❁ೋㅤ, 𝟏𝟕. ━━ epílogo: el verdadero final.

𖡋 ̽ ᮫ ꪶ capítulo diecisiete. ܓ ❃ ᜴

𓂃 me encantaría ir
devuelta a la casa antigua
pero nunca lo haré, nunca lo haré. 𓂅

Diez años después, 1990. Privet Drive.

Cuando la luz de la mañana atravesó las cortinas trayendo los rayos del sol al rostro de Regulus, el mago hace una mueca incómoda con los ojos aún cerrados y luego se gira hacia otro lado aunque sabe que ya no podrá dormir. Los ojos grises se abrieron levemente, encontraron a su lado a la rubia con el cabello desordenado extendido sobre la almohada, los ojos azules se abrieron lentamente y los labios rosados llevaban consigo esa hinchazón matutina.

―No es justo que estés tan hermosa al despertar.―Regulus le susurró a su esposa, quien sonrió avergonzada como lo había hecho todas las mañana durante más de una década.

―Dices eso todas las mañanas.―Faith sonrió, tapándose el rostro con la fina manta, intentando esconderse de él.

―Porque estás preciosa cada mañana.―Regulus rió, acercándose para dejar un ligero beso en los labios rosados de Ebony.

―Vaya.―una tercera voz apareció en la habitación y luego Regulus sonrió a la pequeña niña de cabello rubio que estaba haciendo una mueca a sus padres.―Besar es asqueroso.

―Sigue pensando así hasta los setenta, Poppy.―Regulus sonrió a la chica quien asintió con la cabeza mientras Faith le daba una palmada en el hombro a su marido.

Poppy corrió hacia la cama, saltando sobre el colchón en un intento de destruir por completo cualquier posibilidad que tuvieran de volver a dormir.―¡Rápido papá!―Poppy pareció recordar de repente lo que Regulus le había prometido hace unos días.―Dijiste que me ibas a llevar al parque, ¡los Dursley estarán allí! ¡Harry estará allí!

―Ah, Harry estará allí.―Faith le sonrió con picardía a Regulus, al ver a su esposo poner los ojos en blanco al ver el entusiasmo de su hija con un niño.―¡Vamos querida, vamos a prepararte!

―¿Para qué?―preguntó Regulus, resoplando mientras se sentaba en la cama.―No necesitas prepararte para jugar en la arena.

―¡Lazo naranja!―Poppy no escuchaba, su madre la cargaba mientras elegía su outfit para ese día.―Vestido de lunares.

Las dos desaparecieron por el pasillo y Regulus suspiró antes de levantarse y comenzar a prepararse para el día también, pasaría la tarde con Poppy para distraer a la pequeña y tratar de que las noticias no parecían tan malas cuando Faith le contara esa noche. Tendrían que mudarse de nuevo, Poppy odiaba los cambios, al igual que Regulus.

Era algo frecuente en su vida, desde el primer cumpleaños de Poppy, la misma noche en que Voldemort fue derrotado por Harry Potter y todos pensaron que ahora sería seguro vivir sus vidas. La pequeña familia, sin embargo, recibió una nota de origen misterioso prometiendo que tendrían un final tan doloroso como el que trajeron a los demás.

Desde entonces vivieron como fugitivos. era estresante la mayor parte del tiempo, pero siempre terminaba olvidándose de ello cuando Faith le pedía que se concentrada solo en las partes buenas. Estaban juntos, lo que fuera que intentara alcanzarlos no lo lograría, los dos ya habían resistido mucho y no dejarían que nada llegara a Poppy. Regulus y su pequeña familia siempre terminaban regresando a casa, pero nunca se quedaban por mucho tiempo. Poppy, su única hija, estaba muy enojada por esto gracias a que siempre tenía que dejar al niño a quien le gustaba llamar su mejor amigo. Harry Potter.

Fue una mala idea y Regulus lo dejó claro desde el principio, pero Faith siempre dijo que la amistad entre un Black y un Potter no traería ningún peligro. Era irónico, ya que sucedió antes y fue una destrucción enorme. Regulus odiaba pensar en su hermano, la forma en que siempre parecía demasiado bueno, mucho mejor de lo que Regulus jamás pensó que sería, sólo para traicionar a todos al final. En el fondo, Regulus sentía que las piezas no encajaban, no tenía sentido. Sirius amaba a James como un hermano, nunca traicionaría a Potter de esa manera. o al menos eso era lo que todos pensaban, pobre Pettigrew.

―¡Vamos, papá!―Poppy entró a la habitación unos minutos después, sonriendo y jaló a Reguñus de la mano y lo llevó escaleras arriba hacia la cocina. La mesa estaba llena de galletas, pasteles y pan.―Quiero una.

―La distraeré.―Regulus le sonrió a su hija y se dirigió hacia su esposa que aún estaba poniendo la mesa. A Faiith no le gustaba que Poppy recibiera galletas antes de que todo el café estuviera listo.

Regulus, sin embargo, tenía grandes dificultades para decirle que no a su hija, por lo que siempre distraía a su esposa con besos para que la pequeña consiguiera la galleta que quería. Faith solía decir que Regulus hacía lo que Poppy quería, pero en su opinión, ella simplemente estaba celosa porque él era el favorito de la pequeña Black.

―¡Otra vez no!―Faith pareció enojarse cuando se dio cuenta de que había vuelto a caer en el mismo truco. Poppy corrió hacia Regulus, él la levantó y se escapó de la mujer que intentaba arrojarles un paño de cocina.

Cuando terminó la pequeña persecución, todos se sentaron a tomar un café mientras escuchaban lo que habían hecho el día anterior. Poppy se quejó de la escuela mientras Faith hablaba de las cartas que intercambió con Lucky y Regulus hablaba del regreso de Nate el próximo año.

―Bueno, me tengo que ir.―Faith se levantó de su silla y recogió su bolso antes de besar a Regulus y luego dejar un beso en la mejilla de Poppy.―Ten cuidado hoy, por favor.

―¡Está bien, mamá!―Poppy levantó la mano y la colocó en su frente como si estuviera respondiendo a un capitán militar.

―Qué gracioso.―Faith le hizo cosquillas a la niña que se rio antes de abrazar torpemente las piernas de su madre.―Sé quién te enseñó eso.

―No me mires.―Regulus levantó las manos y la pequeña se rio al igual que Faith.

Faith caminó tranquilamente hacia la puerta, se detuvo antes de salir y se giró por última vez para observar a su familia. La mujer sonrió feliz al ver a Regulus ofrecerle todas las galletas a la pequeña Poppy quien las mordió todas sin siquiera terminar la anterior. Regulus miró a Faith por última vez y sonrió antes de verla susurrar un "te amo" antes de irse. Regulus no tuvo tiempo de responder antes de que la puerta se cerrara, pero estaba bien, ella conocía sus sentimientos tal como él conocía los de ella.

―¡Rápido, papá!―Poppy se levantó, golpeando su vestido naranja con lunares intentando deshacerse de las migas de galletas. ―¡Harry está esperando!

―Él siempre está esperando.―murmuró Regulus, poniendo los ojos en blanco mientras la chica se reía de su forma de hablar.

―Ay, papi, no tengas celos.―Poppy se burló mientras corría hacia la puerta y era seguida por el Black mayor.

Caminaron juntos por la acera, el día soleado parecía complacer mucho a la pequeña, era tan adorable como Faith y Regulus agradecía eso, después de todo, sería trágico si ella fuera tan amargada como él. Mientras observaba a su hija saltar sobre los cuadritos que marcaban la acera, Regulus Black pensaba en el futuro de la niña, Poppy estaba cada vez más cerca de cumplir once años, y su carta probablemente llegaría en algún momento ya que la pequeña había mostrado señales de magia desde que tenía dos años.

Poppy iría a Hogwarts, o al menos eso pensaban. ¿Cómo explicaría el origen de su apellido? ¿Cómo presentaría a su familia? ¿Qué diría cuando le preguntaran sobre su padre?

―¡Estamos aquí!―la voz emocionada de Poppy interrumpió el hilo de pensamiento de Black y pronto se acercó a los otros niños junto a su hija.―¡Hola!

Poppy logró llevarse bien con todos, incluso con insoportable hijo de los Dursley. La niña, sin embargo, eligió muy bien a sus amigos, solo se acercaba a aquellos en quienes veía algún potencial, prueba de ello fue que de todos los niños del parque, Poppy Alya Black eligió jugar solo con Harry Potter, ignorando las desavenencias de su padre, un don que probablemente heredó de su madre, al igual que su cabello claro.

Regulus se sentó en un banco alejado y saludó discretamente a Vernon, quien le susurró algo a su esposa de cuello largo. Regulus odiaba esa gente, los Dursley se sentían tan superiores a todos que a veces Black pensaba en asustar a la familia y ponerlos en su lugar. Obviamente no actuaría de manera tan infantil, y además podría terminar llamando mucho la atención, así que lo único que hizo fue observar la forma en que actuaban y juzgar mentalmente hasta poder decírselo a Faith.

La rubia lo había oído hablar decenas de veces sobre cómo todo estaba mal allí, su estúpido hijo llamado Dudley que podía elegir qué juguete quería en el patio de recreo y que Harry Potter tenía que mantenerse lo más lejos posible para no ser visto cerca de Dudley. Cuando Harry parecía querer quejarse, Petunia le recordaba su amabilidad al dejarlo venir. Lo único en lo que Regulus podía pensar era en cómo James Potter volvería a morir si veía la forma en que trataban a su hijo.

Regulus pasó mucho tiempo viendo a Poppy y Harry jugar lejos de Dudley y los demás niños en el parque, ellos se reían en voz baja para no llamar la atención de Petunia y Black notó cuando Poppy sacó varias galletas de sus bolsillos y se las entregó a Harry.

―¡Vamos, príncipe Harry!―Poppy sonrió, tirando de Harry hacia los balancines mientras el niño parecía no tener otra opción que seguirla.

Regulus recordó cuando Poppy descubrió que el nombre del niño era el mismo que el del príncipe, pasaron días hablando de ello y él solo quería taparse los oídos cada vez que ella empezaba a balbucear sobre ello.

―¡Adiós, Poppy!―la voz de Harry Potter llamó la atención de Regulus y luego vio al niño soltar la mano de Poppy y alejarse rápidamente mientras intentaba llegar con sus tíos.

―Adiós...―Poppy se despidió abatida. Regulus notó el brillo en los ojos de la niña, parecían lágrimas y Black se acercó queriendo saber por qué.―¡Ay, hola papi!

―¿Está todo bien?―Regulus se sentó en el columpio junto a su hija. Se estaba haciendo tarde y sabía que tendrían que ir a casa pronto, pero todavía quería hablar con Poppy.

―Dije adiós.―Poppy suspiró mirando el vestido de lunares.―Sé que nos vamos a mudar.

Regulus respiró hondo, era inteligente, ya debería haber adivinado que Poppy lo descubriría por sí sola. La niña se tambaleó un poco mientras se quitaba el pelo rubio del rostro.

―Lo siento.―Regulus esbozó una media sonrisa. Era difícil para todos, pero mucho más confuso para un niño.―No debería ser así.

―Está bien.―Poppy sonrió bajándose del columpio, acercándose y sentándose en el regazo de su padre.―Mantengámonos a salvo, ¿no?

―Lo prometo.―Regulus sonrió sinceramente a su hija. Estarían a salvo sin importar lo que pasara.―¿Diez minutos más?

―¡Si!―Poppy sonrió, saltando de su regazo para ir al tobogán gris y rojo que era alto y asustaba a muchos niños, pero a la pequeña no pareció importarle.

Regulus pasó más de diez minutos allí jugando con la niña que reía a carcajadas cada vez que veía a su padre empujar el columpio haciéndola llegar a la cima.

―Hora de irse, tu madre debe estar por regresar.―Regulus advirtió a la niña que corrió hacia él y tomó su mano.―Entonces, ¿qué quieres cenar?

―Mamá dijo que habría langosta.―respondió Poppy distraída mientras veía apagarse las luces de algunas farolas.―¿Qué es esto?

Regulus miró hacia atrás en busca de cualquier señal de peligro, estaba alerta. Los rumores de que aquellos que eran libres y leales al señor oscuro lo estaban buscando lo preocupaban cada día más.

―Vamos, Poppy.―Regulus estrechó la mano de la niña antes de acelerar el paso. Una llovizna fría comenzó a caer y el viento hizo temblar a la pequeña Poppy mientras prácticamente corrían a casa.

Regulus miró a la calle por última vez antes de entrar a la casa, las luces regresaron a las farolas, aunque algunas muy a lo lejos se apagaron como si alguien pasara junto a ellas llevándose la energía. Al no poder ver a nadie, Black optó por creer que era un problema eléctrico debido a la llovizna que ahora se estaba convirtiendo en tormenta.

―¡Rápido papá!―Poppy lo llamó mientras esperaba en la puerta de la casa. Regulus se sorprendió por el hecho de que Faith no había regresado todavía, pero recordó que ella dijo que regresaría a las nueve si podía encontrar una buena casa. Todavía eran las siete y media.

―Directo a la ducha, señorita.―ordenó Regulus, abriendo la puerta y viendo a la chica correr hacia las escaleras mientras intentaba llegar al baño.

Regulus se quitó su largo abrigo negro y lo colgó cerca de la puerta antes de pasarse las manos por el cabello mojado e ir a la cocina a poner agua a calentar. Le gustaba tomar té en los días lluviosos, un hábito que seguramente había adquirido de Faith. Regulus sonrió mirando los cuadros en la habitación, eran fotos con Faith y también con Poppu. En todos ellos parecían muy felices, brillando de felicidad.

Regulus preparó té y chocolate caliente para Poppy, puso las galletas en la mesa y leyó el periódico que no había podido leer esa mañana. Notó que Poppy ya llevaba media hora en la ducha, como siempre hacía, así que fue a las escaleras a llamarla.

―¡Poppy, te estás demorando otra vez!―habló con voz seria y escuchó cómo cerraba el agua antes de escuchar la dulce voz de su hija.

―¡Ya salgo, lo siento!―respondió Poppy y Regulus sonrió, sacudiendo la cabeza a pesar de que no podía verlo. Volvió a bajar las escaleras pero un escalofrío recorrió su espalda y se sorprendió por la angustia que de pronto sintió.

Antes de que Regulus pudiera siquiera pensar en la fuente de su incomodidad, la puerta de la casa se abrió con un golpe y miró hacia la oscuridad afuera antes de ver a alguien caminando lentamente dentro de la casa. La capa negra cubría todo el cuerpo de la bruja, así como la máscara, que Regulus también usó una vez. Su varita fue lo primero que tiró cuando el primer hechizo lo golpeó y luego Regulus se desesperó, lo único que hizo fue esperar que Poppy no saliera del baño, y desear que Faith apareciera como ya lo había hecho varias veces para salvarlo.

Esta vez, sin embargo, Faith no apareció.

Regulus se tragó sus miedos antes de intentar huir con la esperanza de que lo siguieran fuera de la casa, dejando a Poppy fuera de peligro, pero fue detenido por un hechizo que golpeó el escalón que estaba a punto de pisar y lo destruyó. Regulus no quería admitirlo, pero estaba aterrado, miró a la bruja que estaba allí para matarlo. Regulus reconoció los ojos familiares y los mechones de cabello que escapaban de la capa.

―Alice.―murmuró mirándola con una mezcla de sorpresa y enfado. El hombre corrió, esta vez esperando alcanzar su varita, fue entonces cuando el primer hechizo lo golpeó.

Regulus cayó y levantó la cabeza de golpe cuando escuchó el grito de Poppy.―¡Huye, Poppy!―él gritó, pero fue golpeado nuevamente, intentó continuar su camino hacia ella en un intento de protegerla.

Desafortunadamente, Regulus Black ni siquiera pudo protegerse a sí mismo, por lo que cuando el tercer hechizo lo golpeó, ya no le quedaban fuerzas.

En su último aliento, Regulus Black no sintió dolor, sus preocupaciones y agonía lo abandonaron y la calma lo invadió. La paz del sol, ya no estaba en casa, no había lluvia, no había Alice ni miedo. Sólo había una risa juvenil y unos ojos azules tan claros como el cielo mirándolo con asombro. En su mente, tocó su cálida piel y ella se inclinó, depositando un suave beso de despedida en sus labios. Una cálida bienvenida para su último latido.

Su dulce Daisy.

―Adiós, Regulus Black.

EL FIN.

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1) Bueno, este es el fin. Aunque nos duela el corazoncito, lo es. Quiero agradecer a cada una de ustedes que apoyó la historia, sin ustedes no me habría sido posible traducirla♡ les mando un abracito lleno de amor. Eu também quero agradecer Helena também conhecida como hyscastle, obrigado por me deixar traduzir essa linda história e obrigado por criar essa obra de arte que nos fez rir e chorar, obrigado.

2) El segundo libro Bitter Poppy, fanfic de Harry Potter está disponible en mi perfil.  ¡Vayan a ver!♡♡

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