el guardia con cordialidad como una nueva inquilina, el hombre sin sonrisa pero con ojos dulces le agrado.
—¡Eso! ¡Tú puedes, Kou! —siguió Kris desde su espalda, con voz suave y melodiosa, aunque seguía siendo perezosa, moviendo los brazos y sacudiendo los pompones con la suficiente energía. Evito reír y ambos subieron al ascensor, esperando.
El lugar se componía de varios pisos, ocho en total, y ella se encontraba ubicada en el ultimo, por la elección de Hyun, quien contrataco con cada reproche argumentando que la vista era preciosa, y se estaba más cómodo allí.
Eso esperaba, o lo golpearía; en un lugar donde nadie podría ver restos del golpe.
—¿Emocionada? —cuestiono.
—Asustada—se sinceró, mirándole de reojo, dejándole ver su temor. Kris sonrió con dulzura, sacándose un pompón y lanzándoselo a la cabeza. Abrió la boca, indignada— ¿Era necesario? ¡¿Y de donde los sacaste?!
Se encogió de hombros, arrastrando una risa algo ronca.
—Creí que de esa manera la emoción que descargue en los pompones se pasaría a tu cabeza—se limitó a decir, empujándola cuando el ascensor. Avanzo por el pasillo, observando unas cinco puertas antes de dar con el ultimo; el apartamento "E" —. Toma, ya debo irme; espero que con esto si te entre la emoción a la cabeza.
Ni siquiera pudo responderle a su amigo cuando ya le había lanzado el otro pompón a la cabeza, y había dejado en su mano las llaves del apartamento. Lo observo caminando sin mirar atrás, seguramente sintiendo su fija mirada, pues, con total naturalidad alzo la mano, moviéndola con suavidad.
Sonrió, apreciando la privacidad que le otorgo en ese momento, Kris lo sabía; era ella quien necesitaba entrar, sola. Inspiro hondo, inserto la llave y abrió con lentitud, soltando todo al mirar dentro.
Grito, sintiendo la emoción golpear su pecho, entrando en una carrera, cerrando de golpe, corriendo por todo el lugar como una niña pequeña, sintiéndose verdaderamente feliz, asustada pero feliz.
Quizás demasiado elegante, pero ella le daría color, vida, y rudeza.
Hmmm, eso no hace falta—soltó su conciencia a gusto.
Iba a gritar de nuevo al ver una habitación con todos sus artículos de entrenamiento cuando unos golpecillos en su puerta la detuvieron, hizo una mueca, sabiendo que seguramente sería alguna vecina ancianita quejándose por su gritería. Se volvió, regresando a la puerta, abriendo abriendo sin siquiera mirar por el agujerito.
—Mierda.
Una encantadora sonrisa se asomó frente a ella, después de alejar la sorpresa y un cuerpo se recargo del marco de su puerta.
Que... maldita coincidencia.
—Hola, bonita—murmuro Jimin, observándola con apreciación— ¿Coincidencia? —Negó, divertido— No lo creo.
Y tenía razón, si algo sucedía en su vida lo menos que podría ser eran coincidencia.
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HOLA HOLA BEBÉS
¡Tercer capítulo listo! Solo quedaría uno, la verdad es que me mata ambos protagonistas xD.
Espero que les guste, me pude reír bastante mientras lo escribía y tengo que decir que Jimin es medio bipolar,es eso o tiene la regla.
Aunque Kou no es precisamente normal...
Bueh, lo dejo aquí con amor, nos vemos pronto ♡
Maratón #03.
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