—¡Chicos! ¡Chicos! —Kaminari estaba corriendo hacia ellos con una hoja a la mano hasta que se detuvo dentro del salón de clases—. ¿Ya vieron este cartel? Va a haber una fiesta este fin de semana por el aniversario del colegio, y aparte presentarán a un nuevo maestro que nos dará clases.

Mina, Sero, Kirishima, Katsuki e Izuku estaban reunidos en el salón de clases platicando y haciendo chistes, para pasar el rato. Aunque a decir verdad, Katsuki era el único que no le hallaba gracia a todo. Izuku solamente estaba atento a lo que decían los chicos, y se reía con algunos chistes, y a otros no les entendía.

—¡Presta aquí! —Mina le arrebató el boletín de las manos y comenzó a leerlo.

—Pero aquí dice que la fiesta es por parejas —dijo Sero.

—Bah —Katsuki se levantó de su asiento—. Tonterías, ¿se han dado cuenta que no hay muchas chicas en este colegio? Algunos chicos irán solos.

—¿Cómo tú? —se atrevió a decir Denki.

—¡Repite eso, idiota!

Kirishima y S ero tuvieron que sujetar a Katsuki para que no lo empezara a golpear.

—Tranquilo Katsuki, Kaminari lo decía de broma, ¿verdad Denki?

—¡Sí! —contestó para salvarse el pellejo.

—Te salvaste por esta vez, maldito pokemon —dijo al momento de salir del aula—. Además, no tengo tiempo de ir a fiestas estúpidas.

Izuku no tuvo remedio que seguir a Katsuki.

—Adiós —Izuku se despidió de ellos con su vocecita infantil.

Caminaron por el pasillo. Izuku iba tarareando una canción y Katsuki prefirió ignorarlo un poco poniéndose los audífonos para escuchar música. Tan enfrascado estaba, que no se dio cuenta que Izuku lo estaba llamando desde hace rato, si no hasta que le jaló inesperadamente la manga del uniforme. Se asustó porque lo sintió tan real. Se quitó los audífonos de repente.

—¿Qué hiciste? —le preguntó sorprendido.

Izuku no entendía nada.

—¿Qué cosa, Kacchan?

—No, nada. ¿Querías algo? —estaba hablando con seguridad al ver que no había nadie más cerca.

—¿No vas a ir a la fiesta que dicen los chicos?

—Obvio no, Deku.

—¿Pero por qué no? —comenzó a dar brinquitos a su alrededor para animarlo un poco.

—Porque es una fiesta para chicos de mi edad, enano. Tú no puedes venir conmigo, es más, ¿quién te va a cuidar mejor que yo? —siguió caminando.

—Pues tu mamá, ¿no? —sonrió—. Puedo quedarme con ellos mientras sales a divertirte, Kacchan.

—No, olvídalo. La bruja te va a ignorar todo el tiempo, y mi papá va a estar ocupado con su trabajo. Prefiero no ir.

—¿O es porque no tienes pareja, Kacchan? —dijo inocentemente.

—¿Qué dijiste, enano? —se enojó con él.

Izuku se protegió la cabeza con ambas manos porque creyó que Katsuki iba a golpearlo a coscorrones como le hacia a él cuando eran pequeños. Pero Katsuki no hizo nada de eso.

—No voy a invitar a nadie, Deku.

—¿Ni a esa chica gordita que vomita arcoiris? —dijo Izuku.

—¿Uraraka? —por un momento la cara de Katsuki se tornó un poco rojiza.

—¡Sí! ¡Ella! Yo sé que te gusta, Kacchan. ¡Invítala a la fiesta! —comenzó a cantar a coro—. ¡Invítala a la fiesta! ¡Invítala a la fiesta! ¡Kacchan y Uraraka son novios! ¡Son novios!

—¡Oye! ¡Ella no es mi novia, Deku! —gritó, pero luego se calló la boca al ver que había gritado lo bastante fuerte. ¿Y si alguien logró escucharlo? Miró a todos lados para comprobar que nadie más estaba por allí—. ¿Acaso quieres que el enemigo te quiera quitar tus poderes?

—No. Perdón, Kacchan.

—Como sea, muévete que llegamos tarde a casa.

En eso, Izuku sonrió y sacó la lengua como si acabara de comer.

—Mmmmm, ¡qué rico! ¡Pude sentir el katsudon en mi pancita! Mami me envió comida, tal y como me habías dicho, Kacchan.

—¿Eh? —se giró Katsuki.

Luego checó la hora en su celular y vio la fecha. 15 de Junio. No era la primera vez que Izuku sentía eso, ya había pasado eso nueve veces. Diez con esa.

«Es verdad, hoy debería ser el décimo sexto cumpleaños de Deku. De seguro la señora Inko fue a su tumba a dejarle ofrendas», pensó.

—Oye, Deku, ¿quieres ir a la playa?

—¿Eh? ¡Sí!

Katsuki lo llevó a la playa por dos razones; la primera porque era su cumpleaños, pero como Izuku seguía siendo un niño, perdía la noción del tiempo sin preocupaciones, y la segunda, porque necesitaba descansar un rato de tanta presión escolar, y de cuidar de un chico como si fuera un padre soltero. Mientras que el pequeño Izuku se entretenía en las aguas del mar, y persiguiéndo algunos cangrejos que regresaban a las olas, Katsuki se sentó en la arena, cuidando del niño, y sintiendo la brisa del mar dándole a la cara.

—¡Kacchan! ¿Por qué no vienes al agua? —preguntó Izuku.

—Porque tengo el uniforme, Deku. Te traje a ti para que te diviertas un poco.

—Que mal, yo quería que vinieras.

—Sí, tu sigue jugando.

Izuku nadó un poco más lejos de lo acostumbrado, entonces Katsuki se levantó de repente.

—¡Oye! ¡No te alejes de la orilla, Deku! ¡Podrías ahogar..., sabes qué, olvídalo —no tenía caso decirle que se podría morir si ya estaba muerto.

—Está bien —Deku nadó de nuevo y obedeció dirigiéndose a la orillo ta y como se lo había pedido Katsuki, entonces alzó la cabeza y señaló detrás de él—. ¡Mira Kacchan! ¡Uraraka está detrás de ti!

En eso, Katsuki se volteó y se encontró cara a cara con Uraraka.

—¡Ay no! ¡Y yo que quería sorprenderte por detrás! —dijo la chica un poco descepcionada.

—Que mal, deberías seguir practicando eso, Ochako —contestó Katsuki.

A esas alturas, Deku se estaba riendo a lo lejos al ver cómo su amigo estaba helado de tener a la chica de sus sueños delante de él.

—¿También viniste a la playa?

—¡Sí! Kacchan me trajo para que pudiera nadar un rato! —respondió Izuku a lo lejos, algo que incomodó un poco a Katsuki.

—Pues, qué te digo; vine porque me dio la gana —dijo Katsuki.

—Ya veo —sonrió la chica.

—¡Dile que quieres invitarla a la fiesta, Kacchan!

«Ese enano me las va a pagar», Katsuki estaba a punto de explotar, pero se contuvo.

—Bueno, yo estaré por allá. Nos vemos Katsuki —Uraraka se alejó.

—¡Ay! ¡Kacchan! ¿Por qué no la invitaste? —Izuku se acercó a su lado.

—Porque no quiero —susurró.

—¿Dijiste algo, Katsuki? —lo logró oír la chica.

—No dije nada —casi se muerde la lengua por mentir.

—¡Ya disélo, Kacchan!

—Bueno, creo que me equivoqué —Uraraka comenzaba a irse.

—¡Está bien! ¡Yo se lo digo, Kacchan! —Izuku corrió hacia ella para tomarla del brazo.

Katsuki se desesperó y corrió tras él para impedirlo, ¿y si Uraraka lograba sentir a Izuku? ¿Cómo reaccionaría? No querá imaginarlo, pero tropezó con la arena y se cayó encima de la chica en el suelo. Izuku solo se hizo a un lado, con algunas risitas al ver que habían caído en una pose muy, muy romántica.

—¡Kacchan! ¡Estás colorado! —Izuku estaba riéndose.

Y era verdad, pero de vergüenza.

—Perdón, me tropecé —se disculpó Katsuki con un leve rubor en el rostro.

—¡Ah sí! ¡Descuida! ¡Descuida! —Uraraka estaba colorada.

—¡Dile! ¡Dile! ¡Dile!

Izuku no se iba a quedar callado hasta que Katsuki hiciera algo.

—¿Eh... uraraka? —la ayudó a levantarse del suelo y se sacudió la arena del uniforme—. ¿Tienes... pareja de baile?

—N... no. Todavía no —contestó nerviosa.

—Genial, porque yo tampoco, iré a recogerte a tu casa por la noche.

—Pero yo...

—Está bien, esta bien, nos veremos entonces en la fiesta. Te espero ahí —se despidió sin siquiera esperar una respuesta.

Uraraka sólo lo quedó mirando, un poco confundida.

—¿Me estaba invitando a ir al baile? —murmuró.

Mientras tanto, Katsuki regresaba a su casa junto con Izuku. Entraron a la habitación y Katsuki se tumbó a su cama, con la cara oculta debaja de la almohada y gritando para desquitarse por lo ocurrido hace rato.

—¿Ya vez? ¿Qué te costaba decirle eso? ¡Ya tienes pareja para ir a la fiesta, Kacchan!

—¡Cállate, Deku! ¡Hiciste que hiciera el ridículo delante de Uraraka!

—Pero al menos le hiciste la pregunta, Kacchan, ¿o no?

—¡Claro que sí! ¡Pero no quería que fuera así! Tonto.

—Oye, no me regañes, yo sólo quería ayudarte —le mostró la lengua.

—Tsk.

—¿Y qué vas a llevar puesto esa noche?

—No lo sé. Debo de tener un traje bonito. ¿Por qué me miras así, Deku?

—Es que se me hace divertido que vayas a una fiesta, Kacchan. No te preocupes, yo estaré aquí en la casa.

—Cuando regrese te quiero ver dormido, es que no sé cuánto tiempo dure la fiesta, Deku.

—¡Sí, capitán!