🏵 Capítulo 10. 🏵
Un grito me despierta aquella mañana y gruño contra la almohada sin haber despertado del todo aún. No me hace falta levantarme y abrir la puerta para saber de donde provenía aquel grito.
Es Milo.
O Nicolas.
Desde hace dos días se han turnado para ir a despertarme por las mañanas, pues parece que les divierte ver como abro la puerta y los persigo escaleras abajo con cara de dormida y el pelo revuelto.
Suspiro y me levanto sabiendo que a menos que abra la dichosa puerta no se detendrán. Como supuse al abrirla veo a Milo con una sonrisa maliciosa en sus labios y con la vista clavada en mi. Estoy a punto de quejarme cuando veo como de repente saca un extraño artilugio y me apunta con el. Arqueo las cejas fastidiada e intrigada al mismo tiempo.
- ¿Piensas matarme con un juguete?
Otra sonrisa se instaura en sus labios, la cual me deja con la sensación de que acababa de hacer un pacto con algún demonio. Tiemblo.
- Milo...
Pero mi voz de advertencia no sirve de nada, antes de darme cuenta de lo que pasa Milo ha apretado algo de aquella cosa y una extraña espuma sale disparada hacia mi. Grito mientras las risas de él hacen eco por todo el pasillo y segundos después se va corriendo, sin perder tiempo voy tras él.
- ¡Estas vez la has hecho bueno Milo! ¡Ya verás cuando te atrape!
Él sigue riendo corriendo escaleras abajo mientras le sigo hasta llegar a la cocina donde me detengo repentinamente casi tropezando con Milo, el cual se ha detenido también. Estoy a punto de decirle algo, pero en eso me doy cuenta su presencia.
- ¡Adam!
El pequeño demonio va corriendo hacia la cocina, donde Adam se encuentra con la vista clavada en nosotros, o más bien en mi. No lo he visto desde hace días, hasta he llegado a pensar que había huido hasta China con tal de no dar la cara, sin embargo allí estaba, a unos pasos de distancia. De repente sus ojos se encuentran con los míos y algo extraño brilla en ellos.
- Hola.
Su saludo es corto y algo forzado consiguiendo que note enseguida el nerviosismo de su voz.
- He hecho tortitas.
Alzo las cejas. Él parece repentinamente avergonzado; entonces se agacha y le dice algo a Milo, haciendo que este asienta y en cuestión de segundos corra hacia la escaleras. En serio, ¿Qué clase de poder tiene sobre aquellos chicos? No es algo normal.
- ¿No tienes hambre?
Sigo sin responder intentando tener paciencia, notando lo incómodo que parecer estar. Decido acercarme así que doy unos pasos hasta llegar a la pequeña isla de la cocina. Mi vista no se aparta de su rostro lo que noto empieza a ponerle aún más nervioso. A mi mente viene el incidente con los mellizos, pero también, aquella extraña noche en el que le vi entre las sombras. No voy a mentir, no he podido eliminar aquel suceso de mi mente, pienso en ello cada día mientras las dudas sobre Adam empiezan a arremolinarse dentro de mi cabeza. Lo observo con interés totalmente envuelta en mis pensamientos, en miles de conjeturas que no me llevan a ningún sitio en realidad.
- He hecho tortitas, Tania me dijo que son tus favoritas.
Estoy a punto de responder, sin embargo, un grito proveniente de detrás me interrumpe. Me giro sabiendo que cualquier cosa que haga en ese momento va resultar en catástrofe pues los mellizos han vuelto, encontrándose en medio del salón, con el cuerpo recto y la mirada clavada en nosotros junto con sus manos alzadas sujetando algo. Su postura me deja la sensación de que se están preparando para una guerra.
Y para mi mala suerte yo parecía ser el objetivo.
- Niños...
- ¡Disparad!
En cuanto Milo grita los dos dan dos pasos y aquella espuma extraña de antes sale disparada de las pistolas directa hacia nosotros. Antes de darme cuenta de lo que pasa me encuentro corriendo por el salón, intentando evitar a toda costa aquella extraña espuma que a parte de oler endemoniadamente mal, parece completamente imposible de quitar de la ropa. Me arrepiento por completo de haberme puesto aquel pijama de algodón blanco que tanto me gustaba. Iba a ir a la basura después de aquello. No soy la única que corre, Adam también es perseguido por los mellizos, le han dado tanto en la cabeza como en el torso.
- ¡Ya está bien niños!
Mi grito no les hace ningún efecto, mas bien todo lo contrario, su rizas se hacen mas fuertes. Llego hasta el sillón azulado colocándome detrás. Mi mirada va hasta Adam el cual se encuentra en un rincón intentando escapar de Nicolas. Y casi lo consigue, si no fuera porque aquella espuma había conseguido que el suelo fuera como una pista de hielo, en cuanto Adam da un paso para intentar llegar a la cocina resbala y cae de manera torpe hacia atrás.
Mi mirada capta su caída, eso junto con su cara de enojo y la espuma de su cabeza hace que suelte una carcajada sin poder evitarlo. Mi risa hace eco por el salón haciendo que los mellizos se detengan por fin y todos me miren. Me llevo una mano a la boca intentando controlar la risa, pero me es casi imposible.
- Se esta riendo de ti - . comenta Milo intentando ser serio, pero una sonrisa mezquina esta formada en sus pequeños labios.
El nombrado vuela sus ojos hasta a mi e intento parar de reír, pero su rostro ceñudo lleno de espuma hace que otra carcajada aflore de mi garganta. Se levanta con toda la dignidad que le queda y veo como extiende su mano hasta Nicolas sin decir ni una palabra, es como si se estuvieran comunicando a través de una sola mirada. El niño alza su brazo y le da una de esas extrañas pistolas a Adam haciendo que sonría y vuelva a girar su rostro hacia mi. No me doy cuenta de lo que trama hasta que su mano se eleva y me apunta con aquella cosa.
- Ah no, ni te atrevas...
No puedo terminar, mi cabeza ha girado pocos segundos antes de que sienta aquella espuma en la cabeza. Cuando noto que finalmente se detiene mis ojos vuelan hasta él, tiene una sonrisa triunfal decorando su boca. Me llevo las manos a la cabeza notando que me ha alcanzado todo el pelo, durante unos instantes solo puedo pensar en ello y en aquella estúpida sonrisa de su cara.
- No sabes lo que has hecho.
Con esas ultimas palabras me acerco hasta Milo y le arrebato una de sus pistolas. Veo como abre la boca dispuesto a protestar pero una sola mirada mía lo calla. Con las dos manos apunto a Adam consiguiendo que él levante las suyas.
- Vamos, te has reído...
No le dejo acabar y aprieto el gatillo con fuerza liberando un chorro de espuma directo hacia él, sin embargo, no consigo darle ya que de un movimiento demasiado rápido mueve lo esquiva. A continuación se va corriendo y sin pensarlo voy tras él siguiéndolo hasta más allá de la cocina hasta que acabamos saliendo al jardín. Oigo que los niños nos siguen, sus risas nos acompañan mientras persigo a Adam.
Y así nos pasamos la siguiente hora, persiguiéndonos unos a otros, no sé como, pero los mellizos han conseguido más pistolas. Aunque al principio voy solo a por Adam, me doy cuenta de que los mellizos tampoco se van a quedar quietos, así que acabamos en una especie de guerra de todos contra todos.
Mi pelo, mi pijama, todo se encuentra hecho un total desastre, pero en aquel momento nada de eso llega a pasar ni un segundo por mi mente. Los mellizos se lo toman totalmente en serio, saben esconderse y lo que es más importante, saben apuntar. Yo fallo mas de una vez, sobretodo al intentar dale a Adam el cual se mueve con muchísima rapidez, aunque en mas de una ocasión tropieza con ramas o cualquier cosa que haya en el suelo, haciendo que sin quererlo las risas salgan de mi boca con fuerza.
No es hasta que las pistolas se quedan sin espuma que finalmente paramos y decidimos entrar en casa; los mellizos se quejan, sin embargo, una sola mirada de Adam los calla, así que vuelven dentro mientras discuten quien ha acertado mas . Yo miro hacia abajo arrepintiéndome de nuevo de haberme puesto aquel pijama que tanto me gustaba pues tanto los pantalones cortos y la camiseta de mangas se encontraban llenos de espuma y mi pelo... no quiero ni imaginarlo.
Estoy a punto de entrar por la puerta cuando un ruido proveniente de detrás hace que me de la vuelta. Adam se encuentra al pie de los escalones que conectaban el jardín con la la cocina, mirando aquella pistola aún en sus manos con el ceño fruncido mientras sus dedos la toquetean.
- ¿Qué haces? - pregunto algo intrigada.
- Creo que la he roto -. dice sin dejar de mirar la pistola.
- Que no se enteren los mellizos -. le aconsejo apretando los labios a punto de sonreir.
Aún recuerdo la última vez que uno de ellos le rompió un juguete al otro, fue un completo drama. Adam suelta una pequeña sonrisa y eleva su vista, cuando sus ojos se encuentran con los míos su sonrisa se evapora y una sombra de vergüenza cruza sus ojos.
- Yo... lo siento.
Pestañeo varias veces mientras proceso sus palabras, pues tardo unos segundos en darme cuenta a que se refiere, pero para mi sorpresa, el enfado que aparece siempre que pienso en ello no surge esta vez. Mis ojos lo observan y el gira su rostro incómodo mientras sus mejillas adquiero un tono rojizo.
- ¿Por qué?
Es cierto que mi enfado ya no es tan grande como antes, aunque ciertamente aún me siento algo dolida. En ese momento él alza ligeramente la cabeza mientras inspira con fuerza antes de volver su cara hacia mi una vez más.
- Lo que pasó aquel día con los mellizos... - suelta el aire poco a poco - No lo pensé, vi a Milo herido y mi cabeza simplemente... se nubló. Sé que no es escusa, no debí llegar a semejante conclusión tan precipitadamente y tratarte de aquella manera; es que cuando se trata de los niños yo simplemente...
Suspiro pues no puedo decir nada sobre aquello, cualquiera que viera a Adam con los mellizos durante dos segundos puede notar enseguida que para él no parece haber cosa más importante.
- Lo siento muchísimo, Mel -. susurra con voz quebrada.
Se ha acercado a mi eliminando casi por completo la distancia, por lo que soy capaz de escuchar su voz baja.
- Fui un completo idiota - sigue diciendo sin elevar la voz - Sé que no deberías perdonarme, pero aún así...
En ese momento alzo el rostro dejando mi ojos conectar finalmente con los suyos consiguiendo que se detenga; su boca se abre pero no sale ni un sonido de ella, como si repentinamente hubiese olvidado lo que iba a decir. Un instante después da un paso atrás sin percatarse del escalón y tropieza. Estoy a punto de gritar pensando en que caerá escaleras abajo, sin embargo, afortunadamente consigue agarrarse a la pequeña barandilla de madera. Suspira aliviado y en cuanto su otra mano se eleva la pistola de juguete cae al suelo haciendo un horrible sonido.
Durante unos instantes me quedo mirándolo, en una pose completamente extraña mientras sus ojos apuntan al suelo horrorizados. Aprieto los labios conteniendo la carcajada que esta escalando por mi garganta deseosa de salir.
- Creo... que lo he roto del todo.
Al final la risa consigue escapar de mi boca antes de poder evitarlo. Segundos después cuando consigo calmarme Adam se acerca de nuevo mirando el juguete con tristeza.
- Deberías comprarle otro antes de que se de cuenta.
Eleva su cara para mirarme y sus ojos se pasean por mi rostro hasta que acaban fijándose en la pequeña sonrisa de mis labios. Noto en ese instante que él también sonríe de forma casi imperceptible.
- ¿Quieres acabar llena de esa espuma extraña de nuevo?
Me encojo de hombros mientras me cruzo de brazos, notando una pequeña brisa acariciar mi piel.
- Si eso significa ver como corres aterrado y tropezando mientras los mellizos te persiguen... creo que no me importaría.
Se lleva una mano para toser intentando ocultar su risa. Cuando se calma me mira y eleva una de sus manos hacia a mi. Bajo la mirada sin entender en principio.
- Entonces... ¿Qué tal una tregua?
Me balanceo sobre mis propios pies al mismo tiempo que dejo mi mirada caer sobre su mano elevada durante varios segundos, hasta que finalmente llego a la conclusión de que parece lo mejor. Elevo el rostro clavando mi mirada de nuevo sobre él; doy un paso acercándome más y veo como abre ligeramente los ojos.
Lo miro durante unos instantes en los que me doy cuenta de que parece súbitamente nervioso. Sonrío para mi misma e ignorando su mano elevo la mía y la paso por su mejilla. Esta vez sus ojos se abren por completo brillando por la sorpresa, combinada con algo mas que no sé muy bien como interpretar. Su piel adquiere un tono rojizo desde las mejillas hasta la nariz.
- Tenías espuma en la cara -. aclaro sin darle importancia y pongo la mano delante de él con los dedos llenos de espuma.
Abre la boca, esta a punto de decir algo, pero parece pensarlo mejor y la cierra. Mis comisuras se elevan y me doy la vuelta entrando en la cocina.
- Tregua entonces -. acabo diciendo sin darme la vuelta mientras elevo la mano.
Y estoy segura de que sus mejillas continúan sonrojadas.
Puede ser lindo a veces.
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Holi aliens! ❤
¿Cómo estáis? Espero que mejor que el pelo de Mel AJAJAJA. Creo que una guerra con pistolas y espuma extraña siempre es una buena manera de hacer las paces.
Aunque acabe con bajas ( hagamos una oración por el pelo y el pijama de Mel)
Espero que os haya encantado el capítulo! Contadme que os va pareciendo la historia! ¿Creéis que Mel y Adam por fin podrán llevarse bien? ¿Averiguara que es lo que paso con Adam aquella extraña noche en las sombras? Contadme vuestras opiniones! Recordad #noseasfantasmita
#Adamodialosfantasmitas
#losmellizosharantrastadasalosfantasmitas
#soypesada
#osadoroigual
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