5. "Haeran lo hace aquí."

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Evitar a alguien que está pegado a ti todo el día resultó ser difícil...

pero no imposible.

Me las ingenié para no quedarme a solas con Haeran. En los pasados tres días, no me había despegado del lado de Jarlen, necesitaba que se recuperara, aunque siendo honesta, mi hermano ya estaba más que bien, así que esta excusa tenía fecha de caducidad. Caminé de un lado al otro en la habitación, Jarlen me observaba desde la cama, su herida no tenía vendas, estaba cicatrizando muy bien.

—¿Te piensas quedar aquí toda la vida?

Ni lo miré.

—No, ya quisiera.

—¿Estás evitando al esclavo?

No me gustaba cuando lo llamaba así, pero iniciar una discusión con él no era algo que quisiera hacer en ese momento.

—No, solo... —Dejé de caminar y lo miré—. Me preocupé mucho por ti, Jarlen, de no ser por la sangre de... Haeran, habrías... no habrías sobrevivido.

Jarlen se quedó en silencio unos segundos, y luego habló:

—Eso ya lo sé, es la única razón por la que no he asesinado a ese esclavo por darme su sucia sangre.

—Te salvó la vida, Jarlen. ¿Podrías no expresarte así?

Jarlen bufó.

—Es un esclavo, Arlene, su especie casi extinguió a la mía, no lo respeto en lo absoluto.

—Puedes respetar el hecho de que te dio su sangre cuando pudo dejarte morir.

Jarlen me observó con cautela.

—Los guardias dicen que te susurró algo antes de hacerlo, ¿te pidió algo a cambio?

Me esforcé por mantenerme tranquila, Jarlen era muy bueno leyendo a las personas. Y sí le decía lo que Haeran quería a cambio, definitivamente lo mataría.

—No, solo me dijo que sí estaba segura de querer hacerlo, él sabe... lo mucho que desprecias a los vampiros.

Jarlen se quedó callado y extendió su mano, la tomé rápidamente, sentándome a su lado en la cama.

—Lamento que tuvieras que verme así, debió ser...

Recordé su rostro pálido, toda esa sangre y asentí.

—Fue difícil, pero ahora estás bien, y es todo lo que importa.

Jarlen estaba bien, valía la pena lo que había hecho. Podía dar mi sangre por él sin pensarlo, entonces, ¿por qué seguía huyendo de Haeran?

Alguien tocó la puerta y luego entró Larie, uno de los guardias reales, compañero de mi hermano. Él asintió a modo de saludo y yo hice lo mismo. Jarlen no tenía que decirlo, era hora de que saliera. Me despedí y en el momento en el que puse un pie afuera, sentí la mirada de esos ojos oscuros desde el otro lado del pasillo donde Haeran me esperaba, se veía tranquilo y como la estatua de siempre. Ya había despertado, él dormía la mayor parte del día como todos los de su especie, y lo agradecía porque eso solo me dejaba con las noches para evitarlo.

Le pasé por un lado y él me siguió, no quería ir a mi habitación así que pasé al largo pasillo que nos llevaba al ala donde vivían los sirvientes. Olvidé lo largo y solitario que era este pasillo y me arrepentí al instante de entrar ahí porque la voz profunda de Haeran no dudó en llenar el silencio.

—No puedes evitarme para siempre —dijo detrás de mí, no lo miré.

—No te estoy evitando.

—Hiciste una promesa.

Me lamí los labios.

—Y la cumpliré.

—¿Cuándo?

—Cuando lo decida así.

Él no dijo nada y entramos a la cocina, estaba llena de humanos sirvientes que se encargaban de la mayoría de las cosas aquí y ahí estaba la alimentadora: Ellary. Por lo general, solían haber tres en cada casa, pero como el único esclavo que teníamos era Haeran, solo necesitábamos una y si Ellary se debilitaba demasiado, se usaba cualquier otro humano que sirviera nuestro hogar.

Apenas la vi, le sonreí. Ella se apresuró hacia mí y me devolvió la sonrisa. Aunque su rol como alimentadora fuera una novedad, ella no lo era, Ellary había crecido aquí y nos había servido por años.

—Señorita. —Ella me hace un respetuoso asentimiento.

—¿Puedo hablar contigo un segundo? —Sus ojos cayeron sobre Haeran antes de volver a mí.

—Claro.

Ellary me guio a su habitación, y al cruzar la puerta, me giré, manteniendo la mirada en el pecho de Haeran.

—Espera aquí.

Haeran hizo una mueca, pero dio un paso atrás y cerré la puerta en su cara. Apenas nos quedamos solas, Ellary me sonrió ampliamente y me abrazó.

—¡Te he extrañado! Desde que él llegó, no me visitas.

—Lo siento, ha sido caótico.

—Dímelo a mí —Ella se sentó en su pequeña cama—. Nunca me ha hablado, ¿lo sabes, no? Se ha alimentado de mí, pero nunca me ha dicho nada, un gracias estaría bien.

—Lo siento.

—Deja de disculparte, ser alimentadora es genial, no tengo que hacer nada del trabajo físico porque estoy 'débil' y puedo comer lo que quiera. Es el mejor trabajo en este lugar.

—¿Segura? Me sentí horrible cuando Jarlen te ofreció como opción.

Ante la mención de mi hermano, la sonrisa de Ellary se apagó un poco.

—Tu hermano solo intentaba enviarme un mensaje claro: No me importas, y como prueba: Te ofrezco al recién llegado vampiro en bandeja de plata.

—Jarlen es un idiota —admití.

—Jarlen es un idiota que se esfuerza por apartar cualquier cosa que desvíe su atención de su preciada guardia real.

Ambas nos quedamos calladas por un rato, Ellary jugaba con sus manos en su regazo y sabía lo que quería saber. Solo lo dijé:

—Jarlen está bien.

—No pregunté.

—Lo sé.

—¿Qué fue lo pasó? ¿Qué lo atacó?

—No quiere decírmelo —dije al recordar lo mucho que pregunté, mis padres ya se habían enterado y venían en camino. Mi mente viajó de nuevo a la oscuridad absoluta, a esa sonrisa diabólica del otro día—. Tengo un mal presentimiento, Ellary.

—Dímelo a mí —susurró, pensativa.

Arrugué las cejas.

—¿Ha pasado algo?

—Ya sabes, el pueblo y sus supersticiones, se han dañado unas cuantas cosechas, han aparecido algunos animales muertos, destrozados... y todos temen... que toda esta paz que hemos disfrutado por décadas esté llegando a su fin, Arlene. Muchos creen que hasta que el último vampiro no esté muerto, no seremos realmente libres.

—No podemos hacer eso, Ellary, los vampiros son la única barrera entre nosotros y los Crimsons. Aún no sabemos de donde vienen esos monstruos, no podemos quedarnos sin protección.

—Ya suenas como tu hermano —comentó—. Esclavizar a toda una especie no es la solución, no está bien.

—¿Y sí estaba bien cuando los esclavos éramos nosotros? ¿Cuándo nos desangraban y nos despedazaban sin remordimiento alguno?

—Arlene, no estoy justificando nada, pero... pensé que estábamos de acuerdo en que nadie debería ser esclavo.

—Y lo estamos, es solo que... no sé cual es la alternativa, Ellary.

Suspiré y entendí que la manera de ver las cosas de Ellary y Jarlen eran opuestas, quizás por eso no habían funcionado. Podía ver la razón en sus puntos de vistas, y me quedaba confundida en el medio.

—¿Cómo vas con Haeran?

Apreciaba que lo llamara por su nombre, y recordé la razón por la que vine aquí.

—Eso venía a preguntarte, ¿te ha hecho daño? —Ojeé su cuello, sus brazos desnudos, sus muñecas y no vi ninguna marca de nada. Ellary soltó una bocanada de aire.

—A pesar de su silencio, es muy gentil y hace lo posible porque no me duela en lo absoluto.

—No veo marcas.

—Las marcas de un vampiro sobre la piel de un humano son consideradas una 'vista desagradable' para nuestra especie, está en las reglas de la asociación de alimentadores.

—¿Tienen una asociación?

Ella asintió.

—Así es, tenemos derechos. Al parecer los únicos que no los tienen son los vampiros.

—Entonces...

—Los lugares de donde pueden alimentarse son designados, en puntos que no son visibles incluso con las ropas más reveladoras.

Oh. ¿Lugares no visibles? Ellary vio mi sorpresa y continuo:

—Las áreas son: pechos, interior de los muslos y algunas veces en el interior del brazo si usas uniformes de servicio con mangas largas.

—No tenía idea.

—Haeran lo hace aquí. —Ella se levantó la falda y mostró el interior de sus muslos cerca de sus rodillas donde las marcas de los colmillos de Haeran permanecían con morados alrededor de los dos puntos. Sentí un vacío en el estómago al imaginarlo con ella, entre sus piernas de esa forma, aún así, aparté esa sensación. No podía sentir celos, no había nada entre Haeran y yo.

—Eso suena... muy intimo.

Ellary se bajó la falda y se encogió de hombros.

—No lo es, es mi trabajo y ya.

—¿No sientes... nada? —pregunté, curiosa—. Quiero decir... el interior de tus muslos... —Solo imaginar a Haeran entre mis piernas me calentaba las mejillas—. Es... una zona sensible.

Ellary me observó.

—No me digas que... ¿te gusta?

—No, no, no, claro que no.

—Arlene... nos conocemos desde niñas, no me mientas.

—Es solo... que es... muy... me intriga mucho, es todo.

—Lo entiendo, me pasó al principio, luego me acostumbré a su silencio.

—¿De verdad no sientes nada cuando te muerde?

—No, es incómodo, pero ya sabes que el pudor y esas cosas no son lo mío. Soy buena alimentadora, supongo.

Ellary tenía razón, quizás sería un poco incomodo y ya está. No tenía porque ser sexual, entonces, ¿por qué yo tenía reacciones tan fuertes apenas él se me acercaba o me hablaba? Ellary suspiró.

—Igual no tienes nada de que preocuparte, él nunca alimentará de ti.

—Tienes razón.

Charlamos otro rato y salí de ahí con la cabeza hecha un desastre. Nos encontramos en ese mismo pasillo y no sabía a donde ir así que me detuve en el medio, pensando mis opciones, ignorando al vampiro alto que me seguía.

—Quiero tu sangre, Arlene —susurró detrás de mí, su aliento rozando la parte de atrás de mi cuello.

—¿Por qué? Tienes una alimentadora, no me necesitas.

Él ignoró mi pregunta y siguió:

—No va a dolerte.

Eso no era lo que me preocupaba. Comencé a caminar de nuevo y sentí cada paso pesado a mi habitación porque ambos sabíamos lo que pasaría ahí adentro, era estúpido alargarlo. Había hecho una promesa, mi hermano estaba bien, era hora de cumplirla, punto.

Después de entrar, me quedé parada en medio de mi habitación, la luz de la luna se colaba por la ventana junto con una brisa ligera que movía las cortinas. Mi respiración se aceleró e intenté mantener la calma. Me giré hacia Haeran y ahí estaba, alto, con su uniforme, ese cabello negro cayéndole a los lados de la cara y esos ojos oscuros que amenazaban con tragarse todo a su paso.

—Será un poco de sangre, y no puedes... tocarme, solo tu boca... en mi piel. —Eso no sonó como esperaba, sin embargo, debía dejar las cosas claras. Haeran ojeó mi vestido, era sencillo, me llegaba a los talones y caía recto hasta el final. Luego sus ojos viajaron a mi cama.

—Acuéstate y súbete el vestido hasta la cintura.

—No.

Él ladeó la cabeza y tragué con dificultad antes de seguir:

—Puedes hacerlo en el interior de mi brazo, usaré mangas largas hasta que sane.

Y entonces, el vampiro frío e inexpresivo hizo algo que me dejó sin aliento: Sonrió. Esos labios se curvaron en una sonrisa torcida y maliciosa.

—¿A qué le temes tanto, humana?

—A nada, pero no es apropiado... que me veas... que me suba el vestido y me veas así.

—Tienes que quitar la orden para que pueda tocarte.

Asentí.

—Puedes tocarme.

No terminé de decirlo cuando Haeran se acercó a grandes zancadas, tomándome desprevenida. Retrocedí hasta que la parte de atrás de mis rodillas chocó con la cama y caí sentada frente a él. Haeran se veía aún más intimidante, hambriento, su mirada cargada de intensidad. Él enroscó la mano alrededor de mi cuello y se subió encima de mí, no tuve más remedio que acostarme sobre mi espalda.

—Haeran... —susurré en una mezcla de miedo y anhelo. Puse las manos sobre su pecho—. ¿Qué estás haciendo?

Él bajó su mano de mi cuello y metió los dedos en el borde del vestido entre mis pechos y tiró de el, rasgando la tela, abriendo una brecha entre mis pechos, jadeé y no sabía porque no lo estaba deteniendo, porque no me estaba negando, estaba disfrutando esto, era como si ambos hubiéramos dado rienda suelta a lo que habíamos estado resistiendo todo este tiempo. Sentir su cuerpo sobre el mío, despertaba calidez y muchas cosas que no debería sentir. Haeran enterró su cara mi cuello y me arqueé, nerviosa. Su aliento me hizo cosquillas y cuando su lengua lamió la piel lentamente, ahogué un gemido, apenas encontré mi voz:

—No puedes morderme el cuello, Haeran.

—Entonces... súbete el vestido —murmuró en mi oído.

Su mano libro encontró el final de mi vestido, y comenzó a subirlo por mi pierna, sus dedos rozando mi piel en el proceso. Y no protesté, me mordí los labios disfrutando cada segundo de esto, me había vuelto loca. Él se movió para arrodillarse en medio de mis piernas expuestas, mi vestido ahora un desastre enrollado en mi cintura. Mi pecho subía y bajada con cada intento de recuperar el aliento, sus labios hicieron contacto con la parte interior de mi muslo y jadeé, me cubrí la boca porque no quería que supiera lo mucho que todo esto me gustaba.

Haeran se agarró de mis caderas, lamiéndome con deseo, sus colmillos rozándome. Y sin aviso, me mordió. Un hilo de dolor cruzó la parte interior de mi muslo y subió por cada extremidad, estremeciéndome. Él chupó y cerré los ojos, controlándome, era demasiado, por instinto traté de alejarme, pero él apretó su agarre en mis caderas. Lo tomé del pelo con fuerza.

—Haeran... —gemí porque ya era suficiente, esto tenía que terminar antes de perdiera aún más el control. Todo mi cuerpo ardía.

Cometí el error de bajar la mirada y me encontré con esos ojos profundos que me observaban mientras seguía bebiendo mi sangre. La vista era demasiado erótica y prohibida: el vestido enrollado en mi cintura, sus labios enrojecidos por la sangre, cerrados sobre la piel de mis muslos, sus manos sosteniéndome de las caderas, como las venas de su cuello y de sus brazos se brotaban ligeramente. Haeran gruñó y era como si pudiera sentirlo en todo mi cuerpo, como si tuviéramos una conexión justo en este momento.

Ellary era una maldita mentirosa, porque esto lejos de ser incómodo y pasajero, era algo que no olvidabas jamás en la vida.

Haeran se detuvo, se limpió el labio inferior con el pulgar y se subió encima de mí, su rostro quedando a escasos centímetros del mío, me volví muy consciente de su cuerpo definido, de todo él. Y de pronto, con una velocidad increíble y una habilidad rápida, Haeran me volteó hasta que quedé sobre mi estómago con él detrás de mí presionándome a la cama y sentí algo duro entre mis nalgas. El gemido que me dejó hizo eco por toda la habitación. Y me levanté un poco buscando sentirlo aún más. 

La respiración de Haeran me rozaba la oreja cuando susurró:

—¿Quién es la esclava ahora, niñita


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Nota de la autora: SIR! CONTROLESE, HAERAN! Tengo que admitir que Haeran es un papucho jajajaja esa ultima frase me hizo maldecir tipo "desgraciadooooo, pero te amo" JAJJAJA ME GUSTA LA MALA VIDA, GENTE. 

La pobre Arlene fue timada jajajaja. Ellary tipo: Es normal, un rasguño, no sientes nada. Arlene: hemossidoengañados. 

Haeran será esclavo y todo, pero Arlene como que terminará siendo esclava de ese pe- tose, tose- horario familiar pofavo. 

No puedo creer que ya esta historia lleve 700K, LES GUSTA LA MALA VIDA, IGUALADXS. YA LOS DESCUBRÍ. Muchas gracias por su apoyo siempre con mis locuras,

Muakatela, 

Ariana HaeranSimp Godoy.


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Tags: #vampiros