Prólogo.
Isaac e Isabella Swan, mellizos con minutos de diferencia, siendo Isaac el mayor. Hijos de Charlie y René, natales de Forks pero vivieron por mucho tiempo en muchos lugares junto a su madre.
Antes de que los mellizos cumplieran sus 18 años, Isabella decide ir a casa de su padre en Forks, mientras que Isaac decide ir un tiempo a Boston a casa de unos primos maternos. La relación entre los mellizos Swan no era muy unida, como todos pensarían, ambos respetaban el espacio del otro y solo se mantenían en silencio si alguno no quisiera hablar, pero si alguno estaba en problemas, no había dudas de que el otro estaría a su lado. Charlie sabía de su relación de hermanos, y por ello no dudó en llamar a Isaac cuando Bella estaba en ese estado tan deprimente de ver.
—Por favor, pasajeros con destino a Seattle, Washington, abordar el avión 197. Último aviso.— Dijo la voz de los parlante en el aeropuerto.
El castaño caminó con apuro a la puerta de su vuelo, y subió al avión lo más rápido que pudo. Se sentó en su asiento designado y miró por la ventanilla. Estaba ansioso de ver a su hermana, y preocupado con lo que vaya a encontrar de ella. Charlie había sido sincero, y dijo lo que realmente estaba ocurriendo con Bella. Le habían roto el corazón. Isaac comprendió ese sentimiento, después de todo, a él también le habían roto el corazón, y hasta el momento seguía sufriendo por ello.
El vuelo fue un poco largo, pero Isaac se entretuvo leyendo un libro de misterio, mientras una anciana a su lado le hablaba del autor del libro. El ojiverde escuchó cada palabra de la mujer, amaba oír a las personas hablar, pero odiaba que la gente le escuche hablar. En cuanto el avión aterrizó y bajó de este, buscó con la mirada a su madre en el aeropuerto, pues ambos habían sido llamados por Charlie al no saber que hacer con su deprimente hija. Al ver la cabellera albototada de su madre, y el usual tapado verde chillón de ella, se acercó arrastrando su maleta detrás de él.
—Mamá. —Le llamó Isaac a la mujer que parecía buscarlo.
—¡Isaac!. —Dijo René, con alegría contenida al ver a su hijo luego de meses sin hacerlo. Lo abrazó, creando una pequeña incomodidad en el adolescente. —No sabes cuanto te he extrañado, cariño.
—Y yo a ti, mamá. —Murmuró Isaac, alejándose un poco de su madre, incómodo. —¿Y Philp?.
—Se ha quedado en Florida, me ha dicho que prefería no intervenir, teme que Bella lo odie.—Contestó René.—¿Y Sarah?.
—Ella...—Hizó una mueca, incómodo.—Ella se ha quedado en Boston. ¿Vamos?.
René le miró con los ojos entrecerrados, pero asintió levemente. Su hijo solía ser muy reservado cuando se trataba de sus sentimientos, mucho más cuando se refería al amor en sí. Isaac Swan era igual, o el doble de reservado, que su melliza y su padre.
💫
En cuanto el taxi estacionó en la casa donde Isaac visitaba de niño, madre e hijo, bajaron del coche y tomaron sus cosas. René se quedaría en un hotel cerca, pero Isaac se quedaría con Bella. En cuanto Charlie les recibió, por su rostro sabían que la cosa pintaba mal.
—Isaac, muchacho.—Dijo Charlie, asombrado al ver cuanto había crecido su primogénito. —René, ¿Cómo estás?.
—Muy preocupada, Charlie.—Dijo René. —¿Qué está pasando?.
Isaac dejó sus maletas en el suelo, y sin esperar a que sus padres le dijeran algo, subió las escaleras y se dirigió al cuarto de su melliza. Tocó suavemente, tocando tres veces en un lado y dos en otro. Su toque. Al otro lado de la puerta se oyó un jadeo, y luego que alguien se encaminaba a la puerta. Cuando esta se abrió, Isaac se mostró sorprendido al ver a Bella con grandes ojeras, ojos apagados y más pálida de lo que normalmente eran.
—¿Isaac?. —Murmuró Bella, con la voz tan quebradiza que el chico sintió su pecho apretarse.
Sin esperar más, abrazó a la joven frente a él. Ellos eran los únicos que podrían abrazarse sin sentirse incómodos. Bella pasó sus delgados brazos por la cintura del chico, mientras Isaac pasaba sus brazos por los hombros de su hermana, pegándola más a su pecho. Bella sollozó, Isaac cerró los ojos e hizo que Bella retrocediera hacia atrás, entrando a la habitación y cerró la puerta con una de sus manos, dándose privacidad con su melliza.
Quizás Bella no era una persona del agrado de muchos, quizás algunos le odien, pero para Isaac no había una persona tan especial como lo era Bella, y si había algo muy en claro para muchos era que Isaac siempre cuidaría de Bella, incluso así se tratara de cuidarla de ella misma.
Él siempre cuidaría de ella.
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