Dos.

Comenzar de nuevo, una vez más, para Isaac fue un tanto tedioso. No importa donde fuera, siempre era lo mismo. Ser observado por todos los estudiantes, incluso oír como cada uno de ellos hablaban de él, como si le conocieran de toda la vida. La verdad, era irritable.

Esa mañana, Isaac salió mucho antes que Bella, y fue a la escuela en su vieja bicicleta, la cual cuando era niño ni siquiera usó, ya que no llegaba al suelo. Realmente, no quería ir a la escuela con su melliza depresiva, pues sería incómodo ir en la camioneta, sumidos en un silencio sepulcral. En cierta forma, ambos estaban muertos en vida, pero igualmente sería incómodo y el chico quiso evitarse aquello.

En cuanto llegó, dejó su bicicleta en donde habían otras más, la dejó con su cadena y candado, aunque dudaba que alguien la robara, pues era vieja y parecía que se autodestruiria en cualquier momento. Luego se dirigió a la secretaría, donde buscó sus horarios e intentó no cruzar palabra alguna con todo aquel que se cruzara en el camino. Minutos después, se cruzó a una Bella tan zombie, que solo se miraron unos segundos y cada uno se fue por su respectivo camino a sus debidas clases. Para ser nuevo, dentro de todo, no se perdió en el camino a la clase de literatura.

Isaac siempre fue una persona de mucha paciencia, depende de que se esté hablando, si se trataba de oír a alguien hablar por muchas horas, él aguantaría con éxito toda la conversación (siempre y cuando el tema sea de su agrado), pero cuando se trataba de soportar a una persona chillona, como lo era su compañera de banco, Jessica Stanley, el muchacho estuvo a varios momentos de perder los estribos y sacarla de vuelo.

-Y.... ¿De dónde eres?. -Preguntó la chica, jugueteando tontamente con su cabello, mirándolo.

-¿Podrías hacerme un favor?. -Preguntó Isaac, irritado, pero sin perder aquella tranquilidad que caracterizaba su voz.

-Claro, ¿Cuál sería?. -Preguntó Jessica, con una sonrisa.

-Haz silencio.-Soltó, sin despegar la vista de su cuaderno.

La joven le miró sorprendida, pero se mantuvo callada el resto de la clase. El chico tenía su apariencia, tan brusca y hasta intimidante. Algunas personas le compararon con un pedazo de iceberg, tan frío. Luego de varias clases, donde Isaac simplemente se limitó a decir solamente su nombre y nada más que eso, llegó la hora del almuerzo, donde solamente tomó una manzana y una botella de agua, para luego ir a sentarse en la mesa donde su melliza estaba sentada sola, con la mirada perdida.

-Bella, come.-Ordenó Isaac, dándole un mordisco a la manzana, observando el plato intacto de la chica a su lado.

-No tengo hambre, Isaac.-Murmuró Bella, pasando su mirada por la comida y luego por su mellizo.

-Come.-Exigió, tan serio que la chica comió un poco de su ensalada.-¿No tienes amigos aquí?. Digo, tampoco teníamos en Phoenix, pero creí oír a Charlie decir que tenías amigos.

-Ya no hablo mucho con ellos.-Respondió Bella, lentamente.

-¿Qué hay de Jacob Black?. -Preguntó Isaac.-Ayer he hablado con él, y dice que se acuerda de ti también.

-Isaac, no hagas esto.-Murmuró Bella, haciendo una mueca.

Todos y cada uno de los estudiantes que estaban en la cafetería, incluso las personas que Bella consideraba amigos, estaban sumamente, y sin discreción alguna, enfocados en la conversación de ambos Swan's, aunque nadie sabía que ellos eran familiares, despues de todo, solo tenían el cabello castaño, el mismo apellido y el mismo día de cumpleaños.

-Bella, yo he viajado desde Boston a verte, estar contigo, pero en lugar de eso, creo que estoy con un zombie viviente.-Dijo, en un tono bajo, intentando tener un poco de privacidad.-Charlie está preocupado. Mamá está preocupada. Yo estoy preocupado. -Recordó.-Así que, si tienes un poco de consideración a cada uno de nuestros esfuerzos por ayudarte, ten la decencia de aceptar nuestra ayuda.-Soltó, levantándose de su silla. -Aunque, si tú misma no quiere avanzar, entonces nuestra ayuda y esfuerzos solamente son una pérdida de tiempo.-Finalizó, para luego caminar a la salida de la cafetería y dejar a su hermana sola, pensando en todo lo que ocurría fuera de su burbuja.

Isaac jamás fue una persona que suavizaba la verdad. Él no iría con rodeos, él iba directo a lo que queria decir. Y no, no le importaba como vaya a afectarle a quien le diga sus verdades. Isaac era cruel para decir la verdad, pero a fin de cuentas, él también estaba en la misma situación que Bella, aunque él no quería ser como ella y dejarse morir como lo estaba haciendo. Prefería usar su fachada de 'Nada me importa' antes de sentarse a llorar por la chica que lo dejó por su mejor amigo.

💫

Al regresar a casa, dejó la vieja bicicleta en el garaje y lanzó su mochila al sofá ni bien entró a la casa. Corrió escaleras arriba y se adentró a su cuarto, lleno de nervios. Su madre le había llamado para decirle que Sarah habló con ella, y pidió el nuevo número de teléfono de él. Isaac estaba nervioso por la futura llamada que tendría con su exnovia. Caminó por la habitación, mirando su teléfono ansioso, esperando. Hasta que la tonada de 'Bohemian Rhapsody' de Queen sonó, causando un nerviosismo en el joven. Isaac tomó su teléfono y vio un número desconocido, atendió la llamada.

-¿?. -Dijo, tratando de no delatar su nerviosismo.

-Isaac, soy Sarah.-Dijo aquella voz, que volvía loco al joven.-Tu madre me dio este número..

-Oh, hola, Sarah...-Murmuró, mordiendo su labio.-¿Pasa algo?. ¿Por qué me has llamado?.

-Quería... Bueno, queríamos, con Aiden, invitarte a nuestra fiesta de compromiso...

Compromiso: Palabra que un joven odiaría oír.

Isaac sintió su corazón romperse al oír aquella palabra. Cerró sus ojos, apretando los dientes, tratando de tragarse ese nudo que se formaba en su garganta. La voz de la chica comenzó a hacerse lejana, solo podía oír la palabra compromiso e imaginarse al que fue su único amigo en Boston y a la joven que tanto quizo juntos, comprometiéndose a vivir una vida juntos y felices. Sonaría egoísta si él decidía intervenir, e irrumpir su felicidad, o eso pensaba él.

-¿Isaac?. -Habló Sarah, al notar el silencio del chico. -¿Estás ahí?.

-Aquí estoy.-Murmuró, con dificultad. -No creo que pueda, estoy ocupado.

-Isaac...-Dijo la chica, pero Isaac cortó la llamada antes de que pudiera terminar de decir algo.

El joven lanzó su teléfono hacia la cama y rompió a llorar, cayendo de rodillas al suelo. Su corazón, antes lastimado ahora estaba hecho trizas. Su alma y su amor fuero despojados de su cuerpo. Su mente, tan malvada y tortuosa, no dejaba de repetir aquella palabra, rompiendo un poco más de él.

¿Cuándo sería el momento en que él pudiera estar bien?. ¿Cuándo podría olvidar a aquella rubia de ojos verdes que le robaba el aliento?. ¿Cuando dejará de sentirse así, tan vacío?.

"La vida es dura, Isaac. Nunca sería fácil olvidar aquello que te hacía sentir que la vida era más sencilla.". Recordó la frase de su tío, cuando él llegó a la casa de sus tíos luego de terminar con Sarah. Aquella noche que probó el alcohol y terminó casi inconsciente en la puerta de un bar, de no ser por su primo Elías.

La puerta de su habitación se abrió, poco le importó que le vieran en ese estado tan deplorable y deprimente, tampoco le importó que alguien le abrazara. Sólo quería terminar de derrumbarse de una vez, y así, dejarse roto para siempre.

-Tranquilo, muchacho. Tranquilo.-Oyó una voz conocida. Podía oler fácilmente el aroma tan característico de su padre en el aire: Café y almendras.-Isaac, tranquilo.

Se dejó estar en aquella habitación, siendo calmado por su padre. Quizás, Bella, no era la única persona rota en aquella casa, se dijo Charlie.

💫

Dos días después, Isaac simulaba estar bien, fingía que no lloraba hasta quedarse dormido en su habitación y que al otro día se levantará con ojeras. Fingía estar vivo, cuando ahora se sentía en el mismo lugar que Bella. Muerto en vida, así estaba.

Aquella mañana, un sábado tan tranquilo y soleado, algo raro viniendo de un pueblo que la mayoría del tiempo tenía el cielo encapotado y lluvias eternas, Charlie optó por llevar a Isaac de pesca con Harry Clearwater y el viejo Ateara, ya que sino el chico se quedaría solo en casa, dado a que Bella comenzó a salir con Jacob a quien sabe donde.

Mucho no le importó, a Isaac, el salir de su casa con su padre y los amigos de este. No sabía pescar, y por ello se llevaba su viejo reproductor de Cassettes. Al menos, allí, podría disfrutar de su música, observando el paisaje desde la pequeña lancha pescadora de Harry Clearwater. Se vistió con sus viejos Jeans azules desgastados, una remera negra y sus tenis blancos, y se puso su infaltable chaqueta de mezclilla. Guardó cada cosa que podría servir para matar su aburrimiento en una mochila y salió de su cuarto, encontrándose con su padre y su equipo de pesca.

-¿Estás listo, Isaac?. -Preguntó Charlie, tomando sus cañas de pesca y una caja donde llevaba todo lo necesario. Isaac asintió con lentitud, y Charlie movió la cabeza con incomodidad. -Bien, vamos. Debemos ir a la casa de Harry, allí nos están esperando. Irá Seth, el hijo menor de Harry, quizás puedas hablar con él en lo que nosotros pescamos.

Isaac no respondió, simplemente se limitó a caminar hasta la puerta y salir de la casa, para montarse en el auto de Charlie. El Swan mayor suspiró con cansancio y salió de la casa, guardó las cosas de pesca en la cajuela y se subió al auto, una vez que haya cerrado la puerta de la casa con llave. El viaje fue en silencio, Isaac observaba con aburrimiento el camino, mientras Charlie le miraba con cautela y disimulo. El mayor estaba abrumado, ahora sus dos hijos estaban en aquella etapa deprimente.

Al llegar a la casa Clearwater, ambos bajaron del auto y se reunieron con un anciano, quien parecía tener demasiadas energías para ser de tan avanzada edad. Isaac saludó con un asentamiento y luego se quedó quieto en su lugar, esperando por Harry y su hijo, quienes estaban saliendo de la casa como si escaparan de alguien.

-¡Corre, papá!. -Chilló Seth, bajando las escaleras con rapidez, haciendo que su chaleco pesquero rebotara con los anzuelos.

-Voy como puedo.-Dijo Harry, siguiéndole el paso a su hijo.

Isaac les miró con el ceño fruncido, extrañado, hasta que vio una cabellera negra, larga hasta las caderas de la chica, ondeando con el aire. Isaac se sintió, extrañamente, atraído y con ganas de dibujarla. Una chica, alta, delgada y de ojos flamantes, salía de la casa con un chaleco igual al que Seth llevaba. Su rostro, con aquella tez morena rojiza, estaba tan serio que parecía una estatua de lo quieto que estaba. Isaac salió de su ensoñación cuando el anciano que estaba a su lado jadeó.

-Leah, ¿Vienes con nosotros?. -Preguntó el hombre, sorprendido.

-¿No puedo ir por ser mujer?. -Soltó la chica, en respuesta, con veneno.

-Yo no dije...-Se intentó atajar el hombre, pero la chica le ignoró, caminando hacia donde su padre y hermano hablaban.

Charlie se removió en su lugar, mostrándose inquieto, ante la presencia de la chica. Isaac miró a los adultos con el ceño fruncido, no entendía porque tanto escándalo por la chica.

-Somos puros hombres, Leah.-Se quejó Seth.

Leah rió, aunque más una risa fue un gruñido.

-No eres un hombre, Seth.-Dijo Leah.-Eres un niño.

-¡Pero tengo pe...!. -Harry colocó una mano en la boca del pequeño antes de terminar la palabra.

-Leah puede venir, no es ninguna molestia para mí. -Intervino Charlie. -Además, mientras más seamos, mejor. ¿No, Isaac?.

El muchacho miró a su padre y luego a la joven, quien estaba de brazos cruzados, mirándole con la peor de las miradas. Los ojos son el reflejo del alma, dicen. Bueno, los ojos negros de Leah decían: Muerete, con letras grandes y rojas. Isaac asintió y miró al otro lado, evitando la mirada odiosa de la chica.

-Ella puede ir si le apetece.-Dijo Isaac, sin mirar a nadie.

-Bien, entonces vamos.-Dijo el viejo Ateara, con un suspiro cansino.

Leah miró a Seth como si le hubiera ganado la guerra, y se dirigió a la camioneta de su padre, sentándose en la cabina. Seth bufó y se dirigió a la parte trasera, donde todos los objetos de pesca estaban. Charlie palmeó el hombro de su hijo y se dirigió a donde Seth refunfuñaba, junto al viejo Ateara. Isaac suspiró y giró su mirada, encontrándose con la de Harry, quien le miraba expectante, como si esperara algo de él. Isaac frunció el ceño y se dirigió rápidamente a la camioneta, sintiendo la mirada de Harry aún.

Oh, pequeño Isaac, haz cavado tu propia tumba.




























































➖➖

Ay dios mio.

Se viene todo el drama AAAAA

¿Les gusta esta historia?.

Bạn đang đọc truyện trên: AzTruyen.Top