13. "Creo que debes decírselo, Lukerian."
Cambio de nombre alert: Como saben el príncipe antes se llamaba Jacek, ahora se llamará Dregan, la razón simple: DEMASIADOS NOMBRES CON J, CON JARLEN Y JANA TENEMOS SUFICIENTE. Hasta yo me confundo jajajajaja
Listo, chau.
TRECE
ARLENE
Promesas...
Besos a escondidas...
La sonrisa encantadora del príncipe...
Mi deber...
Todo daba vueltas en mi cabeza mientras observaba la imponente luna en el cielo. Estaba sentada en el columpio del jardín de rosas detrás de la mansión. Desde aquí, podía ver el balcón de mi habitación, me preguntaba si Haeran estaba ahí dentro, esperándome. No importaba, no dejaría que un par de encuentros lujuriosos con un vampiro me nublaran la mente. Ya había tomado una decisión, me casaría con Dregan.
Entonces, ¿por qué siento esta tristeza tan profunda?
Esa sensación pesada no me había dejado desde que tuve esa alucinación en el claro. La figura de ese guerrero extendiéndome su mano en plena batalla se sintió tan real. ¿La sangre de Haeran causaba ese tipo de reacciones? ¿Y si era un recuerdo de él? Suspiré, dándome cuenta de que no tenía ni idea de la edad de Haeran, de si había peleado en la guerra, no sabía nada de él, solo lo que pasó con su antigua dueña.
¿Quién eres, Haeran?
¿Cuál es tu historia?
¿Por qué estás tan cerrado a mí?
Sacudí la cabeza porque eso no tenía relevancia, debía tragarme ese interés absurdo que tenía por él. Quizás estaba obsesionada porque Haeran no estaba a mis pies, porque no me había follado en la bañera cuando claramente se lo insinué, porque representaba un desafío y yo disfrutaba uno.
Suspiré y rocé mis brazos en un intento de calentarme, el aire helado ya circulaba por las noches, anunciando el fin de la época cálida en el reino. Me empujé con la arena debajo de mí para mecerme en el columpio.
—¿Mucho que pensar? —Salté ante la voz de mi madre, ni siquiera la sentir llegar. Caily Willsborg era muy sigilosa cuando se lo proponía. Ella se acercó y me pasó una manta de esas que tejía cuando se aburría o venía de entrenar—. No queremos que te resfríes.
—Gracias —murmuré, observándola.
Mi madre podía ser tantas cosas, fuerte y fría al entrenar, cálida y gentil con nosotros, delicada y detallada al leer y tejer. Y aunque la edad y el estrés de la guerra ya la llenaban de arrugas, ella derrochaba serenidad y poder. Nadie con dos dedos de frente se enfrentaría a ella en batalla.
—¿Puedo sentarme contigo? —Asentí y me eché a un lado, haciéndole lugar. Compartimos una mirada y una sonrisa. Ella acarició mi rostro.
—Tienes los ojos de tu... —Ella pausó y apartó la mirada—. ¿En qué pensabas?
Dudé al responder porque una vez que se lo dijera a mi madre, se convertiría en un hecho, no había vuelta atrás. Ojeé mi balcón e imaginé a la estatua indiferente que me esperaba ahí: Haeran. Pensé en sus ojos oscuros, en como se tensaba su mandíbula cuando le molestaba, en lo fuerte que se veían sus brazos, como se sentían sus labios sobre mi piel...
Quise abofetearme mentalmente, tomé una dirección menos directa.
—Madre, ¿puedo preguntarte algo?
—Por supuesto.
—Cuando... decidiste casarte con mi padre, en algún momento, ¿dudaste?
Mi madre suspiró y su mirada se enfocó en la luna.
—Por supuesto, el matrimonio es para toda la vida, Arlene. Una decisión tan importante está destinada a plagarse de dudas. —No dije nada—. Imagino que esto se trata de la propuesta del príncipe, pensé que te gustaba.
—Sí, me gusta, es solo que... ¿no debería haber más que eso, madre?
—¿Te refieres al amor? —Asentí—. ¿Te cuento un secreto? No amaba a tu padre cuando nos casamos, me sentía atraída a él y era la mejor opción entre mis pretendientes. Después de la boda, abrí mi corazón y él hizo lo mismo, nos dejamos entrar, construimos nuestro amor poco a poco. El amor duradero lleva tiempo, trabajo y a veces sacrificio. —Una sonrisa triste se formó en sus labios—. Fuimos a la guerra juntos, perdimos partes de nosotros en batalla, y luego volvimos a casa para tenerlos a ustedes, a reconstruirnos de nuevo.
Sonreí porque ellos eran mis pilares, les admiraba mucho. Mi madre tomó mi mano y continuó:
—Sé que, a tu edad, todo es diversión, lujuria, adrenalina y sentir mariposas en el estómago cuando alguien te gusta. Sin embargo, todo eso es pasajero, Arlene. —Ella me apretó la mano—. Da un vistazo a tu futuro, en diez años o más, ¿qué ves al lado del príncipe? ¿Qué ves al escoger a otra persona más adelante? Porque sabes que eventualmente, deberás casarte.
—Lo sé.
Mi madre ojeó la luna nuevamente, me soltó y se puso de pie.
—Arlene, hay algo que quiero decirte. —Ella se giró, y la seriedad en su expresión me preocupó. Esperé, ansiosa. Ella abrió la boca para decirlo y la cerró de golpe al ver algo detrás de mí, me giré para ver a mi padre emerger del camino verdoso entre las rosas.
—Aquí están, las busqué por toda la mansión.
Mi madre le sonrió.
—¿Qué pasa? —preguntó ella.
Mi padre me extendió una carta. Cuando la abrí, vi la invitación y la leí en voz alta:
—Queridos Willsborg, la familia real se complace en invitarles al baile aniversario número treinta y uno para celebrar nuestra victoria en la guerra. Tenemos algo importante que anunciar y esperamos contar con la presencia de las familias más importante del reino.
La carta estaba firmada por el rey.
—Van a anunciar tu compromiso con el príncipe.
Miré a mi padre.
—No he dicho que sí.
La expresión de mi padre se endureció.
—¿Por qué te negarías?
—Lukerian —protestó mi madre.
—No, quiero saber que razones tendría mi hija para rechazar una oferta tan honorable.
Apreté los labios.
—Nunca he tenido elección, ¿no? —Me puse de pie—. Ustedes lo hicieron ver como sí pudiera decidir en todo esto, pero fue una ilusión, debo aceptar, es lo que—
—Es tu deber —dijo mi padre sin rodeos—. Es como debe ser, Arlene. En unos años, reinarás junto a Dregan, unirás a los Willsborg y a los Erastia una vez más.
Arrugué las cejas.
—¿Una vez más?
Mis padres compartieron una mirada.
—Creo que debes decírselo, Lukerian —expresó mi madre.
—¿Eso era lo que ibas a decirle cuando llegue? —Fue la respuesta de mi padre.
—¿Decirme qué? —presioné, observándolos con cautela.
Mi madre suspiró y dio un paso adelante.
—Hay una parte de la historia de la familia real que no te hemos contado, que no están en los libros, que nadie... sabe. Solo lo sabemos nosotros y el rey.
Mi padre hizo una mueca y yo esperé, confundida.
—Tú conoces la historia del vencedor de la guerra, Frederick Erastia y su reina Mayareth Erastia, ¿correcto?
—Sí, la reina falleció en batalla en la guerra y el rey murió unos años después, dando paso a que Jeremiah Erastia reinará —conté sin entender a donde iba esto.
—En los libros, se cuenta que Mayareth era la única hija de una familia sin mucho renombre, su apellido de soltera no está registrado en ninguna parte.
—Estoy perdida, madre.
—El apellido de soltera de Mayareth era Willsborg.
Abrí la boca, sorprendida.
—¿Qué?
—La reina y compañera del fundador era tu abuela —aclaró mi padre—. Mi madre.
Me quedé sin palabras, había leído mucho sobre la reina Mayareth, su valentía, su fortaleza y sobre todo, su inteligencia. Ella fue una contribuyente importante en la guerra y la creación de la tecnología para controlar los vampiros. ¿Semejante persona tan importante era... mi abuela? ¿Era parte de mi familia?
—No lo entiendo... ¿por qué... esto no es conocimiento publico?
—Porque mi madre... —Mi padre se detuvo y por primera vez en la vida, vi como su rostro se estrechaba en agonía como si le doliera el alma hablar de ella. Mi madre lo ojeó y continuó por él:
—Pasaron algunas cosas, Arlene, ciertos problemas de política y en general, no se quería exponer la estrecha relación entre los Willsborg y los Erastia en ese momento. La guerra ya nos había dejado vulnerables, expuestos, necesitábamos estabilidad.
—Entonces, el retrato de la sala....—pregunté, pensando en la pintura de la que pensé que era mi abuela que colgaba en la pared de la sala, Lydia había sido el nombre que ellos me habían dado cuando había hecho preguntas sobre mi abuela—. ¿Todo eso es falso?
Mis padres asintieron.
—Oh, esto es... mucho por asimilar. —Me senté en el columpio, dándole vuelta a esta nueva información—. Por eso... deseas tanto este matrimonio, padre.
Él se arrodilló frente a mí y tomó mis manos entre las suyas.
—Quiero unir nuestras familias de nuevo, y que ahora sea por todo lo alto, hija, nada de secretos, de vergüenza. Quiero honrar la memoria de mi madre, quiero que el apellido Willsborg quede en los libros de historia esta vez.
—Estás siendo muy egoísta, padre.
—Lo sé. —Él bajó la mirada y descansó su frente sobre nuestras manos unidas en mi regazo—. Perdóname.
Mi madre y yo nos miramos a los ojos. Tomé una respiración profunda porque era la primera vez que veía a mis padres tan vulnerables. Y sabía que estaban siendo egoístas al querer que cumpliera su deseo de restablecer su honor, de escribir la misma historia de nuevo, pero con un lápiz honorable y duradero esta vez.
Pensé en las otras familias: Los Traiskars y los Kultac, y en como siempre nos menospreciaban por no ser los señores de un reino, como nos llamaban los lamebotas del rey. Esas miradas que nos daban por encima del hombro en cada baile, cada evento. Las veces que escupían cuando le pasábamos por un lado y fingían que había sido sin intención.
También pensé en las palabras de mi madre, ¿en diez años donde me veía? Si rechazaba al príncipe, ¿terminaría casándome con cualquier otro señor del reino? ¿O peor aún, con alguno de los hijos de los Traikars o Kultac? En diez años, ya estaría mayor, quizás ya no sería atractiva para Haeran, él nunca envejecería, y eventualmente, esta química y lujuria entre nosotros se desvanecería, algo era seguro, estas sensaciones de emoción y ganas no eran duraderas.
—Me casaré con el príncipe —dije porque ya no tenía nada más que pensar. Era inútil creer que me esperaba algo mejor que esta propuesta.
Mi padre levantó la cara, me tomó el rostro entre sus manos y besó mi frente.
—Enviaré tu respuesta ya mismo a la familia real —comentó mi madre, sonriéndome.
Solo asentí, esa sensación pesada inundándome el pecho.
Es mi deber, ya está.
#
No quería enfrentar a Haeran.
Razones me sobraban: No le había hablado desde que pasó lo de la bañera, y no quería que esos ojos profundos pudieran juzgar mi decisión de matrimonio. Una parte de mí sentía curiosidad por su reacción, pero apagué eso de inmediato porque no le importaría y tener la esperanza de que sí solo me haría daño.
Entré a mi habitación y me sorprendió encontrarla vacía, arrugué las cejas, buscándolo con disimulo en las esquinas oscuras. Las cortinas que cubrían las puertas del balcón se ondeaban con el viento y ahí vi su sombra reflejada en la tela. Me abrí paso entre las cortinas y salí al balcón. Haeran estaba de pie, en su uniforme negro, con las manos unidas en la espalda, en una pose rígida, sus ojos fijos en la luna. Me paré a su lado, ojeé su perfil. Ah, olvidaba lo atractivo que era, lo marcada que era su mandíbula y lo suave que se veía su cabello. Me enfoqué en el cielo nocturno, no hablaría, él que había sido un idiota la ultima vez había sido él.
—Has tomado una decisión. —Su voz profunda me hizo estremecer porque lo había extrañado. No dije nada porque no fue una pregunta, fue una afirmación. Además, si Haeran estaba aquí, probablemente había escuchado la conversación con mis padres. Me tensé.
—Te ordeno no revelar nada de lo que escuches en esta casa —dije en un impulso.
—Ya me habías dado esa orden antes.
—Oh. —Me sentí como una tonta.
Nos quedamos en silencio nuevamente y para mi sorpresa, él fue el que lo rompió:
—La luna es preciosa —comentó—. En la guerra, era muy difícil admirarla, el humo constante y las batallas que duraban semanas, no permitían un minuto para observarla. Pasaban meses sin que pudiéramos verla, por eso, cada vez que hay una luna llena, paso la noche entera mirándola.
Así que sí había estado en la guerra, y ahora yo no sabía que decir, era la primera vez que él me contaba algo de su pasado por sí solo. No quería arruinarlo. Observé la luna con él.
—Solía temerle a la luna. —Empecé, sonriendo ante el recuerdo—. El idiota de Jarlen me convenció de que la luna era la que despertaba a los vampiros, y que cuando había luna llena, los vampiros escapaban de sus collares y venían a robarse niños para devorarlos.
—Cruel.
—Lo sé, Jarlen era un niño con una imaginación muy hiperactiva.
—Y tú eras ingenua desde niña, supongo.
No dije nada porque no quería hablar de la historia verdadera de la humanidad o lo que fuera que él estaba insinuando con ese comentario.
—Tu abuela fue una humana muy valiente —dijo de la nada. Ah, lo había escuchado todo. Le eché un vistazo y esta vez, él se había girado ligeramente, y sus ojos encontraron los míos.
—¿Valiente? ¿No deberías odiarla por contribuir a la victoria de la humanidad?
Las curvas de sus labios se alzaron en una sonrisa pequeña, casi burlona.
—Supongo que algún día, crecerás y dejarás de ser tan ingenua.
—¿Ingenua? —pregunté, ofendida—. ¿Esta es la parte en la que me dices que no sé toda la historia? ¿Que mis padres me mintieron?
—Tus padres te mintieron —respondió y apreté los puños—. Ellos mismos lo admitieron, ¿no? Te contaron historias de una abuela falsa.
Ah, a eso se refería.
—Tenían sus razones.
—Razones que no compartieron contigo.
—No estoy de humor para esto. —Me di la vuelta y antes de que pudiera cruzar las cortinas, Haeran me agarró de la muñeca y me jaló hacia él. Lo inesperado de su movimiento, me hizo tropezarme y terminé aterrizando en sus brazos, mi cara contra su pecho. Alcé la mirada, sonrojada y él me estaba observando con esa intensidad que despertaba cosas en mi cuerpo, cosas prohibidas.
—¿Qué haces? —Intenté separarme y él me sostuvo contra él, su mano libre acunó mi mejilla, estaba segura de que podía sentir el calor bajo mi piel y los latidos desbocados de mi corazón.
—¿De verdad vas a casarte?
Tragué con dificultad, perdida en sus ojos, tan oscuros como la noche.
—Es mi deber.
—Te deseo, Arlene. —Dejé de respirar ahí mismo—. Cásate con quien quieras, finge lo que quieras, pero por las noches, sé mía, solo mía.
Haeran se inclinó, sus labios rozaron los míos y jadeé ante el contacto, ligero, pero tan excitante. Todo lo que él me hacía sentir volvió a mí con una rapidez impresionante, mis extremidades se ablandaron, mi respiración se volvió pesada y los latidos de mi corazón estaban por todo mi cuerpo.
Haeran deslizó su pulgar por mi labio inferior, separando mis labios ligeramente. Moría por besarlo, era de esas cosas que había imaginado un montón de veces. Haeran tomó mis manos y las puso alrededor de su cuello, luego se agachó un poco y me agarró de la parte de atrás mis muslos para levantarme, lo rodeé con mis piernas, agarrándome de su cuello, nuestras bocas aún a centímetros de distancia. Él me cargó dentro de la habitación.
—Haeran...
No sabía si eso era una advertencia, o una suplica. Lo único que sabía era que sí esto pasaba, no habría vuelta atrás, Haeran arruinaría cualquier oportunidad de construir algo con el príncipe porque una parte de mí era muy consciente de que detrás de toda la lujuria, había algo muy poderoso que solo crecía y crecía entre los dos.
Y que solo necesitaba un detonante para explotar y destruir todo a su paso.
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Nota de la autora: Soy Arlene cuando prometo no tomar café después de las cuatro de la tarde como me lo dijo el médico Y ZAS VUELVO A CAER COMO PANTALETA DE PROTAGONISTA DE ROMANCE. ¿por qué soy así? ¿por qué eres así, Arlene?
Por aquí, teorías del chisme de la abuela de Arlene, chamas, yo no sé, algo no me cuadra ahí. ESTE GENTE SE LA PASA CON UNA MENTIRA Y UN MISTERIO TODO LOCO AHÍ.
Ay, Haeran quiere gozarse a Arlene antes de que sea una mujer casada, ¿eh? Goloso.
Oigan, casi llegamos a los dos millones de leídas, EN SHOCK, igualadas, el zorrismo literario corre en nuestras venas, jejejeje.
Necesito ver edits de Suyo en tiktok, si saben de alguno pasen el link o usuario por aca, quiero saciar mi lado shipeo fangirl, parfavaart.
Muakatela,
Arianita jijijiji
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