19. "No te asustes, no te haré daño."
BAILE (PART II)
ARLENE
Se me va a salir el corazón.
Me tomé mi tiempo, volviendo al baile. Necesitaba calmarme, ni siquiera sabía lo que sentía. ¿Rabia? ¿Celos? ¿Anhelo? ¿Impotencia? Lo que fuera, tenía que controlarme. No permitiría que Haeran continuara afectándome de esta manera, por eso lo mandé de vuelta a la mansión. Y una parte de mí se había enfriado con él, fue como una suma de todo lo que había pasado desde que estuvimos juntos: su desdén al respecto, sus respuestas frías a mis preguntas, su descaro al bailar y coquetear con Jana frente a todos. Ya no más.
Ya no quería analizar mil veces cada gesto, palabra o momento. Ya no deseaba disecar cada interacción en busca de una señal de que él sintiera algo por mí. Estaba cansada de ser la única que parecía tener interés en nosotros. Si a él no le importaba, pues era hora de que a mí tampoco, por lo menos, finalmente compartiríamos un sentimiento mutuo: el desinterés.
La música me recibió en el gran salón del castillo real. Ya no eran baladas, era un ritmo más movido que tenía a las parejas saltando en unísono mientras bailaban. El rey aplaudía desde su alto trono, sonriendo, disfrutando el espectáculo. Vi a Jarlen de pie detrás de la reina, firme, en su uniforme y su expresión de pocos amigos, todo un guardia real.
Busqué a Dregan entre la gente y lo vi a cierta distancia, hablando con Jana, bueno, más bien discutiendo con ella. Suspiré, sin ganas de ir a ellos. Lo menos que necesitaba en ese momento era lidiar con una discusión de hermanos.
—Srta. Willsborg, ¿me concede esta pieza? —susurró una voz detrás de mí. Me giré para enfrentar a un chico pelirrojo de traje carmesí y una mascara roja que le hacía juego. Lo pensé de inmediato: Kultak. La tercera familia del reino, eran conocidos por sus llameantes cabellos rojos. Sin embargo, él no me parecía familiar. Debía ser algún descendiente de los hermanos del señor Kultak y no uno directo, porque solo conocía dos hijas que eran las herederas de la familia.
De igual forma, ya le había concedido una pieza a uno de los insoportables de los Traiskars, no podía rechazar a uno de los Kultak, podría ser considerado un insulto. Así que lo miré a esos ojos oscuros y asentí.
—Claro.
Nos dirigimos al centro donde todos bailaban, y comenzamos a movernos con el ritmo acelerado hasta que la música cambió, supuse que, para darle un descanso a todos, y tuve que dejarle poner una mano en mi cintura mientras uníamos la otra para guiarnos. Muchas de las antorchas se apagaron para dar un aire más oscuro y privado a esta pieza.
—¿Estás lista para reinar? —Su pregunta no me sorprendió. Toda esta noche giraba entorno a mi compromiso con el príncipe.
—No lo sé —admití, ojeando a las personas que danzaban a nuestro alrededor—. Creo que nunca estaré lista.
Él no dijo nada, dimos una vuelta y no pude evitar decirlo:
—No te he visto en otros eventos reales.
—No me gustan.
Eso me hizo sonreír, era honesto, al menos. Él se inclinó y descansó el lado de su frente con la mía, su boca muy cerca de mi oído.
—¿Por qué querrías gobernar al lado de Dregan? —arrugué mis cejas y él siguió—: Solo serías una meppte rayne, una reina títere.
¿Él hablaba Purkai?
Me tensé e intenté echar la cabeza atrás, pero no pude. Intenté separarme de él sin éxito. Ojeé la mano que se unía a la suya en el aire y encontré líneas negras que se habían corrido de su piel a la mía, atándome de alguna forma. ¿Era Kol?
—Shhhh —murmuró en mi oído—. No te asustes, no te haré daño.
—¿Quién eres? —pregunté, el miedo comenzando a correr por mis venas. Estábamos en medio de docenas de personas, el rey estaba ahí, toda la guardia real. ¿Qué clase de criatura se atrevería a hacer algo como esto?
—Alguien que disfruta pasearse entre ustedes. —Su tono de voz cambió, se volvió más frío—. Observarlos, verlos actuar como si lo tuvieran todo bajo control cuando no tienen ni idea de lo que viene.
—¿Qué es lo que quieres? —pregunté directamente.
Y él soltó una risita burlona.
—Quiero que me ayudes a escoger —murmuró contra mi cabello—. ¿A quién debería matar esta noche?
Tragué con dificultad, cada vez que intentaba separarme, mi cuerpo no me respondía, era como un títere cuyas cuerdas eran controladas por él. También intenté gritar o pedir ayuda de alguna forma, pero nada dejaba mi boca, que no fuera respuestas a él.
—¿A tu padre? ¿El orgulloso Lukerian Willsborg? ¿A tu madre? ¿O a ese perro guardián del rey? —Sabía que se refería a Jarlen—. Dime, Arlene, seré bueno y te dejaré escoger.
—-Por favor, suéltame.
—Vamos, Arlene, no seas aburrida. —Me dio un beso en la sien—. Escoge a alguien o los mato a todos. Es una propuesta justa.
—Estás rodeado. —Intenté hacerle temer de alguna forma.
Él echó la cabeza hacia atrás y me sonrió. Sus ojos habían cambiado, ya no eran negros, eran rojos.
Vampiro...
—¿Ves algún collar en mi cuello? —preguntó. Las manos ya me sudaban contra las suyas, y el terror me revolvió el estómago porque no había nada conteniendo a este vampiro. ¿Cómo era posible? Nunca había visto un vampiro libre. No debería.... Esto es... —Shhhh... —él volvió a inclinarse, el lado de su cara pegado al mío, su aliento en mi oído—. Creo que iré por tu padre.
—No, por favor.
—Objetivamente, es el que se lo merece, Arlene. Por más repugnante que sea tu hermano, por lo menos, no peleó en la guerra. En cambio, tu padre...
Cuando dimos una vuelta, mis ojos buscaron a Jarlen, y cuando lo encontraron, perdí la esperanza porque él parecía envuelto en su deber de resguardar al rey. También, busqué Jana y a Dregan, y no había rastro de ellos. Entonces, me conformé con intentar hacer contacto visual con cualquiera a mi alrededor: nada.
—¿Cómo debería hacerlo? —El bastardo que me tenía atrapada continuó—. ¿Morderlo y dejar que se desangre? —Lágrimas me nublaron los ojos—. ¿O rasgarle la barriga y dejar que sus intestinos rueden por toda la pista de baile?
Apreté los labios para ahogar un sollozo. Me sentía impotente, atrapada y tan asustada. No tenía forma de avisarle a nadie del peligro eminente. Y por más entrenados que estuvieran los guardias, nadie vería venir un vampiro sin collar a tiempo. El factor sorpresa le permitía matar a varios antes de que pudieran detenerlo.
Su agarre en mi cintura se apretó.
—No me gusta hablar solo, Arlene.
—Lo siento. —Me disculpé por que no sabía que más hacer, cada parte de mi cuerpo estaba tensa y contraída. El miedo se había helado en mis venas, congelándome.
—¿O debería empezar contigo? —Sus colmillos me rozaron la oreja y parpadeé, dos gruesas lágrimas rodando por mis mejillas y cayendo de mi mentón—. Shhh, no llores. Estaba bromeando, primero acabaré con tu padre.
No, no. Observé a las personas danzando a nuestro alrededor completamente ajenas al terror que estaba viviendo, al peligro en medio de todos. No había esperanza, no había nada que hacer.
Y entonces, lo vi.
En medio de las parejas danzantes, apareció él: Haeran. Y fue como si todo pasara en cámara lenta. Él caminaba determinado, con paso largos y decididos. Su traje oscuro lo camuflaba en las zonas poco iluminadas, ahora llevaba máscara, y su expresión.... Había cambiado por completo. No era fría, tampoco cálida... era... una mezcla entre dominio, control y poder absoluto. Cuando llegó a nuestro lado, en un movimiento rápido, él puso su mano sobre las nuestras que estaban unidas por esas líneas y lo que sea que me mantenía atrapada se liberó. Y Haeran me agarró de la muñeca y me jaló hacia él, despegándome de ese psicópata. Mi cara quedó contra su pecho y él envolvió su brazo a mi alrededor de forma protectora. Alcé la mirada y vi su mentón y luego sus ojos clavados en el vampiro detrás de mí.
—Nan tis faktia mertket —La pronunciación de Haeran fue gutural, y perfecta, como si ese idioma antiguo fuera lo más normal para él. El vampiro siseó.
—Makcer, prekse —dijo y desapareció.
Y me aferré al pecho de Haeran, me temblaron las piernas, todo el miedo y el alivio pasándome factura. Sin embargo, en ese momento, noté la sangre escurriéndose entre mis dedos sobre su pecho.
—Haeran...
Me separé, levanté la mirada y él cayó sobre una rodilla y fue entonces cuando vi que la sangre venía de su collar. Y lo entendí: Haeran había desobedecido una orden directa. Me arrodillé con él.
—Retiro la orden, no debes volver a la mansión, puedes quedarte aquí. —Cerré los ojos y me esforcé porque fuera rápido. Cuando los abrí, las agujas del collar se habían retraído, pero los hombros de Haeran aún subían y bajaban con pesadez. Le ayudé a ponerse de pie para salir de ahí, lo menos que necesitábamos era atención.
Nos escabullimos entre la gente y salimos a ese largo pasillo una vez más, donde hace un par de horas habíamos discutido, donde lo había querido odiar con toda el alma porque no lo entendía, porque analizar sus acciones me tenía exhausta, pero nada de eso importaba ahora, que lo sostenía mientras nos tambaleábamos por el pasillo. Haeran se agarró de la pared, manchándola de sangre.
Era imposible, no llegaríamos a nuestros Visens, así que lo despegué de la pared y lo guie al otro lado del pasillo donde estaban los jardines, me adentré entre arboles recién podados para ser figuras decorativas, les cubrían luces azuladas que me recordaban al Kol y apenas, encontré un banco, lo senté.
—¿Haeran? —Llamé porque lo sostenía de los hombros, su cabeza colgando hacia adelante. Le tomé el rostro con ambas manos para girarlo a mí y sus ojos estaban cerrados. Mierda—. ¡Haeran! —susurré y medio grité a la vez—. Despierta, por favor.
En ese momento fue que pude notar la cantidad de sangre que había en la parte frontal de sus ropas, era demasiada. Haeran probablemente comenzó a sentir el dolor de las agujas desde que decidió volver al baile, imaginarlo todo el camino de regreso, sangrando y resistiendo el dolor, me apretó el pecho. Si él había hecho eso por mí, yo podía devolverle el favor. Le agarré la mandíbula y le puse mi muñeca sobre los labios.
—Haeran, necesitas alimentarte. —No obtuve reacción alguna. Frustrada, busqué algo puntiagudo en mi pelo, en mi máscara y hasta en mi vestido: nada. Y luego, lo sentí en mi dedo: el anillo que Dregan me había dado apenas me vio esta noche y que tenía un solo significado: compromiso. Era precioso, pero también útil con las puntas afiladas que rodeaban su cristal azul.
Tomé una respiración profunda, descansé la cabeza de Haeran en mi pecho y usé el anillo para rasgar mi muñeca. Apreté los labios porque fue mucho más doloroso de lo que esperaba y cuando obtuve sangre, la presioné contra su boca. Por un par de segundos, pensé que había fallado, sin embargo, Haeran olfateó y saboreó el líquido carmesí que ahora manchaba sus labios y finalmente, me mordió.
Hice una pequeña mueca, resistiendo los hilos de dolor que palpitaban de los dos puntos donde ahora estaban clavados sus colmillos. Ardió por unos segundos hasta que una sensación agradable y de paz me invadió, acaricié su cabello con mi mano libre mientras mantenía la mirada en un árbol podado como la figura de una mujer, las luces azuladas hacían una corona en lo que sería su cabello.
No podía creer lo que acababa de pasar y no tenía ni idea de que hacer o a quien acudir para contarlo, porque había tantas cosas en juego, ¿cómo lo tomarían? ¿Daría inicio a una cacería de vampiros? ¿Interrogatorios? ¿Torturas? Sabía que debía advertirle a mi familia, porque ese vampiro vino directo a mí y su objetivo habíamos sido los Willsborg. ¿Por qué?
Haeran apartó mi muñeca y echó la cabeza hacia atrás, rompiendo todo contacto entre nosotros. Su cabello era un desastre, la máscara estaba torcida y su boca estaba roja y llena de sangre... mi sangre. Sus hombros aún subían y bajaban mientras intentaba recuperarse. Cuando levantó la mirada y me encontré con esos ojos oscuros, un desfile de emociones me recorrió, porque había sentido tanto miedo e impotencia en esa pista de baile, porque nadie se dio cuenta del peligro que corría, nadie notó mis lágrimas ni mis miradas desesperadas.... pero él sí lo había sentido y había venido, arriesgando su vida porque pudo desangrarse antes de llegar, pudo hacerlo en la pista o aquí mismo en mis brazos.
—¿Por qué? —murmuré—. ¿Por qué te arriesgarías así por una humana?
Él se limpió la boca con la parte de atrás de la mano y lamió el resto de la sangre.
—Porque eres tú.
—¿Qué?
Haeran se puso de pie y di un paso atrás.
—Porque eres tú, Arlene, porque eres testaruda, impulsiva y ridículamente ingenua, porque haces preguntas, y porque finges que eres ruda y que no te importa nada cuando tus ojos dicen todo lo contrario. Eres exasperante, y aún así, no pude ignorar tu miedo —dijo entre dientes—. Aún así, me arrastré aquí porque no pude ignorarlo, no pude... —Él me dio la espalda y se agarró el pelo—. ¡Ah! ¡Mierda!
Era la primera vez que lo veía tan fuera de sí, tan descontrolado. Aún estaba procesando sus palabras cuando se giró hacia mí, me tomó de la cara y me besó.
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Nota de la autora: Enamorada de este capítulo, porque sufrir es mi pasión.
Feliz fin de semana, vampilovers. Espero que estén pasando un buen sábado ;)
¡A ver! Chismeeee, ¿dónde están las del ship Haeran x Arlene? Chillé al final.
Also, cuando llega Haeran ME LO IMAGINÉ en cámara lenta salvajemente. T.T Haeran, hazme tuya. Eh, mamá me hackearon, esa no fui yo.
Otra cosa, teorías sobre el loco del baila.
¿Teorías generales? A ver si hago un tik tok reaccionando a sus teorías más locas.
Muakatela,
Ariana G.
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