Polaroid Solution

Retrocedamos un tiempo atrás, diez años para ser específicos. Semanas después de que se cerrara el caso Izuku, el pequeño Katsuki despertó en una mañana lluviosa, con los ojos hinchados por desvelarse la noche anterior. Ese día era sábado, así que se quedó en casa todo el día observando cómo las gotas de agua empapaban su ventana, mientras que su padre trabajaba y su madre se fue al supermercado.

Fue entonces que lo vio.

—Hola, Kacchan —Izuku estaba sentado en su cama.

—¡Ahhhhh! —Katsuki se asustó y le tiró el primer objeto que tenía cerca, una cámara Polaroid y lo traspasó como si nada—. ¡Un fantasma! ¡Bruja! ¡Bruja!

Izuku solamente se rio por lo que estaba escuchando.

—Jajajaja, que chistoso eres Kacchan, yo no soy un fantasma.

«Demonios, ¿cómo se lo explico sin que llore?», pensó Katsuki. Izuku había muerto, de eso no había duda pero, ¿cómo era posible que su espíritu estuviera todavía atrapado en el mundo de los vivos? Tomó calma poco a poco, y se le quedó mirando un buen rato. Izuku seguía vestido como la última vez que lo vio: una playera blanca, pantalones amarillos, y unas botitas rojas. No había cambiado en nada, salvo que estaba, ya saben, muerto. Katsuki fue por la cámara fotográfica y se aseguró de que no estaba rota. Es más, seguía funcionando como si nada.

—Hola Kacchan, ¿jugamos?

«Tiene que ser mi imaginación. Sí, es eso», volvió a pensar.

—¿Eso significa un no? —dijo Izuku al ver que no había respuesta alguna.

Izuku se había quedado en ese lado del mundo sin querer, y todavía no había sido conciente de lo que le pasó. ¿Cómo actúan los fantasma? Claro; traspasan varias cosas, y nadie los puede oír. Entonces Katsuki reaccionó.

—Deku, no hay muchos juguetes con los que podamos jugar —lo dijo porque no estaba seguro de que Izuku pudiera sostener en sus manos de ángel un juguete terrenal—. Es más, jugaremos a que los dos somos superhéroes y que si tocamos un juguete, explotará. Tú no puedes, porque si lo haces, explotarán en ese momento, y yo solamente puedo cargarlos en poco tiempo, ¿entendido?

—¡Sí!

En un santiamén, Katsuki tiró todos sus juguetes a una bolsa negra para que el pequeño Izuku no se sintiera mal de no poder jugar con ellos.

—¿Y yo qué hago Kacchan? —dijo dando brinquitos a un lado de él.

—Tú por lo mientras vigila si el enemigo manda aviones de combate a la casa, porque quieren tener estos juguetes, y nuestro deber es protegerlos.

—Entendido.

—Se dice entendido capitán, porque a mí se me ocurrió el juego, y por eso soy el capitán, ¿entendido?

—Sí, perdón ¡entendido capitán! —se llevó la mano en la frente y se fue a la ventana para ver si un avión pasaba cerca—. Uh, está lloviendo. No veo nada en el cielo, Kacchan.

—Entonces aborta la misión, Deku.

La puerta de la casa se abrió, y entró Mitsuki con las compras.

—¡Ya llegué! —dijo al entrar con varias bolsas a la mano.

Katsuki salió de su habitación y fue corriendo a abrazarla, y de paso a ver qué golosinas le trajo en ese día. Mitsuki le dio una bolsa de gomitas, pero se asomó a la bolsa para ver si no había algo más, como una paleta, o una goma de mascar.

—Hola señora Mitsuki —saludó Deku.

Pero obviamente Mitsuki no lo escuchó, en cambio, se fue a la cocina y comenzó a preparar la comida, mientras que mandó a su hijo a ver la televisión. Izuku no se sintió mal, al fin y al cabo saludó por cortesía, y porque su madre siempre le había dicho que a la señora Mitsuki se le debía de saludar porque era una buena amiga.

—¿Qué vas a querer para la comida, Kacchan? —preguntó su madre mientras picaba algunos vegetales.

—Lo que sea está bien para mi —contestó sin dejar de mirar la televisión.

—¡Katsudon! —gritó Izuku felizmente desde el sofá.

—Aunque el Katsudon no suena nada mal —dijo Kacchan disimulando un poco. Sabía que su madre no podía ver a Izuku, y la única manera de que Izuku estuviera feliz era poder servirle de intérprete a discreción.

Justo en la pantalla estaba pasando una pelicula con trama de superhéroes, algo que a Izuku le fascinaba demasiado. Entonces, la señora Mitsuki terminó de cocinar y mandó a Kacchan a que se lavara las manos para comer.

—Y me apagas esa tele, Katsuki.

—¡No! —gritó desesperado.

—No por favor, señora. La pelicula no ha terminado todavía —dijo Izuku.

—¿Cómo de qué no, niñato? —respondió enojada y le arrebató el control de las manos a Katsuki—. Dame eso.

—¡Devuélmeme eso, bruja! ¡Todavía la pelicula sigue!

—¿Ah sí? Entonces dile a la pelicula que te alimente el estómago. Dame una buena razón para que esa televisión esté encendida, Katsuki —le dijo con un gran aire de superioridad.

—Es que, es que —no podía decirlo en voz alta, no enfrente de Izuku. Se acercó al oido de su madre y le susurró—. Es que esa era la pelicula favorita de Deku.

Con tan solo oir eso, Mitsuki se desalmó y quedó estupefacta. Su cara se tornó triste y entonces le regresó el control a su hijo.

—Está bien, en cuanto acabe la pelicula, apagas la televisión.

—Gracias.

—Gracias señora Mitsuki —contestó Izuku.

Al día siguiente, Domingo, amaneció soleado, como si nunca hubiera llovido el día anterior. Katsuki se despertó en la cama, esperando a que todo hubiera sido un sueño, pero al girar la cabeza, se encontró a Izuku durmiendo a su lado. No había duda, seguía ahí. Más tarde salió al patio a jugar con todos los vecinitos en el parque, y se llevó la cámara fotográfica colgada en el cuello. Obviamente Izuku lo siguió.

—Hola, Kacchan —saludó un niño.

—Hola, extra. ¿A qué están jugando?

—A las atrapadas, ¿quieres unirte?

—Obvio sí, atraparé a todos ustedes, perdedores. Él último en ser atrapado, gana.

Comenzaron a jugar. Casi sin querer, y por instinto de niño, Izuku también corrió con ellos. Katsuki los perseguía con gran velocidad que a lo último quedaban una niña e Izuku. Como todos sabían que esa chica había ganado, dejaron de correr, incluso ella. Pero Izuku estaba emocionado al ver que solo faltaban dos, sin saber que para los demás niños él no contaba como jugador. Entonces Katsuki caminó a la niña y le tocó la cabeza.

—Perdedora.

La niña se puso a llorar.

—¡Hey! ¡Pero si ella ganó! ¿Por qué la llamas así? —protestó un chico.

—No es cierto, yo gané —dijo Izuku en su defensa—. ¿Verdad, Kacchan?

—Tsk, ustedes son los que no saben jugar, tontos —se fue caminando al otro extremo del parque para estar a solas. Izuku también lo siguió.

—¿A dónde vas, Kacchan?

—No te importa.

—Bueno.

Siguió caminando. Iba a se muy difícil tener que lidiar con los demás niños teniendo a Izuku a su lado. Ahora tenía que ser cuidadoso de que nadie lo viera hablar solo o lo tomarían por loco, e ingeniárselas para ser niñero de un pobre chico muerto las veinticuatro horas del día. ¿Por qué Izuku tenía que volver a aparecer? Tenía que vivir un buen tiempo con él, no sabía cuánto tiempo, pero a simple vista se notaba que sería un buen tiempo indefinido.

Tan concentrado estaba en sus pensamientos que no se dio cuenta de que Izuku no estaba a su lado. Se levantó de golpe y comenzó a buscarlo por todo el parque.

—Maldición, Deku. ¿En dónde estás? —siguió corriendo.

Regresó al sitio donde recién había jugado con sus amigos, pero ellos ya no estaban allí. Solamente Izuku sentado en una banca del parque, con las manos sobre la cara y llorando desconsoladamente.

—¿Ahora qué tienes, Deku? —dijo al ver que nadie más lo miraba hablar.

—Es que, los chicos me ignoran mucho. Yo quería seguir jugando con ellos a las atrapadas, pero se fueron aunque les dije que se quedaran un rato más.

—Tonto, es que todavía somos superhéroes.

—¿Eh?

—Sí, ellos no te pueden ver porque tu superpoder es volverte invisible.

—¿En serio?

Se le ocurrió una pequeña solución, Una solución Polaroid.

—Sí, mira —le tomó una foto con su cámara y al salir la toma la observó. Como esperaba, Izuku no salía en la foto—. Acércate, ¿lo ves?

—¡OOOOH! ¡Tengo poderes! ¡Kacchan! ¡Kacchan! ¡Tengo poderes!

—Y también nadie te puede oír, esa es una de tus desventajas, Deku. Así que nadie más debe de saber que tienes poderes o los malos vendrán por ti y te los quitarán.

—Está bien, Kacchan —lo abrazó.

Katsuki no le regresó el abrazo porque estaban en un sitio público y cualquier persona que pasara cerca le parecería extraño ver que el chico actuara como si estuviera abrazando a una persona invisible.

—Volvamos a la casa, Deku.

—Pero tengo que regresar a mi casa, mi mamá debe de estar esperándome.

¿Cómo iba a explicarle que la señora Inko se había mudado al cerrarse e caso Izuku? Sí señores, Inko no pudo soportar seguir viviendo en una casa en donde cualquier rincón le recordaba las sonrisas de su hijo.

—Tu mamá se fue de viaje Izuku, ahora tú vas a vivir un tiempo con nosotros en nuestra casa.

—¿Se fue? ¿Por qué no se despidió de mi?

—Porque lloras mucho, Deku. Ibas a hacerle un berrinche si te enterabas que iba a salir de viaje sin ti. ¿No vas a llorar ahora verdad?

—No —se estaba aguantando las ganas.

—¿Lo ves? ¡Por eso no te dijo que se iría! ¡Ya estás llorando!

—¡Está bien! ¡Está bien! No voy a llorar, Kacchan.

—Ya está, lo prometiste. Ahora regresemos a casa.

—Oye, kacchan.

—¿Qué quieres ahora, Deku?

—¿Cuando va a regresar mi mamá?

—No lo sé, no le dijo a mi mamá cuando regresaba.













Regresando al presente, los chicos y Katsuki salieron de la sala de cine después de ver si pelicula de terror, y el rubio se fue por su parte. Mientras que Katsuki se alejaba, Mineta, Denki, Ochako y Shoto lo miraron alejarse.

—A veces me da miedo, esta tarde lo encontré hablando solo en el pasillo del colegio —dijo Mineta.

—Katsuki siempre ha dado miedo, Mineta. No es algo de que asombrarse —habló Denki.

Por otro lado, a Katsuki le estaba chillando la oreja. Señal de que estaban hablando mal de él.

Shoto sólo suspiró.

—Como sea, se le murió un amigo, de eso no hay duda.

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