O c h o: Ven conmigo, chérie.
II
—Bien, a la cuenta de tres—lo observo hundiéndose en sus ojos castaños—. Uno...
Jimin busco su mano y entrelazo sus dedos con los suyos, sujetándola con fuerza, retrocediendo hasta el lado contrario. El sol había caído y la noche comenzaba a extenderse por el cielo, arrasando con los colores otoñales que formaban una obra de arte para transformarlos en un manto negro iluminado por miles de estrellas.
—Dos...
Sintió como dudo al contar, inclino la cabeza y la miro preguntándole en silencio si estaba segura. Observo el tren en movimiento en el cual iban, y del cual planeaban saltar, asintió con fuerza y apretó su mano.
— ¡Tres!
No dio tiempo para detallar la situación, en un momento estaban parados, esperando el instante en que iban a cometer la locura, al otro ya se encontraban saltando fuera del tren. Un jalón y un brazo que rodeo su cintura fue lo único en lo que su mente reparo, al caer contra la tierra rodaron escuchando como el tren seguía, sin inmutarse por la ausencia de ambos hasta que se comenzó a alejar.
Aunque habían dejado de rodar ninguno se movió, el impacto dolió, pero Jimin se había llevado la peor parte al ser quien recibió el golpe con su espalda, se irguió, asustada al darse cuenta de ello y lo observo.
— ¿Estás loco? ¡No puedes hacer eso con mi peso de más! —Regaño de inmediato, haciendo una mueca al verlo con los ojos cerrados— ¿En que estabas pensando? —Susurro para sí misma, comenzando a temer por él, se inclinó agarrándolo por los hombros y moviéndolo suavemente— ¿Estas bien?
La abrazo, pegando su figura delgada a la suya y se giró quedando así ambos sobre la grama, de medio lado.
—Estoy bien—carraspeo—, pero duele un poco.
—Vamos, debo revisarte lo más pront...—la interrumpió al posar un dedo sobre sus labios y negó con cierta pereza, cerrando los ojos.
—Quedémonos un poco así—pidió, y no pudo negarle eso—, gracias.
—No vuelvas a hacer algo así.
—¿Por qué? —pregunto en un susurro como si se estuviese durmiendo, seguía con los ojos cerrados y tenía nuevamente ambos brazos alrededor de su cintura, manteniéndola cerca.
Estiro el brazo y peino sus cabellos rosados, acomodando el flequillo partido que permitía la vista a sus cejas y frente, no sabía cómo decirlo, o siquiera si quería decirlo pero algo en ella la estaba retando a hacerlo ¿Cuándo se había vuelto tan cobarde? Aquella idea la hizo enfurecer y al mismo tiempo cohibirse.
Pasaron los segundos y aun no podía abrir la boca y responder, sabía que él no esperaba respuesta, pero una parte suya si lo hacía, incluso de sí misma, quería saber. Él no la iba a presionar, ya tenía eso escrito a fuego en su piel, al mirarlo se encontró con sus labios rojizos e hinchados, aquellos carnosos y tersos labios que habían acariciado los suyos, y la piel de su rostro recordando aquella vez en la cocina...
Enrojeció ante el pensamiento.
—Pervertida—lo escucho mascullar— ¿En qué pensaste para ponerte así?
Realmente no le dio importancia, su mente lo había dejado de lado en aquel instante, y por ello se quedó en el olvido temporal, al menos hasta ese momento. Abrió la boca para responder pero antes de que las palabras dejaran sus labios un hipo la delato provocando así que Jimin entre-abriera sus ojos, mirándola fijamente.
—Recordé algo—mascullo con voz suave, y él que acercara el rostro a ella no la ayudo a mantener su control.
—¿Qué cosa?
Alejo la mirada de él y se centró en el cielo, si lo pensaba detenidamente no tenía nada malo, aun así sentía su cara hervir al encontrarse con sus viejas ideas de su primer beso. Si bien un rose de labios nunca lo considero un beso, y el chico que antes lo había hecho termino con un ojo morado, y hasta Jimin nadie se atrevió a besarle...
—Mi primer beso—suspiro volviendo su atención a él, encontrándose con su ceño fruncido ¿Se había molestado? — ¿Cuándo fue el tuyo?
Aplano los labios pensativo, cerrando los ojos totalmente mientras buscaba la respuesta, y el breve silencio le hizo preguntarse por un segundo cuantas personas habrían probado esa boca, por un momento se sintió mal, y al mismo instante su mente resto importancia a ello, hace mucho tiempo que tomo la decisión que le había llevado a ser así, quizás, si no lo hubiese hecho...
Si no estuviese atada...
—Creo que fue en el instituto—mascullo—, el ultimo día de clases una chica me asalto, besándome para después huir—suspiro, como si el recuerdo le cansara— ¿Cuándo fue el tuyo?
—¿Te molesta? —pregunto, evadiendo su pregunta.
—Si—hizo un mohín—, sé que es estúpido pero, aunque no debería me sigue molestando.
La risa burbujeo en su garganta, y la dejo escapar en voz baja, no pudo contenerse de pasar los brazos por su cuello y abrazarlo, causando tensión en su cuerpo cual se rodó, hasta que ella termino tendida sobre él.
— ¿Sabes que se me hace divertido? —Negó, mirándola con cierta molestia—, mi primer beso...—inclino la cabeza, pensativa— fue algo extraño, para ser sincera: Yo parecía un oso perezoso y termine con el chico en la isla de la cocina, me abordo sin piedad.
— ¿Qué? —al mirarlo vio la confusión en sus ojos mientras su cabeza trataba de encontrar lo que no le cuadraba, y al hacerlo sus mejillas se volvieron rosadas. Aquella vista le pareció exquisita, Jimin sonrojado es sumamente adorable, tentándola a morderle los mofletes— ¿C-como di-ices?
Aprovecho su sorpresa para ponerse de pie, dejándolo de lado e ignorando su pregunta para estirarse con comodidad tratando de calmar a su corazón quien saltaba en su pecho por su propia confesión, sí, había sido impulsada por la diversión del momento pero después quedaban los nervios. Avanzo sin mirar a su espalda, escuchándolo levantarse con rapidez para alcanzarla, enrollando el brazo masculino en su cintura, deteniéndole y girándole para que terminaran frente a frente.
— ¿Fui tu primer beso? —su voz anonada le hizo preguntarse si le disgustaba, o simplemente le parecía irreal.
—Ajá—llevo las manos a su cintura—, ¿No quieres serlo? Puedo fingir que no pas...
Atrapada por sus labios, le tomo el rostro y profundizo un beso inesperado tirando al suelo todas las paredes que había alzado para no comportarse como una idiota vergonzosa, no lo esperaba, realmente solo había accedido a sus besos, allá en el vagón del tren.
Fue tan estúpida, una vez probados se encontraba queriendo volver a ellos, a esos que le dejaban la piel de gallina y derretían su cuerpo lentamente.
—Nunca digas eso de nuevo—susurro contra su boca con cierta molestia en su voz, sin soltar su rostro—, si quiero serlo, me encanta que lo sea, solo...
— ¿Solo qué? —cuestiono, confundida.
—Solo me hubiese gustado haber sido más dulce, delicado—al abrir los ojos, observando su rostro se dio cuenta que estaba avergonzado—. No como un bruto hormonal.
La ternura endulzo todo su cuerpo, relajándolo al instante y fue imposible resistirse a rodear su cuello con los brazos, poniéndose de puntillas hasta darle un casto beso cohibido.
—No trates de cambiarlo, aprecio tus palabras pero me gusta cómo fue—se alejó, sonriendo con timidez—, es mejor que algo típico de historias para el primero beso—lo observo unos segundos, sintiendo como su corazón se detenía dentro de su caja torácica—. Mierda, Jimin no hagas eso.
— ¿Hacer que cosa? —inclino el rostro, sin borrar su sonrisa pero ya no era como antes. Al hablar había mirado tontamente el suelo, y al verlo solo pudo quedarse estática con su sonrisa, y aunque él siempre sonreía de manera hermosa –que a veces parecía tener abstinencia de sus sonrisas–, aquella en especial fue totalmente mortal.
Sus mejillas rosadas, su sonrisa intensa que irradiaba felicidad, era de esas bobas sonrisas, tiernas e involuntarias dejando su dentadura blanca a la vista y dejando sus ojos como líneas. Su corazón no pudo con ellos, y el recuerdo solo golpeaba con fuerza en su vientre sentimental.
—Nada, debemos volver—se giró, sacado el celular de su brasear. Se encontró con más mensajes de su padre, cuales hizo como si no los vio y se fijó en un mensaje de Kris donde le decía que por aburrimiento había buscado la moto, dejándola justamente en la parada más cercana a ellos.
También tenía uno de Hyun quien se disculpaba por colgar, en ese momento les interrumpieron diciéndoles que debían salir al escenario, ya que les adelantaron el horario, y como regalo dejo un video.
—Tengo curiosidad—no se giró, pero escucho atentamente—, ¿A quién más has traído hasta acá?
Se detuvo, girándose para mirarlo fijamente unos segundos antes de continuar con el camino. Debían apresurarse para llegar a la valla y pasar bajo el alambrado e internarse a un parque para salir hasta el estacionamiento donde Kris tuvo la amabilidad –porque él siempre está ocupado– de llevarles la moto hasta allí, entonces irían a casa, por alguna razón la idea se le hizo triste.
—A nadie Jimin—contesto después de un rato en silencio, la noche había caído y se alumbraba con el celular teniendo al chico casi respirándole en la nuca—. Hyun solo sabe que desaparezco del mapa, Kris conoce los lugares donde suelo aparecer porque me ha recogido pero ninguno conoce como llego de un punto a otro.
El peso de su cuerpo cayo repentinamente sobre sus hombros provocando que se tambaleara, confundida quiso girar, no pudo, Jimin la detuvo, abrazándola por la espalda y dejando un beso en su cabeza.
— ¿Confías en mí, Kou? —Asintió, sorprendiéndose por la rapidez de su respuesta— Entonces dejame conducir la motocicleta cuando lleguemos a ella.
— ¿para dónde...?
—Shh...—la interrumpió con dulzura— solo ven conmigo, chérie.
Sonrió ante el apodo, suspirando asintió con delicadeza, entonces la soltó y tomo su mano, jalándola para que siguieran avanzo. El camino hasta el estacionamiento fue divertido, aunque no hablaban mucho en el transcurso hasta la valla debido a que ambos estaban pendientes por si se escuchaba alguna persona que rondara a esas horas por los alrededores, o algún animal. Al llegar al parque su compañero se quejó de que le dolía la espalda e hizo exageraciones junto a pucheros hasta que estaban llegando a la moto, intercambiando sus berrinches por preguntas que ambos respondían.
Había aprendido su comida favorita, color, aroma, escuchado una que otra historia de sus amigos, y contándole sobre los suyos, las cosas raras o alguna que otra característica de Kris o Hyun. Al llegar le entrego las llaves detallando como se acomodó en el asiento para encender la máquina y hacerla rugir ruidosamente.
—Con cariño Jimin, o me mataran a mí.
Su queja le provoco gracia al peli-rosa, mientras que ella solo podía pensar en cómo escapar de su amigo si algo llegaba a suceder... que Dios se apiadase de ella.
. . .
Fue consiente de cuando la motocicleta redujo la velocidad hasta detenerse, como el motor se apagó, y dejaba el seguro en la cerradura, aun así en ningún momento lo soltó, ni él pidió que le soltara. Mantuvo sus ojos cerrados con el rostro recostado en su espalda, si bien al principio no se sujetó a él, después de intentarlo por mera curiosidad, simplemente para saber cómo era y cayó ante la extraña sensación.
No había nada malo allí, sintiendo el calor del cuerpo contrario o su aroma a caramelo combinado con naranjas y chocolates, poderoso, la sensación que la invadía al tener sus brazos enrollados por su cintura, y la cabeza recostada a su espalda era simplemente inocente, y fuerte, tan intensa que cuando trato de soltarlo, se encontró a su conciencia regañándola por tal tontería.
Escucho las risas y ruidos metálicos a lo lejos, estaban listos para bajar y ver a donde la llevaba, pero ella no quería soltarlo, y él seguía tranquilo, como si degustara de la misma sensación que ella.
—Kou.
— ¿Hm? —alzo la cabeza, aflojando sus brazos para observarlo, no la miraba, en su lugar su vista iba directamente a las pocas estrellas que se veían debido a la iluminación de la ciudad.
— ¿Puedo pedirte un favor? —La miro sobre su hombro, aquella pregunta le causo confusión pero termino asintiendo— Antes de llevarte hasta allá, me gustaría poder quitarte la peluca y maquillaje.
Frunció el ceño y lo soltó como si quemara, y quizás era así. Se sintió entumecida ante la pregunta, quedando expuesta ante la helada brisa de la noche aunque una chaqueta la abrigaba.
—¿Por qué...?
Jimin se bajó de la moto con cuidado mientras ella seguía allí, sentada, observándolo con terror. Se giró hacia ella, quedando frente a frente y sacándole unos pocos centímetros, estiro la mano y acaricio su quijada antes de que la mano se deslizara hasta el cabello castaño corto de la peluca, como si supiese exactamente qué hacer para calmar su miedo, acariciando la base de su cuello, observándola de esa manera particular.
Siempre se vestía lo más cómodo posible, llegando a verse como un chico y, en ocasiones ser como uno al comportarse pero el chico enfrente suyo la miraba como si fuese la chica más hermosa de todo el mundo, y eso turbaba.
—Dejame verte Kou—inclino la cabeza a un costado, como si un gato pidiera a su amo que le acariciase—, no te ocultes, aquí solo seremos nosotros dos en una multitud con desconocidos.
Dudo, realmente se lo estaba planteando, y aquello le sorprendía, inspiro hondo y esquivo su mirada, negando, dejando ir una oportunidad que podría salvarle pero su temor no apaciguaba, lo había prometido...
—No puedo Jimin—se alejó de su tacto, bajando de la motocicleta—, si alguien llegara a verme así...
—Verían al ser más precioso que he visto en mi vida—se acercó, tomando su rostro con libertad y acercando el suyo, besando su nariz—, creeme, me gustaría que solamente yo te vea así pero es más fuerte mi deseo de que salgas de ese caparazón—froto su nariz contra la suya con suma ternura—. Eres hermosa, divertida, tierna y amable, alguien fuerte que provoca tranquilidad en las personas de su alrededor, inevitablemente atraídas ante su ser hermoso; es imposible ignorarte por más que te ocultes, creo firmemente que el mundo necesita más personas como tú, así que no te escondas por esta noche chérie, vamos a divertirnos sin nada de lo que nos retenga.
Beso la comisura de su boca, para después deslizarse hasta su mejilla mientras hablaba, estaba jugando sucio y lo estaba permitiendo, sabia porque: Le parecía sumamente encantador, dulce y quería saber cómo sería ser seducida por ese hombre, dejarse caer en sus brazos y que la llevase a cualquier lugar.
Si tan solo no estuviese maldita.
Pero como ya había aprendido, si se permitía probar por completo aquella alocada idea no podría escapar, lo comprendía y estaba tan tentada que podría, realmente podría pero antes de que eso sucediese ella se amarraría contra la cordura de aquellas ataduras.
—Tramposo—murmuro, acusándolo por la manera deliberada en la que trataba de convencerla. Las manos acariciaron su piel, moviéndose desde sus mejillas hasta su cuello, como si fuese una marioneta alzo su rostro con sus manos para que le mirara a los ojos—, solo usas la excusa de convencerme para hacer esto.
—No me arrepiento de nada—sonrió como lo haría un niño pequeño, de manera despreocupada y sincera—, entonces... ¿dirás que sí? —hizo un puchero dejando sobresalir su labio inferior logrando sacarle una risilla, sin lograr evitarla.
—Está bien—suspiro—, necesito buscar un baño donde poder quitarme todo, y tu bolso.
Fue tan rápido que apenas pudo moverse por la sorpresa, Jimin sonrió encantado con sus palabras, jalándola, besando su mejilla derecha, luego la izquierda y mordiendo su labio inferior antes de alejarse, tomándole la mano para jalarla.
—En la entrada hay uno—la guio con astucia entre las personas que se reunían a la lejanía, y se sintió tonta al haber estado tan atontada con él que no había notado la grandísima feria que se extendía a su espalda—. Suelo venir mucho a este lugar cuando quiero pensar, es raro pero el ruido y el millar de personas totalmente desconocidas me tranquilizan de alguna manera, aunque también puedo distraerme.
La pregunta pico en la punta de su lengua, soltándose de manera aguda antes de poder detenerse.
— ¿Has traído a alguien contigo?
Se mordió la lengua arrepintiéndose inmediatamente de la estupidez que dijo, sus impulsos siempre le jugaban en doble filo, había cerrado los ojos con fuerza al darse cuenta de lo que había dicho, y al abrirlos volvió a arrepentirse. Park Jimin la observaba sobre su hombro con tal fiereza que quiso correr y ocultarse con rapidez.
Alzo una ceja, sonriendo con la malicia y picardía bailando en sus labios: no hubo necesidad de que la acorralara contra una pared como en los libros, o alguna de esas escenas que se utilizaban para dejar a la protagonista mal, para su pobre corazón descontrolarse con locura fue tan sencillo al ver esa diabólica sonrisa.
— ¿Aparte de ti? —cuestiono risueño, girándose e inclinando el rostro con inocencia fingida, lo sabía por el brillo de sus ojos. Desvió la mirada por unos segundos y la seriedad que mostro su rostro por esos segundos solo logro empeorar su estado— Solo a mi hermana menor, no lograba que parara de llorar... así que la traje a un lugar donde podría reír sin preocuparse.
Al mirarla de nuevo sonrió como si aquel velo que se había elevado –dejando ver aquella importancia que le tenía al lugar – no hubiese mostrado nada, y aprecio el gesto con toda su alma: Ella le había llevado a un preciado lugar, y él ahora la llevaba a uno.
El silencio que se creó entre ambos no fue incomodo, en su lugar era la cosa más exquisita que logro sentir, observándose ambos unos largos segundos hasta que correspondió su sonrisa, y como si nada volvía a jalar de ella.
Más cerca de la entrada pudo apreciar que el lugar era terriblemente grande, bullicioso y totalmente encantador: risas de niños con sus padres, bromas de estudiantes que se escapan para una salida normal, los gritos que salían de algunos juegos, incluso la euforia que se dispersaba en el aire.
—Allá está el baño—señalo cerca de la entrada, del lado izquierdo—, comprare las entradas así que al salir esperame unos segundos.
Ni siquiera le dejo negarse a que pagara su entrada, le entrego la mochila y se dio media vuelta y acelero el paso hasta la fila para comprar las entradas, y debido a la maraña de gente que entraba y salía justamente la taquilla donde estaría él se veía en medio de ambos polos. Con un suspiro desordeno el cabello castaño en un momento desesperado, dando un giro incompleto para apresurarse a los baños.
Una vez dentro se detuvo enfrente de los lavados cuales tenían un largo espejo rectangular que le reflejaba hasta la cintura, mostrando a su espalda los cubículos de madera que contenían los retretes, cada uno cerrado. El baño estaba limpio y sin malos olores, los azulejos brillaban y el piso de cerámica simulaba la madera, chirriando por sus zapatos.
Se lamio el labio inferior, totalmente dudosa, ya había dicho que si: no podía faltar a su palabra.
Pero estarías faltando a tu promesa—se quejó su cerebro.
Rodo los ojos por la exasperación y detallo su imagen: El cabello castaño despeinado, la tez blanca que resaltaba el ligero rubor en sus mejillas, sus labios mantenían un color rosado claro, entonces sus ojos castaños por las lentillas le devolvieron la mirada y tembló ante la indecisión.
Cerró los ojos, inspirando hondo. Era sumamente ridículo, aquella tarde lo había intentado, había tratado y su respuesta fue totalmente cobarde, retrocediendo nuevamente, como cada vez ¿Qué cambiaba en aquel momento? La respuesta la azoto con fuerza, cambiaba Jimin.
Parpadeo, sintiendo sus ojos picar. En unas largas horas le dio un pedacito de ella, una parte que nunca compartió con alguien más que con la soledad al hablar sobre la tumba de su madre, como si le comentara todo como siempre había hecho.
Una mirada enturbiada, llena de demonios le devolvió una ola de sentimiento a través del espejo, retándola a darse vuelta y disculparse con Jimin, que se rindiera. Sí, debía hacer eso, ella no podía fallar a esa promesa, necesitaba mantenerla por el bien de su cordura... tenia...
—Nunca rechaces la felicidad papillon—le susurro con cariño.
La voz de su madre traspasando los recuerdos disipo todo malestar, duda o cualquier tipo de resistencia, cortándole la respiración alejo todos esos pensamientos. No se había dado cuenta de su respiración acelerada o la lágrima que escapo de sus ojos, como sus manos temblaban. En aquel momento de lucidez suspiro, alejando los demonios.
Comprendió.
Soltando una débil risilla enderezo la espalda y volvió a observase sin creer que había olvidado aquellas palabras, sonrió con amarga diversión e inspiro hondo recordando la voz de Jimin y sus palabras sintiendo un escalofrió bajar por su espalda.
Tomo jabón y abrió el grifo, escuchando la risa de su madre: ella reía sin importarle quien la escuchaba, lo hacía con gusto y de una manera que siempre se sentía muy feliz por aquel sonido, involuntariamente, sea quien fuera que estuviera cerca solo podía pensar en una cosa: Estar cerca y escucharla reír una, dos, tres, todas las veces posible. Lavo su rostro de manera cuidadosa hasta sentirla más limpia, alzando la mirada tras secarse con una pequeña toalla.
Tomo una un pañuelo que encontró en el bolso del peli-rosa y con cuidado termino de quitar los restos del maquillaje, de manera lenta y centrada. Su mente se vio invadida por las risillas, travesuras y juegos que su madre siempre tuvo con ella, tan delicada, grácil y angelical.
Al terminar observo con cuidado su rostro, estirando la mano hasta la peluca después de confirmar que no tuviese algún resto de maquillaje, su piel se veía tan blanca como la nieve, con un brillo dorado que le otorgaba vida y no la dejaba como una estatua, jalo de la peluca dejando ver la media que sostenía su larga melena, y de la cual se deshizo de un rápido movimiento dejando en libertad su cabello.
Peino con sus manos hasta dejarlo en buen estado, no era muy difícil teniendo en cuenta que su cabello era lacio pero muy manejable. Al mirarse se dio cuenta de que le temblaba la barbilla, ignorando eso prosiguió con quitarse las lentillas castañas y por sus temblores –quienes decidieron volver– se le cayó una al lavado, viéndose arrastrado por el agua.
Evito chillar por ello y se sacó el otro, metiendo el dedo en el chorro de agua para que se lo llevara también, relamió sus labios encontrándose con el azul invernal y desviando inmediatamente la mirada.
Los golpes en la puerta le provocaron un susto que le hizo tambalearse, sintiéndose aterrada, eufórica, triste, molesta e insegura.
— ¿Kou?
Escuchar su voz fue peor, guardo la peluca –y el pañuelo– en el bolso acercándose a la puerta, recostándose en la pared al lado de esta, suspirando.
—Tengo miedo—soltó con sinceridad.
—Lo sé—escucho con dificultad—, aquí me tienes; no te dejare sola.
— ¿Y si a quien vez no es lo que esperabas, Jimin? —Cuestiono sabiendo perfectamente lo que significaba su pregunta, a millas de tratarse de su apariencia iba a otro lugar, a uno que nunca se atrevió a cuestionar—Podrías odiarme.
—Podría amarte—corrigió inmediatamente—, Kou ¿Seguirás flotando conmigo?
Solamente pudo sonreír ante esa pregunta, sí, se dijo a si misma sin siquiera pensarlo; aún estaban flotando, lejos de los problemas, de los temores y otras cosas que a ambos les caían encima. Inspiro hondo y se alejó de la pared, abriendo la puerta: saliendo en un valiente movimiento, encontrándose frente a frente con él.
—Como me lo imaginaba—susurro, observándola de una manera extraña—, me encantas.
—————————————————
Y tu me encantas Jimin (;o;)
Asdfgh. La verdad es que ame escribir esto, osea, estan tan lindos ambos.
Tengo curiosidad, por parte de quienes se toman el tiempo de leerme (que se que son poquitos y fantasmas pero igual alv) ¿que piensan de Jimin, o Kou?
Tengo una amiga que quiere matar a Jihee, haha, pero noup.
Espero que sea de vuestro gusto uwu hasta el proximo capitulo.
Besos ≧▽≦y.
Me da cosi que pronto voy de viaje y espero poder rovar wifi por allá, estare actualizando lo más rapido que pueda gente uwu.
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