8. Corazón Negro
El grupo decide adentrarse en aquella sección con la esperanza de encontrar una salida. El lugar era húmedo y el sonido de las gotas caer adornaban el silencio de la habitación. Las paredes estaban adornadas de grabados y hierbajos. En ese mismo sitio, también se encontraba un pequeño altar con algunas inscripciones.
-¿No dijeron que sabían por dónde ir?- Preguntó el hermano de Kwuava.
-Paciencia, necesito el libro que Sinsel tiene en la mano.- Respondió la elfa con cierta molestia en su tono.
Sinsel le entrega el libro con algo de nerviosismo. La chica le arrebata el libro y comienza a leerlo. Era evidente que la elfa sabía de donde había sacado aquel tomo, pero decidió ignorar aquel hecho y continuar en sus asuntos. El libro fue colocado en el altar, parecía como si conectara con este. Una vez ocurrió aquello, este se abrió y sus páginas comenzaron a pasar. Kwuava coloca su mano sobre este haciendo que el libro comience a brillar.
-¿Qué debemos de hacer?- Hausiku preguntó impaciente.
Kwuava ignora la pregunta y decide recitar unas palabras en idioma élfico. A pesar de haber hecho aquello, parecía que la puerta no se mostraba ante ellos. El libro terminó cerrándose y su brillo, apagándose. La chica no entendió aquello, se suponía que debía de funcionar. Según la elfa, el libro explicaba que "solo aquel puro en su sentir, sería capaz de inmiscuirse en los pasajes de su alma".
-¿Qué crees que significa aquello?- Preguntó Kenna.
-No lo sé, esperaba que solo con decir eso se abriera la puerta.- Confesó algo confundida.
Kwuava volvió a intentarlo una vez más, pero era inútil, la puerta no se hacía presente. Estuvieron un rato dándole vueltas al asunto, no obstante, aquella frase no parecía conectar con nada relacionado al entorno. Cambiaron el plan y empezaron a buscar por el lugar, sin embargo, el resultado era el mismo, nada. La elfa sabía que el libro tenía que ver con la salida, ella conocía bien ese tipo de pasajes.
Los pasadizos de los elfos oscuros se abren solo al resolver ciertos enigmas. Los libros, por ende, narran la naturaleza de algún acertijo, sin embargo, estos siempre varían dependiendo del portador. Los libros cambian su contenido y este a su vez, se apega a la realidad de su propietario. El detalle aquí varió con su portador, debemos recordar que fue Sinsel quien lo tenía.
-Esperen un minuto ¿Qué tal si dejamos que Sinsel lo lea?- Propuso Hausiku.
-Ella no es una elfo, ni siquiera habla nuestro idioma.- Su hermana contradijo aún con cierto resquemor de la chica.
-Debemos intentarlo, fue ella quien tocó el tomo primero.-
Hausiku terminó haciendo entrar en razón a su hermana quien, de mala gana, terminó devolviendo el libro a Sinsel. La chica no entendía lo que debía de hacer, era como dijo Kwuava, ella no era una elfa.
-¿Qué debo de hacer ahora?- Preguntó Sinsel.
-Depende, por lo general los libros solo requieren una lectura en voz alta, sin embargo, puede que esta sea una excepción.- Explicó Hausiku. -Si el libro dice lo que dice mi hermana, tal vez tenga que ver más contigo, con quien eres. El libro habla de ser "puro en su sentir", tal vez debes sincerarte contigo.- Añadió luego de darle vueltas al asunto.
Sinsel repitió el proceso de Kwuava, colocar el libro en el altar y ver como este se abre mágicamente. El libro le mostró la misma página a la chica, pero esta seguía sin entender lo que debía de hacer. Confundida, ella decide colocar su mano sobre las páginas haciendo que estas, a su vez, brillen. La mano de la chica parece quedar sellada junto al libro, no podía despegarla de este. Con mucho esfuerzo y temor, comienza a halar del libro, pero este no parecía ceder. Si querían continuar, debían de encontrar la solución a partir de ahí.
Hausiku trataba de ver si podía leer algo que estuviese escrito, pero la mano y el brillo imposibilitaba esta tarea. Ante la situación, Kwuava decide entonces, decir las palabras que dijo en un principio, no obstante, la situación continuaba igual. Cabía la posibilidad para este punto, que el acertijo de este libro, ni siquiera tenga que ver con nada relacionado con los elfos.
Mientras la situación transcurría, Sinsel dio con alguna solución luego de darle tantas vueltas a la frase. Era ella quien debía sincerarse consigo misma, su conflicto interno entre como sentirse frente a los elfos, no la dejaba avanzar. Ella sentía cierta desconfianza tras todo el viaje, pero muy probablemente, el libro puede percibir aquella sensación y que, a su vez, bloquee su salida por no cumplir con la premisa. A pesar de aquello ¿De qué manera debía sincerarse con ella? Habían ciertas cosas que ella había olvidado, no recordaba su pasado ni quien era ¿Sería esto influyente para poder resolver el enigma? A medida que tenía esta introspección, el libro parecía ceder su agarre. Ante ese resultado, ella decidió continuar con el autoanálisis recordando todo lo que había pasado hasta ahora.
Al final, el libro casi termina soltándola por completo, pero algo la mantenía apegada a él. Dentro de su ser, Sinsel le faltaba algo y eso era compasión. Ella sentía un cierto apego por los elfos, sin embargo, algo dentro de su ser le imposibilitaba compadecerse, no podía sentir lástima por las injusticias que recibieron en su pasado. Una vez cayó en esta conclusión, el libro terminó soltándola y revelando una puerta en la pared. Los elfos observaron la situación atónitos, pero eso no les impidió pasar por la puerta. Parecía que el camino era correcto, Sinsel lo había logrado, solo que sería ella la única que sabría esta verdad.
Los chicos se adelantaron dejando a Kwuava y Sinsel atrás. La tensión entre ambas era grande, se notaba la incomodidad de la elfa ante la presencia de Sinsel.
-¿Siempre se descifran las puertas de esta manera?- Sinsel trató de entablar conversación inútilmente, Kwuava ni quería dirigirle la mirada.
El trayecto parecía tener cierta longevidad, pero según los elfos, el camino debía ser en línea recta. El problema principal vendría siendo en que les deparará más adelante, al fin y al cabo, nadie garantiza que la civilización élfica no haya sido destruida.
Mientras caminaba, Sinsel continuaba reflexionando sobre lo ocurrido. Había algo en los elfos que la hacía sentir... ¿Odio? ¿Rechazo?... Tal vez no fuese algo relacionado a ellos, podría tratarse de ella. Fuese como fuese, aquellos tres chicos eran sus "salvadores" y no podría estar en contra de ellos, aunque quisiera. Por otro lado, la situación con Kwuava se volvía incómodo para ambas y Sinsel no quería continuar el viaje así. Ella comenzó a analizar la situación, pero no entendía realmente el malestar de su compañera. Debemos recordar que, a pesar de ser una diosa, su sabiduría era tan limitada como ella quisiera, en otras palabras, tenía mucho por aprender de los mortales.
-Oye... lo siento. No entiendo bien que hice, pero lo lamento.- Se disculpó en un intento de apaciguar las cosas.
-¿Cómo puedes disculparte por algo que no entiendes?... Solo deja el tema. Te llevamos a la ciudadela y luego te vas, es todo.- Respondió sin dirigirle la mirada.
-Lo entiendo... pero no fue mi intención ofenderte, si me dejaras explicarme...-
-No... al menos no ahora.- La interrumpió para luego, alejarse de ella.
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