Tres.
Si había algo que Isaac detestara más, era que le dijeran que hacer. Odiaba cuando alguien, familiar o ajeno, le dijera que debía hacer. Quizás él iba a hacerlo, de alguna u otra forma, pero si le decían que debía hacerlo, definitivamente ya no lo haría. Contradecir al mundo, era su misión en la vida. O como le dicen los adultos: era un rebelde.
Charlie, con el poco tiempo que tuvo para convivir con su hijo, describía al propio Isaac como un revolucionario, pues siempre iba en contra de lo normal y lo natural que las personas acostumbraban. Rene, por otro lado, decía que su hijo era muy creativo a la hora de contraatacar a los que querían implantarle un ideal que era totalmente lo contrario a lo que él quería. Bella, melliza del muchacho, prefería no describir a su hermano como nada y siempre le seguía el paso cuando al gemelo mayor se le ocurría algo, por muy loco que fuera, ella siempre estaba ahí.
La tarde de pesca con los Clearwater y el Ateara fue un poco aburrida, por no decir totalmente aburrida. Isaac presenció cada segundo en el que Leah haya insultado, o intentado ahogar, a su hermano menor, Seth, quien parecía ser muy charlatán cuando estaba aburrido. Eran dos botes, uno donde estaban los mayores, Charlie, Harry y Quil III, y otro donde estaban los tres menores, Isaac, Leah y Seth. El primer bote había tenido frutos de su espera en la pesca, mientras que el segundo casi se hunde dos veces.
-¡Suelta eso, Seth!. -Gritaba Leah al menor que jugaba con los anzuelos.
-¡Obligame!. -Gritaba Seth, moviéndose en el bote cuando vio a su hermana levantarse de su lugar.-¡Papá, Leah me quiere lanzar del bote!.
-¡Eso es una patraña!. -Se excusó Leah, volviéndose a sentar.
El padre de ambos, sentado en el primer bote con sus amigos a unos pocos metros de distancia del segundo bote, cerró los ojos con cansacio. Ya estaba acostumbrado a las peleas de sus hijos, incluso en los días que prometían ser tranquilos. El viejo Ateara se limitó a fingir ser sordo mientras esperaba que su casa pescara algo. Y Charlie.... Se lamentaba haber puesto a su hijo en aquel martirio.
Isaac, una persona cuya paciencia era inexistente, intentaba ignorar las peleas de los hermanos, concentrándose en dibujar el paisaje que deleitaba sus ojos. Aunque no solo dibujaba el paisaje, sino que también dibujaba a una persona en él.
-Esto es un desastre.-Murmuró Seth, soltando los anzuelos, dejándolos en la caja con los demás. -No debiste venir, Leah.-Dijo, cruzándose de brazos.
-¿Por qué no?. -Preguntó Leah, mirando a su hermano con una mirada asesina.-¿Te molesta que venga?.
-Me molesta que quieras usar tu dolor para irritar a los demás. -Contestó Seth.-No es culpa nuestra que Sam te haya dejado por Emily.
Oh, gran error.
Isaac levantó su vista de su cuaderno de dibujo para mirar a la chica que estaba a unos centímetros de él. Leah, con su inigualable belleza, parecía estar a punto de explotar como una bomba atómica, lista para arrazar con todo a su paso. El ojo derecho de la chica titilo, como un tic furioso, mientras que la mandíbula de la joven se trabó, como si sus dientes se apretaran tanto que se romperían en cualquier momento. El color rojizo de su piel no le permitió a Isaac ver el tono rosado de sus mejillas, pero él, de alguna forma, notó este.
-¿Qué dijiste?.-Dijo Leah, entre dientes, como un gruñido.
Isaac dejó su cuaderno en algún lugar del bote, por si debía intervenir en el futuro asesinato del chico que miraba a todos lados nervioso.
-Que... Sam...-Murmuró Seth, sudoroso.
Leah no le dejó terminar y se lanzó sobre él como una fiera, lista para matarlo. Isaac se levantó rápidamente de su lugar, tratando de mantenerse recto aún con el bote moviéndose para todos lados, y, con un poco de temor, tomó los brazos de Leah para alejarla de Seth. La arrincono en entre sus propios brazos y contra su pecho, como si fuera una jaula para la fiera. Leah se removía para todos lados, tratando de zafarse y poder terminar de matar a su hermano, pero Isaac sólo hacía más presión en su agarre. El bote se movía para todos lados, haciendo que Seth se pusiera verde y tuviera ganas de vomitar.
Leah intentaba soltarse, Isaac intentaba retenerla un poco hasta que se calmara. El bote era pequeño y lleno de cajas en el suelo. Leah logró darle un golpe en la nariz al chico, provocando que Isaac tropiece, y ambos jovenes cayeron al agua. Un problema, Isaac no sabía nadar, y otro problema, Isaac tenía asma.
El agua, antes tranquila, comenzó a ponerse intensa y turbulenta. Los adultos se apresuraban a llegar hacia ellos, pues su bote se había alejado un poco más de lo debido. Seth gritaba mientras intentaba abrocharse su chaleco salvavidas para lanzarse al agua. Ninguno de los dos salía a la superficie, y eso ponía histérico al menor.
Bajo el agua, Isaac entraba en desesperación por intentar mantener el oxígeno en su cuerpo, pero su nariz sangrando no era de mucha ayuda. Había soltado a Leah antes de caer al agua, por lo que ahora se encontraba moviendo cada extremidad suya para poder salir a la superficie. De forma repentina, todo el oxígeno que había en su cuerpo, le abandonó por su boca, sus pulmones ardían, todo pasaba por su mente. Se estaba ahogando, y no sólo en el sentido figurado de la palabra, pues él se sentía así, pero ahora era literalmente: se estaba ahogando. Su cuerpo comenzó a pesar, no sabía cuanto tiempo estaba allí tratando de luchar, pero cuando pensó que estaba por morir, sintió una pequeña mano tomarlo del brazo y jalarlo hacia la superficie.
Lo único que alcanzó a ver fue una cabellera negra flotar en el agua, moviéndose lentamente, como el cabello de una sirena. Sus ojos se cerraron, cayendo en la inconsciencia.
🔸
-No debí traerlo.-Decía Charlie, mirando a su hijo con culpa a través de los ventanales de la sala de hospital donde el chico estaba recostado en una camilla.
-Tranquilo, Charlie, él estará bien.-Le tranquilizó Sue Clearwater, madre de Leah y Seth.
Los médicos que pasaban por aquel pasillo se resbalaban al pasar, pues Leah seguía mojada aún, y el agua caía de toda su vestimenta y su cabello. Seth estaba siendo regañado por su padre en su casa, mientras que el viejo Ateara permanecía en silencio a un lado de la mojada Leah.
-Tiene asma, Sue.-Dijo Charlie.-Fui muy irresponsable al traerlo.
-Quisiste distraerlo de su pesar, es lo que cualquier padre haría. -Respondió Sue, mirando de reojo a su hija, quien temblaba levemente a un lado del Ateara.
-Rene me ahorcara.-Murmuró Charlie.-Y en lo posible, no me dejará vivo.
-Comprenderá que no es tu culpa.-Dijo Sue, volviendo a mirar al hombre que se lamentaba.
Unos pasos rápidos y torpes se acercaban con firmeza hacia donde todos estaban. Bella corría a su padre, totalmente preocupada por su hermano mellizo.
-¿Cómo está Isaac?. -Preguntó la castaña, una vez que estuvo a un lado de su padre.
-Los doctores dijeron que está estable.-Respondió Charlie, aún sintiéndose culpable, girándose a ver a su hija.-En cuanto despierte, nos iremos a casa.
-¿Cómo ocurrió esto?. -Preguntó Bella, mirando a su hermano desde el ventanal, observando al joven que estaba dormido en la camilla.-Isaac es el que menos momentos de accidentes tiene.
Leah miró a Bella con cierta culpa, pues por ella habían terminado allí, con el chico hospitalizado. Charlie notó que Leah se tensó, por lo que se apresuró a hablar.
-Intentó ayudar a Seth que no se lastimara con unos anzuelos, cuando el bote se volteó. -Mintió Charlie, confundiendo a la Clearwater. -Ya sabes como es tu hermano, siempre quiere ayudar.
-No lo lleves a pescar otra vez.-Pidió Bella, poco convencida de aquella explicación. -Sabes que él no es muy fan del agua, y con su asma eso aumenta un poco los riesgos.
-Lo sé. -Murmuró Charlie, apenado.
-¿Familiares de: Swan, Isaac Gael?.-Se oyó una voz femenina a sus espaldas.
Charlie giró sobre sus talones y miró a la doctora que estaba frente a ellos con unos papeles en sus manos, asintió rápidamente. Era alta, quizás 1,70, de cabello rubio platino con pequeños ojos de un color celeste claro, tan bonitos como ella.
-Sí, es mi hijo.-Dijo Charlie, acercándose a la doctora.-¿Cómo está?.
-El paciente se encuentra estable, en cuanto despierte podrá irse a casa.-Dijo la mujer, con una pequeña sonrisa nerviosa ante la mirada penetrante del hombre de bigote. -Encontramos su inhalador en su pantalón cuando las enfermeras le colocaron la bata.-Comentó, entregándole el objeto al hombre.-Le recomiendo que compre otro, por cuestiones salubres.
-Claro que sí. -Murmuró Charlie.-Gracias... -Decía mientras leía el pequeño plástico en la bata de la mujer.-.. Doctora Johansen.
La mujer sonrió levemente y con un asentamiento de cabeza se alejó del lugar con las mejillas rojizas, algo que no paso inadvertido para la castaña que estaba a un lado del Sheriff.
Bella miró nuevamente a su hermano a través de la ventana de la habitación del hospital, pensando en que había sido un error que él haya venido a Forks, pues lo menos que quería era ponerlo en una situación como esta, comprometiendo su vida. Leah, por otro lado, no podía sentirse más culpable de lo que ya se sentía.
-Iré a hablar con los médicos para ver en que Farmacia de Seattle venden esta marca de Inhaladores.-Dijo Charlie.-Bella, quédate con él en caso de que despierte.
La castaña asintió sin quitar la vista de su hermano. Sue sonrió apenada y asintió, mientras que el viejo Ateara se levantaba de su asiento. Leah se levantó de golpe y se acercó a Charlie rápidamente.
-¿Puedo acompañarte?. -Preguntó Leah, con un poco de vergüenza, sorprendiendo al hombre de bigote.
-No es...-Intentó decir Charlie.
-Sí, sí lo es.-Le interrumpió Leah, mirándole a los ojos.
Charlie pareció pensarlo, mientras que la madre de la chica estaba confundida por el comportamiento repentino que su hija estaba teniendo, hacía tiempo que Leah no se mostraba tan... amable, no desde lo ocurrido con Sam.
-Si a tu madre no le molesta...-Dijo Charlie, incómodo, mirando a la mujer que estaba a unos pasos de él.
-Sólo si a ti no te molesta, Charlie.-Respondió Sue, a su pregunta silenciosa.
Charlie asintió y le hizo una seña a Leah para que le acompañara. Ella le siguió por los pasillos, mojando cada uno de estos y sin importarle ni un poco eso. Fueron a la recepción, tomaron los datos de la Farmacia donde debían ir y salieron al estacionamiento, subiéndose al auto de Charlie. El viaje era en silencio, Leah movía su pierna de un lado a otro, ansiosa, mientras el hombre conducía hablando consigo mismo de que Rene le iba a matar probablemente. Luego de unas horas, llegaron a la dichosa Farmacia, donde ambos tuvieron una pequeña disputa, pues Leah, sintiéndose responsable por lo sucedido, quería pagar el Inhalador de Isaac, mientras que Charlie no le quería dejar hacerlo, asegurando que no era necesario.
Leah ganó, obviamente. Luego, regresaron a Forks, y en el camino, algo surgió en la mente de Leah: ¿Por qué le importaba tanto él?. ¿Por qué le importaba Isaac?.
🔷
Omg, que intenso esto.
Perdón por la demora, prometo estar más activa, estuve con mucho trabajo últimamente:)
¿Les está gustando?. Comenten, así es como sé que les interesa esta historia entre Leah y Isaac <3.
Bạn đang đọc truyện trên: AzTruyen.Top