21. "Quiero saber más de mi abuela."
ARLENE
—Quieren adelantar la boda.
Me detuve y me giré hacia mi madre. Estábamos tomando una caminata matutina juntas por los jardines. Sospechaba que había una razón para su petición repentina, sin embargo, no me esperaba esto. Ella suspiró, y me miró, la seriedad en su expresión me asustó un poco.
—¿Por qué? —pregunté, observándola, la luz del amanecer se reflejaba en el perfil de su cara, mostrando con detalle sus arrugas.
—Después de lo que pasó en el baile —sabía que se refería a la presencia vampírica que detectaron, cuando ya él vampiro que bailó conmigo se había ido—, los rumores y el miedo se han empezado a esparcir por todo el reino. El rey quiere desviar la atención de sus súbditos, y no hay nada mejor que una boda real para eso.
—Entonces, básicamente, quieren usarme.
—Arlene.
—Puedes decirlo, madre, sé como funcionan las cosas —admití e intenté caminar de nuevo, pero mi madre me tomó del brazo con gentileza.
—Hija, estoy confundida —dice, ojeándome—. Cuando eras niña, no parabas de hablar de lo mucho que querías ser princesa, de adolescente, sé que te escapabas con Dregan, no soy idiota. —Me sonrojé un poco—. Tenía entendido de que esto era lo que querías, de que él era lo que querías. Pero ahora cada vez que mencionamos tu boda, tu expresión decae como si te deprimiera. ¿Qué ha cambiado, Arlene?
Ah, madre, mi cambio tiene nombre y un collar alrededor de su cuello.
—Es solo que... —La miré, viendo algunas de las cicatrices en su cuello que bajaban hasta esconderse detrás de su ropa. ¿Cómo podía decirle a mi madre que me gustaba un vampiro? ¿A ella que había luchado en una guerra en contra de ellos? ¿Cuándo aún tenía estas cicatrices? —. Me siento un poco abrumada por todo esto, está pasando tan rápido.
La expresión de mi madre se suavizó.
—Es comprensible, pero estaremos a tu lado en todo el proceso, ¿de acuerdo?
Asiento.
Empezamos a caminar de nuevo y mientras observo los jardines, mi mente viaja a esa afirmación: mi madre luchó en la guerra. Ella estuvo ahí.
—Madre.
—Dime.
—Quiero saber más de mi abuela. —Mi madre se tensó y puso la vista al frente.
—¿Qué quieres saber?
—¿Cómo murió?
—En batalla.
Su tono ahora era frío y simple. Hice una mueca porque necesitaba hacer una pregunta que me diera respuestas más especificas. Y por la forma en la que mi madre caminaba a mi lado, la tensión en sus hombros, el tema de mi abuela no parecía la mejor opción, así que me fui por otro lado.
—Cuando peleaste en la guerra, ¿llegaste a enfrentarlo?
—¿A quién?
—Caos II.
Mi madre se paró de golpe. El color dejó su rostro, y cuando se volteó hacia mí, me agarró por los hombros.
—¿Dónde has escuchado ese nombre?
—En un libro de historia —dije rápidamente, nerviosa.
—¿Qué libro? Entrégamelo.
—Lo perdí.
—Arlene —me apretó los hombros—. Escúchame bien, no vuelvas a mencionar ese nombre.
Me quité sus manos de encima.
—¿Por qué no? —Ya todo este secretismo me tenía harta—. Él fue el rey vampiro que batalló en la guerra, ¿no? ¿Qué tiene de malo querer saber de él?
Mi madre dio un paso atrás y se pasó la mano por la cara.
—¿De dónde has sacado esa información? Y no me mientas.
—Responde mis preguntas y te lo diré, la confianza tiene que ser mutua, madre.
Ella dudó y dejó salir una bocanada de aire, como si necesitara ser cuidadosa con lo que diría.
—Sí, lo enfrenté. Él fue... el que hirió a tu padre gravemente. Por su culpa, Lukerian perdió el ojo y está lleno de cicatrices.
Oh. Sin embargo, algo de lo que dijo me hizo ruido.
—¿Y a ti no te hizo nada? —Mi madre se quedó callada—. Hirió a mi padre de gravedad, ¿y a ti no te atacó?
—¿Quién ha dicho que no me atacó?
—¿Lo hizo?
Mi madre apretó los labios.
—No.
—¿Por qué no?
—Tu abuela me protegió.
—¿Mi abuela estaba ahí? —Ella asintió—. Pero si ella era humana, ¿cómo pudo protegerte del mismísimo rey de los vampiros?
Silencio. Y sabía que había llegado a algo bueno porque mi madre tragó y apartó la mirada.
—Te he dicho lo suficiente, ¿quién te ha dado la información sobre él, Arlene?
No dudé en decirle porque mi fuente era la princesa de Erastia y por más que mi madre se enojara, Jana estaba por encima de ella en jerarquía.
—Fue Jana.
Y entonces, mi madre palideció como no lo había hecho nunca y dio un paso atrás. Su expresión se arrugó en miedo y en algo más que no pude descifrar. Ella se me acercó de golpe y me tomó de los hombros con fuerza.
—¿Jana ha estado investigándolo? ¿Qué tanto sabe de él? —Me sacudió—. ¡Dime, Arlene!
—Madre... —traté de soltarme, pero ella apretó su agarre.
—¡Dime! No tienes ni idea de lo que esto puede desencadenar, Arlene. Él...
—¿Él está muerto, no? —Aproveché su descontrol—. No entiendo tu preocupación, madre. ¿Qué hay de malo en investigar a un rey que falleció hace tres décadas?
Mi madre me soltó y tomó una respiración profunda, intentando recuperarse.
—Tienes razón, mis disculpas, es solo que... no me siento cómoda con ustedes indagando un pasado tan doloroso.
Mentira. Mentira. ¿Por qué siento que hay algo muy complicado aquí que no nos están diciendo? Y que tiene que ver con mi abuela, con los Erastia y con Caos II. Lo que fuera, ya no le sacaría más información a mi madre porque se cerró por completo a mis preguntas en el resto de la caminata. Así que con urgencia, planeé una reunión secreta con mi compañera de investigación.
Jana Erastia.
#
—Este lugar me da escalofríos —se quejó Jana al sentarse sobre un tronco.
Estábamos en el Bosque de las alturas, donde solía venir con Jarlen a cazar. Era lo suficientemente retirado del palacio y de la mansión Willsborg para poder hablar sin levantar sospechas. No podía invitarla a casa después de lo que pasó con mi madre y tampoco quería ir a la suya porque los sirvientes le contarían a mamá. Así que mandé a Ellary al palacio con una nota secreta escondida en flores para Jana, que daba las instrucciones para encontrarnos aquí sin guardias. Esta área estaba protegida para cazar, aún en su soledad era un lugar seguro. Además, había sol.
Aunque la última vez que vine con Jarlen... recordé ese punto de oscuridad y la sonrisa en las sombras. Quizás esta no fue una buena idea.
—¿Arlene? —Jana llevaba puesta sus ropas negras de entrenamiento, su cabello recogido en una cola alta.
—Hablé con mi madre y definitivamente hay muchas cosas que nos están ocultando. En especial, todo lo relacionado con Caos II.
—Continua —Jana presionó.
—Tenías que verla, Jana, se puso como loca cuando supo que estabas investigándolo.
Jana arrugó las cejas.
—¿Por qué? Caos II está muerto, no entiendo la preocupación.
—Eso fue lo que yo dije, a menos... que... —empecé, dejando que las ideas terminaran en la cabeza de mi amiga.
—¿A menos que esté vivo?
—Sí.
—Te lo dije la vez pasada, Arlene. Si estuviera vivo, ¿crees que permitiría que sus súbditos estuvieran esclavizados? No tiene sentido.
—Ya lo sé, es solo que... hay algo que... siento que hay algo muy grande aquí, Jana —admití y ella suspiró.
—También lo creo y me frustra que todos los caminos que buscó para llegar a la verdad, terminan en una pared de nada.
Nos quedamos calladas unos segundos, y me siento a su lado en el tronco.
—No entiendo su misterio, podrían contarnos lo que pasó y ya está.
—Quizás lo que en realidad pasó no les favorece, Arlene y por eso prefieren enterrarlo. —Otro suspiro—. ¿Has logrado encontrar algo de los libros que te dije?
Sacudí la cabeza.
—No, he revisado la biblioteca y el estudio de mi padre e incluso los calabozos, donde sea que estén esos libros es un misterio bien guardado. Ni hablar de preguntarle a Jarlen, es una tumba.
Jana se estiró un poco.
—¿Y si lo emborrachas? Jarlen solía ser muy boca floja cuando nos escabullíamos a beber, ¿te acuerdas?
—Mmm, tienes razón. Aunque últimamente, no creo que ande en el humor de beber. El Kol le está haciendo daño.
—¡Au! —chilló Jana, levantando la mano. Se cortó la palma con una superficie puntiaguda del tronco. De inmediato, puso presión en la herida, las gotas de sangre cayendo al suelo.
—Sigues siendo torpe, Jana. —Acusé, rompiendo un poco de mi camiseta para amarrarle alrededor de la palma.
De pronto, un olor espantoso nos golpeó la nariz. Jana y yo compartimos una mirada de alerta porque existía una sola criatura que apestaba así: Un Crimson. Ojeamos nuestro alrededor, solo había árboles, uno tras otro.
—Hay sol —dije para reconfortarnos—. Estaremos bien.
Jana intentó sonreír, pero sus labios se quedaron a la mitad, todo rastro de calma dejó su rostro cuando sus ojos cayeron en algo detrás de mí.
—¡Mierda! —exclamé sin mirar, la tomé de la mano y eché a correr porque no traíamos armas, ni nada para defendernos porque se suponía que esas bestias no atacaban en plena luz de día.
El gruñido que emergió detrás de nosotros hizo eco por todo el bosque y pude escuchar los pasos acelerados del Crimson. Lo sentí acercarse cada vez más así que con todas mis fuerzas, empujé a Jana a un lado para recibir el golpe y vaya que vino, al ardor se extendió por mi espalda y caí hacia adelante. Mi mentón golpeó una roca y me giré tan rápido como pude para alzar mis manos y defenderme.
El Crimson se había detenido encima de mí, y ahora me gruñía en la cara, los pedazos de piel cayendo de su esqueleto con rapidez porque el sol estaba acabando con él. ¿Por qué vendría hasta aquí sabiendo que moriría?
Un palo atravesó al Crimson y este soltó un alarido ensordecedor. Jana estaba a su lado y le enterró el palo aún más con fuerza. La bestia alzó una garra y la golpeó en la cara, chispeándome de la sangre de mi amiga. El sabor metálico invadió mi boca y algo pasó.
Mi pecho palpitó, una presión en la cabeza me hizo imposible respirar. Vi en horror como Jana aterrizaba a unos cuantos pies de distancia inconsciente, tres marcas de garras sangrando de su cara.
—¡Jana!
—¿Crees que podamos ser amigas en la eternidad? —Era la voz de Jana, pero sonaba diferente, más madura.
—¿Yo? ¿Una simple guardia real? ¿Amiga de la reina? —Había respondido yo.
El gruñido del Crimson me trajo a la realidad, ¿qué había sido eso? Eso nunca había pasado. Mi cuerpo se tensó y me paré de golpe, enfrentando al Crimson.
Protégela, como siempre lo has hecho.
Y algo más tomó el control porque me puse a la defensiva y mi cuerpo se movió por si solo. El Crimson estiró su garra hacia mí y me agaché, deslizándome por debajo de él y tomando una rama gruesa en el camino. La rompí para crear una punta afilada y cuando me giré hacia él, se la lancé, dándole en el centro del pecho: Su punto débil. La bestia gruñó por ultima vez antes de colapsar en el suelo.
Mi pecho subía y bajaba con cada respiración agitada que intentaba colar en mis pulmones. Con calma, me incliné y recogí otra rama, rompiéndola y afilando la punta. La agarré con fuerza y la lancé detrás de mí, efectivamente apuñalando al segundo Crimson que se estaba acercando sigilosamente.
Y ahí caí sobre mis rodillas, mi corazón aún palpitando como loco, mi cabeza doliéndome hasta más no poder.
—Jana... —llamé, sabía que aún respiraba, pero estaba sangrando terriblemente.
De pronto, el sol se ocultó. Y de un lado de los árboles emergió una figura oscura que empezó a tomar forma humana, solo que no lo era porque era un vampiro. Intenté levantarme, pero la pesadez de la energía que emergía de él me mantuvo en mi sitio.
Sus ojos rojos encontraron los míos.
—Hiciste un buen trabajo como siempre, Arlene —dijo esa voz profunda.
Él se inclinó sobre Jana, rompió su muñeca y dejó caer unas gotas en la boca de mi amiga. Luego, se enderezó como si nada, mientras las heridas de Jana se desvanecían por completo.
Y me quedé helada al detallarlo, recordando la conversación que tuve con Jana sobre él.
—Caos II.
—¿Ah?
—Así se llamaba el rey vampírico que gobernó durante la guerra, es descrito como un ser alto de cabello negro con mechones plateados y portador de una máscara negra que solo dejaba a la vista sus ojos rojos. Y obviamente era un guerrero impresionante.
Era él, justo ahí, frente a mí. Caos II me dio una última mirada antes de darse la vuelta y desaparecer entre los árboles. El sol volvió, mi amiga despertó y mi cabeza dejó de palpitar.
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Nota de la autora: ¡Sir! Don rey vampiro, no se aparezca de esa forma abrupta, pafavaaa.
Yo cuando el Crimson llegó: ¡Corre, perra, corre!
Yo cuando Arlene se defendió de los Crimson como si nada: Chama, pero ¿cómo así?
Yo cuando llegó Caos II: ¿Amigo o enemigo?
A ver, teorías, vampilovers.
Muakatela,
Ariana G.
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