C a t o r c e: Poca lucidez, por los pelos.

—Te dije que no volvieras a llamarme—soltó con dureza.

Para ese punto, justo al instante en que respondió y contestaba de esa manera supo que ya no estaba en su sueño, simplemente su cuerpo permanecía inmóvil, aun dormido mientras se encontraba consiente, escuchándole con claridad.

— ¿Por qué tendría que responderte eso? Es mi vida—noto como se le tensaban los hombros y el pequeño destello de ira en su voz—, que yo sepa tú ya no perteneces a mi vida, y tampoco pertenecerás en un futuro ¿comprendes?

Se preguntó, en el transcurso que su voz seguía contestándole a quien sea que le llamaba si esas mismas palabras iban a estar dirigidas a ella si lo alejaba, parpadeo contra su cuello al poder abrir los ojos y se quedó tiesa, sin moverse ni siquiera un poco.

—No tengo tiempo para ti, adiós—soltó con sequedad, provocando que cerrara los ojos ante la idea de que notara que se había despertado— y no vuelvas a llamarme.

El silencio volvió cuando corto la llamada, noto la tensión en sus músculos, podía sentir como su corazón latía con cierta rapidez, y, de un momento a otro comenzó a ir más lento, su cuerpo se fue relajando hasta que sus hombros dejaron de estar tiesos y su respiración apenas logro sentirla. Espero unos largos momentos, pensando si debía moverse o volverse a dormir, a ver si tenía el valor suficiente para...

Abrió los ojos y lo observo fijamente, Jimin la había movido un poco y sonreía mientras le observaba, sin siquiera tratar de lucir avergonzado cuando se encontró con su mirada.

— ¿Por qué sonríes de esa manera? —Cuestiono, alejándose de su hombro y removiéndose para quitarse de su regazo, fue detenida por el brazo que bajo desde sus hombros hasta su cintura y le mantuvo pegada a él, inmóvil— Suéltame.

—Dormiste muy poco Kou—susurro ignorando sus palabras de manera deliberada—, y devolviéndote la pregunta ¿Por qué fingías dormir los últimos quince minutos?

Apretó los labios ante su pregunta, negándose a sonrojarse ante sus ojos e inevitablemente haciendo justo lo que decidió no hacer. Le detesto por eso, por causar ese efecto en ella y lograr cosas que no conocía del todo. Trato de alejarse, forcejeando con él para soltarse, sin lograrlo.

—Jimin...—amenazo, él sonrió.

—Kou...—repito de la misma manera, la diferencia estaba en su voz, mientras que la suya había salido tensa, la de él fue suave y dulce.

—Eres terrible—se quejó al no poder soportar su pesada mirada, aquellos ojos marrones eran demasiado cálidos, demasiado fuertes y provocaban que todos sus nervios se volvieran locos.

—Solo quédate un poco más así ¿Esta bien? Sé que estas molesta conmigo, pero solo déjame cuidarte—susurro suavemente.

Inspiro hondo y dejo de tratar salir de su regazo, suspiro y negó sin atreverse a mirarlo.

—Suéltame, necesito...— su voz se apagó cuando se dio cuenta que la peluca queda allá, se mordió el labio inferior. La mano de Jimin tomo su barbilla entre sus dedos y le hizo girar el rostro hasta mirarle, tenía una expresión serena, determinada y cálida.

—Están en la mochila, Jungkook recogió la media y la peluca, metiéndolas allí al pasarme el bolso—comento suavemente—. Nadie más se dio cuenta, y él será discreto sobre la peluca.

Asintió lentamente, analizando que Jungkook seguramente ya tenía idea de lo que siempre hacia, le había visto sin lentillas en una ocasión, y en otra vio su peluca, ahora solo le quedaba esperar, aunque tenía la corazonada de que no les juzgaría sino que, que... su mente se volvió papilla cuando Jimin la abrazo con fuerza, envolviéndole con sus brazos.

—Lo siento—mascullo contra su cabello, y antes de poder responderle él la agarro con fuerza, poniéndose de pie sin siquiera soltarle. Lo observo, sorprendida y avergonzada—. Te llevare hasta los vestidores, y no importa que digas lo hare.

—Eres terrible—repitió, abatida, sabiendo que él no le soltaría ni aunque caminara sobre brazas ardientes.

...

Se observó en el espejo, no había ningún mechón blanco que se viera, la peluca yacía en su lugar con fuerza y ocultaba su cabellera escandalosa, dejando un cabello corto de color castaño que hacia juego con sus mejillas, noto que en su cuello había una línea morada que resaltaba en su piel, y como sus nudillos estaban machados de sangre.

Abrió el grifo y comenzó a enjuagarse las manos, sintiendo un ligero ardor al notar que se había herido los manos por los golpes, al terminar se echó agua al rostro para alejar cualquier posibilidad de volver a caer dormida cerca de él, aunque cada vez que lo hacía terminaba viéndolo, una y otra vez.

Suspiro al cerrar el grifo, reuniendo su fortaleza jalo la puerta al llegar hasta ella y salió, encontrándose con él. Jimin observaba el suelo, al menos hasta que le escucho y alzo la mirada, sonriendo con tranquilidad.

Deseo que no le sonriera.

— ¿Te encuentras mejor? —cuestiono, asintió para que no se preocupara. Se alejó de la pared hasta terminar enfrente de él, él era más alto y por ello tuvo que alzar mucho el rostro para poder mirarlo bien. Sus labios llenos y carnosos se crisparon mientras unas de sus manos tomaba la suya, alzándola y viendo los nudillos— Te destrozaste los dedos—murmuro acariciando la zona herida con la yema de los dedos, su otra mano se alzó hasta la línea morada de su cuello— ¿Qué te hizo para que aparezca esto? Debemos curarte los dedos.

—No quiero ir a la enfermería—respondió con rapidez, retrocediendo un paso y alejándose de sus manos—. No es nada Jimin, estaré bien en dos días.

—Bien—soltó con los labios en una línea fina—, entonces vamos hasta mi auto, tengo un botiquín allí.

Lo miro fijamente ante sus palabras, sorprendida en parte, y aunque era algo irritante le endulzo su resistencia a cuidarle.

—No es necesario Jimin, es solo unos gol-...—Jimin se inclinó tanto que su rostro termino a centímetros del suyo, la seriedad en su expresión le hizo callarse, paralizada ante la cercanía y aquel infierno encerrado en sus ojos.

—Aun así quiero curártelos—explico con lentitud— y lo haremos por las buenas, o con tigo sobre mi hombro por todo el camino.

Apretó los labios ante sus palabras, frunciendo el ceño por su excesiva confianza, sintiéndose tentada a golpearlo simplemente para llevarle la contraria.

—Si tratas de escapar te besare—amenazo, provocando que cerrara la boca antes de poder hablar—, si tratas de golpearme... bueno, besarte no será lo único que hare.

Recordó aquel sueño en el cual él le pedía sonreírle solo a él, su cuerpo se tensó al recordar la caricia en su mejilla, el corazón le tembló ante lo besos que había repartido en su cuello y después aquellas mordidas atrevidas. Podía jurar que le salía humo de las orejas, sintiendo todo su rostro rojo por la vergüenza y aún más al ver la ladina y pícara sonrisa de Jimin.

Ante la falta de respuesta él tomo su mano, jalándola suavemente y sacándole en pocos minutos del edificio rojo, de medicina. Tuvo que morderse la lengua para no decirle que era un estúpido, inconsciente y provocador, pero pese a la molestia de todo ello seguía sintiendo la tristeza de alejarse de él. Mientras le guiaba a través de todo el jardín observo como sujetaba su mano, la suavidad y firmeza de su agarre, también inclino el rostro para lograr ver su perfil.

Detallo la barbilla filosa dando entrada a labios carnosos y de un rosa pálido, sintió como se le aceleraba el corazón al recordar aquella vez en el tren, sus mejillas rellenas que provocaban morderlas cuando sonreía, dando entrada a su nariz chata y adorable, después llegaban sus ojos, oscuros y potentes, parecían transmitir todo tipo de emociones y lograban hacerle ver el infierno como el cielo, enmarcados con pestañas oscuras y unas cejas pobladas, solo entonces se llegaba a su frente, una cual si observabas de cerca notarias lunares en una peculiar posición, como si se asemejaran a una constelación, normalmente ocultos por su flequillo rebelde que caía por donde quisiera.

Ojos oscuros se encontraron con los suyos, atrapándole en su estudio y seguramente la expresión boba que tendría. Giro el rostro, tratando de borrar su propia expresión y sintiendo la fija mirada de él, se habían detenido, frunció el ceño volviendo a mirarle, quedando atrapada por su mirada sin saber que pasaba por su mente, había seriedad allí pero algo más profundo, aterrador y que volvía sus nervios papilla. Jimin inclino el rostro, entrecerrando los ojos y humedeciendo sus labios en un lento movimiento.

— ¿Qué? —soltó con brusquedad, nerviosa.

—No deberías mirarme de esa forma—respondió con tranquilidad, volviendo a caminar, volviendo su atención hacia el estacionamiento.

— ¿Por qué no? —cuestiono con imprudencia, frunciendo el ceño, y al mirarlo por su falta de respuesta encontró una ladina sonrisa en su rostro.

Decidió que sería prudente no seguir preguntándole.

Jimin le guio por el estacionamiento hasta su auto, una vez allí presiono un botón de las llaves y se abrió el maletero, le jalo hasta allí. Su auto estaba debajo de la sombra de un árbol, por ello no se encontraba igual de caliente que el resto a los cuales el sol golpeaba de lleno. El peli-rosa saco el botiquín y cerro el maletero, lo puso sobre el metal, y entonces, como si fuese una niña pequeña él le tomo por debajo de las axilas y la levanto con facilidad, dejándole sentada junto al botiquín, quedando unos centímetros en desigualdad.

— ¿Acaso no puedo subirme por mi misma? —soltó con cierta irritación.

—Es más bonito cuando lo hago yo ¿no crees? —Sonrió, entretenido con su molestia— ¿Dónde aprendiste a golpear?

Agarro su mano después de abrir el botiquín, observando las heridas y frunciendo una ceja ante estas mismas. Su pregunta le hizo pensar pero no pudo apartar la mirada de lo que hacía, tomo alcohol y un algodón para comenzar a pasarlo suavemente. El ardor fue bien recibido, provocando que recordara la primera vez que golpeo a alguien, y antes de siquiera pensarlo se lo conto.

—Cuando era pequeña, y mi mama seguía viva hubo una niña que siempre nos decía cosas feas— él alzo una ceja, dándole una mirada rápida para que continuara—. A mí y a Jihee, aunque solíamos ignorarla hubo un momento donde ella le lanzo una piedra y le dio en una ceja, muy cerca del ojo y me enoje, mucho.

— ¿Le pegaste? —cuestiono, pasando a la otra mano para desinfectar con el alcohol.

—La tire al estanque de la guardería y le tire del cabello hasta arrancarle varios pelos—contesto—, ella también me pego pero solo eran rasguños. Mamá se enojó mucho conmigo, me dijo que tirarla al estanque era mucho, que con quitarle el cabello era suficiente pero también me dijo que fui buena hermana al proteger a Jihee.

Termino, dejando el algodón con alcohol para tomar un líquido como naranja oscuro, en aquel momento no recordaba su nombre y no deseo preguntar.

—Aprendí a golpear cuando me di cuenta de que Jihee siempre temía a todo, una de nosotras debía saber devolver al mundo esos ganchos derechos—murmuró —, siempre fui peleadora, a diferencia de mi hermana yo no suelo paralizarme por el miedo, y a consecuencia de eso comencé a aprender cómo se debe.

—Yo obtuve mi primera pelea cuando tenía nueve—sonrió, terminando de regar aquella cosa por sus heridas, dejando el algodón al lado del de alcohol, entonces tomo gazas y las pico con una tijera hasta formar tiras que sirvieran para sus dedos. Inclino la cabeza ante su exageración, con unas banditas habría servido, pero le dejo ser—. Fue porque un niño empujo a una niñita, ella siempre lloraba y eso me molesto, que se aprovechara de alguien así—se encogió de hombro, colocando la caza en cada dedo y prosiguiendo a mantenerla allí con una cinta adhesiva especial—. Mi mama dice que si puedes proteger a alguien, entonces hazlo y yo lo hice, la cosa termino peor porque insulto a mis padres y bueno, me enoje mucho y quizás le mordí una oreja.

—No me digas que después te acuso de querer comértelo—se burló, riéndose al imaginar eso.

Él se detuvo, alzando la mirada y observando su rostro de una manera que le causo curiosidad, y nervios. Era imposible no sentir un cosquilleo en su estómago cuando le miraba de esa manera.

— ¿Qué? —cuestiono suavemente, el sonrió.

—Me gusta tu risa, es relajante y suave— volvió su atención a sus dedos, para seguir con la otra mano—. Me parece que no ríes mucho, y dios, es un desperdicio ¿sabes lo hermosa que te vez cuando sonríes? Eres sumamente adorable, siempre con la guardia en alto y esos ojos increíblemente grandes observando todo, a la espera—arrugo el ceño—. Te ríes tan escasamente que es como encontrar un tesoro perdido, te llena el alma y te da una sensación tan poderosa que no sabes cómo identificarla, tan melodiosa y resplandeciente, lo peor es que me encanta pero me siento increíblemente celoso si alguien más te hace reír.

Lo observo, porque es lo único que podía hacer en ese momento, le trataba las manos con cuidados y mientras hablaba sonreía, sintió como su corazón se volvía débil en su pecho, anhelando a ese chico como a nada más en el mundo, y antes de permitirse eso se detuvo, apretando los labios. Espero en silencio hasta que termino con todo sus nudillos, entonces alejo suavemente su mano, sin ser brusca y cuando se encontró con su mirada solo pudo revolverse los cabellos castaños.

—Gracias, aunque no era necesario—dijo, y aunque sus palabras danzaban ni siquiera sabía que estaba diciendo—. De verdad te agradezco por lo que has hecho hoy pero... evitemos vernos.

— ¿Qué? —cuestiono sorprendido, alejándose un paso, aprovecho para deslizarse fuera de la maleta y le miro al rostro, pero evitando sus ojos.

—Lo siento, es que tú y yo no...—se detuvo, frunciendo los labios— yo no puedo con algo así ahora, no en mi situación, no con mi tipo de vida—noto como fruncía las cejas y le corto antes de que siquiera decidiera hablar—. Lo mejor es que simplemente nos olvidemos el uno al otro y así, que si nos vemos no nos saludemos, como si no me conocieras y yo haré lo mismo—retrocedió unos pasos y estiro la mano hasta su mochila que él había dejado recostada al auto, agarrándola y montándola en su hombro—. No quiero tener nada que ver contigo, lo siento si soy una imbécil pero es mi verdad.

Retrocedió aún más y le sonrió con tranquilidad, como una realista mascara que él no notaria.

—Espera, Kou...—alzo la mano y le corto, negando con la cabeza.

—Adiós Jimin—susurro antes de girarse y salir de allí.

Estiro las piernas y se apresuró a irse, mordiéndose la mejilla interna cuando no le miro. Aun podía ver la confusión en su rostro, la sorpresa y extrañeza, también, en el fondo la molestia por lo que soltaba sin siquiera reparar en ello lo suficiente, escucho como le llamo una vez, luego dos, y a la tercera se detuvo, en cada llamada solo se apresuró un poco más, alejándose del estacionamiento y dirigiéndose directamente a las calles transitadas.

Quizás tenía que ir a clases, pero seguramente se ganaría un problema por ello así que evito la universidad, evito el trabajo que seguramente tenía pendiente para ese día, e ignoro a todo el mundo, tomando el primer taxi disponible y escapando lo más pronto de allí.

Su cabeza se encontraba revuelta, y en su garganta sentía un nudo ante sus propias decisiones, podía escuchar la voz en su cabeza susurrándole lo idiota que era, lo imbécil y estúpida por no seguir con él, por no tratar de mantenerlo a su lado. Inspiro hondo, sabiendo que aquella tarde tendría que practicar con Kris, que volvería a evitar su apartamento y que seguramente estaría molestando a Hyun otra vez, así que decidió cambiar el curso de las cosas y cambio la dirección a la que se dirigía.

Su teléfono comenzó a sonar, para su sorpresa era Jungkook quien llamaba, esperaba que para ese momento fuese Kris quien se contactase con ella, pero en su lugar era él, apretó los labios y apago el celular, quitándole la batería y volviéndolo a meter en el bolso.

Mientras pagaba al taxista y miraba el bar fijamente pensó en que solamente existía un culpable para todo eso, ella misma, por permitir las manipulaciones de Jihee, por no poder ser más fuerte que su enfermizo padre, y por tener aquella maldita habilidad que en parte la había condenado.

Y en otra parte la había bendecido.

Por un instante se odio a sí misma, y deseo ser normal.

Necesitaba un poco de normalidad, y para ello debía volverse mierda.

...

Al principio fue la sequedad del whisky, sin haber almorzado aquello le golpeo con fuerza, y tras la tercera bebida se le había ocurrido que era más efectivo combinar el ron con whisky y vodka, entonces, para ese instante, después de cuatro horas o quizás más de puro aguante estaba hecha una mierda.

Hasta el silencio era malditamente gracioso.

Ya era lo suficientemente oscuro como para decir que había anochecido, pero si observaba fijamente la puerta del bar podría ver a las personas pasar y pasar, también el hecho de que cada vez se llenaba más ese lugar. Sentada en el fondo de la barra observo el vaso con las bebidas juntas, si dejaba de beber, dentro de media hora o más estaría menos borracha, ese era el problema de su estúpida habilidad.

Kris estaba en peor situación, debido a que él era más capaz y más habilidoso solo podía emborracharse si las combinaba con medicamentos fuertes, y aquello se eliminaba casi a las dos horas de tomarlos, dependiendo de cuanto tomaba. Tomo el vaso y dejo que se deslizara por su garganta, en algún punto del tiempo había dejado de quemarle, y para ese momento era casi como néctar, el barman le observaba con sorpresa, pues seguía bebiendo como si todo eso era agua y un no había vomitado.

Tampoco sabía porque no vomitaba.

— ¿Puedes solo darme una...?—se detuvo, dudando— ¿Cómo se llamaba? Garra, o raja—frunció el ceño y al hombre le temblaron los labios.

—No puedo darte una jarra con lo que pides—dijo él, entretenido— ¿me contaras porque bebes como si fuera el fin del mundo? Llevo cinco horas esperando por eso, y como aun no te has desmayado aprovechare.

—Que malo—soltó, afincando los codos en la madera mientras él le llenaba el vaso de nuevo— ¿No deberías decirme que ya he bebido lo suficiente?

El hombre se rio, divertido.

—Quizás, pero parece que tienes un aguante de hierro.

Se encogió de hombros y suspiro, arrugando la nariz al beber de nuevo, quizás un poco aburrida por el sabor y de que quizás en media hora más tarde dejaría de hacer efecto.

—Hagamos esto—enderezo la espalda y le apunto con el dedo—, hazme mezclas increíblemente fuertes y te contare hasta que caiga rendida.

El hombre entrecerró los ojos y le analizo con la mirada, entonces asintió y se giró para buscar entre todas las bebidas, tomando una especie de vaso que no recuerdo el nombre, comenzó a combinar licores, sin entender que verga estaba haciendo, simplemente se acomodó en su banquito acolchado y escucho la música baja, para dar ambiente.

El hombre se volvió unos minutos después había cerrado el vaso especial y ahora lo revolvía con maestría, sonrió ante sus malabares y este mantuvo el rostro neutro, fue al momento de llenarle un vaso que se recostó a la barra y sonrió.

—Empieza a contarme, que después de esto te daré un Martini para suavizar el golpe.

Alzo una ceja y tomo la bebida, dando un sorbo suave que incendio su legua y garganta, sabia rico, exótico y como si fuegos artificiales explotaran en su boca, así que la imprudencia se hizo y se lo bebió de golpe, dejando el vaso en la barra al terminar con un sonido fuerte acompañándole.

—Bien, todo empezó porque no quería dormir y como toda persona normal fui a caminar por la playa, una noche en Busan y de paso estaba haciendo un frio horrible—le soltó, sintiendo como alguien se sentaba a su lado, observo a su costado encontrándose con ojos grises y suspiro, volviendo al barman—. Haz bastante de ese, por favor.

—Dame vodka chico, para acompañarla.

No supo cuánto tiempo había pasado, solo que si se levantaba de la estúpida silla caería de lleno contra el suelo por culpa del pánico a la poca altura, o quizás era porque se veía como a quince metros de distancia. Tras aquel tiempo contándole su historia al barman supo su nombre, Reik, por alguna razón su madre estaba loca por ese cantante, tanto así que le llamo de esa manera, y cuando se lo dijo se burló de él.

También había estado acompañada de Kris, aunque él se mantenía en silencio desde que llego y solo le observaba, a veces, cuando se estaba resbalando del asiento podía sentir la fuerza que le mantenía en su sitio, permitiéndole beber más. Kris nunca necesitaba palabras, realmente no entendía como él podía soportar eso, esa abrumadora capacidad de saber todo, de sentir todo, de poder destruirlo todo si quería.

Como buen amigo que era le acompaño, sin llegar a ponerse borracho pero si achispase, aunque Kris siempre podía mantener las apariencias, y en todo momento le observo y escucho, más que eso, escucho sus pensamientos dispersos y revueltos, se sumergió entre sus anhelos y temores, averiguando todo aunque no quisiera. No era su culpa, era su capacidad o que le hacía tener eso, y en ese momento estaba en calma, y para no saber todo de las demás personas supo que se concentraba en ella.

Estaba bien.

Solo no estaba bien haber dejado a Jimin así. Sus pensamientos se dispersaron cuando Kris agarro su mochila y saco de ella su celular, dejándolo en la barra junto a su bebida. Le puso la batería y le coloco la tapa, después lo encendió y espero unos pocos minutos, entonces una llamada entro y el contesto con tranquilidad. Dejo de observarlo y pidió otra bebida, el barman miro a Kris un segundo y después le sirvió, cuando este le dijo que sí.

— ¿Por qué decidiste alejarlo de ti? —pregunto él.

Hablaba tanto que no le dejaba beber.

—Porque es lo mejor para él, porque si no lo hago terminara como mi mama, o peor, como yo cuando desafié a papa—susurro, recordando haber quedado casi un año en una camilla con Jihee visitándole todos los días, en ese tiempo aún era pequeña.

—Aunque creas que es lo más sensato ¿no pensaste en que decidiría él? —Pregunto cuando vio que tomaba el vaso— quizás él seguiría y enfrentaría hasta la muerte misma solo por ti.

Soltó el vaso, dejándolo en la barra y frunció el ceño, mirando al hombre con temor.

—Apenas lo conozco ¿Por qué haría algo así? —cuestiono.

—No se necesitan años para querer locamente a alguien...

—Tampoco para amar a alguien—contesto Kris, dejando el celular en un bolsillo de su chaqueta. Él había estado en la empresa, vestía como empresario, todo de gris y negro—, termínate la bebida que vamos a casa niña.

Y así fue como en un momento estaba en el bar, y al otro se encontraba en el sofá de Kris, observando el piso fijamente, no sabía si había bebido su última ronda o cómo demonios Kris logro subirle a su moto, solo supo que aunque no tenía fuerzas el rubio pudo mantenerse erguida, con el rostro en alto y medio durmiéndose. Había utilizado sus habilidades, y prácticamente le hizo flotar hasta el sofá.

En algún punto Kris se desapareció.

Se puso de pie, sujetándose del sofá cuando casi besa el suelo y camino lentamente hasta la cocina, necesitaba más, necesitaba olvidarse de quien era, de Jihee y su padre, de la muerte de su madre, de todo.

Hahahahahahhahaha no me maten u odien v':
Hermoso capítulo, veamos cuanto dura la bebé.
Paaaaaaz

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