En un lado apartado de los demás, se encontraba una pequeña de cabellos oscuros e inocentes ojos azules. Quién acariciaba al conejo de su guardería, con cariño y curiosidad.

El pequeño conejo se dejaba acariciar de manera sumisa. Kyouka dejó de acariciarlo, al notar en su campo de visión un peluche de tigre blanco.

Miró a todas partes, preguntándose de quién pertenecería aquel hermoso peluche.
Tomó el peluche, comenzando a buscar al legítimo dueño. Pero algunos o estaban durmiendo o jugando entre ellos o simplemente estaban revolotean alrededor de los cuidadores.

Así como Ranpo y Elise.

Abrazó al peluche, soltando un pequeño suspiro de cansancio. ¿Por qué aún no podía dar con el dueño?

—  Di-Disculpa.- volteó, encontrándose con un niño un poco más grande que ella, de cabellos grises mal cortados y ojos ámbar con púrpura.

Sus mejillas mostraron un infantil sonrojo.

—  Bonito...

El niño se sonrojó debido a sus palabras. Nunca nadie le había dicho eso, lo hacía sentirse un poco extraño.

Fue entonces que se concentró por lo que él había ido hasta ella.

—  ¿Po-Podrías devolvermelo?

Kyouka miró al peluche que abrazaba a su pecho, asintió, extendiéndole el pequeño tigre.

Atsushi abrazó sonriente su más preciado tesoro. Miró a Kyouka, quien le miraba con curiosidad brillando en sus ojos.

Un pequeño rubor floreció en sus mejillas. Se aclaró un poco la garganta.

— Me llamo Atsushi.

— Mi nombre es Kyouka.

Atsushi abrazó con un brazo su peluche y con su mano libre, tomó la de la pequeña Izumi.

— ¡Vamos a jugar, Kyouka-chan!

-Traumada Taisho