𝐭𝐰𝐨. a bird less grandiose


II —— a bird less grandiose

🦢

EL GORJEO DE LOS PÁJAROS SE ESCUCHA en el aire al tiempo que Fianna regresa silenciosamente a su habitación. Era algo común para ella durante el verano; antes de que Remus acabase las clases y se mudara, se escapaba cuando se ponía el sol, acompañando la forma de hombre lobo de su hermano en su propia forma animaga. Un cisne fuerte y elegante que podía volar a través de las nubes, atento a cualquier peligro, a cualquier humano del que mantenerse alejado. Desde su graduación, los amigos de Remus lo acompañan, y es exactamente por eso que, una hora y media después de la vuelta de Fianna, alguien llama a la puerta.

—Buenos días, Hope —la voz de Sirius Black flota a través de la casa, desde la puerta principal hasta el rellano de arriba, donde Fianna se pone un jersey sobre la cabeza. Tomó una siesta, se duchó y se vistió para el día. Afortunadamente, tiene día libre en el trabajo, lo que significa que puede descansar. Antes de abandonar el bosque, su hermano mencionó que hoy hay un maratón de Los Ángeles de Charlie en la tele. Espléndido.

Baja las escaleras, donde Sirius está encantando a sus padres como de costumbre. Desde que se convirtió en animago, se ha propuesto estar allí cada luna llena, incluso si no lo necesitaban anoche. Fianna piensa que es dulce.

Buenos días, Fee —Sirius sonríe.

Ella le lanza una mirada; el hecho de que sus padres aún no se hayan dado cuenta de la situación de los animagos no significa que puedan saberlo tarde o temprano. Tiene suerte de que no sean estrictos. ¿Qué pasaría si, la próxima vez, revisan su habitación y descubren que no está? No se enojan a menudo, pero sabe que la matarían si descubrieran que se convirtió ilegalmente en animaga.

—Buenos días. ¿Vienes a ver cómo está Remus?

—Por supuesto —dice Sirius—. Pensé que podría pasar a dejar esto.

Coloca una bolsa de papel sobre la mesa de la cocina, una de ellas llena de croissants. Fianna lo mira. Así que ahí es a donde fue. Ama a Sirius, pero le molesta la facilidad con la que encanta a sus padres. Fianna cree que Hope quiere que uno de sus hijos se case con él para recibir este tratamiento para siempre... Fianna cree que le dará esa tarea a Remus.

Lyall ya tiene medio croissant en la boca y un trozo de masa colgando de su bigote.

—Sirius la estrella, ¿eh? —dice. Fianna pone los ojos en blanco y llena una petaca con café. Guarda un par de pasteles en su bolso a cuadros que ha tenido mejores días, y se pone las gafas de sol en la parte superior de la cabeza.

—Vamos —Fianna tira a Sirius del brazo.

Salen y recorren el camino de guijarros de la casa hasta el camino rural. No hay ruta, pero pasa aproximadamente un coche al día, así que no es realmente un problema. Además, es sólo una corta caminata antes de que lleguen al torno del campo, serpenteando hacia la choza en el bosque.

—Un lobito me dijo que viste a mi hermano ayer —suela Sirius mientras pasan por el torno. Fianna va primero y espera a que él avance.

Asiente, cubriendo sus ojos con sus gafas de sol naranjas.

—Apareció por mi trabajo —le dice a Sirius—. Va mucho allí... pero iba con mortífagos.

—Perdedores —dice Sirius, y Fianna está de acuerdo—. ¿Cómo estaba?

—Comiendo de la mano de la muerte —responde Fianna, como le dijo a su hermano anoche. Sin embargo, Remus no se rió, aunque Fianna pensó que era muy divertido de su parte. Sirius sí lo hace y responde por qué es su favorita entre los amigos de Remus—. ¿No has hablado con él?

—No desde que me fui de casa. Un consejo: trae problemas.

Fianna levanta una ceja.

—Dijo algo parecido sobre Salome.

Ew, ¿Lestrange? —Sirius pone su mano sobre su pecho, como si estuviera agarrando perlas invisibles. Fianna lo mira. Sabía que él tendría esta reacción: la misión de Salome en Hogwarts era hacer que la vida de los merodeadores fuera un infierno. Y, para ser honesto, si Fianna no estuviera relacionada con uno de ellos, probablemente también los encontraría desagradables.

—Ella es agradable —dice Fianna.

—Te lavaron el cerebro, no es tu culpa —dice Sirius—. Regulus también por culpa de ese capullo de Malfoy. Agradece haber escuchado a tu hermano, o de lo contrario podrías haber terminado como él.

—Dudo que los mortífagos me acepten.

—¿Es que quieres unirte a ellos? —Sirius levanta una ceja.

Fianna suspira.

—¡No me refería a eso!

—Oh, sí, apuesto a que te encantaría comer de la mano de la muerte —comenta Sirius. Fianna comienza a reír y él niega con la cabeza—. La verdad, hemos oído hablar de muchos mestizos que forman parte de su lado... como Snape, si es que te acuerdas de ese imbécil.

—¿El del pelo grasiento?

—El mismo.

Fianna frunce el ceño.

—No, os ayudaré cuando terminen las clases.

—Dudo que Lunático te deje —se ríe Sirius.

—Mierda —espeta Fianna.

—Aunque te deja andar con un hombre lobo una vez al mes... —Sirius la mira y sonríe—. Tiene prioridades.

Tras un rato, llegan a la choza. Remus se cambió y se puso la ropa que llevó consigo, ahora sentado, aburrido, leyendo un libro que aparentemente empacó. Levanta la vista, dobla la esquina de la página y lo deja. Fianna le entrega un croissant, el que Sirius rellenó con chocolate para untar.

—Sirius le hizo la pelota a mamá otra vez.

—Sé amable, que él no tiene —dice Remus.

La boca de Sirius se abre en shock.

Perra.

Fianna sonríe.

—¿Cómo estás? —quiere saber Sirius.

Remus se encoge de hombros y come su masa rellena de chocolate.

—Fantástico, ahora que tengo esto.

—Eh —dice Sirius, frunciendo el ceño—. Le pregunté a Fianna, no a ti.

Fianna se ríe.

—Cansada, nada más...

—Podrías haberte ido a casa cuando apareció Canuto.

—No seas aburrido —le dice Fianna a su hermano.

—La adoro. Te humilla —Sirius sonríe.

—Creo que mereces más humildad que yo...

—Sí, pero como Fee y yo establecimos, no hablo con Reg...

Remus mira a Fianna con una pequeña sonrisa en su rostro. Fianna ya puede sentir la necesidad de rodar los ojos, sabiendo exactamente lo que pasa con su hermano mayor. Bebé Fianna, ¿hablando de Regulus de nuevo? Podría mirar a cualquier chico y su hermano sacaría conclusiones precipitadas.

—Ah, ¿también te lo ha contado? —comenta Remus.

—No, pregunté cuando tú me lo contaste —responde Sirius—. Fianna no anda por ahí hablando de mi hermanito; tiene algo de sentido común —Fianna le saca la lengua a su hermano—. ¿Te imaginas a esos dos? Creo que prefiero clavarme agujas en los ojos que verlos juntos.

—Dices eso de todo el mundo —Fianna frunce el ceño.

—Sí, porque nadie es lo suficientemente bueno para ti —Sirius agita su mano con desdén.

Remus asiente con la cabeza. Fianna se queja.

🦢

GEORGIA POTTER SIEMPRE LLEGA TARDE, algo que Fianna sabe, mientras está parada detrás del mostrador del café esperando que su mejor amiga aparezca. Fianna abrió el domingo y Georgia debía aparecer al mediodía y luego cerrar al final de su turno. Son las doce y cuarto y Fianna come el almuerzo que le han proporcionado durante su turno: sopa de puerros y patatas servida en sus grandes tazas de café para poder sorberla mientras trabaja. Pero, gracias a los ataques de los mortífagos, el Callejón Diagon ha estado tranquilo toda la mañana, algo extraño para ser el fin de semana antes del nuevo curso en Hogwarts.

—¿Por qué está todo tan silencioso? —Georgia aparece finalmente a las doce y diecisiete.

Fianna, bebiendo lo último de su sopa, se encoge de hombros.

—Mortífagos.

El cabello de Georgia está recogido en un moño desordenado, dos rizos enmarcan su rostro. Lleva una camiseta de las Arpías de Holyhead que queda oculta en su mayor parte cuando se pone su uniforme de café, un delantal color caramelo. De todos modos, Fianna debe quedarse hasta la una (normalmente hay prisa a la hora del almuerzo, lo que requiere dos miembros del personal), por lo que la tardanza de Georgia no es lo peor, especialmente porque todo anda bastante muerto.

—Oh, vi a tu hermano anoche. Fui a cenar a su casa.

Fianna frunce.

—¿Y no me invitó?

—No, fui a ver a mi hermano, muppet. El tuyo estaba allí.

—Me deja siempre fuera —dice Fianna, al más puro estilo de hermana pequeña, cruzándose de brazos y dejando sobresalir el labio inferior.

—Ah, e iba a preguntar: ¿cómo es tu horario de delegada? Quiero cambiar nuestros horarios de práctica, pero no tiene sentido si estás ocupada.

Georgia es la capitana del equipo de quidditch de Gryffindor, algo en lo que ha estado trabajando desde cuarto año. Fianna está en el equipo como su buscadora, ya que asumió el papel del hermano de Georgia cuando él se fue. Milagrosamente, la chica que se transforma en cisne es fantástica para lanzarse en picada hacia un pequeño objetivo. (Algunos incluso pueden decir que es mejor que Potter... Fianna desearía que alguien lo dijera.)

—Uhhh, creo que tengo reunión con Dumbledore los viernes por la mañana —responde Fianna—. Lo comprobaré, creo que depende de mis horarios y los de Prewett...

Georgia sonríe.

¡Ooooh, tú y Prewett...!

La puerta del café suena y entra una figura alta vestida completamente de negro.

—No seas tonta, no es así...

Fianna se gira para atender al cliente y la sonrisa es borrada de su rostro. Regulus Black la mira, confundido por la última conversación que escuchó. Ella mira a su alrededor, incómoda, y se aclara la garganta.

—¿Lo de siempre?

—Eh, por favor —él dice.

—Gigi, haz un Earl Grey —mira por encima del hombro. Georgia le da una mirada divertida, tal vez por el hecho de que Fianna sabe la orden de Regulus Black de memoria. Viene a menudo, no es extraño que la recuerde. Especialmente cuando ha sido el único cliente habitual durante todo el verano.

—¿Cómo estás? —le pregunta a Fianna.

Fianna puede sentir la confusión emanando de su mejor amiga detrás de ella.

—Estoy bien... Vi a tu hermano el otro día.

—¿En serio?

Fianna asiente.

—Te extraña —miente. Sabe que la razón por la que los dos hermanos Black no hablan es por sus padres. Regulus tuvo que cortar el contacto cuando Sirius fue repudiado, en caso de que él también fuera expulsado. Pero si Regulus acaba el colegio y se muda solo, tal vez esa relación podría repararse. Fianna cree que sería bueno.

Regulus niega con la cabeza.

—Eso es mentira —por primera vez, le sonríe levemente—. Pero... ¿cómo está?

—Como un perro con un hueso —dice Fianna, lo que le parece muy divertido.

Detrás de ella, Georgia gime.

Regulus mira a su alrededor con torpeza, sabiendo que hay una broma allí de la que él no forma parte.

—Dime, ¿qué te trae al Callejón Diagon? —cuestiona Georgia.

Fianna observa cómo Regulus se pone rígido.

—Ayudo a mi madre con algo.

Georgia lo mira entrecerrando los ojos y asintiendo pero sin creer la respuesta. Deja su taza de té en una bandeja con tanta fuerza pasivo-agresiva como puede sin derramar el líquido caliente. Regulus se da cuenta, claro, y paga en silencio, quitando la taza y el platillo, tratando de ser útil dejando la bandeja allí. Fianna lo aprecia, pero lo encuentra extraño.

Mientras se aleja, los dedos de Georgia rozan ligeramente el brazo de Fianna.

—¿Qué fue eso? —pregunta en voz baja.

—¿A qué te refieres?

—Ser amable con él —Georgia tuerce los labios.

Esa es a la vez la mejor y la peor cualidad de Georgia: su lealtad incondicional. Regulus es un mortífago y, por lo tanto, está del otro lado. Podría estar de rodillas pidiendo perdón y Georgia no cedería. Bueno... tal vez si le rogaba y lo demostraba, lo haría, pero aún así. Sería necesario mover una montaña para influir en su lealtad.

Ambas chicas se quedan calladas por un momento, como si no estuvieran seguras de qué decir, porque lo único de lo que quieren hablar está al alcance del oído. Fianna intenta entablar una conversación sobre quidditch y la escuela, y es tan agotador que Georgia bosteza. Cada vez que mira, la mirada de Georgia está fija en el chico sentado al final de la cafetería, mirando su reloj cada dos minutos. (Fianna lo sabe porque también lo está mirando, aunque intenta ser un poco más discreta.)

A medida que se acerca el final del turno, el sonido de una silla raspando el suelo resuena. Fianna, que había estado tratando de mantenerse ocupada limpiando el mostrador alrededor de la máquina de café, siente que su cuerpo se pone rígido. A su lado, Georgia hace lo propio. Intercambian una mirada; Fianna mira a Regulus, quien le sonríe torpemente, sabiendo que las chicas han pasado la última media hora mirándolo.

Devuelve la taza y el platillo al mostrador.

—Gracias —dice, mirando a Fianna.

Fianna sonríe débilmente.

—Ya nos veremos.

Sale de la cafetería y se reajusta el abrigo. En el momento en que se cierra la puerta, Georgia salta hacia adelante y apoya su mano en el hombro de Fianna.

—Cúbreme, voy a seguirlo...

¡Ni de coña! —Fianna abre los ojos—. ¡ No me quedaré aquí cuatro horas más! ¡Estoy cansada! ¡No me he sentado desde las ocho!

—¡Vale, pues vete! —Georgia lanza frenéticamente su mano hacia la puerta. Salta sobre las puntas de sus pies, deseando desesperadamente correr tras Regulus. Quizás por eso es la peor persona para seguir a alguien. Mientras que Fianna, que tiene otra forma más pequeña...

—Me debes una —Fianna le da a Georgia una mirada asesina y se quita apresuradamente el delantal. Corre hacia la sala del staff y abre la puerta trasera que da al callejón; al cerrarla, un cisne blanco se levanta del suelo y vuela hacia los tejados.

Ve a Regulus girar por la calle lateral hacia el Callejón Knockturn. Pues claro que sí, piensa para sí misma, pasando rápidamente al otro lado de los tejados. Nadie sabe que tiene una forma animaga, lo cual sabe que es dudoso y debería estar registrada, por lo que Regulus no levantará la vista y pensará, Fianna. Sin embargo, podría ver un cisne en medio de Londres y pensar "qué raro."

Así que vuela con gracia justo después de entrar al callejón. Aterriza en la azotea, mirándolo caminar por la calle adoquinada. Mira por encima del hombro, comprobando que no haya nadie alrededor (oh, qué ironía) antes de entrar en Borgin & Burkes.

Si Fianna pudiera fruncir, lo haría; en cambio, hay un cisne blanco sentado sobre el Callejón Knockturn luciendo increíblemente pensativo. Camina por la azotea, tratando de ver mejor lo que hace Regulus. Fianna desearía poder volverse invisible. Le encanta su forma animaga, pero los cisnes no son discretos en este entorno.

Vale, vale... Ve el edificio al lado de Borgin & Burkes, que tiene un piso menos que la tienda en la que se encuentra Regulus. Las ventanas están abiertas (gracias a Dios por el verano), por lo que tal vez pueda oír algo.

Levanta sus alas y aterriza silenciosamente en el techo de al lado. Ve a Regulus a través de la ventana hablando con uno de los comerciantes. Parece ansioso por algo... sea lo que sea de lo que esté hablando. Fianna desearía ser un pájaro un poco menos grandioso. Una paloma podría entrar en la tienda batiendo sus alas. Aunque le gustaría pensar que su personalidad no coincide con la de una rata voladora. (Sin ofender a las ratas... Pettigrew, habla de ti.)

—Es importante que se solucione pronto —por algún milagro, la voz de Regulus llega hasta ella. Se inclina hacia delante, intrigada. ¿Qué está tratando de solucionar?—. ¿Cuánto tiempo crees que me llevará lograrlo?

El comerciante (Borgin, Burke, su amigo Bob, Fianna no lo sabe) hace una pausa por un momento, perdido en sus pensamientos.

—Depende de cuánto tiempo le dediques. Estos objetos son una pieza de magia cascarrabias, tienes que entrenarlos para poder transportar... objetos más grandes —le dice a Regulus. ¿Transporte? ¿Qué?—. Pero yo diría que con una hora de trabajo al día, estará listo para Navidad.

—Perfecto —dice Regulus.

Hablan del pago, mientras que Borgin/Burke/Bob habla más sobre cualquier tarea en la que estuviera Regulus. Parece saber lo que intenta hacer, lo que hace que Fianna se pregunte si ha estado aquí antes o si Borgin/Burke/Bob está involucrado. Es una tienda de magia oscura, ¿tal vez sea cómplice de cualquier cosa de la que sea parte el mortífago Regulus?

Regulus sale de la tienda. Levanta la vista por un segundo y frunce el ceño al cisne sentado en la azotea. Después de un momento, mira hacia otro lado, sacudiéndose la extrañeza. Ha habido cosas más raras por aquí, piensa, con el corazón martilleándole en el pecho.

Bạn đang đọc truyện trên: AzTruyen.Top