28. "Larga vida a la reina."

SUYO

[28]

El uniforme de la Guardia real me quedaba perfecto como si hubiese estado esperado por mí todo este tiempo. Era todo negro y el chaleco que iba encima tenía detalles dorados que hacía juego con la corona que ahora descansaba en la cabeza de mi mejor amiga. A diferencia de mis compañeros, no tenía las marcas en los brazos de Kol porque yo lo llevaba en la sangre. Mi cabello iba en una trenza hacia atrás para no obstaculizar.

El gran salón real estaba lleno de hileras de asientos repletos de gente, a nuestra izquierda teníamos a las familias importantes: Los Traiskars y los Kultak. A nuestra derecha líderes de aldeas y pueblos, la milicia humana nos rodeaba, estaban posicionados contra la pared. El techo era completamente de vidrio, el sol penetrando cada esquina, este salón era uno de los más seguros del palacio real, cuando anochecía contaba con lámparas que proyectaban luz suficiente para eliminar a un vampiro en segundos.

Ojeé a mi hermano a mi lado. Jarlen estaba recto con las manos unidas detrás de su espalda, su mirada iba de un lado al otro, asegurándose que todo estuviera en orden. Y luego, la miré a ella a mi derecha: Jana Erastia, nuestra nueva soberana. Sus ojos estaban hinchados, grandes ojeras se escondían detrás de las cremas milagrosas que mandé a buscar con Ellary, su semblante estaba decaído y no sabía como estaba aquí mismo ahora, perdió a toda su familia en unos minutos. Y recordé...

—Sí, su majestad —dije con burla y una reverencia a una Jana de diez años, quien colgaba de cabeza de un árbol, sus piernas sosteniéndola de una rama.

—Arlene. —Su tono fue frío porque sabía que odiaba que la llamara así.

Jana se inclinó, se agarró de la rama para soltar sus piernas y caer parada a mi lado en la pequeña sabana sobre el pasto. Empezamos nuestros picnics cuando teníamos cinco años y de alguna forma, la tradición se mantuvo durante nuestra infancia.

Mi mejor amiga se sentó, tomó una fresa de la canasta que habíamos preparado y me sonrió.

—No entiendo, ¿por qué no quieres ser reina? —pregunté en mi inocencia, acababa de cumplir diez y ser una princesa o una reina sonaba como lo más genial del mundo.

Jana se encogió de hombros.

—Por esto. —Señaló nuestro picnic y se sentó, sus ojos brillaban bajo la luz del atardecer—. Podemos jugar y vernos todo el tiempo porque no soy la futura reina.

—Si fueras la futura reina, ¿no podríamos ser amigas?

Ella sacudió la cabeza.

—¿Sabes que está haciendo mi hermano ahora mismo? Estudiando, entrenando, asistiendo a eventos y reuniones con mis padres. Aburrido, aburrido, aburrido —repitió.

—Tiene sentido, pero... —hice una mueca—. Si tu hermano no puede o algo pasa, ¿no tendrías que ser tú la reina?

Jana se tensó.

—Nada va a pasarle, Arlene —aseguró—. Nació para ser rey y yo para ser una princesa, libre y aventurera —dijo mientras se comía otra fresa, y me sonreía, sus dientes manchados de rojo por la fruta. Se veía tan feliz, tan libre.

Volví a verla en el presente, ahí sentada en el trono, con ese semblante decaído, esa sonrisa infantil ahora tan lejana como un sueño del que nos acabábamos de despertar.

Y me dolió el corazón porque Jana nunca quiso esto, y la forma en la que había llegado a ello no pudo ser más dolorosa, más cruel.

Y Haeran fue parte de eso... ni siquiera quería pensar en él, el pecho se me hundía cada vez que lo hacía y ahora necesitaba ser fuerte porque mi mejor amiga, la reina a la que servía con lealtad estaba destrozada y debía ayudarla a unir sus pedazos mientras se preparaba para una guerra.

Jarlen, quien había sido nombrado portavoz de la reina, se aclaró la garganta antes de empezar a hablar.

—Como bien saben, la corona sufrió un ataque repentino por parte de un grupo de vampiros rebeldes. Los funerales y ritos reales comenzarán después de esta reunión. —Jarlen mantuvo esa voz autoritaria que le había escuchado usar con sus subordinados en la guardia real—. Les hemos convocado de emergencia porque queríamos informales oficialmente y en persona de la ascensión de nuestra nueva soberana Jana Erastia.

—Larga vida a la reina —respondieron todos sin mucha emoción, sería irrespetuoso hacerlo de forma alegre dada las circunstancias.

—También para garantizarles que la seguridad de nuestro reino se mantiene y que cazaremos a estos vampiros hasta eliminarlos por completo. —Jarlen dio un paso adelante y extendió su mano hacia mí, la tomé y me paré a su lado—. También para informarles de que Arlene Willsborg ha sido nombrada comandante de la Guardia real. —Murmullos por todos lados, Jarlen continuó—. Hemos sufrido una perdida muy grande, pero nos recuperaremos, siempre lo hacemos.

Mi hermano nunca fue bueno con las palabras, así que su nuevo cargo me intrigaba mucho, pero hasta ahora lo estaba haciendo bien.

El líder los Traiskar, un hombre alto, calvo y con tatuajes por todo su cuerpo que probablemente usaba para cubrir las marcas del Kol, se puso de pie. Los Traiskar se proclamaban como los expertos en la sustancia y ahora que sabía que corría por mis venas, me preguntaba si ellos estaban al tanto. ¿Quién más sabía que Jana y yo no éramos humanas?

—Su majestad. —Hizo una reverencia demasiado ligera para mi gusto—. Con todo respeto, debo expresar mi descontento con el resultado de esta tragedia. ¿Se ha preparado usted para gobernar? ¿Estudiado? ¿Entrenado? Su hermano, que descanse en paz, era un chico muy preparado, sin embargo, usted... —Su tono era claro—. Mi familia está muy preocupada con este cambio... y sé que no somos los únicos, los Kultak también se unen a nuestra preocupación.

—Los Willsborg no están de acuerdo con ellos, su majestad, creemos que esta trágica situación no nos ha dejado mucha opción y confiamos en que usted podrá manejarlo. —Mi madre habló con la frente en alto.

Madga Kultak se puso de pie, esa señora me dio miedo toda la vida. Su cabello estaba en una cola alta y extremadamente pegado a su cráneo, su atuendo perfecto, sin nada fuera de lugar.

—Por supuesto que los Willsborg están de acuerdo con esto, ¿quiénes son los más beneficiados en este resultado? Con su hija como comandante y su hijo como portavoz de la reina. Su opinión no es imparcial así que no debería ser tomada en cuenta —dijo la señora Kultak con mucha frialdad.

—Esa chica... —Me señaló el líder los Traiskar—. Andaba correteando por los Bosques de las alturas hace un par de semanas, de hecho, ¿no fueron atacadas ella y la reina hace poco? No pueden culparnos por nuestras preocupaciones cuando se hacen estos cambios sin sentido.

Más murmullos, el aire se puso pesado y la duda crecía en el rostro de todos los que estaban presentes. Ojeé a Jana y no encontré nada en su expresión, dudaba que estuviera escuchando en lo absoluto.

Di un paso al frente.

—¿Y qué sugieren las familias de la corte? —Mi voz no tembló porque tenía que dar la cara por Jana y que esta gente se atreviera cuestionarla ahora mismo me parecía repulsivo y desconsiderado.

—Creemos que el comandante de la guardia real debería ser mi hijo, un Traiskar, después de todo, somos los expertos en Kol. —Se llenó de orgullo al recordarnos eso.

—Y nuestra familia también debería tener presencia y cercanía con la reina, así que mi hija debería liderar el equipo de tecnología. Es nuestro campo —agregó la señora—. El monopolio que ha ejercido la familia Willsborg con su cercanía con la familia real debe terminar, la presencia de las otras dos familias es necesaria, de haberla tenido, su majestad, quizás esta tragedia no habría pasado.

Esta...

Risa...

La risa de Jana hizo eco por todo el salón, la miré completamente anonada. Mi mejor amiga dejó de reír, pero mantuvo una sonrisa torcida.

—Cálidos... —susurró, y luego puso se puso de pie, bien derecha, con la cabeza en alto—. Los cuerpos de mis padres y de mi hermano aún no se han enfriado, ni siquiera hemos tenido sus funerales y ya dos de las grandes familias del reino están aquí ¡como buitres! —Alzó la voz y todos saltamos un poco—. Y hablan como si yo hubiera tenido opción, como si hubiéramos tomado decisiones a la ligera, y no como resultado de una dolorosa perdida para el reino, para mí. ¡Su rey y su reina han muerto! ¡Su heredero está muerto! ¡Y ni siquiera han vestido de negro, buitres! —El líder de los Traiskar bajó la cabeza, la señora Kultak miró hacia los lados sintiéndose expuesta—. Apenas se han enterado, han corrido aquí, no para llorar ni sentir la perdida, si no para ver que podían obtener de esta situación y ni han pensado en vestir de negro, ¿no? —Jana señaló a mis padres y sus sirvientes—. ¿Ven a los Willsborg? Van de negro y no han armado un berrinche, cegados por poder porque saben que no es el momento.

—Su majestad... —El señor Traiskar intentó hablar, pero Jana levantó la mano.

—Arlene —su llamado me dio escalofríos porque sonaba tan jodidamente fuerte. Di un paso adelante.

—¿Sí, su majestad?

—¿Cree que su hijo debería ser comandante? —preguntó Jana al líder—. Bien, que dé un paso al frente, si lograr vencer a Arlene, lo será. Parece justo, ¿no?

El señor Traiskar bufó. Y recordé aquel primer combate con Haeran.

—Con todo respeto, su majestad, mi hijo es un soldado entrenado y experto en el uso de Kol. No quiero que la señorita Willsborg salga herida.

Fue mi turno de bufar.

—Entonces, eso es un sí —sentenció Jana.

—Su majestad.

—¿Cuestiona una orden de la reina, señor Traiskar?

El líder sacudió la cabeza y envió a su hijo hacia el frente de las escaleras que daban al trono. Jarlen se paró a mi lado.

—Combate básico, sin uso de armas por el espacio en el que estamos —declaró Jarlen para todos.

Suspiré y bajé cada escalón con lentitud, sintiéndome observada. La tensión el aire me dificultaba la respiración, no podía fallarle a la reina y no lo haría. Era una prueba ante todo el reino, ante los guardias reales que debía comandar y ante esas familias desconsideradas que habían hablado de una manera tan irrespetuosa. Al llegar al nivel del hijo de los Traiskar, él me sonrió arrogante. Mantuve las manos unidas detrás de la espalda.

—Lo siento por adelantado —dijo—, intentaré ser gentil.

No dije nada.

—Pueden comenzar —anunció mi hermano.

Y el chico no dudo en intentar golpearme tres veces, lo esquivé con facilidad porque podía predecir sus movimientos ya que el Kol que se me movía por todo su cuerpo era completamente visible para mí y el Kol dejaba un rastro y un patrón que era fácil de seguir. Aún con las manos en la espalda, le dejé acercarse, que pensara que esta vez si me daría y al último minuto, levanté la rodilla y se la clavé en el estómago y cuando se inclinó del dolor, estampé mi otra rodilla en su cara. Hubo un jadeo audible de todos los que observaban mientras él caía hacia atrás, completamente inconsciente. Ni siquiera usé los brazos y fue de manera intencional porque no quería derrotarlo, no, eso sería demasiado simple.

Quería humillarlo y extinguir ese orgullo y arrogancia que les había impulsado a venir hasta aquí y actuar de esa forma.

Me enderecé y miré al líder de los Kultak directamente a los ojos. Estaba sin palabras, el silencio a mi alrededor fue asfixiante por unos segundos.

—¿Alguien más, su majestad? —pregunté, girándome hacia la soberana de Erastia.

Jana me sonrió.

—¿Alguien más quiere poner en duda a mi comandante?

Silencio absoluto.

Volví a subir los escalones y me quedé de pie al lado de la reina.

—Bien, discutiremos las estrategias militares después del funeral. Esta reunión ha concluido —informó Jana y se dio la vuelta para retirarse, todos hicieron una reverencia.

La seguí por el largo pasillo que llevaba a su habitación, me quedé detrás de ella y vi como cada paso era más lento que el anterior y en uno se tambaleó, me apresuré e intenté sostenerla del codo, pero ella alzó la mano.

—No me toques, Arlene —suplicó—. Si lo haces, recordarás todo y yo también porque soy como un archivo inmenso y ahora no puedo lidiar con ello... necesito procesar esto primero, ¿de acuerdo? Mañana—

—Jana, mírame. —Ella se giró, su rostro enrojecido—. No tienes que hacer nada, no tienes que explicarme nada. Solo... desearía poder abrazarte ahora mismo.

Su rostro se contrajo en dolor.

—Necesito... respirar... —Con manos temblorosas, se quitó la corona y me la dio, la tomé con cuidado—. Necesito ser Jana por un momento antes del funeral.

—De acuerdo.

Entramos a su habitación y puse la corona sobre la mesita de la noche mientras ella se enrollaba en la cama a llorar abiertamente, sus jadeos de agonía me rompían el corazón, así que tomé una sabana y me acosté a su lado, la arropé para poder abrazarla sin que nuestra piel hiciera contacto y la sostuve con calidez y amor porque la chica de la sonrisa rojiza por fresas del picnic se había esfumado y le esperaba un futuro duro y lleno de buitres, batallas y dolor.

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Cuando Jana se durmió, la dejé descansando, aún le quedaban un par de horas antes del funeral. Entré a lo que ahora serían mis aposentos, nunca pensé que viviría en el palacio real, nunca pensé que perderíamos a la familia real de golpe. Mi vida había dado un giro tremendo en cuestión de horas.

Me senté en la cama y al bajar la mirada a mis zapatos, noté las manchas de sangre seca sobre ellos. Mi mente se fue de inmediato al asesinato del rey, y como la reina intentó arrastrarse hacia él, los charcos de sangre por todos lados, la mirada sin vida de Dregan y me estremecí.

Caminé hacia el baño y me metí de pie en la bañera para inclinarme y restregar la parte frontal de los zapatos.

—No se quita —repetí en susurros.

Escuché alguien en la lejanía, pero lo ignoré y seguí luchando, mis uñas se estaban rompiendo al intentar con todas mis fuerzas quitar esas manchas porque todo lo que veía era muerte.

—¿Arlene? —Era la voz de Jarlen. Alcé la mirada y se lo dije.

—No se quita.

Él bajó la mirada a mis zapatos.

—Arlene.

—¡No se quita, Jarlen! Lo estoy intentando, lo estoy intentando.

Mis uñas comenzaron a sangrar y mi hermano se metió conmigo a la bañera y me sostuvo las manos.

—Para, para.

—¡No! —Intenté soltarme—. No se quita...

Están muertos... y su sangre seca está sobre mí.

La expresión de dolor del rey cuando lo apuñalaron...

—Tiene que haber una forma —Le había dicho al rey cuando hablamos por última vez.

—Cuando la encuentres, ten una audiencia conmigo, soy todo oídos.

Dregan...

Quiero que seas tú. De verdad quiero que seas mi esposa, Arlene. —Había dicho él con una sonrisa.

Haeran...

—Te quiero, Arlene, nunca lo dudes.

Me giré en los brazos de Jarlen y lo abracé, llorando abiertamente, el motivo de mis lágrimas iba desde luto hasta culpa e incluso me sentí traicionada. Mi muñeca se sentía tan ligera sin el brazalete, ojalá pudiera decir lo mismo de mi corazón, sin Haeran se sentía pesado y adolorido.

Y después de esto, me tocaría recoger los pedazos y estar ahí para mi mejor amiga, prepararme para lo que se venía porque sabía que esto solo era el comienzo y como él me lo había dicho tantas veces: no estamos del mismo lado.

Y la próxima vez que nos veamos, será llevando uniformes contrarios y liderando la fuerza militar del enemigo. Y me tragaría mis sentimientos y mi amor por el bien común.

Y aunque Haeran ya no era mío, mi corazón aun era suyo


#


Nota de la autora: Ay, mención del título cheeeck T,T

¿Cómo llegamos a esto, gente? ¿Por qué siempre termino armando tremendo show en mis historias que se suponen serán relajadas? Nooo es que yo no podía hacer algo bien relax de un vampiro y su dueña haciendo cositas más 18 y enamorándose, nooo, eso era mucho pedir, ARIANA DEL VALLE. 

Por aquí, pobre Jana, alto trauma. 

Por aquí, pobre Arlene, alto trauma x2

Por aquí, TOMAAA VIEJO Traiskar, POR ARROGANTE. 

HAERAN DONDE ESTÁS, DESGRACIADO. 

SIGANME EN MIS REDES, BABY VAMPYS: Twitter: Arix05, Tik tok: Ariana_godoyc & Instagram: Ari_godoy

Muakatela,

Ariana G. 

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Tags: #vampiros