S e i s: Presión.
— ¿Qué estás haciendo? —pregunto con curiosidad, causándole cierta molestia.
Evito suspirar al morderse el labio inferior, acomodando el micrófono en su oreja mientras ralentizaba el paso. Al hacerlo se estiro logrando así que sonara uno que otra articulación.
— ¿Qué estás haciendo? —repitió su pregunta con mofa, escuchando un agrio sonido desde el otro lado en respuesta.
— ¡No repitas mi pregunta! —se quejó en un chillido Hyun.
—¡Entonces deja de hacerla! —grito a la línea, importándole poco que se encontrara en la universidad, había tomado educación física para sus días más despejados y había dejado la clase a primera hora, en aquel momento estaba corriendo por puro placer de hacerlo, no porque debía— ¿Cuántas veces van ya? No sé, ¿Novecientas? Es que te lo juro, vuelves a hacerlo y te mandare de una patada hasta china.
El silencio en la otra línea le dejo claro que su amigo había colgado mientras lo regañaba, lamio su labio inferior furiosa.
¡Ese idiota! —pensó, colérica.
—¿He hecho algo que te moleste? —la pregunta llego desde su espalda, provocándole un susto que la hizo dar un pequeño salto, girándose con rapidez encontró a uno de los amigos de Jimin detrás de ella, Jungkook.
El chico del té.
—Oh, no, no—negó con rapidez y ladeo el rostro, mostrándole el micrófono e auricular en su oreja—. Estaba hablando con un amigo, pero me colgó.
Se rio, pasando a su lado con un ligero movimiento, se unió a él, manteniendo el mismo paso a la hora de trotar.
—No pareces el tipo de chica que se ejercita—comento provocándole diversión.
—No asumas las cosas hasta que estés totalmente seguro, o podrías caer—se encogió de hombros, en respuesta el chico acelero el paso, y fácilmente lo alcanzo, volvió a repetir la acción.
—Te lo advierto, soy muy competitivo—se jacto con una sonrisa maliciosa, otorgándole cierto toque encantador a su rostro y voz.
No se dejaría vencer, por lo que lo alcanzo hasta el punto en que ambos comenzaron a correr en competencia.
Se rio, divertida por la carrera que ambos habían comenzado, estaban por dar la segunda vuelta cuando se vio atraída por una intervención, antes de darse cuenta todo su alrededor se había oscurecido.
Su nuca dolió con fuerza, ardiendo como si quemara.
—¿Kou? —Escucho a través de la neblina— ¡Kou! Demonios, esta inconsciente—ahogo un gemido—. Jimin me matara—se quejó— ¡Hey, tú! ¡Imbécil! ¿Es que acaso no vez que hay gente corriendo?
Quiso reír, aquello se le hizo divertido pero se sentía tan pesada que solo pudo permanecer como estaba, su alrededor estaba oscuro, sin mostrar nada pero podía sentir el hilo del exterior, mostrándole un poco de lo que sucedía.
Era como una intervención, pero no había nada, no mostraba nada. Incertidumbre y oscuridad la rodeaban, sintiendo que le hablaban y tocaban su mejilla, la movían sin lograr hacerla reaccionar. Sintió que su cuerpo repentinamente flotaba pero se encontraba fría, tan helada que temió desaparecer allí.
No había ningún futuro que mostrarle, en su lugar se encontró en una cálida habitación, el olor agradable y maternal logro acelerar su corazón, como una pequeña se adelantó a entrar sin quitarse los zapatos.
Su corazón aleteaba en su pecho, viejos recuerdos, dulces suaves, risas refrescantes y miradas cómplices lograron sacar debilidad de ella.
—¡Mami! —desesperación encontró en su propia voz.
La sala parecía hacerse más grande con cada paso, igual que antes, cuando era pequeña, cálida y llena de su aroma, busco hacia la cocina cual encontró vaciá, escuchando los pasos en la sala, corriendo fue hacia allí.
Quería verla.
Avanzo, tropezando con la alfombra y al caer al suelo logro ver como todo se oscurecía, allí, en la madera pulida una sombra se balanceaba, colgando del techo.
Lo sabía, lo mantenía gravado en su cabeza y aun así tuvo fe, una ciega esperanza que ahora perforaba su corazón, escucho los susurros mientras todo se helaba a su alrededor, no quería escuchar.
Quería huir.
Burbujeante, candente y espesa, una risa melodiosa que alejo el miedo y tristeza, sumergiéndola a una burbuja de protección que le extraño, aquello no estaba en su mundo, ella solía quedarse en la oscuridad, sola, abrazándose a sí misma.
Jimin, reconoció de inmediato, el único extraño que reía como loco cuando ambos estaban llenos de arena y sal, dejándola paralizada por aquella extraña sensación de querer reír con él.
Inspiro hondo y abrió los ojos, rodeada de cuatro cortinas en forma rectangular, la camilla siendo abarcada por su cuerpo. Giro el rostro a un lado, estaba solo, lo giro al otro y encontró la misma imagen, el verdoso claro de la tela la enfermo.
—¡Naomi! —el grito se interrumpió solo, y un breve silencio se creó— ¡Tú! ¡Todo es por tu culpa! Si no te hubieses acercado a ella nada de esto estaría pasando ¿Qué le has hecho? —La voz histérica acuso con rabia y odio saltando de su voz— No deberías estar cerca de ella, no te quiero con ella.
Parpadeo, confundida por unos segundos hasta que logro escucharlo, dos personas discutían, y la primera voz la reconoció con tanta claridad que helo su corazón.
—No me alejare de ella por caprichos tuyos, Jihee—soltó bruscamente otra voz con un marcado acento de Busan, por unos segundos tardo en reconocer la voz, era Jimin.
Trato de moverse, inútilmente debido a que todo su cuerpo dolió y no le respondió, quedándose paralizada cuando un grito femenino colérico resonó junto al sonido de un golpe, más específicamente una cachetada.
— ¡Te odio! Solo la alejas más de mi—grito— Quitate, quiero verla, necesito saber cómo esta. —un resoplido y un gruñido molesto llego hasta ella— ¡Muévete! ¡Siempre estas interfiriendo! ¿Crees que no sé lo que haces? Solo juegas con ella, y yo soy la única que puede hacer eso.
Jihee se estaba molestando demasiado, sintió temor y se obligó a moverse, logrando sentarse de un tirón, su mundo dio vueltas pero poco le importo, necesitaba llegar hasta ellos, tenía que llegar a ellos.
—¡No te atrevas a tratarla como si fuera un objeto! —tembló al escucharlo gritar, quedándose rígida— Ella no es de tu propiedad, y si piensas que ella es un juego estas muy ciega, Shuri Jihee, el único juego aquí eres tú.
Se impulsó con fuerza, temiendo caer por un momento al sentir sus piernas temblar, mordió su lengua al sentir el dolor, evitando gritar y respiro hondo, tomando un segundo para aclarar su mente. Jihee seguramente estaba a punto de soltar toda la presión, y no podía permitírselo, no con Jimin, nunca con él.
Escucho el golpe en el suelo por su pie y su piel perdió calor al sentir un golpe bajo en su estómago, el sabor acre del miedo se acentuó en su boca y se impulsó, jalando con rudeza la cortina encontrando la imagen de ambos, y analizándola por unos cortos segundos.
Jihee tenía el rostro rojo de la ira, los puños apretados y su pie tenía un ligero tic, podía sentir como los bellos del cuerpo se le erizaban debido a la ligera estática y el odio de su mirada hacia Jimin, él se encontraba tenso, todo su cuerpo parecía granito, recto y perfectamente alineado, se veía amenazador y peligroso, tanto que por unos segundos temió acercarse.
—¡Tú...!—la voz de su hermana se cortó ante la sorpresa. Con un torpe tropiezo logro ponerse entre ambos, balanceándose peligrosamente y sintiendo como su cuerpo dolía en cada articulación, unos brazos la sujetaron, sintiendo el cuerpo masculino a su espalda— ¿Naomi?
— ¡Kou! —La voz vino como un regaño— ¿Qué haces de pie? ¿Estás loca? Debes reposar, por Dios—aunque seguía tenso, enojado y seguramente con ganas de romper algo su voz había salido suave y amable, con reproche y preocupación, incluso sus brazos eran delicados, uno le sostenía por el hombro y el otro se acomodó en su cintura.
Lo ignoro deliberadamente, centrándose en la estufectada mirada de su hermana menor, la estática comenzó a desaparecer y dio un paso, tratando de acercarse cuando se encontró a si misma retrocediendo y pegándose a Jimin.
—¿Naomi, que estas...?
— ¡No te atrevas! —Alzo la voz, rasposa y cual lastimo su garganta— No creas que no me di cuenta Jihee, estabas a punto de hacerlo y te lo advierto—amenazo sin el menor tipo de debilidad, aunque su cuerpo no podía mantenerse por el dolor, aun cuando le dolía hablar y solo quería dormir— llegas a lastimarlo y nunca te lo perdonare.
—¡Naomi! —Pareció dolida al retroceder, confusa—¿Cómo puedes decir eso? ¿Por él?
—¡No soy Naomi! —alzo más la voz, sintiendo la ira recorrerla— ¡Ya no más, nunca más! No me contendré si lo lastimas de alguna manera, ya sea directa o indirectamente.
—Kou...
— ¡No! —interrumpió la voz suave a su espalda—No Jimin, por favor.
El pareció entenderla porque guardo silencio, manteniéndola prácticamente con la fuerza de sus brazos. Su hermana menor la miro con más tristeza, no quería lastimarla pero no podía evitarlo, la idea de que lo hiriera la abrumo con tal magnitud que se encontró a si misma negando aquella lastima hacia su hermana menor.
—Vete—soltó, más fría de lo que pretendía—, no eres bienvenida aquí.
El labio inferior le tembló por unos segundos y asintió, abatida se dio media vuelta y avanzo hasta salir de la enfermería, apenas desapareció tras la puerta su cuerpo cayo, siendo únicamente sostenido por Jimin quien por un momento se encontró sorprendido su preocupación aumento al sostenerla, inclinándose para cargarla cuando la enferma entro, observándola con cierto pasmo, y segundos después irritación.
— ¿Qué haces parada? ¡A la camilla! —regaño y mando, mirando con desaprobación a Jimin— ¡Rápido!
Jimin le cargo de un hábil movimiento, llevándola a la camilla con delicadeza y le acomodo, sentándola mientras la enfermera se acercaba a examinarle brevemente. Con dedicación la mujer reviso todos sus sentidos, incluso su temperatura sin lograr encontrar una causa probable para tal magnitud pero la miro con reproche, como una madre lo haría con su hija y eso le calo en su corazón.
—¿Has estado descansando y comiendo como se debe? —Apenas iba a responder cuando la mujer le miro con molestia, añadiendo— y no te atrevas a mentirme.
Sello sus labios y negó, observando detrás de ella y encontrándose con la oscura mirada de Jimin, se encontraba serio y rígido, parado de manera recta y con los brazos cruzados, podía sentir, incluso a esa distancia la intensidad que desbordaba, casi quemándola.
—Bien, aunque no comprendo por qué tu cuerpo reacciono del todo así-inclino la cadera, cruzando los brazos—, creo que el detonador ha sido el golpe en la cabeza, lo que te hizo caer pero eso se ha producido debido a que no te estas cuidando bien, has acumulado cansancio y estrés al punto en que tu cuerpo te obligo de la única manera disponible—suspiro, observándola con calidez—. Se lo que quieres hacer, pero vas a convertirte en una doctora: debes mantenerte sana y fuerte para tratar a otros.
Asintió, cohibida por la mujer y su actitud, aun teniendo los sentimientos a flor de piel logro cubrirse con una máscara para no preocuparla.
—Te dejare ir en la tarde—soltó, provocando que quisiera replicar, pero una mirada de advertencia, por parte de ambos le hizo cerrar la boca y balancear las piernas como una niña regañada, aunque, así exactamente se sentía—. Jimin por favor vigilala hasta que se duerma, tengo unos asuntos que atender en la dirección. He explicado al profesor para que sea indulgente, pero debes volver para el almuerzo ¿entendido?
—No la dejare abandonar la camilla a menos que haya descansado como se debe—afirmo, con aquellas palabras la enfermera se quedó más tranquila ante la seriedad del peli rosa, provocando así que con rapidez abandonara la pequeña sección, cerrando las cortinas como por simple acto de reflejo, y luego se escuchasen sus pasos hasta que la puerta se cerrara—, recuestate.
En lugar de hacer lo que le dijo se quedó observándolo, su cabello rosa estaba peinado con cuidado, aunque suponía que él lo había echado hacia tras varias veces aun así se mantenía bien, una chaqueta de cuero negro sintético con una camisa blanca, pantalones oscuros y unas botas a un estilo militar pero lo que más capto su atención fue el ligero rosáceo de su mejilla izquierda, ver aquello le dolió.
Y no lo comprendió.
Debido a la prisa de la enfermera ella no logro centrarse en la herida de su mejilla, no era demasiado, pero igualmente se podía tratar y evitar una infección.
— ¿Puedes pasarme mi bolso? —pidió suavemente, Jimin, con un asentimiento se movió hasta el lado contrario y agarro el bolso que estaba en una silla algo lejana a la camilla, más lejana que la silla donde suponía que el había estado sentado. Al pasarle el bolso inmediatamente comenzó a buscar en él, como precaución siempre llevaba algún tipo de medicamento para los golpes, algo con que desinfectarlos y evitar la inflamación—Acercate a mí, por favor.
Pasaron unos segundos y él no se movió, con cierto recelo se acercó, como un depredador lo haría con su presa: Cuidadoso y atento a cada movimiento, aquello, por algún motivo significo un golpe bajo. Finalmente estuvo enfrente de ella, le indico que se sentara y este obedeció, atrayendo la silla y sentándose, al hacerlo ella quedo con más altura.
La escena de su cocina paso a través de su cabeza, en un fugaz pensamiento y sintió su cara arder, aun así no se debió de lo que iba a hacer, por ello le tomo de la barbilla e inclino su rostro al lado contrario, observando el golpe.
— ¿Te molesta?
Su pregunta por unos momentos la dejo helada, termino asintiendo.
—Mucho—murmuro, acariciando ligeramente la zona. Cogió un poco de la crema en la yema de sus dedos, y comenzó a regarla con cuidado a lo largo de su mejilla, donde empezaba a tomar más color—, se lo que es llevar golpes, pesados, otros livianos pero Jihee golpea con fuerza.
—¿Por qué? —volvió a preguntar, su voz seria hizo que le mirara a los ojos, encontrándose con aquella mirada que parecía quemar su piel, pero, en aquel momento, a diferencia de hace minutos, ahora se le hacía más cálida, por alguna razón.
Aplano los labios y evito la respuesta, nerviosa continúo esparciendo la crema de manera uniforme hasta que se redujo a ligeros masajes en la zona hasta que la crema desapareció totalmente, entonces cerro el envase de la crema y lo guardo en su bolso. Al volverse hacia Jimin se encontró con su rostro mucho más cerca, observándola de una manera que la hizo sentir vulnerable.
A una parte de ella le molesto, pero la otra... su otra parte solo quiso fundirse allí.
—¿Por qué, Kou?
La misma pregunta, pero su voz parecía más sedosa, quería saberlo pero no presionaría más de allí, lo sabía. Suspiro, sabiendo que no le iba a responder, inclino el rostro dejo un cálido beso en su mejilla, provocando un ligero revuelto en la boca de su estómago, le hizo acomodarse en la camilla, recostar su cuerpo y cubrirse por la fina tela mientras dejaba su bolso sobre la mesilla de noche cercana a la cama, antes de que lograra sentarse en la silla lo llamo.
—Jimin—le llamo, aunque sabía que tenía toda su atención—¿Puedes acostarte conmigo?
—No creo que...—se detuvo al mirarla atentamente, suspirando— me voy a meter en problemas con la enfermera.
—Le diré que te amenace con dejarte eunuco si no lo hacías, me creerá.
Alzo una ceja, con un ligero atisbo de diversión, asintió y se acercó, tomando el lado que gustosamente le dio, quedando tan cerca que pudo sentir el calor que emanaba su cuerpo y el aroma seductor que siempre llevaba consigo, sonrió divertido y comento en voz baja: —¿Segura de que me dejarías eunuco? Después como vas a...— le tapó la boca, mirándolo de mala manera y sintiendo como sonreía contra sus manos.
—Tú... ¡Mocoso! —Resoplo—¿Sabes qué? Olvidalo, sal de la camilla—lo tomo por los hombros y empujo, escuchando su risa, arrugo más su nariz y empujo con más fuerza hasta que tomo su brazo y jalo, dejándola a un nivel donde le llevaba casi una cabeza, y podía abrazar su cuello con comodidad.
—Era broma, no te enojes—mascullo, rodeando su cintura y acercándola a él, involuntariamente lo abrazo por el cuello, sintiendo su respiración en la clavícula—. Descansa, por favor, me has dado un susto, otra vez.
—¿Cómo esta Jungkook? —Cuestiono con curiosidad— Recuerdo haber estado corriendo con él.
—Tiene un ojo morado.
La simpleza en su respuesta la dejo helada unos segundos.
— ¿Cómo es eso posible? ¿Qué le paso? —Sus preguntas no consiguieron respuesta, en cambio el acomodo su cabeza y restregó su rostro contra sus pechos, provocando así que su rostro se incendiara de un momento a otro—¡Jimin!
—No me culpes, son cómodos y muy tentadores—la abrazo con más fuerza, sin herirla en algún momento y enterrando su rostro allí, usándolos de almohada con una libertad auto–impuesta—. Al parecer caíste porque unos chicos lanzaron un balón, y te golpeo en la nuca—murmuro suavemente—, después de traerte los fue a buscar y los golpeo, me entere cuando logre dejar la clase, estaba aquí, jugando mientras tu seguías inconsciente.
—Um-hmm...
—Debes dormir, Kou—le ordeno, con voz suave, sintiendo sus labios rosar su piel cuando hablaba debido a que aun mantenía la ropa deportiva, y esta, para su mala suerte era una musculosa con unos pantalones cortos, llegando un poco después de la rodilla—. Si no lo haces te voy a morder.
Por unos segundos no le comprendió, hasta que la imagen de su sueño volvió a su cabeza y su rostro hirvió, seguramente tan rojo como un tomate le golpeo en la nuca.
—Te atreves y te mato-amenazo lo más rápido que pudo—, vas a parecer un mapache y harás juego con Jungkook si tratas de hacerlo—sintió la sedosa y ronca risa de él contra sus pechos, como su frente quedaba en su clavícula y prácticamente su oído sobre su corazón. En un rápido y atrevido movimiento mordió suavemente la zona expuesta de uno de sus pechos, debido al sujetador deportivo provocando que su rostro ardiese aún más –como si fuese posible– y su corazón sufrir estragos dentro de su pecho— ¡T-tú...! ¡Estúpido! ¿Acaso no escuchas? Parece que se te salió el hígado ¿O quizás el cerebro?
Lo iba a golpear cuando él se acomodó, quedando a su misma altura y observándola de una manera que la dejo pasmada, iba a seguir maldiciéndolo pero su voz se trabó en su garganta, en aquellos ojos había una posesión al observarla que la detuvo, había un ardor y algo indescriptible que solo enloqueció a su corazón.
*Eres jodidamente adorable ¿Lo sabias? —susurro provocando que frunciese el ceño, iba a replicar, iba, no lo logro, en su lugar la detuvo con un beso dulce y suave, mordisqueando su labio inferior con ligereza—También eres muy dulce—murmuro, rosando sus labios, la llevo hasta su pecho y beso su frente—. No pelees y descansa bonita, te cuidare mientras duermes.
Antes de siquiera poder hablar, aunque estaba segura de que tartamudearía idiotamente, él comenzó a tararear una melodía con delicadeza, sintió como su corazón se apretaba en su pecho y quiso llorar, se sintió de una manera tan parecida con aquel recuerdo lejano y casi perdido que solo pudo abrazarlo.
Estaba cayendo ante él, muy rápido, con fuerza y tenía miedo, no podía evitarlo: era humana, insegura y temerosa, tanto que alguien tan bueno como ese chico se le hacía irreal, el pánico la dominaba pero... al mismo tiempo, en esos instantes en que se acercaba hasta ella solo podía unirse a él, y sentir que flotaba en un sueño azucarado.
¿Debería... detenerlo?
Sin obtener respuesta de su conciencia se rindió al suave tarareo cual solamente estaba dedicado a ella, con aquel exquisito aroma invadiendo sus fosas nasales, adormeciéndola y con la calidez del cómodo cuerpo masculino que la sostenía. Así cayó en un irresistible sueño donde solo pudo flotar en un descanso necesitado y añorado.
. . .
Lo sintió como un parpadeo, al despertar, en ese mismo instante en que abrió los ojos se encontró sola, el sol había caído y ahora la tarde daba la bienvenida. Sintiéndose desorientada por unos lentos segundos en los cuales solo supo que le faltaba algo, o mejor dicho: alguien.
Se estiro como un felino con suma comodidad, su cuerpo se encontraba más descansado, ya no dolía y su cabeza no palpitaba, tomo aquello como buena señal y se irguió, tomando asiento en la camilla. Seguidamente su atención se centró en la chaqueta grande y cálida que se arrimó a sus muslos, la reconoció de inmediato, teniendo el olor a la colonia de Jimin y su característico aroma sonriendo como una tonta al dar con la conclusión de que se la había dejado al irse a clases.
Lo agarro, observándola unos segundos antes de adentrar sus brazos en ella y cubrirse con esta, quiso reír ante la imagen que seguramente tendría: Los cabellos de la peluca estarían espelucados, su rostro hinchado por dormir y la chaqueta de cuero unas cuantas tallas más grandes. La vibración de su celular atrajo su atención al bolso en la mesa, estirándose logro cerrar los dedos entorno a él y lo acerco, desbloqueándolo en un movimiento rápido y preciso, tenía un mensaje de su padre. Fue como si un cubo de hielo le cayera encima.
Lamio su labio inferior y detallo entre la chaqueta o el mensaje que no se atrevía a abrir, tras pensarlo unos cuantos segundos apago el celular sin la menor vacilación y lo metió en su bolso, se rodó hasta llegar a la orilla de la camilla y bajo con cuidado, encontrando sus zapatos se los coloco antes de coger su mochila para salir, deteniéndose para acomodar la camilla.
—Kou—la enfermera la observo con grandes ojos, sorprendidos y sonrió—, me alegro de que despertaras ¿Ya te vas?
—Casi—medito unos segundos y se atrevió—, por casualidad... ¿Sabe si...?
La mujer sonrió con dulzura, alzando las cejas con cierta picarda y complicidad.
—Dijo que saldría tarde hoy, que vendría a ver si ya habías despertado—sintió como su corazón quería derretirse, se resistió a ello—. Tuve que despertarlo, se había quedado dormido contigo, aunque fue una lástima, parecían cómodos.
— ¡Lo amenace con dejarlo eunuco! —se encontró alzando la voz, nerviosa, y ante la sonrisa maliciosa de la mujer su rostro se encendió. Una mano descanso en su hombro y se inclinó, sonriéndole.
—No creo que haya sido por eso que se resistió a irse.
Retrocedió y con amabilidad sonrió, sintiendo presionada por aquellas palabras asintiendo varias veces antes de alzar la mano en despedida, alejándose de allí con un andar suave, aunque quería correr.
—¿Naomi? —Se detuvo en la puerta, nerviosa— Él podría quitarte eso, lo sabes ¿verdad?
No respondió, se limitó a cerrar la puerta a su espalda y avanzar por el pasillo hasta la zona deportiva de la universidad, allí buscaría los vestidores y recuperaría su ropa, entonces haría lo que había decidido.
Una ducha fría y rápida, cambiándose con rapidez dejando atrás la ropa deportiva y cambiándolo por unos pantalones azules claro que dieron forma a sus piernas, con unas converse y una camisa con un estilo rasgado que decía "No way" junto a la chaqueta de cuero sintético negro de Jimin, resaltando el blanco de la camisa.
Se detuvo, observando su reflejo en el espejo y dudo al alzar la mano, tomando la peluca. Podía jalar de ella y salir así pero su mano tembló, y se encontró a si misma acomodándola para después aplicar el maquillaje que ocultaba sus rasgos y detalles resaltantes.
Sonrió con tristeza viendo como su reflejo le devolvía la leve melancolía que se estaba permitiendo mostrar en aquel instante, llevando una mano a su rostro toco su mejilla.
—Quizás, algún día puedas salir de nuevo —murmuro dejando de tocarse el rostro—, Naomi, si todavía vives en mi...
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¡holaaaa! Pues, aqui otro capítulo.
Espero que les guste, aun tengo varios de más que ire subiendo cada vez que consiga una señal milagrosa.
A veces me da un noseque cual me hace cuestionarme si la pareja va muy rapido, hasta que recuerdo que nada es perfecto y que nadie tiene un mismo ritmo asi que alv. Disfruten mi amorsh literario.
Baaai <3 nos vemos luego.
Pd: quiero un jimin. ;-;
Pd2: amo poner fotos de él. Jsjsjs
TENEMOS PORTADA NUEVA
WIIIII (*¯︶¯*)
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