Capitulo 02
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Advertencias: Mención de Traición. Mención de envenenamiento. Parto.
Cantidad de Palabras: 3078
Comentarios míos: Se le quiso a los Hightower 👀👀👀
King's Landing
103 d.C
El maestre caminaba frente a su rey, quien poseía un aura furiosa casi sanguinaria. Jamás antes vista en un rey. Hacía poco había escuchado en boca de algunos sirvientes que alguien estaba envenenando a la reina y al posible varón que cargaba en su vientre de 8 lunas. Y no tan solo a ellos, sino que también a la princesa Rhaenyra Targaryen.
Los Lords bajaban la mirada ante la mirada amatista intimidante que cargaba el joven Rey, mientras que los guardias se detenían de sus tareas para observar con la frente en alto a su rey. Tras de este, el príncipe Daemon Targaryen y la princesa Rhaenys Targaryen, disfrutaban del espectáculo que su Viserys estaba armando.
— ¿Dónde se encuentran? —pregunto, casi gruñendo la pregunta. Sir Harrold Westerling detuvo el caminar para apuntar a una habitación, custodiada por dos capas blancas. Viserys asintió, dando la orden de que abrieran la puerta—. Veamos si son capaces de decirnos la verdad.
Dentro de la habitación, se encontraban tres parteras y cinco sirvientas. Todas con la cabeza gacha ante la mirada de la Mano del Rey, Otto Hightower. Los hermanos Targaryen observaron al hombre de verde y entrecerraron los ojos. El hombre se suponía estaba recibiendo a los Velaryon, como una orden dada por el Rey, no en esa habitación.
—Otto, ¿Qué se supone que haces aquí? —pregunto, sobresaltando al hombre. Con orgullo, el hombre de verde se acercó a su rey para mentirle en la cara. Sin embargo, Viserys no lo dejo hablar—. Tu deber era recibir a mi prima Rhaenys con su señor esposo, pero no lo hiciste. Tuve que hacerlo yo. Te recuerdo que una orden es una orden y nadie puede rebatirla.
—Su majestad, pensé que sería bueno si yo interrogaba a las mujeres...
Daemon lo interrumpió.
—O darles instrucciones de no contar nada —dijo, acomodándose en un mueble, con sus brazos cruzados por su pecho. Hermana Oscura balanceándose en su funda, sostenida desde la cadera del príncipe rebelde—. Es divertido jugar a la inocente oveja, ¿No?
—Mi príncipe, como se atreve...
—Es suficiente, Otto.
El hombre se sintió ofendido al ver que el rey defendía a su hermano y no lo regañaba por sus insultos. Las piezas de su tablero se estaban moviendo con más rapidez desde que el rey, hacía ya 10 días, monto a Balerion. 20 Guardianes de Dragones murieron ese día, todos de parte de Otto. Ninguno dio información válida para que el rey tuviera el conocimiento de quien era el traidor. Sin embargo, la situación en ese instante se desbordaría y muchas cosas saldrían a la luz. Confiaba en esas mujeres.
—Que en la habitación solo quede mi hermano, la princesa Rhaenys, el maestre, la mano y yo. —La orden del rey se ejecutó de inmediato, quedando los antes nombrados. El rey ignoro la presencia de Otto, para comenzar con el interrogatorio. Tenía que sacarles toda la verdad, aunque costara. Para eso Daemon se había quedado—. La primera que hable, tendrá el perdón del rey. Las que no lo hagan, serán juzgadas en la plaza en una ejecución pública.
—Mi rey no creo que...
—Otto silencio.
Ninguna mujer hablo, pues todas miraron de reojo al Lord Mano. Daemon y Rhaenys no ignoraron aquello, mirándose entre ellos teniendo más sospechas de que él estaba a cargo de toda la red de traidores que se encontraban en la Fortaleza Roja. Claramente el hombre creía que ninguna mujer hablaría, por algo se había quedado en esa habitación. Pobre alma inocente.
—Daemon, haz lo tuyo —dijo Viserys, dándole la orden a su hermano de que hiciera hablar a las mujeres. La princesa observo a Otto y después de acercarse a su primo, el rey, le indico que lo observara. El hombre estaba pálido, casi a punto de desmayarse. Estaba claro que escondía algo y no quería que las mujeres hablaran. Viserys sonrió y asintió—. Otto, necesito que vayas a dar la orden de una ejecución pública para mañana. Ahora.
—Mi rey, no creo que sea buena idea...
Rhaenys elevo una de sus cejas.
— ¿Y porque? Estas mujeres ocultan información a su rey. Todas ellas saben quién es el que dio la orden de envenenar a la reina y sus hijos, ¿Por qué no es bueno juzgarlas como traidoras y posibles asesinas? —La pregunta fue respondida por el silencio. Otto solo bajo su cabeza y salió de la habitación.
Daemon observo a las mujeres, unas más temblorosas que otras ante la intensa e intimidante mirada del príncipe. Todas temían de lo que sería capaz de hacerles el hombre, una tortura, una desmembración, algo que las hiciera sufrir de una manera dolorosa. Los ojos del príncipe se detuvieron en una joven sirvienta que temblaba pero se escondía tras el esbelto cuerpo de una partera. Sonrió y la tomo de un brazo.
—Tú hablaras. —La sentó en una silla, amarrando sus brazos en los apoyabrazos de madera. Con una daga, rasgo las mangas de la túnica que llevaba dejando sus brazos expuestos. La joven tembló, observando a las parteras y sirvientas quienes corrieron la mirada. Se sintió traicionada— ¿Sabes? No deberías de confiar en la gente que te dará la espalda en estos momentos. Solo te tienes a ti misma, ¿Cooperaras con tu rey o tendré que sacarte las respuestas bajo quemaduras?
El maestre trago saliva al ver que el príncipe tenía una vela encendida en su mano. Pobre alma de la joven si no hablaba. No estaba feliz con la traición y el envenenamiento en contra de la reina y la princesa Rhaenyra, Gerardys quería que se hiciera justicia, pero no espero que fuera el príncipe Daemon quien la impartiera.
— ¿Quién dio la orden? —pregunto Daemon, acercando la vela al rostro de la joven, para después pasarla por los brazos. Al no tener respuesta, un gota hirviendo de vela cayó en la madera, cerca del brazo—. Responde, no es una pregunta difícil.
Nuevamente, la joven miro a las parteras y sirvientas. Una de ellas la miraba con miedo y negando. El ardor doloroso la consumió. Chillo de dolor al sentir su piel quemándose. Daemon saco la cera del brazo, observando una roncha roja que comenzaba a hincharse.
—Mi príncipe...
— ¿Responderás? —pregunto Daemon, otra vez esperando con paciencia la respuesta.
La joven asintió. Ella no tenía la culpa, ella solo escucho y observo. Preferían que la castigaran por ocultar el secreto que por haber hecho cosas que no eran ciertas. Como muchos siempre decían cuando alguien fallecía, lugar y tiempo equivocados, ella paso por lo mismo. Estuvo en el lugar y el tiempo equivocado, escuchando como intentaban envenenar a la princesa Rhaenyra y a su madre embarazada.
— ¡Niña, cállate!
— Tú te callaras, perra llorona ¿No tienes compasión por tus compañeras traidoras? Solo abres la puta boca para reclamar, ¿Serás capaz de protegerlas y decir la verdad? —ante el silencio, Daemon rio—. Eso pensé.
Rhaenys se acercó a la joven con un paño húmedo, que paso por la roncha inflamada. Observo a la joven llorosa y espero su respuesta.
—Las escuche hablar... Ellas decían que... —mordió su labio inferior con algo de fuerza, sacando sangre—. Cuando la princesa cumpla los 12 días del nombre le darán un... jugo que la hará enfermarse. No sé quién le dará el jugo, mi rey. Pero ella...
Viserys espero a que continuara. Estaba armándose de un gran saco de paciencia y, mientras la chiquilla más se demorara en responder, sus enemigos más daño estaría haciendo.
— ¿Ella que? —musito Daemon, observando a la chiquilla.
—Ella tendría que morir por una fiebre de 4 días.
A los Targaryen y al maestre se les vino el mundo abajo. El día del nombre de Rhaenyra seria en tan solo dos días mas, era muy poco tiempo para encontrar a quien debía darle el jugo a la menor. Tenían que moverse con rapidez, eliminando a esas primeras traidoras para que la voz se corriera y la rata saliera a la luz.
— ¿Qué más? —dijo Rhaenys, levantándose del suelo para caminar junto a Viserys.
—Le han... Estas mujeres le han dado leche de amapolas a la Reina desde que ella tiene 7 lunas.
El maestre dejo de respirar por algunos segundos en donde se dio cuenta de lo que querían conseguir. Un embarazo casi perfecto, sin ningún tipo de problemas para la reina y él bebe, debió de sospechar que algo estaban tramando. La joven siguió hablando, de cómo los traidores no querían que la reina Aemma tuviera más hijos, para hacer correr el rumor de que la semilla del rey Viserys era inservible. Gerardys solo pensaba en la crueldad que esos traidores cargaban encima.
—Maestre —llamo el rey, al ver que el hombre estaba pálido y petrificado en su sitio—, ¿Sucede algo?
Su respuesta alerto a Viserys y Rhaenys.
—Quieren adelantar el parto de la reina Aemma. —No faltaron palabras demás, pues el rey salió hecho un torbellino con su prima detrás. El maestre miro al príncipe y asintió, para seguir los pasos del rey.
Daemon, preocupado por la salud de su prima y del bebe que vivía aun en su vientre, observo al sequito de mujeres temblorosas que evitaban su mirada. Asi que allí estaba la primera obra de las ratas. Intentar asesinar mediante envenenamiento a la princesa y su madre, un acto que vulneraria el reinado de su hermano. Reconocía que eran acciones inteligentes, por eso solo un apellido se le vino a la mente. Sin embargo, quería divertirse un rato con esas mujeres antes de ir en busca de su sobrina.
—Ustedes abrirán la boca, o... —camino alrededor de ellas, causándoles temblores por todo el cuerpo—: mi dragon estará feliz de jugar.
— ¡La llama alta, es la llama alta en lo alto de la torre!
Daemon se detuvo, tenso e irradiando rabia por cada poro de su piel. Como siempre las ratas de la Fe tenían que meter su asquerosa nariz para cometer regicidio sin mancharse las manos. Su mano tintineo cerca de Hermana Oscura, al punto de apretar el mango con fuerza. El deseo innato de cortarle la cabeza a Otto Hightower en ese momento cruzo por su mente. Pero se contuvo, pues iba a dejar que el hombre moviera sus piezas con desesperación al ver que su tablero se rebalsaba en problemas.
—Sir Luthor, lleve a estas mujeres a los calabozos, que se queden allí junto a las ratas. Mañana habrá ejecución pública —dijo, observando a su mano derecha, un capa dorada muy amigo suyo. La chiquilla que fue quemada con la cera miro como sus antiguas compañeras se marchaban, pero ella no. El príncipe se volteó a observarla—. Dime tu nombre y edad.
—Elsa... Elsa Flowers, 18 días del nombre.
Una bastarda. Debió de haberlo sospechado.
—Como he visto que tus intenciones jamás fueron el dañar a la reina, serás mis ojos y oídos. Por el momento no te puedo ofrecer algo, a no ser que hable con mi hermano —dijo, levantando a la chiquilla para sacarla de ese cuarto. No vio a la rata de Otto cerca. Mejor para ellos, no querían que su día se arruinara más— ¿Hay algo más que quieras agregar?
La joven negó.
Daemon asintió, llevándola hasta una sirvienta que estaba limpiando algunas fuentes. La dejo allí para que la ayudara, pues necesitaba ir a buscar a su sobrina. La niña debía estar vigilada a cada hora, no podían correr riesgos de que le dieran el bendito jugo antes de tiempo. Cuando llego a los aposentos de su sobrina, la encontró leyendo un libro de la Conquista.
—Nyra...
— ¡Tío! —La princesa corrió donde su tío, lanzándose a sus brazos para ser alzada— ¿Dónde estabas? Escuche a papa cerca, ¿Sucedió algo?
El príncipe negó.
—Nada de qué preocuparnos —mintió. No iba a alterar a su sobrina con el posible parto adelantado de su madre y la muerte del bebe. Una idea cruzo su mente, necesaria para mantenerla ocupada— ¿Vamos a dar un paseo en Caraxes?
La niña asintió.
Mientras tío y sobrina salían de la fortaleza para dirigirse a Dragon Pit, el maestre Gerardys y Lady Mysaria se ocupaban de la reina. Para el rey, encontrar a la Lysena cerca de su esposa, compartiendo algunas risas y conversaciones amenas le sorprendió, pero después de tener el conocimiento de que Daemon la había mandado, se tranquilizó.
No por mucho tiempo cuando vio que un extraño liquido corría por las piernas de Aemma.
— ¡Mas toallas y agua! —grito la Lysena, a una sirvienta. Se acercó a la reina quien estaba agotada y con mucho dolor—. Mi reina, es hora.
Aemma negó. Todo iba bien con su embarazo, ¿Qué había cambiado? ¿Por qué se tuvo que adelantar? Solo faltaba una luna para el nacimiento, pero allí estaba, gritando en una cama de parto una vez más.
Viserys caminaba de un lado a otro nervioso, cerca suyo se encontraba Lord Lyonel, la princesa Rhaenys y Lord Corlys. Por ninguna parte se encontraba Otto Hightower. Y era mejor asi, pues no quería ver esa cara de "pena" que cargaría cuando le dijeran la noticia del nacimiento de su segundo vástago. Suficiente tenía con saber que su hija podía morir envenenada al igual que su esposa.
—Viserys...
La princesa Rhaenys se acercó a él, sosteniendo su mano temblorosa. También tenía miedo, perder a Aemma sería otro duro golpe para la casa Targaryen y daría alegría a sus enemigos.
Los gritos dentro de la habitación se escuchaban desgarradores, Aemma sufría como jamás antes. Quiso ignorar los gritos, ignorar todo y entrar en una burbuja de ilusión en donde todo estaba bien y nada ni nadie los dañara. En donde no fuera el quien reinara, sino su tío Aemon o su padre Baelon.
Quería a su madre, a su abuela, a las mujeres que le darían consejos para poder superar esa oscuridad que pronto golpearía su casa ¿Quién era el armador de todo? ¿Quién era la cabeza de toda esa red de traidores? No confiaba en nadie ya, solo en sus familiares y los guardias más leales que tenía. Solo ellos podían ayudarlo a superar aquella oscuridad y revelar a los traidores.
Los quemaría a todos con Balerion.
—Viserys...
El nuevo llamado lo saco de esos pensamientos. Lady Mysaria se encontraba en la puerta de los aposentos, con una sonrisa cansada pero alegre ¿Acaso...? La pregunta no fue respondida, porque a pasos rápidos se acercó a ella. La observo esperando algunas palabras.
—Todo está en orden, su Majestad. Felicitaciones, fue un niño fuerte y saludable —dijo, dándole el paso al rey para que ingresara.
Un niño, acababa de tener un niño. Su corazón salto en dicha, porque después de varios intentos finalmente tenía a un varón. Sin embargo, Viserys evito pensar de más con aquella nueva noticia. Tenía que pensar con frialdad ante los problemas que se arremolinaban frente a sus narices. Su hijo correría peligro, tal como la vida de su hija, por lo que debía mover sus propias piezas y darles un golpe a los traidores que no se vieran venir.
—Vis...
La voz cansada de Aemma lo hizo mirarla. En sus brazos, se removía un pequeño bebe que, sorpresivamente, poseía cabellos pelinegros casi castaño y ojos disparejos. El perfecto reflejo de su madre llego a su mente. Con cuidado, tomo al niño en sus brazos y lo admiro con amor.
—Es como ver a mi madre nuevamente —murmuro, bajo la atenta mirada de la reina, su prima, el maestre y Lady Mysaria— ¿Maestre?
Gerardys se acercó.
—La reina está al tanto de la situación, mi rey, el parto fue complicado pero el bebe y la reina se encuentran en perfectas condiciones —dijo, observando a todos en la habitación. Rhaenys se acercó a su primo para poder tomar al pequeño. Una pequeña lucha comentó entre ambos, que fue ganada por una revoltosa Rhaenyra y su tío, quienes llegaron casi corriendo ante la noticia que se esparcía entre susurros—. Sin embargo, me veo en la obligación de ponerlo en una situación un tanto complicada.
Viserys sabía a lo que se refería. Con el permiso de Aemma, le entrego al bebe a Rhaenys para que se alejara unos pocos metros de la cama junto a Rhaenyra, con el motivo de que la niña no escuchara la delicada situación.
—Lo tengo claro, maestre —respondió, tomando la mano de su esposa que la apretó un tanto temerosa—. Los traidores buscaran cualquier motivo para dañar al bebe, pues es el primer varón de mi sangre y el futuro heredero al trono. A no ser...
—Que no lo pongas como Heredero...
Las palabras de Aemma quedaron en el aire y todos se voltearon a ver a la pequeña princesa con 11 días del nombre. La pequeña miraba a su hermanito con admiración, deseosa de poder tomarlo entre sus manos. Quien diría que aquellos dos hermanos serian en un futuro uña y mugre, una relación de hermanos casi como la de los tres conquistadores con Orys Baratheon.
—Poniendo a Rhaenyra el reino se ira en guerra...
—No si les demostramos que sería una buena Reina. Una que proteja a su pueblo y familia.
Daemon asintió. Poner a su sobrina era algo que ni Jaehaerys pensó, se pasó la línea sucesoria por los huevos después de la muerte de su tío Aemon y después, de la muerte de su padre, dejando que el consejo decidiera que Viserys era el mejor para sentarse en el Trono ¿El temor que una mujer hiciera más fuerte el reinado de los Targaryen? Una mierda, el mismo lucharía contra todos los que estuvieran en contra de la proclamación de Rhaenyra.
Los mataría y haría que su sobrina sentara su trasero en ese Trono de Espadas.
—Hay algo que debo decirles —dijo, recordando lo que una de las mujeres dijo antes de ser enviadas a los calabozos. Todos, a excepción de Rhaenyra, lo observaron expectantes—. "La llama en lo Alto de la Torre" dijo una de las mujeres. Todos sabemos a quienes se refiere, ¿No?
Hightower. Los Hightower eran los traidores.
Viserys sintió que su respiración se volvía errática. Recordaba que ese hombre fue la mano de su abuelo por un tiempo, después de la muerte de su padre. No se le quitaba de la cabeza que ese mismo hombre lo enveneno para matarlo.
No dio ninguna orden, solo se quedó allí sonriendo con algo de maldad. Otto Hightower se arrepentiría de haber intentado asesinar a su familia.
Los quemaría a todos.
¡Buenassss! ¿Cómo están nuevamente? Se les quiso a los Hightower jijiji
Otto como siempre queriendo estar un paso mas adelante, lo que no sabe es que ya esta como 20 pasos detrás jajajajajaja. Ese hombre no aprende.
¿Qué creen que suceda en el onomástico de Rhaenyra? Uyyyy, se viene fuerte la cosa....
¿Se esperaban que Aemma lograra tener un varón antes de Baelon? Bueno... Baelon no existirá en este fic... Pero, mi reina tendrá unos buenos años de descanso de las camas de parto, hasta que Aegon nazca.
Bueno, nos vemos, Monse 👻👻
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