17. "¿Un vampiro como yo?"

Hay un capítulo antes que este por si Wattpad los trae directo a este, se les dijo. 

(17)

ARLENE

Haeran permanecía en calma, sentado en la banca, su cara inclinada hacia arriba para verme. Su cabello negro rodeada su pálido rostro, su belleza inhumana resaltaba con el rojo de las rosas de fondo detrás de él. Por un segundo, me quedé hipnotizada por esos ojos intensos y cargados con el brillo indescifrable de siempre.

Vamos, Arlene, me animé, enderecé la espalda y abrí la boca:

—¿Eres un vampiro de la realeza?

No obtuve ninguna reacción, Haeran ladeó la cabeza.

—¿Crees que te lo diría si lo fuera?

—De acuerdo, ¿cómo sabes Purkai?

Esta vez, Haeran se puso de pie y el movimiento tan repentino me sorprendió, así que di un paso atrás.

—Es un idioma vampírico, ¿por qué no podría hablarlo?

—Porque solo los vampiros de la realeza lo hablaban.

Me mantuve firme.

—¿Y cómo sabes eso? —Haeran me observó con una intensidad que casi me hizo apartarme—. ¿Lo leíste en uno de tus preciados libros falsos?

—No, es conocimiento general —dije, segura—. El Purkai es considerado un idioma casi mágico, y muy prestigioso, usado por los vampiros de la realeza para comunicarse de una forma única.

Haeran se quedó callado y aproveché su falta de argumentos.

—Así que no intentes distraerme con todo eso de los libros falsos. —Di un paso hacia él—. Te equivocaste al hablarlo frente a mí, tu arrogancia te llevó a decirme el significado de lo que te pregunté y olvidaste que no es un idioma que un vampiro como tú debería saber.

—¿Un vampiro como yo?

—Sabes a lo que me refiero.

—No, dímelo.

—Un vampiro que terminó en el mercado de esclavos.

Fue su turno de acercarse y cerrar el pequeño espacio entre nosotros. Así que retrocedí, pero él no se detuvo, sus pasos determinados me llevaron a adentrarme en el laberinto de arboles del jardín, donde estaba mucho más oscuro y fuera de la vista de todos. Puse la mano sobre su pecho para detener su avance porque sabía lo que estaba haciendo.

—Para.

Haeran tomó mi mejilla, la caricia fue suave hasta que sus dedos se deslizaron y encontraron mi cabello, el cual agarró con fuerza en un puño, acercando su boca a la mía. Jadeé en sorpresa, mi mente viajando a todo lo que sabía que él podía hacerme sentir y lo mucho que había extrañado su cercanía.

—Un vampiro como yo... —susurró sobre mis labios mientras su mano libre apretujaba mis pechos, robándome un quejido—. Tampoco debería poder tocar a su dueña de esta forma.

Me moría por besarlo, sentirlo. Busqué su boca y él echó la cabeza hacia atrás, soltándome. Me tomó un par de segundos recuperarme.

—No vuelvas a hacer eso. —Exigí, ofendida, molesta de que me provocara para dejarme así, sin tan siquiera un beso.

El hecho de que Haeran no hubiera intentado follarme después de la primera vez me tenía intrigada porque las inseguridades se abrían paso mientras más días pasaban: ¿no le había gustado? ¿Era una cosa de una vez para él? ¿Eso era todo lo que quería? Y odiaba sentirme así, como una tonta, obsesionada con él. Porque esa noche había sentido que él me deseaba tanto como yo a él, que lo que fuera que sintiera por él, era mutuo e increíblemente reciproco. Ahora estaba de nuevo sintiendo que esto era unilateral, que para Haeran fue una cosa de una follada y ya.

Lo vi ahí, de pie, perfecto, en su pose rígida, con su expresión vacía. No le importaba, quizás era como había dicho el rey, los vampiros disfrutaban jugar con nosotros, y con nuestros sentimientos porque estaba segura de que Haeran sabía lo mucho que me atraía. Y aún así, no había intentado nada desde esa noche, ni siquiera lo había mencionado.

Por un segundo, luché con las lágrimas que calentaban mis ojos. No valía la pena, este no era el rumbo que quería para la conversación así que aparté la mirada.

—No creas que esto... me distrajo, has evadido mi pregunta, anotado —dije, bajé la mirada y le pasé por un lado con rapidez. No quería que viera mis ojos llorosos porque ya me sentía lo suficientemente patética.

Sin embargo, Haeran apareció frente a mí. Mantuve los ojos en sus botas, él se inclinó, su boca sobre mi oreja para susurrar en un tono frío:

—Si llegara a ser de la realeza, estarías en problemas, Arlene. —Me tensé—. Porque lo primero que haría cuando los vampiros tomaran el poder, sería poner una cadena en este cuello para tirar de ella cuando quiera follarte, usarte o beber tu sangre. Y estoy seguro de que disfrutarías cada segundo.

Él dio un paso atrás, como si quisiera ver mi reacción, pero no le di el gusto de alzar la mirada. Simplemente, le pasé por un lado de nuevo y me adentré en la mansión. Sus palabras causaron una mezcla de emociones en mí: miedo, excitación y desconcierto. No sabía si era la conversación con el rey o la actitud fría de Haeran, pero cada vez, estaba más segura de que él estaba jugando conmigo y eso no podía continuar.

#

—¿Azul?

—No.

—¿Morada?

—No, ya te lo dije, Ella —respondí, cansada—. Mi antifaz será rosado.

Ellary volteó los ojos.

—Qué innovador, será del color que lleven la mayoría de las chicas al baile.

Suspiré y me dejé caer de espaldas en la cama, cerrando los ojos.

—¿Qué pasa, Arlene? —Ella se sentó a mi lado—. Últimamente no te emocionan cosas que antes te ponían a brincar de alegría. Un baile en tu honor.... soñamos con esto desde que estábamos pequeñas y ahora ni siquiera quieres escoger tu vestido.

—Creo que estoy madurando.

—Creo que te estás volviendo una aburrida. —Ella me pinchó la cintura y brinqué, abriendo los ojos—. Deja de pensar tanto, ¿de acuerdo? Ya tendrás tiempo para amargarte cuando seas reina, disfruta tus últimos meses libres y sin preocupaciones.

—Cuando sea reina... —murmuré.

—¿Qué pasa? —Usé mis codos para empujarme y quedar sentada en la cama, mirando a Ella—. Arlene, sino quieres casarte, puedes decir que no, ¿lo sabes, cierto?

—No es eso.

—¿Entonces? —Ella alzó una ceja y pareció leerlo todo en mi cara—. El vampiro, ¿no? —Un suspiro—. Y ahora, ¿qué pasó?

—Eh, bueno... él y yo... —Me sonrojé y eso fue suficiente para que mi amiga jadeara en sorpresa.

—¡No!

—Sí.

—¡No!

—¡Qué sí! —Me tapé la cara con las manos.

—¡Arlene Willsborg! ¡Esto es una traición a nuestra amistad! ¡Follaste y no me contaste!

—Eso rimó.

Ellary me sacudió de los hombros.

—¡Cuéntamelo todo! Con razón, no tienes cabeza para nada más, si semejante hombre te folló—

—¡Ellary!

—Te hizo el amor —corrigió, volteando los ojos—. Empieza a hablar.

Se lo conté todo, disfrutando los jadeos de sorpresa y como sus ojos se abrían exageradamente en las partes más locas. Terminé con lo mal que me sentía últimamente.

—¿Lo has hablado con él?

—¿Qué?

—Sobre como te sientes ahora.

Sacudí la cabeza.

—Estás loca.

Ellary estiró sus manos frente a ella, preparándose para sus explicaciones profundas. Juraba que mi amiga tenía futuro como consejera del reino.

—La solución más obvia parece invisible para ti, Arlene. Él no es la criatura más expresiva del mundo, si esperas algún tipo de demostración espontánea que te brinde una respuesta de su parte, vas a estar esperando toda la vida. ¿Por qué no le preguntas? ¿Qué quiere? ¿Qué es lo que busca contigo?

—¿Por qué yo? Siento que si le pregunto eso, la balanza se inclina en su favor, le da todo el poder.

—¿El poder de qué? Si sabes que es tu esclavo, ¿no? La balanza siempre ha estado a tu favor, hablarle sin rodeos no te quita nada.

—No lo sé.

Ellary tomó mi mano.

—¿Te da miedo lo que pueda decir?

—La verdad, sí.

—Creo que es mejor hablarlo ahora que tus sentimientos están empezando, Arlene, que más adelante cuando pueda ser más doloroso. Además, vas a casarte. Es mejor tener todo claro antes de eso.

Me volví a tapar la cara.

—Ah, odio esto.

—Ahora que tienes un plan para resolver el lío en tu cabeza, ¿podemos escoger un vestido? Con entusiasmo, por favor.

—Sí, señora.

#

JARLEN

Todo duele.

Cada músculo y terminación nerviosa de mi cuerpo palpitaba dolorosamente. No tenía ni idea de como había llegado a casa, pero apenas entré a mi habitación, me desplomé en el suelo, respirando agitadamente. El Kol ardía, deslizándosela por mi piel. Usarlo se estaba volviendo un desafío. Culpaba a lo activa que estaban los ataques en las fronteras de la oscuridad. Estas ultimas semanas, no había tenido un solo día de descanso de patrullar y luchar con uno que otro Crimson.

Tenía un mal presentimiento al respecto.

La puerta de mi habitación se abrió de golpe y Ellary entró, con su vestido blanco del uniforme de la servidumbre de la casa, y su cabello atado en una cola alta. Su pequeño rostro se estrujo en preocupación.

—Jarlen... —Ella intentó acercarse y alcé la mano, deteniéndola.

—No, vete.

—¿Qué ha pasado? —preguntó, dando un paso lento hacia mí.

—Estaré bien.

—El Kol te está haciendo daño, tienes que dejar de usarlo.

Bufé, una sonrisa sarcástica se formó en mis labios.

—Claro, porque puedo hacer eso.

—¿Lo has hablado con el rey? ¿Con tu padre?

—Ellary, vete.

—No. —Ella se acercó hasta que se arrodilló frente a mí, y presionó la palma de su mano contra mi frente—. Estás ardiendo.

Agarré su muñeca, despegando su mano de mi rostro.

—Sal de aquí.

—No seas testarudo, Jarlen. —Escucharla decir mi nombre me hizo sentir cosas que no debería—. Lo pasaremos juntos como cuando éramos niños.

—Ya no soy un niño, Ella.

—Pero yo sigo estando aquí para ti. No tienes que pasar por esto solo.

Ella no lo entendía.

—Ella, cuando estoy pasando por esto, mi cuerpo está luchando por volver a la normalidad, es una batalla de un par de horas entre mis células y el Kol. Necesito estar solo porque el Kol me hace perder el control.

—No es la primera vez que pasamos esto juntos.

—Sí es la primera vez desde que... dejé de ser un niño.

Ella me observó, confundida y luego una mueca de dolor cruzó su expresión.

—Ah, Jarlen, duele. —Se quejó, intentando liberar su muñeca de mi agarré, ni siquiera me había dado cuenta de que aún la sostenía. Y como si mi cuerpo se mandara solo, la empujé hasta que ella cayó sobre su espalda y me subí encima, mi rostro enterrado en su cuello—. ¿Jarlen?

—Lo siento, lo siento. —Me disculpé, intentando recuperar el control, pero el aroma de la piel de su cuello me tenía atrapado y pasé mi lengua lentamente, saboreando, ella se estremeció.

—Jarlen, ¿qué estás haciendo? —Sus manos se presionaron contra mi pecho, separándome un poco de ella. La tomé de las muñecas y la sostuve encima de su cabeza contra el piso con una mano, su pecho subía y bajaba y me tenía desconcertado que ella no estuviera intentando liberarse o diciéndome que la hiciera—. ¿Es el Kol, no?

Asentí, pero ¿lo era? ¿O era mi cuerpo rindiéndose finalmente ante lo que más deseaba en el mundo?

—Está bien —susurró, mirándome a los ojos—. Puedes hacer lo que quieras, Jarlen.

Tragué.

—No sabes lo que dices.

—Sí lo sé, siempre lo he sabido. —Mi mano viajó al final de su vestido y empecé a subirlo hasta su muslo, sintiendo la piel en cada roce.

—Dime que te suelte, Ella, dime que esto no es lo quieres, por favor —supliqué, escabullendo mi mano dentro de su vestido, apretando sus muslos.

—Puedes perder el control, Jarlen, haz lo que quieras conmigo. —La devoción en sus ojos me calentó el pecho—. Siempre he sido tuya.

Destrúyela, una voz fría se paseó por mi mente, Saboréala hasta que no quede nada de ella, hasta que su cuerpo sin vida caiga al vacío.

Me separé de golpe de ella, poniendo una distancia prudente entre nosotros. Ellary se sentó desconcertada.

—¿Jarlen?

—Sal de aquí. —Ordené con la mayor frialdad posible. Su rostro se contrajo, herida, pero preferiría eso a que terminará muerta por culpa de lo que sea que estuviese pasando con mi cuerpo.

Ellary se fue, dando un portazo. Me deslicé contra la pared y quedé sentado, una risita resonó en mi cabeza.

¿Creíste que el Kol no tenía precio, niño? Esto es solo el comienzo.  

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