24. "Ahora él es aún más inalcanzable."
(24)
ARLENE
—Me han negado la entrada otra vez.
Me pasé la mano por la cara, frustrada y confundida. Ellary estaba de pie a un lado de mi habitación. La había enviado con una carta para Jana al castillo real, y esta era la segunda vez que no la dejaban ni siquiera entrar.
—¿Les dijiste que era un regalo de cumpleaños de mi parte? —pregunté y Ellary asintió.
—Sí, les dije que era de tu parte, les recordé lo cercana que eres a la princesa, pero me dijeron que el castillo estaba temporalmente cerrado a los de afuera, solo la familia y la guardia real están dentro.
Me mordí la uña del dedo gordo mientras caminaba de un lado al otro. Algo estaba mal, nada de esto tenía sentido.
—¿La familia real no planea celebrar el cumpleaños de Jana?
—Al parecer no.
Abrí la boca para decir algo, sin embargo, alguien tocó la puerta y luego la abrió. Uno de los sirvientes se asomó.
—Sus padres la han llamado, señorita —informó.
Compartí una mirada con Ellary y salimos de la habitación. Empecé a bajar las escaleras y cuando iba a la mitad, me detuve ante lo que vi: Todos los sirvientes y mis padres estaba en la sala de frente a cuatro guardias reales, Jarlen entre ellos. Tragué con dificultad y mi padre notó mi presencia y me señaló para que bajara. Obedecí y me paré al lado de mi madre quien me dio una mirada preocupada. ¿Qué estaba pasando?
Un guardia alto y de cabello rubio dio un paso al frente.
—Familia Willsborg y sirvientes, el rey Jeremiah Erastia les informa el cierre temporal del castillo real. Es el cumpleaños número dieciocho de la princesa, y será celebrado de forma privada por una semana. Solo la guardia real tendrá acceso, esta es una orden directa del rey, aquellos que incumplan serán castigados. —El guardia miró a mi padre—. Lukerian Willsborg, como líder de esta familia, ¿recibe esta orden?
—Recibida —respondió mi padre.
El guardia real asintió y con sus compañeros se dio la vuelta para irse. Hice contacto visual con Jarlen por unos segundos antes de que se fuera con ellos. Mi padre se giró a los sirvientes.
—Han escuchado, nadie debe acercarse al castillo.
—Sí, señor —respondieron todos antes de volver a sus trabajos.
Me quedé muy quieta, asimilando esta orden tan extraña. El rey adoraba a Jana, y cada uno de sus cumpleaños había sido celebrado con un gran festín real. Mi familia al ser tan cercana siempre había sido invitada. ¿Privado? ¿Por qué? ¿Y justo ahora que acababa de pasar lo del ataque de los Crimsons?
Ojeé a mi madre, tenía ojeras bajo sus ojos y estaba un poco pálida. Ellary y yo compartimos una mirada de confusión.
—¿Qué está pasando? —pregunté a mi madre.
—Es un asunto de la familia real, Arlene.
Asunto.... Arrugué las cejas ante su elección de palabras. No dijo celebración o cumpleaños. Algo estaba pasando en el castillo e involucraba a Jana.
—Madre —llamé y esta vez no le quedó otra opción que mirarme—. ¿Jana... está bien?
1... 2... 3... 4... 5 valiosos segundos de silencio, de duda para escoger sus palabras, me dijeron mucho más que lo fuera que ella planeara decir ahora.
—Ella está bien, Arlene, lo que pasó la ha dejado muy... sorprendida. El rey no quiere abrumarla con una celebración publica de cumpleaños. Solo será una semana. —Mi madre se acercó y me acarició la mejilla con delicadeza—. Descansa, tus heridas necesitan sanar.
Y se fue. Me quedé viendo su espalda hasta que desapareció por el pasillo. Recordé las palabras de Haeran:
«El sol las salvó. Eso es lo que tienes que decir que pasó. No reveles nada de tus habilidades, tampoco nada sobre él.»
¿A caso Jana había revelado lo que pasó? ¿Por eso la tenían aislada de todo?
—Con razón no me dejaron entrar —murmuró Ellary, derrotada.
—Vamos por aire fresco —dije y fuimos a las puertas, porque necesitaba la luz de sol y el aire exterior para pensar mejor todo esto.
Al abrirlas, noté al guardia rubio de antes ahí de pie a un lado como si estuviese resguardando las puertas.
—¿A dónde se dirige, señorita? —Me tomó por sorpresa, porque el único guardia real que venía aquí era Jarlen y porque este era su hogar. Podíamos ser cercanos al rey, pero eso no quería decir que merecíamos la protección de un guardia real.
—Iremos por un poco de aire.
—De acuerdo, recuerden no salir de los límites de los jardines de la mansión.
Fruncí el ceño.
—Creo que te confundes, la orden del rey es que nadie entre al castillo, no que estemos encerrados en nuestros hogares.
El guardia ni siquiera parpadeó.
—La señorita Willsborg no debe dejar la mansión, no es una orden del rey, sino del comandante de la guardia real.
—¿Qué?
—Es una orden de su hermano, señorita. —Me quedé helada porque no entendía la razón de esa orden y porque no me había enterado de que Jarlen ahora comandaba a la guardia real.
—Jarlen... es... ¿desde cuando?
—Fue juramentado anoche —respondió.
Anoche... justo después de lo que pasó con los Crimsons. ¿Qué carajos estaba pasando? Ya me dolía la cabeza, pero no era momento de discutir con este guardia.
—De acuerdo, no saldremos de los límites.
Y empecé a caminar. El sol del mediodía brillaba alto en el cielo, los árboles y el pasto se veían verdes y sanos. Ellary me siguió en silencio por un buen rato, ambas parecíamos estar asimilando el hecho de que Jarlen ahora era la mayor autoridad después del rey y la reina, incluso, por encima de mi padre.
—Todo esto está muy raro, Arlene —comentó Ellary, enrollando su brazo con el mío mientras caminamos—. Ayer hubo mucho movimiento en el castillo después de que ustedes fueron rescatadas y ahora hasta Jarlen es juramentado de la nada... es como si algo hubiera pasado y no me creo que sea el cumpleaños de la princesa.
—Lo sé, y ahora hasta un guardia real tenemos en nuestra puerta.
—Y una orden de alejarnos del castillo —agregó Ellary.
Suspiré.
—Necesito comunicarme con Jana, ¿por qué la están aislando? Entiendo lo de no tener una celebración publica, pero soy su mejor amiga, ni siquiera me dejan verla o recibir un regalo de mi parte.
Ellary se detuvo y me soltó el brazo para enfrentarme.
—Puedo intentarlo otra vez.
—Es una perdida de tiempo. —Sacudí la cabeza.
—Conozco un camino, entro y salgo sin que nadie lo note.
—No, es muy peligroso, Ella.
—No me tienes fe, ¿eh?
—Ella, una vez te envié a robarte dulces de mi madre, y te descubrieron porque te comiste uno y te ahogaste, casi mueres.
—Eso fue hace mucho.
—¿Qué hay de la vez que te envié con una carta para Dregan y se te cayó en el lago?
—Otro accidente.
—¿La vez que te mordió un perro porque intentaste robarte las fresas de un sembradío cercano?
—Basta.
Sonreí y le pellizqué las mejillas.
—Quédate tranquila, ya encontraré una manera.
Volvimos a entrelazar nuestros brazos y Ella descansó el lado de su cara en mi hombro mientras retomábamos nuestra caminata.
—Ahora él es aún más inalcanzable —susurró.
Sabía que se refería a Jarlen.
—Sigue siendo él, Ella —mentí por ambas, quería seguir creyendo que mi hermano mantenía su esencia a pesar de todos los entrenamientos brutales y del Kol.
—He conocido otros chicos, he intentado olvidarme de él tantas veces. Pero cuando llega la noche, y estoy en la soledad de mi habitación... pienso en él, siempre él. —Ella pausó y suspiró—. Se supone que este enamoramiento ya debería haber pasado, Arlene, el primer amor no debe durar toda la vida. Tú lo dijiste.
Pensé en Haeran, en ambas versiones de él: el esclavo con el collar y la mirada cálida que llegué a presenciar la última vez que estuvimos juntos y el príncipe vampiro uniformado, de pose rígida y mirada helada.
—Supongo que hay amores que son eternos —murmuré, pensando en Haeran, en nuestras peleas al principio, nuestras conversaciones bajo la luz de la luna, nuestros besos, en la manera perfecta en la que encajaban nuestros cuerpos desnudos—. Aunque, no tenga sentido, ni razón, a veces... —recordé la primera vez que lo vi, sucio y descalzo, pero con esa mirada desafiante— el amor traspasa todo límite de tiempo. —La imagen de ese Haeran uniformado volvió a mi cabeza y su mirada cuando lo derroté frente a Caos II—. Quizás hay almas que están destinadas a encontrarse, a estar juntas.
Ellary me dio un golpecito en la mano que tenía enroscada con la suya.
—Muy bonito, Arlene, pero ¿estás diciendo que estoy condenada a amarlo toda la vida? ¡Qué gran apoyo!
Me reí un poco.
—Lo siento, Ella.
Pasamos el resto de la caminata, haciendo teorías de lo que podría estar pasando en el castillo, una más descabellada que la anterior.
#
Cuando cayó la noche, estaba en el balcón, admirando la vista. De alguna forma, la mansión y sus amplios jardines se sentían asfixiantes porque ya no podía salir. El cielo estaba oscuro y uno que otro relámpago iluminaba las nubes cada cierto tiempo. Haeran entró a la habitación y llegó al balcón, manteniendo su distancia.
—Deberías entrar, va a llover.
Me giré hacia él, sorprendida porque ya no me hablaba con formalidades.
—¿Ya no nos vigilan? —Esperé, ansiosa y él sacudió la cabeza.
—No.
Lo miré a los ojos, esos ojos oscuros que parecían tragarse todo a su alrededor. Y las emociones me recorrieron, y me abrumaron así que me acerqué a él con determinación. Tomé su rostro entre mis manos y lo besé. Haeran respondió el beso con pasión y envolvió sus brazos alrededor de mi cintura, estrujándome contra él.
Y entonces, pasó de nuevo... volví a caer en un... ¿recuerdo? ¿Alucinación?
—Su alteza. —Hice una reverencia de mala gana al verlo aparecer frente a mí. ¿Qué diablos hacía el príncipe de los vampiros aquí? Este jardín era el favorito de la reina humana. Su fría mirada se mantuvo sobre mí, como si estuviera analizándome.
—Ese día me tomaste desprevenido —dijo de pronto y arrugué las cejas.
—¿Qué?
—El día que nos conocimos.
Le di una sonrisa torcida.
—¿El día que te derroté?
Él apretó su mandíbula y puso sus manos detrás de su espalda.
—No lo esperaba, por eso has ganado.
Mi sonrisa creció.
—¿A eso has venido? ¿Quieres otra ronda? —Él me ojeó y era obvio que eso era lo que quería. El ego de los vampiros era del tamaño del cielo.
—No peleo sin motivos. —Intentó sonar desinteresado.
—Sí tienes un motivo, quieres saber si lo del otro día fue suerte, ¿no? —Él no dijo nada—. No me molesta volverte a derrotar.
Él bufó.
—Tienes demasiada confianza.
—Y tú demasiado ego. —Di un paso hacia él—. Venir hasta el reino humano, buscarme, solo porque no puedes vivir con el hecho de que te derroté en un par de segundos.
—Te das más crédito del que mereces, no he pensado en esa pelea en lo absoluto.
—Claro, bien, estoy de buen humor, pelearé contigo... ¿qué estará en juego esta vez? Porque como has dicho, toda pelea tiene un motivo.
—¿Qué quieres?
No dudé al decirlo.
—Tu sangre.
Él no pareció sorprendido. La sangre de los vampiros era muy útil para sanar a nuestros humanos enfermos, en especial, con la plaga que se estaba esparciendo por los dos reinos del sur. Un frasco podía salvar a muchos.
—De acuerdo, y si yo gano, me darás la tuya.
—¿De verdad? —Lo cuestioné—. ¿Para qué quieres mi sangre? Sabes lo útil que es la tuya para los humanos, pero la mía no tiene nada de especial.
Él me miró directo a los ojos y el aire entre nosotros cambió, se volvió tenso y pesado.
—Quiero clavar mis colmillos en tu piel —dijo sin más—. Acabar con esa arrogancia mientras te estremeces en mis brazos.
Me reí nuevamente, un poco nerviosa.
—Trato hecho, su alteza. —Lo último lo dije con burla.
—Puedes llamarme por mi nombre.
—De acuerdo, Haeran.
Me despegué de Haeran, parpadeando rápidamente. ¿qué había sido eso? ¿Me estaba volviendo loca?
—¿Arlene?
Lo miré ahí frente a mí, y su imagen se intercambiaba con la del príncipe. Retrocedí otro paso y él intentó tomarme del brazo, pero lo esquivé.
—No me toques...— murmuré—. Cuando lo haces... algo pasa.
En ese momento, escuchamos Visens y mucho ruido que venía de la entrada de los jardines. Más de diez guardias reales guiados por mi hermano entraron y cuando vi a quien traían, me paralicé y mi corazón se estrujó.
>>>>> Siga que es doble actualización ;) >>>>
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